[PASADO][PRIV. DARK E. SATOU Y NAGATO] Encuentro bajo cero

La oscuridad cubría por completo la calle, era una noche cerrada. Nevaba, como de costumbre La temperatura exterior era horriblemente baja solo un loco saldría con ese frío. No era un sitio agradable donde quedarse, tener que soportar heladas y continuas oleadas de frío no era algo que se disfrutara mucho.

En el interior de un bar, sentado en la mesa mas cercana a la chimenea, leía un libro con toda la tranquilidad y el silencio de ese sitio pudiera brindarme. Era cierto que hacia no mucho que había comido la fruta que me otorgo un supuesto gran poder. Pero eso solo eran cuentos de fantasmas, cuentos de fantasmas por que últimamente era lo único que veía junto a el. Un pequeño fantasma salido de su cuerpo, una forma abstracta, como un niño cubierto por una sabana pero en un tamaño mucho mas reducido. Siempre la lengua fuera y en ningún momento había intercambiado palabra con el, pero sin saber como, podía saber perfectamente que era lo que quería decir.

Acababa de comenzar mi gran aventura pirata y ¿cuales eran mis pertenencias? Mi fiel arma con la contar en innumerables ocasiones y una pequeña paloma la que posiblemente ahora mismo estuviera en otra isla mas calurosa. No estaba conmigo pero de alguna manera sabia que podría contar con ella mas adelante.

Me recosté sobre la silla con el libro entre mis manos y eche un vistazo al bar, no parecía mal sitio para estar así que me acomode y me relaje como no había hecho desde mucho tiempo atrás.

Llevaba allí muchas horas y no había visto a nadie entrar en todo el día. Estaba claro que si alguien entraba al bar no seria de aquí, nadie en su sano juicio sale con este tiempo. Pero allí estaba, la puerta se abrió y entro una persona, estaba claro que no era de aquí, lo mas seguro es que ni conociera donde se encontraba exactamente. Pero algo raro me llamo la atención en esa persona, antes de entrar el la calle se había iluminado y una vez que estuvo dentro se apagó.

Conocía esa calle pues la había recorrido más veces en estos días. Sus farolas no funcionaban excepto una al fina de la calle la cual parpadeaba. Era extraño ya que después de entrar tampoco es que hubiera guardado una linterna o un farol.

Estaba claro que había perdido la atención en el libro y ahora lo que me acataba era el chico nuevo. Marqué la hoja del libro con sumo cuidado de no romper este y lo cerré delante mía sobre la mesa. Volví a recostarme en la silla y me quede observando al chico nuevo. No era miedo, no era curiosidad, ni si quiera eran ganas de conocer gente. Solo no debería quitarle un ojo de encima. No sabia si era un pirata peligroso o cualquier otra cosa. Era cierto que no era un pirata famoso ni nada de eso pero desde que deje mi hogar sabia que en este mar hay poca gente de la que de verdad te pudieras fiar.

-Gracias, aquí tiene su propina -dije soltando unas pequeñas monedas de más en la barra.

Pegué un trago al whisky y lo intenté beber de uno solo, pero escupí parte del vaso y comencé a agitar mi mano contra mi cara para darme algo de viento. La garganta me quemaba, y de tal forma, que se extendía hasta el estómago haciendo que ahí mismo se me revolviera la comida que había degustado en el barco. Me llevé la mano a la boca y puse cara de náusea mirando hacia la barra, ¿desde cuándo me había costado tanto tragar whisky? Recordaba que siempre lo había hecho, pero esta vez, esta vez era especial, realmente quemaba de tal forma que parecía que me desgarraba el esófago. Levanté la mirada con dificultad y salté la barra apoyándome con una mano en esta e impulsándome para pasar las dos piernas por encima. Me llevé la boca al grifo y comencé a beber agua helada que parecía calmar ligeramente la sensación de ardor extremo.

-¡Señor, no puede estar ahí! -me dijo el hombre que me había puesto la bebida- disculpo mi malentendido por mezclar el whisky con aguarrás, ¿pero de verdad tiene que tomar tanta agua después de eso? -acabó exclamando malhumorado.

¿Era eso lo que había oído cierto? ¿Whisky con aguarrás? Me llevé la mano a la cara mientras seguía bebiendo agua y una vez la sensación de ardor cesó, fui a encararme contra el hombre pero uno de los camareros intentó pegarme con una botella en la cabeza. Volví mi cabeza etérea por una milésima de segundo para esquivar la botella mientras me dirigía a la barra serio, no debía mostrar mi fruta a la gente normal, y mucho menos a una panda de tarados que confundían hielo con aguarrás. Aclaré de que esquivé la botella con facilidad y eso había sido cosa suya, y que yo no poseía una logia ni mucho menos una fruta del diablo. Tras un sin fin de disculpas me volvieron a poner un vaso de whisky, éste ya siendo el bueno, no una mezcla con aguarrás. Tomé un trago suspirando malhumorado y dejé que pasara el rato mientras mantenía el oído fino hacia todos por si escuchaba algo de mi hija.

Sabia que esa persona no era normal, algo en mi lo sabia perfectamente. Hasta ese momento podría haber pasado por una persona normal que estaba claro que no era pero yo no le había quitado ojo. Lo había visto perfectamente, la manera en la que esquivó la botella sin si quiera moverse lo dejaba claro. Posiblemente no fuera un enemigo pero tampoco podría considerarle aliado sin razón de más.

Apoye mis codos en la mesa y con las manos juntadas apoyé el mentón en ellas para pensar con mas claridad. Si estuviera en la posibilidad de que el fuera un usuario podría descubrir algo mas sobre las frutas tan preciadas. Podría convertirse en un gran aliado, pero, por otra parte, existían millones de posibilidades adversas. "El que no arriesga..." me dije a mi mismo para auto convencerme de que debía hablar con el.

Me levante haciendo el menor ruido posible, recogí mi arma enfundada que se encontraba apoyada en la mesa en ese momento y me encaminé a la barra sin romper el silencio. Tome sitio cerca del desconocido y golpee dos veces la mesa llamando la atención tanto del camarero como del desconocido. Señalé la barra como indicando que me trajera algo y me apoye en la barra.

-¿Que puede haber traído a otra persona a esta isla tan fría y desolada?- Dije en un tono como si me preguntara a mi mismo aunque claramente la pregunta estaba dirigida a él.

Tras el malentendido, el ambiente logró calmarse lo suficiente como para disfrutar de mi bebida y lograr escuchar cosas que me interesaban sobre el pueblo. Debía, de una forma o otra, escuchar el nombre de ella para mantenerme en calma y no rendirme, pero no salía por ningún lado. "es normal, no le gusta el frío, ¿por qué estaría aquí?" pensé mientras llevaba mi mano derecha hacia mi cara frustado. No era lo único en lo que me preocupaba, ya que parecía escuchar algo de un subnormal que tocaba los huevos bien tocados a la gente, y debía encontrarlo y darle una buena lección, porque así de paso me desahogaría lo suficiente como para poder seguir buscando a mi hija tranquilo. Sumergido entre mis pensamientos, un chico, albino, y con un flequillo un tanto extraño se sentó a mi lado. Sus ropas no eran de lo más normal; ese chico destacaba entre la multitud. Tras pegar dos golpes en la mesa y pedir bebida, se dirigió hacia mi persona, cosa la cual no me extrañó demasiado; siempre sobredestacaba sin querer, o llamaba la atención por mis ojos rasgados, por mi fruta... Bah.

-¿Qué puede haber traído a otra persona a esta isla tan fría y desolada?- me preguntó, pero de tal forma, que parecía más un pensamiento en voz alta, tanto dirigido hacia sus dudas y hacia mí.

-¿Y qué puede traer hacia esta misma persona otra que pregunte cosas que realmente no le importen un carajo? -contesté malhumorado- piérdete, chico albino. Soy normal, de lo más normal, así que puedes dirigirte hacia otra persona como si lo hicieras conmigo, ya que conmigo no te funcionará.

Me levanté, solté una propina extra, y me dirigí hacia fuera para buscar a la pequeña banda de la que hablaban las voces de la taberna. Les soltaría una buena paliza, los cazaría si eran piratas, y me iría a la próxima isla. Pero, en mi fondo, muy al fondo, lo más hondo posible... aquel chico albino había despertado algo de curiosidad en mí, curiosidad que mostré por unos segundos mientras le observaba antes de irme. Ese chico tenía motivos para estar aquí, y por su color de piel, a diferencia de el de los demás, no era de esta zona. "Tampoco es que me incumba" pensé mientras me dirigía hacia otra taberna para buscar más información ahí.

-Que grosero. Muy bien, adelante, sobrevive en una isla invernal de la que no sabes nada montando jaleo tu solo por los bares. Allá tu si cuando se te acerca una persona la trataras así.

Bebió la bebida que había pedido de un trago y se volvió a sentar en la mesa ante la mirada de los pocos que allí estaban. Llevaba viajando años solo y por una vez que encontraba alguien interesante con el que compartía una cualidad como es la de las frutas, o eso me hacia creer, era un lobo solitario. Simplemente no me importaba ya esa persona, ¿a donde pensaba ir con este frío? Se avecinaba una ventisca y no estar bien refugiado podría acabar con él. Pero daba igual, si algo le pasaba seguro se lo habría buscado. Aún en el fondo seguía queriendo hablar con él. La intriga empezaba a florecer, y aún así, muy dentro de mi sabía que este lugar era muy peligroso como para una persona sola.

Resoplé moviéndome el flequillo y agarre la katana. No me queda otra supongo, seré un pirata pero no puedo abandonar a alguien inocente a su suerte.

-"Hollow"- Inmediatamente apareció ese pequeño fantasma que me miraba clavando esos grandes ojos en mi.- Síguele- Una orden muy sencilla que el fantasma entendió a la perfección y afirmo con la cabeza.

El fantasma le seguía ocultándose en todos los sitios que podía. Era muy complicado detectarle aunque no imposible. Hacía bien su trabajo la verdad, no me podía quejar de ese pequeño. Me levanté de la mesa y recogí mis pertenencias dejando un par de monedas sobre la mesa. Me abrigué y salí de ese bar. Se veía mas bien poco, todo estaba muy oscuro y el frío era tal que hasta mis huesos temblaban. Algo me impulsaba a salir de ese acogedor bar, algo me impulsaba a seguir a ese estúpido. Estaba seguro que se metería en otro lío y tenía muchas ganas de pelea.

Miré hacia el lado en el que se había marchado. Podía saberlo gracias al fantasma ya que lo que me unía a él me permitía saber donde estaba. El andar era difícil por culpa de la espesa nieve que llegaba hasta las rodillas. Me froté los ojos y eche a andar como pude. Me cubrí por encima con una capa que había conseguido días antes para evitar que la nieve mojara mis ropas. No era buen día para salir, solo un tonto...,mejor dicho, dos tontos saldrían con este tiempo.

DISCULPA POR LA TARDANZA.

Sí, la nieve era espesa y tal, ya lo había pensado antes. Pero mi búsqueda no tenía fin ni sentido; no podría llegar a ningún lado de esa forma, ni encontraría a nadie a estas altas horas de la noche. Suspiré preocupado e intenté salirme de la nieve, creando plataformas de luz por encima de ésta para dirigirme tranquilamente hacia la taberna que había estado antes, debía pasar la noche en algún lugar seguro, y ese tenía pinta de serlo a pesar de la gente que me había atendido. No, eso no era lo que importaba en aquel momento... La preocupación de encontrar a mi hija era tremenda, y no podría descansar bien esa noche, o eso creía ahí mismo. Refunfuñé solo y volví hacia la taberna, sin percatarme sobre si había alguien a mi alrededor. Una vez entré, miré hacia los alrededores y golpeé la pared para llamar la atención del tabernero.

-¿Una habitación para una persona a que le sobran los berries? -dije con actitud vacilante mientras sonreía sarcásticamente.

Le ví pasar delante mía de vuelta. Al parecer había entrado en razón, el frío no le sienta bien a nadie. Me resigne y tenía pensado volver cuando un imbécil me agarro por el hombro mientras notaba un pequeño cuchillo en mi espalda. -Dame todo lo que lleves.- Dijo el hombre con una voz bastante grave, estaba claro que no estaba solo por esas risas que resonaban detrás de suya. No me inmuté justo donde estaba el cuchillo en mi espalda surgió un fantasma que los miró e hizo una burla en su cara. El tipo del cuchillo gritó con fuerza asustado mientras dejaba caer el cuchillo. Sonreí y me giré a la vez que le daba una patada en la cara lanzándole hacia sus compañeros. El fantasma floto hasta estar a la altura de mi cabeza mientras reía. Miré a los bandidos con una cara que denotaba la locura. -Me toca...

El tipo apareció y acabó con todas antes de que ni si quiera pudiera entretenerme con ellos. Eran mi manera de divertirme. Me enfadé bastante y antes de que se fuera de allí le agarré. -¿Qué crees que estas haciendo? Eran míos, ellos empezaron. Iba a divertirme descuartizándolos. Ahora no te vas a ir. Tu y yo tenemos que hablar. - Le miraba directamente a los ojos, se notaba el enfado que tenia, hasta el fantasma había cambiado de cara para mostrar una un poco más aterradora. ¿Qué se creía este tío? Ni si quiera me habla en la taberna y ahora viene quitándome la diversión. No podía aguantarle. Además con esos aires de sobrado hacia que me reventara mucho más. ¿Por qué no le mataba ahí mismo? Manchar la nieve de rojo con su sangre esparcida por ahí.

Tras girarme y andar el albino me agarró, preguntándome qué había hecho con los tipos. Me giré soltando su agarre bruscamente con mi mano y me encaré cara a cara, mirándole a los ojos fijamente de la forma más amenazante posible. Agarré mis dos O wazamono y tras un suspiro, volví a girarme. No merecía la pena ni atacarle, y no iba a gastar mi tiempo en alguien tan débil como él. Lo parecía a la vista, y no creía estar prejuzgando en ese mismo momento. Si volvía a agarrarme, le atacaría directamente. ¿Por qué no me agradecía el haberle salvado la vida en aquel momento? Memeces. Avancé varios pasos más y me dirigí ya para el puerto, en esta isla ya había cumplido mi objetivo.

-Valora tu vida, chaval. La próxima vez que te enfrentes a gente que te supere en número, sé el primero en cargar. Eso, no se lo espera nadie, y el factor sorpresa es siempre el más bienvenido a la hora de luchar. La próxima vez tal vez no venga tu angel de la guarda -dije entre carcajadas mientras ya me iba del todo.

-Estúpido... No hay diversión si no se pueden defender, yo disfruto viendo sus caras de miedo cuando son incapaces de hacer nada mas para defenderse. ¿Qué disfrute obtienes tú? Ninguno, estas vacío por dentro.- Hice desaparecer el fantasma. Era cierto que no era rival para él ahora mismo. Mi nivel de fuerza estaba muy por debajo del suyo y sería inútil luchar contra él. Además ¿qué obtendría yo a cambio? Una pelea que no me podría aportar nada no me interesaba. Me giré para irme por donde había venido, tenía cosas que hacer mas importantes que estar aquí. -Ya nos veremos supongo. Suerte en lo que vinieras a hacer aquí. Yo ya tengo lo que quiero.- Metí la mano en mi bolsillo tocando un colgante que había recogido junto el cuchillo.