Buscando sangre nueva [Pasado Nagato y Akagami]

El ardiente sol se alzaba sobre la pequeña villa, calentando el lugar con sus rayos. Una suave brisa corría por entre las pequeñas calles, creando así una agradable sensación a aquellos que se encontrasen fuera de las casas, con un clima tranquilo y cálido, pero que no molestaba en absoluto. Al menos, no al joven dragón, que se encontraba apoyado en la pared de una de las pequeñas y humildes casas. "Espero que los rumores sean ciertos. No me gustaría haber perdido el tiempo viniendo hasta aquí" pensaba el pelirrojo, que observaba a la gente de su alrededor.

Habían llegado rumores hacía escasas semanas sobre una persona que poseía habilidades algo "inusuales". Se decía que su último destino había sido la Villa Cocoyasi. El joven capitán partió en cuanto recibió la noticia, con la intención de conocer él mismo en persona al misterioso individuo y comprobar así sus capacidades. ¿Quién sabe? Tal vez se presentase la oportunidad de añadir un fuerte miembro a la tripulación. Toda ayuda era bien recibida. Pero primero, debía recibir el visto bueno.

Tardó escasos días en llegar a la pequeña isla. En cuanto llegó, rápidamente llegaron a sus oídos los cuchicheos de la gente: parecía seguir en la isla. Sin embargo, aquella persona no era la única que había captado la atención de los habitantes. Los lugareños se detenían cuando Akagami pasaba a su lado, observándole, fascinados por su peculiar aspecto. Aquello no le molestaba, pero sí que le causaba cierta inquietud. No le gustaba ser observado, y menos aún por tanta gente.

Sus tripas rugieron. Llevaba bastantes horas sin comer nada, así que tal vez no le viniese mal ir a alguna taberna y pedir un buen trozo de carne asada. Lo cierto es que se le hacía la boca agua solo de pensarlo, aunque lo disimulaba bastante bien. Se separó del edificio y caminó hasta la taberna más cercana. Entró, observando la pequeña sala en la que tan solo había unas pocas personas. "Mejor" pensó al tiempo que tomaba asiento y esperaba a ser atendido. "Espero que no tarden mucho en servirme... No me gusta esperar". Se cruzó de brazos y se recostó en el respaldo de la silla. Al poco rato llegó el tabernero.

- ¿Qué desea el señor? -preguntó con una voz fuerte y gastada.

- Ponme la mejor carne que tengas, muy hecha, y si puedes traerme algo de tabaco, mejor -contestó él, en un tono tranquilo pero serio.

El hombre tomó nota y marchó rápidamente a la cocina.

Entré a la taberna que llevaba semanas frecuentando, poco a poco me hacía un nombre en la pequeña villa. Miré hacia la gente que allí estaba buscando mi sitio cuando me percaté de que este estaba ocupado. Ese tío no debía ser de aquí si no lo sabría. Me acerqué hasta estar a su espalda mientras todos me miraban atónitos . Le di dos toques en la espalda.

-Estás en mi sitio, hay dos opciones, o eres un cazarrecompensas que no se a que ha venido aquí. O simplemente eres un gilipollas que no sabe que este es mi sitio. Te aconsejo quitarte, será mas fácil para los dos.- Sonreí como si las palabras fuesen amigables, aunque claramente no era así. No estaba de muy buen humor así que mejor que ese idiota no me tocara las pelotas.

Seguía esperando su ansiada comida. ¿Cuánto tiempo se podría tardar en asar algo de carne? Si era necesario lo podía hacer él mismo y seguro que le quedaría mejor, aunque no quería causar problemas en aquél lugar. Observaba de vez en cuando a la gente de la taberna, que comía tranquilamente. Le habían puesto un pequeño tarro con gajos de naranja, que al parecer eran típicas de la isla. No le agradaba demasiado, pero para ir haciendo tiempo supuso que no estarían mal.

Comenzó a comer poco a poco los trozos, saboreando el dulce néctar anaranjado de la fruta. "Para ser comida de herbívoros, no está mal". Fue entonces cuando alguien entró en el local y la tranquilidad y paz que se respiraban se esfumó por completo. La gente comenzó a ponerse nerviosa, incluso el tabernero. Todos comenzaron a cuchichear y a inquietarse. Todos... Menos el joven dragón, que había terminado con la fruta en aquel momento.

Se cruzó de brazos, sin prestar mayor importancia al individuo, cerrando los ojos y recostándose en el respaldo mientras esperaba a que le trajesen la comida. "Tiene un olor extraño" pensó el pelirrojo, cuyo olfato se había desarrollado gracias al poder de su fruta. Comenzó a escuchar unos pasos acercándose hasta él. Fue entonces, cuando alguien le tocó el hombro, que abrió los ojos, los cuales se toparon con aquél tipo.

- Estás en mi sitio, hay dos opciones, o eres un cazarrecompensas que no se a que ha venido aquí. O simplemente eres un gilipollas que no sabe que este es mi sitio. Te aconsejo quitarte, será mas fácil para los dos. -comenzó, en un tono tranquilo.

Sus brillantes ojos se mantuvieron fijos en los de él, manteniendo una expresión de indiferencia absoluta. Permaneció así unos segundos, hasta que finalmente desvió la mirada y volvió a la misma posición. Guardó silencio durante un rato, tranquilo, mientras la gente se alarmaba ante su actitud. Parecía que aquél tipo había estado sembrando el miedo por el lugar, aunque al pelirrojo le importaba bastante poco. Con un tono calmado y serio, respondió:

- Ni lo uno ni lo otro. No veo tu nombre por ningún lado, así que no tengo la intención de moverme hasta que termine de comer. Si quieres sentarte, tienes más sitios. Oh... Y te aconsejo no intentar lo que estás pensando. No quiero que te arrepientas después.

Una vez dicho esto volvió a mirarle y le echó un vistazo de arriba a abajo. Se fijó en que el joven llevaba una espada, aunque por su musculatura no parecía tener una fuerza demasiado alta. "¿Serás tú del que hablaban los rumores? Tal vez podamos comprobarlo" pensó sin apartar la mirada de él, girándose levemente para tenerle de frente.

-Eres un imbécil al parecer. No se que has venido a hacer en esta isla pero no me gustaría tener que lastimarte. Solo levántate y coge el primer barco que veas. No te aconsejaría seguir aquí mucho tiempo.- Al mismo tiempo que hablaba el tabernero se acercó con lo que parecía ser un buen trozo de carne con bastante buena pinta y lo dejó con cuidado cerca del tipo.

-Tiene buena pinta. Gracias por la comida, lo tomaré como pago por tu vida.- Agarró el plato y se dispuso a marcharse. -Y que no se vuelva a repetir o no tendré piedad.

La gente miró atónita la escena. El tabernero ni se pronunció y unas 5 personas abandonaron el lugar seguros de que allí habría bronca. Yo, no bajé la guardia, estaba claro que ese tipo no era de aquí y no iba a dejarme ir tan de rositas pero tenía una mano en la empuñadura y estaba preparado.

Hasta aquel momento el joven pelirrojo había permanecido impasible, sin dejarse afectar por los malos modales del sujeto que tenía delante, al cual todos parecían tenerle bastante miedo. No dijo nada, ni siquiera cuando le amenazó, advirtiéndole de que se marchara de la isla. Los clientes de la taberna estaban cada vez más nerviosos y no apartaban sus miradas inquietas de ninguno de los dos. Pese a todas esas bravuconadas, el pelirrojo no tenía la intención de mover un solo dedo y, cuando vio al tabernero aproximarse con su plato de comida, incluso se le dibujó una ligera sonrisa en el rostro.

Poco iba a durar aquello, sin embargo. Ante las incrédulas miradas de los hombres y mujeres allí presentes, el espadachín cogió el plato con la intención de llevárselo como "pago" por la vida del joven. Akagami se quedó parado, sin expresar absolutamente nada en su rostro durante unos segundos, con la mirada fija en el lugar donde se encontraba el plato antes de que lo cogiese. ¿Acaso ese tipo estaba loco? Había pocas cosas que pudiesen sacar de quicio al joven dragón y quitarle la comida era una de ellas. Sin duda alguna aquello no iba a acabar bien...

Frunció notablemente el ceño cuando el espadachín se giró para marcharse, con su plato en la mano. "Mi... Comida" pensaba el pelirrojo, con la mirada fija en su nuca. En apenas unos instantes se incorporó rápidamente y salvó la pequeña distancia que les separaba. Trató de dar una rápida aunque débil patada al espadachín en la parte de atrás de la rodilla, lo suficientemente fuerte como para que el golpe le obligase a flexionarla para, acto seguido, sujetar su cabeza y estamparla contra el suelo, con su fuerza aumentada por los poderes de dragón, de modo que aquel golpe podría llegar a desorientar a su contrincante.

- Te voy a enseñar a no coger la comida de otros -dijo cabreado, aunque aquello se percibía más en su mirada que en su voz, la cual casi siempre era seria e inexpresiva.

Dime, ¿a qué sabe la madera? [AI]

En cuanto vio que se levantaba se esperaba de sobra este combate. Salté Sobre la barra rápidamente esquivándole la patada con facilidad. Sonreí satisfecho, estaba cabreado y que me fuese a dar juego y una pelea se sentía aún mejor de lo que podía sonar.

-Vaya... ¿Te molesta que coja tu comida? Seguro esta muy buena, la voy a disfrutar un montón. A tu salud claro está.- La gente que quedaba en el bar empezó a salir de este mientras yo hablaba. El tabernero, más bien resentido por que sabía que iban a destrozar el bar. Salió de este lentamente pero sin acercarse a ninguno.

Sonreí de manera tétrica. No me importaba si ellos se quedaban o se iban pero de esta manera no molestarían y podría moverme con libertad. -¿Quieres tu comida? ¡Aquí la tienes!- Lancé el plato de comida hacia él e inmediatamente salté detrás del plata con la espada desenvainada preparada para realizarle un corte en el pecho.

[AF]

Aquél tipo había esquivado su patada y, por lo tanto, frustrado su intento de estrellar su cara contra el suelo. El joven dragón estaba bastante cabreado, pero eso no implicaba que se precipitase en sus actos. La gente comenzó a salir de la taberna, asustada, mientras el espadachín que ahora se encontraba sobre la barra soltaba unas cuantas bravuconadas más.

- No soporto a los charlatanes -le contestó sin variar su expresión, mirándole fijamente a los ojos mientras hablaba.

Parecía tener un exceso de confianza, tal vez una cualidad común en ambos. Solo quedaba averiguar cual de los dos podía permitírselo. El espadachín le lanzó el plato de comida al tiempo que saltaba hacia él, con la espada desenvainada, dispuesto a recorrer su pecho con ella. "Estúpido" pensó el pelirrojo al tiempo que se lanzaba hacia delante, inclinándose de modo que esquiva el plato, pero no lo suficiente como para evadir la espada, la cual le hizo un corte en el hombro no demasiado profundo.

- No has sido demasiado inteligente.

Aprovechando que aquel tipo se encontraba en el aire y no podría hacer nada por defenderse le sujetó de una pierna con ambas manos y giró con él de forma brusca, con facilidad debido al poco peso del espadachín, lo cual probablemente le causaría algún daño en la pierna, al tiempo que aprovechaba el impulso del giro para estamparle contra la barra violentamente.

Todo lo que sube, baja: Luxación en la pierna + Golpe contra la barra [AMF]

Caí contra la barra. Había sido un gran golpe, no me lo esperaba nada. Había sido muy estúpido, yo tan calculador y no había contado con eso. Pero ahora el sangraba. Sangre... Me levanté con dificultad al parecer me había dañado la pierna también. Estaba claro que él no era una persona normal. No le resaltaban musculos y aún asi me había lanzado como si nada.

-Zanjemos esto, quiero ir a comer.-Apunté directamente hacia el con el filo de la espada.

Agarré con fuerza la espada y fuí hacia él con la espada en una mano mientras que la vaina en la otra cuando llegué a él lancé una estocada al estomago y prediciendo su movimiento golpee en su cara con la punta de hierro de la vaina.

Estocada a la altura de estomago + Golpe con la vaina de la espada en la cara [AI]

Sonrió al escuchar el ruido seco que provocó el impacto de su cuerpo contra la barra, soltándole y tomando algo de distancia tras ello. El pelirrojo se quedó observando al espadachín con aquellos brillantes ojos, sin añadir nada más ni tratar de seguir golpeándole mientras se incorporaba. Se llevó una mano al hombro herido, manchándola levemente con la sangre que había mojado la capa. "No está del todo mal" pensó al tiempo que su rival terminaba de incorporarse.

Parecía dispuesto a acabar con aquel combate, aunque el pelirrojo pensaba que aquello había terminado desde el mismísimo instante en que había empezado. Había pasado toda su vida peleando y entrenando. El chico había cometido un gran error enfadándole, pese a que ya se hubiese calmado un poco. El espadachín se lanzó a por él, espada en mano, lanzando una veloz estocada hacia su estómago mientras que trataba de golpear al joven dragón en la cara con la vaina.

- Eso no te servirá... -dijo en voz baja mientras se preparaba para responder en el momento exacto.

Cuando estuvo lo suficientemente cerca el pelirrojo se impulsó en su dirección, elevándose en un salto lo suficientemente alto como para evadir su espada y, así mismo, la vaina. Acto seguido, aprovechando el impulso del espadachín y el suyo propio lanzó un fuerte rodillazo hacia la cara de su rival mientras se encontraba en el aire, lo cual con aquella fuerza podría llegar a partirle la nariz si le daba de lleno.

Tras ese golpe el dragón tomaría cierta distancia en cuanto tocase el suelo, esperando que aquello hubiese sido suficiente como para terminar el combate. La hora de la comida comenzaba a alejarse y no quería retrasarla ni un minuto más.

Flying Dragon (?): Rodillazo en la cara [AIF]

Viendo el salto y sabiendo que esto no acabaría bien para ninguno de los dos, se dejó caer hacia atrás colocando la vaina y la espada contra el suelo a modo que quedara apoyado en ellas, evadiendo así el golpe. Suspiró en esa postura mirando al techo. -¿Por qué no te rindes y te marchas? Me estás haciendo sudar y eso no me gusta. En fin, continuemos. -Se reincorpora impulsándose y quedando de pie frente a él.

-Nunca entenderé que ganas por no usar arma. ¿Acaso crees que así puedes matar a alguien?- Se estiró un poco como si se relajara y lanzó una estocada al aire casi sin que se lo esperara nadie. -Esta bien

Cambió la manera de agarre de la vaina, esta vez la tenía como si de otra espada se tratara. Tomó impulso y se lanzó hacia él, justo cuando estaba casi encima empezó a girar sobre si mismo lanzando estocadas y cortes sin parar a la vez que lo hacia con la vaina siendo así mas difícil esquivar ambas y casi imposible adivinar si golpearía con la espada o la vaina.

Lluvia de cortes y golpes en giro [AB]

El espadachín había logrado esquivar el rodillazo en un alarde de flexibilidad y reflejos. Sin duda alguna con aquel movimiento había demostrado ser alguien fuera de lo común, pese a sus formas. Se quedó mirándole mientras esperaba a que diese comienzo el siguiente asalto que, con un poco de suerte, sería el último y podría disponerse a comer algo. Las tripas comenzaban a sonarle, y eso no le gustaba nada. Escuchó lo que su rival decía sobre optar por las armas o no.

- Te demostraré que no se requiere de armas para matar a alguien -le respondió, mirándole fríamente.

Observó cómo el espadachín tomaba la vaina como si fuese una espada más y se lanzaba hacia él frenéticamente. "¿Un ataque frontal? Deberías haber aprendido que eso no te servirá contra mí" pensaba el pelirrojo mientras le veía aproximarse a él, a punto de descargar una tormenta de acero contra el joven dragón. Una feroz sonrisa se dibujó en su rostro al tiempo que su cuerpo comenzaba a transformarse. Sus dientes se volvieron más afilados, su rostro más alargado, manos y pies se convirtieron en garras al tiempo que un par de alas y una cola nacían en él y unas brillantes escamas doradas le envolvían.

- Se acabó el juego -le dijo con una voz algo más grave de lo normal.

Se impulsó gracias a sus alas y potentes piernas hacia arriba, alzándose sobre el espadachín y evadiendo así sus golpes, salvo uno que golpeó sus escamas sin causarle ningún daño. Una vez llegó hasta el techo apoyó ambos "pies" en él y se impulsó a toda velocidad hacia el espadachín, casi sin dejarle tiempo para reaccionar, lanzándose a por él con ambos puños por delante y escupiendo una pequeña llamarada. El golpe de alcanzarle le dejaría fuera de combate, o al menos Akagami aprovecharía su duplicada fuerza para impedir que volviera a erguirse.

Descenso del Dragón: Golpe con ambos puños + Llamarada [AB]

El miedo se apoderó de él cuando vio surgir la tremenda bestia que era esa persona. No podía creerlo, ese tipo no era normal. Su ataque había fallado completamente y sin hacerle ni un rasguño. Era demasiado impresionante. La semibestia se alzó al techo. Era algo maravilloso a la vez que peligroso.

Deslumbrado se quedó mirando como el golpe se dirigía hacia él. No podría esquivarlo así que se limitó a disfrutar de esa vista antes de caer completamente derrotado. El golpe le impactó haciendo que cayera al suelo completamente sin aliento. Miró una ultima vez al tipo y cayó inconsciente con heridas de gravedad. Había subestimado a su rival pero mas que rabia o venganza sentía admiración hacia ese personaje.

Sintió sus puños estrellarse con fuerza contra el cuerpo de aquel hombre, inmóvil, con una extraña muestra de admiración y miedo en su mirada. Ni siquiera había tratado de apartarse de la trayectoria del Dragón Dorado. Había admitido su derrota y todas las consecuencias que aquello llevaba sin la menor señal de flaqueza o arrepentimiento. Un rasgo que, cabe destacar, impresionó gratamente al pelirrojo. Su rival había caído inconsciente, con severas heridas. Tal vez algunas costillas rotas... Aunque poco sabía él sobre eso. El suelo había quedado algo resquebrajado tras el impacto.

El pelirrojo volvió a su forma humana. Por suerte, todos los hombres que se encontraban en la taberna habían huido despavoridos y no pudieron ver su transformación que, sin duda alguna, habría causado severos problemas durante el tiempo que le quedaba por pasar en aquella isla. Levantó al espadachín con una mano y lo cargó a su hombro, tal vez de forma algo brusca, aunque a esas alturas difícil era que la situación del peliblanco empeorase. Con la mano libre tomó la espada con la vaina y se dispuso a salir del lugar.

A la salida se encontró con un buen grupo de gente que le miraban entre asombrados y aterrados. "Le ha ganado" cuchicheaban unos. "¿Qué clase de monstruo podría vencer a un tipo así?" se preguntaban otros. El pelirrojo hizo caso omiso de aquellos comentarios que poco le importaban. Se acercó al grupo, el cual retrocedió varios pasos, como si pensaran que fuese a atacarles.

- ¿Hay algún médico? -preguntó secamente, inspeccionando con la mirada a todos ellos- Es urgente.

Al principio nadie respondió, pero a los pocos segundos uno de ellos dio un paso al frente. Un hombre mayor, que rondaría los 60 o 70 años, calvo y algo bajito.

- Yo soy médico, joven-dijo con una voz gastada por la edad.

- Necesito que trates a este hombre.

El doctor, así como el resto de personas miraron incrédulos. ¿Qué clase de chalado pediría atención médica para un hombre que había intentado matarle y al cual había pegado una paliza posteriormente? Se quedó callado durante un rato antes de asentir.

- Por supuesto, síganme hasta mi casa. Allí podré atenderle mejor -dijo antes de echar a andar.

El pelirrojo siguió al doctor y una vez llegaron tendió al peliblanco sobre un sofá, dejando su espada apoyada en una pared cercana a este y sentándose en un cómodo sillón frente a él mientras el hombre le trataba las heridas. Tras una media hora terminó y se dispuso a tratar la herida en el hombro del pelirrojo, el cual alzó la mano.

- No es necesario, estaré bien. Nos quedaremos aquí hasta que despierte. Gracias por la ayuda -comentó en su tono serio habitual, aunque trataba de ser cordial con él.

Les dejó solos en la habitación y el dragón esperó a que el peliblanco despertara, con la mirada clavada en él y un rostro serio e inexpresivo. "Tal vez nos vendría bien alguien así. Debo averiguar qué más sabe hacer aparte de combatir" pensaba mientras tanto. ¿Tal vez sería la nueva incorporación de los Demons?

Todo el cuerpo me dolía como si me hubieran pasado 20 elefantes encima. Seguro tenía algo roto y heridas graves. ¿Moriría? Nadie me iba a ayudar, era mi fin. Aún así no podía dejar de ver esa imagen, su último ataque, tan elegante a la vez que mortal. Tanta fuerza en un solo ataque. Había acabado conmigo con eso pero no deseaba venganza, quería ver más.

Empecé a despertar. Abrí los ojos lentamente. no estaba en el bar, estaba todo vendado y el tipo me miraba fijamente. ¿Él me había salvado? Después de todo fui salvado por la persona con la que peleaba, que irónico sonaba. Cualquiera hubiese dicho que estaba loco. Me incorporé un poco.

-¿Por que?- Me limité a preguntar eso, era una pregunta que lo preguntaba todo y a la vez nada. ¿Qué quería saber? Tal vez solo pretendía conocer hasta el punto que el me dijera.

Pasaron unas cuantas horas hasta que al fin el peliblanco comenzó a abrir los ojos. Le llevó su tiempo, aunque el pelirrojo supuso que con semejantes heridas era normal que le costase "volver al mundo de los vivos". Mientras se desperezaba le mantuvo la mirada fijamente, sin mover apenas un solo músculo ni hacer ruido alguno. El espadachín le miró, confuso, cosa bastante normal. Probablemente esperaba haber muerto tras su derrota, pero las cosas no funcionaban así para el joven dragón.

Ante su pregunta el chico se limitó a señalarse el hombro, aún con la herida y la ropa manchada por su propia sangre. Se quedó alrededor de un minuto en silencio, sin dejar de mirar al chico directamente a los ojos. Era como si le estuviese analizando o algo por el estilo, con aquellos brillantes e intensos iris anaranjados. Transcurrido ese tiempo, se dispuso a hablar.

- Tú eres... Nagato Kuroi, ¿no? -preguntó directamente. Había escuchado su nombre por los rumores que discurrían sobre él por toda la villa, movidos más bien por miedo que por objetividad- Parece que has estado armando un buen escándalo aquí desde hace algunos días.

Volvió a quedarse callado unos instantes, sacando un cigarrillo de uno de sus bolsillos y prendiéndolo antes de seguir.

- Mi nombre es Souh, aunque la mayoría me conoce como Akagami -dio una calada y tras soltar el humo en un suspiro continuó- Los rumores sobre ti se han extendido bastante. He venido expresamente para ver qué clase de habilidades tienes... Tal vez demasiado alboroto para lo que es en realidad -alzó levemente la cabeza sin dejar de mirarle, como si estuviese pensando en algo- Pero tienes algo que pocos son capaces de obtener. Aceptaste la derrota con valor... Afrontando el resultado sin miedo, aunque tus formas no sean las más adecuadas pero... -sonrió levemente- Al fin y al cabo, somos piratas. ¿No?

Se incorporó del sofá tranquilamente, sujetando el cigarrillo entre sus labios y comenzando a caminar hacia el chico hasta quedar frente a él, a apenas un metro de distancia. Se quitó el cigarrillo de la boca y, tras sujetarlo con su mano izquierda, le tendió la libre al peliblanco.

- Como Capitán de los Red Demons, te invito a unirte a mi tripulación -dijo en un tono firme y serio- Te invito a unirte a nuestra familia, como un Demonio más. ¿Qué respondes?

La mano del pelirrojo se envolvió en leves llamas. Se mantuvo en aquella posición, esperando la decisión del peliblanco. Era una prueba de fuego (nunca mejor dicho), algo así como una demostración de lealtad. Ahora solo había una pregunta que necesitaba respuesta:

- Si quieres unirte, entonces estrecha mi mano.

Miró hacia otro lado resignado por sus palabras. Sonrió, al parecer se hacia conocido. Eso le gustaba a la vez que le daba algo de miedo, pero eso era lo que había elegido, la vida de pirata. Estiró un poco el cuello haciéndolo sonar.

-Hay que saber cuando tu enemigo te supera y no tienes nada que hacer. Pero no has visto nada todavía.-Sonrió girándose hacia él y le tomo la mano con fuerza a la vez que se levantaba quedando a la altura de los ojos.

Resistió el dolor de la quemadura sin moverse un ápice a la vez que aparecían 2 fantasmas a sus hombros. El pacto de fuego con lo intangible. El dragón y el fantasma, estaba ansioso por salir a liarla por donde pasen. Tenía claro que este tío tenía un gran futuro y lo acompañaría en el