[Privado] Niebla y Fuego (Pasado con Krauser)

Los últimos días fueron realmente raros para mí, la visita de Boros y todo lo que me explicó y dejó por explicar sobre mi padre… Mi mente aún se encontraba aturdida por toda aquella información metida de golpe y a golpes en mi cráneo. No obstante, ahora ya sabía que camino debía de seguir si quería encontrarme con él, el camino del revolucionario. No sabía muy el porqué de esto, pero confiaba plenamente en Boros, al final y al cabo él también cuidó de mí durante mi infancia, no me deseaba mal alguno, estaba completamente seguro de eso. La verdad es que ya me estaba empezando a cansar de que me llamaran “pirata” y eso de navegar solo, dentro de poco, me saldría caro. Pues en cuanto comenzara a adentrarme en  mares más peligrosos acompañado solamente de aquella pequeña barcaza y de mis tres espadas… las olas se me acabarían comiendo. Todo eran ventajas, lo único que debía de conseguir era encontrar a algún revolucionario con algo de sitio en su barco, eso y hacerme más fuerte, pues ser revolucionario no era el único requisito para conocer a mi padre, tenía que volverme alguien conocido y respetado, alguien del que un padre pudiera sentirse orgulloso.

Ese era el motivo por el que me encontraba en aquella isla, Hallstat. Por lo que había escuchado, allí había criaturas con una fuerza impresionante, criaturas que me servirían para entrenar sin que nadie supiese de mi paradero ni viniesen a molestarme. En el bosque no había nada que destrozar ni ningún marinerito con el que poder luchar, así que podría estar tranquilo sin que mi recompensa subiera lo más mínimo.  Bajé de mi barcaza y puse ambos pies en el puerto, me encontraba inmóvil, contemplando la belleza que irradiaba aquel lugar. Iba vestido como de costumbre, con mis ropas ligeramente anchas, mi bandana verde en la frente y mis tres espadas sujetas por la también verde faja de mi cintura. Comencé a caminar en dirección a la gran ciudad. Todo allí era muy medieval, la verdad es que me sentía muy cómodo entre aquellas casas de madera y aquel ambiente tan “limpio.”  Lo primero que hice fue adentrarme en una tienda local y comprar algo de comer, carne y cerveza para ser más exactos. En cuanto gasté el dinero, salí de la tienda y proseguí caminando hacía el bosque con una jarra en una mano y un trozo de carne sujetado por un hueso en la otra

El demonio no solía ir de visita, y mucho menos tan lejos pero, necesitaba hablar con Drake sobre unas cosillas. El capitán de la guardia no estaba por allí. No se había molestado en preguntar al resto de soldados, su haki de observación era suficiente. Se había pateado completamente la isla, y estaba un poco harto. Encima se había dejado su den den mushi en la base de Baltigo. Estaba incomunicado, y se temía que su viaje iba a ser en vano. Los asuntos que tenía que tratar con el lobo blanco, estaban relacionados con unos pequeños días de acampada y entrenamiento. De paso le pediría que se llevara a Zero con él. No consideraba suficientemente bueno su poder, y quería mejorarlo en bastantes cosas. Estaba a menos de un par de meses de retar a uno de los generales de la rebelión. Su puesto debía estar un escalón por encima del actual. Pese a que tenía el poder para ser el líder de la rebelión, por el momento no le convenía mucho.

En ese instante, se formó sobre uno de los tejados. Había estado camuflado en forma de niebla, y la verdad es que era eficaz. Portaba una camiseta blanca de manga corta, unos pantalones oscuros, y sus típicos vendajes. En su espalda podía verse una enorme funda, dónde guardaba su espadón. En la cintura un par de machetes. Calzaba unas botas, las cuales eran muy cómodas. Soltó un pequeño suspiro desde el tejado, viendo en ese momento a una persona pasar por debajo. Su aura era fuerte, comparada con las demás personas del sitio. En su mano portaba comida, y en la otra una jarra de ¿cerveza? Tenía toda la pinta. El revolucionario en ese momento saltó frente al chico, quedando de cuclillas frente a él. Sus pardos ojos se clavaron en los de aquel chico. No parecía tener intenciones hostiles, simplemente le observaba de forma fija. Muchos podían pensar que trataba de incomodarle, pero no era así. Se colocó en pie, sin dejar de mirarle ni un poco. – Buenas tardes, mi buen habitante Norteño ¿Dónde ha pillado usted la carne? Me gustaría comer algo pero, no sé dónde hay un buen bar. – Una vez dijo aquello, se cruzó de brazos, esperando una respuesta de aquella persona. Se fijó en sus espadas, debía de tener un buen manejo de ellas. Se le notaba un tío serio, aunque quizás se estaba equivocando.

Mientras caminaba contento por las calles de aquella ciudad, disfrutando de mi carne y mi bebida, algo o mejor dicho alguien cayó sin previo aviso del cielo, colocándose de cuclillas delante de mí, interponiéndose así entre mi pie y su próximo destino. Se me quedó mirando fijamente durante unos segundos, sin razón alguna aparentemente. Aquello me molestaba ligeramente, pues siempre me encontraba algo en mi camino que me acababa retrasando. No obstante… la cara de aquel hombre me sonaba vagamente, no sabría decir muy por qué, pero había visto ese rostro y esos ojos antes, estaba completamente seguro. A demás, no todo el mundo llevaba una espada de esas dimensiones a sus espaldas. No obstante, todo lo nombrado anteriormente no fue lo que me llamó realmente la atención en aquel individuo, sino lo fuerte que era su presencia, tan solo con tenerlo a unos pocos centímetros, ya sentía una enorme presión en el pecho… ¿Quién era él? Fuera quien fuera… sería un buen rival en combate, estaba seguro. Alguien con quien podría mejorar mucho o tal vez morir… fuera como fuera aquel era un precio que no me importaba pagar. Cuando pensé aquello, no pude evitar sonreír ligeramente, me estaban entrando ganas de luchar contra aquel hombre, sabía perfectamente que no me convenía para nada, pero… no podía ignorar mi instinto animal. A pesar de todo lo nombrado anteriormente, seguía manteniendo mi característica expresión despreocupada en el rostro.

De golpe, se puso de pie, sin dejar de mirarme en ningún momento, mostrando así sus dos metros de altura, aproximadamente. Me preguntó por el lugar donde había conseguido la carne, seguidamente se calló y se quedó cruzado de brazos, esperando una respuesta por mi parte. Entonces apartó la mirada de mí por primera vez, para fijarse así en mis espadas. Aquel gesto por su parte fue lo que acabó de convencerme para pronunciar las siguientes palabras: -Si quieres saberlo… tendrás que luchar por la información. – Tras aquello, me terminé la carne que me quedaba de un bocado y puse mi mano desocupada sobre el mango de mi katana verde: Bagami, siendo yo ahora el que esperaba una respuesta por su parte.

Krauser observaba a aquel tipo de forma calmada. Esperaba que le dijese cual iba a ser el sitio de la carne, y comprarla toda. Su hambre era enorme, y además con el tiempo que hacía le resultaba más cómodo comer mirando por la ventana. Era extraño, pero él era así. Su mirada aunque fuese temible, era de relajación. En cuanto lo supiera, se iría corriendo a demostrar quién disfrutaba de la buena carne. Aunque la cerveza prefería cambiarla por un refresco. El alcohol no le gustaba nada, y lo evitaba siempre que podía. De hecho a lo mejor en celebraciones daba un sorbo, pero nada más. Justo cuando el chico habló, el demonio arqueó una ceja sin creérselo. A lo mejor el chico pretendía que le ayudará con algún maleante o cosa así, pero cuando le vio llevar la mano a su espada, entrecerró los ojos. Encima se comió la deliciosa carne sin disfrutarla, eso era un pecado mortal. Ese delicioso pedazo del señor, merecía un poco de salsa por encima. No pudo evitar soltar un suspiro, mirándole después. – Te explico cómo va la cosa. Mi poder en estos momentos está muy por encima del tuyo. Tan sólo quiero comer, no luchar. Podría matarte sin querer. – Dijo el ex marine un poco preocupado. La verdad es que le impresionaba que el peliblanco quisiera un combate con él. No pudo evitar observarle con toda la calma del mundo, atento a él.

Su haki de observación estaba atento en todo momento. Sus pardos ojos se clavaron en los suyos rojizos durante unos momentos. A lo mejor no debía herir el orgullo de un espadachín, conociendo a Dranser, diría que ese tipo sería similar. Miedo le daba derrotarle, y que se intentara atravesar a sí mismo, putos locos. El revolucionario soltó un pequeño suspiro entonces, llevando la mano a su machete eléctrico. Miró de nuevo al joven y sonrió de lado. – Estamos a tiempo de parar esto e irnos a comer juntos. No quiero que te hagas el Sepukku o como se diga eso que hacéis los chalados de los espadachines. – No había podido ser más claro con aquello. Su mantra estaba activado, y en cuanto recibiese un ataque, trataría de contraatacar lo más rápido posible. Para ello debía mantener los sentidos atentos a aquel hombre de cabellos blancos como la nieve. No se fiaba mucho, pero no parecía un marine ni nada por el estilo. De hecho el cabrón parecía un jodido cazador de recompensas.

Tras escuchar mi propuesta bélica, él me respondió de una forma de lo más calmada y confiada, diciéndome que su poder estaba muy por encima del mío y que podría matarme sin querer. Yo sabía que aquello era totalmente cierto, no obstante quería saber cuál era la diferencia de poder entre ambos, además, ninguna de sus palabras podría tirarme hacía atrás en la decisión que había tomado instantes antes, iba a pelear contra él, eso era algo que ha había decidido. De golpe, el gran hombre soltó un suspiro y llevó su mano a lo que aparentemente era un machete, para seguidamente mirarme sonriendo, aquel comportamiento por su parte ya me empezaba a gustar más. Antes de hacer nada, dijo algo más, advirtiéndome de que aún estábamos a tiempo de parar el combate, e irnos a comer carne, también hizo lo que aparentemente fue una broma hacía los espadachines. Yo no puede evitar sonreír, no por el chiste en sí, sino por el simple hecho de que se avecinase una pelea tan irregular, estaba completamente seguro de que él estaba a un nivel muy diferente que todos los adversarios a los que me había enfrentado y aquello simplemente… me encantaba.

Mis ojos pasaron del estado tranquilo e inalterable de siempre a expresar emoción y decisión, le miré fijamente y en un tono totalmente serio, le respondí a todo lo que anteriormente dijo: -Si me vences no me quitaré la vida, de eso puedes estar seguro. La deshonra no se encuentra en la derrota, sino en la rendición. Así que si pierdo esta batalla, me haré más fuerte y te acabaré derrotando, puedes estar seguro de ello. – En el mismo instante que terminé la frase, desenvainé mis tres espadas de sus respectivas fundas y rápidamente las empuñé, llevaba mi espada blanca en la mano izquierda, la roja en la derecha y la verde en la boca, era hora de empezar el combate. Me agaché ligeramente y recorrí la poca distancia que había entre los dos con un solo paso, cuando me encontraba frente a él, le lancé un corte en diagonal con cada mano, directo al pecho, creando una especie de “X” en el aire. Con la espada de la boca, le lancé otro al mismo lugar, aunque este era horizontal.

El demonio continuaba observando al chico con toda la calma del mundo. Estaba impresionado de que quisiese luchar de verdad con él. O no había visto los carteles o simplemente era un loco buscando el suicidio. Lo peor es que Krauser no iba a poder comer sin tener que darle una colleja al chico. Entonces fue cuando soltó un suspiro mientras llevaba la mano a su machete de kairouseki. Lo sacó con toda la tranquilidad del mundo, esperando el ataque del peliblanco. Justo entonces, su haki de observación le dijo todo cuanto necesitaba saber. – Un tajo en equis no va a servir. – Dijo incluso antes de que fuese lanzado. Entonces entrecerró los ojos metiendo su machete entre las dos katanas de él, deteniendo ambas con su fuerza. Su mirada continuaba clavada en aquel tipo. Justo entonces vino el otro tajo, pero decidió no defenderse de ese. Imbuyó sus pectorales en un tono morado azabache, indicando un monstruoso haki de armadura. El filo pasó por su carne como si nada, dejándole un leve corte superficial, similar al que uno se hace jugando con una aguja de coser. Ni siquiera le salió sangre. El diablo entonces le miró a los ojos, con una expresión calmada. – Quiero ir a comer, de modo que no me entretendré mucho. Vente y disfrutemos de la comida. – Dijo simplemente. La verdad es que aquello se le estaba haciendo demasiado raro. Odiaba abusar contra tipos de menos nivel, pero iba a tener que emplear un buen ataque si deseaba alimentarse.

El demonio ocultó su arma. Empezó a formar un enorme puño de niebla que se situó sobre su brazo. Este tenía la tenacidad y dureza del hierro, pues se solidificó. Encima tomó un tono morado al ir imbuido en haki armadura. El tamaño era de un metro de alto y cincuenta centímetros de ancho. Además, si golpeaba con él, lo hacía con el doble de fuerza que poseyera en ese momento. Vamos, que el ataque no iba a ser una brutalidad, pero que podía ser bastante jodido. Entonces se desplazó hacia él, usando su velocidad y agilidad. Sin pensárselo, trató de estamparle un puñetazo en el pecho. Tampoco quería romperle los dientes ni nada parecido. Sus ojos mostraban tranquilidad mientras lanzaba su ataque. De hecho, en mitad le rugió un poco el estómago. Cosa que le hizo sonreír de lado. Le diese o no, se quedaría mirándole con bastante tranquilidad. – ¿Estás satisfecho o deberé ponerme serio? – Mencionó llevando la mano derecha al mango de su enorme espadón. Claramente era un farol, pero cambió su mirada a una un poco más seria. No quería combatir en ese momento, y menos contra una persona que no había hecho nada malo. Aunque el mero hecho de atacarle ya podía ser raro.

Justamente antes de que mí ataque lograra alcanzarle, él logró detener el tajo cruzado con tan solo un machete y más tarde, el corte de mi boca haciendo uso de un impresionante haki de armadura, seguramente el más fuerte que había visto hasta el momento. No logré hacerle nada más allá de un corte de lo más superficial en el pecho, si quería ganar debería darlo todo… tendría que ponerme enserio. Tras su defensa, me miró con una expresión calmada y me propuso ir a comer, pero yo me negué. No iba a detener una pelea como aquella por una simple comida, prefería acabar con las venas vacías que con el estómago lleno.

De golpe, mi rival ocultó su arma y comenzó a crear sobre su brazo un gran puno echo de… ¿Niebla? Al parecer aquel tipo también era usuario de Logia… más diversión aún. Recubrió la superficie del ataque con haki y rápidamente se dirigió hacia mí con intenciones de golpearme con este en el pecho. El ataque fue tan rápido que casi no me dio tiempo a reaccionar, haciendo que su ofensiva fuera todo un éxito y me diera de pleno en su objetivo. Yo me quedé parado en el sitio con los brazos bajados pero aun sujetando las espaldas y mirando hacía el suelo, con una cara totalmente inexpresiva. Jamás había experimentado una fuerza como aquella, de golpe, me salió sangre disparada por la boca, no obstante continuaba de pie, con los ojos clavados en el suelo.

Tras aquello, pude escuchar su voz decir algo. “¿Estás satisfecho o deberé ponerme enserio?” Yo era demasiado orgulloso para dejar que todo acabara con un solo golpe, apreté las empuñaduras de las espadas con fuerza y sonreí de una forma ligeramente pícara a la  vez que me preparaba para decirle algo con una voz decidida. - ¿Satisfecho dices?- Tras pronunciar esas palabras, alcé mi mirada hacía él y puse mis espadas en pose de combate. – No me ha hecho ni cosquillas. -  Si quería ganar… El acero de mis espadas de repente cogió una tonalidad negra y a los pocos segundos, salió una gran cantidad de fuego de cada una de estas, al verlo, no pude evitar volver a sonreír. Algo alejado de él, hice un corte en el aire, enviando así una onda cortante con fuego negro hacía él.

Los ojos del demonio continuaban clavados en el tipo de las espadas. Era como si ese hombre no fuera a dejarle en paz por el momento. No entendía el motivo de aquella pelea, pero el oficial comenzaba a estar un poco cansado. De hecho, entrecerró los ojos de forma calmada. Concentró todo su mantra en el espadachín, y espero una respuesta a sus palabras. Estaba un poco harto de las tonterías de los que le desafiaban. Ya no era un marine, no tenía que pelear con nadie que no pretendiese encerrarle. De hecho, esperaba que aquel tipo no fuese un capullo del gobierno. De lo contrario iba a disfrutar como nunca. El viento hizo que los cabellos del diablo se revolviesen un poco. Su ataque a lo mejor había sido demasiado fuerte para aquel tipo de cabellos blancos. Al verle escupir sangre, no pudo evitar soltar un intenso suspiro. Pero no era su culpa. Tan sólo estaba cumpliendo los deseos de un hombre que deseaba combatir.

Entonces escuchó sus palabras. Ese tío estaba como una cabra. Si continuaba luchando con él, iba a hacerlo pedazos lentamente. No tardó mucho en llevar ambas manos a la cabeza, echándose el pelo un poco hacia atrás. De verdad, no entendía aquel tipo de situaciones. De repente, el joven lanzó una onda contra él. En ella había una especie de llamas oscuras. Imbuyó su brazo izquierdo en haki armadura, impactándolo contra la onda. El ataque no le hizo nada, pero entonces sintió una sensación horrible. Su extremidad estaba ardiendo. El fuego había prendido su camiseta. El dolor era intenso, contuvo de hecho todas las ganas de gritar. Krauser frunció el ceño, arrancándose la prenda de forma violenta, y tirándola a un lado. Tenía el brazo un poco rojo, y además le escocía bastante. El chico ya se había pasado un par de pueblos. Los pardos ojos del rebelde se clavaron en los suyos de forma seria. Era el momento de enseñarle quién mandaba allí.

El demonio colocó su mano en el suelo. En ese momento su niebla empezó a surgir de la nada, abarcando un radio de trescientos metros a la redonda y setenta de altura. Era un espacio impresionante. Además, Krauser esparció toda su presencia por la niebla, siendo de esa forma inmune al haki de observación, y por tanto totalmente invisible. Activó la lentilla de su ojo izquierdo, activando la visión térmica para poder ver al chico. – Bienvenido al mundo del demonio de la niebla… – Susurró entonces. Después se desplazó por la calle con un sigilo impresionante. El monstruo estaba en su terreno, y ahora mostraría al peliblanco el terror. Trataría de colocarse tras él, y a toda velocidad, impactarle una tremenda patada con haki armadura en su pierna derecha. El objetivo era dejarlo de rodillas. Si le daba, le daría una colleja con fuerza pero sin pasarse. A continuación, se volvería a ocultar en su niebla, quedando callado y observándole. Encima su niebla era capaz de hacer a las personas más lentas, por lo que si el joven estaba expuesto a ella, notaría su cuerpo pesado.

Mi rival utilizó el haki de nuevo para detener mi ataque, no obstante, el fuego logró extenderse por su brazo y su camiseta, la cual tuvo que tirar al suelo. Su brazo quedó ligeramente marcado y al parecer, eso no le hizo mucha gracia. Cuando vi aquella expresión de molestia en su rostro no pude evitar responderle con una sonrisa. Estaba seguro de que ahora mostraría algo más de su poder, aquello era perfecto, era lo que quería conseguir desde un principio. Aquello ahora podría empezar a llamarse batalla, estaba ansioso por ver los secretos que aquel hombre ocultaba en sus puños.  De repente, él colocó la mano en el suelo y una inmensa cantidad de niebla comenzó a surgir de la nada, cubriendo por completo hasta donde alcanzaba mi vista. De golpe, mi rival desapareció, como si nunca hubiera estado ante mí. “Bienvenido al mundo de la niebla” escuché desde dentro de aquella gran cantidad de niebla.

De golpe, una fortísima patada me dio en la pierna derecha, nunca antes había sentido un golpe así en esa extremidad, se notaba que aquel rival jugaba en una liga totalmente diferente a la mía. A pesar del fuerte golpe, pude contener el dolor sin abrir si quiera la boca, pues debía mantener bien cogida a Bagami en todo momento, no obstante, no pude evitar caerme de rodillas, para que seguidamente mi rival, me diera una fuerte colleja. Tras aquel acto no pude evitar enfadarme, no porque me hubiera dado muy fuerte, por la táctica de combate que utilizaba utilizando o porque yo estuviera perdiendo, sino por qué él tenía una espada y no la estaba utilizando. Aquello solo podía significar una cosa: que no yo no era un rival lo suficientemente fuerte como para que él luchara enserio y eso… era algo que no iba a permitir.

En aquellos momentos me hubiera ido bien tener entrenado el haki de observación, pero ahora no era momento de arrepentirse, sino de luchar. Rápidamente me puse de pie y en guardia, no obstante me sentía raro, como si fuera más pesado y me costara más moverme, al parecer esa técnica suya no servía solamente para esconderle… Sin ninguna duda yo me encontraba en un apuro, no podía hacer nada contra alguien invisible. Así que… solamente me quedaba una alternativa, no me gustaba tener que hacer eso, porque alguna casa podría acabar quemada… pero aquel momento lo merecía, si sucedía algo ya lo arreglaría más tarde. Con el fuego negro aún en los filos de las espadas, hice un corte circular sobre mí mismo, haciendo un tajo redondo perfecto en el suelo de piedra de debajo de mis pies, quedándome yo dentro de este. De golpe, la superficie cortada se prendió en fuego negro y este comenzó a extenderse hacia fuera del círculo por el suelo a una velocidad impresionante, dejándome a mí completamente resguardado de este pero a la vez protegido por las intensas llamas, ahora empezaba lo bueno.

El demonio de la niebla había conseguido darle la colleja que buscaba. Se trataba de una advertencia, pero el chico no parecía querer reaccionar a la realidad. Entonces el asesino decidió mostrarle un poco del infierno. Iba a darle el combate que tanto deseaba, pero sin pasarse mucho. Se quedó oculto en la niebla, observando la situación. El juego estaba comenzando, y el demonio podría disfrutar un poco. Atacaría múltiples veces desde los puntos ciegos de su oponente. Él no se llevaría daños al ser invisible, y la desesperación del chico crecería por momentos. Una sonrisa siniestra se formó entonces en su rostro. – Corazón, pulmones, vena aorta, cerebro, riñones, ¿Dónde atacaré primero? – Dijo desde la niebla, usando un tono siniestro. El silencio era su mayor aliado en aquellas situaciones. Estaba cómodo, y eso no era un secreto. Su estilo de asesinato era el mejor de la marina, y ahora tenían que aprender a vivir con la cruel verdad.

En ese momento, el castaño pudo ver cómo el chico formaba una especie de protección. Aquellas llamas oscuras no iban a poder pararle. De hecho, se fundió con la niebla, quedando a unos cinco metros sobre el peliblanco. Lo miraba desde arriba, metido en aquel círculo. No pudo evitar sonreír de lado. Era demasiado perfecto para no hacerlo. Tenía una buena oportunidad para atacarle. Se materializó de cintura para arriba, quedando oculto por el momento y de paso volando. Entonces estiró la mano derecha hacia arriba. No tardó en formar un shuriken hecho de energía cortante. Era del tamaño de una televisión. Sin pensarlo, lo lanzó contra el chico desde las alturas. Las cuatro puntas del objeto se extendieron dos metros, convirtiéndolo en un ataque poderoso. Iba realizando un sonido metálico impresionante. Pero ese era el plan. Nada más lanzarlo, el demonio formó otro en su mano izquierda, pero del tamaño de un plato. Si el chico esquivaba el primero, lanzaría el segundo hacia dónde se moviese, buscando su tobillo derecho. El haki de observación era demasiado útil en aquellos casos. Le diese o no, se formaría sobre un tejado de unos cuatro metros, mirando hacia su posición desde la niebla.

Se quedó en completo silencio, formando una sonrisa siniestra en su rostro. La verdad es que el peligro que tenía el asesino era increíble. Movió la mano un poco por el tejado, hasta que pudo sentir el tacto de una piedra. Al momento la lanzó a los pies del chico, simplemente para hacer ruido. Tras hacerlo volvería a moverse de forma sigilosa, pasando a otro tejado, pero esta vez en su forma de niebla. – La vida es cruel. Ahora entenderás que no puedes derrotarme de ninguna forma. Estoy usando el tres por ciento de mi poder… – Dijo mientras se movía por los aires de un lado a otro.