Cazando, como de costumbre [Privado/Pasado] [Jung-Su/Ionoth]

La oscuridad se ceñía en las entrañas de aquella isla del North Blue. La noche acechaba y la luna iluminaba las calles principales de aquel lugar. Un silencio aterrador después de un día de batalla, tan sólo el canto de los búhos era lo que se sentía. Bandos enfrentados, sangre tiñendo las zonas de batalla y cuerpos inertes tumbados en el suelo, consumidos por repugnantes y diminutos gusanos. Unos pasos rompieron con el compás de la melodía de aquellas aves, una sombra se podía ver en las calles. Pelo naranja, liso y largo, descuidado y con una goma dorada amarrando su cabello. Sus ojos brillantes como el neón y azules como el mismísimo mar tienen una mirada fija en su objetivo, distinto a los demás. Sus pasos, tranquilos y confiados muestran su gran poder, no solo físico, sino también mental. Es pequeño, de un metro y cuarenta centímetros, parecido a un niño pero eso no tiene nada que ver con lo que en realidad es. Un monstro, un luchador… Un cazador. Va en búsqueda de fortuna, de riquezas, de alcanzar su meta, su sueño. Viste su típico kimono naranja y justo debajo su nueva y mejorada armadura de calidad Ryo O Wazamono. Una panda de reclutas de la marina lo ha contratado para dar caza a ciertos malhechores de la isla. Pocos conocen su poder, pero en el Easth Blue ya muchos saben quién es. Jung-Su el niño con alma de demonio. En su mano derecha portaba unos carteles de “se busca” enrollados. Al parecer su objetivo era cazar a más de un maleante, concretamente dos.

Llegó a las puertas de un inhóspito lugar, un bar sucio, con moho por las paredes, excrementos de caballo en la entrada. El joven no pudo evitar taparse la nariz ya que aquello olía bastante mal y según su información los dos criminales acechaban por esos lugares. Posó la mano sobre el pomo mugriento de aquella puerta y lo giró lentamente mientras su cara mostraba el asco que tenía a aquel lugar. Entró y caminó por aquella sala, siendo objetivo de las miradas de aquellos hombres musculosos que merodeaban por aquel lugar. Se acercó a la barra y el camarero no pudo evitar arquear una ceja. Era extraño para todos, que un niño pequeño se adentrara en lo más oscuro de aquella isla. Dejó el vaso que estaba lustrando junto al pañuelo y se acercó al joven.

- ¿Te has perdido, niño? – Dijo haciendo bailar su bigote negro mientras ocultaba sus labios. Hasta el camarero parecía realmente fuerte ya que sus músculos eran enormes. Calvo y con un smoking negro. - ¿O deseabas algo?

- ¿Niño? – Dubitativo, Jung-Su frunció el ceño. No le gustaba nada que le trataran como a un niño pequeño, y menos aún que se lo llamasen. – Tengo dieciséis años, estúpido falto de neuronas. – Aclaró con rabia. El camarero apretó sus puños y le lanzó una mirada de odio, pero no se inmutaba por aquello. – Ahora si no te importa, ponme una cerveza.

- ¿Cerveza? Eres menor, niño. – Otra vez con lo mismo, de nuevo se lo volvió a llamar a Jung-Su. – Si eres menor de dieciocho, no tienes cerveza.

- ¿Antes dije dieciséis? ¡Quería decir veintiséis! ¡Jeje! – Parecía forzado con aquella risa, la había cagado, de nuevo.

- Niño. ¿Qué deseas?

- Vale, vale… Ponme un zumo de naranja y unos pistachos, sin pelar.

En cuanto el camarero le trajo su pedido, agarró ambas cosas y se dirigió hacia una de las mesas. Su mirada vigilaba el local, se fijaba en cada uno de aquellos tipos, pero ninguno se parecía en nada a los que buscaba. Dejó los carteles de “se busca” sobre la mesa y comenzó a comer pistachos. Aquello era como comer pipas, a la que te comías un pistacho, no podías parar.

El joven se encontraba comiendo pistachos, quitándoles la cáscara uno a uno para así metérselos en la boca. En momentos claves le entraba sed, por lo que un buen sorbo de su zumo de naranja le hidrataba. Pero de pronto una de las cáscaras se cayó al suelo, por lo que para no dejar porquería, tuvo que agacharse. Su cabeza estaba debajo de la mesa y observó todo, aquello estaba lleno de porquería. ”Por un poco más de suciedad… No va a pasar nada.” Pensó mientras volvía a su posición. Al hacerlo se fijó en algo. Se dio cuenta de que alguien salía por la puerta, una cara conocida, que le sonaba. Entonces echó un vistazo a los carteles de “se busca” y se dio cuenta que era uno de los dos que debía cazar. Tras él, un tipo moreno y fibrado con una bandana roja en el brazo. Era peligroso, podía que fueran juntos y, por si fuera poco, otro más se había levantado, un tipo que estaba en la barra. Era algo bajito, de cuerpo delgado pero músculos notorios, con un cabello largo y albino. ”¿Y si los tres van juntos? Debo pillarlos por sorpresa.” Se levantó de su mesa y se acercó al camarero, dándole unos berries, de sobras para pagar los pistachos y el zumo. Se ajustó bien sus avambrazos y se dio un golpe en la pechera cual Espartaco. Estaba listo para salir, y eso hizo.

Se dirigió hacia la puerta con pasos cautelosos mientras disimulaba, con las manos en los bolsillos del pantalón. Debía ser cauteloso y silencioso, como si de un ninja se tratase, aunque no era su estilo. Esperó que los tres saliesen y después, abrió la puerta despacio, con calma, lentamente. Sacó la cabeza para echar un vistazo y el tercero estaba un poco más lejos de los otros dos, por lo que podría primero pillar a aquel tipo. Chocó su puño derecho con su palma izquierda y su armadura se imbuyó en electricidad menos los brazaletes, que se imbuyeron en fuego. Estaba preparado para la pelea, así que primero debía atraer la atención de aquel tipo.

- Oye, tú, enano. – Dijo burlándose de él. Curioso, ya que Jung-Su era mucho más bajito. - ¿Te dejaron salir tus padres de casa? – Tras aquella pregunta retórica soltó una leve carcajada. Estaba preparado para la acción, le daba igual lo que pudiese ocurrir.

El albino se dio la vuelta y lo miró. Sus ojos esbozaban rabia, odio. Pero al verlo de arriba abajo, se rio del joven. - ¿Cómo un bebé puede llamarme enano? Esto es una broma. ¿No? – El tipo metió las manos por dentro de su larga gabardina oscura y sacó dos pistolas. – Bien, niño. No me gusta matar bebés, pero tú te lo has buscado. – El tipo apretó el gatillo de ambas pistolas, por lo que se pudo escuchar un estruendo por culpa de la pólvora negra de aquellas armas.

El sonido de un disparo inundó las calles de aquel lugar. Las balas viajaron a una grandiosa velocidad, superando por poco la velocidad del sonido. Eran dos esferas de metal que chocaban contra el pecho del pequeño joven, haciendo que éste se desplomase en el suelo por culpa de semejante disparo. Sus ojos estaban cerrados, no parecía respirar y su asesino se acercó lentamente, soltando una carcajada demoníaca. Guardó su arma izquierda y con la de la derecha apuntó a Jung-Su a la cara, posando la salida de la pistola sobre la frente de aquel niño.

- Parece que solo eran habladurías. Lástima que ya estés muerto. – Dijo sentenciando a aquel muchacho.

Su dedo estaba posado sobre el gatillo, comenzó a contraerse para así apretarlo y volver a disparar, atravesando la cabeza y los sesos del pequeño. Pero de pronto abrió los ojos, su cara se volvió completamente negra como si de metal estuviese hecho, y el criminal disparó. De nuevo un estruendo. La pistola de aquel tipo explotó, como si contuviese la bala. Todo fue porque la esfera metálica no pudo atravesar la frente imbuida en haki armadura, por lo que eclosionó como un huevo el cañón de aquella pistola.

- ¡Oh! ¿Creías que moriría? – Dijo mientras se apartaba del sorprendido maleante y se levantaba. Comenzó a acariciarse la frente, una pequeña quemadura descansaba sobre ella. - ¡Mierda! ¡Esto quema! ¡Te has pasado, estúpido! – Gritó mientras una lágrima resbalaba por su mejilla.

- ¿Pero qué? – El albino estaba realmente sorprendido, creía que había acabado con aquel niño.

De pronto Jung-Su se lanzó hacia su enemigo sin pensarlo dos veces. Tenía planeado acabar con aquel hombre. Su brazo derecho comenzó a arder, el malhechor soltó sus armas y sacó dos dagas. Esta vez sería un combate cuerpo a cuerpo. El puño avanzó con velocidad hacia la mandíbula del criminal. Su brazo ahora estaba completamente negro gracias al haki armadura. Aunque Jung-Su tenía un problema, no podía concentrar dicho poder en varias partes de su cuerpo, por lo que debía hacer algo con la daga que viajaba directamente hacia su costado izquierdo, directo a la zona abdominal. Sí, aquel tipo estaba dispuesto a apuñalarlo.