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Nos parecemos... Y no creo que eso sea buena señal. [Priv. Lance & Kath] Empty Nos parecemos... Y no creo que eso sea buena señal. [Priv. Lance & Kath] {Sáb 15 Sep 2018 - 12:10}

No se por qué había aceptado ir allí. Me estaba arrepintiendo durante todo el camino, pero una persona que no mantiene su palabra no era alguien de fiar, y no me quería convertir en eso. Si cumplía la petición, quién sabe, quizás me veía mañana con más trabajo y no tenía que depender de dos o tres robos esporádicos que no hacían otra cosa más que ponerme en riesgo. De igual manera, el islote número 5 tampoco era muy frecuentado por marines o piratas, simplemente era el lugar en el que hacían vida todos aquellos ciudadanos que preferían las islas sin ley. No era el lugar más pacífico, pero tampoco el más peligroso ni de lejos. Claro que tenía miedo de que aquella banda de malnacidos me encontrase y capturase, pero debía seguir consiguiendo dinero y puliendo mis habilidades si quería salir de allí algún día.

Había cogido un mapa en otra de los Groves aledaños que, aunque tampoco era muy específico, si que cumplía su labor a la hora de guiarme y evitar zonas que pudiesen ser problemáticas. No había tardado en verme envuelto en una pelea, y, más tarde, en ser elegido víctima para un timo. Haciendo aquello que se me daba tan bien, ignorar, seguía caminando mientras esquivaba puñetazos o me transformaba en electricidad, causando el miedo de los que buscaban aprovecharse de mí. Un niño pequeño con traje resultaba bastante suculento a los ojos de un bandido cualquiera, he de admitirlo. Y que el flequillo me tapase los ojos por completo les daba incluso más ganas de tratar de robarme, pero no lo iban a lograr de ninguna manera.

El camino tampoco fue muy largo hasta que llegué al frente de aquel lugar: un precioso y radiante hospital. Un edificio que había surgido de la noche a la mañana, y que no llevaba más de una semana abierto pero que, fuera de la mirada de los marines, operaba clandestinamente y trataba a piratas, revolucionarios y criminales buscados en general. Estaban ganando mucho dinero, pero claro, habían asumido un riesgo bastante fácil de adivinar: la marine no te puede proteger en aquel lugar. No estábamos hablando de un personal veterano en pelea, más bien simples doctores que estaban indefensos y confiaban en dos o tres guardias poco competentes para su protección. ¿Y qué había pasado, te preguntarás? Bueno..., habían robado todos y cada uno de los órganos que tenían para transplantar en caso de emergencia. No durante la noche, sino que habían entrado a la luz del sol y se los habían llevado a la fuerza bruta, pasando por encima de todo aquel que lo quisiera impedir. No era el único trabajo que me habían ofrecido, también tenían muchos otros problemas. Deudas que debían ciertos pacientes, asesinatos en el propio hospital o venganzas perpetradas por camaradas de gente que había muerto allí. Desde luego, no había sido la mejor idea abrir el hospital, pero una vez hecho, tocaba sacarlo adelante.

Sin mucha duda, entré y, sacando una especie de formulario que llevaba en el bolsillo de la americana, me presenté en la recepción como aquel que habían contratado para resolver sus ''inconvenientes''.


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Nos parecemos... Y no creo que eso sea buena señal. [Priv. Lance & Kath] Empty Re: Nos parecemos... Y no creo que eso sea buena señal. [Priv. Lance & Kath] {Dom 16 Sep 2018 - 3:29}

Vestía un kimono azul y el obi, rojo con detalles florales, le apretaba levemente la estrecha cintura. El cabello rosa pálido lo llevaba recogido en una coleta, dejando caer dos flecos a cada lado de la cara. Aparentemente no llevaba sus típicas armas encima, puesto que las había transformado en objetos más pequeños y fáciles de transportar. Además, no quería llamar la atención portando dos grandes guadañas que aterrarían a cualquiera. Caminaba por esa concurrida calle con un destino claro: el nuevo hospital que atendía a un público bastante particular. Se hallaba en uno de los Groves que podían considerarse peligrosos. Era común encontrarse con ladrones y bandidos, además de borrachos que buscaban a alguien a quien golpear. No obstante, también había gente bastante amable y alegre que tenía la desdicha de vivir en ese lugar. Pero a Katharina no le importaba lo muy peligroso que fuese, pues confiaba en sus habilidades para superar cualquier situación.

El trabajo era sencillo: recuperar los órganos que fueron robados. El hospital tenía la particularidad de atender a personas del bajo mundo: piratas, revolucionarios y criminales. No era de extrañar que este hubiese sido asaltado pasado solo una semana desde su apertura. Normalmente, ese tipo de gente no veía más allá de sus propias narices. ¿Qué esperanza había de que entendieran que el hospital les beneficiaba enormemente? No era el único problema que tenía este, pero sí el que le importaba a Katharina, pues le darían una generosa recompensa por recuperar lo que había sido robado. Además, tenía unos planes muchos más profundos. No tardó en llegar y ubicarse justo en la salida del magnífico edificio, el cual era tan grande como la bruja lo había imaginado.

Al entrar se dirigió rápida y silenciosamente a la recepción, lugar donde esperaba una mujer de cabellos rubios y ojos verdes. Lucía cansada y unas notorias ojeras se dibujaban bajo sus ojos. Al mirar a Katharina, soltó una sonrisa fingida y le preguntó qué necesitaba.

—Me enteré de que han perdido algo y necesitan recuperarlo. Estoy dispuesta a hacer el trabajo, pero no sin antes hablar con alguien que me asegure el pago —respondió con sinceridad. Su tiempo valía oro y no podía darse el lujo de perderlo en una conversación banal.

Antes de que la recepcionista pudiera responder, apareció un joven un poco más alto que Katharina. Se presentó como la persona a la que habían contratado para resolver ciertos inconvenientes. «¿Acaso tendré a este simplón como mi compañero?», pensó la bruja. No creía que recuperar unos órganos fuese demasiado complicado, después de todo, contaba con un vasto arsenal de habilidades para hallar la información necesaria.

—Por favor, acompáñenme —pidió la mujer.

Katharina no esperó a que el desconocido siguiese a la recepcionista y se apresuró en caminar junto a ella. Atravesó un pasillo blanco y bastante limpio; luego de unos pocos minutos llegaron a una habitación ordenada y elegante. El suelo de madera estaba resplandeciente y los muebles lucían impecables. Sin lugar a duda, el administrador tenía un gusto por el orden. Tras el escritorio lo suficientemente ancho como para que cupieran varios objetos sobre este, se hallaba un hombre de cabellos canos y grandes ojos grises. Miró a quienes habían llegado a su oficina y asintió con la cabeza. Vestía un traje elegante de color marrón y una corbata dorada como la medalla que colgaba en el muro detrás de él.

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Nos parecemos... Y no creo que eso sea buena señal. [Priv. Lance & Kath] Empty Re: Nos parecemos... Y no creo que eso sea buena señal. [Priv. Lance & Kath] {Dom 16 Sep 2018 - 19:14}

La mujer me pidió que la siguiera. Mentiría si dijera que no estaba nervioso, pues este iba a ser uno de los primeros trabajos como ''mercenario'' que realizaría en pos de labrarme una carrera más famosa. Al menos, ese iba a ser mi plan. Dar una buena impresión me iba a abrir muchas puertas, entre ellas ser conocido por los bajos fondos y que ellos me buscaran para trabajar, en vez de ser al revés. De aquí iba a poder subir al ''estrellato'' subterráneo y poder ser reconocido en más lugares. Pero eso era solamente un plan, un deseo, nada que pudiera realizar en este momento, así que solo me quedaba trabajar como pedían y cumplir sus expectativas por mucho.

Sumergido en estos pensamientos, llegamos hasta una puerta de color del roble, impecable y elegante. Tanto que contrastaba con el resto del edificio. Abierta la puerta, me dejaba dar un vistazo al interior de la sala, que no era otra cosa que el engrandecimiento de la finura de la que hacía gala aquella entrada. No habían mentido cuando dijeron que estaban ganando mucho dinero con este negocio, hecho que se reflejaba en el estado de los muebles y su creador. Era un ladrón, y como uno de los buenos, no tenía dificultad alguna para tasar artículos de todo tipo. Y allí podrías encontrar millones de berries concentrados en una sola habitación. La boca me empezó a salivar de la emoción.

Justo cuando un hombre, de un aspecto acorde al que portaba su estancia, empezó a hablar, fui consciente de que había una chica a mi lado. Me había cegado con mi propia imaginación y no fui capaz de seguir la realidad durante unos minutos. Por su aspecto, bastante singular en comparación a la moda que imperaba en Sabaody, era obvio que su procedencia era extranjera. Tampoco se solían ver pelo de un color tan pálido y, para qué mentir, sus facciones finas y femeninas no eran propias de este archipiélago. Sin duda, había venido a ayudarme. O yo a ayudarla a ella, no lo sé a ciencia cierta. Y esto me provocaba sentimientos encontrados, ya que quería la fama para mí solo pero a la vez me tranquilizaba tener a alguien que me respaldase. El problema real iba a ser la comunicación, pues si no me había percatado de ella hasta este momento, dudo que fuera muy habladora y vivaz. Mientras la examinaba con cierto disimulo, el señor mayor llenó la sala con su voz grave:

-Bueno, bueno, bueno... - A pesar de lo que estaba sucediendo en el hospital, su tono era tranquilo y jovial. - ¿Qué tal? Supongo que bien... Al final me habéis apañado dos preciosos ayudantes, ¿eh? - Lanzó una mirada a la recepcionista, la cual giró la cabeza con nerviosismo. No me interesaba que la conversación se alargase con tonterías, así que resoplé moviendo mi flequillo, esperando que él se percatara. - Ya, ya... Creo que está claro a lo que venís, ¿no? Lo que os falta es información, y os la puedo dar. - Abriendo uno de los cajones que adornaban su escritorio, sacó una carpeta de color amarillo. - Aquí está.  - La soltó sobre la mesa sin cuidado alguno, generando un estruendo. - Resulta que el culpable en cuestión es un paciente que ya ha pasado por aquí, y tenemos su informe médico. - Deslizó dicho informe por la mesa hasta dejarlo lo más cerca nuestra posible. - Echadle un vistazo. No es que sea legal, pero hablando en plata, tampoco me importa.

Miré a la chica y, apreciando su compostura ante la situación, supuse que tendría algo más de experiencia que yo, así que le dejé tomar el informe.


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Nos parecemos... Y no creo que eso sea buena señal. [Priv. Lance & Kath] Empty Re: Nos parecemos... Y no creo que eso sea buena señal. [Priv. Lance & Kath] {Dom 16 Sep 2018 - 20:08}

El hombre dejó caer un sobre rectangular y de papel sobre el escritorio, provocando que el sonido resonase en toda la habitación. Katharina, al ver que el niño que yacía mudo a su lado no hizo ningún ademán en cogerlo, tomó la iniciativa. Caminó con pasos seguros y cogió el informe de quien había sido paciente del hospital. «Entonces, le atiendes y ayudas para que luego te robe. Definitivamente los ladrones no tienen honor», pensó. Comenzó a leer rápidamente, tanto como sus ojos le permitían. El ladrón resultó ser un hombre de mediana edad —unos treinta y pico años— y de facciones toscas. Sus ojos grises miraban sin vida, y una barba incipiente y canosa se dejaba ver. Su nombre era Lion Kavernish y, por lo que decía el informe, era un peligroso criminal del bajo mundo. Katharina había escuchado ese nombre cuando aún formaba parte de las filas de la Marina, y en ese entonces el hombre ya tenía una recompensa de ciento cincuenta millones de berries.

Cuando la bruja aceptó la tarea de recuperar los órganos robados, creyó que sería un encargo muy sencillo y rápido de cumplir. No obstante, se llevó una amarga sorpresa al saber que su enemigo era un importante ladrón. Por otro lado, no era demasiado común que una pirata infame como Katharina hiciese esa clase de encargos, pues todos sabían que los piratas se dedicaban a saquear más que a trabajar para otros.

—Entonces, quieres que le robemos a uno de los ladrones más importantes del bajo mundo, ¿no es cierto? —expresó la bruja con tono calmado y mirando directamente a los ojos al administrador.

—Más bien que recuperen algo que, en principio, siempre fue mío —aclaró el hombre—. Pero si estás demasiado asustada para hacerlo, puedes dejar esta habitación y el chico se encargará de todo.

La bruja se mantuvo impávida.

—Cuida tus palabras, si es que quieres conservar la lengua —le advirtió—. No tengo ningún problema en robarle a Lion, siempre y cuando la paga sea buena. Tú sabes quién soy; también debes saber que mis servicios solo los puede pagar un pequeño puñado de personas —aclaró y tomó asiento—. Veinte millones por recuperar lo que te pertenece. Cincuenta si quieres que acabe con la vida de Lion Kavernish.

Los ojos del hombre se abrieron como platos al escuchar la millonaria cifra que la pirata exigía por el servicio. Katharina no era una mujer tonta, no se contentaría con poco sabiendo el riesgo que conllevaba realizar la misión. No solo Lion Kavernish era un dolor de culo, sino que también los hombres que le acompañaban.

—Katharina von Steinhell, he oído de lo que eres capaz. Lo que me ha robado Lion vale lo suficiente como para aceptar lo que pides —respondió el administrador acomodándose la corbata—. Sin embargo, quiero que todo se encuentre en perfectas condiciones. Ahora, también cuento contigo, muchacho —le mencionó al chico que yacía en silencio en la habitación—. Les dejaré solos para que se conozcan y hablen de lo que quieran hablar, después de todo, serán compañeros de trabajo y deben tener una buena relación.


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Nos parecemos... Y no creo que eso sea buena señal. [Priv. Lance & Kath] Empty Re: Nos parecemos... Y no creo que eso sea buena señal. [Priv. Lance & Kath] {Dom 16 Sep 2018 - 21:38}

Como si fuera un mero espectador de lo que allí estaba sucediendo, me limité a escuchar la charla tan tensa que estaban teniendo y tomar nota mental. No pude evitar aquel escalofrío que recorrió toda mi espalda al ser consciente de que nuestra ''presa'' iba a ser aquel ''Kavernish'', uno de los personajes más peligrosos de los que había escuchado en mi estancia en el archipiélago. Aún con el poder de la fruta, sabía diferenciar entre un trabajo dentro de mis capacidades y uno que no lo estaba. Y el que me había tocado se trataba del segundo. Era un ladrón y, al fin y al cabo, como dice el refrán, cree que todos son de su condición. No se trataba de un pirata idiota al que pudiera robarle sin montar un escándalo: él iba a tener todos los sentidos en su botín y se iba a esforzar en que ningún otro ladrón pudiera acercarse. Y el hecho de tener a esta mujer de mi lado dejaba de suponer un alivio... ¿O sí?

Mientras avanzaba la conversación, quedaba más y más claro de que mi compañera en todo este asunto tenía una reputación más que notable. Los precios que sugería, o mejor dicho, ofrecía, eran inalcanzables para mi pobre bolsillo y poder. La calma, una vez más, fue la que se decidió a acompañarme por lo que quedaba de conversación. Con toda la seriedad estaba decidiendo sus precios para asesinar a ese hombre... ¿Cómo iba a ser una mentirosa u orgullosa? Además, el director del hospital aceptaba, así que la veía más que capaz de realizar tal hazaña. Así que seguramente pudiera escaquearme del riesgo y optar por la vía fácil, la cual era recuperar aquellos órganos mientras esa otra persona se encargaba del peligro. No sonaba profesional, pero debía sobrevivir al menos si quería hacerme un nombre en el mundillo.

Ante las palabras de confianza asentí, y decidí que saliéramos de una vez por todas para comenzar el trabajo. Entre que encontrásemos su escondite y más cosas, era más que posible que se nos hiciese de noche, y quería aprovechar ese momento. Miedo me daba robar a aquel tipo a la plena luz del día, más cuando destacaba tanto. Le tendí la mano para recibir el informe médico y leerlo por el camino, esperando encontrar algún dato que nos facilitase el trabajo. Enfermedades, secuelas, familiares... Algo que nos diera pistas de su paradero o debilidades que explotar. Salí de la sala saludando hacia atrás, sin mirarles a la cara ni mediar palabra, tratando de concentrarme.

Una vez fuera del hospital, me senté en el suelo mientras echaba un vistazo a los datos que aportaba el hospital y ponía el mapa a su lado. ''Familia: No se ha encontrado familia como tal, pero sí se llamaron a un grupo de personas concretas: la familia Raiis'' Una sonrisa se marcó en mi cara, ya que no me esperaba encontrar una pista tan rápido. Como si se tratase de un niño pequeño, enseñé el documento mientras señalaba esa línea, haciendo hincapié en el nombre que aparecía. Llevaba en estas islas ya un tiempo, y comenzaba a tener contactos. Y esa familia no se quedaba atrás. Sin ninguna palabra de por medio, señalé esta vez al mapa, justo al lugar en el que se encontraba el Grove 34. Me había paseado varias veces por los parques de atracciones que ocupaban los Groves 32, 33 y 34, y la familia Raiis era la encargada de uno de ellos. El segundo más grande por el momento. Así que tocaba ir allí a recopilar información.


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Nos parecemos... Y no creo que eso sea buena señal. [Priv. Lance & Kath] Empty Re: Nos parecemos... Y no creo que eso sea buena señal. [Priv. Lance & Kath] {Lun 17 Sep 2018 - 1:50}

La bruja salió acompañada del joven mudo, quien hasta ahora no había pronunciado una sola palabra. ¿Acaso de verdad no podía hablar, tal y como Katharina hacía varios años? Realmente no le importaba, pero podía ser un problema a la hora de comunicarse en un momento crucial. Por otro lado, no estaba demasiado segura de en qué podía ayudarle. A simple vista parecía ser un muchacho común y corriente, pero Katharina sabía de sobra que solo un tonto juzgaría un libro por su tapa. Aquel ambiente de silencio y tranquilidad le agradaba, no necesitaba ser interrumpido por palabras sin ningún sentido.

El trabajo ya había comenzado y era tiempo de comenzar con los preparativos. Lo fundamental era obtener más información sobre el ladrón de nombre Lion Kavernish. Lo único que sabía la bruja acerca de ese hombre era que sus robos solían dejar un mar de sangre e innumerables cadáveres. Según los rumores, era un sujeto cruel y despiadado que no se regía bajo ningún código: lo que quería tomar, lo hacía y ya, sin importar cuántas vidas debía quitar en el proceso. «¿Por qué ese hombre está interesado en los órganos? Debe haber algo más. Siempre lo hay», pensó Katharina. La mayoría de los contratantes jamás hablaba con la verdad; siempre ocultaban algo para sí mismos, lo que hacía que el trabajo se complicase. Por ahora, se limitaría a recopilar información del ladrón y evitaría cuestionarse el por qué decidió robarle al hospital, considerando que este le había atendido.

De pronto, sus pensamientos fueron interrumpidos por la señalización del joven compañero.

—Solo respóndeme algo: ¿acaso de verdad eres mudo? —le preguntó directamente, ignorando el descubrimiento del muchacho—. Si lo eres, házmelo saber.

La manera más sencilla de saber la ubicación de la base enemiga era adentrarse en el mundo de los espíritus y consultarles a las almas. Seguramente una de ellas había sido testigo del robo y conocía el lugar donde Lion Kavernish se ocultaba. No obstante, había algunos riesgos al usar ese método… Ahora mismo se encontraba en un lugar conocido por su mala reputación y peligrosidad. Al estar en el mundo de los espíritus, su cuerpo físico quedaba completamente expuesto. Sabía que era una pirata con una recompensa de más de cuatrocientos millones de berries; en ese estado, incluso su compañero podía apresarle y venderle a la Marina. Ahora mismo tenía que usar los métodos convencionales para obtener la información necesaria. De ninguna forma podía ser tan tonta como para confiar en un desconocido; tampoco esperar a que la vida fuese lo suficientemente buena como para no meterle en problemas justo cuando no puede defenderse.

El muchacho de cabellos oscuros había señalado el Grove 34, aunque en principio la bruja no entendió las intenciones de él. ¿Qué quería mostrarle? Volvió a fijarse en el informe del paciente y ladrón; entonces, lo entendió todo.

—Soy Katharina —mencionó la bruja, presentándose—. ¿Este es tu plan? ¿Contactarnos con la familia Raiis y hacerles hablar? Puede resultar.


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Nos parecemos... Y no creo que eso sea buena señal. [Priv. Lance & Kath] Empty Re: Nos parecemos... Y no creo que eso sea buena señal. [Priv. Lance & Kath] {Lun 17 Sep 2018 - 11:30}

La señorita, la cual había mecionado su nombre, comenzó a hacerme preguntas. No era como si me incomodase realmente, pero tampoco era el momento. Era cierto que, si teníamos la desdicha de meternos en algún problema y me callaba, podíamos terminar de muy mala manera. O podía, en singular, pues Katharina parecía más que confiada en sus habilidades.

- Lance. - Creo que esta única palabra respondía a todas las preguntas que había formulado la muchacha, pero opté por dejarlo claro y evitar malentendidos. - Me llamo Lance. Encantado.

Sin tratar de entablar una conversación más profunda o conocerla mejor, simplemente me levanté del suelo y comencé a andar en dirección al Grove 34. El mapa me guiaría con toda claridad hasta el destino, que se encontraba en el norte del archipiélago, casi en la otra punta, así que iba a ser un camino algo largo. Supuse que la mujer me seguiría hasta que llegásemos, pero en todo caso, confiaba en mis habilidades para ser capaz de tratar con una familia adinerada. No eran conocidos en Sabaody por su fuerza, aunque claro, a ningún feriante le interesa que destaque más eso que su propio parque de atracciones.

A un ritmo relativamente rápido, atravesé todos los Groves del 5 al 19, llegando a la zona donde se concentraban todos los parques. Durante todo el trayecto me había acompañado una sensación de silencio total, que no me terminaba de gustar pero que prefería a cualquier otro tipo de problema. Ahora sí, empezaba a haber ruido por fin, y eso me alegraba, me sentía más relajado. Montañas rusas por aquí, niños jugando por allá... Había movimiento alrededor mío, y me gustaba. Aquí ya dejaba de depender del mapa, pero tampoco era la primera vez que me paseaba por esta zona. Sin tardar más de cuatro o cinco minutos, encontramos un cartel que dejaba bien claro nuestro destino, que ponía en letras gigantescas y de colores: ''PARQUE RAIIS'' seguido de un eslogan bastante pegadizo aunque infantil. Al entrar, tuve que pagar la entrada, pero al menos me hicieron el descuento de niños, hecho del que no sé si enorgullecerme... Entonces, me acerqué al mostrador de atención al cliente, y carraspeando la voz antes, dije:

- ¿Me podría decir dónde encontrar a la familia Raiis? Tengo una propuesta que hacerles junto a... - Con toda la seriedad del mundo, dejé ver a Katharina. Colocándome bien las mangas, seguí hablando. - ...Mi acompañante. - Aparté el flequillo de mis ojos hacia atrás, dejando ver los ojos dorados que estaban plantados fijamente en el hombre, esperando una respuesta.

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El camino fue extrañamente silencioso, mas no incómodo. Le gustaba que el chico que la acompañaba no fuese de esos que disparaba palabras por disparar, reduciendo todo a conversaciones aburridas y sin sentido. Sin embargo, y por mucho que le gustase el silencio a Katharina, sentía que necesitaba conocer algo más a su compañero, pues estaban a punto de enfrentarse a un importante ladrón del bajo mundo. ¿Cuáles eran sus habilidades? ¿Y por qué el administrador había decidido contratarle? A simple vista, parecía que no contaba con la experiencia suficiente, lo que hacía que la bruja tuviese más dudas acerca de si aquel chico con aspecto infantil realmente ayudaría en algo.

Atravesaron varios Groves sin intercambiar palabras hasta llegar a su destino: el parque de atracciones de la familia Raiis. Era un lugar tan grande como alucinante. Contaba con juegos mecánicos que superaban la lógica, como esa gigantesca montaña rusa. Los raíles temblaban cuando el carro pasaba por ellos a toda velocidad, produciendo un sonido grave acompañado de los gritos de las personas. Sin lugar a duda, era una buena dosis de adrenalina pura. También había otro tipo de atracciones, como una gigantesca rueda que lo único que hacía era girar… y girar. Lo hacía tan lentamente que seguro podía tomarse un helado dentro de la cabina. A lo lejos, Katharina pudo ver una gigantesca torre con una plataforma que descendía a toda velocidad. Si terminaba luego el trabajo, escatimaría tiempo en probar cada una de las atracciones del parque.

Su compañero, quien se presentó como Lance, se acercó al recepcionista y le aclaró que tenía una propuesta que hacerle a la familia Raiis. «Hubiera sido buena idea si habríamos venidos vestidos para la ocasión, sin embargo, ahora mismo no parecemos más que dos niños jugando a ser adultos», pensó la bruja.

—¿Una propuesta? ¿Qué tiene para ofrecer un crío como tú a la familia Raiis, dueños y señores de este parque de atracciones? —respondió el hombre mirando con desdén al joven de cabellos oscuros—. No me hagas perder el tiempo, mocoso.

Tras esa respuesta, Katharina pensó en muchas formas para que el hombre terminase cediendo a la voluntad de Lance, sin embargo, era importante ser discreto. Ahora mismo, contaban con el factor sorpresa y, aunque Lion pudiera imaginarse que alguien iría tras él, era imposible que supiera que era la Supernova y el misterioso y silencioso chico.

—No creas que tu tiempo vale demasiado, considerando que trabajas en esto —le espetó la bruja—. Gracias por tu incompetencia —agregó y luego se retiró, dejándole un amargo sabor al enfurecido hombre que gritaba cosas desde su puesto.

El interior resultó ser muy grande. Había cafeterías y restaurantes de todo tipo, así como los baños estaban yendo hacia la zona noroeste. Siempre era importante saber donde estaban los baños. Luego de hacer un rápido chequeo visual de la zona, miró a su compañero.

—Para hacer las cosas bien, debemos dedicarles el tiempo necesario —comentó de pronto—. Tenemos que encontrar una forma de llamar la atención de la familia Raiis. Tú encárgate de investigar la zona este; yo me hago cargo de la oeste —le ordenó y le entregó un DDM cuyo caracol tenía un sombrero puntiagudo y negro—. Si descubres alguna forma de llegar hasta los dueños, llámame.


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Nos parecemos... Y no creo que eso sea buena señal. [Priv. Lance & Kath] Empty Re: Nos parecemos... Y no creo que eso sea buena señal. [Priv. Lance & Kath] {Lun 17 Sep 2018 - 20:01}

La respuesta del encargado fue más que lógica. Ni yo mismo, frente a un espejo, me hubiera tomado en serio, pero había que probar suerte. ¿Qué iba a tener que hablar un niño pequeño con una familia de gente rica? Nada, por supuesto. Sabía aceptar mis errores y encajar un par de insultos y vejaciones, por lo que simplemente iba a rectificar y entrar al parque a buscar información de primera mano. Justo cuando iba a entrar al parque de una vez por todas, Katharina comenzó a hablar. Se encaró contra el muchacho y, cogiendo dos tickets, se me adelantó y tomo la iniciativa. Con simpleza y elegancia, insultó al chaval y supuse que lo que debía hacer entonces era avanzar.

Una vez dentro, la chica se paró en seco y me dio una simple orden: investiga el este. No me complacía mucho la idea de separarnos, pero el parque era gigante y dudo que pudiéramos investigarlo sin hacerlo. Además, recibí un Den-Den-Mushi con un sombrero puntiagudo, que nos mantendría en contacto en todo momento. Sin mediar más palabra, opté por tomar mi camino, el cual ya estaba más que claro: lo primero era conseguir un mapa. No me gustaba ir a lo loco en el trabajo, aunque fuera en detalles como estos. Una vez con el plano en mis manos, decidí buscar algún sitio que no fuera una atracción. Algo que destacase, ya que los propietarios de un parque no iban a estar montados en sus propias atracciones, ¿no? Bueno, podía suceder, pero no creo que fuera lo normal.

En el lado este solamente se podían discernir dos cosas fuera de lugar, o que al menos no fuesen lo destacable de aquel lugar: Una casa gigantesca, casi una mansión, que estaba al norte y un bloque recto que no tenía nombre. Y lo más normal era decidir visitar lo primero. No era una atracción ni se podía entrar bajo ningún concepto, o eso ponía el panfleto, pero la fachaba estaba muy cuidada y daba la impresión de ser algo importante en aquel lugar. De todas maneras, no creía posible que los Raiis vivieran allí, puesto que era una idea demasiado estrafalaria para ser real. Tratando de descartar opciones, opté por visitar el lugar y asegurarme de que no servía para nada en mi búsqueda.

Tras lo que se me hizo un paseo bastante corto, alcancé dicha casa. Tenía un letrero descomunal, acorde a la ambientación que ya de por sí aportaba el parque, que decía así: ''Hogar de la familia''. La teoría anterior cogía más fuerza, a la vez que mi voluntad y ganas disminuían al ver que estaba cerrada a cal y canto. Ventanas, puerta, balcones, todo. Al menos, a simple vista. Y era lógico, ya que otro cartel clavado en el suelo lo dejaba claro: ''Prohibido entrar''. Incluso así, decidí que había que probar suerte y agarré el pomo de la puerta. No cedía, pero tampoco iba a ser un impedimento para mí. Aproveché el metal que lo conformaba y me transformé en electricidad, que pasó de un lado al otro del portón en menos de un segundo, rezando por no haber llamado demasiado la atención.

Dentro... Vaya, dentro algo oscuro, eso era lo primero. Y estaba cerrado. Con un ataque de pánico bastante intenso, corrí hacia lo que parecía un interruptor para encender la luz. Como por arte de magia, la ansiedad desapareció junto a la oscuridad y me dejó pensar nuevamente con claridad. Esa casa no era habitable. Estaba llena de cables, fusibles y muchos tipos de artilugios que supuse que servían para el mantenimiento. No había muebles por ningún lado y las paredes estaban pintadas de un blanco que ya iba perdiendo pureza. Estaba claro, era el cuarto de corriente del parque. Todo se comandaba desde allí, o al menos una gran parte. Recordé en ese entonces que tenía una compañera en todo este asunto, y probé a preguntar su opinión.

- Kath... ¿Katharina? - Inicié la conversación con un poco de nervios. - Estoy en lo que parece ser el cuarto de corrientes del parque. - Me sentía raro hablándole a un Den-Den-Mushi, nunca había hecho algo parecido. - Escóndete en algún lado o sal del parque. - Acto seguido, me colé en los fusibles y fundí todos los que tuve al alcance, escuchando desde el lugar en el que estaba los gritos de tristeza y ansiedad de los niños, que se habían quedado atrancados en las atracciones donde estaban. El parque se había apagado por completo.


Nota:


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Nos parecemos... Y no creo que eso sea buena señal. [Priv. Lance & Kath] Empty Re: Nos parecemos... Y no creo que eso sea buena señal. [Priv. Lance & Kath] {Lun 17 Sep 2018 - 22:59}

Le dio la espalda a Lance justo después de entregarle el DDM y caminó en dirección al oeste. Primero, dudaba que la familia Raiis se encontrase en el parque de atracciones. ¿Por qué habrían de estar allí? Seguramente se hallaba en su lujoso hogar, disfrutando un cálido y hermoso día. Cualquier asunto interno lo debía tratar el gerente encargado, o eso pensó la bruja. Ahora mismo tenía pocas ideas para llegar hasta ellos, lo que le hizo pensar que era una mala idea tomar un camino tan largo para encontrar la base de Lion Kavernish. Sin embargo, tampoco tenía otra opción. Aún no confiaba lo suficiente como para adentrarse en el mundo de los espíritus sin protección alguna, aunque, por otro lado, podía crear un gólem de roca y hacer que le protegiese. Usaría ese extenuante método únicamente en caso de ser necesario, por ahora seguiría las ideas de su compañero.

Paró un momento para comprar un helado de chocolate y luego continuó caminando, buscando alguna pista que le ayudase a llegar a la familia Raiis. Caminó y caminó, pero no encontró nada. «Puede que esté complicándome demasiado… ¿Y si solo le pregunto a un funcionario? Tal vez sepa dónde viven sus jefes», pensó la bruja. Lance intentó hacerlo antes, pero no tuvo éxito. No obstante, Katharina usaría un método mucho más eficaz. A su alrededor había al menos siete hombres candidatos a convertirse en una nueva marioneta de la bruja. Todos vestían unos feos trajes azules, además de botas negras y pesadas. Comenzó a acercarse a uno de ellos, cuando de pronto su DDM sonó. ¿Acaso Lance había descubierto algo importante?

El joven de cabellos oscuros informó a Katharina acerca de la existencia de una sala que hacía funcionar la electricidad del parque de atracciones. La bruja no alcanzó a decirle que no tocara nada, pues antes de que pudiera hacerlo el chico ya había actuado. De pronto, se escucharon gritos por doquier y todas las atracciones se detuvieron súbitamente. Katharina cerró los ojos y suspiró profundamente; intentó respirar calmadamente para relajarse y no regañar a su compañero.

—Me gustaría que antes de que hicieses algo tan imprudente como lo que acabas de hacer, lo consultases conmigo —le espetó—. ¿Se puede saber con qué objetivo hiciste todo esto? Sea como sea, ahora mismo tenemos una situación de la que encargarnos. Como venga la Marina a ayudar con la evacuación, te las verás conmigo, Lance —agregó tajantemente.

Le enfadaba que la gente actuase imprudentemente, ¿acaso era tan difícil pensar, o en el último de los casos, pedir una segunda opinión? Suspiró una vez más y luego se acercó a uno de los hombres que veía anonadado lo que acababa de suceder.

—¿Qué pasó? —le preguntó con inocencia fingida—. ¿Es seguro que estemos aquí?

—Eh… No, no lo sé. Nunca antes había pasado algo como esto. ¡No recuerdo el protocolo!

De pronto, varios hombres vestidos de guardia pasaron corriendo. Seguramente se dirigían a la sala que Lance había mencionado. Si le cogían, el trabajo se iría a la mierda y perderían el factor sorpresa. No obstante, no podía correr hacia allá y encargarse de todo. Confiaría una vez más en que su compañero resolvería las cosas.

—Vaya, si tú no lo sabes… Me gustaría hablar personalmente con los dueños de este parque para resaltar su pésimo servicio. ¿No sabrás dónde puedo encontrarles?

—Bueno, sí, lo sé. Pero no puedo decírtelo, esa información es clasificada.

—¿Clasificada? ¿Qué me estás contando? Pagué mi boleto y creo que tengo derecho a saber por qué todo esto no está funcionado como debe funcionar.

El funcionario de apenas unos veinticinco años —aparentemente— intentó controlar la situación, explicándole a Katharina que no podía revelar esa información por la seguridad de sus jefes. La bruja sonrió maliciosamente, transformó uno de sus pendientes en una afilada daga y le rajó la garganta al muchacho. Sus movimientos fueron tan rápidos y precisos que nadie se percató de lo que sucedió, además todos estaban pendientes del apagón. Katharina cogió el DDM y se comunicó con Lance.

—Reunámonos en la entrada del parque: ya tengo todo solucionado.


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Nos parecemos... Y no creo que eso sea buena señal. [Priv. Lance & Kath] Empty Re: Nos parecemos... Y no creo que eso sea buena señal. [Priv. Lance & Kath] {Mar 18 Sep 2018 - 17:39}

Con un tono de enfado evidente, Katharina comenzó a echarme la bronca. Tampoco es que le hubiera dado las explicaciones pertinentes antes de hacerlo, y dudo que ahora me dejase hacerlo cuando la viera de nuevo. Sin ser capaz, por cuestión de tiempo, de contestar a mi compañera, tuve que buscar una salida. Con un poco de retraso, ya que me había ocupado de la luz y estaba pendiente de otros temas, me di cuenta de que, junto a la electricidad de todo el parque, se había ido la luz en aquella casa. Estaba oscuro, cerrado y escuchaba pasos que se acercaban. Seguramente tuvieran una llave, entraran y me pillaran con las manos en la masa, viéndome la cara en todo su esplendor.

Moviendo con rapidez la mano hacia donde estaban los fusibles que hace un momento había manipulado y roto, arranqué la caja de plástico con la que se manipulaban y saqué los cables. Cogiendo uno con los dedos, hice lo que pude para transformarme en electricidad y pasearme por el cobre que los formaba, pero el miedo no me dejaba pensar con claridad. Haciendo mi mayor esfuerzo para salir de allí, y casi gritando, me encontré con una luz cegadora y la visión de varios árboles. Había salido, y estaba al lado de las letras de neón que adornaban la entrada, tirado en el suelo. Había jugado mi carta ganadora y, a todas luces, me había salido perfecto. Ahora no solo estaba fuera de aquella habitación, sino de todo el peligro y riesgo que me esperaba dentro.

Me levanté del suelo y limpié el traje, algo preocupado por Katharina, cuando volvió a sonar el Den-Den-Mushi para mi terror. No había hecho lo más inteligente del mundo, pero era lo único que se me daba bien. No era demasiado paciente y la comunicación no era mi fuerte, así que... Simplemente, avisó de que nos veríamos nuevamente a la salida, con un tono que me dio algo de repelús. No sabía cual sería su reacción en cuanto me la encontrase nuevamente, lo único que buscaba era cooperar y quizás esto dificultaría las cosas. Con todo el valor que podía acumular, me senté al pie de un árbol que era visible desde la entrada, pero que no se encontraba cerca. No quería que me relacionasen con el caso.

Una vez la vi venir, a una distancia moderada, me levanté y comencé a hablar con un volumen de voz bajito para no llamar la atención.

-¡L-Lo siento...! - Se notaba el arrepentimiento en mi cara y mis palabras, y parecía un simple corderillo. - ¡S-Simplemente quería ser..., útil! ¡Creí que así llamarían a los dueños, porque puede llegar a ser un escándalo mediático...! - Mientras avanzaba, iba bajando el volumen más y más. - Lo siento... ¡P-Prometo hacerlo bien a la siguiente y no tomar decisiones solo! - Me senté nuevamente en el árbol con la cabeza entre los brazos. - ¿La he cagado, verdad?

Estaba claro que, tras lo sucedido, los Raiss estarían en alerta pues un fallo total del parque no podía deberse a un mal funcionamiento, sino que debía ser algo provocado por otra persona. Por alguien que buscase su mal, molestarles, derrocarles o, simplemente, mandar un mensaje.


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Nos parecemos... Y no creo que eso sea buena señal. [Priv. Lance & Kath] Empty Re: Nos parecemos... Y no creo que eso sea buena señal. [Priv. Lance & Kath] {Vie 21 Sep 2018 - 19:35}

El cuerpo del sujeto se desplomó pesadamente, pero Katharina consiguió sujetarle antes de que cayera por completo. Escondida tras un arbusto, acomodó el cadáver y luego cerró los ojos para reunir energía mágica. Una cálida y tenue brisa meció suavemente sus cabellos; enseguida, una esfera violeta con el centro blanco apareció en sus manos. La bruja introdujo la bola dentro del cuerpo del chico que acababa de asesinar y, entonces, esperó. Después de pocos segundos, el muchacho cogió una bocanada de aire y despertó como si hubiera estado dormido mucho tiempo. Al mirar a Katharina, intentó retroceder completamente aterrado. No entendía lo que sucedía… Primero, una daga le rajó la garganta; luego, yacía recostado en el cómodo pasto.

A Katharina ya le aburría tener que explicar siempre las mismas cosas: “Te he matado y ahora eres una marioneta”. Básicamente eso era todo lo que tenía que decir, pero los revividos jamás se lo tomaban bien.

—¡¿Qué ha pasado?! ¡¿Quién eres tú?! —preguntó el joven tras incorporarse y adoptar una posición defensiva.

—Alguien que quiere saber dónde viven tus jefes —le respondió—. Desde hoy en adelante eres uno más de mis esclavos. No puedes negarte a mi voluntad, así que no intentes nada. Ahora sígueme.

Las palabras de la chica de ojos azules obligaron al no muerto a caminar junto a ella. De repente, la gente miraba al fallecido funcionario y se fijaba en la cicatriz que tenía en el cuello, pero todos estaban demasiado preocupados por llegar a un lugar seguro debido al apagón. «De algo ha servido lo que este niño hizo», pensó Katharina. Luego de caminar en silencio durante un buen rato, llegó al lugar de encuentro con Lance.

—La has cagado —respondió la bruja tras escuchar las excusas del chico—, pero por suerte no ha pasado nada malo. Aún. Venga, si tienes tiempo para lamentarte, también lo tienes para acompañarme. Este es Marcus, un ex funcionario del parque y alguien que sabe dónde vive la familia Raiis —le comentó al joven—. He tenido suerte al toparme con este chico, pues es el novio de la hija de God Raiis, así que sabe algunas cosas de la familia. Ya sabes, Marcus, llévanos hasta ellos y no te obligaré a que mates a la chica que tanto amas.

—Yo… ¡No puede ser…! ¿Qué ha pasado conmigo…? —divagó Marcus, estando completamente anonadado. No era fácil de digerir el vuelco que su vida había sufrido—. La casa queda en el norte… ¡Los llevaré, pero no le hagan daño a Elisa, se los ruego!


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Nos parecemos... Y no creo que eso sea buena señal. [Priv. Lance & Kath] Empty Re: Nos parecemos... Y no creo que eso sea buena señal. [Priv. Lance & Kath] {Lun 24 Sep 2018 - 18:32}

Bastante sorprendido y con una cara que mezclaba la angustia y el alivio a partes iguales, escuché la única frase que me dedicó Katharina. Me esperaba problemas, discusiones y, en cualquier caso, que optase por hacer el trabajo ella sola y dejarme de lado en todo esto, por falta de confianza. Seguía intraquilo, pues sabía como el que más que los enfados no desaparecen ni se olvidan, se transforman y se guardan para otros momentos. O, como había escuchado muchas veces en el orfanato de la Isla Gyojin ''se abría el cajón de la mierda'' en el peor momento.

Con un suspiro que definía a la perfección la situación por la que estaba pasando mi mente en esos precisos instantes, me levanté del tronco del árbol y me reincorporé. Había trabajo que hacer, y esta vez no iba a ser yo quien la cagase completamente. Al menos no hasta dentro de una o dos horas, eso como mínimo. Sin pararme a pensar demasiado en la idea de que el chaval que estaba frente a mí estaba hablando con la garganta rajada de arriba abajo ni que estaba siendo controlado mentalmente a la perfección, miré a la mujer un momento.

- ¿Responderá a..., todo? - Debía asegurarme de que no iba a comenzar a preguntarle cosas y no me iba a responder, quedando como un estúpido. Igualmente, a unas malas, Katharina podía repetirme para conseguir una réplica útil. - Supongo que sí. Bueno, ¿has dicho que está al norte? Pero si lo único que queda hacia esa dirección es mar... - Señalaba hacia un rumbo aleatorio.

-¡Sí y no! - Su tono jugueteaba entre al ansiedad y la depresión, pero con ciertos toques en su cara que no te hacían sentir esas palabras como si fueran las reales. - Digamos que el señor de la casa es un poco desconfiado con sus cosas. - Miró hacia todos lados con paranoia, esperando encontrar al susodicho mirándole. - Por eso, hizo la casa a poca distancia de su parque, así podría tenerlo cuidado en todo momento. Está por allí... - Señaló hacia el lado contrario al que lo había hecho yo.

No pasó mucho tiempo hasta que pudimos ver a lo lejos la fachada de una gran casa, de colores bastante llamativos. Ni media hora andando y, si me apuras, corriendo podía ser menos de un cuarto de hora. Tenía razón el chico cuando dijo que estaba a poca distancia. Mientras nos íbamos acercando más y más y podíamos notar más detalles del hogar de la familia Raiis, se destacaban dos cosas. Una era más bien lógica: habían puesto guardia en la puerta interior de la casa, escondida tras una gran verja y una muralla que dificultaban la entrada. La otra... Bueno, era algo en lo que solían caer todos los ricos avariciosos: las ganas de lucir todo su dinero y su cretinismo. Con toques de oros por aquí y allá, pedruscos que no se escodían a los ladrones, materiales de gran coste... Era la meca de todo ladrón. Y cuando se me comenzaba a hacer la boca agua con todo el efectivo que podría conseguir de un simple robo, una voz me devolvió a la realidad.

- Es aquí. ¡Hagan lo que quieran pero no toquen a Elisa, por favor! - Esta vez si logré sentir el temor que provenía de sus adentros, bastante real y abundante para ser un muerto en vida.

Quedaba conseguir una forma de entrar en la casa que no alertase al par de gorilas contratados por la familia. Y ahí, quizás podían ser útiles mis poderes.


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Nos parecemos... Y no creo que eso sea buena señal. [Priv. Lance & Kath] Empty Re: Nos parecemos... Y no creo que eso sea buena señal. [Priv. Lance & Kath] {Dom 30 Sep 2018 - 0:28}

La mansión resultó ser un verdadero monumento arquitectónico, poseyendo incontables arcos y ornamentos dorados que evidenciaban la riqueza de la familia Raiis. Bajo el lintel de la gigantesca puerta de madera se ubicaban dos hombres robustos y altos, quienes vestían un elegante esmoquin negro y llevaban armas de fuego de bajo calibre. Deshacerse de aquellos dos guardaespaldas no era el verdadero problema, hacerlo sigilosamente sí lo era. «Es fundamental ser discretos. Aún contamos con el factor sorpresa y no podemos darnos el lujo de perderlo», pensó Katharina. Por otra parte, Marcus había sido realmente útil a la hora de revelar la ubicación del hogar de los Raiis. La bruja estaba agradecida por haber tenido suerte en poseer un sirviente tan eficiente.

—Me gustaría deshacerme de esos dos hombres, pero si alguien se da cuenta de que no están, levantaremos sospechas. Debemos encontrar alguna forma de entrar sin ser vistos —sugirió con la vista clavada en Lance, intentando descifrar sus pensamientos, pero de pronto se volteó hacia el undead—. ¿Se te ocurre algo?

Marcus tragó saliva y miró con los labios fruncidos a Katharina, como queriendo sellar lo que estaba a punto de decir. No obstante, el control mental del hechizo de la bruja era absoluto. Alguien sin siquiera voluntad era incapaz de resistirse a él.

—Bueno, sí… Entre los arbustos del ala oeste hay una abertura, lo suficientemente grande como para que quepa un hombre como yo —respondió sin ánimo alguno, entregado completamente al infortunio del hechizo—. Solía usar esa entrada para ver a Elisa. No es común que un hombre rico como God Raiis deje que su hija salga con un chico como yo.

Las últimas palabras calaron hondo en Katharina, quien se imaginó un posible escenario de la relación entre Marcus y la hija de God Raiis. Ese chico ocultaba muchas cosas y, tal vez, tenía suficientes razones como para enfrentar al líder de la familia.

—Vendrás conmigo, Marcus. Lance, ¿no tienes problema con que nos separemos de nuevo? —le preguntó, y enseguida añadió palabras para reforzar la confianza del muchacho—. Eres un ladrón y te ha contratado el mismo hombre que a mí, por lo que debes tener la habilidad suficiente como para infiltrarte por tu cuenta. En todo caso, si quieres un consejo, procura no llamar la atención.

Off:


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Nos parecemos... Y no creo que eso sea buena señal. [Priv. Lance & Kath] Empty Re: Nos parecemos... Y no creo que eso sea buena señal. [Priv. Lance & Kath] {Lun 1 Oct 2018 - 21:18}

Al parecer, el equipo se volvía a dividir. Me gustaba esta situación, pues claro, me daba una oportunidad de redimirme y ser capaz de demostrar que era alguien útil, pero a la vez me abría las puertas del fracaso. Y si había dos gorilas en la misma puerta, quién sabe lo que podíamos encontrarnos una vez dentro. Katharina tendría la parte fácil, ya que solo debía seguir un camino secreto y llegaría a su destino sin más complicaciones. En cambio, y según pude notar por sus palabras y tono, yo debía sacarme las castañas del fuego y buscar una forma de no cagarla y cumplir mi objetivo. Antes de que se fueran ambos a tomar aquel pasadizo secreto, aproveché para hacer una pregunta, muy necesaria a mi parecer.

- ¿Dónde está la habitación de la muchacha? - Para nuestro trabajo, podíamos optar por sacarle la información al padre, la madre, la hija o a cualquiera de la familia, pero supuse que la chica era la más desvalida de la familia. - ¿Y tienes idea de si han contratado guardas recientemente y por dónde pululan? - Si debía entrar a la casa por mis propios métodos, lo mejor iba a ser seguir una estrategia. Ir a ciegas solo me llevaría a más problemas.

- ¡¿P-Para qué quieres sabe--?! - Se cortó la frase a la mitad, fruto del hechizo que le controlaba. - Está... La primera planta. Primera planta, arriba a la derecha. - Comenzaba a hablar cada vez más como un robot. Quizás su misma conciencia se estaba quebrando poco a poco fruto de lo que estaba pasando a su alrededor y dentro de su cuerpo. - Y... Bueno, estuve aquí hace poco, y no vi ninguno. Pero al sótano no entra nadie, siquiera los fontaneros o gente que contraten para arreglos, así que allí podrías esconderte.

Dejé de mirar al chaval para dar por finalizada la conversación o, mejor dicho, el interrogatorio que le estaba haciendo. Al menos, tenía una meta y un camino, por lo que mis posibilidades de cagarla habían disminuido en cierta medida. Así, me senté en el suelo observando la estructura fijamente. Si me hubieras dado papel y lápiz, te podría haber dibujado los planos exteriores con todo detalle, pero no tenía ni los recursos ni el tiempo para ello. Solo quería una forma de entrar y, aunque tardó en llegar a mi cabeza demasiado, pude encontrarla. El muro no me dejaría pasar, y las puertas estarían custodiadas por guardias, así que me tocaba trabajar de una manera poco natural. Me tocaba hacer uso de mi fruta.

Para cuando me di cuenta, Katharina y Marcus se habían marchado sin dejar rastro, pero eso no ponía ninguna traba en el camino hacia mi éxito. Comencé a caminar hacia el muro desde un punto ciego en el que no me vieran los uniformados y, una vez estuve al lado, comencé a excavar. No era la labor más agradable ni elegante del mundo, pero sí la que debía hacer. Aquella mansión era gigantesca y debía tener un número decente de baños y, si el caudal necesario era grande, la tubería que lo debía llevar aumentaba proporcionalmente. Además, aprovecharía el factor de que los Groves eran islotes muy finos respecto a tierra y mayormente conformados de raices, por lo que la tubería debía estar en una zona bastante superficial. Una vez levanté la tierra unos cuantos metros hacia todos los lados, encontré un gran tubo de acero. Había tenido mucha suerte de que estuviera allí y no en el otro lado, pero no era el momento de regodearse.

Mi destino era la habitación que habían mencionado como la sala de la muchacha ya que, aunque destacase un poco más, el trabajo terminaría mucho antes y las probabilidades de ser descubierto bajarían considerablemente. Con un chisporroteo bastante leve, que dudo que notase nadie, me zambullí en el conducto y comencé a moverme sin mucha idea de mi rumbo. Formaban un laberinto y, así, nadie sería capaz de llegar a donde quería. Cuando decidí que era un lugar apropiado, asomé los ojos y la luz que bañaba la habitación, aunque poca, no apuntaba a que hubiese nadie allí. Salí por completo y tomé una posición estratégica respecto a la única puerta, que no me quedaría vendido en caso de que entrase alguien. Estaba entre una esquina de la pared y un armario empotrado, hecho que no me dejaba ver casi nada de la habitación, pero que me tranquilizaba.

Me apoyé en una pared fría como un témpano y, cuando fui capaz de fijarme, estaba hecha de acero. Y el suelo era de otro metal o piedra extraña... ''Qué diseño más raro para una habitación de una chica, ¿no?'' pensé durante un rato, hasta que opté por salir y lo vi. En la esquina contraria a la mía, lo más alejado a la puerta posible, había algo clavado en la pared. Algo..., de una forma bastante característica. Con unas piernas y brazos, ambas aseguradas al muro con grandes y gruesos clavos, una persona estaba dándome la bienvenida. O mejor dicho, un cadáver. Bueno, dos. O tres. Entre extremidades independientes y torsos desmembrados, la cuenta de humanos totales era complicada de llevar a cabo. Me sorprendió bastante, pero la escena no me llegaba a afectar de forma humana o ética. Simplemente, estaban allí, y mi empleo no tenía nada que ver con ellos. Saqué el Den Den Mushi que tenía en el bolsillo interior y, susurrando lo más que podía, dije:

- Estoy en el sótano. Parece que la familia Raiss es más curiosa de lo que creía y tiene ya preparados un par de compañeros de juego de tu amiguito Marcus. Eso sí, no huelen mal, curioso. - A pesar de toda la escena, el olor que había en la sala era bastante neutro. - ¿Qué tienes pensado hacer? Para no estorbarnos, claro.


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Nos parecemos... Y no creo que eso sea buena señal. [Priv. Lance & Kath] Empty Re: Nos parecemos... Y no creo que eso sea buena señal. [Priv. Lance & Kath] {Lun 1 Oct 2018 - 23:14}

La entrada secreta resultó ser un cubito de arbustos retirable; algo bastante común. Katharina cupo perfectamente y enseguida se sumó Marcus, quien miraba nerviosamente hacia todos lados, como esperando no ser descubierto por alguien. «Normal que esté nervioso, después de todo, ahora es un undead. Dudo que su amada quiera verle en este estado», reflexionó la bruja. Katharina se encontraba con la espalda pegada a la muralla arbórea, contemplado el hermoso paisaje que la familia Raiis tenía preparado. Se trataba de un jardín con todo tipo de flores y una gigantesca pileta plateada con un ángel alzando el vuelo justo en el centro de esta. Hojas de diferentes colores flotaban sobre el agua de la pileta, y bajo ellas podía verse varias especies de peces. «Al menos no está hecha de oro», pensó Katharina.

Caminó manteniéndose alerta por si algún tonto con mala suerte se encontraba con ella. Antes de dar un solo paso más, transformó ambas armas en dagas con el tamaño suficiente como para pasar desapercibidas. Justo en una esquina del jardín apareció un hombre vestido de negro, quien, al ver a Katharina junto a Marcus, llevó rápidamente su mano a la pistola que tenía en el cinturón. No obstante, sus movimientos fueron demasiado lentos para la bruja. De un segundo a otro, Katharina se encontraba a escasos centímetros del cuello del guardia, rajándole así la garganta con ambas armas recién transformadas. El cadáver cayó y el sonido lo absorbió por completo el pasto brillante y verde del jardín. Al voltearse, vio que Marcus se había meado en sus pantalones.

—¿Jamás has visto morir a alguien? —preguntó Katharina con el ceño fruncido, mientras les quitaba la sangre a sus dagas.

—N-No… Yo… Yo jamás…

—Me ha quedado claro. Ocúpate del cuerpo. Tíralo por ahí, guárdalo, quémalo. Eres libre de hacer lo que quieras con él siempre y cuando no nos delates.

El muchacho tomó el cadáver de los sobacos y lo arrastró por el suelo, dejando un notorio rastro de sangre. Katharina movió negativamente la cabeza, dando a entender que Marcus era un completo idiota. No debió haberlo arrastrado, sino que tuvo que cogerlo y echárselo al hombro para luego dejarlo por ahí, oculto. Al menos debía reconocer que sí hizo un buen trabajo ocultando el cadáver entre los arbustos. Mientras Marcus hacía lo mejor que podía, Katharina exploró el jardín y se detuvo luego de encontrar un balcón. Este se ubicaba a varios metros del suelo, pero no era ningún problema para la bruja, puesto que ella podía volar. Sin embargo, antes de actuar, debía decidir si llevar o no a su sirviente. Había quedado claro que no era demasiado inteligente y no sabía trabajar bien en una misión de infiltración. Pero, por otra parte, conocía la mansión y era importante saber a dónde dirigirse una vez estando dentro.

Sin dilatar más la situación, la bruja reunió algo de magia para manipular el viento a su alrededor y despegar los pies del suelo. En pocos segundos se encontraba aterrizando suavemente en el balcón. Inmediatamente después, y habiendo sido acompañada por Marcus, transformó su daga en una ganzúa. Le costó medio segundo forzar la cerradura que le impedía el paso a la habitación de quién sabía quién. Al tirar de la ventana, el viento meció violentamente las cortinas verde ópalo que mantenían en semioscuridad el interior. Enseguida se escuchó un grito y la bruja se escondió pegada a la pared, esperando no haber sido vista.

—¡Maldita sea! ¡Tendré que llamar a alguien para que arregle esta puta ventana! ¿Cómo es posible que se abra sola? —gruñó una voz femenina y medio aguda.

Cuando la desconocida se acercó a la ventana, Katharina apareció y le pateó fuertemente el pecho, lanzándola por los aires y provocando que esta chocase con el armario. «Parece que me he excedido un poco», pensó la bruja cuando vio que la chica no mayor que ella tosía pesadamente. Cuando alzó la mirada, la pirata se encontró con un hermoso y delicado rostro compuesto por finos rasgos y unos grandes ojos azules. Quien seguramente era hija de God Raiis, frunció el ceño y se dispuso a correr hacia la puerta, pero Katharina se lo impidió. Rápidamente colocó las manos en el suelo y manipuló la tierra de tal forma que las piernas de la desconocida quedaron atrapadas.

—Si valoras tu vida, lo último que harás será gritar, ¿entendido? —La chica asintió con los ojos llenos de lágrimas—. ¿Quién es esta chica, Marcus?

—Liliana Raiis, la hija menor de God Raiis. Solo tiene diecisiete años… No le hagas nada, te lo suplico.

La chica de largos cabellos rubios llevaba un vestido rojo y, bajo este, una blusa blanca con las mangas anchas y un cinto negro atado a su cuello. Por alguna razón, a Katharina se le vino la imagen de Freya a la cabeza.

—Ahora mismo su vida depende de qué tan inteligente es —respondió Katharina, ignorando por completo las súplicas de su sirviente. La bruja se acercó a Liliana y tomó con suavidad su mentón, observando cada detalle de sus facciones—. Dime, Liliana Raiis, ¿dónde puedo encontrar a tu padre?

Antes de que la chica respondiera, el DDM de Katharina interrumpió el interrogatorio.

—Al parecer tu novia no es quien parece ser, Marcus. Lance me dijo que encontró varios cadáveres en su habitación. Fueron crucificados —le comentó a su sirviente sin reparar en sus emociones. El muchacho cayó de rodillas al suelo, completamente abrumado por la noticia—. Una adinerada familia con un oscuro secreto entre manos… Esto pinta bien, ¿eh? Dime, Liliana Raiis, ¿qué tan enferma estás tú?

La puerta fue abierta repentinamente y, tras ella, apareció un hombre disparando a quemarropa. Los reflejos de la bruja le permitieron cortar la ráfaga de balas que disparó el desconocido, para luego lanzar una de sus dagas y perforarle el corazón. «Esas balas no iban dirigidas a mí… ¿Qué está sucediendo aquí?», se preguntó Katharina.

—Marcus, trae el cuerpo. Ya le daré alguna utilidad —le ordenó y enseguida se volteó a Liliana—. Estoy esperando respuestas y créeme, hoy no tengo mucha paciencia.

—Yo… Mi padre… ¡Debe estar en su oficina!


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Nos parecemos... Y no creo que eso sea buena señal. [Priv. Lance & Kath] Empty Re: Nos parecemos... Y no creo que eso sea buena señal. [Priv. Lance & Kath] {Mar 9 Oct 2018 - 23:15}

El DDM por el cual estaba comunicándome con mi compañera no dejó de emitir en ningún momento, pero no para mandarme una respuesta a la pregunta que acababa de plantear, sino para traer malas noticias. Por lo que podía escuchar, se había encontrado con una muchacha de la familia Raiis, y un tiro proseguió a esto mismo. Un disparo que fui incapaz de escuchar desde mi habitación que, siendo el sótano, aportaba razones para que no llegara el sonido. Esto daba lugar a dos evidencias muy lógicas: una buena y otra mala. La primera consistía en que ya tenía claro la posición de Katharina. No a la perfección, claro, pero sí que me hacía una remota idea de qué zonas no debía pisar para no estorbar, ya que si hubiera sido cerca de este lugar, lo debería haber escuchado aunque fuera mínimamente. La segunda era la deducción por excelencia de aquel desenlace: el disparo significaba que la habían descubierto o que, como mínimo, había alguien que nos iba a molestar mientras realizábamos nuestro trabajo. Y si había uno de ellos, quién sabe si podrían contarse por parejas, tríos o decenas. Además, el ruido podía atraer más gente a entrar a la mansión, como podía pasar con los guardaespaldas.

La chica estaba decidida en lo que iba a hacer y yo no quería ser menos. Pensando lo más rápido que podía pero sin evitar caer en ideas tontas, comencé a trazar algún tipo de plan. Ninguna estrategia que viniese de mí se le debería llamar plan en el sentido estricto de la palabra, pero al menos tenía claro el guión a seguir. Quizás saliese de la habitación y sucediese algo que me hiciera arrepentirme de ello, pero había que hacer una apuesta si quería salir de allí con más dinero del que tenía. Iba a salir por la puerta y rastrear el primer piso, alternando entre el sigilo, la emboscada y la rapidez. Si me encontraba a alguien y este veía mi cara, no me importaba su cargo o palabras, tenía por seguro que había que matarlo. Un cartel de recompensa solo me iba a traer muchos problemas, entre ellos estaba el ser una presa fácil para los que me buscaban.

Avancé unos pocos pasos desde mi posición hasta la puerta, fría y metálica, que estaba acompañada de una pequeña escalera de pie. Subiendo los escalones con cierta rapidez y llevando mi mano al pomo, la abrí hasta entonarla unos centímetros, suficiente para ser capaz de discernir lo que sea que hubiera frente a mí. Lo último que quería era meterme en mitad de varios gorilas que me pudiesen dar problemas. Para mi sorpresa, lo que parecía ser el recibidor de la casa estaba completamente vacío. Más de lo que me parecía natural. Y si había sobrevivido en las condiciones que había sufrido hasta este momento, era por confiar en mi instinto más que en mis propios sentidos. Con un paso veloz pero silencioso, intenté cruzar desde el punto en el que estaba al otro lado de la casa, sin más pretensiones que las de explorar y descubrir lo que habría allí.

Una vez entré a la habitación que había elegido como destino, que resultó ser una cocina bastante recogida y pequeña en comparación a la casa, comencé a escuchar pasos bastante pesados y propios de alguien que no anda correctamente. Me parecía muy raro que no hubiese nadie corriendo por la casa tras escuchar el disparo en la otra habitación, pero alguna razón debía estar de todo esto. Quizás era algo que pudiera entender, o lo mismo era un comportamiento propio de ricos cretinos. Escondiéndome como pude tras una puerta, aquel o aquella que paseaba con tanta tranquilidad pasó de largo. Me interesaba ver a God Raiis, pero no pensaba encontrármelo de frente para que gritase o se sacase algún tipo de as de la manga, y tampoco sabía con certeza si era él.

Siguiendo una trayectoria aleatoria, que solo tenía como límites las puertas para salir de la casa y las escaleras, terminé por llegar a un baño. Un baño cerrado, pero sin llave. Abriendo la puerta con la mayor de las calmas, un jacuzzi se dejaba ver y, sobre el agua llena de espuma que contenía, una chica joven pero ya madura flotaba mientras tarareaba una cancioncilla y observaba el escenario que se desvelaba tras la ventana que tenía justamente en frente. Aprovechando la oportunidad que se me estaba brindando, di dos zancadas y, en un movimiento muy veloz, puse una mano en los suaves labios de la chica y la otra en el cuello. Mientras la trataba de contener, tapando su voz con mi palma y tratando de parar su pataleo, dejé claras las cosas:

-Tranquila, no te voy a hacer nada si no gritas. Solo quiero información. Ni tu vida, ni dinero. Nada parecido. Solo respuestas... - En un transcurso de medio minuto tras estas palabras, las patadas perdieron mucha fuerza y la resistencia disminuyó increíblemente. - Vale, mejor... - Poco a poco, aparté mi mano de la boca ajena, deseando que todo saliese como esperaba. - Mi mano, que está en tu cuello, sería capaz de matarte ahora mismo. Así que no hagas ninguna tontería, ¿entendido? - La mano derecha, ahora libre, se sujetaba a la pared del jacuzzi, preparada para volver a los morros de la mujer en caso de que tratase de avisar a alguien. - ¿Conoces a un tal Kavernish?


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Nos parecemos... Y no creo que eso sea buena señal. [Priv. Lance & Kath] Empty Re: Nos parecemos... Y no creo que eso sea buena señal. [Priv. Lance & Kath] {Sáb 27 Oct 2018 - 7:26}

Liliana Raiis era la mejor de la familia Raiis y, comparada a sus hermanos y hermanas, era bastante normal. A veces era medio gruñona y bastante grosera, pero su actitud no se asemejaba a la de su hermana mayor que coleccionaba cuerpos en el sótano. En sus cortos diecisiete años de vida jamás recibió un no como respuesta. No importaba de quién se tratase, todos cumplían sus caprichos. Cuando algo se le ocurría, hacía que los demás lo cumpliesen por ella sin importar qué tan complicado fuese. A menudo usaba su encanto para embobar a los apuestos jóvenes que intentaban cortejarle, pero, a veces, no era suficiente y empleaba el poder del dinero. Liliana era una chica extremadamente rica y gozaba de una belleza única. Si deseaba algo, lo tenía. Hasta el día de hoy nunca nadie le había levantado la mano, por lo que la actitud de la extraña de cabellos rosas le pareció cuanto menos salvaje e irrespetuosa. Ni su madre le había bofeteado alguna vez.

No solo había sido una fuerte patada, sino que también una lluvia de disparos que la desconocida consiguió hacerse cargo. Estaba asustada, por supuesto, y no pudo evitar preguntarse qué diablos estaban haciendo sus hermanos y hermanas. ¿Cómo podía pedir ayuda? De pronto, su corazón se detuvo cuando tuvo de frente a la asaltante. Sus movimientos eran delicados; sus manos, muy frías. Los ojos azules de la chica emitían un destello aterrador… como si hubiesen visto el mismísimo infierno. Volteó la mirada hacia el muchacho que la acompañaba y frunció el ceño cuando descubrió que era uno de los tantos novios de su hermana mayor.

—¿Cuánto más deberé esperar para que digas lo que quiero saber? —Escuchó de pronto. Nuevamente era la mujer que le estaba hablando, aunque más bien le exigía respuestas. En ese momento solo quería gritar y que alguien viniera a rescatarla, pero sabía que no sucedería. Liliana a esa hora siempre tomaba una siesta de una hora, y en serio odiaba que le despertasen, así que nadie se le acercaba ni le molestaba mientras dormía.

—Yo… ¡Yo no soy como mi hermana! —aseguró negando con la cabeza, intentando convencer con todos sus movimientos que lo que su boca decía era cierto—. Yo jamás he lastimado a alguien… ¡Lo prometo! Si quieres ver a mi padre, te aseguro que él está en su oficina…

Katharina sonrió y luego se alejó de la chica.

—Quédate aquí vigilándola, Marcus. Si alguien intenta entrar, le disparas —le ordenó—. Me es más valiosa viva que muerta, o eso quiero creer. —Para Katharina la muerte no significaba ningún obstáculo, sin embargo, si podía evitar gastar tiempo y energías en algo completamente evitable, intentaría hacerlo. Volver a la vida a un cadáver resultaba agotador y requería mucho tiempo, algo que no podía desperdiciar estando en la mansión de la familia Raiis.

—¿Qué… qué harás con él…? ¡Por favor no le lastimes!

La bruja se volteó a ver a la muchacha y con expresión firme respondió:

—Si intenta hacerse el listo conmigo, te aseguro que no estará bien. Solo para que lo sepas, Liliana Raiis, esa bala no iba para mí —confesó con el ceño fruncido—. Alguien te quiere muerta, así que deberías agradecer que dejo a mi fiel sirviente aquí contigo, protegiéndote.

La Supernova no esperó respuesta alguna, sino que caminó directamente hacia la puerta y la atravesó. Al salir de la habitación, se encontró en medio de un ancho y largo pasillo con tantas ventanas arqueadas como cuadros de diferentes paisajes: primaverales, invernales y, por supuesto, otoñales; al parecer a nadie le gustaba demasiado el verano. Según las palabras de Liliana, la oficina debía encontrarse en el primer nivel. Katharina suspiró y enseguida supo qué hacer. Sus ojos emitieron un brillo azulado y una suave brisa meció sus cabellos. Sin pasar mucho más de dos segundos, los ropajes de la muchacha fueron reemplazados por un impecable uniforme de sirvienta.

—Así es imposible que me reconozcan —susurró para sí misma.


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Nos parecemos... Y no creo que eso sea buena señal. [Priv. Lance & Kath] Empty Re: Nos parecemos... Y no creo que eso sea buena señal. [Priv. Lance & Kath] {Mar 8 Ene 2019 - 22:17}

Para mi sorpresa, las cosas estaban marchando tal y como uno desearía y eso, a pesar de ser uno de los mejores indicadores de que el trabajo saldría bien, también me hacía pensar que la mala suerte no tardaría en aparecer. Una de cal y una de arena, supongo. O quizás solamente era mi mente pesimista, que se esforzaba en pensar que ningún plan le podía resultar tal cual él quería. Aún así, mi yo consciente trataba de centrarse en el momento actual y el realmente importante, porque a este ritmo sí que se iría todo al garete.

La mano que había colocado en el borde de la bañera comenzaba a tensarse más de la cuenta, fruto de que la situación avanzando y me iba impacientando. La pregunta tan fácil que había hecho, preguntando no por el paradero, la vida, las costumbres o cualquier otra cosa sino por el propio Kavernish, solo encontraba respuestas cortas, inconexas y de sentido díficil de encontrar. Realmente me recordaba a las típicas escenas de las películas y los libros, pero esta vez se trataba de la realidad, aunque se suele decir que una copia a lo otro, así que no me debía extrañar demasiado. Dudo que esta mujer hubiera sufrido algo parecido o remotamente cercano a lo que estaba sucediendo, por lo que era lógico que su reacción fuera tan desorbitada, hasta cómica. La cabeza no le funcionaba como debía.

- Vale. - Me estaba forzando a hablar, además en un tono ciertamente cálido y relajado, con tal de tratar de calmar un poco a la señora. Claro que no era lo normal estar relajada durante una extorsión, pero tampoco me servía mientras durase aquel ataque de pánico, y no quería que llegase a más. - Vamos a intentarlo de nuevo. Piensa tu respuesta bien, sin nervios ni prisas. - Sí que había prisa. Mi compañera estaba sola y, para bien o para mal, no tenía idea alguna de lo que pasaba al otro lado de la casa. - Lion Kavernish. ¿Te suena ese nombre, madame? - Quería ir paso por paso, para no saturar la pequeña cabecita de la mujer y que no generase respuestas innecesarias.

Entonces, la mujer suspiró e inspiró repetidas veces, con un ritmo muy distinto del que había estado siguiendo durante el momento de pánico. Cerró los ojos poco más de dos segundos y me volvió a mirar, aunque evitando todo contacto visual.

-S-Sí... - Sus manos se comenzaban a mover hacia la mía, colocada en su cuello. Yo negué con la cabeza, no iba a apartarla por mucho que me lo pidiese: era mi seguro contra sus gritos o aspavientos. - Bueno, Kavernish... S-Solo Lion. Es un chaval que..., bueno... - Las palabras no encontraban camino hacia el exterior, y esta vez dudo que fuera problema de mi presencia allí, al menos no totalmente. - T-Tiene unos negocios con mi marido, ¡nada más! - El grito al final de la frase me dejaba claro que sí que había algo más, y lo tendría que descubrir si quería continuar con mi encargo.

-¿Nada más? Bueno... ¿Y sabes dónde puedo encontrar a ese Lion? - La mujer, con toda la velocidad que su cuello le pudo ceder, negó con la cabeza. - ¿Ni cuándo volverá a esta casa? - Mismo gesto y misma frustración. - ¿Al menos... - Mi mano comenzó a ejercer fuerza sobre la tersa piel que cubría el cuello ajeno, dejando bastante clara la amenaza. - ...qué tipo de relación tiene con su marido?

- ¡V-V-Vale! - Apretó mi muñeca y dejé de apretar, dándole un respiro por el momento. - ¡Blanqueo, ¿vale?! - Si el Grove de al lado no estaba escuchando los gritos, sería por la insonorización de la que gozaba la mayoría del edificio. - ¡Trae dinero de sus negocios de mierda y lo blanqueamos a cambio de una parte, pero solo eso! - Y teníamos una relación, bastante estrecha de hecho. Si se filtraba esta información a las autoridades o los periódicos, sería el fin de toda mansión, pero no estaba aquí por eso. - ¡No sé nada más, pregunta a God! ¡Está en la habitación del primer piso que da justo a la esquina, saliendo por esta puerta a la izquierda, la oficina! - Le faltaba guiarme. Estaba vendiendo la piel de su marido con tal de poder salvarse ella. Lo que hacía la desesperación y los matrimonios interesados...

Solté su cuello y me puse de pie, mirándola fijamente y dándome la vuelta para abrir la puerta, quería conseguir ya la información y abandonar esa casa de locos. Di dos pasos al frente y, cuando iba a abrir el pomo, recordé que aquella mujer podía llamar a las autoridades y estas acudirían, debido a su dinero, con bastante rapidez, así que me volví a mirarla para dejarla inconsciente con el poder de mi fruta. Entonces, una bala impactó contra la pared de cerámica tras de mí, dejando una grieta bastante característica de este tipo de armas, y vi a la dueña de pie y con una pistola entre las manos, objeto que perdió al comenzar a temblar de miedo. Suspiré, me acerqué nuevamente esquivando todos sus golpes sin objetivo y solté una leve descarga en su cuello, lo suficiente como para dejarla tirada en el suelo, con cuidado de que no se golpeara en ningún lado. Una herida solo haría más mediático todo esto y no quería atraer atenciones innecesarias.

Con todo resuelto, posé mi mano en el pomo de la puerta y seguí la ruta, bastante clara, hacia la oficina del señor de la casa. Allí estaban todas las respuestas que quería, así que no quería tardar más en llegar. Casi llegando, me paré en seco al escuchar pasos, bastante firmes, que bajaban las escaleras y avanzaban lentamente hacia mí, por lo que adopté una postura defensiva mientras tomaba una esquina como escondite para aprovechar el factor sorpresa.


Aclaración:


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Nos parecemos... Y no creo que eso sea buena señal. [Priv. Lance & Kath] Empty Re: Nos parecemos... Y no creo que eso sea buena señal. [Priv. Lance & Kath] {Vie 11 Ene 2019 - 7:12}

El atuendo de sirvienta le recordó los tiempos en los que vivió en la mansión bajo la tutela de su padre, aprendiendo todo lo que él sabía. De vez en cuando, Katharina era visitada por prestigiosos académicos, la mayoría de ellos ancianos. Le enseñaron sobre política, ciencias y matemáticas, pero sobre todo la instruyeron muy bien en historia. No obstante, a diferencia de los Raiis, su padre jamás tuvo tratos turbios con ninguna mafia… o eso quería creer. Cuando llegó el emisario de la Orden Carmesí a su hogar dudó de todo, se replanteó lo que vivió y se preguntó si realmente conocía a su padre. O a su madre. La familia de Katharina era muy complicada, no solo por el estatus que debían mantener, sino por el poder que debían proteger a toda costa, poder que estaba en manos de la bruja.

La investigación y la infiltración eran los fuertes de la pelirrosa, aunque no tanto como el estudio sobre culturas perdidas y lenguas olvidadas, pero era una espía más que decente. Camino a las escaleras que conducían a la oficina del mandatario de la mansión, se topó con guardaespaldas que intentaron coquetear con ella y, por supuesto, con otras sirvientas. Las chicas eran contratadas para atender los requerimientos básicos de la casa, no para descubrir complots en contra del dueño, por lo que más allá de preguntarle si era nueva, no indagaron mucho más. Se preguntó varias veces cómo debía actuar una vez conociera a God Raiis. Lo más sencillo era matarle y obligarle a hablar usando sus habilidades mágicas, sin embargo, ¿realmente todo tenía que hacerlo de esa forma? Por otro lado, también estaba el chico. Y venía siendo hora de probar sus habilidades como ladrón, por lo que decidió no inmiscuirse hasta tener una respuesta por parte de su compañero. Hasta ahora no había aportado demasiado a la misión y quizás solo necesitaba una oportunidad para demostrar su valía.

Un grito femenino le alertó y enseguida recordó al asesino que entró a la habitación en la que la bruja estuvo hace solo unos pocos minutos. ¿Ahora había tenido éxito? No debía por qué interesarse por si la chica seguía con vida, sin embargo, ¿por qué una extraña sensación de preocupación le agobiaba? Hasta el momento sus planes no estaban en peligro y todo estaba resultando perfectamente. Si llegaba a la oficina de God Raiis, terminaría sabiendo la ubicación de Lion Kavernish y, con ello, los preciados trasplantes del doctor tránsfugo.

Escuchó unos ligeros pasos acercarse hacia ella y, de no ser por su mantra siempre activo, habría caído en la trampa del asesino. Al mismo tiempo que volteaba a toda velocidad, uno de sus pendientes se transformaba en una gigantesca y afilada guadaña. Interceptó exitosamente el filo de su arma con la bala que buscaba la cabeza de la pelirrosa. Frente a ella se hallaba un hombre vestido completamente de negro. Era calvo y unos penetrantes ojos grises le quedaron mirando. El asesino desapareció temporalmente del rango de visión de Katharina y volvió a aparecer justo detrás, empuñando un cuchillo en su mano derecha. La bruja no consiguió esquivar por completo la apuñalada de su oponente, sintiendo el frío acero perforarle la piel. Reconocía esa técnica, pues la había visto ya demasiadas veces. ¿Qué diablos hacía un agente del Cipher Pol en la mansión de God Raiis? En cualquier caso, no era el momento para hacer preguntas.

—Ahora mismo no tengo tiempo para lidiar contigo —mencionó el asesino con una calma anormal—. Hiciste bien deshaciéndote de mi muñeco de prueba. El guardaespaldas que dejaste en la habitación de la chica no fue ningún problema, aunque me pregunto por qué no sangró cuando lo decapité.

Consideró insultante las palabras que el asesino usó, pero enseguida comprendió la razón. Mientras el asesino se dirigía hacia las escaleras con paso firme, la visión de Katharina se nublaba poco a poco. «Maldición… El cuchillo estaba envenenado…», se dijo a sí misma en sus pensamientos. Cayó de rodillas casi sin poder moverse, pero tuvo unos preciados segundos para reunir energía mágica. Sus ojos emitieron un brillo verde musgo y enseguida un aura del mismo color rodeó su cuerpo. Tardó solo seis segundos en anular los efectos del veneno y sanar la herida, tiempo en el que seguramente el asesino se encontraba ya en la oficina de God Raiis. Él debía ser su objetivo, no sabía el porqué, pero podía intuirlo. En cualquier caso, ¿por qué un miembro del Cipher Pol querría deshacerse del mafioso?

Se incorporó con las energías renovadas y, usando una variación de la técnica que el mimos asesino usó, acortó una gran distancia para aparecer en la espalda del hombre y propinarle un peligroso corte que apenas fue detenido por el mismo cuchillo envenenado. Ahora no lucía tan impávido como antes; seguramente se sorprendió al ver que Katharina se había incorporado y podía continuar luchando. «¡Baile del Espíritu Níveo!», susurró y enseguida la hoja de la guadaña emitió un brillo celeste. El rango del ataque fue mucho más grande que el que su oponente esperó, recibiendo un feo corte en el pecho que no tardó en congelarlo. Y allí, como si fuese un mero espectador, se encontraba su compañero.

—¡Lance, ve a la oficina de God Raiis! Por alguna razón, este hombre lo quiere muerto y no podemos permitirlo. Lo mantendré ocupado, pero tú debes hacer hablar a God —le pidió al chico, confiando en sus habilidades y dándole la oportunidad que merecía.  

Off:


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Nos parecemos... Y no creo que eso sea buena señal. [Priv. Lance & Kath] Empty Re: Nos parecemos... Y no creo que eso sea buena señal. [Priv. Lance & Kath] {Miér 6 Feb 2019 - 18:24}

—¿Qué haces ahí escondido, chavalito? — Un tono de voz bastante jocoso y relajado resonaba por las escaleras, de forma que era incapaz de ver de dónde provenía. — No mires hacia todos lados, dejémoslo en que simplemente te puedo ver. — Los pasos antes mencionados se iban acercando más y más, y un señor hizo su aparición a la vez que demostraba la posesión de la voz que tan nervioso me ponía — Bueno, me toca encargarme de ti, supongo. — Sentí cómo los ojos grises me atravesaron, causándome un escalofrío que terminó de empeorar toda la situación.
 
No hacía falta ser un genio para darse cuenta de que quería asesinarme, y la sonrisa que esbozaba era la misma que podía mostrar un cazador con su presa ya acorralada. Tampoco necesitaba que nadie me dijese el peligro que corría: con ver el comportamiento de superioridad del hombre me podía hacer una idea de su poder. O era muy fuerte, o bien muy tonto, porque mostrar tanta altanería no tendría otra explicación. Y, mientras pensaba todo esto, seguía escondido tras la esquina. Era totalmente consciente de que mi posición no era ningún secreto, y que tampoco me ofrecía protección a estas alturas, pero mi subconsciente me decía que correr no iba a resolver nada, solo alargaría la persecución unos pocos segundos más. Entonces, aquella persona tomó un cuchillo de su cinturón y levantó el brazo por completo, amenazando con lanzarlo, cuando, sin aviso alguno ni ruido, llegó.
 
Una figura ciertamente llamativa y voluptuosa apareció de la nada, con gran velocidad, e impactó una gigantesca guadaña contra el cuchillo del que, hace milésimas de segundo, me había amenazado. Un eco metálico me obligó a apretar los dientes, ya que la potencia de este era más que capaz de dejarme sordo si seguía oyéndolo por más tiempo. Esto solamente dejaba claro que tenía razón, y que quizás la idea de no moverse siquiera había sido la mejor opción en este caso. Difícilmente hubiera sobrevivido más de medio minuto contra alguien capaz de llevar a cabo tales acciones en mitad de una pelea, hecho que también hablaba muy bien de la otra persona. Katharina estaba demostrando una fuerza y velocidad sobrehumanas, aunque quizás el cambio de ropa que había hecho también me llamaba la atención. No se veían sirvientas asesinas todos los días, al fin y al cabo, y le quedaba bien.
 
Un grito de la chica me hizo dejar de estar embobado, el cual me instaba a entrar ya la oficina. Quizás había perdido bastante el tiempo y, quieras que no, lo primero era el trabajo. Tampoco es que estuviera viendo un espectáculo en el cine, ya que Kath se estaba jugando la vida por el empleo, y yo no podía ser menos. Me sentiría bastante mal, la verdad. Con una carrera bastante ágil desde mi falso escondite, me acerqué a la maciza puerta del despacho y tomé el frío pomo, que giré al instante. Empujando el portón con toda la velocidad que podía, me costó darme cuenta de que algo plateado y afilado se me acercaba peligrosamente a los ojos: un cuchillo de supervivencia. Aguantando la respiración de la misma tensión, traté de agacharme, aprovechando el punto de apoyo que me aportaba el pomo para mantener el equilibrio y realizar el proceso más rápido si cabía. Y funcionó, ya que el arma había pasado por encima de mí. Con la mano libre, la izquierda, agarré la pierna más cercana del agresor, mientras subía la mirada para fijarme atentamente en la cara de la persona, quería saber su identidad. Y, como si de un dejá vù se tratase, el cuchillo volvía a por mí. Esta vez, era insalvable mi situación, no había lugar donde correr, y opté por empujar su cuerpo, alejándome con la mayor brevedad posible. Si me tenía que acertar, que fuera leve.
 
Y me atravesó. Sonó un chisporreteo, y solté el aire que había estado reteniendo desde hace segundos. Ese sonido significaba que me había transformado en forma éterea y, eso, que el enemigo no tenía la capacidad de golpear mi cuerpo. El duelo estaba sentenciado, o eso pensé antes de escuchar un grito:
 
—¡Serás retrasado! ¡Te he dicho ya varias veces que, por mucho que te pongas nervioso antes de dar un golpe, siempre tienes que utilizar el Haki de Armamento! — El hombre mayor, mientras peleaba con Katharina, se había dado el lujo de poder conversar con el que, por el tono y las palabras utilizadas, parecía ser su ayudante o alguien nuevo en la organización. Estaba ciertamente atento del duelo que estábamos llevando a cabo, ya que no nos habíamos adentrado en la habitación y todo transcurría en la misma puerta.
 
—¡Perdón, perdón, perdón, perdón! — Mientras gritaba, aproveché para levantarme mientras retrocedía, poniéndome en una posición ofensiva. No pensaba dejarle tomarme por sorpresa nuevamente, y necesitaba seriedad y calma, por lo que inspiraba y espiraba para bajar mis pulsaciones. En cambio, el chico, que rondaría mi edad o algo más joven, seguía gritando la única palabra que parecía conocer, ‘’Perdón’’, a la vez que zarandeaba su arma blanca hacia mí.
 
Con una carrera, el chaval se acercó a mí. Conforme la distancia se acortaba, me daba cuenta de sus rasgos. Su pelo era marrón y bastante corto, en forma de tazón, y vestía el mismo traje que el otro enemigo, el cual contrastaba con una cara bastante ruda para su edad. Pero no era el momento de fijarse en eso, sino más bien de prepararme para hacerle pagar por el susto que me acababa de dar. La hoja del cuchillo se había tornado de color gris oscuro, por lo que más me valía esquivarlo a partir de ahora si no quería salir de aquella mansión con un agujero más en el cuerpo. Al menos, su patrón de movimientos era muy simple, o lo parecía, puesto que una carrera hacia adelante a la vez que empuñas tu cuchillo al frente no suele ser el más inteligente de los ataques. Apurando hasta el último momento, di dos pasos hacia la izquierda antes de recibir el ataque, de forma que su ofensiva no pudiera cambiar de trayectoria, y aproveché la velocidad que él llevaba para colocar mi mano en su cuello. Él trataba de frenar sin mucho éxito, ya que se estaba pasando de largo de su presa, a la vez que mis dedos se aferraban a su garganta, cada vez mejor por la inercia del rival. Y solté una descarga, lo más potente posible, aunque fuera consciente de que mi brazo se iba a quedar dormido por unos segundos del esfuerzo. Ni yo mismo estaba aún acostumbrado a aumentar tanto el voltaje y la intensidad, por lo que no era extraño que le pasara factura a mi cuerpo.
 

Sonreí un poco mientras vi al cuerpo caer, tosiendo sangre. Si no había muerto, no sería raro que los vasos sanguíneos cercanos a la tráquea se hubieran quebrado o, al menos, algunos estarían causando una hemorragia interna, por lo que no le interesaba levantarse. Mi duelo había terminado de una forma bastante veloz, sorprendentemente, aunque la dificultad tampoco había sido alta que digamos. Miré hacia arriba, buscando la figura de mi compañera, mientras me movía con velocidad hacia la oficina nuevamente, ya que mi objetivo principal siempre había sido encontrar a God, cuando noté como me comenzaba a sudar la frente. El hombre calvo me mandaba una mirada de odio, totalmente enfurecido. Había perdido el poco temple que le quedaba, y la rabia estaba tomando las riendas de su cuerpo. Quizás vendría a por mí antes de terminar su combate con Katharina, solamente para tomar venganza por el que podía haber sido su novato, hijo, o alguien importante para él, y no me gustaba para nada la idea.

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Nos parecemos... Y no creo que eso sea buena señal. [Priv. Lance & Kath] Empty Re: Nos parecemos... Y no creo que eso sea buena señal. [Priv. Lance & Kath] {Lun 11 Mar 2019 - 19:02}

El filo de la guadaña chocó una vez más con el afilado cuchillo del asesino, soltando un chirrido metálico. La bruja sintió un ligero hormigueo recorrer su brazo, pero enseguida este cesó. Y volvió a atacar, esta vez realizando un corte curvo. El hombre no tuvo más opción que echarse hacia atrás para evitar volver a ser cortado. Ambos tenían en cuenta el alcance de sus armas, un factor fundamental a la hora de combatir. Mientras que el asesino necesitaba estar a menos de un brazo de distancia, la pelirrosa podía darse el lujo de atacar a un par de metros y aun así acertar. Sin embargo, el peso de la guadaña implicaba que los movimientos fueran más lentos, por lo que el asesino podía esquivarles con relativa facilidad.

El mantra de la bruja le advirtió la táctica enemiga y, gracias a sus reflejos sobrehumanos, consiguió echarse a un lado para esquivar los cuchillos arrojadizos que buscaban su corazón. Se abalanzó sobre el asesino lo más rápido que pudo, empuñando el arma con firmeza y liberando su Haki del Rey en el último minuto para potenciar su ataque. El asesino, sorprendido, hizo una voltereta hacia atrás pudiendo esquivar el corte, mas no la onda de choque que le derribó. Katharina aprovechó que su oponente estaba en el suelo para volver a atacar, esta vez lanzando un tajo completamente vertical. Y fue en ese momento en que, de las manos del asesino, un muñeco idéntico a él se interpuso entre el filo de la guadaña y su cuerpo.

—Definitivamente eso fue Haoshoku Haki, ¿no? —comentó con el ceño fruncido luego de incorporarse—. Estás llena de sorpresas, chica.

—Lo mismo puedo decir —respondió fríamente con los ojos aún puestos sobre su oponente. No esperaba que fuese un usuario, menos uno con una habilidad tan… extraña. A la bruja jamás le gustaron los muñecos, y ver uno completamente destrozado frente a ella no hacía que se sintiera mejor.

Ese hombre no era ningún debilucho y si la pelirrosa no se tomaba las cosas con seriedad, terminaría pasándole la cuenta. Sus ojos emitieron un brillo azulado y, de pronto, una importante cantidad de energía empezó a surgir tanto de las piernas como de sus hombros. Atravesó el pasillo a una velocidad alarmante, apenas dándole tiempo a que su oponente reaccionara. Se detuvo a solo un metro de él para girar sobre su propio eje, acompañando el movimiento con su arma. El filo de la guadaña fue detenido por el cuchillo enemigo, pero cuando la bruja volvió a la misma posición ya estaba preparando un corte diagonal. El muñequero usó una técnica propia del Cipher Pol para esquivar el ataque, y luego contraatacó intentando conectar una puñalada, pero esta fue evadida con facilidad. Y fue en ese momento en el que el hombre, retrocediendo, vio a su compañero caer tosiendo sangre.

Su expresión impávida desapareció por completo, y ahora sus ojos miraban enfurecidos a Lance. El hombre cruzó los brazos y los extendió rápidamente, haciendo aparecer unos finos hilos que, de no ser porque reflejaban la luz, serían imposibles de ver. Enseguida aparecieron dos muñecos cuyos dedos eran auténticas hojas afiladas, y sus piernas tenían la misma formación. Uno de ellos llevaba una máscara completamente blanca; el otro, una de un zorro.

Festival de Muñecos Cortantes —susurró el hombre con el semblante ensombrecido.

Los dos muñecos desaparecieron por un instante y, cuando la bruja los consiguió divisar, se encontraban a pocos metros de Lance. Katharina atravesó la estancia haciendo uso de los Pasos Veloces, pudiendo interponer el mango de su arma entre su compañero y las afiladas cuchillas de los muñecos.

—Tú ocúpate de God Raiis. Yo me encargo de este hombre —mencionó con el ceño fruncido, todavía resistiendo la embestida enemiga.

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Nos parecemos... Y no creo que eso sea buena señal. [Priv. Lance & Kath] Empty Re: Nos parecemos... Y no creo que eso sea buena señal. [Priv. Lance & Kath] {Vie 29 Mar 2019 - 19:00}

La meta en toda aquella aventura que estábamos viviendo no se había desvanecido de mi mente ni un segundo, aunque sí que pasaba a un segundo plano cuando lo más importante era mantener la vida. Y esta era una de esas situaciones, ya que un señor calvo con muy malas pulgas estaba a punto de atentar contra mi vida, o eso parecía. Únicamente su mirada, sin más acciones de por medio, ya era suficiente como para dejar claras sus intenciones próximas, y es que los ojos del hombre estaban cargados de la rabia más pura, algo bastante extraño para alguien que hacía segundos había estado demostrando una frialdad y un control de la situación increíbles. Evidenciando miedo como el motor de mis acciones, y tratando de camuflarlo bajo la manta de la ‘’llamada del deber’’, me giré y continué recorriendo el camino hacia la oficina a una velocidad más que decente.
 
De pronto, frené mis pasos, ya que, aunque lo hubiera dejado de ver al estar de espaldas, mis otros sentidos eran más que suficientes para dar testimonio de que tras de mí no se estaba cocinando nada bueno. Los tintineos y choques de armas habían cesado repentinamente, y unas palabras en un tono destacablemente bajito resonaron en mis oídos: ‘’Festival de Muñecos Cortantes’’. Normalmente, el adjetivo cortante no solía estar relacionado a nada bueno. Solía tener una connotación negativa, y esta se acentuaba en todos los sentidos cuando aquella persona que la decía no estaba de tu parte, como en este caso. Con puro nerviosismo, volví a girar todo mi cuerpo para tratar de no invitar a aquel trajeado a hacer un ataque sorpresa, y mostrarle mi espinazo era como presentarle esta opción en una preciosa y bien decorada bandeja de plata. En cuanto mis ojos fueron capaces de dar fe de lo que se había estado desarrollando en aquel lugar, mi mente tardó unos segundos en poder procesarlo: ahora éramos, contándome a mí, cinco personas en la sala. Sin contar al chico moribundo del suelo, claro. Y los números estaban para ellos, ya que se trataba de un tres contra dos. De la nada, dos muñecos, como bien había avisado hacía unos momentos, amenazaban con hacerme mucho daño, ya que la distancia que nos separaba era mínima respecto a la que tenían con Katharina.
 
Los muñecos tenían un cuerpo extraño, que denotaba muy poco esfuerzo por parte del creador en asemejarlos a un cuerpo humano. Uno de ellos tenía la cara, o lo que estaría ahí de ser un humano de carne y hueso, tapada por una cubierta blanca pura, y el otro con una máscara de zorro polar, muy típica en ciertos festivales. Eso era lo normal ya que los títeres se habían tomado el nombre de la técnica al pie de la letra. Eran…, cortantes, sí. Aunque constaban de extremidades propias de un ser humano, y de manos y pies, la presencia de las falanges era a todas luces distinta. Sus dedos de las manos no se dividían en tres como en las mías, ni los de los pies en dos, sino que estaban todas unidas en una. Sí, los dedos estaban formados por una sola falange metálica y afilada, como si de tijeras se tratasen y cada uno constaba de, como era lógico, veinte de estas. Si cualquiera de ellos lograba darme un abrazo, mi cuerpo se acercaría más a la forma de un rallador de queso que a la de un animal, eso era seguro.
 
Con toda la calma que pude reunir, la cual tampoco era demasiada a decir verdad, traté de no gritar o hacer movimientos desesperados. Éramos dos en aquella sala, no me podía olvidar de Katharina. Ella era muchas veces más fuerte que yo, así que confiaba en que la muchacha fuera la encargada de poner orden en esta situación que tanto temía. Rompiendo a los dos maniquís, o atacando al tirititero, por ejemplo, acciones que salvarían mi vida y que, visto lo visto, veía posibles para su nivel de poder. Joder, era capaz de traer a los muertos solamente para sacarles información, así que callarle la boca a un calvo tampoco debía de estar muy alejado en términos de dificultad, creo yo. Y, una vez vi que aquella mujer interponía su guadaña, su gran y querida guadaña, entre las armas de las que hacían gala los muñecos y yo, mi corazón fue capaz de bajar de la garganta y dejarme llevar a cabo mi trabajo. Escuchando aún el eco metálico y los sonidos a roce propios del acero que conformaba los dedos ajenos y el arma de mi compañera, me giré hacia la puerta y por fin pude atravesarla con seguridad, recogiendo del suelo el cuchillo que había soltado hacía un minuto aquel chico con el que había tenido un duelo. Ya no había más personas que me tratasen de cortar la garganta ni seguridad que protegiese a ese hombre. A God Raiis.
 
Aquella sala, bastante típica de un hombre de negocios de cierto renombre y con una economía destacable, estaba ocupada completamente de libros, informes y muebles caros de madera que organizaban el resto de ficheros. Solo había un escritorio de madera oscura, iluminado por una ventana justo detrás suya, acompañada de una silla de oficina que parecía más cómoda que las camas en las que había estado durmiendo los últimos dieciséis años, pero con un problema: estaba vacía. No había rastro de nadie en aquel lugar. ¿¡Cómo coño había escapado!? ¿¡Y quién coño contrata unos guardaespaldas como aquellos si piensa salir huyendo a la primera de cambio!? Con un grito ahogado de furia, comencé a hablar en un volumen bastante alto:
 
—¡Katharina! ¡El cabrón ese ha desaparecido de la oficina! — A pesar de mi temple habitual, se podía notar cierta rabia en cada palabra, la cual iba en crescendo poco a poco.
 
Sin esperar una respuesta, tomé el cuchillo de mi mano y, tomándolo como si de un dardo se tratase, pero con una postura bastante más burda y brusca, lo lancé a modo de desahogo hacia la ventana que traía la luz a la habitación. La atravesó, no sin antes romper una parte considerable de los cristales que la conformaban, los cuales se cayeron dentro de la sala. Entre el escándalo de vidrios rompiéndose, se escuchó un grito. Quizás más parecido a un gruñido gorrino que a un grito, pero estaba claro que era humano. Mis ojos se abrieron de par en par y, corriendo de forma instantánea hacia su procedencia, ubicada bajo la mesa, salté sobre esta y me asomé a aquel hueco donde tenía razones para sospechar de la presencia de una persona. Allí, en un espacio ciertamente increíble, ya que gran parte del escritorio estaba hueco, estaba escondido un hombre regordete y de tamaño mediano, quizás alto en su juventud, que se le notaba que había dejado pasar una cantidad considerable de años a través de él. Con un tono infinitamente más animado, cambié las noticias:
 
—¡Olvídalo! — Dije, mientras ambas manos se abalanzaban sobre las piernas ajenas. Él ni se movía, paralizado del miedo, pero era parte de mi oficio el asegurarme de que no fuera capaz aunque quisiera, así que solté una descarga en ambas, lo suficientemente fuerte para que se le escapara un grito que probaba su presencia. Ahora, sus dos extremidades estaban adormecidas y le sería imposible ponerse de pie o, en cualquier caso, correr sin caerse a la segunda zancada. — ¡Lo tengo! — Grité para asegurarme que Katharina lo entendiera a pesar de la batalla que estaba librando, y luego bajé el tono considerablemente. — Bueno, necesito información, y creo que a ti te sobra. — Me crují los nudillos, cumpliendo los típicos estereotipos, buscando asustar al señor y disuadirlo para que me diera la información y no tuviera que recurrir a más.


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Nos parecemos... Y no creo que eso sea buena señal. [Priv. Lance & Kath] Empty Re: Nos parecemos... Y no creo que eso sea buena señal. [Priv. Lance & Kath] {Sáb 30 Mar 2019 - 22:18}

La mirada del hombre rebosaba furia y la razón era el muchacho ensangrentado que yacía en el suelo. El asesino buscaba tomar venganza, sentirse mejor consigo mismo por permitir que su pupilo muriera frente a sus ojos y, por si fuera poco, ni siquiera podía alcanzar con sus muñecos al responsable. La chica con la que luchaba no le dejaba moverse libremente, así que estaba en la obligación de deshacerse primero de ella y luego acabar con la vida del chico. Los muñecos enmascarados dejaron de forcejear luego de unos pocos segundos, retrocediendo y buscando distancia. Entonces, el asesino dedicó una mirada de desprecio y enseguida los muñecos comenzaron a girar con los brazos extendidos, formando verdaderos torbellinos cortantes. El hombre sabía cómo manejar perfectamente sus creaciones, manipulándolas como si de un titiritero se tratase.  

El muñeco de la máscara de zorro fue el primero en abalanzarse hacia delante, cruzando la sala en cuestión de segundos. Las hojas giratorias no tardaron en encontrarse con el filo de la guadaña, soltando un chirrido metálico y un montón de chispas. Entonces, la otra marioneta tomó una trayectoria curvilínea para posicionarse tras Katharina, buscando hacer el mayor daño posible. La bruja a duras penas consiguió esquivar el ataque enemigo, echándose hacia la izquierda en el momento oportuno. Sin embargo, la punta de una de las afiladas hojas rasgó superficialmente la piel de la pirata, dejando una herida de unos pocos milímetros de profundidad.

—Ya es hora de ponerte en tu lugar —sentenció el hombre justo antes de realizar un extraño movimiento de brazos, invocando una tercera marioneta. Esta era completamente de color marrón y estaba cubierta de pelos de mosca, dándole un aspecto cuanto menos repugnante. Tenía casi dos metros de alto y la caja torácica aparentemente hueca, aunque un brillo delatador que emergió desde dentro indicó lo contrario. Antes de culminar su técnica, el hombre sacó dos tapones de sus bolsillos y se los puso en los oídos. Entonces, una melodía extremadamente poderosa y chirriante se hizo notar, haciendo estallar ventanas y jarrones de porcelana.

Katharina por puro instinto soltó el arma y se llevó las manos a los oídos, buscando protegerse de ese devastador sonido, pero era tan fuerte que estos no tardaron en sangrar. A medida que la melodía continuaba sonando, las marionetas enmascaradas seguían una coreografía de muerte, girando y girando, destruyendo todo a su paso. Las cuchillas que tenían por dedos rasgaron la piel de la bruja, esta vez ocasionando heridas más profundas. El ruido era una de las armas más fatales con las que enfrentar a Katharina, pues le impedía concentrarse. No obstante, en un acto de pura furia, liberó descontroladamente su poderosa y destructiva voluntad, agrietando el suelo y hendiendo la madera, enviando a volar las marionetas y derribando al asesino. Hubo sólo un instante de silencio, sólo un segundo que bastó para que Katharina expandiera su fría aura por todo el sitio, no sólo congelando el suelo, sino también inmovilizando a las marionetas.

Aún le dolía la cabeza y sentía que los oídos en cualquier momento estallarían, pero sabía que era hora de terminar el enfrentamiento. Cogió con firmeza su arma y esta empezó a soltar paulatinas chispas azules, evidenciando que algo grande estaba por suceder. El hombre seguía en el suelo cuando la hoja de la guadaña enemiga estaba apuntando hacia él. Su rostro fue la clara representación del horror que puede expresar un hombre al estar a puertas de la muerte. Y es que un enorme dragón envuelto en electricidad y llamas devoraba todo a su paso, estando a tan sólo centímetros de él. Sus gritos fueron acallados por el chirrido chispeante de la habilidad más poderosa de la Hoja de Argoria, haciendo desaparecer todo lo que alcanzó en una línea de poco menos de cien metros. La pared alcanzada dejaba ver un corte tan irregular como grande, las plantas fueron carbonizadas y el suelo quemado.

El combate había tomado más de lo esperado y las heridas no dejaban de sangrar. Las cuchillas de las marionetas, que ahora yacían inmóviles como estatuas de mal gusto, habían dejado cortes profundos. Nada más el roce con el aire le hacía arder las heridas, pero debía soportarlo. Cerró los ojos y se concentró en un último conjuro antes de dar por finalizada la pelea. Una luz brillante y dorada bañó el cuerpo de Katharina, cerrando las feas heridas y dejando la piel intacta, como si nunca hubiera sido dañada. Aunque el dolor hubiera cesado, la bruja no había recuperado la energía gastada.

Mientras luchaba le pareció haber oído un grito proveniente de la que debía ser la oficina de God Raiis, sin embargo, entre la ruidosa canción que había sonado y la descarga flamígera no pudo discernir nada. Al voltear la mirada se encontró a una Liliana Raiis horrorizada. ¿Acaso podía culparla? Todo lo que fue su hogar ahora sólo formaba parte de sus recuerdos, pues lo que tenía ante sus ojos no era más que un montón de escombros. No era muy diferente a lo que le había pasado a Katharina hacía casi trece años. Unos desconocidos irrumpieron en su casa y terminaron forjando su destino por ella. No era justo, pero la vida tampoco lo era. Sólo le quedaba aceptarlo y decidir seguir adelante.

—Estas cosas pasan —se limitó a decir Katharina para luego caminar hacia la oficina de God Raiis.


Última edición por Katharina von Steinhell el Miér 27 Nov 2019 - 3:40, editado 1 vez


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Nos parecemos... Y no creo que eso sea buena señal. [Priv. Lance & Kath] Empty Re: Nos parecemos... Y no creo que eso sea buena señal. [Priv. Lance & Kath] {Lun 26 Ago 2019 - 20:57}

El cerdo bípedo no paraba de gimotear, tratando de arrastrarse de un lado para otro. Aún en perfecto estado dudaba que fuese capaz de correr lo suficientemente rápido como para plantarse como un problema, pero con las piernas fuera de juego ya era incapaz de mover aquella barriga por encima de las tablas del suelo sin emitir quejidos de esfuerzo. Era gracioso pensar que una vida de lujos le había traído a este lugar, a ser incapaz de defenderse de cualquier forma posible ante un ataque a su persona y, aunque solo era capaz de estar en esa situación gracias al poder de Kath, era razón suficiente para que aquel señor se plantease su forma de vivir. A menos que quisiera repetir aquella situación, quien sabe lo que se le pasaba por la cabeza. De todas formas, yo tenía que realizar mi trabajo y los segundos no sobraban precisamente, así que me puse manos a la obra.

Cerré la mano y elevé solamente el dedo índice, del cual hice surgir una serie de chipas con velocidad, revistiendo el dedo en una especie de dedal azul eléctrico. Entonces, me acerqué a mi víctima mientras paseaba el dedo de un lado para otro, tratando de plantearme más amenazante -si eso era posible- a sus ojos. Me puse de cuclillas delante suya, aún preparado para que cualquier imprevisto surgiese, y toqué su frente con el dedo, transfiriendo parte de aquella energía a la cabeza del ricachón, el cual comenzaba a sufrir algunas convulsiones bastante ruidosas, acompañadas de gritos de puro dolor y pánico. No iba mal la cosa. La gente rica nunca había soportado bien la tortura y tendían a soltar la información clave rápido, y todo apuntaba a que esta situación iba a seguir esas mismas pautas. Así, levanté también el dedo corazón y convertí el dedal en uno un poco más grande, capaz de cubrir ambos dedos. Realmente no era sólido ni nada parecido, simplemente la concentración de poder daba dicha sensación, y eso jugaba a mi favor.  Formando una sonrisa viperina en mi cara, pregunté una vez que hubo dejado de retorcerse:

—¿Seguimos jugando? — Comencé a mover los dedos hacia la frente que ya habían tocado antes, poco a poco y desviándome del camino varias veces, como una madre que le da de comer a su bebé. — ¿O ya te rindes y me dejas marcharme?

Lo vi retorcerse sin necesidad de sufrir un ataque mío, simplemente el pánico había tomado las riendas y el miedo nublaba su mente. Entonces, sonó un ruido estremecedor desde la habitación donde había dejado a mi compañera de trabajo, uno que me hizo taparme los oídos al momento y apretar los dientes para no gritar. Una hilera de sangre comenzó a bajar por la mejilla, fruto del daño que estos habían sufrido. No escuchaba del todo mal, pero quizás no estaban en su mejor día. Tampoco lo estaba God, que se había desmayado o, quien sabe, muerto, ya que su cabeza se encontraba rodeada de un charco de sangre que procedía de los oídos. Él no había tenido tiempo de mover las manos y se había llevado el golpe de lleno. Y así era como volvíamos al comienzo… Habíamos entrado a esa casa, pasado por todo aquello y ahora me habían hecho perder la única posibilidad de conseguir información. Comencé a limpiarme la sangre con un papel que había tirado por la mesa, cuando me di cuenta de lo que había escrito: ‘’Cita de urología’’. No era nada importante para mi caso, pero me dio la idea de buscar ficheros en aquella habitación, y eso mismo iba a hacer.

Comencé a coger cajones del escritorio, buscar papeles, ficheros u objetos de interés y a dejarlos en su sitio, para no dar más trabajo a los marines que luego vinieran, pero la investigación no daba resultados. Entonces volví a escuchar otro ruido y, aunque tuve el acto reflejo de taponar nuevamente los oídos, esta vez no hizo falta. El sonido era ensordecedor, sí, pero no tan agudo como el anterior. Solo me hizo falta ver por la ventana del despacho para ser consciente de la razón: la mitad de la mansión había desaparecido y en su lugar había un surco que atravesaba decenas de metros… ¿A tanto había llegado la pelea? Me estremecí pensando en solo estar en medio, y, una vez pude volver a la realidad, reanudé lo que estaba haciendo, pero lanzando todo lo que no me era útil. Después de aquello no iban a tardar en venir las autoridades, más aún en este Grove. Tenía un contrarreloj bastante difícil de batir, quizás imposible. Suspiré y seguí buscando.

Entre mucha basura y contabilidad, en uno de los ficheros de la estantería encontré una serie de sobres bien cerrados que abrí, encontrando de cara una firma de lo que parecía ser Kavernish, aunque solo era su nombre, así que no era ninguna certeza que fuera de su puño y letra. Leí el resto: al parecer, para no levantar sospechas, se comunicaban con cartas que recibía el parque de atracciones, más exactamente el buzón de sugerencias, las cuales eran reenviadas al señor God por dictamen suyo. Estaba completamente prohibido abrirlas antes. Al parecer cada semana hacían un intercambio en el que el señor Raiis mandaba unos subordinados a encontrarse con Kavernish, y la transacción sucedía. Tenían una relación comercial en toda regla, y lo mejor era que siempre era en el mismo lugar: donde trabaja Kavernish. O al menos esa era la sensación que daba. Era una de las subastas humanas del archipiélago, una de la que no había escuchado nunca el nombre, así que no era muy relevante. Por suerte, eso nos libraba de enfadar a algún Tenryuubito. Sonreí y, tomando todos los paquetes que podía, fui a buscar a Katharina, esperando que estuviera en el lugar donde la había dejado.

— ¡Katharina, tengo lo que veníamos a buscar! — Vi el rostro de una muchacha y me apresuré a tapar el mío como pude. — ¡Te cuento por el camino, vámonos que no me haría gracia tener un cartel con mi cara mañana!
Comenzaría a correr en dirección al local que buscábamos y, si Katharina me dejaba, le explicaría lo que había descubierto, esperando tener por fin el paradero de aquella persona.


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