Cumpliendo el deber [Moderado Nivel 1] [ Galhard]

El buque de los marines había llegado a la isla de Copo. La temperatura había disminuido y claramente el clima del lugar no era para nada fácil de llevar. Ordenaron formar a todos los efectivos disponibles del escuadrón para recibir las ordenes del capitán. Tu formabas parte del grupo de novatos recientemente incorporados a la tripulación y pocas ideas tenías de lo que se debía hacer. Sentías el frio a pesar de estar abrigado con una gruesa chaqueta de lana y pantalones gruesos. Mirabas de reojo a tus compañeros quienes parecían estar más tranquilo que tú.

¡Atención!

La voz de uno de los oficiales en la cubierta resonó mientras el capitán aparecía por detrás de todo el  escuadrón y avanzaba a paso lento. Todos adoptaron una pose marcial y tu le seguiste el paso. El capitán mantenía una figura erguida y su semblante imponía respeto. Era un hombre bastante alto, llegando a los dos metros y medio de altura. Mantenía una barba y bigotes bien cuidados. Una cicatriz se extendía por encima de su ojo izquierdo y bajaba hasta su mejilla del mismo lado, claramente la huella que le había quedado de un posible combate importante.

Su discurso fue breve y conciso. Habías escuchado de muy buena fuente que el oficial al mando del barco en el que estaba a bordo era un hombre de pocas palabras y de más acciones. Lo demostró en ese momento, dando la orden de reabastecer los suministros, hacer el recuento de las armas y con ultima prioridad preguntar a la gente de la isla si tenía algún problema o si habían tenido noticias de la presencia de algún pirata. Fuiste asignado a la tropa que iba a descender a la isla e iba a realizar esto último. Tu y otros 9 compañeros tenían la orden de hablar con el alcalde y preguntar a otros pobladores sobre algún tipo de desorden. Se te asigna una espada y un rifle de alcance medio. Parece algo incomodo con el arma de fuego por que sabes muy bien que no sabes como usarla, pero por protocolo no puedes rechistar ante las ordenes de tus superiores.

Algunos minutos después, desciendes a la isla junto con tu grupo. Quien esta al mando es un muchacho un poco más alto que tú y el sargento le ha confiado la responsabilidad de los demás por ser el que más tiempo llevaba a bordo. Avanzan a través de un sendero cubierto por nieve y tras un par de horas avistan la villa de Copo.

Galhard acostumbrado al clima frío de su isla poco podía imaginar que llegaría a sentirse incomodo ante tanta nieve. El angosto camino cubierto por un gran manto de nieve había entumecido las piernas del joven que por sus adentros lo tedioso que resultaba portar aquél rifle. Recordaba haber disparado revólveres de pequeño calibre antes, pero su instrucción había sido puramente física y con espada. Aun así, la aventura que suponía seguir al marine al mando animaba al joven a resistir el frío y mantener sus quejas en la cabeza.

—¿La villa es aquella de allí jefe? Debe ser duro vivir aquí. Espero que ello haya disuadido a los piratas de acercarse a esta villa. Galhard decía en un tono alegre, tratando de romper el incomodo silencio que reinaba entre sus compañeros.

Tus compañeros vuelven la mirada hacia ti sin detener el paso. Todos te miran sin ninguna expresión en sus rostros para que luego de unos segundos, unas sonrisas de oreja a oreja aparecieran de improviso. Lanzaron carcajadas al aire y pronto todo parecía una fiesta de risas. Parecía que tu comentario les había hecho gracia. Uno tus compañeros, el más próximo a ti, se acercó a ti.

— Galhard ¿verdad? — dijo con la sonrisa aún en sus labios y pasando su brazo izquierdo por detrás de tu cuello -. Los piratas no reparan en el clima cuando se trata de fastidiar una isla.

— ¡Vamos a tomarnos unas cervezas! — gritó el jefe de tu grupo.

El grupo coreó un sonoro “si” y todos empezaron a marchar con ánimo. No sabes si es bueno estar tan relajado, ya que no sabes muy bien lo que te espera en la villa. Sin embargo, el carisma de tus compañeros te contagia y te dejas llevar por momento. Llegan a la villa y no parece haber nada fuera de lo común. Una señora carga en brazos a su bebe mientras que su esposo lleva en brazos las compras del día. La gente parece no inmutarse por la presencia de marines allí.

— Parece que todo va bien, no creo que haya mucho de lo que preocuparse — dijo uno de tus compañeros.

Buscaron la taberna de la villa y pronto la hallaron. La abrieron y se dieron con al sorpresa de que el lugar estaba lleno de gente. La música que producían los instrumentos de un grupo de tres sujetos subidos en uno pequeño estrado complementaban muy bien con el ambiente de tanto jubilo que se vivía allí. Tu grupo de compañeros y tu encontraron una mesa libre en la parte más alejada del resto. Una vez sentados pidieron una ronda de cervezas para pasar el rato. Ves gente jugando a las cartas, bebiendo cantaros de Whisky e incluso podrías pensar que el ron se ha acabado. ¿Qué demonios están celebrando?, te preguntas mientras tus compañeros comienza murmurar cosas y burlarse de algún que otro personaje con características peculiares. Uno de ellos es sin duda alguna un enano de cabeza rapada que se tambalean de un lado a otro sosteniendo un a botella de vino blanco con la mano derecha. Es en verdad un espectáculo que jamás podría olvidarse.

Galhard se alegró del súbito cambio de actitud sus compañeros y fue sorprendido por como se acercó uno de ellos a él. Parecía que todo iba a bien, con suerte este buen humor duraría lo mismo que la misión y no habría problema alguno. Siguiendo al pelotón llegó a la villa, en la cual reinaba una paz que contrastaba con el adverso clima que poseía.

Una vez en la taberna, contempló curioso el pintoresco ambiente que esta escondía en su interior. Parecía que toda la vida de la aldea se congregaba alrededor del local.
La música, dada por el escueto trío de músicos, dotaba de aun más vida aquel lugar. Mientras sus compañeros buscaban un sitio para reposar Galhard era incapaz de esconder su curiosidad frente a aquellas gentes, observando con atención cada detalle que hacían los lugareños. Quizás se trataba de alguna festividad pensó el chico mientras se incorporaba a la mesa nuevamente con sus compañeros.

—Desde luego la gente aquí sabe como divertirse.— Dijo el joven mientras reía con sus compañeros —¿Creéis que ese hombrecillo de allí pueda montar un alboroto o simplemente le dejamos hacer? Creo que bebió demasiado para él— Dijo Galhard murmurando jovialmente con sus camaradas, sabiendo que estos últimos aun se divertirían más observando al curioso habitante.

La puerta de la taberna se abre de manera brusca, casi como si alguien fuera arrancar del marco. Desde tu posición casi no puedes ver nada. Francis, el líder de tu grupo comenta que una mujer esta de pie en la puerta sin hacer nada. Notas que la gente vuelve sus miradas hacia la puerta. De pronto, la puedes ver, dando pasos muy lentos.

— ¡Auxilio! — grita ella con voz desgarradora — ¡Por favor! ¡ Que alguien me ayude, mi hija se muere!

Rompe a llorar y se desmaya, golpeándose la cabeza contra el suelo.  La gente se ha quedado petrificado y horrorizada por aquella situación. Nadie se atreve a moverse. De pronto e inesperadamente, 4 de los 8 que te acompañan se ponen en pie y corren a donde esta la mujer. La cargan y piden al tipo que sirve los tragos una cama vacía. El jovenzuelo que estaba sirviendo las bebidas conduce a tus compañeros por una escalera, mientras tu y los otros marines preguntan a los presentes si hay algún doctor en la isla.

— Desde la semana pasado no lo vemos — respondió uno de los hombres que estaba por comenzar a beber su jarra de espumosa cerveza.

Francis parece molesto y hace un gesto para que lo sigan. Caminan a paso apresurado hasta llegar a la escaleras. Cuando llegan a la segunda planta, ves a dos de tus compañeros fuera de una habitación. Todos entran en la habitación y notas que el cadete al que todos apodan Rabbit, está sentado en el borde de la cama, revisando a la mujer con una pequeña linterna.

— Su pulso está estable, aunque débil. Parece que está en un estado de desnutrición por la textura rugosa de su piel y la fragilidad de su cabello. Tiene los músculos disminuidos de volumen y casi si le notan las costillas.

— Kevin y Ray, averigüen donde vive esta mujer. Galhard, Mathius y yo iremos a la casa del doctor de la villa. Veremos si encontramos alguna medicina para que podamos usar. Los demás quédense aquí, cuando regresemos, quiero toda la información lista.

Cuando Francis termina de hablar, todos se apresuraron para cumplir las órdenes del líder. Sigues a Francis y Mathius, el cadete más alto de tu grupo y que parece ser el más fuerte, al primer nivel. Preguntas por la casa de doctor. Una vez conseguida la información, ustedes tres marchan a prisa para llegar a lugar indicado.

Galhard obedeció las ordenes de quien estaba al mando, sabía que si se trataba de una desnutrición muy probablemente una medicina no ayudaría mucho a contrarrestar los efectos de ella. Pues la mujer se recuperaría con buena comida y reposo, pero a Galhard le preocupaba lo que los lugareños habían comentado. ¿Un doctor que desaparece durante días? Eso podía ser serio. ¿Que sería de esta aldea si su doctor se encontraba en problemas? Galhard en silencio siguió a sus compañeros en busca de la casa del doctor, la presencia de Mathius confortaba a Galhard, sabía que podría hacer frente a cualquier peligro si colaboraban Francis y él como apoyo a Mathius.

-Una vez sepamos del doctor deberíamos acudir a la casa de esa mujer, podría haber familiares que también requieran de nuestra ayuda compañeros.- Dijo Galhard mientras trataba de ver la casa del doctor en la lejanía de la nevada aldea.

Las nevaradas aumentan por momentos incluida su intensidad, llegando a tener que parar por la cantidad de frío que hace. Algunos de tus compañeros se detienen, pensando en sí es bueno continuar por un simple doctor. Alguno incluso comenta en voz alta que deberíais daros la vuelta, quizás sea mejor que los calmes un poco y les motives a continuar, al fin y al cabo estáis ahí para ayudar a las personas y no para rendiros tan fácilmente.

Hagas lo que hagas, llegáis hasta la entrada de la casa del médico. Es la única casa en todo el lugar y no parece haber nada más a su alrededor salvo bosque. Desde afuera no se ve ninguna luz y la puerta está entreabierta. Por vuestra propia seguridad y, para resguardaros de la nieve que os cala los huesos entráis.

En otras condiciones la casa, a pesar de ser pequeña sería muy acogedora; sin embargo, tiene un aspecto lúgubre y decadente. De hecho, os provoca una sensación de desasosiego. La sala en la que estáis hay un sofá sucio y raído, una chimenea que parece haber tenido hace poco ascuas y, sobre esta, el cuadro de una bella mujer. La dama de cabellos negros, y ojos esmeraldas tiene la mirada fija en vosotros en todo momento, incluso parece seguiros con la mirada si os movéis, pero solamente son imaginaciones vuestras debido a la intranquilidad. Sería un buen momento para empezar a investigar.

Galhard se cuestionaba, al igual que sus compañeros, cada vez más la lógica de buscar al doctor para tratar la desnutrición de la mujer, ya que tratándose de algo, que como ya había concluido antes, no necesitaba una vigilancia medica exhaustiva y solo una buena alimentación. Aún así algo de todo esto le tenía demasiado intrigado y una aldea dependía de la seguridad de su doctor para sobrevivir, más en unas situaciones de clima tan extremos como este. El joven dirigió unas palabras de apoyo a sus compañeros, con el deseo de mantener el ímpetu del grupo vivo.

-Sabemos del cierto que la mujer, de estar bien alimentada no correrá peligro, pero eso no solucionará el problema que podría suponer para el pueblo que el doctor esté en apuros... Como soldados nos debemos al pueblo y nuestro objetivo es asegurar que el doctor se encuentra fuera de peligro amigos míos. El líder del escuadrón y los aldeanos confían en nosotros para esa tarea y nunca les defraudaríamos. Somos soldados de la Marina, unos copos de nieve más no van a detener nuestro empeño. Cuando volvamos y nos aseguremos de todo, lo celebraremos con una buena jarra de hidromiel. Invito yo esta vez. -

El recluta pensó en sus adentros que el doctor debía ser alguien excéntrico si se había instalado tan lejos, siendo su oficio un servicio vital. La casa estaba abierta y no parecía que hubiese nadie en la casa más que un silencio abrumador y un llamativo cuadro de una mujer, sus ojos, color esmeralda, parecían de otro mundo, contrastando con el descuidado aspecto de la casa... Desde luego no sería un hospital donde Galhard estaría dispuesto a pagar una consulta. Los demás soldados, aún tiritando por la nieve, empezaron a mirar distintas esquinas de la habitación principal, comentando entre ellos que el cuadro parecía seguirlos con la mirada. Por otro lado Galhard, frotando sus manos para hacerlas entrar en calor, decide acercarse a las brasas humeantes de la chimenea. Quizás el doctor se encontraba en el piso de arriba o por alguna suicida razón había salido en medio de la tormenta por alguna emergencia.

-Mathius, Francis, iré al piso de arriba me gustaría que alguno de vosotros se quedase cerca de las escaleras mientras uno sigue investigando la sala. Si hay algún problema dispararé el rifle. ¿Os parece bien la idea?

Subes al piso de arriba, los escaleras no parecen estar en mal estado, pero cuando llegas los tablones resuenan al pisar. Quizá sea por la humedad o por el mal tiempo, pero no es nada de lo que debas preocuparte. La parte de arriba de la casa parece estar en mejor estado que la parte de abajo, hay muebles que contienen imágenes y puedes ver varios retratos de un hombre con una niña pequeña. Parecen felices, quizá sean familia. En la parte de arriba hay dos habitaciones con la puerta cerrada. La de la izquierda parece estar entrecerrada mientras que la otra está cerrada del todo, quizás tengas que tirarla abajo.

El marine contempló durante unos segundos sus opciones, pese a que la puerta cerrada no parecía muy difícil de forzar e iba a suponer más trabajo mirar primero en la habitación entrecerrada decidió decantarse por esta última, habían irrumpido en una propiedad privada pero eso no dotaba al marine de total impunidad para tirar la puerta abajo sin barajar las opciones más recatadas antes.

-Holaa ¿Hay alguien por aquí? Somos soldados de la marina, el pueblo nos ha comentado la ausencia del doctor de la isla y nos hemos acercado a esta casa, hay una señora que necesita asistencia medica
¿Todo bien en esta casa?

Escuchas un ruido, un objeto cayendo al suelo como si fuera de vidrio. Si te asomas, puedes ver a un hombre tirado en el suelo con una botella en la mano apoyada en el suelo y vertiendo el alcohol de dentro. Huele mal, como si fuera una destilería, pero eso se debe a la cantidad de botellas que hay en la habitación. Si avanzas, tendrás que esquivar las botellas que hay por el suelo.

El borracho murmura algo, parece que sigue con vida de momento aunque eso no quita que tenga grandes cantidades de alcohol en su cuerpo. Sobre su pecho hay una foto, si la coges y la miras bien, es él junto con una niña pequeña, pero en mejores tiempos seguramente.

-Y tfu ffien ereshh - masculla con los ojos entrecerrados, pero enseguida vuelve a cerrarlos del todo.

Puedes seguir investigando o ayudarle para ver si le sonsacas información sobre el doctor.

El joven se acerca al borracho y lo toma de la mano libre con cierta preocupación.

Soy un marine, estoy buscando al doctor que dicen que vive en esta casa ¿Por casualidad es usted? Hay quien necesita ayuda de inmediato  

Dentro de él se albergaba la esperanza que no fuese el doctor pues de poca ayuda serviría alguien que apenas puede articular palabras y mucho menos mantenerse en píe.