¿Nunca has tenido un mal día? (Privado Frosty- Lexy)

Era una bonita mañana en aquel pequeño puerto de Baterilla. Los ciudadanos hacían sus quehaceres diarios en la plaza central de la ciudad mientras que los marineros, estibadores y piratas hacían sus labores en el puerto. Yo había llegado desde un barco de pasajeros hasta la isla hace apenas un par de horas. Llevaba mi pelo azul suelto, mi camiseta blanca de asas y un short marrón acompañado por unas grandes botas , dejando así ver los tatuajes de mi brazo y muslo. No llevaba armas grandes a la vista, solo dos pistolas en dos cartucheras atadas a la cintura.

El viaje había sido duro y no me apetecía tener que seguir en el puerto, así que opté por dirigirme a la taberna más grande de la ciudad, "Molly Sweet", que tenía fama de repartir una excelente cerveza. El problema es que para llegar a ella había que subir a la parte alta de la ciudad, y para ello, había que subir una gran escalinata. Así que me puse manos a la obra y comencé a subir.

Nada más llegar a la parte superior de las escaleras pude ver la taberna a pocos metros de ellas. Así que decidí entrar en el local, sentarme en uno de los taburetes de la barra y pedir una cerveza al tabernero. La taberna estaba llena y apenas cabía un alfiler y algunos clientes se alejaron de mi al verme la cara, pues sabían quién era. Otros directamente ocultaron sus botellas de vidrio de mi vista mientras que el tabernero me servía una cerveza al son de : "Que aproveche señorita".

Llegué a Baterilla, no sabía como había viajado tanto desde el North Blue, supongo que hubo un punto en el que me perdí de buscar tantas riquezas y simplemente me dejé llevar. Descargué junto a otros pasajeros en un barco de turismo sin mucho que destacar. Bajé por las escaleras y llegué al muelle. Nada más llegar lo primero que llamó mi atención fue la preciosidad del lugar. Todo estaba lleno de flores, árboles y con una brisa cálida. El lugar perfecto para tomarme un descanso en el viaje.

Seguía llevando mi sudadera que me cubría el cuerpo totalmente y unos pantalones vaqueros marrones largos, además, llevaba mi siempre fiel bastón atado a mi espalda preparado para cualquier imprevisto. Me dirigí al centro de la ciudad con movimiento ligero, aunque de vez en cuando me iba parando a descansar, ya que mi destino era ir a comer y beber algo en la taberna y había que subir un gran trecho antes de llegar y como no tenía prisa, me lo tomaba con calma.

Por fin llegué a la cima y vi una taberna, que poner una taberna en lo alto de una colina seguramente no fuese la idea de negocio más... ideal, pero cada quien con sus ideas. Entré en la taberna y todo estaba bastante lleno excepto un lugar en la barra alrededor de una chica de pelo azul. Mi instinto me decía que obviamente no era trigo limpio, ¿pero que mas da? Gracias a eso tenía un lugar donde sentarme. Así que me senté en uno de los taburetes libres a su alrededor y pedí al camarero un vaso de agua con un plato de carne. Toda la humedad del lugar me estaba dejando seco.