Abbigail vs. Blue Tangerine

Había conseguido mandarlo a volar sin sufrir daños, pero no parecía sorprendido, su actitud era extraña. De aquella pataleta que se había cogido por lo del Log Pose había pasado a un estado mental más calmado, o al menos eso podía deducir por su actitud. También podía deducir otra cosa, estaba subestimándola.
«Todos y cada uno de ellos...» pensó. No olvidaría su objetivo de sacarle información a Tangerine, pero debía castigar aquella actitud. Estaba francamente cansada de esa actitud generalizada hacia ella -salvo por Raion y Braud- y, para bien o para mal, Blue Tangerine sería su desfogue personal; o intentaría que lo fuera, por lo menos.

Repasó mentalmente el equipo que había traído al inicio de aquella carrera: sus armas habituales, la munición y, además, un dial láser, uno eléctrico y uno de hielo, ninguno utilizado hasta el momento. También tenía aún sus granadas cegadoras... estaba bien servida. ¿Y sus habitantes? No habían cambiado la distribución: dos en la capilla con una pistola cada uno y un dial de hielo cada uno (aunque con dos disparos en vez de tres), otros dos con flechas ácidas, otro en la balista; uno en cada brazo con un dial láser, uno de fulgor y un revólver cada una; y en cada pierna otro pero armados con un dial de humo y uno de araña cada uno (los de araña con solo un disparo). Por último, el vigía de su espalda con tres granadas cegadoras y flechas rápidas. Su réplica estaría también en el mismo sitio, cargada con un rifle francotirador común y su munición normal.

Guardó su revólver y echó mano del rifle Assiah, corrigiendo su postura para poder compensar el peso del rifle. Además, sacó de uno de sus bolsillos el dial de rayo, acoplándolo a la ranura de diales del rifle, que pasaría a empuñar con ambas manos a la vez. Con eso podía empezar, pero antes tenía que dar un aviso a sus habitantes.

«Como siempre, apuntad a brazos y piernas. No vamos a matarlo, pero no necesita moverse para vivir. Abriré la ventana de la espalda, estate atento» transmitió aquella orden mental a sus habitantes, que se prepararon para intentar inmovilizarlo cuando Abi diera la orden. No actuaron aún, la beata prefirió mantener el área de su Shiro Shiro no Mi activa abriendo solo la ventana de su espalda para que pudiera estar atento a cualquier cosa que pasara detrás suya -aunque el joven encargado de la balista sí que aprovechó para cargarla, aunque no disparara aún-. Había visto que le gustaba mucho usar sus piernas, tendría que estar atenta por si se trataba de un luchador rápido.

Activó el dial de rayo que tenía acoplado en su rifle, saltó hacia atrás para poner algo más de distancia entre ellos -así se aseguraba de poder usar su Akuma en condiciones si era necesario- y disparó un total de dos veces, una apuntando al pecho del okama y otra apuntando a su rodilla. Las dos balas irían cargadas con electricidad que venía del dial, así que esperaba que el pequeño shock hiciera algo de daño extra.

Dos disparos de diez, le quedaban ocho eléctricos antes de recargar. Y debía darse prisa, debía llegar al puerto antes de que zarparan todos o estaría en problemas.

La sonrisa de Blue Tangerine parece estar ocultando algo, aunque quizá tan solo esté pensando como derrotarte y eso le haga exageradamente feliz. Flexiona sus piernas y en el momento en el que tu dedo presiona el gatillo de tu rifle, empieza a dar pequeños saltitos de izquierda a derecha a una velocidad que te cuesta seguir. De pronto, un zumbido y desaparece, haciendo que tus disparos sean fallidos.

Cuando quieres percatarte de la posición de tu contrincante ya está sobre ti. Ha aparecido justo sobre tu cabeza, lanzando dos poderosas patadas que crean dos ondas cortantes que avanzan rápidamente hacia tu posición formando una “equis”. Tras eso, con una voltereta cae sobre el suelo a unos cinco metros de ti. Su rostro parece cansado, pero sigue manteniendo esa mueca de felicidad.

Se estaba moviendo bastante más rápido que antes, ¿ahora era cuando se empleaba a fondo? Pero eso no era lo que llamaba la atención de la monja, su atención estaba más centrada en su expresión. Ya no estaba furioso como antes, ni alterado como durante su discusión con Jimmy, ahora parecía estar... ¿feliz? Abigail parpadeó, los saltos le había costado trabajo seguirlos -y tampoco había podido seguirlos del todo - pero ahora de repente había desaparecido.

Durante una fracción de segundo se quedó en silencio y, entonces, lo vio. El retardo fue muchísimo menor que la primera vez que tuvo aquella sensación, pero pudo "ver" o al menos "presentir" las ondas cortantes alcanzando su cabeza desde arriba, como si viera el resultado de aquellos actos, era... Igual que cuando "vio" la patada del agente Omega impactando en su cabeza aquella vez. Eso sí, no pudo ver cómo las había generado. En cuanto tuvo aquella visión giró el rostro para localizar a su oponente y, en lugar de contraatacar, simplemente intentó desplazarse, aquellas ondas cortantes iban demasiado rápido como para poder neutralizarlas ahora mismo.

La visión cinética, es decir, la visión de movimiento, que tenía ayudó bastante a poder ver esa onda cortante y poder moverse bien, pero la rapidez de aquellos cortes terminaría por superarla. Parte de los daños fueron a su pierna y brazo izquierdos, las extremidades que se quedarían más atrás en el momento de esquivar. Abigail gruñó de dolor, jadeó y pasó a abrir todas las ventanas y puertas en las que había alguien apostado. Podía notar la sangre correr... iba a necesitar vendas cuando acabara con él. Por suerte el impacto no había sido lo suficientemente fuerte como para inutilizarle las extremidades, debía dar gracias a la resistencia natural de su cuerpo, si eso hubiese impactado en su cabeza... no habría sido bonito.

Tangerine estaba ahora a un lado, a cinco metros de distancia. Parecía algo cansado, pero mantenía esa mueca de... ¿felicidad? ¿Por qué la sonrisa? La novicia decidió cambiar de planes a causa de aquel aparente problema de personalidad del okama. Primero sustituyó el dial de rayo -que solo había efectuado dos de diez disparos- por el dial de hielo.

«Preparáos. No creo que mi predicción vuelva a activarse, necesitaré todos vuestros ojos y que actuéis sin mi señal si es necesario» transmitió aquella orden antes de volver a atacar. Se abrieron ventanas en pecho, hombros, rodillas, más la de la espalda que ya estaba abierta. Quedaban puntos ciegos, evidentemente, pero no podía cubrirlo todo con sus capacidades actuales y sus habitantes actuales. Sus habitantes se prepararían, empuñando las armas que les habían sido asignadas.

Respiró hondo, se bajó la capucha de su hábito y sus ojos empezaron a brillar con un color turquesa, aunque no le tenía puesto ningún nombre "oficial" ella lo solía llamar Aqua Focus. Ahora que su precisión estaba mejorada, confiaba en poder seguir mejor los movimientos del pirata y en poder apuntar mejor y, quizá, poder atinarle con las balas heladas. Volvió a disparar un par de veces, pero esta vez apuntaría a su otra rodilla, a la izquierda, y el segundo disparo iría a su entrepierna. Quizá un poco de frío y hielo fuera suficiente para enfriarle las ideas.

—¿Por qué estás tan feliz, Blue? A este paso lo único que te espera es el calabozo. Pero si me cuentas todo sobre esa conversación tuya con Madame Rouge te dejaré ir. No conozco tus crímenes y no necesito tu Wanted para comer —exclamó durante su ataque. Dudaba que fuera a funcionar, pero ya tenía el log pose para poder continuar, no pasaba nada por decirle que era cazadora y que, si era derrotado, no se limitaría a robarle, si no que pasaría el resto de sus días en las prisiones del Grand Line.

Mantuvo las piernas flexionadas para que no se repitiera lo de antes y volvió a gruñir de dolor por sus extremidades dañadas.

Ni siquiera se molesta en moverse ante tus disparos, pero justo antes de que golpeen en ella hace un perfecto fouette, esquivando la bala que se dirigía a su entrepierna, pero recibiendo la otra que choca sobre ella haciendo un ruido metálico muy extraño e hiela su pierna de apoyo, haciendo que su giro vaya cesando muy lentamente hasta parecer una estatua sobre una pierna.

El okama parece emitir una desagradable y aguda risa burlona justo después de tus palabras. Te mira fijamente y no concuerda en nada con lo que dicen las noticias sobre él.

—Vaya, vaya —Exclama, sin apartar la vista de ti—. Respóndeme a un par de preguntas… ¿qué te hace pensar que la Madame con la que hablaba se trata de Madame Rouge? ¿Y porque tú, Abigail Mjöllnir, está colaborando con Bernard Van Halen? Si me respondes a eso. Quizá conteste yo a una de tus cuestiones. Eso sí… la pregunta deberá ser coherente y concreta.

Entonces, la vista se va para el combate de Raion. Su oponente parece una máquina que se ha anclado al suelo. Tu mantra te alerta del peligro casi por instinto, y escuchas algo así como una cuenta atrás. Creo que te queda poco tiempo.

El sonido metálico de la bala chocanco contra su pierna agitó ciertos recuerdos de Abi. Cuando despertó su predicción oyó y vio algo muy similar en un... ¿Agente? Y para más inri, ¿había dicho su nombre? Abigail, inmediatamente, canceló el uso de su Akuma, cerrando la fortaleza por completo y guardando su rifle.

—¡Todos, alto el fuego!

Era cierto que no conocía sus crímenes, pero su actitud era distinta a lo que se decía de él, casi parecía alguien distinto al del cartel. El okama también sabía que colaboraba con Bernard, pero eso podría ser por haberla visto desembarcar, la fragata del Shichibukai era algo grande. Las dudas de la beata no eran tanto porque supiera que viajaba con él, una de las preguntas era por qué parecía importarle o molestarle.

«¿Cómo sabe mi nombre? Apenas se sabe de mí en el North Blue y los únicos que saben a ciencia cierta mi nombre y apellidos son los que manejan las licencias... ¿del gobierno?» pensó, pues en aquel momento no era tan conocida como para que piratas del Grand Line supieran quién era. Los únicos organismos que podían conocer ahora mismo su nombre completo eran... bueno, los organismos que verificaban su licencia y sus cacerías: Marines y el gobierno en general.

—No conozco muchas Madame que tengan relación con un "Jimmy" como el que debíamos buscar para poder seguir la carrera, fue una suposición —respondió. Había sido una suposición algo arriesgada, pero era lo único que podía concluir con los datos que tenía —. El líder del Gremio Bohemio de cazadores quiere la cabeza de Eduard Jefferson y soy una de las cazadoras a las que ha acudido, Bernard estaba en el local del gremio y su barco era el único lo bastante grande para llevar a uno de mis compañeros, eso es todo —seguía sin estar demasiado contenta con el encargo, dejando a un lado la absoluta falta de información el hecho de que sea un encargo más por "venganza" que por justicia -aunque Braham les había asegurado que era poco menos que monstruo- no terminaba de convencerla.

Para su sorpresa su predicción volvió a activarse, aunque esta vez no la avisaba de ningún ataque, era una predicción muchísimo más "general" y que simplemente significaba: Peligro. Giró la vista, pudiendo ver gracias a su visión mejorada que el oponente del Mink era una especie de máquina que había comenzado una cuenta atrás. No sabía qué era, pero tenía que resolver aquello rápido y salir corriendo.

Estaba casi segura de que aquel hombre, Tangerine, no era quien decía ser, pero no quería malgastar esa pregunta con eso. Una pregunta coherente, concreta, que fuese útil... Recordó el ataque que sufrieron en el interior del barco del Shichibukai. No lo tenía demasiado vívido, pero sí lo suficiente como para hacer dudar a la monja. Recordaba algo de "orden" y... Cipher... Pol. Aquel ser-rata, a pesar de haber participado en el ataque, había sido perdonado por ejecutar a otro de los intrusos.

Tenía solo una pregunta y muy poco tiempo, así que elegiría una de respuesta muy breve, de sí o no, no le quedaban muchos segundos si se fiaba de aquella cuenta atrás que escuchaba. Tenía muchas ganas de saber todo sobre esa llamada, pero la llamada de atención sobre el Shichibukai despertó algunas de sus alertas.

—Bernard Van Halen... —dijo primero —, debo desconfiar de él, ¿verdad? —habría preguntado el por qué de que lo supiera, o el por qué de que le pareciera mal la colaboración pero esas preguntas eran complicadas y, si estaba en lo cierto y era del gobierno, no había muchas posibles respuestas a eso. Ante las dudas no preguntó para saciar su curiosidad, preguntó para asegurar su propia supervivencia.

Esperaría la respuesta y, en cuanto la obtuviera, saldría corriendo de allí para evitar lo que fuera que fuera a ocurrir cuando acabara la cuenta atrás que estaba escuchando.

Blue Tangerine muestra una sonrisa y antes de que te des cuenta se coloca a tu lado. Si hubiera querido matarte, en ese momento, podría haberlo hecho. Hace un barrido con sus ojos, observando todos tus gestos, clavándolos finalmente sobre los tuyos. Tiene una mirada tan penetrante que parece estar analizando lo que se oculta en lo más profundo de tu ser, sabiendo si estás mintiendo o estás diciendo la verdad.

—No te fíes de nadie —dice el Okama, cuyo tono de voz cambió de repente—. Pareces de confianza. Así que no pienso matarte aquí, pero recuerda mis palabras —Luego señala con las cejas al lugar donde están Raion y Braud—. Yo me iba de aquí si fuera tú.

Después de decir eso, como una brisa de aire, se marchó del lugar. Ha sido una situación rara, ¿verdad? Pero en algo ese hombre tiene razón… Parece que uno de los hombres va a explotar, quizá sería buena idea volver al puerto, después de todo tenéis el log pose.