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La Mafia petrolera [Privado] [Hazel & Yuu] [Pasado] Empty La Mafia petrolera [Privado] [Hazel & Yuu] [Pasado] {Lun 20 Jul 2020 - 1:03}

La compuerta del hangar se abrió, dejando entrar al Loki al interior de este. Yuu estaba esperando en el lugar donde este iba a aterrizar, vestido con una camisa blanca abrazada por un chaleco azabache. Con las manos por detrás de su cadera, observó como lentamente sus hombres anclaban el barco volador en su sitio correspondiente, tardando unos cuantos segundos en detener por completo sus motores. El puente bajó hasta la cubierta, otorgando a sus tripulantes el acceso al Ragnarok. El primero en cruzar la pasarela fue el hombre que estaba esperando Yuu. Vestido como un ejecutivo, con un traje negro con rayas blancas, uno de los principales contratistas del mercenario en los últimos meses puso por primera vez un pie en la gran embarcación. Era un hombre de mediana edad, con unas ojeras bastante marcadas y un peinado castaño engominado hacia un lado, con un mechón de pelo cayendo en su frente.

—Veo que no exagerabas hablando de este barco. Sencillamente impresionante, Blade —dijo, mientras se colocaba delante del capitán del Ragnarok y observaba sutilmente su alrededor—. He de admitir que no estoy acostumbrado a las alturas —prosiguió, con un tono bastante serio y elegante. Acto seguido, le tendió la mano a su anfitrión—. Hasta ahora creo que solo habíamos hablado por caracolófono. Un placer conocerte en persona, Blade.

—El placer es mío, Oswaldo —aceptó el apretón de manos, el cual fue rápido pero intenso. Yuu quiso mantener el mismo tono que su invitado, por el bien de los negocios. Era su primera reunión formal con su contratista a petición del mismo, y Yuu pensaba que lo mejor sería mantener esta actitud con él hasta que pudiera coger más confianza si salía la oportunidad—. Sígueme, vamos a mi despacho.

El pelinegro acompañó al hombre por los pasillos y ascensores del Ragnarok, no tardando más de cinco minutos en llegar. A su contratista, por otro lado, le pareció que el trayecto fue más corto de lo que realmente fue. Su mirada relucía mirando todo lo que sucedía en el barco, como si estuviera presenciando una tecnología nunca vista. Yuu supuso que no haría preguntas al respecto, y realmente sintió alivio porque no las hiciera. Al fin y al cabo, no sabría responderle porque no tenía ni idea de cómo semejante bestialidad de barco podía permanecer en los cielos.

—Hemos llegado. Ponte cómodo —abrió la puerta de su despacho y le hizo un gesto con la mano señalando uno de los sillones rojos con adornos de oro que había delante de su escritorio. Cuando Oswaldo pasó, Yuu cerró tras de sí y se dirigió al estante de bebidas—.  ¿Quieres algo de beber?

—Si pudieras ponerme una copa de coñac, te lo agradecería.

—Vale… —contestó en voz baja, a la par que buscaba la botella indicada. La cogió con suavidad y acercó un vaso mediano a esta, llenando medio vaso de este licor. Guardó la botella y le dio el vaso a su invitado. A él, de momento, no le apetecía beber. Por lo tanto, fue directamente a sentarse en su sillón detrás del escritorio. Sacó un cigarro de una de las cajas que guardaba en uno de los cajones, y lo encendió con el encendedor que tenía siempre sobre la mesa. Le dio una calada y dejó el tubo en el cenicero más cercano—. Bueno… Ahora que ya estamos aquí, podemos empezar. ¿Qué es tan importante como para que vengas a verme en persona?

—Son varias cosas que te atañen directamente, Blade. Esta clase de cosas siempre prefiero hablarlas en persona, pues no me gustaría que nadie acabase escuchando nuestras conversaciones por el caracolófono. Veamos… Empezaré por esto. No sé si ya habrá llegado a tus oídos, pero… —abrió su chaqueta y sacó una especie de cartel enrollado. Se levantó y lo puso encima del escritorio para que Yuu viera su contenido—. Ábrelo.

—A ver… —el mercenario abrió el cartel y presenció con su ojo su propia recompensa—. No es poco dinero, no. Parece que no tenían suficiente con los casi sesenta que me habían puesto. Me puedo imaginar el porqué.

—No voy a pedirte explicaciones, Blade. Solo avisarte de que estos ya están repartidos por todo el mundo, y la gente ha empezado a hablar de ti. Esto realmente no es por lo que he venido, tranquilo.  He venido para ofrecerte algo que difícilmente vas a poder rechazar. Hace poco ha llegado a mis oídos de parte de uno de mis informantes un soplo de un recluta de una mafia. Resulta que hay una operando en las entrañas de Big P, una plataforma petrolífera del Gobierno.

—¿Y eso a mí en qué me puede interesar? —cogió el cigarro del cenicero y le volvió a dar otra calada. Esta vez, no lo volvió a dejar y lo mantuvo en su mano, apoyando el codo en el escritorio.

—Bueno… Digamos que he escuchado que roban petróleo y tienen un negocio de contrabando con el que parece que les está yendo muy bien.

—¿Les roban petróleo al Gobierno? Vaya… ¿Cómo demonios hacen eso sin que se enteren?

—Eso es algo que se escapa de la información que poseo, por desgracia. Si te interesa la oferta que voy a hacerte, tendrás que averiguarlo por ti mismo.

—¿Estamos hablando de un contrato? —alzó la ceja el mercenario.

—Esta vez no. Sé de tus habilidades, y esta vez es solo una oferta de negocios de mi parte.

—Bueno, si lo que me vayas a decir me puede reportar capital, sigue hablando.

—Te puede reportar mucho capital, te lo aseguro. La oferta en cuestión acarrearía que tendrías que ir tú mismo a investigar. Hay dos opciones. La primera sería extorsionar a su superior para que trabaje para ti, y la segunda sería matarlo y adueñarte de esa mafia.

—Suena bien, Oswaldo. Suena demasiado bien, sobre todo porque soy capaz de hacerlo. Pero, yo me pregunto una cosa. Si esto es una oferta de negocios de tu parte… ¿Qué sacas tú de todo esto?

—Claramente, como yo he puesto en tu mira este grupo de mafiosos… Yo me quedaría un beneficio de lo que se saque con el contrabando de petróleo. El porcentaje lo discutiríamos cuando cumplieras tu parte y, bueno…

—El treinta por ciento. Si consigo avasallar a esa panda de mafiosos o tomo el control de ellos, te quedarás el treinta por ciento de los beneficios. ¿Te parece buen trato? —tras tantos años de hablar de dinero, a Yuu se le había quedado todo el tema de los porcentajes. No sabía calcularlos como tal, pero sí que sabía de qué hablaba cuando se refería a ellos.

—Tajante. Me ha quedado claro que no te andas con chiquitas, Blade. Muy bien, me quedaré con el treinta por ciento de los beneficios si logras lo que te he propuesto. Si te parece bien, voy a darte los detalles al respecto.


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La Mafia petrolera [Privado] [Hazel & Yuu] [Pasado] Empty Re: La Mafia petrolera [Privado] [Hazel & Yuu] [Pasado] {Jue 23 Jul 2020 - 21:18}

«La senda del placer, ya. Más bien la senda del masoquismo». Los pensamientos se escaparon al vacío de la habitación desde los labios de la albina, quien se encontraba de pie frente a la ventana de su estancia, apoyada en la pared mientras miraba a través del cristal al exterior. El viento agitaba el mar y hacía vibrar la ventana cerrada, las puertas abiertas se cerraban con las ráfagas solo para volver a abrirse mientras las olas rompían contra los escarpados acantilados que bordeaban la isla. Al menos el sol parecía odiar tanto a esa isla como el mundo a ella, lo que le ahorraba el tener que usar sus gafas de sol o ir con veinte capas de ropa… Si no fuera por el frío.

—Desde luego… Tengo que comprarme un eternal pose cuando vuelva a Whiskey Peak para ahorrarme tener que dar estos rodeos —suspiró, apartándose de la ventana para mirar el cuarto en el que se iba a quedar. Era pequeño, con una cama individual que apenas se ajustaba a su estatura por los pelos, una percha y un escritorio. Ni siquiera tenía baño propio y andar de un lado a otro no era una opción. Era más cómodo saltar la cama… Al menos así había sido hasta que decidió empujarla contra una esquina, teniendo un pasillito en cuyo fondo había acomodado sus pertenencias, en el suelo, a excepción de la planta que se había llevado de su visita a Great Palm, cuya maceta reposaba sobre el escritorio, al igual que el pequeño DDM que el rubito le había ofrecido para poder comunicarse. No es que tuviera interés alguno en ello, claro. Pero hubiera estado feo de su parte rechazarlo tras las molestias que se había tomado. Al final el trabajar junto a ese pichón no había estado tan mal… Negó, rodando los ojos antes de echarse en la cama.

¿Y ahora? Le tocaba esperar hasta que la tormenta amainara un poco para que el barco que realizaba la ruta inversa zarpase y eso podía tomar varios días, una semana incluso. Para colmo de la situación, la isla no solo estaba cubierta por nubes de lluvia, sino que un terrible tufo procedente de la central petrolera terminaba por encapotar los cielos, llenando las calles de su desagradable y perjudicial olor. Tanto CO2 en el ambiente parecía empezar a afectar a sus habitantes. Como explicar, sino, que la primera persona con la que se cruzó intentara abrazarla y llenarle la cara de babas a base de besos. Si no estuviera en una isla del gobierno con semejante vigilancia le hubiera dejado en urgencias médicas. Al no poder se quedó solo en una bofetada y un empujón.

Se revolvió en la cama, acabando por fijarse la vista de nuevo en el escritorio tras un rato sin poder siquiera plantearse el dormir. No tenía sueño, joder. No quería quedarse tirada durante tres días para evadir a los subnormales perdidos esos. Al final, se levantó con resignación y abrió el primer cajón del cuarto. Dentro había una serie de mascarillas de tela, dejadas ahí por el dueño. Al parecer tras tantos clientes pidiéndole que les consiguieran una lo habían añadido al precio, y había de varios colores. La albina, como era de esperar, cogió una negra a juego con sus vaqueros de tela oscura, su chaqueta y su top escotado, que se encontraban decorados con adornos fucsias. Se la puso y acabó por salir de la habitación y bajar las escaleras para dirigirse a la taberna. Si dentro no notaba el olor de los gases se la quitaría, pero por el momento… Se tomaría una copa o algo, quizás escuchara algún chisme divertido. También revisaría de paso los nuevos carteles de los que había oído hablar en el periódico hacía un par de días tras varios acontecimientos que había sucedido en otro punto del mundo, de nuevo, con piratas y otro tipo de maleantes de por medio.


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La Mafia petrolera [Privado] [Hazel & Yuu] [Pasado] Empty Re: La Mafia petrolera [Privado] [Hazel & Yuu] [Pasado] {Vie 24 Jul 2020 - 12:31}

El mercenario hizo una pausa tras la pregunta formulada por su contratista. Se tomó su debido tiempo para pensarlo mientras le daba una calada a su cigarro. Una vez lo dejó en el cenicero, se aclaró la garganta y miró al hombre que estaba sentado en el sillón, apoyando sus brazos sobre la mesa.

—Muy bien, hay trato. Sí, dime los detalles. A ver a qué demonios me estoy enfrentando.

—No tenemos mucho, pero creo que debería ser suficiente como para des con su guarida. El soplón soltó que hay un callejón sin salida en uno de los distritos inferiores. En principio, a primera vista no hay nada más que ratas y desechos en este callejón. No obstante… hay una boca de alcantarilla justo antes de llegar al final de este. Normalmente, según él, está oculta debajo de los innumerables desechos que hay al final del callejón. Si bajas por la alcantarilla, acabarás dando con una puerta de metal cerrada. Si golpeas la puerta, posiblemente nadie responda. Pero… Hay una manera de hacer que te abran —hizo una pausa, mientras le daba un sorbo al vaso que Yuu le había puesto minutos atrás—. Si dices la contraseña «Oro negro», por lo visto te abren la puerta.

—Supongo que cuando me abran la puerta… Empezará la fiesta.

—El soplón nos dijo que te harán identificarte. El guardia que custodia la puerta se sabe absolutamente todos los nombres de la Familia, así que o descubres uno de ellos o tendrás que meterte por la fuerza. El cómo lo hagas depende de ti, Blade. Por mi parte, mientras el resultado final sea tú y yo beneficiándonos de ese contrabando de petróleo, me da igual cómo lo hagas.

—Vale… Entonces imagino que no hay más detalles. ¿El soplón no soltó nada más?

—Bueno, digamos que la conversación que estaba teniendo con él fue interrumpida. Eso es algo que también quería comentar contigo. El soplón se comunicó directamente con uno de mis socios, el cual al parecer pertenece a la familia rival de esta. O a una de ellas, pero vaya. El tema es que, aparentemente, silenciaron al chaval cuando le estaba contando todo a mi socio. Por lo tanto, saben que algo de información se ha filtrado, e irán con más cautela cuando vean a alguien entrar.

—Vamos, que no va a ser un trabajo para nada fácil. ¿Dices entonces que nadie del Gobierno ha pillado a nadie de estos tíos robando? ¿Nadie ha pensado en desmantelar su chiringuito?

—Absolutamente nadie más sabía ni sabe acerca de esto. Actúan en la sombra, y nadie sabe cómo consiguen desviar algo de petróleo a su guarida. Por esto mismo te ofrezco esto, porque sé que vas a poder hacerlo.

—Bueno, siempre acabo apañándomelas. Investigaré a ver qué puedo hacer y me encargaré del tema. Te lo digo desde ya, Oswaldo. No sé cuánto tardaré en hacerlo, pero si no recibes noticias mías en menos de una semana y media, da por perdido el negocio o pídeselo a otro. Ahora mismo les diré a mis hombres que ponemos rumbo hacia allí, por lo que bueno… Si todo sale bien, te informaré de cualquier avance importante que haga.

—Muy bien. Pues entonces… Si me acompañas de nuevo al lugar dónde está el barco más pequeño, marcharé y dejaré esto en tus manos.

—Vale… Vamos, pues.

━━━━━━ ◦ ❖ ◦ ━━━━━━
Días después, en Big P...

Días después, el Loki dejó a Yuu a una distancia considerable de Big P. Su entrada a la isla debía ser lo más discreta posible. Nadie, ni del Gobierno ni de esa mafia, debían ver al Ragnarok ni ningún barco volador. Había aprendido de sus anteriores trabajos, y en un contrato de tal dificultad debía mantener la mayor discreción posible. Gracias a sus poderes, consiguió crear una pequeña barca con remos que le hizo alcanzar una de las plataformas al nivel del mar, que hacían de puerto. Para ser una plataforma petrolífera, aquello era inmenso y parecía literalmente una ciudad. Eso sí, la contaminación del lugar y el clima no ayudarían a que su estancia en aquel lugar fuera demasiado agradable. Por suerte, se encargó de recabar algo de información acerca del clima, y se preparó para ella antes de bajar del Ragnarok. Se pertrechó con un atuendo dedicado al frío, y se aseguró de ocultar su rostro con una braga de cuello que cubría la parte inferior de este. Además, la chaqueta que vestía le proporcionaba una capucha que le permitiría ocultar también su pelo y parte de su frente. La gente solo le vería el ojo libre, por lo que prácticamente nadie podría reconocerle. A parte, no llevaba ningún tipo de arma con él para evitar sospechas y miradas innecesarias.

Completamente listo, el mercenario salió de la barca y subió a la plataforma. Como nadie miraba hacia allí, hizo desaparecer esta y continuó caminando, adentrándose cada vez más en aquel extraño complejo urbano. Si la información que le había brindado su contratista era cierta, no tendría que moverse por las plantas superiores. Su primera acción allí sería encontrar el sitio en específico, y plantearse la mejor forma de entrar. Los días que había durado la travesía hasta allí le habían dado tiempo para decidir que entrar a la fuerza quizás no fuera la mejor idea, pero sí la que mejor se daba. De todas formas, quería ver si podía encontrar otra entrada. Estaba claro que ir por la puerta principal no sería la mejor idea y que, de alguna forma, no podrían vivir bajo tierra sin algún tipo de sistema de ventilación. Estaba seguro de ello, así que cuando bajara a las alcantarillas se tomaría su tiempo para buscar entradas alternativas.

De momento, se encontró con que aquello era realmente inmenso. No iba a ser fácil encontrar aquel callejón, pero todo se centraba en buscar. El mercenario caminó por las calles de aquella ciudad, observando cada rincón de estas por si veía algo de interés. Eran un tanto estrechas, y como aquello era realmente una plataforma petrolífera, carecían de encanto y decoraciones. Habían unos pocos negocios que parecían abastecer a los trabajadores del lugar. La mayoría iba con un atuendo parecido al que llevaba Yuu, debido al clima tan extremo que hacía en aquel lugar. Sin duda, iba a resultar imposible encontrar a alguien de esa Familia que no estuviera encubierto en la plataforma. Eso le llevó a pensar que quizás eso en concreto era la clave del desvío. Sus suposiciones le llevaron a pensar que esa mafia habría colocado a sus integrantes a trabajar en ella, y teniendo a alguien dentro, era sencillo manipular los tubos para que se desviara donde ellos querían. Si había alguna especie de supervisor, posiblemente o le sobornaran o formara parte directamente de la Familia. El Gobierno no se daría cuenta de que alguien estaba robándoles petróleo si los números estaban manipulados por el encargado. Por supuesto, todo aquello eran suposiciones de Yuu, quien realmente no tenía datos suficientes como para cerciorarse de ello.

El mercenario llevaba ya cinco minutos caminando, metiéndose entre callejón y callejón, y no parecía encontrar ninguno con la descripción que le habían dado. Tras revisar el último en el que había entrado, salió de este y volvió a la calle. A unos cuantos metros, cuando giró la cabeza hacia la derecha, se fijó que había un cartel que le resultaba familiar. Habían más, pero había uno en concreto que, cuando se acercó, comprobó con sus propios ojos que era el que su contratista le había enseñado días atrás. Allí estaba, con un dibujo realmente exagerado, su cartel de recompensa. No soportaba aquel dibujo. No le hacía justicia para nada. Estaba en medio de una misión importante, pero aquel maldito papel le ponía de los nervios cada segundo que se pasaba mirándolo. Él era más atractivo que aquello, y su nariz era mucho menos respingona que en el dibujo. Se cercioró de que nadie miraba, y arrancó el cartel de la pared, guardándoselo dentro de la chaqueta para tirarlo luego. Acto seguido, siguió su rumbo para buscar el callejón indicado.


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