Una "Madame" y un " Don" ( Privado Lilith-Meneror)

¡Oh Toussaint, como estabas prosperando, como estabas creciendo! Y lo que me estabas costando al bolsillo maldita desgraciada. La aldea iba recibiendo cada vez más y más geste, hasta tal punto que un día mi segundo al mando, el señor Gibbs, me dijo que habíamos llegado a un censo de 6500 personas. No nos demoramos ni un minuto en comenzar la ampliación de la aldea a "ciudad pequeña", así que se comenzaron a construir nuevas plazas de mercado, nuevas casas, barriadas y alojamientos para los obreros. La aldea veía como sus calles iban en aumento, y sobre todo, como el dinero y la gente fluía por las recién adoquinadas calles. Todos los nuevos integrantes fueron aceptando la religión estatal de adorar a la Dama, aunque hubo algunos reacios pronto entraron en el redil. La cosa fluía y ya era hora de abrir nuevos negocios en la isla, que atrajeran más clientes y más monedas. Así que me acerqué junto a Gibs a uno de los solares que había en la nueva plaza de la ciudad, junto al ensanche.

-Gibbs, aquí levantaremos un burdel. Los marineros llegan cansados y tendrán a bien desfogar aquí tanto su testosterona como sus carteras. ¿Cuánto puede ser? ¿2 millones?-dije mientras miraba el solar con ciertas aspiraciones.

-Si Don, el problema en si no es levantar el edificio y acondicionarlo, sino encontrar "mujeres de vida licenciosa"- dijo preocupado- Últimamente solo nos llegan familias y monjas debido a que Toussaint es un reino "caballeresco" y  entre el decoro y la religión dedicada a nuestra amada Dama....la vida licenciosa es escasa por estos lares.

-Eso cambiará, un hombre es un hombre  y al igual que una dama necesita desfogarse ambos, así que empezad a levantar el edificio, ya buscaré una solución para traer a esas damas...¿Cómo era Gibbs? Ah si...de vida licenciosa.

Tras decir aquello Gibss llamó a la cuadrilla e obreros y estos empezaron a trasladar materiales al solar, comenzando así la construcción. Yo me quedé por la plaza mirando al solar, pensativo...¿De donde sacaría prostitutas?

¿Qué hacía en Toussaint? Eso era una buena pregunta, pero se respondía fácilmente. Era vecino de Arabasta y al parecer alguien había arribado en sus playas e iba a empezar a mover negocios por el lugar. No iba a perder una oportunidad de oro de hacer negocios en la isla. Después de todo tenía barcos con los que comerciar, telas, vestidos y una amplia variedad de otras mercancías. Sin embargo, todo dependería de como de receptivo estuviera el nuevo cabecilla de la expedición en aquella isla. Lilith era una mujer que no se andaba con tonterías ni rodeos, pero estaba claro que las cosas tenían que estar claras desde el principio, no le gustaban las sorpresas cuando se trataba de negocios.

Mandó a León a preguntar donde podría encontrar al cabecilla de aquel lugar mientras ella se dedicaba a mirar un par de solares vacíos, negocios y demás tiendas que ya habían abierto. Desde luego aquel sitio empezaba a tener un poco más de vida y eso siempre era interesante. Debía admitir que ahora que estaba semi reconstruido Toussaint resultaba pintoresco y encantador. No se parecía en nada a su isla natal y eso que estaban prácticamente al lado. Curioso cuanto menos, pero estaba segura de que no sería la primera isla con esas características que vería. Tan diferente, tan complicada, parecía un mundo completamente nuevo por descubrir.

Su guardián no tardó mucho en llagar y en indicarle que la persona con la que querían hablar no estaba demasiado lejos. Al parecer le habían visto en la plaza o en un lugar parecido, le dieron una descripción bastante peculiar. Hombre moreno con traje y un enorme garfio dorado en una mano. Fantástico, definitivamente no tendría perdida ¿sería muy pretencioso llegar y pedirle abrir un burdel en la ciudad? Todo dependería del tipo de hombre que fuera, si era un caballero andante seguramente lo vería fuera de lugar o incluso la idea le gustaría teniendo en cuenta que la prostitución es el trabajo más viejo del mundo y se práctica desde la edad media o incluso antes. — Disculpe, ¿es usted quien ha reconstruido este lugar? — se acerco levemente junto a su guardaespaldas para preguntarle aquello al hombre que correspondía a la descripción, esperaba no haberse equivocado. Después de todo no le gustaba demasiado perder el tiempo y no quería estar preguntando a cada persona que veía si era o no quien mandaba en el lugar. Aunque siendo realistas ¿Quién más podría llevar semejante garfio encima?

Parece que mi tranquilidad se había visto interrumpida por una dama, y no parecía ser de Toussaint. Bueno ¿Quién lo era realmente? Al fin y al cabo no dejábamos de ser todos extranjeros en una tierra de luz y de color. Como no quería ser descortés con la muchacha le respondí a su pregunta mientras sostenía el puro con la mano.

- Asi es madmoiselle ¿Quién lo pregunta? -dije con tono amable mientras me daba la vuelta para no darle la espalda.- Creo que no la conozco y suelo conocer a todos los de esta isla, lo cual me dice que habéis llegado hace poco, ergo, sois una extranjera ¿correcto?- concluí dando una larga calada al puro y echando el humo hacia el cielo, pues no había que ser indecoroso.

-De ser así, sed bienvenida a Toussaint. -dije antes de posar la vista en las obras, como si de un anciano se tratase, para continuar viéndolas, ya que seguía dándole vueltas a como buscar nueva gente para ocupar el local. Quizás debería ir a una taberna o algo por el estilo para buscar mujeres de vida licenciosa. Al menos estaba contento en el aspecto de que seguían llegando colonos a Toussaint, y cada día eran más y más.

Tras mirar la obra por un par de minutos no pude evitar preguntarle a aquella dama. ¿Porqué? Porque iba demasiado bien vestida como para que fuera una vulgar campesina cuya atención me importaba nada. Tenía pinta de ser gente de dinero, y ese tipo de personas si que tenían toda mi atención.

-Disculpad mi atrevimiento ¿Venís a asentaros en la ciudad o sólo estáis de paso?

Parecía que aquel hombre estaba más interesado en ver las obras que en conocer a la persona que acababa de preguntar por el liderazgo de la isla. No estaba segura de si quería o no hacer negocios con un hombre que se dispersaba tan fácilmente. Pero le daría una oportunidad y por el momento respondería a su pregunta. La chica mantenía siempre su rostro medio cubierto con un velo al más puro estilo chica del desierto, después de todo era de Arabasta y siendo quien era debía mantener su identidad medianamente escondida.

— Mi nombre es Lilith y no he venido a asentarme, he venido a hacer negocios caballero, pero si no esta interesado supongo que puedo buscar otra isla o alguien que si lo este — Lilith no era una persona que fuera detrás de nadie y tampoco se mostraba débil o vulnerable si no era para después darles una puñalada trapera. La madame era alguien que sabía perfectamente lo que quería y si no podía conseguirlo en un sitio lo haría en otro. De todos modos por mucho que aquel hombre fuera ahora quien "mandaba" en Toussanit, no era el único con el que podría hacer negocios y estaba segura de que siendo el negocio que era habría mas de un interesado en formarlo.

Clavo sus ojos amatistas en un solar, bastante grande y en su mente ya se estaba imaginando el local perfectamente construido y amueblado siguiendo las directrices que se seguían siempre en sus locales. — Verá poseo varios negocios, textiles, navales y alguno que tiene que ver con el entretenimiento ¿que podría interesarle a esta isla? — nunca decía abiertamente que se dedicaba al negocio de la prostitución. No sabía si aquel hombre era totalmente reacio a ese tipo de negocios o si por el contrario estaba totalmente abierto a realizarlos. Pero para curarse en salud prefería esperar de que pie cojeaba la persona con la que estaba negociando, en este caso parecía un hombre un poquito turbio por su modo de actuar y sobretodo teniendo en cuenta el garfio. Pero uno nunca puede dejarse llevar por las apariencias así que era mejor asegurarse de que tipo de negocios buscaba aquel hombre.