El olor del progreso ( Priv Ivan- Meneror)

Habían pasado varios días desde que Ivan y yo estuvimos en nuestra última aventura expandiendo el negocio de las drogas. Ahora nos encontrábamos en el muelle de la única ciudad que había. El leviatán por fortuna podía haber quedado "oculto" en la bahía pudiendo Ivan y yo llegar a puerto a través de una pequeña lancha. Aquella ciudad era el sueño húmedo de cualquier desgraciado que odiara el ecologismo y le encantara el olor a humo y carburos...o sea, yo. No sabía con certeza si era de día o de noche debido a la gran cantidad de humo que había en el aire procedente de la inmensidad de fábricas repartidas por la zona. Sin lugar a duda era el mejor lugar para invertir en un solar y levantar una nueva fábrica. ¿Porqué levantar una fábrica en esta isla? Simple, pues en Toussaint no quería que sus bosques fueran mancillados y su paisaje destruido por la polución de aquella fábrica, ya que tenía en mente llevar a cabo una producción de carácter pesado, y por tanto muy contaminante. Llevaba conmigo un pequeño maletín, con un total de cinco millones de berries de mis fondos personales para levantar dicho proyecto, y a Ivan  por si las cosas se torcían.

-Bien Ivan, creo que esta isla me será beneficiosa para mi como para vos lo fue la otra. Quisiera buscar un solar libre para levantar una fábrica, necesito más ingresos para Toussaint- dije mientras comenzaba a caminar calle arriba- Necesito levantar una acería y una fundición en estos parajes. ¿Conocéis a alguien que pueda facilitarme tan ardua tarea? ¿O por el contrario debo  charlar con mis contactos?. Si os lo pregunto es porque de hablar con mis conocidos...eso implica favores, y no me hallo con mucha gana de ceder ante nadie hoy

Miré al frente hasta llegar al centro de la ciudad, el humo era muy intenso y casi no se podía respirar.

-¿Quizás deberíamos cobijarnos en alguna tasca o preferís que opte por el plan de mis contactos? A no ser, claro está que vos tengáis vuestros propios intereses aquí.

Bajaron de la lancha y empezaron a caminar por las cenicientas calles de Yellow Spice. La oscuridad artificial de la contaminación le daba un aire similar a Dark Dome, pero al mismo tiempo eran muy distintas. Dos cara de la misma moneda. Si Dark Dome era una metrópolis llena de riquezas, avances científicos y una intensa vida interna marcada por la corrupción, Yellow Spice era un centro industrial marcado por una población obrera de vida cortas y enfermizas, barrios de edificios ruinosos y sucios por la contaminación ambiental. Hasta cierto punto era el vertedero de Dark Dome, pues toda la industria más contaminante que el Lazo Rojo no quería instalar en su isla había sido puesta allí mediante contratos con empresarios locales.

Meneror había visto esa isla como una oportunidad para ampliar su poder industrial, y razón no le faltaba. Los solares eran baratos, había mano de obra en abundancia y las leyes locales daban escasos derechos a los obreros. Era el lugar perfecto para ganar dinero fácilmente con una fábrica o dos... y en eso Ivan también veía una oportunidad. Gente sin esperanza, con vidas cortas, duras y sin motivación. Él podía darles un motivo por el que vivir, aunque fuese un motivo podrido. Podía meter droga barata y adulterada en las calles, lo que calmaría los ánimos entre los sectores más combativos y le daría dinero e influencia en el lugar. Al fin y al cabo, como segunda cara de la moneda de su futura isla... quería mantenerla bajo vigilancia.

- ¿Qué chorrada es esa, Meneror? En esta isla hay decenas de fábricas inactivas o en ruinas. ¿Por qué quieres levantar una nueva? ¿Te haces idea del desembolso de dinero que sería eso? - negó con la cabeza - Sería mucho mejor que tires de contactos y busques gente dispuesta a vender fábricas. Y si el precio no te gusta... yo me encargaré de que te lo vendan a uno "justo". Por las buenas o por las malas.

No tomé en serio el comentario de Ivan ya que tenía un porqué.

-Veo que no conocéis quien maneja los hilos aquí Ivan.¿Porque creéis que os he dicho eso?. Todo lo que veis aquí, sean ruinas o ostentosas fábricas tienen un dueño, y como bien os he dicho...no quiero pedir favores a esos dueños, pues son mis "contactos" en estos lares. Pretenciosos y más avaros que yo. Sin embargo no creo que otra opción tenga, pero como bien decís os tengo a vos. Seguidme.

Caminé hasta una de esas  fábricas totalmente abandonadas. Sus cristaleras estaban rotas, la piedra ennegrecida por la contaminación y todas sus puertas estaban tapidas, o al menos eso parecía. Me acerqué a una de dichas puertas ,y  tocando un ladrillo que presioné hacia adentro se abrió una compuerta a nuestro lado izquierdo.

-Hablaré yo, más vos quedaros siempre detrás de mi, y si mi habano veis coger con mi mano, no preguntéis y arrasad con todo lo que veáis ¿Entendido?. Vamos a ver un a un viejo amigo que facilitarme puede ciertos productos...y digamos que lo ofendí años atrás.

Crucé la puerta y comencé a caminar por un angosto pasillo hasta llegar al final del mismo. Un par de "gorilas" estaban flanqueando una puerta perfectamente tratada, digna del mejor ebanista. Ambos me detuvieron y dijeron que nos identificáramos.

-Decidle por favor al Señor Tuccio, que "Il Bianco" quiere verle- dije antes de acordarme de ivan- Y el señor Markov el cual me acompaña.

-Espere aquí por favor- dijo uno de los gorilas entrando mientras que el otro bloqueó la puerta y se quedó de brazos cruzados. Yo por mi parte me dirigí a Ivan alejándome un poco.

- El señor Tuccio conoce al linaje de los Markov y su reputación, así que me vendréis de perlas. Si Tuccio os pregunta algo, responderle siempre con lo contrario, tan sólo hacedme caso. Si todo sale bien saldré con un negocio nuevo, y creedme que os conviene tanto como a vos

Hasta ahora siempre se había mostrado amistoso ante Meneror, incluso hecho chanzas y tolerado algunos comentarios por su parte por los que habría matado a algunos hombres. Sin embargo, acababa de cruzar una línea que no le toleraba a nadie salvo a su capitana: le estaba dando órdenes. Se adelantó y se puso frente a él para hablarle, sin perder su sonrisa. Parecía que simplemente pretendía comentarle algo antes de entrar en el edificio y meterse en terreno potencialmente hostil. Lo único que podría delatarle era que su espada, normalmente oculta en el Manto de Sombras, había pasado a su cinturón, y su mano derecha reposaba casualmente sobre la empuñadura.

- Oye, Meneror, me caes bien y has demostrado ser un buen compañero de negocios. Hasta hemos podido compartir buenos licores juntos y firmar acuerdo provechosos. Sin embargo, nunca olvides que no soy un simple matón o alguien débil de mente a quien puedas dar órdenes. Si alguna vez te olvidas de tu posición y empiezas a tratarme como a un inferior...

Su sonrisa desapareció en su rostro. El iris de sus ojos, normalmente azul claro, destelló y se volvió rojo sangre. Sus colmillos crecieron hasta convertirse en dos afilados y largos caninos. Su piel se volvió sobrenaturalmente pálida y su altura creció hasta superar un poco los dos metros. A pesar de que seguía siendo considerablemente más bajito que el mafioso, por un momento pareció que Ivan fuese una figura de tamaño titánico y a su lado Meneror un hombre pequeño y débil. Era el poder de su técnica de hipnosis, Jäger Schau, con la que infundía el miedo e imágenes falsas en la mente de los que le miraban a los ojos.

- ...te mataré.

Desenvainó su daga, la Hoja Negra, en un movimiento tan veloz que para el ojo humano fue inapreciable. Tal vez Meneror, dado que no era un hombre normal, si era una persona con reflejos podría percibir el movimiento. Otra cosa era que pudiera reaccionar a él. En cualquier caso la daga salió de entre su ropa y pasó junto a su rostro, con intención de hacerle un corte superficial y apenas apreciable. A continuación si había logrado cortarle, sin dejar de mirarle a los ojos, se llevó la daga a los labios y lamió las gotas de sangre que había en esta, tratando de paladear las emociones de Meneror en busca de lo que pretendía causarle: miedo. Guardó de vuelta la daga tras eso y adoptó una pose menos hostil.

- Si eso está claro, vayamos adentro. Descuida, cuando des la señal le arrancaré la cabeza tan rápido que no me verá venir.

Le habló como si no acabase de amenazarlo de muerte y hacerle una demostración de letalidad. Abrió el paso tranquilamente, y una vez Meneror reanudó la marcha le dejó ponerse en vanguardia. Entonces llegaron frente a unos matonuchos custodiando una puerta, y mientras Meneror les hablaba, Ivan se puso a olfatear la zona. No se sentía a salvo. Olía a peligro y a problemas. Frunció ligeramente el ceño y, esta vez por precaución, volvió a llevar disimuladamente la mano derecha a la empuñadura de Vanator. A diferencia de antes, esta vez sí la sacaría de su vaina. Si había problemas.

- Oh, vaya, alguien que ha oído hablar de mí - dijo con una mezcla de asco y resentimiento - Pensaba que esas criaturas mitológicas no existían.

Se sentía bastante molesto y frustrado por el tema de la aparente inexistencia de su fama. A pesar de que su nombre solía salir en los periódicos junto a su foto, por algún motivo la gente no parecía reconocerle, ni siquiera cuando se presentaba. ¿Se habría vuelto tan sigiloso que su habilidad había trascendido las leyes naturales y velado su identidad al mundo, convirtiéndole en una paradoja? No, seguramente la explicación era algo tan sencillo como que solía estar rodeado de incompetentes iletrados que no solían coger un periódico ni para limpiarse la mierda del culo. ¿Por qué estaba tan enfadado? Llevaba unas semanas que disparaba la pistola a la mínima provocación y amenazaba como quien repartía caramelos. Debía empezar a serenarse.

- El señor Tuccio les recibirá de inmediato - dijo el gorila que había entrado, abriendo la puerta al salir para dejarles pasar - Por favor, pasen.

El vampiro empezó a levitar a un metro del suelo, orbitando en torno a Meneror como si estuviese esperando a que entrase. En una de estas, se acercó al mafioso disimuladamente y le susurró unas palabras, lo más silenciosamente que pudo.

- Oye, Mene-boy, aquí huele a gato encerrado. No sé si es tu amigo u otro, pero hay alguna clase de amenaza. Ojo avizor.

Aquella acción me había pillado totalmente desprevenido, e incluso me había asustado un poco al ver como aquella daga se posaba en mi mejilla. Seguramente Ivan se daría cuenta de que el miedo hizo acto de presencia por unos segundos en mi. Sin embargo ese miedo se fue diluyendo en el mismo momento que el "corte" que Ivan me había hecho en la mejilla se abría y, curiosamente, no brotaba sangre sino que comenzó a caer al suelo un hilillo de arena como si hubiera cortado un saco de grano. En ese mismo momento podría ver que el corte se cerraría al instante y mis ojos le enfocarían directamente.

-Disculpad si os he subestimado Sr Markov, pues mi intención no era- dije con tono calmado hasta pasar a un  tono más serio- Pero tampoco cometáis el error de hacerlo vos conmigo.

No hubo más tiempo para enfrentamientos banales, ya que nos invitaron a entrar a la sala. Esta era una gran estancia  que se dividía en un pequeño salón muy ornamentado justo enfrente de nosotros. Había un par de sofás, alfombras caras, incluso una chimenea empotrada en la pared derecha del lugar, además al fondo había otra estancia, sin puerta y con un arco de madera tallado que dejaba ver un despacho, con dos sillas, un escritorio y al señor Tuccio al otro lado del mismo. Su mirada estaba clavada en mi y los dos gorilas se quedaron uno a cada lado del arco de la puerta.

-Vaya, "Bianco" largo tiempo hace que no se te veía tu canoso pelo por este lugar, aunque vaya, parece que te has teñido o es que nos has estado engañando durante muchos años...pero aquí nadie piensa que eres un mentiroso- dijo Tuccio con ironía.

-Diría que un placer es el volver a veros Tuccio, pero como bien decís, sería un mentiroso.- dije apretando un poco el habano con la boca- Si he venido es para haceros constar de que voy a abrir una fábrica en vuestro distrito. Y al margen de nuestras desavenencias pasadas, el dinero es el dinero ¿No?. Así que os traigo dos millones, más lo que estipuléis por comprar alguno de los solares o fábricas destartaladas que podáis ofrecerme.

Tuccio se quedó mirándome serio, el cowboy vestido con traje blanco y gran sombrero no se fiaba de mi como era obvio.

-Tienes pelotas Bianco, la última vez que viniste "de buenas" acabamos tiroteándonos en las mismas calles que ahora reclamas. Te recuerdo que matastes a doce de mis hombres, pero al final tuviste que salir por patas de la isla. ¡Y todavía me tienes que devolver mi preciosa magnum que me robaste!- dijo levantando la voz mientras los gorilas se llevaban la mano al bolsillo.

-Creo recordar que nueve de los míos murieron a cambio Tuccio, además no tengo culpa de que seas un incompetente. Ganásteis el distrito si, pero de eso hace ya años y no pretendo crear problemas. Estoy aqui por negocios, y eso, hasta vos os interesa.

-Ciertamente si, me interesa, pero yo pondré las condiciones- dijo mientras se encendía un cigarro y miraba a Ivan- Conste que lo aceptaré porque no sé que relación tienes con los Markov, pero si has venido con uno te tomaré "en serio". Sabemos de su reputación a través del periódico, ya sabes, nunca pensé que un Markov te lamería las espaldas. Bien. Acepto que te instales en mi barriada para levantar tu "fábrica", pero me darás el cincuenta por ciento mínimo, y tu no pisarás esta isla jamás a no ser que yo lo requiera....en caso de haber problemas en el negocio.

Traté de colocar mi mano disimuladamente para contener a Ivan, pues sabía que aquel comentario de Tuccio le harái enfadar...y mucho.

-Un diez y darle gracias Tuccio, no soy vuestra meretriz....

-Veo que no me estás entendiendo, yo soy un hombre muy dado al entendimiento, y tu vas a entender que o me das un cincuenta, o te largas...con los pies por delante- dijo antes de que los gorilas sacaran dos pistolas de su bolsillo y nos apuntaran. En ese momento yo, como meditando la respuesta a la par que me daba cuenta de que Ivan tenía razón en lo que esto se iba a poner peligroso. Me llevé el habano de la boca a mi mano, dándole la señal antes de decir.

-Tuccio, no he venido a pediros permiso, sino a deciros lo que voy a hacer. Y vos montón de mierda haréis lo que se os pida.

En ese momento Tuccio abrió los ojos como platos y gritó: ¡MATADLES!.

Al entrar en la sala, dejó de levitar y se posó en el suelo junto a Meneror. Al principio se limitó a escuchar a medias la conversación, mientras vigilaba los alrededores. Seguía oliéndole a mierda... algo iba a ocurrir en breves. Sin embargo ni con su haki de observación ni con sus sentidos vampíricos logró captar a nadie más en los alrededores. Estaban solos con aquel tipo y sus matones. Sus guardaespaldas eran gente "fuerte" para los estándares de Paraíso. Probablemente podrían haber puesto en problemas a alguien que intentase atacar a su jefe. Seguramente incluso a Meneror, a pesar de la molesta habilidad de su akuma no mi... si hubiese sabido que la tenía, hubiera usado haki. Sin embargo para él eran cucarachas algo más grandes, nada más que eso. En el momento en que Tuccio cometió el error de molestarle, Ivan entrecerró los ojos. Su mano se apretó en torno a la empuñadura de la espada. En respuesta uno de los matones sacó una pistola y otro una cadena armada.

- Repite eso si te atreves, medio mierda.

Meneror le puso la mano para que se contuviera, lo que le hizo enfadar más. ¿Por qué iba a controlarse porque él se lo pidiera? Podía simplemente arrancarle las tripas a esa escoria y convertirlo en su esclavo no muerto para que bailase ante ellos. Sin embargo... por el respeto que tenía por su compañero, de momento refrenaría su mano. Al menos hasta ver si tenía algo interesante que decir. Pero ya había decidido que ese hombre no saldría vivo de aquel edificio. Ahora, si como un esclavo no muerto o como un montón de carnaza en una caja estaba por verse.

- Controla a tu bastardito, Meneror, o Carlo y Steffano tendrán que enseñarle modales.

Aquel hombre era idiota. Podía oler perfectamente el miedo en sus matones. A diferencia de él probablemente tenían sentido común o habían oído historias sobre él. O, viendo que su fama rara vez le precedía, tal vez eran usuarios de mantra y al intentar percibir sus intenciones se habían cagado la pata para abajo. Eso tenía más sentido. De hecho, en cuanto Tuccio les dio orden de matarles y levantaron las pistolas, Ivan les miró fijamente.

- ¿Realmente queréis hacer eso? Tirad las armas, escoria.

Liberó una ínfima cantidad de su haki del rey contra los dos mafiosos. La habitación tembló un poco, cayó polvo del techo y el aire se volvió denso. Uno de los dos matones se desplomó soltando espumarajos por la boca, mientras que el otro se puso a temblar y dejó caer su arma, cayendo de rodillas hiperventilando. Se giró hacia Tuccio con una sonrisa diabólica, enseñándole sus colmillos. Este se levantó de golpe mostrando lo que ocultaba bajo el escritorio: una ametralladora ligera.

- ¡MORID, CABRONES!

Una lluvia de balas duchó a Meneror y a Ivan. El vampiro ni se movió del sitio mientras los proyectiles atravesaban su cuerpo, le volaban cachos de piel y carne y lo dejaban como un colador. Finalmente, con más agujeros que un pecho gruyere, se cayó de espaldas al suelo. Por un momento pareció que Tuccio había triunfado. Este, aún en shock, pulsó compulsivamente el gatillo de su arma sin munición.

- ¿Has acabado?

El albino volvió a levantarse, sin usar las manos. Simplemente su cuerpo se enderezó y volvió a la posición original. Las balas comenzaron a caer de los agujeros y su carne se reconstruyó, para horror del mafioso. Este empezó a retroceder con los ojos desencajados del terror. Ivan sonrió, y cuando los hizo sus dientes comenzaron a alargarse. Su piel se oscureció y empezó a crecerle pelo. Aumentó de tamaño hasta llegar a casi los dos metros y medio, mientras que sus brazos se convertía en una mezcla entre extremidad y ala de quiróptero. Se había convertido en un enorme murciélago humanoide. Se acercó a Tuccio, sonriendo.

- ¿Qué habías dicho? - dijo con una voz grave y bestial - Oh, sí. Algo sobre lamer las espaldas. Pues ha cometido un error, señor Tuccio. Yo no soy un simple asesino a sueldo. Soy el Amo de la Noche, y voy a cobrarme mi deuda.

Durante unos minutos todo lo que escuchó fueron los gritos de terror y agonía del mafioso y un horrendo ruido de huesos y carne siendo mascados. Tras unos minutos, todo lo que quedaba de su anfitrión era ropa desgarrada y ensangrentada y algunos huesos roídos y carnaza. El vampiro volvió a su forma completa, limpiándose la sangre con un pañuelo. Normalmente no hacía algo tan monstruoso como comerse a las personas enteras, más cuando le llegaba la sangre, pero había que dar un mensaje a la gente de esta ciudad.

- Tú - dijo al matón que seguía consciente - A partir de ahora te ocupas del territorio en Yellow Spice del difunto Tuccio. Difunde la palabra: quien contradiga al Amo de la Noche será devorado como él. Y ahora vas a atender a las peticiones de mi compañero. Hazlo con cuidado... o serás mi postre.

Los proyectiles de la ametralladora me atravesaron como un colador, pero para cuando aquel idiota se diera cuenta solo vería agujeros en un cuerpo de arena. Yo me quedaría mirando sonriéndole mientras sostenía el habano con la mano sin hacer absolutamente nada, sin embargo Ivan si que lo hizo.

Ni por un segundó pensé que el albino iba a morir por aquellas balas, es más, valiente mierda de pirata sería si muriera por eso. Sin embargo si que me sorprendió la facilidad que tuvo para levantarse y encima que las balas salieran del interior de su cuerpo hacia fuera. Yo clavé mis ojos en él sin girar la cabeza y pensé para mi " Que cojones eres". Para mayor preocupación se convirtió en un maldito murciélago humanoide ¿Una zoan? ¿Que demonios?. Pasó por mi lado y se dirigió a Tuccio, yo no dije nada ni moví un músculo, tan solo me regeneré debido a los disparos recibidos.

Cuando iba a hablar con "Ivan" o  lo que fuera esa cosa pude ver como aquel ser se abalanzaba sobre Tuccio. Este gritaba de forma similar cuando yo torturaba a gente, pero con un matiz...estaba siendo devorado vivo. Cuando el "banquete" acabó solo quedaban unos huesos roídos y harapos ensangrentados. Mientras ivan hablaba con uno de los "supervivientes" dándole un aviso yo aproveché para caminar hacia los restos de Tuccio, eché un vistazo mostrando cara de asco y cogí un pequeño reloj de bolsillo de oro que estaba un poco babado y manchado, pero por fortuna estaba entero.

-Siempre me gustó este reloj- dije cuardándomelo en el bolsillo antes de ir hacia el hombre "cagado".

-Bien, como veis mi compañero no se anda con tonterías. Y os aseguro que visto lo visto no dudaría en devoraros a vos también, pero no está ello en mi afán ya que os necesito. A partir de ahora, el distrito de Tuccio, el sur concretamente, será para mi y trabajaréis todos los que estabais en nómina para él ahora bajo mi soldada. No creo que tengáis objeción alguna ¿verdad?

El tipo asintió con la cabeza sin quitar la vista a Ivan con rostro totalmente de pánico.

-Bien, ahora señor...señor...bueno os llamaré Tucho ¿Vale? Mandaréis toda la producción a la isla de Toussaint a partir de ahora ¿De acuerdo? Los fardos de material pesado irán al muelle "6" cada dos semanas. Yen todos los albaranes figurará el nombre de Meneror, esta será una empresa legal a partir de ahora. Ya podéis dar aviso a las cinco fábricas que sé que Tuccio tenía en dicho distrito Sur.-tras decir aquello me dispuse a salir por la puerta, pero cuando iba a girar el picaporte destaqué una cosa- Y en cuanto al Sr. Markov, creo que ya le habéis escuchado, y creedme y bien lo sabéis, no querréis llevarle la contraria en lo que os ha transmitido.



Tras decir aquello salí por la puerta, y acto seguido me dirigiría a Ivan.

-Decidme Ivan, si indiscreción no es...¿Eso una Zoan ha sido?

Mientras Meneror hablaba con el criminal, Ivan prestó atención a medias. Imaginaba ya lo que iba a decirle. ¿Igual se había pasado comiéndoselo...? Sí. Hasta él tenía unos límites. ¿Qué le estaba pasando últimamente? A la mínima perdía el control y se enfurecía salvajemente. Además aquella acción no había sido la más provechosa. Normalmente lo hubiese eliminado de una manera rápida y poco destructiva y luego lo hubiera reanimado como un esclavo no muerto que manipular. Hubiese sido más fácil emplear a Tuccio como esclavo que tener que asegurarse la lealtad de su gente. Pero... lo hecho, hecho estaba. Al menos esperaba que le ayudase a ganarse una cierta reputación en esa ciudad. Si la gente te teme, procura evitar enfrentarte.

- Tú, máquina de caca - le metió una patada al "afortunado" nuevo jefe - A partir del lunes de dentro de dos semanas empiezan a entrar "pirulas para la concentración" en vuestras fábricas. Dádselas a los obreros.

Se retiró con Meneror al exterior y empezaron a caminar por el pasillo hacia la salida. Entonces el mafioso decidió hablarle y preguntarle sobre lo que había visto. El vampiro contuvo una sonrisa, percatándose de lo que pasaba: había logrado impresionarle. ¿Se lo contaría? Venga, por qué no. No es que fuese un secreto, y si no fuera porque por algún motivo la gente nunca le reconocía, le habría asociado a la retransmisión mundial del Torneo del Milenio y lo sabría ya.

- Una zoan común no es más que un juguete al lado de mi habilidad. Poseo una de las akuma no mi más poderosas de todo este ancho mar, del tipo más raro. La zoan mitológica de vampiro.

Así que era eso, un vampiro...¿porqué no me lo esperaba? Ah ya sé...porque nunca se me habría ocurrido algo tan elevado. Así que mi "fiel" aliado o compañero de negocios era una criatura chupóptera nocturna...bueno no voy a decir que no me impresionó, y más después de visto lo visto. Sin duda alguna debía cuidarme mucho de él ya que no era una amistad que debía perder, y ante todo no era una amistad que me gustaría tener en contra.

Así que escuché con toda la atención del mundo sus palabras mientras asentía con la cabeza levemente. Exhalé un poco de humo por la boca, ya no sólo por el sabor del tabaco sino para echar disimuladamente un suspiro al aire para acabar de templar mis nervios ante lo que había sucedido hace apenas unos minutos. Tras eso salí de la "fábrica" por donde habíamos entrado. Se agradecía incluso el olor de la contaminación frente al olor que había dejado Tuccio al ser poco más que un gazpacho rojo en el suelo.

Finalmente mientras me dirigía al puerto continué hablando con Ivan.

-Sinceramente Sr Markov le agradezco esta "cooperación" entre vos y yo para llevar a cabo nuestras ambiciones como caballeros. Estoy seguro de que vuestras drogas harán un gran trabajo aquí mientras yo regreso a Toussaint, y como es obvio os lleváis el porcentaje, al igual que en Toussaint. Decidme una cosa, pues tengo una duda. ¿Esa droga no provocará un subidón que desencadena finalmente en que los obreros se cansen de golpe pasadas unas horas?

- Claro, así funcionan las drogas excitantes. Sin embargo esta dura bastante. De todos modos hablaré con los chicos del laboratorio para que hagan pastillas más pequeñas, dosis de cuatro-cinco horas. Así les das una pastilla cada cuatro horas y listo.

Aquel podía ser el inicio de su dominio en esa ciudad. Empezaría por la fábrica, pero una vez algunos de los obreros fuesen despedidos y otros contratados, la adicción a su droga empezaría a extenderse. Además, no le cabía duda de que otros señores del crimen oirían de lo que había pasado allí. Algunos se asustarían, pero otro reaccionarían violentamente. Y una mala reacción era toda la excusa que necesitaba para coger dos o tres ghouls, una escuadra de zombies e irse a limpiar las calles.

- Por cierto, Meneror. Supongo que eres consciente de que le hemos metido una patada a una colmena. En algún momento vendrán a picarnos en respuesta... y llegado ese momento, pienso comerme a la abeja reina y sentarme en su panal. Y me vendrá bien alguien que se ocupe de todos los negocios que se queden sin cabeza. Creo que captas mi idea, ¿verdad?

No le iba a dar libremente el control de todos los negocios ilegales a Meneror, claro. No sin garantías. Pero tenía sus métodos para establecer algunas garantías. Bastaría con cuatro o cinco ghouls bien colocados que se ocupasen de arrebatarle el control de todas las operaciones si en algún momento le traicionaba. Si es que era tan idiota como para intentarlo, claro. Pero Meneror no le parecía tonto.

Admitía que la idea de aumentar la producción me gustaba, y mi aspecto ético sobre los trabajadores que si respetaba en Toussaint, aquí simplemente me daban igual, era carne de cañón para los hornos de la industria. Sin embargo, y como bien destacaba Ivan, debería darles dosis moderadamente.

Mientras íbamos caminando hacia el muelle y Ivan me iba comentando que le habíamos dado un golpe a una colmena le iría diciendo:

-Tranquilo podéis estar, Tuccio si bien no era el más fuerte si que era uno de los más acaudados. Más como podéis ver ni todo el dinero puede cubirte las espaldas. En lo referente a las otras familias será tarea vuestra, aunque yo os ayudaré en lo que me sea posible.-dije antes de exhalar humo por la boca- Y con gusto ocuparé el lugar de esos negocios, no os preocupéis.

A los pocos minutos cuando ya divisábamos el puerto una multitud, serían unos 20-30 obreros y al frente unos cinco "matones" pues llevaban mosquetes, pistolas y una mala leche considerable se quedaron mirándonos.¿ Serían los obreros de Tuccio que estaban por las inmediaciones? Suponia que si, ya que los "matones" estaban mirándose unos a otros, como esperando algo, como si tuvieran dudas sobre que hacer. Así que les di un "empujón".

-El Sr Tuccio se ha jubilado caballeros y ahora hay una nueva directiva- dije señalándome con el pulgar en el pecho- Avisad a los demás jefes de distrito, y decidles que los negocios de Tuccio pasan a manos de "Bianco". Se les subirá el jornal por las molestias del "cambio" de dirección. Y cabe decir que este caballero -Señalé a Ivan- Puede "jubilar" al resto de los jefes...sean los Papponi, Tochini, Bugarto o Tuccio...así que corred la voz.

Ni uno dijo una palabra aquello y volvieron por donde habían venido .Quizás los "matones" les costó un poco asimilar lo del "cambio de directiva" sin embargo al vernos a Ivan y a mi era obvio que llevarnos la contraria no era una buena idea. Finalmente continué caminando hacia al puerto mientras charlaba con mi compañero.

-Tuccio tiene un total de cinco fábricas en el mismo distrito, las uniré y crearé una fábrica de industria pesada, quizás para la elaboración de suministros navales, pues en Toussaint estamos escasos de buques. Sinceramente agradezco vuestra ayuda en todo esto Sr Ivan, sin embargo, como bien dijisteis, la colmena ha sido agitada. Y le aseguro que los próximos que vengan no serán tan sumisos como los obreros de Tuccio.

Una única mirada bastó para que los matones se lo pensaran dos veces y retrocedieran. Tras eso la multitud se dispersó y ambos echaron a andar hacia el puerto. Entonces Meneror le confirmó lo que pensaba de que iba a haber represalias. Ivan se encogió de hombros. Los peces gordos estaban en Dark Dome, no en aquella isla. Al menos hasta donde él sabía. De todos modos, si no le asustaban los Russ de Dark Dome, o un yonkou, menos lo iban a hacer los criminaluchos de aquella isla.

- Déjales que vengan. El día que payasos como estos me preocupen, sabré que es hora de jubilarme.

Volvió a su forma humana. Si había algo que detestaba de aquella isla era el olor acre del aire, demasiado intenso para su olfato. Si no usaba su akuma era soportable, al menos. Dejaron atrás las fábricas y llegaron a donde habían dejado la lancha. Dio una orden mental a Michael para que sacara el Leviatán al mar y emergieran y mientras tanto saltó a la barca. Tiró de la cuerda del motor varias veces para ponerlo en marcha y en cuanto Meneror hubo subido, aceleró hacia el mar.

- Pronto acabaremos nuestro viaje de negocios. ¿Sabes qué? Deberíamos celebrar todo esto con un vino caro y una buena comida. Michael es buen cocinero, pero no un profesional.