Help myself (Arik)

Una nueva isla, últimamente viajo mucho. No paro demasiado entre islas, simplemente cambio de un sitio a otro buscando un lugar en el que descansar, en el que desconectar un momento y perderme. Tal vez un sitio donde no deba de escucharla a ella susurrar en mi cabeza cosas que no quiero que se hagan reales. Por eso voy a islas con poca gente, donde puedo sentarme en medio de la nada y saber que no acabaré destrozando a nadie. Esta isla es curiosa, bastante bonita, los nómadas aún no están en esta zona y solo hay animales y sitio para acampar.

He venido con mi pequeño barco, seguramente pase la noche dentro de este y coma las provisiones que he traído. Soy bastante precavida y aunque se cazar o pescar sin muchos problemas prefiero no arriesgarme demasiado, tal vez por eso traigo comida y cosas de sobra, aunque tengo curiosidad por la vegetación de la zona. Me encantan las plantas, sus propiedades y lo que se puede hacer con ellas, por eso he aprovechado que la zona está desierta para traer un pequeño cuaderno y apuntar un par de cosas.

Por si acaso, ayer había avisado en la zona y en el puerto del que venía a dónde iba, no era la primera vez que acababa encerrada en una isla abandonada simplemente por no decirle a nadie a donde iba. La última vez había terminado causando todo aquello, desde el consumo de aquella akuma hasta todas y cada una de las masacres que ella había realizado.

¿Puedo culparla a ella de algo que realmente había hecho yo? Lo hago, todos y cada uno de los días que sigo con vida y ella me habla. Doy gracias a que no pase, a no escuchar sus palabras en mi cabeza hasta hacerme caer en la locura. Suspiró mientras me tumbo en el prado de aquel pequeño e improvisado puerto, cierro los ojos y me entrego a la tranquilidad y a la calma que dura… Unos cinco minutos. Es lo que tarda un barco en aparecer por el horizonte y lo que yo tardo en incorporarme.- Parece que nunca se puede escapar de la civilización, tal y como pensaba es una carrera contra el destino.- Me pongo un poco dramática, pero tal vez en realidad me alegro de que haya alguien más.

Tal vez el destino de verdad estaba planeando algo para mi y yo, no era consciente de ello.

No le gustaba Long Ring Long Land. Por concepto, no como lugar. En realidad podría ser un sitio agradable para relajarse, montar fiestas o incluso pasar unas vacaciones aislado del mundo. Pero para su profesión era un lugar horrible. No había sitios donde ocultarse en la planicie eterna de las islas. No había bosques que aprovechar. Hasta los árboles eran tan delgados y largos que no era planteable usarlos de cobertura efectivamente. Eso a la hora de aproximarse al objetivo, claro. Había otros asesinos que lo considerarían una bendición. Si las tribus nómadas no estaban en la isla del objetivo, podrían montar tanto escándalo como quisieran persiguiendo a su víctima hasta finalmente darle muerte. Para Arik esos eran sólo principiantes que no comprendían el refinamiento de su profesión. Un asesino no era simplemente un chalado con un arma. Cualquier ser humano tenía la capacidad de asesinar a otro, siempre que estuviese físicamente sano. Diablos, mientras no estuviese paralítico, hasta alguien enfermo podía simplemente disparar una pistola. Lo que diferenciaba a un buen asesino de un simple matón era la eficacia. Y cometer un asesinato cuidadoso y quirúrgico en una isla así era tarea compleja.

Su objetivo no tenía nombre. Solo un apodo que le habían puesto los supervivientes: la Bestia Roja. Para variar, era pelirroja. Mujer en la veintena, físicamente atlética y fuerte y estatura media. En lo que más le habían insistido sus contratantes era en sus ojos: totalmente rojos, aparentemente sin pupila. Localizarla no había sido problema, en el puerto le habían indicado que había partido la noche anterior en un barco pequeño hacia allí. Había tenido el placer de ver la foto de su cartel de "se busca". Aunque había cometido actos que otros considerarían el culmen de la perversión y el salvajismo, había algo en su rostro desencajado y las vísceras que le rodeaban que hasta a él logró remover por dentro. ¿La había bendecido Lantla con el don de la locura? Si era el caso, tal vez no fuese alguien a quien debiera matar. Aunque no tenía claro si Lantla intervenía realmente en esos casos, como Evan decía. De todos modos, que su objetivo estuviera probablemente mentalmente desequilibrada y fuese tan peligrosa como para causar el caos en una isla y matar a tanta gente hacía que se sintiera incluso menos cómodo con el lugar. Ni siquiera podría llegar discretamente, porque el barco se vería desde muy lejos. Debido a eso, había incluso decidido ampliar su equipo habitual comprando una escopeta recortada que ocultó bajo su gabardina.

Le habían llevado a la isla en un pequeño velero. El viaje le había costado sus buenos 50.000 berries, más 100.000 de la escopeta, pero esperaba conseguir en ese trabajo mucho más con lo que reponer los gastos y aumentar sus ahorros. Ahora todo lo que tenía que hacer era ser muy cuidadoso e intentar ganarse la confianza de la Bestia Roja. De alguna manera. Contaba al menos con su labia y simpatía natural para intentar ganarse su confianza y esperar a que bajase la guardia. Sinceramente aquel tipo de asesinato no le motivaba demasiado; disfrutaba más de escenarios orquestados en los que pudiera antes jugar con la mente de su objetivo. Encontrarla no fue problema: probablemente ella también le hubiese visto ya. Ese punto pelirrojo en el horizonte era reconocible. El corto recorrido bajo el sol no fue agradable; con la gabardina tenía calor y sudaba, pero no quería mostrar la escopeta. En cuanto estuvo a unos diez metros la saludó con la mano, sonriente. Acercándose pudo darse cuenta de que aunque se parecía físicamente a las descripciones y al cartel... era distinta a lo que esperaba. Irradiaba paz e inocencia. Y además le sonaba de algo. Le resultaba familiar... y como ocurriera lo mismo que en Water Seven, iba a tener problemas con sus contactos.

- ¡Buenas! No esperaba encontrarme a nadie en esta isla, aparte de los animales. Me llamo Arik, y vengo aquí a recoger setas.

¿Recordáis toda esa charla que llevo dando del destino? Pues sí, parece que tal y como imaginaba no era una locura. Me quedo tranquila esperando a que la persona que está dentro del barco baje y cuando lo veo bajar, no puedo evitar sorprenderme. Le dejo hablar, contar todo aquello y cuando dice su nombre, sonrío.- Se perfectamente quien eres, Arik Landvik.- Cruzarme de brazos, alzar suavemente una ceja aun con esa sonrisa que me delata de una manera indudable, es irónico, pero de todas las personas que pensé que podría encontrarme navegando, él no era una de ellas.- Puede que haya cambiado en estos años, pero aun recuerdo todas y cada una de las veces que me tiraste del pelo.- No es que nos lleváramos mal, es que éramos los más cercanos en edad y los primogénitos de cada rama de los Landvik, habíamos sido la sensación de la familia.

Al menos hasta que los enanos y las enanas comenzaron a llegar por pares.

-Casi me duele que no me reconozcas, tenemos el mismo nombre salvo por una letra y siempre pensamos que mi madre era demasiado perezosa como para ser creativa.- Hice la letra en el aire, la A de Aria que diferenciaba de Arik, y no pude evitar negar aun con algo de diversión por todo aquello.- Soy yo, Aria.- Y como con esas no me reconociera iba a indignarme, habíamos pasado mucho tiempo juntos en la infancia como para que ahora y de pronto no se acordara.

Fuera como fuera, me alegraba tanto de verle y de que estuviera vivo que mi primer impulso había sido correr hasta él y darle un abrazo y pensaba hacerlo. Acorte las distancias de un par de zancadas y busqué rodearle con los brazos en un abrazo cariñoso y tranquilo.- No sabes lo mucho que me alegra saber que escapaste con vida…- La sensación de que toda mi familia había desaparecido, que se había desintegrado y que nunca volvería a verla comenzaba a desaparecer. Me gustaba saber que los Landvik seguíamos siendo un dolor en el trasero, duros de matar y complicados de exterminar.

Se acabaría el mundo antes de que un Landvik agachara su cabeza pelirroja y admitiera la muerte sin luchar con uñas y dientes.

-¿Sabes algo del resto? Los perdí a todos.- Era la realidad, los había perdido, una de esas cosas que no me perdonaba era no haber peleado más para abrazarlas a ellas y no dejarlas ir, pero Arik era lo mismo, toda mi familia lo era. La mayoría había muerto para que nosotras escaparamos y no habíamos podido hacer nada por ellos.

Tenía aún la esperanza de que un cálido rayo de luz con forma de pelirroja y un par de orejas de conejo aun apareciera todas las mañanas en mi vida.

Se quedó rígido y paralizado. ¿Le conocía? ¿Quién era esa mujer? No podía ser que también fuese alguien a quien conociera... Cuando mencionó lo del pelo, un escalofrío recorrió su espalda. No le gustaba la idea de estar con alguien que le conocía, y parecía que bastante, y no recordar quién era. Le ponía en una posición de debilidad. Y lo peor era que se suponía que era su objetivo. Le habían avisado de que era peligrosa. ¿Y si era todo una treta para que bajase la guardia y destriparlo? Había gente muy artera y engañosa en aquel mundo. Él mismo lo era. No iba a caer en los mismos juegos que él usaba con la gente, así que se limitó a sonreír como si la reconociera y dijo:

- Pues claro. Aunque tengo la memoria un poco oxidada...

Pero sus siguientes palabras tumbaron cualquier clase de defensa mental, destrozándola a martillazos. Su sonrisa se le borró cambiada por una expresión de total sorpresa y confusión. ¡Aria! ¿Cómo iba a ser ella? ¿Qué hacía su prima allí, de todos los lugares, y perseguida como una asesina de masas? Negó con la cabeza, confuso. Temía que fuese un engaño, que estuviera intentando jugar con su mente para matarlo. Tenía que ser eso. Se estaba acercando a él para abrazarlo. Era simple: podía simplemente aprovechar ese momento que le creía con la guardia baja para sacar la escopeta y dispararle a quemarropa. Pero no lo hizo. Ella siguió acercándose. Aún podía sacar el cuchillo. Pero la idea de que de verdad fuese su prima... no podía arriesgarse a matarla pensando que era una enemiga. Casi lo había hecho con Elina. Y mientras se quedase en un "casi" había remedio. En cambio si la mandaba al Vacío, no habría vuelta de tuerca. No hizo nada finalmente por evitar el contacto, y cuando ella lo abrazó, terminó de abandonar toda precaución y le devolvió el abrazo con fuerza.

- No creía que fuese a volver a verte nunca... - se le cortó la voz - A ninguno de vosotros.

Lloró, incapaz de contener sus emociones. Y seguro de haber encontrado a su prima, dejó de retenerlas. Dejó que las lágrimas corrieran por su rostro, libres como un torrente, y sollozó suavemente. Sus hombros temblaron por un momento, hasta que finalmente suspiró liberando toda la tensión. Lidiando al fin con el mar de emociones que sentía y se apartó de ella, secándose su único ojo. Diosa, realmente necesitaba un cigarro... echó mano de su pitillera y se llevó uno a la boca, encendiéndolo con su zippo. Tomó una larga calada y exhaló el humo hacia un lado antes de contestar a su prima.

- ¿La verdad? No sé mucho. Llevo sin ver a Ilje desde que todo pasó. Tampoco sé nada de mi madre o de Kol. Los dejé escondidos en el refugio. Mi padre... - apretó los dientes - Los marines lo mataron. Me hice esto intentando vengarle - se señaló el parche que cubría su ojo derecho - Pero he visto a Elina. Está en Water Seven, viva.

Al principió su rostro se ensombreció, pero cuando mencionó que su prima pequeña estaba intacta sonrió y su rostro pareció perder años por un momento.

- Ahora vamos a viajar juntos. Queremos encontrar al resto de la familia y castigar a los que nos han hecho esto - amplió la sonrisa - Me alegro mucho de volver a verte, Aria - alargó la mano para acariciarle la cabeza y despeinarla, como solía hacerlo largos años atrás.

Noté la duda, ese pequeño momento de incredulidad que supongo todos tenemos antes de que nos demos cuenta, pero entonces se rompe y no puedo evitar hacerlo yo también. Lo abrazo con fuerza, comienzo a llorar de felicidad sin poder evitarlo, las pequeñas piezas de felicidad de mi vida, mi familia, siguen vivas y conmigo y esa sensación no puedo cambiarla por nada.- No sabes lo que me alegra ver que sigues bien, y que podamos vernos después de tanto tiempo.- Era una sensación única, en su momento tras ver como nuestra madre moría y desaparecía había pensado que ese sería el destino de todo aquel que no hubiera sido vendido.

Años después al buscar entre los esclavistas y no ver rastros de él o de los demás, me había rendido ante la posibilidad de que siguieran con vida. Me separo con calma, limpio las lagrimas con calma y vuelvo a sonreír de nuevo, no puedo evitar notar que el mundo tal vez comienza a llevarme en el buen camino.- Fue todo un caos, mamá murió intentando defendernos, antes de que me diera cuenta se habían llevado a Ilje lejos de mi y a Elina…- A ella casi la habían matado, no había podido protegerla, no había podido cuidar de ella y era algo que me torturaba demasiado. Ella era mi niña, mi pequeña, era mi obligación protegerla, y no solo me habían quitado a Ilje de entre mis brazos, casi me arrebatan a Elina de mi vida.

Fue por eso que me alegré tanto de confirmar mis sospechas, estaba viva, no habían podido con ella. Me senté en el suelo, notando todas las emociones y fuerzas golpearme de pronto, el maremoto desbordante comenzaba a tragarme y aunque ahora las lágrimas no querían salir, no pude evitar sentirme feliz.- Está viva…- Y eso era todo lo que importaba en aquel momento, le miré, intentando calmar toda esa marea de emociones que iba a revolverme el estómago, hacerme andar en una nube, y finalmente suspiré.- ¿Aun vas a querer ir a por esas setas? -No puedo evitar reír levemente, levantándome del suelo para sacudirme.

Quien diría que algo así nos había vuelto a reunir. Tal vez es verdad y el destino comienza a devolverme todas y cada una de las cosas que me ha quitado. Aunque no quiera pensar mucho en ello, aunque siga temiendo que ella comience a jugar de nuevo con mi mundo y mi mente, hoy siento que en el fondo, me hago un poquito más fuerte.

Vuelvo a tener a alguien a quien proteger a mi lado.

Ver su felicidad y emoción al descubrir que Elina seguía viva le arrancó una sonrisa. ¿Cómo podía ser su querida prima la causante de la masacre que le habían dicho? Tenía que haber algún error. Era el vivo retrato de la inocencia y la dulzura. "¿Pero y si no lo es? La locura se oculta tras muchos rostros." Si no lo era... bueno, eso no cambiaría en lo más mínimo lo que él pensaba de ella. Era su prima, y sinceramente, a estas alturas él ya no juzgaba a nadie por mancharse las manos de sangre. Sin embargo sí que le preocupaba la idea de que estuviera siendo perseguida, fuese por error o realmente por su causa. Podía acabar implicando que su prima fuese perseguida y abatida por marines. Cosa que no pensaba tolerar en absoluto. Esa gente no volvería a arrebatarle un miembro de su familia, jamás. Su rostro, con estos pensamientos en mente, se ensombreció cuando mencionó lo de las setas. Era hora de explicarle qué le había llevado realmente a esa isla... y esperaba que no se lo tomase mal.

- Aria, ¿eres consciente de que te persiguen? - frunció el ceño - No vine a esta isla a buscar setas.

Se cruzó de brazos y respiró hondo. Sería familiar suyo... pero hacía demasiados años de la última vez que la había visto como para poder predecir a ciencia cierta cómo reaccionaría cuando se lo explicase todo. Se había perdido toda su adolescencia y su paso a la adultez. Y más importante, aunque aparentaba seguir siendo una chica dulce e inocente, sabía bien lo mucho que engañaban las apariencias. ¿Quién diría a primera vista que él mismo, con sus modales y su actitud amistosa, fuese quien era en realidad? No pocos le mirarían con asco o incluso sentirían ganas de vomitar sólo por compartir el aire con él si supieran los actos que había llevado a cabo en el templo de Lantla. Actos de los que no se arrepentía, e incluso se enorgullecía completamente de ellos. Y por eso mismo, sabía que debía mantener la guardia alta al explicárselo.

- Te llaman Rødt dyr, la Bestia Roja, ¿lo sabes? No sé si te confunden con otra persona o no, pero están convencidos de que lo eres. Una asesina de masas que ha eliminado a decenas de personas. El Gobierno Mundial ha puesto recompensa por tu cabeza, y hay gente que ofrece dinero también por tu muerte - hizo una pausa y respiró hondo - Antes de saber que tú eras quien estaba en esta isla, acepté un contrato para dar caza a Rødt dyr. No pienso completarlo, eres familia. Pero estás en peligro, prima. Dudo que todos los asesinos y cazadores que vengan tras de ti vayan a coincidentemente ser familiares tuyos.

Sus palabras no son extrañas para mi. Lo se, se de sobra que me persiguen, la razón de que lo hagan y las pesadillas y delirios que llegan a mi cabeza cada vez que ella lo recuerda, cada vez que ella me lo reclama. Es culpa de las dos en cierta manera, demasiado débil, demasiado ingenua, no había podido hacer nada por ayudar a Neil en aquel momento en mi estado normal, por eso la llamó a ella.- Lo se… Soy consciente de la recompensa y de todo lo que hay detrás.-  El tema era que todo lo demás era nuevo, el apodo lo sabía, me gustaba pensar que como excusa, si ella de verdad era una bestia, era normal que no fuera humana, que no procesa como una.

Sin embargo, en el fondo de mi corazón, soy consciente de que las peores bestias somos nosotros mismos.

-Me gustaría que esa casualidad pasara, una manera divertida de reunirnos todos.- Esa sonrisa que siempre permanece en mi rostro le mira con algo de pena, mientras intento explicar exactamente cómo ha sido todo. No sabría decirlo de alguna manera que fuera razonable, pero tal vez es la única que tenga sentido.- Estoy enferma, seguramente sea eso.- Un comienzo algo dudoso, una risa histérica resuena en mis oidos y tengo que controlar los pequeños espasmos que parecen querer llamarla.- Golpearon a Elina hasta casi matarla y ella… Y yo, simplemente exploté.- Esa era la manera de decirlo, explotar, llevarlo todo por delante o simplemente, no dejar títere con cabeza.- Mi mirada se llenó de sangre, no era capaz de ver nada, era como si fuera un amasijo de sed de sangre e instintos que solo quería matar a mis enemigos.- Me abracé a mí misma, dejé el mentón suavemente en mis rodillas, intenté calmarme, consolarme.

No mirar a la mujer que solo yo podía ver, de pie, detrás de mi espalda, notando su mirada burlona en mi nuca.

-Desde entonces, cuando me hieren y veo sangre o veo sangre procedente de un ataque… Me convierto en esa bestia.- Arrasando todo lo que encuentre en mi camino, destrozando todo a mi paso hasta que nadie pueda detenerme, hasta que las amenazas desaparezcan.- No se como pasó, no sé en qué momento sucedió… Tal vez ella nació de la culpa.- Si, el sentimiento de culpa que me embargaba, el no haber sido capaz de mantener a Ilje a mi lado, el no haber podido proteger a Elina del daño que querían hacerle.

Tal vez la culpa la había creado a ella como una excusa, y ahora simplemente intentaba huir de todo.

Mientras la escuchaba, se sentó a su lado, atendiendo a sus palabras con seriedad. Sonaba similar, y al tiempo diferente, a lo que le había pasado a él al caer preso de los marines, tras ver morir a su padre sin poder hacer nada. Toda aquella frustración, impotencia, dolor... simplemente había acabado creando una carcasa como autodefensa, una máscara de indiferencia ante el mundo con la que se había refugiado, ignorando todo lo que le rodeaba. Comportándose como poco más que un autómata. Había estado meses en ese estado hasta que finalmente Evankheel le había comprado y liberado. Y sólo las palabras de aquel excéntrico hombre habían logrado hacerle salir de aquel cascarón y volver a ser él mismo. Por eso entendía en buena parte por lo que estaba pasando su prima. Suspiró profundamente y le apoyó la mano en el hombro, apretándoselo suavemente.

- A veces afrontamos situaciones para las que no estamos hechos. Hay gente que no sirve para luchar, otros que no son capaces de afrontar el dolor de una pérdida, o quienes no saben vivir si no son capaces de trabajar. Una vez conocí a una mujer que tras quedarse paralítica de piernas, acabó volviéndose alcohólica. Ella decía que cuando bebía era como si fuese una persona diferente - la miró a los ojos - Cuando nuestra mente actúa de maneras extrañas, lo que solemos llamar locura, está normalmente protegiéndonos. Es una forma de protegernos de algo con lo que no sabemos lidiar.

Su voz era calmada, suave, casi melódica. Sonaba seguro de sí mismo. Su intención era calmar a su prima. Sabía bien que cuando alguien tenía problemas muy serios tendía a encerrarse en uno mismo, caer en la desesperanza y rechazar las salidas que se le ofrecieran, creyendo que no servirían de nada. Quería ayudarla a sentirse mejor y a aceptarse a sí misma, pero para eso primero necesitaba que estuviese tranquila y atendiese a sus palabras. A diferencia de como lo haría la mayoría de la gente, no veía lo que tenía Aria como una peligrosa locura, o a su prima como alguien de quien debiera apartarse. Lantla tenía formas extrañas de ayudar a los humanos, y la locura era una de ellas.

- Lo que a ti te pasa no es sencillo, por lo que veo. No es algo que puedas dejar atrás sin más. Sin embargo, si lo tienes es porque es un mecanismo que en algún momento has necesitado - se acomodó, cruzando las piernas - ¿Sabes? Yo también pasé por un momento similar, después de todo lo que ocurrió en nuestra isla. Simplemente me aislé del mundo y dejé de sentir. Era como estar encerrado en mí mismo, convertido en un muñeco sin voluntad que se movía y se alimentaba porque se lo ordenaban. En el fondo estaba furioso conmigo mismo. Furioso por no haber sido capaz de proteger a mi padre y a todos. Pero también furioso por no haber sido capaz de simplemente aceptarlo. De haber sido tan débil como para dejarme estar, en lugar de hacer algo. Intentar planear una forma de huir o esforzarme para ser vendido a un sitio del que pudiera escaparme. Hasta que entendí que estaba siendo duro conmigo mismo, no empecé a volver a ser yo - hizo una pequeña pausa - Tienes miedo. Es normal tenerlo ante la idea de perder el control. Sin embargo, prima, a veces es ese mismo miedo el que da fuerzas a lo que tememos. Si es un mecanismo de defensa, cuanto más miedo y tensión tengas, peor será. En cualquier caso... tal vez tenga una solución a corto plazo para ti. ¿Alguna vez has oído la expresión "la música calma a las fieras"?

-Me gustaría poner una excusa, decir que su existencia es necesaria o que salió de algo positivo, o que de verdad me sirve como defensa.- Sería una tontería engañarme de esa manera, fingir que la sombra sentada a mi lado representa algo realmente positivo o que me engaña en algo para continuar.- Simplemente nació debido a mi debilidad, si yo no puedo protegerme o a la gente que quiero… Ella lo hará.- La sonrisa amplia, funesta y oscura de ella es un reflejo que no desaparece de mis ojos, intenté calmarme, pero noté como empecé a temblar, como mi cuerpo reacciona a su presencia. Sus manos en mis hombros, su tacto bajando por sus brazos hasta mis muñecas. Aguanté un quejido y la hice parar con una mirada de reojo, aterrada.

Ella me sonríe y no puedo evitar mirar a Arik asustada. Ella no quiere protegerme, cuidarme o ayudarme, ella quiere devorarme hasta hacerme desaparecer y encargarse de que todos compartan mi sufrimiento. Ella quiere que todos pierdan a las personas que quieren, así como nosotras lo perdimos a él. Intento recuperar la calma, apartarme el cabello del rostro, que todas las fuerzas regresen y las alucinaciones desaparezcan.

No es real, ella no lo es, aún puedo darme cuenta de ello, aun no me ha devorado hasta que dude de esto. Le presto atención, sonrío de manera algo temblorosa, y asiento de manera suave a lo que dice.- Lo siento… Estoy segura de que fue una situación horrible, pero no creo que sea lo mismo, aunque espero que tengas razón y un día simplemente desaparezca.- Lo dudo, ella me mira alzando una ceja, sabe tan bien como yo que es una parte de mi, de mis instintos, de mi forma de ser. Tal vez cuando muera, cuando desaparezca, cuando todo se acabe ella descanse al igual que yo.

Pero ahora mismo prefiero no pensar en eso.

-Alguna vez, pero si pretendes cantar para calmarla, te aconsejaría que lo hicieras detrás de una pared, barrera o algo parecido.- Si quería hacer la prueba con ella, tendría que hacerla aparecer y eso era peligroso. En el momento en el que la bestia despertara, nada ni nadie podría pararla hasta que finalmente consumiera todo o simplemente encontrara descanso tras saciar su sed de sangre.- Aunque supongo podría ayudarme para cuando aparece por las noches.- De día, como ahora, aparece, pero a la noche puedo sentir su tacto, sus dedos sobre mi cuello, sus palabras en mis oídos, su sonrisa contra mi mejilla.

Casi como si al despistarme, fuera a tomar control completo de mi cuerpo.