Michaela Albás, la manzana podrida

Michaela nació en una isla del Paraíso. No recuerda el nombre. Sabe que hacía calor, que el tacto de la arena en los pies era agradable y que su madre le daba zumo de coco cuando tenía sed. Son recuerdos bonitos. Vestían sedas y tenían un gran palacio blanco. Sin embargo, no pudo quedarse.

Tenía doce años cuando su madre la vendió a un noble de Kieskaya. El nombre de su marido es como estática en su cabeza. No es capaz de recordarlo, aún cuando lo tuvo muchos años en los labios. Los moratones y las heridas sanaron una y otra vez. El resentimiento, en cambio, fue creciendo con cada abuso.

Cuando fue mayor, él la presentó en sociedad. Fue ahí cuando empezó a aprender de verdad. Era de buena familia, por supuesto. Ahora ella también. Se esforzó. Fue una buena esposa. Complaciente, sonriente, inocente. Empezó a acompañarle a todas partes. No hubo más bofetadas, ni más insultos. No podía haber abusos si ella se dejaba.

Abortó tres veces, por voluntad propia. Nadie lo supo, ni siquiera su marido. Sobre todo su marido. El amargor de las hierbas picaba y era un dolor bueno.

Él comenzó a confiarse. Se apegó a su belleza, a sus buenos modales. Empezó a utilizarla. Era un mueble precioso, sentada a su lado vestida de blanco. Michaela asistió a suficientes reuniones como para entender de verdad la fortuna de su marido. Las drogas, los acuerdos sucios. Las apuestas, las fiestas ilegales. Fue tomando cuidadosa nota de todo aquello que veía. Habló con los amigos de su esposo. Con los de verdad y los de apariencias. Afianzó su posición a lo largo de los años, a base de sutiles sugerencias y miradas de soslayo.

Bajo su influencia, los negocios de su amorcito no tardaron en caer en picado. Ella lo sabía. Era justo lo que quería. Aguardó al momento indicado, sin casi poder contener la ilusión. Utilizó un cuchillo pequeño y a dos de los guardaespaldas de su esposo. De ella.

No le mató, por supuesto. Pero con los consejos de un médico afín a la familia y un pulso firme, el hombre acabó en coma. Antes de irse, le arrancó un ojo. Quería conservarlo; un recordatorio. Un juguete. Un trofeo del que presumir.

Se marchó esa misma noche, con lo puesto. Se llevó a los dos guardaespaldas y prometió estar en contacto con el médico. Tomó el velero más pequeño de la flota, dos espadas de uno de los alijos y las llaves de uno de los apartamentos. En cuanto a lo que ocurrió con su familia, no podría importarle menos. Sabía que estaban fastidiados. Tenían dos opciones; matar a su marido y escoger un sucesor o... esperar. Y esperarían. Eran demasiado leales para no hacerlo.

¿Y ella? No sospechaban de ella. O sí. Quizá sí, dado que había desaparecido. Pero no les veía por ninguna parte y mientras no lo hiciera no pensaba preocuparse. Quería jugar. Llevaba muchos años jugando detrás de su marido. Y ahora tenía su apellido como propio y sus propias manos para agarrar las piezas. Lo estaba deseando.

Michaela es... testaruda. Un tanto perversa y, desde luego, fría. Es capaz de acaparar todo el calor y el optimismo de la habitación para arder con más intensidad que nadie y, aún así, helar a la gente con la mirada.

Sin embargo, Michaela también es juguetona. Es impaciente y su atención e intereses fluctúan sin razón aparente. Es caprichosa y le entretiene tratar a la gente como si fueran juguetes de cuerda. Una vez considera que han llegado al final de la misma, la corta sin remordimientos.

Le gusta la independencia, pero no quiere estar sola. Prefiere rodearse de marionetas en el día a día y citarse de tarde en tarde con aquellos lo bastante privilegiados como para no aburrirla en cuestión de horas. Adora la buena conversación y la buena música, pero no le gusta bailar. No habla de sí misma y le aburre oír a los demás despiezarse a sí mismos. Prefiere descubrirlo ella y prefiere que sea complicado.

Michaela puede ser cruel. Le gusta experimentar con el cuerpo humano. Le fascina el dolor y lo que le hace a la gente. La forma en que les cambia la cara, la voz y, si presionas lo suficiente, la moral. Es también bastante racista y ve a las personas de otras razas como extraños objetos de coleccionista. Un tanto feos, bastante extraños, pero de existencia limitada. Tiene un par de pendientes hechos con escamas de sirena y un abrigo negro de pelo de mink. No sabe de qué tipo concreto; no le interesa.

Es avara, por supuesto. Le gusta el dinero, y todo lo que este puede comprar. Las joyas bonitas, los trajes caros y la lealtad de la gente inocente. Se preocupa por aquellos a sus órdenes, pero no comparte lo que es suyo. Se asegura de que cada persona tenga su parte, para que nadie toque la que le pertenece. Y todo aquello que les traiga más riquezas es más que bienvenido.

Hay una última cosa. No le gustan los hombres. Le divierten, a veces. Le repugnan, la mayor parte del tiempo. Soberbios, arrogantes e ignorantes. No le respetan; lo sabe. Nunca lo han hecho. Son irritantes, son peligrosos. Le gusta castigarlos, cuando puede. Deleitarse con ellos. Ha matado a muchos y sabe que matará a muchos más. Sin embargo, tiene la sospecha de que sin importar el número, siempre serán demasiado pocos. Como las malas hierbas, por cada una que arrancas salen siete más.

Michaela es una mujer que llama la atención. Cuando entra en la habitación, las miradas se posan sobre ella sin que tenga que decir ni una sola palabra. Se mueve con elegancia y cierta calma, lo que podría resultar engañoso. Sus ojos, dos pozos oscuros y redondeados, examinan todo a su alrededor con rapidez y precisión. Enmarcados por largas pestañas y un par de arrugas casi imperceptibles, son expresivos y feroces. La nariz, ancha y corta, parece encajar a la perfección en su rostro. No sonríe mucho, no sinceramente, pero cuando lo hace es digno de ver. Toda su cara se ilumina y por un momento vuelve a parecer una adolescente encantadora en lugar de una mujer adulta y sabia.

Michaela es alta, bastante más que la mayoría de mujeres. Se alza sobre metro noventa, que rebasa los dos metros fácilmente con tacones. De cuadro estrecho, tiene los hombros redondeados y los brazos finos. Postura erguida y pechos orgullosos, sutiles y redondeados. Su cintura no se acentúa especialmente, pero deja paso con humildad a sus piernas, que suelen acaparar no pocas miradas. Largas y torneadas, no son ninguna broma. Podrían rivalizar sin problemas con cualquier modelo y no hay ni una sola arruga o cicatriz que arruine su perfección. Michaela se asegura de que así sea.

En general, es una mujer segura de si misma y su físico lo transmite sin vacilaciones. Se mueve con la seguridad propia de alguien que sabe que es atractivo e inteligente. Se gusta a sí misma... y le gusta que la gente lo sepa.

Actualizados a nivel 21 (sobran 5 puntos)

+2 a Instinto por humana (+30)

Fuerza: 4

Fortaleza: 6

Velocidad: 6

Agilidad: 7

Destreza: 7

Precisión: 6

Agudeza: 8

Intelecto: 8

Instinto: 8

- Un anillo grueso con un topacio, que se abre para revelar un ojo disecado y manchado por el uso, pues hace las veces de sello personal.
- Un pequeño den den mushi negro y dorado de ojos verdes.
- Una cajita bellamente decorada llena de parches de nicotina.
- Dos dosis de epinefrina para emergencias.

Nombre:Berry
Especie: Serpiente del maíz
Categoría: E
Descripción física Una pequeña serpiente de 80 cm de largo de ojos morados y característico color lavanda.
Poderes o habilidades únicos: De increíble olfato, esta pequeña serpiente ha sido adiestrada para detectar por el olor los frutos secos en la comida, bebida o el ambiente y transmitirle la información a su dueña. No es venenosa pero sus colmillos miden centímetro y medio y es perfectamente capaz de asfixiar a alguien por orden de su dueña.
Atributos: Fuerza [4], Fortaleza [4], Agilidad [8], Velocidad [8], Destreza [6], Precisión [6], Agudeza [7], Intelecto [2], Instinto [7]

Nombre: Aurum
Especie: Serpiente del maíz
Categoría: E
Descripción física Una pequeña serpiente de 80 cm de largo de ojos rojos y tonalidades naranjas.
Poderes o habilidades únicos: De increíble olfato, esta pequeña serpiente ha sido adiestrada para detectar por el olor los frutos secos en la comida, bebida o el ambiente y transmitirle la información a su dueña. No es venenosa pero sus colmillos miden centímetro y medio y es perfectamente capaz de asfixiar a alguien por orden de su dueña.
Atributos: Fuerza [4], Fortaleza [4], Agilidad [8], Velocidad [8], Destreza [6], Precisión [6], Agudeza [7], Intelecto [2], Instinto [7]

Nombre: Veritas
Especie: Trimeresurus Insularis - Serpiente peligrosa
Categoría: C
Descripción físicaEsta serpiente puede llegar a alcanzar los cuatro metros en su etapa adulta. Delgada y elegante, llaman la atención sus escamas azules.
Poderes o habilidades únicos: Además de ser rápida y letal una vez se enroscado alrededor de su presa, esta serpiente posee un veneno que paraliza durante tres post la zona mordida siempre y cuando logre clavar al menos un colmillo.
Adquirida de cría, tardará 5 roles (aparezca o no) en adquirir su forma adulta. Hasta entonces, se considerará que está siendo entrenada y no participará en roles bélicos.
Atributos:Fuerza [12], Fortaleza [10], Agilidad [9], Velocidad [10], Destreza [8], Precisión [8], Agudeza [8], Intelecto [2], Instinto [9]

-Un velero pequeño pero de gran calidad, de madera oscura y un camarote solo para ella, en el que hay un armario con varios conjuntos de ropa. Atracado actualmente en Downs.

- Un amplio apartamento comprado bajo nombre falso en Kieskaya. (Escénico inicial, no cuenta como base)
- Base pequeña secreta en Downs (North Blue). Consiste en una gran casa de dos pisos, con cinco habitaciones con baños privados, una gran cocina y salón en el piso de  abajo. Lo más relevante es una amplia sala junto al recibidor destinada para realizar eventos, con tarima para banda y capacidad para cincuenta personas.