Ah shit, here we go again... (Iulia - Alpha)

Markovia… Para algunos sería un lugar donde robar sería tan difícil como robarle un dulce a un bebe. Para otros, como yo, era totalmente diferente. Me gustaba pensar que se trataba de un lugar tranquilo donde podías pasarlo tranquilo bebiendo hasta mas no poder. Al menos eso era lo que podía intuir, me encuentro en las calles tomando un paseo y me topo con que varias personas se encuentras muy felices tomando vodka. Ver eso me hizo sonreír. Por otro lado, el pueblo no era tan grande, si te tomabas el suficiente tiempo, podías recorrerlo todo en un par de horas. Pero eso no quitaba lo hermoso de su tranquilidad y destejo.

¡Ah! He hablado muy rápido, ya puedo ver a un par de borrachos peleando en la esquina.

- Que lugar tan tranquilo. ¿No lo crees, Suzaku? – La plumífera miraba con tranquilidad los alrededores buscando algo interesante. Yo por mi parte, tenía la mirada fija en las colinas. La forma en que la naturaleza las había forjado era hermosa. Podía incluso decir que parecía que fuese a propósito. Extendí mi mano y tomé la botella que me quedaba de licor de café. No quedaba mucho en su interior, pero aun así di un trago para regocijarme con el delicioso sabor de aquella bebida. – No está mal. – Dije embozando una sonrisa. – Pero pronto debería reponer esta botella y conseguir un par más. ¿No lo crees? – Suzaku luego de un rato, se quedó mirando a cierta colina, allí se encontraba un castillo. – Ni lo sueñes, hoy venimos a reponer suministros. Y aunque parezca una idea divertida, no. -Hoy no tenía ganas de robar en una fortaleza, aunque me pareciera una idea de los más divertida. Hoy era todo en plan recolectar lo necesario para lo que se avecinaba.

- Chihiro, Arny y Aigon están por llegar. Debemos tener todo listo para su llegada, tenemos algo que desenterrar de las profundidades de Hallstat. – Mis tres hermanos pronto llegaría. A cada uno les entregue una vivre y les enseñe el funcionamiento de la misma. Por su parte, aun exploraba el pueblo en búsqueda de algún lugar donde podre reabastecer suministros.

- Aquí es. – Llegue a un pequeño mercado. Los mercaderes estaban negociando y gritando como locos. Algunas eran ofertas, otros alardeaban de lo buena que era su mercancía. Otros simplemente estaban algo borrachos. – Este será un día largo. - Suzaku parpeo, corroborando que lo seria.

- ¿En qué pensabas, inconsciente?

Le cayó un golpe en la cabeza con la katana envainada. Iulia se frotó el lugar del impacto, mirando ofendida a su abuela pero sin atreverse a replicar. Iliana la miraba con gesto digno y altanero, con el arma aún en la mano. Estaban en el castillo de Markovia, en una de las salitas del segundo piso. Por la ventana podía verse, en la parte baja de la colina, la pequeña aldea vecina y las tierras circundantes, enmarcadas por un cielo gris y que amenazaba lluvia. La chica desvió la mirada con un gesto y aburrido y cogió su botella de refresco de cola.

- No es como si tuvieses derecho a decirme nada. A mi edad estabas revolcándote con el ab... ¡ay ay ay ay!

Iliana había vuelto a empezar a pegarle con la vaina. Sabía que no le daba realmente con fuerza, pues pese a su avanzada edad aún estaba en forma, pero dolía igualmente. Intentó cubrirse con las manos y el resultado fue recibir los golpes en los dedos.

- ¡Vale, vale! ¡Lo siento!

- ¡Chiquilla malcriada! ¡No menciones a ese hombre delante mía! - resopló, enfadada - ¿Tienes idea del compromiso en que me metes escapándote así? Se supone que estás aquí a mi cargo. Si tus padres vinieran de visita y se enterasen de que te has largado, ¿qué esperas que les diga?

Iulia entornó los ojos. Mencionar al abuelo no había sido suficiente para lograr escurrir el bulto y que dejase el tema. Normalmente funcionaba a las mil maravillas, Iliana no soportaba que se hablase de él. No le apetecía tener que darle explicaciones a su abuela de por qué hacía lo que hacía. Simplemente le había apetecido.

- Estás totalmente asalvajada - su abuela negó con la cabeza - No te he entrenado para que empieces a hacer locuras e irte por ahí a arriesgar tu vida a lo loco.

- ¡Solo quiero vivir aventuras! ¡Ver el mundo! Tú comenzaste a viajar antes de mi edad. Cuando aún tenías dieciséis años ya estabas navegando por Grand Line. Ya tengo diecinueve años, debería poder elegir cómo vivir mi vida - replicó Iulia groseramente.

- La diferencia es que yo tenía un barco, una tripulación, sabía emplear las tres formas del haki y mi guardaespaldas era Drake Lars Lee en persona. Tú te has ido sola con un caballo y apenas comida para un día, y ni siquiera has logrado despertar ninguno de tus hakis aún - Iliana suspiró y suavizó el tono y su mirada - Li, tienes que tener más cuidado. ¿Qué pasaría si te hubieses quedado sin agua?

Iulia apretó los puños y sus ojos chispearon con ira. Odiaba cuando la trataban así, como si fuese una muñeca que fuese a romperse. Odiaba que le recordasen que había nacido con aquella rara aflicción. Se levantó y salió de la sala a pasos rápidos y airados, pero sin perder la compostura.

- Estaré en los jardines - dijo en tono frío y ofendido.

-A ver, veamos la lista. – La lista no era ni muy larga, era lo suficiente como mantenernos bien alimentados por un par de días. - ¿Mmm? – La plumífera aún seguía mirando hacia el castillo. No tenía ni idea del por qué ella seguía haciéndolo, pero ya comenzaba a causarme bastante curiosidad. – Suzaku… ¿Qué ocurre? – Ella no me indicaba nada, solo seguía viendo sin parar aquella estructura. Quizás le había llamado la atención o alguna otra cosa. Pensé por un momento y miré hacia el sol. Aun no era medio día, pero pronto lo seria. – De acuerdo, solo por hoy haré lo que quieres. ¡Corre!

La plumífera comenzó a correr a toda velocidad en dirección hacia el castillo. Nos tomó algo de tiempo, pero al fin habíamos llegado a la edificación. – Interesante… - El castillo me resultaba bastante antiguo, pero eso lo hacía bastante genial. Se notaba que en alguna oportunidad esta edificación alguna vez había sido la testigo de alguna batalla. Por su parte, me encontraba seguro entre los árboles. Podía ver algo de vigilancia en la entrada de este. – Bueno… quizás explorar un poco y ver si encontramos algo que robar sea genial. – Le dije a mi compañera. – Pero primero analicemos un poco los alrededores. – La muralla era bastante alta pero no era imposible de saltar. Sería un salto muy fácil para Suzaku, quien siempre corre a velocidades endemoniadas.

- Aquí vamos… - El ave se lanzó en carrera y dio un gran salto. Cuando caímos, nos fijamos que habíamos caído en un jardín. Había alguno que otro arbusto y se notaba que el jardinero se tomaba bastante tiempo para mantenerlo hermoso. Pero, aun así, no estaba vigilado. ¿Quizás enfocaban la vigilancia en lugares más estratégicos? No lo sé y tampoco puedo preguntarme mucho eso. Veo una puerta, y es la única que me permite entrar en el castillo. – Ya me metiste en esto, Suzaku. Veamos si tu instinto esta en lo correcto. – Me baje de la montura y di unos pasos con ella detrás de mí. Pero me dio por distraerme con cierto árbol que estaba allí. Parecía el centro de atención del jardín. En cierto modo, me parecía hermoso e incluso no podía evitar sonreír al mirarlo. Suzaku también lo miraba y parecía estar de muy buen humor. – Esto me agrada ¿Y a ti? – La plumífera parpeo, eso significaba que definitivamente estaba disfrutando del momento.

- Claro que si…

Daba igual cuántos esfuerzos hiciese su abuela por retenerla. En cuanto tuviese un destino definitivo, se marcharía del castillo y se iría a ser una pirata. Por mucho que Iliana pensase que estaba siendo una inconsciente, llevaba mucho tiempo pensándolo y planeándolo. Tenía claro que realmente era lo que quería. Las aventuras anteriores habían sido solo para familiarizarse con el mundo y sacar algo de callo antes de comenzar su viaje. ¿Que no habían ido tan bien como cabría esperar? Era normal. Eran sus primeros intentos, y por algo tenía que empezar. Sus primeros entrenamientos también habían sido duros y dolorosos. Había acabado con moratones y cometido muchos errores tontos, pero había aprendido de la experiencia. Cada vez un poco mejor, poco a poco. La próxima vez que saliese iría más preparada que las anteriores.

Bebió un largo trago del refresco y abrió la puerta principal de un empujón. La recibió un soplo de aire frío y húmedo, pero eso no le quitó su idea del paseo. Le gustaban los jardines del castillo, y habiéndose criado en Hallstat toda la vida, no le tenía miedo a la lluvia. Y por el momento aún no había empezado. En el momento en que salió, apenas había dado dos pasos cuando vio algo que la hizo detenerse de golpe y ponerse en guardia. Había un enorme pájaro amarillo en mitad del patio. Tenía silla de montar y un montón de bártulos colgados ¿Qué diablos...? ¿Cómo había llegado esto hasta ahí? Entonces se fijó en aquella chica. Era algo bajita, mona y vestía con ropas extranjeras, propias del East Blue y de algunas islas de Grand Line. La reconoció de sus libros, se llamaba kimono. Estaba mirando el árbol de la abuela.

- Hola, ¿cómo has ido a parar a aquí, chica? - preguntó Iulia - Este sitio no es para turistas, estás en mi casa. ¿Te has perdido?

No tenía claro cómo reaccionar. Parte de ella quería aprovechar la situación y coquetear un poco, porque, ¿por qué no? Otra parte le decía que fuese sensata y la echase, o mejor, llamase a los guardias o a su abuela. Pero en el momento en que pensó en Iliana, la sangre volvió a arderle y desechó la idea. Le dedicó su mejor sonrisa, acercándose meneando las caderas y dijo, con voz hermosa y cantarina:

- A lo mejor necesitas que te ayude a encontrar el camino - dijo con voz seductora.

Mi momento de tranquilidad fue interrumpido de golpe, la entrada hacia el catillo había sido abierta por una chica. Era mucho más alta que yo. De cabellera larga y oscura. Además, esa mirada estaba acompañada de un profundo color rojo. Se trataba sin lugar a duda de una obra de arte, era una belleza en toda la palabra. Y aunque me fuera gustado mucho seguirle el rollo del coqueteo, cuando esta le confundió con una chica, no pude evitar sentirme algo triste.

- ¡Ah! – Fue lo primero que dije al fijar mi mirada en ella. Me voltee para que pudiéramos estar frente a frente. Allí cualquiera podría detallar que mi brazo izquierdo era uno mecánico. Le regale una amable sonrisa y una mirada tierna. – Disculpe señorita, pero soy un chico. – La plumífera me miro por un instante y luego la miro a ella. Luego volvió a mirarme a mí para comenzar a burlarse de mí. – Te da mucha risa ¿No, Suzaku? Es la cuarta vez en este mes que me confunden con una chica. – La super ave se descojonaba de la risa. Yo solo suspiraba vencido por su burla. No era mi culpa que las personas de vez en cuando me confundieran con una chica ¿O sí?

- No, no estoy perdido. – Dije mostrándome totalmente tranquilo. – Solo seguí los instintos de mi compañera, que no paraba de mirar este lugar. – Dije señalando al ave. – Por otro lado, es una hermosa casa la que tiene señorita. – Dije, posando la mirada en el castillo. – Se nota mucho que tiene una gran historia por detrás. ¿No lo crees, Suzaku? – La plumífera parpeo, claramente estaba de acuerdo conmigo. - ¡Ah! Que malos modales tengo. Es un placer conocerle. Soy Freites D. Alpha. – Dije extendiendo mi mano para que la tomara. – Lamento mucho mi intromisión. Si tanto le molesto, podría irme por donde vine.

No tenía razón alguna para mostrarme hostil contra ella. Si muy bien había venido buscando una oportunidad de robo. Ese no era mi objetivo principal. Solo seguía las corazonadas de una ave curiosa que solo quería explorar el castillo. Por otro lado, explorar un castillo antiguo no parecía una mala idea. Siempre me ha molado este tipo de cosas. Mi mirada estaba posada en la mente de la señorita que estaba frente de mí. Esperaba que no se sintiera avergonzada o algo similar por haberme confundido con una mujer.

No era la primera vez que ocurría, así que no era su culpa.

Su sonrisa se convirtió en una mueca de incredulidad y sorpresa cuando escuchó su voz y le vio girarse. Uno de sus brazos eran mecánicos, y ahora que podía oír su voz grave y verle bien, efectivamente era un chico. No tenía ni idea de dónde meterse. Aquel era uno de esos momentos en que solo podía pensar "tierra trágame" y sentirse asqueada. Al menos había tenido la sinceridad de desvelar el error el lugar de intentar aprovecharse, eso podía concedérselo, pero ahora que veía que era un hombre toda la atracción se vio sustituida por una repulsión instintiva. Abrió la boca para intentar decir algo, pero al no salirle las palabras salió del paso fingiendo una tos. Entonces dijo al fin:

- Es normal que no me diese cuenta. Al fin y al cabo no tienes barba y eres muy bajito para un hombre - respondió, con altanería.

Diantres. ¿Y ahora qué? ¿Lo echaba? Él se puso a hablar sobre lo antiguo y bonito que era el castillo. Eso le llenó en parte de orgullo, pero no sustituyó la sensación de que tenía que hacer algo cuanto antes. Además, ¿qué persona en su sano juicio seguía los instintos de un ave? Sí, parecía muy inteligente, o al menos muy bien amaestrada. ¡Pero era un animal! Cuando estaba a punto de pedirle que se marchase, él se presentó. Arqueó mucho una ceja, sin tomarle una mano.

- Espera. ¿Eres ESE Alpha? ¿El pirata que caza piratas?

Había oído mucho sobre él pues una de sus primeras aventuras había sido en Hallstat. O más bien desventura, pues no había acabado muy bien para él. Se había plantado en mitad de la cuenca minera de Auria cuando estaba en plena revuelta de antiguos nobles que querían restablecer sus privilegios y se unió al ejército de la República como mercenario. Sin embargo, en mitad de un asalto a la ciudadela rebelde, Alpha había traicionado a su bando y decidido enfrentarse a todo el mundo. Reunió a un grupo de mercenario y asaltó en solitario la ciudadela, proclamándose señor de Auria. De poco le había servido, pues escasas horas después había sido derrotado en un duelo por el general del ejército republicano y había tenido que huir de Hallstat. Pero desde entonces había hecho más cosas y su recompensa había crecido mucho.

- Entonces eres un pirata... - se frotó la barbilla.

Recordó las palabras de Iliana. Su abuela le había dicho que en su primera aventura había salido con un poderoso guardaespaldas, Drake Lars Lee "La Bestia", uno de los guerreros más temidos de su época. ¿Y si aquel pirata bajito y andrógino era su billete de salida de la isla? No parecía mucha cosa, pero si las historias eran ciertas, debía ser muy fuerte.

- Pues que sepas que hablas con Iulia Markov, nieta del antiguo Ju Senshi Ivan Markov y futura capitana pirata - sonrió - Alguien como tú podría venirme muy bien. Júrame lealtad y conviértete en mi nakama, y conquistemos los mares juntos.

¿Barba? Ahora que me doy cuenta, nunca me había tenido problema con ellos. Tampoco me acomplejaba mi altura. De hecho, me resultaba ventajosa en ciertas ocasiones. Pero si tenía que admitir que era molesto en otras, como alcanzar los objetos que estaban en lugares altos, por ejemplo. – Me lo suelen decir mucho. – Respondí, sin prestar mucha atención a ese asunto.

La siguiente pregunta me hizo entender que ella conocía acerca de mí. – Kurokami no Alpha para algunos. Señor de la guerra para otros. Aunque el pirata caza piratas es el apodo que más me ha gustado. – No eran tantos los apodos que había ganado en lo que llevo de pirata, pero he de admitir que los llevaba con orgullo. Que ella no me estrechase la mano no me llego a molestar, simplemente retire la mano y la observaba frotarse el mentón, pensativa. Luego ella se presentó como Iulia Markov. Eso sí que fue una sorpresa, ella llevaba un apellido de peso en su nombre ¿Quién no conocía al legendario Ivan Markov? Era realmente una lástima no haber nacido en el mismo tiempo que él, me fuera gustado mucho enfrentarme a él y a su capitana, Katharina. Aunque cuando añadió lo de futura capitana pirata, no pude evitar mirarle con cierta manía que tenía.

Era una mirada que reflejaba a leguas un alto nivel de curiosidad.

- Entonces… nieta del antiguo Ju Senshi. – Dije mientras me alejaba unos cuantos pasos hacia atrás. Dejando una distancia entre nosotros. – Es cierto que tienes un apellido de gran peso, señorita Iullia. Pero necesitas más que eso para convertirte en pirata. – Dije, mientras lentamente abría mi kimono, dejando descubierto mi pecho. - ¿Que especie de pirata seras? ¿Puedes demostrarme que tu fuerza es igual de poderosa que tus palabras? – Suzaku la miraba a ella de manera curiosa igualmente. La plumífera la detallaba de pies a cabeza para al final simplemente hacer un resoplido, como si estuviese decepcionada. – Tienes un ataque libre, Iulia Markov. Un ataque libre para que me demuestres que realmente vale la pena llamarte capitana.

No podía evitar sonreír. Estaba realmente feliz, esta era la segunda vez que alguien me decía que quería convertirse en mi capitán. Aunque en el caso de Aigon, él se dio cuenta de la diferencia que había entre ambos. Aunque considero que es una brecha que tarde o temprano lograra igualar, tenía totalmente fe en él. En cuanto a la joven Markov, solo despertaba mi curiosidad. Ella parecía estar muy segura de convertirse en pirata.

¿Pero podrían sus palabras igualar a su fuerza? Eso no lo se…

¿Poner a prueba su fuerza? ¿Para qué? Qué pereza. ¿No era más sencillo que empezase a obedecerle y ya está? Qué complicados eran los plebeyos. Cuando se desveló el pecho, al principio pensó que quería hacer algo raro o que era alguna clase de pervertido exhibicionista, pero entonces dijo que le dejaba el primer golpe. ¿Iban a pelearse en mitad de los jardines? Eso ya no era que le diera pereza, sino que no quería para evitar destrozar las flores. ¿Por qué estropear un sitio bonito?

- Pero para esto salgamos a fuera, bruto - dijo ella - Además, no tengo un arma a mano. Necesito una katana.

- Eso no será un problema, mi niña. Coge.

Iulia se giró hacia la voz y vio una elegante katana con el mango rojo volando hacia ella. Con cada giro en el aire, la hoja brillaba con destellos plateados. Levantó la mano y la agarró por el mango al vuelo, dándose cuenta al momento de lo increíble que era aquel acero. El arma estaba perfectamente equilibrada y afilada al extremo. Era Tsuki no Kagayaki, la katana de su abuela Iliana, quien la miraba desde la puerta del castillo con una sonrisa. Al principio Iulia la miró confusa, aún un poco enfadada. Poco después entendió lo que significaban esas palabras, y con una sonrisa de alegría, corrió hacia las puerta de la muralla.

- ¡Vamos!

Sin que Iulia se diese cuenta, Iliana se aproximó al pirata y le susurró algo:

- Sé que eres mucho más fuerte que ella y que va a perder este encuentro. Mi nieta tiene mucho potencial y debe aprender esta lección. Tiene que aprender humildad y cautela si quiere navegar por los mares. Por eso, te aviso de lo siguiente: no necesitas hacerle heridas reales para derrotarla. Hazle daño a mi nieta y me encargaré de hacerte daño a ti.

La anciana era una mujer de largo pelo gris y ojos rojos, con un vestido negro y blanco sobrio pero bonito. Transmitía un aura de serenidad y sabiduría y su voz era pacífica, pero en el momento en que advirtió al pirata de lo que le pasaría, por un momento el cielo pareció oscurecerse y su tono transmitió frialdad sanguinaria. Tras advertirle, se dirigió a la salida del castillo con la vaina de la katana en la mano. Una vez fuera, se sentó en una piedra y ordenó con un gesto al guardia que se marchase. Iulia estaba ya fuera, blandiendo la katana y practicando con ella. Era mucho mejor que el arma que su abuela le había dado para entrenar. Se giró hacia Alpha cuando salió y se puso en posición. Su guardia era muy extraña, más propia de esgrima con estoque que con katana.

- ¿Listo?

Tenía que admitir que aunque pareciese poca cosa en inicio, ahora que le veía torso se notaba que estaba fuerte. No por nada se había convertido en un pirata famoso, supuso. Tras tomar aire, avanzó rápidamente hacia él. Al llegar a su altura, adelantó el pie izquierdo y giró su torso hacia la derecha mientras pasó a empuñar a Tsuki no Kagayaki a dos manos por encima de su hombro derecho. Entonces, girando sobre su cintura en el sentido del ataque para imprimirle fuerza al corte, le lanzó un tajo descendente en diagonal.

- ¡Danza de Plata: Relampagueo!

-¿Bruto?- Pregunte ladeando la cabeza un poco. Era incluso irónico como lo que ella le pidió se lo habían hecho entregar. – Vaya… - Esa katana era de una excelente calidad. Con tan solo verla podía darme cuenta de lo bien confeccionada y cuidada que estaba. Mire hacia la puerta para detallar a la nueva persona que estaba allí. Era una anciana de larga cabellera gris y ojos rojos. En cierto punto, tenía ciertos rasgos que parecían a los de Iulia. Al parecer ella había tenido la aprobación de ella para poder luchar contra mí. Aunque mi intención real no era entablar batalla, solo quería ver si fuerza era lo suficientemente fuerte para penetrar mi fortaleza.

Pero con una katana así, cortarme no le costaría mucho.

Suzaku y yo seguíamos los pasos de Iulia. La anciana se acercó a mí, corroborando mi pequeña sospecha de que se trataba de su abuela. Me hizo una advertencia la cual no podía pasar por alto. – ¿De qué sirve arrancar una flor antes de que florezca? – Le susurre de vuelta a la dama. – No se preocupe. Déjelo en mis manos. – Le hice una señal a la plumidera para que se acercara. Ella introdujo el pico en las alforjas y mi entrego mi nudillera. Luego, de mi Kimono saque mi protector bucal de acero. Estando ya afuera, la joven Iulia ya estaba lista para la batalla. La anciana hizo una señal para que la vigilancia se retirara. Su guardia era buena, aunque algo extraña. ¿Esgrima con katana? Eso tenía que verlo.

Coloque mi protector bucal en su lugar, mordiéndolo para asegurarlo bien. – Listo. – Decía a la par que colocaba mi arma en la mano derecha.

Ella vino hacia mí a gran velocidad. Tenía que admitirlo, tiene estilo incluso mientras luchaba. Su corte venía desde arriba. ¿Diagonal? Si… Iulia comenzó dándome una gran primera impresión. Aunque quería confirmar algunas cosas, las cuales me generaban mucha curiosidad acerca de ella. Aunque mi plan original aun no habia cambiado, yo a ella le habia concedido un primer golpe libre. Su katana llego hasta mi pecho. El corte no fue muy profundo,  pero aun así dolía. – Nada mal. – Dije sonriendo. Miraba con tranquilidad a Iulia, quería ver su reacción al ver que su ataque no había hecho mucho. Luego simplemente coloque mi mano en su abdomen y simplemente intente empujarla, con la intención de alejarla bastante.

- Me recuerdas un poco a mi hace un par de años. – Dije dando un par de saltitos. Como si de un boxeador se tratase. – Hace años vine a esta isla con la intención de quedarme con la tan preciada mina de Glacitita que tienen aquí. Era novato, tonto y pensaba que el mundo estaba en la parte de mi mano. – Recordaba un poco con nostalgia aquel día. La verdad, eso claramente se reflejaba en mi rostro. – Y aunque estuve a punto de ganar. Mi inmadurez e idiotez me llevaron a la derrota. Pero se aprende más de las derrotas que de las victorias. – Fije mi mirada nuevamente en ella. – Ser pirata es más que tener deseos y sueños, Iulia Markov. Porque al final, tener el apellido de un pirata famoso y jactarse de ello, no es diferente a ser un noble que solo exige que su pueblo se incline ante su baratijas y títulos.

Comencé a caminar en dirección a ella. Muy lentamente, me estaba tomando mi tiempo y yo aún seguía a la defensiva. Quería ver que reacción tenia ante mis palabras.

- ¿Qué tipo de pirata quiere ser, Iulia Markov? – Sonreía emocionado. - ¡Responde!

Miró sin comprender la katana ensangrentada y el pecho del pirata. Por algún motivo, su cuerpo estaba tan duro que el acero no había logrado cortarle apenas, dejándole un corte apenas superficial. Sintió miedo por primera vez en mucho tiempo. ¿Había mordido más de lo que podía tragar? Alpha le apoyó la mano en el abdomen y con apenas un empujón casual la mandó volando hacia atrás varios metros. Al principio sus pies derraparon por la tierra, dejando un surco, pero al llegar a la hierba resbaló y cayó rodando. Se volvió a incorporar casi al momento con una mirada desafiante. Aquella situación era frustrante, muy frustrante. También daba mucho miedo. Aquel hombre era tan fuerte y resistente que Tsuki no Kagayaki apenas le había dejado un corte y le había bastado con un empujoncito para derribarla. Tosió y cogió la cantimplora que siempre llevaba consigo. Notaba la lengua y la garganta secas... maldita sea. Tras beber un trago, respondió:

- No es jactarse. Es portar con orgullo un legado. Vengo de una familia de grandes espadachines - sonrió con fiereza - Decir que soy nieta de Ivan Markov es una declaración de intenciones. Pretendo estar a la altura de esa herencia.

Se escuchó un carraspeo y notó una mirada fulminante en la nuca. No necesitaba girarse para saber que era su abuela. Igual mencionar al abuelo con ella delante no era lo más sabio, menos cuando parecía que se había abierto la ventana a que empezase a confiar en ella y le permitiera salir. Se puso en guardia al verle acercarse, alzando la katana hacia el frente. Había oído las historias de Auria, sí. Lo que no sabía era que hubiese ido buscando la glacitita. Era curioso que un pirata estuviese interesado en un metal como aquel. ¿Quería que le forjasen armas especiales? En cualquier caso, decidió ignorar el comentario sobre los nobles. ¿Qué iba a saber un pirata sobre criarse entre la nobleza? Aparte de que Hallstat y su nobleza había cambiado desde los oscuros tiempos en que las grandes casas ostentaban el poder y desangraban el país con sus luchas internas.

- ¿Qué tipo de pirata? - le devolvió la mirada, sin dejar de apuntarle - Una que viaje hasta el final del mismo mundo. Quiero vivir todas las aventuras que haya ahí fuera, encontrar tesoros olvidados, navegar por mares perdidos e ir a los sitios donde nadie haya llegado. Quiero convertirme en una pirata tan fuerte y temida que el legado de mi abuelo y mi bisabuelo sean migajas a mi lado - volvió a sonreír - No voy a jactarme de mi apellido y escudarme tras él: voy a destrozar el legado de los que me precedieron con la grandeza del mío.

Entonces, con un grito de guerra, se abalanzó sobre él. Parecía que estaba cargando ciegamente, pero al metro y medio de llegar se detuvo y lanzó una estocada estirando el brazo al máximo. Esta vez lograría hacerle más daño.

Si… esa sí que era una excelente mirada. Demostraba seguridad y una gran fuerza de voluntad. Iulia demostraba ser más que digna para surcar los mares. Ante tales palabras, solo demostraba una profunda y enorme felicidad en mi mirada y en mi sonrisa. Mi corazón no paraba de palpitar emocionado, deseando ver hasta donde ella sería capaz de llegar. – Si… así es… debes luchar para conseguir lo que deseas.

Ella se lanzo nuevamente contra mí. Ahora su ataca se trataba de una estocada que iba directamente contra mí. Mire confuso por un momento, puesto que me parecía muy extraño ver a alguien ejecutando movimientos de esgrimista con una katana. No estaba mal, ni de lejos, de hecho, me molaba. Como gran maestro de las armas que soy, no descartaba la idea de experimentar con armas y ver si eran buenas utilizándolas con otros estilos de luchas. Aunque eso genero otra incógnita en mi ¿Y si fuera al revés el caso? Me refiero a un estoque siendo utilizado como una katana. En tal caso, el estoque debería ser mejor confeccionado y tener resistencias similares. Aunque era cierto que en el fondo me dolería sacrificar la veracidad de un arma perforante para llevar a cabo eso.

Entonces era una idea que debía descartar.

- Mmm… - Miraba a la joven mientras me perforaba con su arma. Bueno, intentaba. Apenas había logrado atravesar mi piel y poco más. Pero esta vez sí pudo lograr penetrar un poco más en mi cuerpo. – Te diré el por qué no puedes hacer grandes daños. – Dije, mientras sujetaba el filo de su katana con mis dedos. Deslice lentamente mis dedos a través de su filo, pero aun así no me cortaba. – Se trata de tu fuerza. Tu fuerza, al menos por ahora, no es suficiente para penetrar la piel de algo que es más fuerte y resistente. Además, he estado demasiado tiempo trabajando en la fragua y he utilizado mi propio cuerpo como objeto de prueba para probar las armas que yo mismo forjo. – Le decía sonriendo. – Existe una teoría, en la que dice que, si un cuerpo que ha recibido daño letal logra sobrevivir, este al recuperarse desarrollara fuerza y resistencias superiores para no verse dañado de nuevo. – Cerre mi puño. me contuve lo suficiente pera no haber hecho un desastre, pero de igual manera simplemente abanique con mi mano derecha el aire, con la intención de crear una onda de viento que la mandara a volar la misma distancia que el empujón. – Es una teoría, claro está. Pero es la teoría por la cual baso mis métodos de entrenamiento. – Mire nuevamente a la abuela. Aun me vigilaba, de seguro aún no estaba del todo segura que cumpliría mi palabra.

- Tengo que admitir que tienes talento para la espada, Iulia. Pero te hace falta más que talento para ser temida en los siete mares.

Otra vez igual. Un gesto de frustración se dibujó en el rostro de Iulia. La punta de la katana apenas había penetrado ni medio centímetro la piel de Alpha. Apoyó la mano izquierda contra el pomo e hizo presión, pero no lograba atravesar sus duros músculos. Era como intentar cortar un bloque de granito. Retiró el arma y valoró sus posibilidades. ¿Cómo podía vencer a alguien tan fuerte? ¿Por cansancio? No le servía fintarle, porque no necesitaba defenderse para que no lograse hacerle daño. Podía ir a partes blandas como los genitales o los ojos, pero aparte de que probablemente un guerrero tan experimentado lograría defenderse, no quería lisiar a una persona a la que estaba intentando reclutar. Alpha entonces hizo un movimiento rápido con la mano derecha y de repente el aire se onduló. Una onda de choque le impactó de lleno y la volvió a mandar volando hacia atrás. Rodó por la hierba y se raspó la piel del brazo con una piedra. Escocía y sangraba un poco, pero solo parecía superficial. También sangraba por la nariz. Se levantó de nuevo, con una mirada desafiante. Desenganchó la cantimplora de su cinturón y volvió a dar un trago.

- O sea, que no puedo vencerte. Da igual lo que haga - volvió a colgarse la cantimplora - No puedo hacerte daño, así que no puedo vencerte.

Respiró hondo y volvió a ponerse en posición, apuntándole con la katana con la mano derecha mientras alzaba la izquierda en un gesto extraño: el puño cerrado con los dedos índice y corazón extendidos juntos. Si su fuerza actual no era suficiente, entonces tendría que mejorar. Aún no había logrado manipular la energía mística que usaban los ninjas, pero era un momento tan bueno como cualquier otro. Inspiró hondo y cerró los ojos, centrándose en su cuerpo: en el dolor de sus heridas, el calor que sentía en sus manos, en los latidos de su corazón. Trató de buscar la energía en su interior y canalizarla por su cuerpo hasta su arma. Volvió a abrir los ojos.

- Tú te enfrentas a la muerte y vuelves de ella más fuerte - le desafió con la mirada - Yo no me rindo. Si no puedo superar un desafío, sigo intentándolo hasta que lo logro. Si no puedo cortarte, seguiré fracasando hasta que lo logre. Haré que te vuelvas mi nakama.

Con un grito de guerra, volvió a correr hacia el pirata y descargar una lluvia de estocadas y cortes sin cuartel. Probablemente ninguno llegaría a lograr nada, y más probablemente aún, Alpha volvería a rechazarla y derribarla. Pero daba igual. Volvería a levantarse una y otra vez y, aún sabiendo que aún no era lo bastante buena, volvería a intentarlo. Caería una y otra vez hasta que lo lograse. Y al final estaba convencida de que lo lograría, aunque fuese por pura tenacidad. Superaría sus límites y se haría fuerte. Estaría a la altura de sus palabras, pues ella no era una mujer que hablase por hablar. Crearía un legado inmortal que resonase en la Historia.

- Bueno… que puedas vencerme depende realmente de ti. – Dije mientras bostezaba. Comenzaba a darme algo de sueño por culpa de la falta de cafeína en mi cuerpo. – Suzaku ¿Queda café? – La plumífera reviso las alforjas negó con la cabeza y yo simplemente suspire. – No se le puede hacer nada, ya tomare algo más tarde. – Ella opto por hacer una posición totalmente diferente a la anterior. No podía entender nada ¿Qué estaba haciendo? Se le veía concentrada y bastante enfocada.

No podía evitar mostrarme emocinado, era primer vez que observaba algo asi.

- Bueno, todos sacrificamos algo para hacernos más fuertes. – Dije, levantando la guardia. – Y como muestra de respeto ante tu voluntad te mostrare un poco de aquello que he ganado a costo de mucho sacrifico.

Perdidas, heridas graves y amargos recuerdos. Aún recuerdo como aquel fatídico día, mi madre me obligo a escapar mientras ella se quedaba con el resto para luchar contra el resto de nuestra familia. Yo era nadie, tampoco tenía la voluntad y poder suficiente para hacerla cambiar de parecer. Un recuerdo triste, sí, pero me jure a mí hacerme lo suficientemente fuerte para nunca más verme obligado a obedecer ideas que me parezcan absurdas.

Ahora, tengo el poder para hacer algo más.

-¡Así no! – Gritaba mientras la bloqueaba sus ataque con la nudillera y la arrojaba lejos. - ¡Concéntrate aún más! – Ella volvió a mí, yo bloqueaba y cada uno de sus cortes. – ¡Apunta a los signos vitales! ¡No ataques a lo loco! – Su lluvia de estocadas era algo magnifico de ver, pero aun así le faltaba mejorar. Pero podía verlo, podía ver su gran potencial. Eso me llenaba de una gran felicidad que no podía ocultar. Realmente la joven Iulia Markov se mostraba más que diga para formar parte de algo equivalente a su voluntad.

Es más que digna… de pertenecer a mi familia.

- Supongo que es imposible que te rindas ¿no? – Dije mientras la miraba en el suelo a lo lejos, su determinación hacia que ella se levantase nuevamente. Puedo ver en sus ojos ese fuego que no se apaga. ¿Qué clase de humana es ella? – Supongo que no tengo alternativa. – Decía mientras realizaba un suspiro. Suzaku vendría hacia mí y yo daría un salto parándome sobre su lomo. Tomaba la alabarda entre mis manos y mi rostro se cubriría con un aura siniestra. Tomaba la alabarda desde la base y los músculos de mi brazo comenzaban a marcarse fuertemente. Sin dudarlo ni un instante, la plumífera se lanzaría a la carga y yo apuntaría directamente al pecho de la pirata, para luego abanicar tan fuerte mi alabarda logrando picarla en dos, de arriba hacia debajo de manera vertical.

Eso, si se tratase de un combate serio. Yo aún me encontraba en el mismo lugar mirándola. Todo lo que ella habría visto fue gracias a mi instinto letal.

- ¿Algo que decir? – Comenzaba a caminar en dirección hacia ella. Sabía que su terquedad no permitiría que se rindiera y quizás ver su propia muerte no haría que cambiara de opinión. Después de todo, ella era una Markov.

Cada golpe era más difícil de dar que el anterior. Cada vez, la katana pesaba más en sus manos. Cada caída sumaba nuevos moratones y le costaba más volver a levantarse. Cada vez le quedaba menos agua en la cantimplora. Y sin embargo, seguía levantándose y volviendo a golpear una y otra vez. De alguna manera, sin embargo, a medida se cansaba más, sus golpes se volvían mejor ejecutados, más precisos y eficientes. Más lentos y débiles también, pero parecía como si aprendiese en casa embate. Sin embargo, llegó un punto en que se quedó con apenas las fuerzas justas para quedarse en pie. Jadeando profusamente, echó mano a la cantimplora para llevarse agua a su seca garganta, pero no le quedaba más que unas gotas. Molesta, tiró la cantimplora a un lado y volvió a empuñar a Tsuki no Kagayaki con ambas manos.

- Rendirme... sería traicionar... a mis palabras... y a mí misma - su voz fue entrecortada e irregular.

Observó al pirata coger su alabarda y saltar sobre el ave. ¿Había decidido enfrentarla en serio? Aquello le tomó totalmente por sorpresa. Sintió una extraña mezcla de orgullo, alegría y desazón. Sabía que ni en sus mejores condiciones podía derrotar a Alpha, pero estando tan cansada y magullada ni siquiera podría defenderse. A duras penas seguía en pie. Antes de que tuviese tiempo a pensar, el ave cargó contra ella y el filo cayó sobre su hombro. Como si hasta su cuerpo hubiese sido tomado por sorpresa, tardó un instante en percatarse de lo que había pasado y sentir el lacerante dolor. Con su torso abierto a la mitad, se desplomó hacia el suelo. "Conque así es como se siento morir..." Era una sensación extraña. Pese a ser el dolor más excruciante que había sentido nunca, su única emoción era calma. El frío se apoderó de su cuerpo rápidamente. "No puedo morir aún... aún hay tanto que quería hacer." Era injusto. ¿Cómo podía terminar su aventura antes de empezar?

Y entonces volvió en sí. Estaba aún de pie, frente a Alpha. Soltó la mano derecha de la empuñadura y se tocó el hombro. Estaba intacto. Aún podía sentir el dolor del corte como si realmente lo hubiese recibido. Había sido una sensación tan real que casi podía jurar que había muerto. Empezando a hiperventilar, contuvo un grito y dejó caer la katana. A continuación cayó de rodillas y, sin poder contenerlo, comenzó a vomitar. Estuvo un rato largo, hasta que no le quedó nada que echar. Durante unos segundos no hizo nada salvo quedarse quieta, apoyada sobre los brazos y temblando violentamente. De repente alargó la mano derecha y cogió torpemente a Tsuki no Kagayaki, y se incorporó trabajosamente. Aquella experiencia había sido dura, muy dura. Había experimentado un terror tan terrible que su férrea resolución estaba vacilando: el miedo a morir en vano. A que todo se acabase antes de poder vivir. Antes de dejar esa isla y ver el mundo.

- Si salgo de Hallstat, esto es lo que me espera - dijo, con voz débil - El riesgo, y el miedo, de morir antes de mi hora.

A unos metros de ella, ¿cuándo se había acercado? Iliana asintió en silencio. Su rostro era solemne y triste. Aún temblando, Iulia suspiró y cerró los ojos. La vida en Hallstat era muy cómoda. Bailes, fiestas, vestidos caros, tanta comida y tan buena como pudiera desear, montañas de dulces, suficientes novelas como para pasar su vida leyendo sin terminarlas todas... aún estaba a tiempo de rendirse. De dar media vuelta y aferrarse a su cómodo y familiar mundo. ¿Pero qué sería entonces de sus sueños? ¿Sería feliz habiendo renunciado a aquella pasión que la inflamaba por dentro? Abrió los ojos de nuevo y miró alternativamente a ambos.

- El precio de vivir es morir - alzó la katana, agarró el filo con la mano izquierda y se hizo un corte en la palma - Ahora veo que las aventuras que perseguía tienen un sabor agridulce. ¿Qué ocurriría si salgo a navegar y mañana mismo recibo una bala perdida, o si me caigo por la borda en una tormenta? Moriría sin haber cumplido mis sueños - dijo, con la voz quebrada por la tristeza. Lágrimas comenzaron a caer por su bello rostro - Pero mi quedo en Hallstat, moriré sin haber luchado por ellos. Si salgo a navegar tengo una posibilidad de conseguirlos, quedándome aquí, ninguna - alzó el puño ensangrentado hacia Alpha - Hoy no he podido contigo. Aún soy débil - la frustración y la rabia eran evidentes en sus palabras - Pero voy a intentarlo. Saldré a navegar a los mares y juro que me haré fuerte, y entonces volveré a retarte.

Si, puede que no haya sido del todo amable con ella, pero aun así era necesario que ella fuera visto eso. Regresar de las puertas de la muerte no era una sensación agradable, y no todos lo lograban. De vez en cuando pienso que simplemente tengo suerte y que algún día se me terminara, aunque no me arrepiento de nada. La vida no tiene nada de interesante si solo vives encerrado en tu burbuja de conformismo, sin buscar superarte.

Y aunque me cueste la vida, buscare superar mis limites una y otra vez.

- Eso es relativo, Iulia. – Dije mientras me cubría nuevamente con mi kimono. Arroje mi nudillera a Suzaku, esta la tomaría con el pico y la guardaría en las alforjas.– Los seres humanos nacen para morir, al igual que las plantas y animales. Nacemos, nos reproducimos y morimos, es una ley de la vida. Pero lo que nos diferencia del resto, es que tenemos pensamientos únicos. Cada ser humano es único y tiene pensamientos propios. Y son esos pensamientos lo que nos lleva a tener sueños y querer cumplirnos.

Su muestra de determinación la llevo a realizar una última acción muy importante para mí. Esa mirada y esa determinación, solo se reflejaban en aquellos que estaban dispuestos a enfrentar a la mismísima muerte si hacía falta. No me había equivocado con ella, era más que digna ocupar ese lugar especial para mí.

- Iulia… - Me acerque a ella y simplemente me propuse a darle un tierno abrazo. – Seca esas lágrimas, guerrera. Hoy no es un día para estar triste, hoy es un día para regocijarnos en tus logros. Aun después de haber vivido la muerte en carne propia, gritas al mundo que te alzaras y viajaras hasta el final de los mares. – Me separe de ella aun apoyando mis manos en sus hombros, mirándole directamente a los ojos. – Y no lo vas a intentar, lo vas a hacer. Navegaras por los mares del Grand Line y te alzaras como una de las más poderosas piratas que el mundo jamás haya conocido. Y quiero estar allí cuando eso ocurra. – Con una mirada amable y una cálida sonrisa, no me quedaba nada más que hacer esa oferta única para formar parte de los míos. – Iulia Markov, eres muy valiosa para dejar aquí a tu suerte. Si quieres vivir como te plazca, hazlo utilizando mi bandera como tu insignia y demuestra a los mares de lo que está hecha. – Me aleje para luego extenderle mi mano, con la intención que ella utilizaré su mano ensangrentada y tomará la mia.

-Conviértete en mi hermana.

Alpha se le acercó, hablando. Lo que decía era cierto, pero no se contradecía con nada de lo que había dicho, así que no comprendía por qué decía que era relativo. Los seres vivos estaban destinados a morir, sí. Era el ciclo natural. Pero la hora final no llegaba en una fecha predeterminada; podía ser más pronto o más tarde. Y embarcarse en una peligrosa aventura era aumentar sus posibilidades de morir antes de tiempo. Sin embargo, ya había decidido lo que iba a hacer. Aquel riesgo merecía la pena: viajaría por el mundo igualmente con la bandera de la libertad y los sueños en su mástil. El pirata terminó de acercarse y le sonrió, más cerca de lo que le hacía sentirse cómoda. ¿Qué pretendía hacer?

- ¿Qué...?

Y de repente la abrazó. Fue muy incómodo. Intentó resistirse y sacudírselo de encima, pero estaba tan débil que su forcejeo apenas fue un par de movimientos torpes de hombros. Por suerte él la soltó pronto y siguió hablándole, con las manos en sus hombros. Estaba a punto de quitárselas, pero sus palabras atacaron su punto débil: su orgullo. Que declarase que iba a cumplir su sueño hizo que su corazón se acelerase y que sintiese una gran calidez en su interior. Podía ser un desconocido, pero era un pirata famoso y de gran poder. Y por algún motivo, no lograba desconfiar de él. Parecía la clase de persona que hablaba siempre con franqueza, con la verdad por delante. El golpe final fue la oferta que le hizo. Mareada, retrocedió un paso.

- ¿Ir contigo, como mi capitán? Eso... es un paso muy grande. Y muy repentino.

Pensó en silencio. Apenas hacía nada que lo conocía. No podía negar que era una oportunidad de oro, si entraba en una tripulación podría salir a navegar y su abuela tendría que retirar su objeciones. Sin embargo quería ser la capitana, no estar bajo las órdenes de alguien. Además, no sabía nada realmente de Alpha o cómo sería como capitán. Pero eso era también parte de la aventura. Suspiró y se acercó, dándole la mano con una sonora palmada y estrechándosela. Pronto lamentó haber sido tan brusca teniendo la mano herida, pero no se quejó. Sonrió y dijo:

- Hecho. Pero que sepas que cuando sea más fuerte, te retaré para ser la capitana. De momento te seguiré porque eres más fuerte que yo - iba a dejarle contestar, pero entonces pensó algo - Ah, y no esperes tenerme de grumete fregando suelos o haciendo trabajos pesados. Eso déjaselo a tu tripulación. Ahora vas a tener a alguien con sangre real a bordo.

Y ese apretón de manos era lo único que hacía falta para sellar aquel lazo de hermandad. Yo estaba totalmente satisfecho con los resultados. Mire a la anciana y me limite solo a inclinar mi cabeza, en señal de haber cumplido mi palabra. Iulia no sufrió daños mortales en este “combate” si se le podía llamar así. En un principio, yo solo quería demostrarle lo tan pequeña que aun era simplemente recibiendo un único ataque, fue curioso como ella lo había interpretado como un reto abierto contra ella.

Aun así, las cosas habían salido mejor de lo que esperaba. Había conseguido un nuevo miembro para mi familia y una muy buena. Al escuchar que en un futuro me retaría nuevamente a luchar, no pude evitar mostrarme emocionado con ello.

– Lo esperare con ansias ese reto. – Dije mientras le soltaba la mano.

- Procura hacerte fuerte para que Alpha se vea obligado a utilizarme, niña. Aunque yo sola podría hacerme cargo de ti sin problemas. – Dijo la plumífera mientras avanzaba, colocándose justo detrás de mí. – Ya es bastante aburrido mirarle luchar sin poder hacer mucho.

- Hasta que al fin te dignas a hablar, Suzaku. – Dije mirándole. – No seas tan ruda con mi nueva hermana. Con el resto de la tripulación no te mostraste así.

- El resto de la tripulación tiene potencial al igual que ella. – Recalco el ave. – Ademas, no creo que partir en este momento sea lo correcto. Ella debería descansar y el resto de la familia debería tardar llegar también.

- Lo se. Quizas cuando ella se recupere, podamos ir a por nuestro primer tesoro. Por cierto ¿Dónde estan Logi y Thor?

- Explorando los alrededores como le pediste antes de llegar al pueblo, Alpha.¿Quieres que les llame?

- Por supuesto – Recalque, retirando el protector bucal de mi boca.

Suzaku comenzaría a emitir una señal para hacer que sus otros compañeros vinieran a mi posición. Yo mientras esperaba miraba nuevamente a la anciana. Sus profundos ojos rojos estaban puesto sobre mí, podía sentir algo peligroso en su mirada. Algo que me agradaba, pero a la vez, me obligaba a sentir respeto por ella. – Quizás sea algo incordio de mi parte, pero me gustaría poder pasar tiempo en su castillo mientras Iulia se recupera. Ofrezco mis habilidades a su orden mientras este aquí, aunque dudo mucho que alguien quiera hacer algo contra de usted, mi señora. – Yo mire nuevamente de nuevo a Iulia – Y con respecto a lo de limpiar el barco. – Justo en ese instantes llegarían Logi y Thor. Se mostraban en su forma completa de nube de dos metros y fuego de igual tamaño. Miraban fijamente a Iulia.

- El barco se limpia solo, no te preocupes.

Iulia miró al pollo gigante al principio con sorpresa, y luego con condescendencia. ¿Aquella cosa estaba diciendo que podía con ella? ¿Quería que la convirtiese en pollo frito o qué? No sabía cómo era posible que hablase, pero qué diablos. Era evidente que Alpha era un bicho raro además de poderoso. Que tuviese algún animal extraño de Grand Line que pudiese hablar... pues bueno, podía entenderlo. Más o menos. Se acercó a su abuela caminando con cierta dificultad y le tendió la katana.

- Esto es tuyo, abuela.

Iliana recogió la katana, la limpió con un pañuelo y la envainó. Tras eso miró con una sonrisa a su nieta y la abrazó suavemente. Iulia le devolvió el abrazo con cuidado de no tocarle la ropa con la mano ensangrentada.

- Me recuerdas a mí de joven - dijo su abuela. Se apartó de Iulia y le volvió a sonreír - Lo que intentaba explicarte en el castillo es que te hace falta gente en la que puedas contar. No estás preparada para irte sola.

- ¿Eso significa que me dejarás irme? - preguntó, emocionada.

- Con una pequeña condición. Quiero que me demuestres que estás lista. Y si lo logras... - alzó a Tsuki no Kagayaki - Esto será tuyo.

Iulia miró sorprendida a Iliana. ¿Estaba en serio ofreciéndole su katana? Rara vez se separaba de ella, siempre la tenía a mano o cerca de ella. En ese momento tuvo claro que realmente había decidido reconocerla, y se sintió muy feliz. Todo el esfuerzo invertido para mejorar parecía haber dado frutos al fin. Volvió a abrazar a su abuela con más fuerza, conteniendo las lágrimas.

- Puedes quedarte en mi castillo mientras estés con mi nieta - le dijo Iliana a Alpha.

Aunque no lo había dicho en voz alta, era evidente, o al menos para Iulia que conocía a su abuela, que en ese puedes había un "pero" implícito. No le cabía duda de que en el momento en que rompiese algo o hiciera algo fuera de lugar, lo echaría tan rápido como había entrado. Se apartó de su abuela justo a tiempo para ver llegar volando una nube y una bola de fuego con rostro. ¿Qué eran esas cosas y por qué estaban con Alpha? ¿Criaturas de Grand Line?

- Entiendo... supongo que en el motivo habrá incluidas más cosas extrañas con cara. Supongo que mientras no tenga que limpiar, todo está bien.

Había conseguido un capitán y tripulación. Ahora quedaba ver si había escogido bien y a dónde le llevarían sus elecciones.