Towerbridge calling [Privado] [Berry y Iulia]

Floodport era un lugar ruidoso, sucio, ajetreado e industrial. Pese a ello tenía un indudable encanto, difícilmente comparable a los monumentos y grandes edificios de Marblesquare, pero muy único y propio de zonas portuarias comerciales. A Iulia le recordaba mucho al puerto de Veris y le hacía sentir un poco menos de nostalgia por su hogar. Además, allí había tiendas excelentes. Había estado echando un ojo a la sastrería Newcome y estaba deseando echarle mano a alguno de los trajes y vestidos de moda de la isla. Sin embargo, tras ver sus prohibitivos precios había tenido que desistir en su empeño. Apenas tenía una moneda a su nombre; su abuela había decidido que tenía que ganarse el pan con su propio esfuerzo si iba a salir a ver mundo.

English Garden había sido la primera parada en su viaje con Alpha. Una isla con mucha historia y un gran legado cultural, así como grandes contradicciones. Aunque estaba afiliada al Gobierno Mundial, poseían su propia fuerza de mantenimiento del orden. Era un lugar que despertaba mucha curiosidad en la joven pirata y se había pasado los primeros tres días enteros recorriendo sus calles y empapándose de su cultura. El té que bebían era una maravilla también y como no estaba mal visto echarle azúcar, podía calmar el mono e hidratarse mientras bebía la deliciosa infusión. De hecho tal vez se estaba pasando con el té. Empezaba a tener problemas para dormirse a la noche.

Era hora de hacer honor a su herencia cultural y hacer lo que todo civilizado habitante de Hallstat haría en suelo extranjero: declarar la guerra al país y tomar sus recursos por la fuerza. Bueno, vale, tal vez no tenía la capacidad todavía de enfrentarse a un reino entero y robar todas sus riquezas. Pero al menos podía colarse en algún lugar bonito y llevarse el dinero y las cosas de valor. Eso hacían los piratas, ¿no? Mientras no la reconocieran, no le causaría problemas a su capitán y podrían continuar con su estancia y comprarse vestidos bonitos. Tal vez también una buena cantidad de té para hacerse más en el barco.

Y eso le había llevado al momento actual. Era de noche, estaba oscuro y Iulia portaba su traje de ninja. Estaba agazapada tras una esquina observando su objetivo: una tienda de joyas. Una patrulla de la Black Parade con faroles pasaba en aquel momento por la calle. Se pegó todo lo que pudo contra la pared y se aseguró de que la tela le cubría bien el rostro. Esperó impacientemente a que la patrulla se alejase, con su mano acariciando nerviosamente el mango de una de sus dagas.

Tras un día más en aquella isla, Berry se disponía a encontrarse con una colega. No podía creer que llegaba a horario a la cita, una tienda de joyas, aunque a Berry no le interesaban al parecer su colega era gran amante de ese tipo de chucherías. La mink se confundía con la oscuridad, a veces parecía una especie de uniforme fantasma caminando por las calles. Llegó a la entrada, donde pudo ver a la guardia caminar a quienes saludó con respeto. Observó a los lados, al parecer era la primera vez que debía esperar, se estiró un poco y comenzó a caminar de lado a lado en la entrada.

Lentamente la espera se transformó en aburrimiento, se recostó en el suelo y comenzó a lamer el pelaje dorado de sus manos, una señora mayor salió de la tienda y al ver a Berry, quizás confundiéndola con un gato de gran tamaño le lanzó una pelota de goma que rebotó contra su frente.

—¡Auch! ¡No soy un ga- Pelota mía mía!—

Expresó primero enfadada ante la mujer que huyó a toda prisa al ver a Berry, una mink bastante alta y de ojos rojos en plena noche saltar para atrapar la pelota que ella misma le había lanzado con intención de espantarla.

La mink ahora se encontraba ronroneando, jugando con el pequeño objeto haciendo que este rebote entre sus garras y luego tomándola para lanzarla lejos y correr tras ella. Era más divertido que solo esperar, tras un rato de idas y vueltas pudo ver una nota pegada en la puerta del local de la cual no se había percatado debido a estar inmersa en sus propias manías.

"Te esperé tres horas y no apareciste, asumí que estabas trabajando horas extras. Nos vemos mañana y vendremos juntas, me advirtieron que eras un desastre en la puntualidad pero no esperaba tanto."


—Rayos, ¿Pero que hora es?—

Giró su brazo para observar su muñeca, haciendo que la pelota botara un poco más lejos, haciendo que instintivamente la persiguiese mientras se culpaba a sí misma por el suceso. ¡Ni siquiera tenía un reloj!

Mientras esperaba nerviosamente, sacó la daga y se puso a jugar con ella en la mano. ¿Por qué tenían que ser tan lentos alejándose? ¿No tenían que ser rápidos por si había problemas en algún lado? Apretó los dientes y fulminó con la mirada a los legionarios que se alejaban. Cuando al fin desaparecieron de la vista apareció otra figura: una criatura de pelaje negro, difícilmente distinguible en la oscuridad de la noche. Parecía una mujer, pero tenía orejas felinas y rasgos de animal. Había leído sobre gente así en el diario del abuelo: era una miembro de la tribu mink, si sus conocimientos no le fallaban. La observó con curiosidad, olvidándose de su impaciencia. Sacó un refresco de cola de entre sus ropa, se apartó la tela y bebió mientras la observaba. Desconocía que el comportamiento de los mink fuese tan... animal. Sonrió divertida al verla lamerse las manos.

Lo que no se esperaba en absoluto era que la dueña de la tienda saliese. Y menos aún que le tirase una pelota a la mink. No tenía claro qué se había esperado la buena señora que pasase, o qué se había creído que era la criatura, pero debió llevarse un susto de muerte cuando la mink habló y se lanzó tras la pelota. Iulia contuvo una carcajada con esfuerzo y se rio en silencio. Por un lado sentía miedo por la posibilidad de ser descubierta por la risa, por otro no podía evitarlo. La situación era demasiado cómica.

El colmo fue cuando se puso a jugar con la pelota, lanzándola para perseguirla y pasándola de mano a mano... ¿de pata a pata? ¿De garra a garra? Como fuera. Olvidándose totalmente de su objetivo inicial, salió de su escondite y paró la pelota con la pierna. La recogió con una sonrisa (su boca seguía descubierta) y dijo - ¿quieres esto? ¡Ve a por ella!

Sonriendo de oreja a oreja, lanzó la pelota calle adelante. Probablemente las cosas hubiesen ido mejor si no fuese vestida de ninja, pero cuando salió a la luz de los faroles con ese aspecto, la dueña, que había vuelto con un palo de amasar, tomó aire ruidosamente de la impresión. Las dos mujeres se quedaron mirándose la una a la otra en tensión. Tras un par de segundos de silencio, Iulia dijo - ¿Si te digo que es un disfraz, te lo crees?

Berry estaba absorta en la persecución que no se percató de otra persona hasta que la figura lanzó la pelota. Simplemente pegó un brinco mordiendo la esfera en el aire pero cayendo aparatosamente girando en el suelo hasta detenerse frente a la entrada de la tienda.

—¿Disfraz? ¿Había que traer un disfraz? ¡No me dijiste eso!—

El hecho de abrir la boca hizo botar nuevamente la pelota, a la cual la mink pudo tomar al lanzarse con ambas garras hacia delante. Berry se levantó sacudiendo el polvo del uniforme, para luego girar levemente la cabeza y ver a la mujer con un palo de amasar.

—¿Hacen pastas en una joyería? Esto cada vez es más raro...—

La mink mostraba completa sorpresa e incredulidad en su rostro ante la escena, decidiendo olfatear un poco para percatarse que su "amiga" no olía como siempre. Aún así decidió hacer alguna jugarreta para evitar un problema, lanzando la esfera hacia la curiosa enmascarada. Y corriendo maullando hasta ella.

—Psst, sé que no eres quien dije, pero trabajé todo el día y no quiero problemas. Si me sigues el rollo, te doy un beso ¿Qué opinas?—

Susurró a la ninja mientras se levantaba nuevamente hasta quedar en una postura bípeda. Tras lo cual observó a la señora, con una voz dulce Berry hizo una leve reverencia a la señora.

—Lo siento, mi amiga y yo debemos ir a una fiesta y acordamos encontrarnos aquí. Lo que sucede es que no me dijo de disfrazarnos, pero tal vez tenga algo en su tienda para nosotras.—

Berry pasó su brazo por detrás del hombro de la enmascarada emulando confianza plena en ella. Con una sonrisa falseada movió sus labios, susurrando sus palabras casi sin separar sus dientes en un cómico tono no intencional.

—¿Crees que se lo está creyendo?—

A veces las más extrañas coincidencias se juntaban provocando situaciones de lo más insólitas. Aquella en concreto, con una mink, una ninja y una joyera que por algún motivo hacía pastas en su tienda, parecía sacada de un chiste. Que además la mink hubiese decidido respaldar su mentira fue una sorpresa. A decir verdad ya se estaba preparando para salir por piernas y desaparecer, pero parecía que lograría salir de aquella situación sin necesidad de montar un escándalo. Y para endulzar las cosas, la mink le había prometido un beso. Por un lado, no le decía que no a la marcha. Por otro, era de una especie diferente y extraña. Aún no tenía claro cuál de los dos pensamientos pesaba más, así que decidiría si le apetecía cuando llegase el momento.

- Sí, la verdad es que nos hemos organizado un poco mal - dijo Iulia con una sonrisa - hemos llegado tarde las dos, se me olvidó avisarla de qué tipo de fiesta era y aún encima aún no tenemos el regalo de cumpleaños de Cintia. ¿Nos podría hacer el favor de dejarnos mirar? No tardaremos mucho.

Aquella escena era tan surrealista que la joyera estaba superada por la confusión. Por su mirada parecía que no tenía claro si le asustaba la mink, desconfiaba de ellas, les creía o todo a la vez en una rara mezcla. Iulia vio que aquel era su momento para atacar y añadió - Entiendo su reticencia, pero nos haría un gran favor. Si nos presentamos sin un regalo a la fiesta de cumpleaños sería un poco embarazoso.

La súplica fue efectiva. Finalmente la mujer suspiró y dijo - diez minutos. Si en diez minutos no habéis acabado, os vais sin nada - se giró bruscamente mientras terminaba la frase y abrió la puerta. En cuanto la dueña estuvo de espaldas, Iulia le dirigió una sonrisa de victoria a su inesperada aliada y entró a la tienda. Ahora, ¿cuál sería el plan de acción? Su plan inicial no contaba con la presencia de la tendera ni con otra persona. Y de hecho, ese uniforme... ¿era de la Marina? ¿Qué hacía una marine uniformada en una isla del Gobierno? Si se cruzaba con legionarios, podría tener problemas. Era un poco inconsciente o tenía un plan. O las dos cosas.

La mink pegó unos brincos de celebración para luego seguir a su nueva conocida a la tienda, el problema es que Berry no sabía nada de joyas y por poco se llevaba un rubí a la boca pensando que era un caramelo. Para su fortuna la dueña le detuvo y explicó que aquellas eran las piedras pulidas y cortadas en otras formas, decepcionando un poco a la mink quien decidió pegarse a su compañera para evitar atragantarse con algo.

—Mmm, diría que esa va con tus labios pero no los veo, ¿Te gusta tentar a los otros verdad? ¿Debo desenvolverte como un chocolate antes de comerte?—

No habían pasado ni diez segundos y ya estaba con sus poses seductoras, sus susurros e insinuaciones a lo tonto, invadiendo casi sin respeto el area personal de la enmascarada. Sintió un pequeño golpe en su cabeza, la mujer del palo de amasar le miró a los ojos y negó con la cabeza señalando un cartel que ponía "nada de coqueteos".

—Prr... ¿Qué es lo próximo? ¿No rascarme?—

La mujer señaló otro cartel "prohibido mascotas" haciendo que Berry cayese al suelo, soltando un gran bufido. No podía hacer nada, simplemente permanecer diez minutos y conocer a su peculiar compañera. Esto significaba tener a la mink jugueteando con su pelota mientras seguía como una pegajosa y molesta sombra a la chica por toda la tienda, vigilando cada movimiento aunque no lo pareciese.

—Bueno, no puedo hacer mucho. ¿Nos contamos alguna historia? ¿Qué dulces te gustan? ¿Por qué la gallina cruzó la calle?—

Berry empezó a soltar preguntas por pleno aburrimiento, mientras frotaba su pelaje contra las piernas de la ninja habiendo adoptado sus mañas cuadrupedas nuevamente, volviendo a invadir su espacio por pleno aburrimiento. Despegarse de ella cuando estaba aburrida era como eliminar el acné, muy, pero muy complicado.

Iulia se preguntó dónde se había criado la mink para confundir una piedra preciosa con un dulce. Era cierto que la barra de la mujer daba lugar a preguntas extrañas, pero, ¿quién no había visto una gema en su vida? Al menos en manos ajenas, por la calle. Sin embargo, decidió reservarse su opinión para sí misma y empezar a ojear sus posibles objetivos. Collares de diferentes tipos, anillos, brazales... había muchas cosas de aspecto bonito, pero Iulia se había criado en una familia adinerada. Conocía el valor de las cosas y sabía que la mayoría de aquellas piezas de orfebrería no merecían la pena el riesgo. Mientras husmeaba, una pieza llamó poderosamente su atención: una gargantilla de plata con pequeñas esmeraldas. Por aquello podía sacar una buena tajada.

No tuvo tiempo a planificar cómo llevar a cabo la tarea, pues su compañera tenía otros planes que la tomaron totalmente con la guardia baja. Por un momento entreabrió los labios y se enrojeció ligeramente al sentirla tan próxima y notar la calidez de su cuerpo contra el suyo mientras le decía aquellas palabras. Así que le iba la marcha. Rápidamente ocultó su turbación y respondió a sus insinuaciones con una sonrisa confiada - si quieres desenvolverme, tendrás que sacar el envoltorio con cuidado. Los buenos chocolates deben ser tratados con delicadeza... - su voz fue baja e insinuante, y acompañó sus palabras con una mirada recorriendo sin sutileza alguna el cuerpo de ella.

Por desgracia la mujer les cortó la diversión, así que hubieron de parar. Y eso llevó a tener a la mink siguiéndole por toda la tienda. Aquella situación tenía una pega enorme: si no lograba sacársela de encima ni por un instante, ¿cómo iba a robar la gargantilla? Lo malo era que, como le había pillado con la tela bajada, la tendera había visto su rostro. Al menos no había visto su pelo, pero tal vez podría identificarla. Tal vez podía dejar una gargantilla de pega. Sería evidente si alguien prestaba un mínimo de atención de que no era la real, pero tal vez sería suficiente para que no se diese cuenta hasta que estuviesen ya muy lejos. Si al menos pudiese sacársela de encima...

- ¿Has dicho dulces? - preguntó Iulia, su expresión cambiando totalmente - Eso es como preguntar qué comidas me gustan o qué vestido me pondría para la fiesta de una prima con la que no me llevo demasiado bien. ¡Hay demasiadas opciones! Solo si hablamos de repostería, diría tiramisú, praliné...

Comenzó un apasionado discurso sobre la variedad de los dulces y lo mucho que podían cambiar, en un tono animado y alegre. Un sonoro y violento carraspeo la interrumpió mientras explicaba por qué la tarta de fresas de Loguetown era más bien un pastel. Era, por supuesto, la dueña - ¿Vais a comprar algo o no?

Berry se entretuvo bastante con el hecho de ser apreciada y en cierto modo cortejada, no le molestaba, parecía disfrutarlo como disfrutaba comer chocolates al mediodía. Además, la joven parecía guapa, era algo exótico quizás el hecho de una humana interesarse de esa manera en una mink, pero Berry no perdería la oportunidad de continuar ligando fuera de la tienda una vez esa mujer dejase de arruinar los momentos.

Observó que la chica había ojeado bastante una gargantilla de plata mientras continuaban su travesía por toda la tienda, al parecer le gustaba, sin embargo Berry no conocía cuanto costaba o si era algo extremadamente caro. Suspiró mientras pensaba que hacer, si pedir por el precio o dejarlo estar, finalmente la enmascarada había comenzado a hablar de dulces, mientras que la mink se limitó a escucharla no era una experta en la cocina y en los cuarteles no solía haber tanta variedad de dulces o preparaciones que su compañera describía como cosa de todos los días.

Un montón de pasteles y otros dulces comenzaron a flotar en su imaginación, las descripciones eran tan precisas que Berry estaba por babear cuando escuchó a la dueña preguntar si iban a comprar algo, cosa que descolocó a la joven quedando todo en un silencio incómodo.

—Creo que mi amiga se interesó mucho por esa gargantilla de plata, no sé la veo un poco fea, pero a ella parece gustarle. ¿Qué historia tiene? ¿Es muy cara? Podría pagarla cocinando unos días aquí, ayudando a atender el local, es decir parece que realmente le gusta y no quisiera decepcionarla.—

Expresó la mink haciendo uso de su belleza animal, o más bien dicho dando pena, colocando una mirada de ojitos tiernos mientras parecía que se largaría a llorar si no conseguía su premio, apelando al amor que cualquier humano tiene al ver un animalito indefenso. Berry no se limitó a la hora de sollozar con lágrimas de cocodrilo y acercarse a la dueña para convencerle.

—Sería una mujer muy bondadosa, además su local obtendría mucha fama, puedo traerle a muchas chicas que gastarían todo su sueldo en esta tienda y solo por ese collar. Imagine, cientos de billetes y monedas diarias, hasta podría hacerle promoción... por fa... ¿Me la deja a un buen precio? ¿O hace una excepción por nosotras?—

La mink terminó su discurso estirando su cuerpo y poniendo su cara más triste posible, mientras las lágrimas recorrían sus mejillas y sus ojitos brillaban, moviendo la cola de un lado a otro como un cachorro desamparado. Esperaba lograr algo, cuando se le metía eso en la cabeza, el hecho de intentar lograr algo no se detenía hasta conseguirlo.

Iulia no pudo sino admirar las dotes de actriz de la chica. Si no fuese porque le había dicho que le siguiera la corriente, tal vez incluso ella misma se lo hubiera tragado. Hasta la tendera empezó a dudar qué decir. Mientras tanto, la joven pirata empezó a planear su jugada. Dudaba que la tendera estuviera dispuesta a aceptar como pago unos cuantos días de trabajo; el precio de aquella gargantilla no debía ser menos a 50.000 berries, probablemente más. Sin embargo con la jugada de la mink, tal vez lograba que le dejase probarla confirmándole que ella sí tenía dinero suficiente y se la pagaría si le quedaba bien. En situaciones normales no le dejaría acercarse a menos de tres metros de lo que evidentemente era la pieza más cara expuesta, no vestida con aquella ropas, pero con las lágrimas de cocodrilo de su compañera igual era diferente.

- Es una pieza preciosa. Imagino que el ofrecimiento de mi compañera no es suficiente, pero tengo unos ahorros que estoy dispuesta a gastar. Al fin y al cabo no he venido con los bolsillos vacíos. ¿Podría mirar la gargantilla de cerca? Tendré cuidado.

- Está bien - aceptó la tendera - Pero en mis manos.

Iulia le dedicó una sonrisa de agradecimiento. Objetivo cumplido. Con que la gargantilla estuviera fuera del expositor era suficiente. Mientras la dueña dejaba la barra y sacaba las llaves, Iulia se concentró y canalizó su energía a través de su cuerpo como había aprendido de su abuela. En el momento en que el expositor estuvo abierto y la gargantilla en la mano de la tendera, Iulia alzó las manos e hizo dos veloces gestos con ellas seguidos de una palmada.

- ¡Ninpō: Enmaku-dan no jutsu!

Una espesa nube de humo cubrió la tienda, negando la visión. Iulia contuvo la respiración, y mientras la mujer tosía, lanzó un manotazo a ciegas para arrebatarle la gargantilla, guiada por el sonido y la última posición en que había visto la joya. En cuanto notó la cadena en su mano, se la arrebató de un tirón y echó a correr hacia la puerta. Era una lástima, una verdadera lástima, tener que despedirse tan pronto de la mink. Probablemente en otras condiciones la hubiese invitado a cenar, pero una vez la tozuda pirata escogía un objetivo, pocas cosas podía apartarla de su meta.

Berry lo había logrado, casi se pone a brincar mientras la tendera aceptaba la oferta de que se pruebe aquel collar, lo que no se esperaba era todo lo que prosiguió unos gestos raros y un denso humo que la dejo viendo gris durante un tiempo, escuchando a la tendera toser y gritando que había una ladrona. Berry no entendía nada de lo que sucedía, sintió entre el humo el aroma de su conocida que se alejaba en dirección al lugar donde recordaba estaba la puerta. ¿Se iría sin pagar? ¿Por qué si había dicho que tenía dinero?

Tal vez por negarse a pensar mal, la mink interpretó todo aquel circo como un juego, uno donde ella debía ser la policía y atrapar a la ladrona. ¡Era su deber como marine después de todo! Saltó en dirección al débil aroma comenzando a correr, golpeando algunos estantes en el camino y enredándose con una cortina en el proceso, pero finalmente pudo escuchar los pasos frente a ella.

—El deber de un marine, ¡Es proteger al pueblo!—

Gritó entrando en personaje mientras su pelaje amarillento se iluminaba, dejando ver destellos entre el humo, sus manos fueron recubiertas de una fina capa de electricidad. La pregunta era donde golpear sin ver a su oponente, Berry supuso que todo se trataba de un juego, por lo tanto dudó en aplicar tal técnica pero a la vez en la tribu a veces se hacían bromas con la electricidad y nadie moría por un poco.

Recordó también los coqueteos de la muchacha y una sonrisa traviesa se dibujó en su rostro, intentó imaginar el cuerpo de la misma mientras sentía su aroma casi pegado a su rostro y entonces atacó, o más bien intentó abrazar y presionar lo que supuso que eran los pechos de su conocida y a la vez darles una buena descarga de electricidad.

Emergió del humo rodando tras haberse llevado por delante otra cortina que se encontraba en la puerta de entrada, pero ahora estaba frente a la tienda y se levantó radiante, con una sonrisa confiada y una actitud que imponía respeto. ¿Quién imaginaría que por dentro estaba estallando de la risa por la jugarreta que había hecho?

—Descuide señora, la vicealmirante Berry ha llegado al rescate...—

Extendió su brazo izquierdo señalando la puerta, mientras una rudimentaria cortina blanca y polvorienta se encontraba aferrada a su espalda, simulando las chaquetas que usaban sus superiores. ¿Vicealmirante? Había escuchado que eran molones y ahora ella podía jugar a ser uno con su amiga, claro para ella todo era una actuación y se trataba de devolver la gargantilla en cuanto terminasen de jugar. Su pelaje dorado seguía emitiendo luminosidad y sus garras mostraban rastros de las chispas que chocaban contra sus uñas, una sonrisa de oreja a oreja se dedicó a pintar la cara de la joven mink.

—¿Entonces te rindes? ¿O debo usar mis manos debajo? Soy ambidiestra, por lo cual te haré sentir las estrellas...—

Guiño su ojo mientras esperaba a que la muchacha lograse emerger del humo, esperaba no haberse pasado con la carga de antes, después de todo hacía mucho que no peleaba con alguien que no fuese un marine entrenado o alguien acostumbrado a sus corrientes de electro.

Algo se acercaba velozmente a ella a través del humo. Podía oír los pasos apresurados y un sonido extraño al tiempo que un fuerte olor a ozono. Entonces dos manos aferraron sus pechos con fuerza y una descarga eléctrica recorrió su cuerpo. Algo dolorida y sorprendida, Iulia retrocedió buscando una pared contra la que apoyarse. La espesa cortina de humo comenzó a dispersarse, mostrando a la mink frente a ella con chispas eléctricas brotando de su cuerpo. ¿Vicealmirante? Hasta donde sabía los vicealmirantes llevaban un uniforme específico. ¿Sería posible? A lo mejor había mordido mucho más de lo que podía tragar. Antes de que el humo se despejase del todo ocultó la gargantilla dentro de su traje.

- Realmente me has pillado, Vicealmirante Berry. Tienes unas manos verdaderamente... mágicas - dijo, relamiéndose los labios.

Su visión se desenfocó y la pierna izquierda le falló por un momento. Hubo de apoyarse contra la pared para no perder el equilibrio y caerse. Estaba confusa y mareada. ¿Había sido cosa del ataque de hace un momento? No, espera. Había otra explicación. Llevaba demasiado sin beber. El ataque solo había empeorado su condición. Se descolgó una pequeña cantimplora y echó un largo trago. Mientras bebía le echó una mirada pícara a la mink y dijo:

- Para ser la autoridad, te gusta jugar, Vicealmirante. Has logrado dejarme la garganta seca.

Guiñó el ojo a la chica, sonriendo. Realmente estaba pasándoselo muy bien con aquella situación. A diferencia de otra persona que hizo saber su descontento con un grito furibundo.

- ¡Dejad de ligar y devolvedme mi gargantilla!

- Lo siento, señora joyera - replicó Iulia. Realizó tres rápidos gestos con las manos y una cortina de humo, esta vez muy pequeña, cubrió a la pirata. El humo se desvaneció en un instante, revelando a dos Iulias idénticas con la misma sonrisa burlona. Ambas dijeron - Me temo que es hora de marcharse a cama, que es tarde - ambas lanzaron un beso a Berry - buenas noches querida.

Una de las Iulias salió corriendo hacia la puerta, mientras la otra se lanzaba hacia una de las ventanas. Con un sonido de cristales rotos, Iulia atravesó la ventana cubriéndose la cara mientras su clon abría la puerta y se lanzaba corriendo a las calles. ¿Cómo se las arreglaría ahora para pillar a la verdadera? Aquel juego estaba siendo muy divertido y tenía curiosidad por ver cuál sería el siguiente truco de la marine.

Berry pudo notar como el humo se disipaba y a la chica algo electrizada por el golpe, pareció tambalearse aunque luego de beber algo de su recipiente se puso de buen humor ¿Acaso se estaba emborrachando sin compartir?. El ser llamada vicealmirante no hizo más que hacerle creer a la mink que todo aquello era una actuación o un juego de roles donde ambas coqueteaban y peleaban en broma siendo que ella debía ser la poderosa e inigualable vicealmirante Berry.

—¡Así es! Una vicealmirante sabe camuflarse como uno más hasta que la acción lo requiera, ese golpe fue una advertencia y no es más que una infima parte de mi poder. He vencido a piratas con más de cien millones en su cabeza... ¡Entrega la gargantilla o sufrirás mis temibles técnicas secretas!—

Berry señaló a la chica mientras levantaba un pulgar a la dueña, como indicando que ahora no jugaría y atacaría seriamente. Toda la escena era bizarra pero la actitud y el rostro serio de la mink hacían que no cueste creer en sus hazañas.

Sin embargo Berry no se esperaba que la joven se dividiese en dos y ambas tomasen un camino diferente, su aroma incluso era el mismo, debía elegir. ¿Pero como elegir? Observó a las tres con detenimiento, las dos eran igual de guapas y parecían habilidosas. Además le lanzaban besos y tenían un lindo cuerpo, en su vacilar Berry notó que una se colocaba la máscara para cubrirse la boca y unas palabras vinieron a su mente. "- si quieres desenvolverme, tendrás que sacar el envoltorio con cuidado. Los buenos chocolates deben ser tratados con delicadeza... - "

—¡Ja ese truco no sirve contra alguien que porta el poderoso... Haki!—

¿Era saki o haki? Bueno, esperaba haberlo pronunciado lo suficientemente próximo, sus superiores lo mencionaban de vez en cuando y si su suerte le acompañaba la mentira podía volverse creíble e impresionar tanto a la muchacha como a la señora.

Se lanzó a por la enmascarada en cuatro patas a sabiendas que si recuperaba su ritmo la dejaría atrás, sus manos se imbuyeron en chispas y la mink imitó a un karateca que una vez dio clases en la academia.

Con su palma abierta y dirigiendo una mano a la pantorilla de la muchacha imitando el golpe contra las tablas de madera y otra palma ascendente para golpear su entrepierna, impulsada gracias un salto de ambas de sus piernas volviendo a una postura bípeda antes de conectar sus golpes.

—Técnica secreta de Vicealmirante ¡Electro ehmmm pleasure!—

Era malísima creando nombres y solo eran dos palmas imbuidas en electro que golpearían a una pobre muchacha, pero debía estar en personaje. Por eso continuaba mostrando un rostro de seriedad mientras lo efectuaba y poniendo empeño en aquel aspecto imponente cuyos labios temblaban, como si estuviese decepcionada o triste de enfrentar a una amiga, aunque ocultaba a una Berry aguantando la risa.

¿Haki? ¿Eso no era algo que el abuelo había mencionado en su diario? No recordaba qué era, pero sonaba peligroso. Cayó entre los cristales, con cuidado para no pisarlos, y echó a correr calle adelante. Mientras lo hacía volvió a escuchar ruido tras ella: era Berry. Desconocía si había acertado al azar, algo la había delatado o si realmente poseía una técnica poderosa para atraparla. Lejos de molestarse, se sintió divertida y excitada por el giro de los acontecimientos. Que fuese más difícil solo hacía más entretenida la persecución. Una mirada hacia atrás le desveló a la mink saltando hacia ella, con las manos envueltas en chispas.

- ¡Buen intento, guapa!

Unió sus manos formando dos nuevos gestos con las manos. En el momento en que los golpes conectaron, se escuchó un gemido y hubo una pequeña explosión de humo. Las piernas de Iulia temblaron y la pirata cayó de rodillas con el rostro enrojecido. Iulia se giró hacia ella y sonrió: no tenía máscara puesta. Le echó la lengua a Berry burlonamente y dijo:

- Me temo que ella ya se está marchando, ¿te conformas conmigo?

La verdadera Iulia estaba a unos cinco metros, escalando un edificio para subir al tejado. ¿Cómo se había librado? Había usado su Kawarimi no jutsu. Gracias a esa técnica podía intercambiarse con algo para evitar un ataque; en aquel caso, había cambiado posiciones con su clon. Aquella huida estaba siendo de lo más divertida, pero igual iba siendo hora de marcharse antes de que se pusiera peligrosa de verdad. No le apetecía que apareciese la guardia o que la marine le atrapase de verdad. Es decir, sería excitante y divertido, pero no le apetecía acabar entre rejas.

Mientras tanto, el clon de Iulia se giró y trató de abrazarse a Berry. No la iba a dejarse marchar fácilmente... o eso pretendía. En realidad el clon era la mitad de hábil que Iulia, lo que significaba que no era muy fuerte en general. Pero al menos podría estorbarla un poco mientras la verdadera tomaba distancia y se perdía entre los tejados.

En el momento del choque Berry sonrió satisfecha hasta que vió a la chica sin máscara y luego divisó a la enmascarada lejos, no entendía muy bien como cambiaron de lugar en un instante. Intentó imitar los gestos de la muchacha para sacar algún clon o teletransportarse pero solo conseguía enredar sus dedos.

—¡Maldición así tampoco sale humo!—

Sintió a la muchacha aferrada a ella y solo pudo por instinto morderle la oreja como hacían habitualmente en la tribu. Pese a ser falsa no tenía mal sabor, su sonrisa cambió a seriedad en cuanto cayó en cuenta que si no recuperaba la gargantilla debería pagar o algo peor en la tienda de esa mujer.

—No quería llegar a usar esto...pero no me dejan opción. No puedo dejar que se salgan con la suya.—

Los ojos rojos de la mink brillaron mientras de su espalda emergían dos gigantescas alas blancas acompañadas de un rugido potente, de hecho el rugido no era necesario, pero le daba su toque. Continuó creciendo en tamaño mientras sus garras adoptaban la forma de patas y su cuerpo se colocaba en una postura cuadrupeda, sacudió su cuerpo de lado a lado por si el clon seguía aferrado en ella y para acomodar su cabello.

Su rostro era ahora el de una bella humana, mientras que sus facciones de zorro se habían casi extinguido. Se giró hacia el edificio y extendió sus alas para levantar su enorme cuerpo mientras se dirigía al mismo con la mayor velocidad posible.

—¡No escaparás dame esa gargantilla!—

Vociferó mostrando una peligrosa fila de puntiagudos dientes junto a su mirada amenazante y su tamaño imponente. Solo había una cosa, un pequeñito detalle,Berry no era muy buena aterrizando.

Simplemente estaba cayendo con estilo, o al menos un poco del mismo, casi como un avión kamikase contra el edificio y la pobre chica.Tampoco tenía muy familiarizado el concepto de descender lentamente por lo cual era una esfinge gigantesca cayendo a gran velocidad desde el cielo que tal vez no se llevaría por delante solo a la ladrona.

En un momento, la colorada clon pasó de estar abrazada a la mink a estar colgada del pelaje de la enorme esfinge. Cuando la criatura se sacudió, la Iulia falsa salió volando y desapareció en un pequeño estallido de humo. La Iulia verdadera silbó, admirando el tamaño y la envergadura de la criatura.

- Eso va a ser un problema - admitió, asintiendo para sí misma. Acto seguido echó a correr y saltó al tejado siguiente. Rodó sobre las tejas para amortiguar la fuerza de la caída y se incorporó de un salto con intención de continuar su fuga. Fue entonces cuando sintió un súbito mareo y su visión se nubló. Las piernas le fallaron por un momento, pero se las apañó para mantenerse en pie y no perder el equilibrio. ¿Cuánto hacía que no bebía? No debía haber pasado más que un rato, pero no debía haber sido suficiente.

- Tengo que salir de los tejados...

Aunque su idea era la correcta (no iba a llegar demasiado lejos con una criatura voladora tras ella, y en aquel estado podía resbalar y caerse), era demasiado tarde. Apenas se movió lo justo para evitar que la esfinge la hiciera papilla en su desenfrenada caída cuando el impacto destrozó el tejado e hizo que Iulia se precipitase hacia el interior de la casa. Un estropicio y una nube de polvo de escombro después, la ladronzuela se encontró con que había aterrizado sobre una cama, al lado de una mujer muy confusa.

- Oh, hola - dijo la pirata con una sonrisa pícara - ¿Te importa si te robo eso?

Sin esperar respuesta, cogió un vaso de agua junto a la cama y dio un trago, pero lo escupió al momento tosiendo. ¡Estaba lleno de polvo y trozos de tejado! Necesitaba encontrar otra cosa para beber - Si me disculpas, tengo que escapar y esas cosas. Pero ha sido un placer dejarme caer por tu cama - sin mediar más palabra y dejando a la mujer atónita y estupefacta, salió corriendo hacia la ventana más cercana esquivando escombros.

El polvo, el estruendo, todo se volvió un ruido blanco para despertar rodeada de tierra y algunos restos de madera. Observó a Iulia tratando de robar otra vez, a una mujer recostada y anonadada por la fantasiosa escena de gente cayendo del cielo. Se reincorporó mostrando su forma híbrida, no cambiaba mucho más que por las alas y sus rasgos acentuados. Pero suficientemente afilados para notar que tras golpearse la cabeza había cambiado su actitud a una algo más seria.

Todo aquel juego parecía acabarse cuando Berry notó un civil en la escena, identificando a la ladrona como tal y ya no como un inocente juego entre amigas. Alzó sus alas elevando su cuerpo levemente en el cuarto e impulsando hacia delante su embestida, esta vez con un puñetazo mucho más peligroso no solo por ir seriamente si no por su fuerza en ese estado semitransformado.

—Te lo diré una vez más, dame esa gargantilla, se acabaron los juegos de lo contrario... No me dejarás opcion.—

Expresó al extender su golpe en dirección al rostro de Iulia, sus orbes rojos brillaban con determinación más que por juego, su mano estaba cargada de electro y aquel puñetazo llevaba la fuerza necesaria como para derribar un muro. Tal vez la mink se estaba tomando las cosas muy seriamente, pero el escenario ahora involucraba a una mujer inocente y otra que esperaba su gargantilla. La prioridad era reducir el número de afectados, aunque debiera pelear con alguien que le caía bien, incluso si aquel intercambio se le iba de las manos.

Se le estaba acabando la suerte. Antes de que llegase a la ventana, Berry ya la había alcanzado y se preparaba para golpearla. Su cara ahora era claramente menos amistosa y su puño soltaba chispas. Aquella situación pintaba mal. Lo más lógico era entregar la gargantilla, disculparse y rezar para que la marine no decidiera arrestarla. Estaba visto que estaba por encima de sus capacidades, al menos mientras no pudiera echar mano a algo que beber para calmar su terrible sed. Ahora, Iulia y la lógica tenían una relación difícil.

- Sí... claro, ahora mismo te la doy...

Se echó las manos hacia el cuello como si fuera a abrir el enganche de la gargantilla para quitársela, pero a medio camino empezó a realizar gestos con las manos para intentar preparar una técnica del cambiazo. Iulia era hábil y rápida, en otras condiciones tal vez hubiera funcionado... pero apenas había acertado a digitar torpemente el primer símbolo cuando el puño de Berry se estampó contra su cara. La pirata se estampó contra la pared y cayó al suelo. Por un momento todo le dio vuelta. No sentía la mejilla y notaba en su cabeza una molesta palpitación.

- M.. rindo - apenas alcanzó a decir, a medio camino hacia la inconsciencia - Toma la grga... collar.

Se soltó torpemente la gargantilla y se la tendió a la mink. No estaba ni de lejos en su mejor momento. Se había hecho una herida en la cabeza al golpearse contra la pared y le costaba mover la mandíbula. Probablemente tenía algo roto. Probablemente podría haberse ahorrado aquella herida y los dolores que sufriría en unas horas, pero ese no era el estilo de Iulia. Había intentado hasta el final salirse con la suya y no lo había logrado, pero al menos lo había intentado.

La mink llevó su garra a la boca y luego rascó la parte anterior de su cabeza, se había pasado un poco, tal vez demasiado pero estaba bastante desorientada y había creído ver algún arma o sello raro a espaldas de la pequeña ladrona. Tras tomar la gargantilla la tomó para colgarla de su hombro y salir volando por la ventana con sus alas una vez todo se había calmado y la mujer no había tenido pertenencias robadas.

Pasó por el local donde la mujer mayor seguía barriendo el cristal de la calle y al ver llegar a Berry por poco se lleva un infarto. Más al verla con el cuerpo de Iulia al hombro y con esas alas de buho enormes. Pero se tranquilizó al ver la gargantilla que sin dudas era lo más preciado y costoso del local, accedió a darle a Berry algo de alcohol, algodón, gazas junto a una botella de agua para beber.

—Muchas gracias señora, lamento el desastre, pero me alegra haber ayudado. Ahora debo encargarme de otras cosas...—

Señaló con la cabeza a Iulia y se marchó, depositando a la muchacha en un callejón y comenzando a frotar el agodón cerca de su mejilla. Donde había golpeado sin medir fuerzas, sintió el lugar hinchado y un raspón cerca del labio. Chasqueando su lengua al ver la herida de su cabeza, la cual era más profunda al ser un corte contra la pared.

—Tsk...¿Por qué me obligan a estas cosas? Solo quería pasarlo bien una noche... Espera no muevas la cabeza, sí, ahí vamos solo pongo una venda y este raspón un poquito más...—

Terminó de parchear la cabeza de Iulia, mientras que tiraba el algodón ensangrentando y buscaba su mirada sujetando su cabeza entre sus garras. Llevó la botella de agua a su boca, inclinando un poco para verter el contenido.

—Bebe, anda no voy a envenenarte...—

Suspiró mientras el contenido lentamente caía, esperando no haber roto algún hueso de más. Estaba en un territorio que no tenía mucha autoridad, la legion sin dudas sería muy dura con Iulia y hasta podrían no ver a Berry una marine con muy buenos ojos. Esa noche Iulia tenía un ángel guardian, si fuese una legionaria ya no estaría respirando.

—Oye, no debes jugar con eso, si necesitabas esa gargantilla podría habertela comprado o trabajado por ella. Arriesgarte así, puede salirte muy caro, si no fuese una marine la que te perseguía te hubieran matado o torturado... A mis ojos eres una civil, no tengo autoridad para apresarte. Pero debes tener cuidado, si algo te llegase a pasar, podrías estar dejando a bastante gente sin una ninja sensual en su vida...—

Berry tomó el mentón de la ninja, supervisando las heridas, sin darse cuenta que al ella estar recostada sobre el muro y Berry superando su altura era la posición ideal para un beso. Aunque, por ironias de la vida, a la mink no se le pasaba tal cosa por la mente. Sus ojos parecían solo tener espacio para la preocupación y la empatía ante las acciones que pudieron llevar a Iulia a optar por una vida tan arriesgada.

Los siguientes minutos fueron confusos. Notó cómo la tomaban en brazos, pero el recorrido entre la habitación y la joyería transcurrió en un parpadeo. Probablemente se había quedado inconsciente. Tras eso percibió una sucesión de luces y sombras acompañadas por un palpitante dolor de cabeza que le impedía concentrarse. Finalmente comenzó a volver en sí al notar agua fresca en sus labios. Bebió ávidamente y suspiró aliviada al acabar. Aquello le había sentado como agua de mayo, ironías aparte. Enfocó la vista y comenzó a analizar su entorno. Un sórdido y oscuro callejón, una rata muerta a pocos pasos y una Berry preocupada y algo molesta sobre ella.

- Oh, vamos, admite que eso ha sido divertido - le dijo con una carcajada - ¿Qué es la vida sin algo de diversión?

Seguían doliéndole la cabeza y la mandíbula, pero quitando eso, estaba bastante entera. Probablemente lo peor del asunto había sido la deshidratación. Tenía que ser más cuidadosa con cuándo y cuánto bebía, no era la primera vez que le pasaba. Cualquiera que la conociera y supiese lo descuidada que era probablemente opinaría que tampoco sería la última. Y con razón. La chica le echó la lengua a la mink, animada:

- La vida solo tiene el valor que una le otorga con sus actos. Una vida aburrida y sosa no vale lo mismo que una que se ha vivido al máximo y persiguiendo lo que una desea. Prefiero una vida corta surcando los mares con valor a una larga languideciendo en una casa cuidando el hogar y criando niños.

Aunque pudiera parecer que en sus palabras había alguna clase de amargura, no había rastro alguno de ella en sus palabras. Tanto sus ojos como su tono de voz transmitían la emoción que sentía. Ella vivía por y para las aventuras. Primero se había enamorado de ellas al leerlas. Luego las había experimentado en sus carnes y había terminado de confirmar su pasión.

- Creo que en el fondo me entiendes, o no me hubieras seguido el juego tanto rato - le guiñó el ojo - Hay personas que han sido... hechas a semejanza.

Mientras hablaba centró su mirada en la de Berry y dejó que su expresión contenida hiciese evidente la situación en que estaban, lo cerca que estaban de sí. Permitió que la tensión creciera durante un par de segundos y entonces alzó el rostro como si fuera a besarla. A medio camino sonrió, giró la cabeza y le dio un soplido en el cuello sin besarla. Entonces se apartó de ella de golpe, esperando haberla tomado por sorpresa.

- Pero hay cosas por las que merece la pena esperar. ¿Quedamos otro día, guapa?

Con un par de rápidos gestos con las manos y una palmada, una nube de humo envolvió el callejón. Si todo iba de acuerdo a sus planes, se escabulliría entre las callejuelas dejando atrás únicamente un trozo de papel en que, con elegante caligrafía de trazo seguro y pulcro, ponía únicamente "Iulia Markov".