Una larga tarde con nieve[Privado-pasado][Sweet Dead-Zarlet]

Me encontraba en la Isla de Drum, concretamente en Bighorn había oído de que tenía una gran fama por tener a buenos médicos, me agradaba la idea ya que hacía tiempo tuve una amiga enferma y un médico de aquí la había curado, así que no era otra mejor ocasión que parar de visita a esta isla. Hacía bastante frío así que decidí ponerme una chaqueta, no paraba de nevar y si quería explorar un poco la isla debería esperar un poco a que amainase así me sería mas fácil continuar.

Estaba en una taberna y esperando a que pasase la tormenta y cuando por fin paro le pregunté al camarero:

-Para salir del pueblo en dirección hacia el bosque que camino hay que coger?-el dueño me respondió que con coger un camino hacia el norte me bastaría. Después de que me dijera eso salí de la taberna y me dispuse a caminar a pesar de que había bastante nieve y era un poco difícil caminar, continué hacia delante sobre todo porque me gustaban los retos y esto era un reto para mi.

Como era navegante la orientación no era un problema para mi, bueno si no estás en medio de un bosque con la nieve hasta las rodillas y con una niebla que no ves ni tus propios brazos, así que decidí pararme bajo un árbol aunque mi yo interior dijese que volviera, a pesar de eso mi orgullo me pudo.

Mi sub-capitana tenía ganas de ir a una isla que era famosa por sus médicos, esta isla se llamaba Drum. Estuvimos navegando día y noche sin descanso para, poder llegar a esa isla en tres días y dos noches. No había cosa que me gustara más, que verla sonreír y que toda la banda estuviese unida.

Cuando llegamos a la isla, me quede en la proa del barco viendo marchar a Rose con una sonrisa de oreja a oreja. En ese momento aquella sonrisa dio una sensación de calidez que recorrió todo mi cuerpo como si de un escalofrío se tratase.

Debido a que estuve despierto estos tres días completo navegando para poder llegar lo más pronto posible, fui a acostarme al catre  así descansaba y recuperaba horas de sueño. Cuando llegué a mi habitación, se podía sentir las olas del mar como arremetían contra el cascarote del barco, además de la fuerte brisa que había fuera.

Pasaron unas cuantas horas, hasta que Zarzi, mi fiel mascota me despertó saltando encima de mi estomago. Este era un lindo mono, de estatura de un metro. Es de color marrón y le encantaba jugar con un machete que le regale un día. Siempre llevaba el ojo izquierdo tapado con un pañuelo por que le dije que así tenía aspecto de un verdadero pirata.

-¿Que te pasa Zarzi? ¿Por que estas tan nervioso hoy?

Zarzi seguía saltando encima de mi estomago nervioso y me hacía gestos para que mirara fuera. Yo simplemente para que mi mascota/compañero terminara de saltar, me levante y mire por la ventana. Para mi sorpresa una gran tormenta de nieve estaba cayendo. En todo este tiempo que estaba despierto estaba concentrado en por qué Zarzi estaba nervioso que no me había dado cuenta del fuerte viento que había. Este hacía crujir las maderas del barco y se hacía bastante molesto.

-Por lo visto, aquí acaba el descansar por hoy.

Dije con un tono de decepción, mientras soltaba un gran bostezo. Me dirigí hacía el armario donde se encontraba toda mi ropa y me puse una camiseta de manga corta, que por detrás tenía la insignia de SonsOfAnarcy y unos pantalones cortos.

Para cualquier persona normal ir así por la nieve sería una locura pero para mi, la piel del byakko hacía que pudiera aguantar temperaturas extremas y seguramente tendría calor como de costumbre. Me puse un cinto donde podía guardar mis tres katanas, que como siempre las mimaba mucho por lo tanto siempre estaban en su mejor filo.

Cuando salí a cubierta y mire hacía el timón, pude observar que ahí no se encontraba Rose y me acordé de que está había salido en busca de su amiga la médica, que se encontraba en lo alto de la montaña y comencé a preocuparme debido a la tormenta que había.

Sin pensarmelo más veces salte del barco a tierra y me fui directo a las montañas en busca de mi subcapitana, debido a la tormenta que había, por que hasta que no la encontrara no me quedaría agusto y la sensación de preocupación por una nakama era algo que nunca me había gustado sentir.

Seguía caminando la tormenta paraba y venía cada cierto tiempo pero no me importaba había echo cosas el doble de peligrosas que esa, en el fondo me preocupaba que el resto de la banda estuviese bien, a pesar de eso no me gustaría que les pasase nada en mi ausencia y menos sabiendo que no estaba allí para ayudarles.

Mientras caminaba veía como unos simples animales correteaban por la nieve, eran adorables y hacían derretirse a uno; la cuesta cada que estaba subiendo cada vez se hacía mas empinada y resultaba difícil de subir, saqué mi espada y empecé a caminar con ella mientras la clavaba en la nieve.

Llegué a un punto de que subir más era imposible, la verdad no se como haría la gente para andar por estos lugares creo que aparte de costumbre debía de ser alguna característica genética heredada y todo eso que tuviese que tratar con lo científico.

Me acerqué a una zona de árboles bastante espesa y me puse a pensar por un momento "Creo...que me he perdido...no es normal en mi perderme...y menos si soy excelente orientándome agarré mi espada y me puse a pensar pero estaba tan estresada que me era imposible y yo era una despreocupada era raro verme preocupada por algo, así que con mi espada me puse a darle golpecitos al árbol, esperando que la inspiración me llegase, me senté en el suelo y al saber que estaba en un bosque habría animales, eses animales podrían ser peligrosos y si eran peligrosos tendría que luchar, sería algo divertido por lo menos así ya no estaría tan aburrida.

Me volví a levantar y fui por el centro de ese bosque ya que como los arboles lo cubrían todo era más fácil caminar y mejor orientarse, yo siempre buscaba la manera de conseguirlo todo.

Cuando desembarqué el viento golpeaba fuertemente contra mi pecho, la nieve y la niebla nublaban mi visión hasta tal punto que no podía ver a más de un metro de distancia. Esto empezaba a ponerse serio pero iba a hacer una temeridad y no me importaba ya que solo quería ver a mi subcapitana y llegar lo más pronto posible a la cima de la montaña.

Mi única opción de llegar rápido hasta ella sería volando, por lo tanto me dispuse a ello. Extendí mis dos brazos hacía el suelo envolviendo mis piernas en viento y saliendo de mis brazos un fuerte chorro de aire a propulsión haciendo que sea capaz de elevarme por los aires.

No veía nada, pero sabía que la cima de la montaña estaba recorriendo la ciudad y ahí empezaría la montaña por lo tanto me dirigí hacia esa posición. Fui en esa dirección volando un par de horas.

Los ojos los mantenía cerrados debido a que la nieve se me metía en ellos, la niebla cada vez estaba más espesa y había perdido la noción de la orientación y ya no sabía donde me encontraba, así que me dispuse a aterrizar para poder volver a orientarme.

Aterricé suavemente al suelo, me encontraba casi en la cima de la montaña, no podía ver aquella caseta todavía debido a un gran muro que había.- si lo hubiese sabido habría aterrizado allí arriba.- Pensé mientras mis pies se hundían en la espesa nieve que había en el suelo.

El caminar cada vez era más costoso, debido a que cada paso que daba en aquel lugar me resultaba igual de cansado que si estuviese corriendo cinco minutos sin parar, aunque en realidad solo hubiese dado un paso.

-ROOOOOOOOOOOOSSSSEEEEEEEEEEEEEEEEE!!!!

Grite desesperadamente con la esperanza de escuchar una respuesta. Mis palabras hizo eco haciendo que cada vez se sonara más bajo hasta que dejo de escucharse. Estaba perdido y mi única opción de saber si mi segunda al mando se encontraba bien, era escalando la montaña hasta encontrar aquella caseta o castillo como lo llamaba ella.

Justo cuando seguía avanzando por ese camino, me pareció oír que alguien gritaba mi nombre y la voz era muy parecida a la de mi capitán, pero porque estaría gritando mi nombre a lo mejor estaba pasando algo en mi ausencia aunque con el viento que hacía no se podía oír muy bien el grito y pero estaba mas que segura de que provenía desde un lugar alto por el eco que hacía, guardé mi espada y me adentré por unos arbustos hasta la salida del bosque, decidí no gritar porque aunque lo hiciese no se me oiría pero debía guardar distancias ya que podría ser un cazador o algún marine suelto por ahí.

Cuando ya estaba fuera no veía nada a causa de la niebla pero por el tono del grito pude ver que sonaba hacia el oeste, pero no decidí hacerle mucho caso, así que decidí seguir recto, esperaba poder encontrarme con algún animal salvaje y así utilizar un poco mi espada porque parecía que se estaba empezando a congelar, así que comencé a mover mi brazo de arriba para abajo con la espada y turnándola con mi otra brazo y de un golpe rápido con mi hoja corte un árbol que no tardo en caer, ya había encontrado un método para no despistarme y era que cada cierto tiempo cortaría un árbol con mi espada.

Pero aún así haber escuchado mi nombre a lo lejos me dejó preocupada quizás debería volver pero antes tenía que buscar la salida.

La tormenta no cesaba, la niebla cada vez estaba más espesa si cabía. Tenía dificultades para andar debido a la nieve que se había cuajado en el suelo y me llegaba hasta la altura de las rodillas. Intente esforzar mi vista para ver algo, aunque debido a la niebla que había y que los copos de nieve golpeaban contra mi cara me era bastante difícil poder ver algo.

Pude ver algo de movimiento aunque no reconocí quien era o que era. Sin pensármelo más veces insistí en hablarle para ver si tenía suerte y este me respondía. De ser así estaría salvado y podría volver a reorientarme.

Mientras me acercaba un poco para asegurarme de que me oyera  grite con la esperanza de que me respondiera.

-Eeeeeehhhhh!!!! ¿Sabes hacía donde está el castillo de la cima?

Este no me respondió aunque cada vez esa sombra la veía más cerca, rezaba para que me encontrara. Me esforcé para ver si podía escuchar algo, por lo visto si que me había escuchado pero estaba tardando demasiado en contestar. Cuando me quise dar cuenta pude oír un ruido ageno.

-Grrrrrrraaaaaahhhh!!!!

Solo escucharlo pude ver lo que tenía enfrente de mí y hasta que punto había metido la pata. Me encontraba enfrente de un Yeti blanco, este era enorme, medía los dos metros seguro, además de lo robusto que parecía ser.

-Fuck, creo que será mejor que me largue.

Dije mientras salía corriendo lo más rápido que podía por la espesa nieve que había en el suelo. Estuve corriendo hacía el oeste donde yo creía que estaba la cima, no sabía si era el camino correcto o no pero no quería ser comida del Yeti y en las circunstancias meteorológicas que nos encontrábamos había demasiadas posibilidades de que eso pasara.

-¡¡¡Paaaaaaffff!!!

Solo escuchar ese ruido caí al suelo, al parecer, me había chocado contra algo. La cabeza empezaba a darme vueltas por unos instantes hasta que pude recobrar el aliento y averiguar que había pasado. Me incorpore un poco y delante de mí pude ver un gran árbol. Este árbol tenía la copa completamente blanca por la nieve y yo un chichón nuevo.

Me dí la vuelta para poder saber hasta que punto seguía en peligro debido al yeti, pero no lo encontraba, o bien había desistido o lo había perdido de vista, en cualquier caso me alegraba y en el fondo de mi interior sentí un alivio enorme.

Enseguida volví a preocuparme de pensar que Rose se encontraba por ahí y podía ser atacada por una bestia de la nieve, como lo había sido yo. Desesperadamente seguí chillando para ver si tenía la gran suerte de ser respondido esta vez.

¡¡¡Roseeeeeeeeeeeee!!! !!!¿Doooooooonde estaaaaaaaaaaaaaaaaaaas?¡¡¡

No tenía muchas esperanzas de recibir una respuesta, así que sin esperar a ver si me respondían empecé a buscar algún punto de referencia donde poder orientarme.

Había cortado otro árbol ya llevaba tres o cuatro cortados y creo que estaba dando vueltas en círculo porque ya había pasado por uno más de dos veces, en realidad me sentía como perdida a pesar de que era la primera vez, pero bueno siempre siempre tenía que haber una primera vez aunque esta fuese ridícula, volví a cortar otro árbol con mi espada y en ese instante oí otro grito, esta vez lo escuché con claridad y de mi capitán.

Eché a correr a gran rapidez aunque no era rapidez porque me costaba mover las piernas con tanta nieve que encima estaba helada, pero ese no era el problema escuchaba que gritaban mi nombre y seguramente era importante, caminaba lo más rápido que podía esquivando cualquier árbol o cualquier cosa que se me pusiera por delante.

Al fin había logrado salir del interior de esa arboleda y no se veía nada y cada vez nevaba y pensé "maldita sea la hora en la que decidí venir a esta isla...si consigo salir de esta estúpida montaña no volveré nunca más" estaba enfadada y tenía muy mala ostia al no saber adonde iría ahora y no era bueno que me dirigiesen la palabra en esas condiciones ya que alguien podría salir malparado.

Me paré ya podría seguir caminando más, era imposible y aparte de que podría haber cueva subterráneas y que se hundiera el suelo, además estaba cansada tenía que hacer bastante fuerza para caminar, así que paré a tomar aliento y no lo dudé más tenía que asegurarme de que eran a mi a quién llamaban:

-¡Zarleeeeeeeeeeeet! ¡¿Eres tuuu?!-grité mientras esperaba una respuesta de ser así buscaría la forma de encontrarle pero si no tuviese respuesta alguna buscaría la forma de volver al pueblo.

Mi vista empezó a cansarse y yo empezaba a resentirme del cansancio que empezaba a acumular de estar andando tanto el rato por la nieve. Ya había desistido en la búsqueda y empezaba a buscar algún refugio hasta que las cosas se calmaran y entonces iría directo al castillo volando otra vez para llegar lo antes posible.

-¡Zarleeeeeeeeeeeet! ¡¿Eres tuuu?!

Había escuchado que alguien me llamaba. Mis esperanzas de que fuese ella se habían avivado y comencé a seguir el rastro de donde provenía aquella voz. Las piernas cada vez las notaba más pesadas pero solo la esperanza de encontrarla y que esta siguiese viva hacía que el resto no tuviese importancia.

-¡¡¡Roseeeee, estás ahí!!!

Grite intentando encontrar una nueva respuesta. Estuve caminando durante cinco minutos más desde donde creía que venía la voz aunque la había escuchado desde una posición más abajo de la que yo me encontraba así que ella tampoco la había llegado a escalar la montaña. - Espero que no le haya pasado nada.- Pensaba mientras intentaba correr lo más rápido que la nieve me dejaba.

Después de varios minutos intentándolo por fin pude ver una sombra. Esta se dirigía hacía donde yo estaba ubicado y esto hizo que me frenara en seco y brotó una sonrisa en mi cara.

-¿Eres tú Rose? Me tenías preocupado bandida...

Dije con una sonrisa en mi rostro, aunque todavía no estaba totalmente seguro de que fuese ella, ya que todavía no podía ver su rostro. Al cabo de pocos segundos ya pude ver su rostro. Mi pelirroja llevaba una chaqueta color marrón oscuro además de una bufanda y unos guantes.

Me encontraba feliz de haberla encontrado. Mis posibilidades de haberlo hecho era realmente escasas pero al final lo conseguí. No pude evitarlo y de la euforia que sentía en esos instantes salte sobre ella abrazándola fuertemente.

Su cuerpo no pude sostenerme y nos caímos al suelo, empezando a rodar colina abajo. Sujete a Rose fuertemente para que no se escapara y agrandara los daños, además de que de esta forma, podía transmitirle la calidez de mi cuerpo para que esta no se congelara.

Estuvimos cayendo durante cosa de dos minutos agonizantes, a una alta velocidad. La mayor parte de los impactos me los había llevado yo, debido a que la tenía rodeada entre mis brazos hasta que por fin paramos.

Me sentía adolorido, además de que me encontraba mareado de dar tantas vueltas, hasta tal punto que empezó a entrarme arcadas, aunque estas las pude controlar y el asunto no fue a más por suerte.

-¿Estas bien pequeñaja?

Le dije susurrando al oído preocupado y rezando para que no le hubiese pasado nada grave. La cabeza seguía dándome vueltas, aunque no quería dar una señal de debilidad como tal y se lo intenté esconder a Rose disimulando como si no hubiese pasado nada.

-Tranquila ya paso todo...

Seguía abrazado a ella, aunque esta vez ya me separe de ella para intentar incorporarnos y poder saber donde nos encontrábamos actualmente, aunque al no conocerme la isla seguramente tampoco lo averiguaría, pero deducía que estábamos al principio de la colina.

La tormenta no era tan fuerte donde nos encontrábamos y esto ya era un alivio. Todo a mi alrededor era de color blanco, aunque la niebla al no ser tan espesa en ese lugar, pude divisar un par de casas a unos treinta metros que imaginaba que aquello iba a ser el pueblo con un poco de suerte.

Los arboles habían cesado, la nieve cuajada tendría un grosor de unos cuatro centímetros por lo que donde nos encontrábamos era un lugar mucho más seguro y si pasara cualquier imprevisto podría luchar perfectamente.

-Vamos a refugiarnos en aquellas casas enana. Así descansaremos un poco y en cosa de un par de horas podremos volver al barco y cuando la tormenta amaine buscaremos la forma de subir la montaña para visitar a tu amiga, aunque me encargare de tu seguridad por si acaso.

Le dije, calmadamente a Rose, para que no se notara lo preocupado que en realidad estaba. La verdad es que no tenía muchas ganas de volver a adentrarme a las montañas pero si ella quería visitar a su amiga, no tenía más remedio que llevarla a salvo hasta allí.

Había gritado por el y a lo lejos vi una silueta acercarse, no podía divisarla bien y dudaba si fuera el u otra persona y le oí gritar:

-¡¡¡Roseeeee, estás ahí!!!-después de oírle gritar vi como se acercaba rápidamente hasta que pude verle con claridad y se dirigía corriendo a pesar de la alta nieve le veía dirigirse hacia mi-¿Eres tú Rose? Me tenías preocupado bandida...-cuando se acercaba venía vestido como si estuviésemos en verano, me alegraba de haberle encontrado y no pude evitar sonreír al verle, me pareció que el tambien sonreía y noté como se abalanzaba ante mi y me abrazaba fuertemente, y cuando lo iba abrazar noté que nos caíamos y empezamos a rodar colina abajo, sentí que me rodeaba con sus brazos al caer pero aún así notaba su calidez y mientras caíamos no sentía mucho frío.

La caída era larga no se sobre cuanto estaríamos bajando pero al bajar tenía la sensación de que Zarlet se estaba llevando golpes y eso no era bueno, la verdad es que tantas vueltas mareaban un poco pero al rato conseguimos llegar hasta el fondo de la colina.

-¿Estas bien pequeñaja?-me preguntó, yo asentí levemente con la cabeza mientras seguía abrazado a mí-Tranquila ya pasó todo...

Me levanté del suelo y sacudí mi ropa y luego le pregunté:

-Seguro que estás bien he notado como te llevabas varios golpes cuando caíamos-le dije mirándolo, no quería que le pasase nada malo a mi capitán y menos por ayudarme sería algo que no me lo perdonaría, luego observé en donde estábamos y no había tormenta alguna aparte de que la nieve casi no cubría, al menos era mejor estar aquí que allá arriba, luego Zarlet me dijo:

-Vamos a refugiarnos en aquellas casas enana. Así descansaremos un poco y en cosa de un par de horas podremos volver al barco y cuando la tormenta amaine buscaremos la forma de subir la montaña para visitar a tu amiga, aunque me encargare de tu seguridad por si acaso.-después de haberle oído llamarme enana me acerqué y le dije:

-No soy una enana, para que lo sepas...-dije esto último en un tono un poco burlón, la verdad no me gustaba enana me hacía sentir muy niña y no lo era-No tienes porque encargarte de mi seguridad, se protegerme sola-dije sonriendo mientras empezaba a caminar hasta aquellas casas, y cuando llegué allí me paré en frente a una, tenía la puerta abierta y parecía abandonada aparte de tener buen aspecto, así que miré a Zarlet y le dije:

-Entramos? no parece que haya nadie y está abierta y cuanto mas antes nos vayamos mejor-dije sonriendo mientras me acercaba y abría la puerta, era grande por el interior y a pesar de que estuviese abandonada tenía muy buen aspecto, dentro se notaba calorcito eso era bueno ya que fuera estaba congelándose uno, después caminé y me senté en un sofá y me puse a mirar toda la casa, la verdad estaba agotada y cansada creo que eso era un deporte extremo pero no lo volvería hacer, lo tenía claro.

Estuvimos allí de pie intentando volver a la normalidad después del mareo y del atajo que accidentalmente cogimos para bajar la colina.

No soy una enana, para que lo sepas...

Esa respuesta no me la esperaba y me dejó anodadado. Por lo visto siempre la había tratado como a una hermana pequeña y a ella no le gustaba, aunque se tendría que fastidiar ya que no pensaba cambiar eso. Aunque seguramente se estuviese burlando de mi.

-No tienes porque encargarte de mi seguridad, se protegerme sola

Cuando me dijo eso, hizo que me sintiera inútil, por haberme preocupado por ella y por su salud aunque ya veía que ella no lo valoraba, aunque era algo que tampoco le iba a dar muchas vueltas ya que solo me preocupaba por ella y no iba a dejar que la lastimaran o que corriese peligro delante mía.

-Lo sé, pero no me gusta que corras peligro cuando no estoy y prefiero estar para saber que estás bien al igual que el resto de la banda que están seguros en el barco.

Le dije mientras mi cara se ponía algo roja de la vergüenza que tenía por haber dicho aquellas palabras. La verdad es que me había criado rodeado de hombres y no sabía tratar con las mujeres como cualquier otro pudiera hacer. Pero con ella era distinto, me hacía feliz verla siempre ha mi lado ayudando y apoyándome en todo lo que hacía.

Empezamos a caminar un rato en dirección a las casas que había visto a la lejanía. Estuvimos unos diez minutos andando y en todo ese trayecto se hizo un silencia incomodo, pero no la quería cagar más de lo que ya lo había echo hasta ahora por lo tanto no quise interrumpir ese silencio y me quede callado inundado en mis pensamientos.

Cuando por fin llegamos a la primera casa más cercana de donde nos encontramos, Rose se quedo mirándome y le salio una sonrisita maligna, de las que se le ha ocurrido una idea algo espeluznante y quería hacerlo fuese como fuese.

Entramos? no parece que haya nadie y está abierta y cuanto mas antes nos vayamos mejor

Me dijo sonriendo, como si la simple idea de entrar en la casa de otra persona le gustase más que nada, así que sin pensármelo más veces entramos en aquella casa. Eramos piratas, así que no le temíamos ni a la ley ni a las aventuras. Nos gustaba improvisar y queríamos un refugio fuese como fuese.

-Claro, las damas primero.

Dije extendiendo el brazo para que Rose entrara delante mía. En la casa se notaba una cierta calidez que a ella le iba a venir bien, ya que a mi, gracias a la piel del byakko no sufría de frío. La casa era hermosa. El suelo era de parquét, las paredes estaban pintadas de un color claro que influenciaba en que parecía que hubiese más tranquilidad en aquella casa. Enfrente de la puerta se podía ver una escalera de metal y color negro, en forma de caracol. Está ascendía hasta el segundo piso. En mi izquierda se podía ver lo que era la cocina y a la derecha el comedor con un gran sofá. Este estaba echo de piel y era de un color marrón claro. Solo de verlo daban ganas de tumbarse en el para descansar un rato. Además en el comedor había una mesa enorme con cuatro sillas alrededor.

-Creo que lo primero será mirar si hay alguien y luego ya hospedarnos si los dueños nos dejan y si no los matamos...

Dije con una sonrisa en mi cara. Extendí el brazo derecho haciendo un gesto como para que pasara al comedor mientras le decía.

Enana, échate en el sofa un rato. Tienes la chimenea encendida y te ayudara a entrar en calor. Yo voy a mirar si hay alguien más en la casa, para asegurarnos de que estamos seguros aquí.

Después de decirle aquello parecía como si lo hubiese entendido o el frío hacía que no rechistara por que se fue directa hacía el sofá. Yo subí las escaleras de caracol para mirar si en la planta de arriba había alguien.

Cuando ya me encontraba en la segunda planta, pude observar que aquella planta tenía tres habitaciones, aunque la puerta de estas tres se encontraban cerradas actualmente. Aunque no durarían  mucho.

Lo primero que hice fue abrir la habitación de la derecha, esta puerta cuando se abrió, los engranajes de la puerta resonaron por toda la habitación chirriando como si nunca en la vida se hubiese engrasado.

La habitación estaba completamente vacía, solo se encontraba allí, una cama y un escritorio con su respectiva silla. Después de asegurarme que en aquella habitación no había nadie me dirigí hacía la segunda, que estaba justo enfrente de la escalera.

Esta se abrió suavemente dejando pasar fácilmente y sin escucharse ningún ruido. En esta habitación solo se encontraba unos armarios llenos de libros y un escritorio que estaba equipado con un papel en blanco y una pluma.

Me adentré más en esta habitación y pude observar que todos los libros se trataban del mismo tema: Navegación en alta mar, además de ir incorporados con mapas de toda la grand line y distintos tipos de mapas que no había visto en la vida y no podía reconocer de donde eran.

Aquello me intrigaba pero todavía me quedaba una habitación más que recorrer antes de poder ponerme a investigar todo aquello con tranquilidad, aunque seguramente si Rose viera todo aquello se pasaría encerrada en esa habitación semanas enteras hasta que los hubiese leído todos los libros y mapas.

Salí de aquella habitación y me dirigí por fin a la tercera y última habitación. La puerta se encontraba cerrada con llave impidiéndome el paso, para que no pudiese entrar. Seguramente algo tendrían ahí escondido, por lo tanto, no me lo pensé más veces y extraje una de mis katanas que tenía en el cinto.

Me posicioné enfrente de la puerta. Tenía la katana sujeta con las dos manos apuntando los grilletes de la puerta. Con un ágil y fuerte movimiento corte los dos grilletes que se encontraban al lado de la puerta haciendo que esta cayera hacía delante. Cuando la puerta golpeó contra el suelo, se escuchó un fuerte estruendo. La habitación estaba oscura y no se podía ver nada debido al polvo que salía de la habitación.

Me esperé unos segundos hasta que el polvo terminara de emanar por su única salida que era donde antes se encontraba la puerta. Una vez que el polvo desapareció me adentre en la oscuridad de aquella habitación buscando algún interruptor o alguna vela que pudiese servirme como guía, para poder ver que había allí.

Contra la pared al lado de la puerta había el interruptor y lo encendí con la esperanza de que la habitación se iluminase y por una vez la suerte estaba de mi lado. La habitación se ilumino rápidamente pudiendo ver todo lo que se encontraba en su interior.

Un hombre estaba de cuclillas contra una esquina de esa habitación muerto de miedo y apuntándome con una pistola al cuerpo. El hombre temblaba del miedo que estaba pasando cuando derrepente se escucho un fuerte estruendo. Al parecer aquel hombre disparó accidentalmente dañándome en el hombro izquierdo.

-Lo siento pero después de lo que acabas de hacer no puedo perdonarte la vida.

Dije aquellas palabras mientras le miraba a los ojos a aquel hombre que estaría viviendo sus últimos minutos de vida. Con mi brazo izquierdo sujete la katana que había sacado para tumbar la puerta. Me quede plantado delante suyo, estando encima de la puerta que se encontraba en el suelo.

De un potente salto que dí me plante hasta donde el se ubicaba. Ladee el brazo derecho de derecha a izquierda, rebanando su cabeza ahora decapitada. La cabeza golpeo contra la pared antes de caer al suelo, dejándola manchada de sangre. En la pared donde antes se encontraba apoyado aquel hombre, ahora estaba lleno de salpicaduras de sangre, dejando un rastro y un olor bastante molesto.

Yo me habia quedado sentada en el sofa porque zarlet me lo habia mandado y luego el se fue a mirar si la casa era segura, yo mientras me acerque al fuego aun seguia teniendo frío y me puse a pensar, a mi me costaba agradecer las cosas por mi orgullo pero no podia evitarlo.

En el fondo me alegraba que Zarlet viniera a buscarme si no fuese por el no se que habria sido de mi, me levante y me puse a pasear por la cocina cotilleando un poco, oía los golpes de unas puertas romper seguro que era el abriendolas, pero cuando volvia al sofá oí el tiro de una pistola.

Corriendo subi las escaleras de caracol a gran velocidad maxima y fui mirando habitacion por habitacion, solo habia alguna cama y eatanterias con libros pero ahora no me tenia importancia eso; me acerqué a la ultima habitacion y ahí vi a zarlet con su espada y un hombre decapitado en el suelo y todo lleno de sangre.

Me acerque hasta el y cuando le pregunte si estaba bien vi que tenia un disparo en el hombro:

-te ha disparado, no te muevas voy a ver si encuentro alguna venda o algo para sanarte la herida-dije preocupada, bajé corriendo las escaleras y me puse a buscar en cajones y estanterias para ver si encontraba algo pero vi un trapo de algodon y decidi cogerlo, volvi a subir corriendo las escaleras rapidamente y llegué a la habitacion en la que estaba el, cuando me dispuse a curarle la herida le empezé a decir:

-sabes, me alegra de que hubieses venido, tengo un problema y es que soy muy orgullosa y no puedo evitarlo, al caer por la colina todos los golpes que llevaste...no te los merecias...por eso dije lo de que se defenderme sola-le dcia con la mirada perdida mientras le miraba la herida-por eso cuando lucho me siento mas segura al ir sola o cuando estoy en algun problema así se que no le pasara nada a alguien cercano, ademas tu me ayudaste ahora me toca a mi audarte-cuando dije esto ultimo volvi a sonreir y mas tarde oí un ruido en la parte baja de la casa, saque mi espada y me dirigi a observar que era lo que había en esa casa que era un tanto extraña.

Me encontraba de pie, mirando el cadáver ahora decapitado por mi katana. Llevaba una bala incrustada en mi hombro izquierdo y no paraba de brotar sangre de la herida. Empecé a encontrarme algo mareado y me senté en el suelo. Cuando levante la cabeza para mirar hacía la puerta, con una mirada perdida pude ver a Rose que se acercaba rápidamente hacía mi.

Rose me miro y enseguida vio como me salía sangre del hombro y enseguida ato los cabos sueltos y supo que aquel hombre me había disparado. Rose preocupada por mi salud y queriendo que me pusiese bien, quería curar mi herida y me dijo:

-te ha disparado, no te muevas voy a ver si encuentro alguna venda o algo para sanarte la herida.

Después de aquello Rose se marcho al piso de abajo para buscar algún utensilio para taponar mi herida. Aunque yo no era médico y no tenía muchos conocimientos de medicina, sabía perfectamente que lo primero que debía de hacer era extraerme la bala del hombro.

Mire en la habitación en busca de algo que pudiese arder. Encima de una de las estanterías de aquella habitación pude observar que había una vela con un mechero al lado. Rápidamente me levante y cogí el mechero. Prendí la vela y me dirigí apoyándome en las paredes hacía el rincón contrarió donde estaba el cadáver.

Empece a calentar el hierro de una de mis katanas y una vez que esta ya estuviese caliente hasta el estado de que estaba hirviendo o eso me lo parecía a mi, introduje la katana en la parte inferior de la herida.

Esta me estaba escociendo demasiado y no pude evitar el ponerme a chillar y soltar gemidos extraños. Estaba sudando como si acabara de correr un maratón pero esto no me detendría ya que necesitaba extraer la bala con mi katana ahora desinfectada.

Al cabo de pocos minutos la pude extraer con esfuerzo. El casquillo, cayo al suelo y yo me sentí más aliviado cuando todo mi cuerpo dejó de arder. Al cabo de pocos minutos después, enseguida volvió Rose con algodón y vendas que había encontrado por la cocina.

-sabes, me alegra de que hubieses venido, tengo un problema y es que soy muy orgullosa y no puedo evitarlo, al caer por la colina todos los golpes que llevaste...no te los merecias...por eso dije lo de que se defenderme sola

Empecé a sonreír después de verla preocupada por mi estado. Estaba tan preocupada que hasta fue capaz de tragarse su orgullo y explicarme el por qué de su enojo de antes. Le puse la mano derecha en la cara, acariciándole la mejilla mientras le decía:

-No te preocupes preciosa. Todo ya paso y ahora estamos a salvo.

Rose seguía concentrada mirando la herida y taponando el orificio de entrada que me había echo la bala. Ella seguía bastante preocupada y prosiguió hablándome para que le prestara atención y así intentar que la herida me doliese lo menos posible, aunque era imposible no sentir dolor, después de recibir un disparo.

-Por eso cuando lucho me siento mas segura al ir sola o cuando estoy en algún problema así se que no le pasara nada a alguien cercano, ademas tu me ayudaste ahora me toca a mi ayudarte-

Después de escuchar aquellas palabras me sentí mucho más aliviado, aunque no quería verla sufriendo y menos por mi estado, así que,empecé a disimular que me encontraba bien, moviendo mi brazo izquierdo mientras le decía:

Ves, ya estoy bien. Lo único que me hace falta ahora, es un poco de reposo.

Ella comenzó a sonreír y el simple echo de verla sonreír me hacía feliz. Al cabo de poco tiempo de estar ahí, comenzamos a escuchar un ruido extraño, que provenía de la planta de abajo. Rose y yo, nos quedamos mirándonos fijamente, hasta que pudimos reaccionar y enseguida fuimos a averiguar que estaba ocurriendo en aquel lugar.

Mientras bajábamos por las escaleras de caracol, sujete a Rose del brazo para que no siguiera avanzando. Esta se quedó mirándome a la cara, intentando averiguar que pasaba.- Mierda, a ver como le digo yo ahora, que es mejor ir con cuidado que, no sé, si podría sobrevivir a otra batalla, en mi estado actual.- Pensaba mientras buscaba la forma de contárselo, hasta que por fin pude encontrar lo que yo creía que eran las palabras más adecuadas para aquella ocasión.

-Tenemos que ser como ninjas. Ocultarnos en las sombras sin ser vistos, sin ser escuchados y espiar, de esta forma podremos averiguar que está pasando en la planta de abajo, mientras nos mantenemos a salvo.

Después de decirle aquellas palabras susurradas al oído, para hacer el ruido mínimo posible. Comenzamos a bajar las escaleras de puntillas. En pocos segundos nos encontramos ya en la planta de abajo.

Me quede mirando a Rose y le hice un gesto con el brazo derecho para que fuera a mirar en la cocina, mientras que yo iba a mirar en el comedor, por si había alguien. Me encontraba apoyado contra la pared y mirando de vez en cuando por la puerta del comedor, pero durante escaso un segundo. Esto me impedía estar totalmente seguro de que no había nadie. Aunque en un principio si que era cierto que no había visto a nadie.

Cuando ya estábamos bajando las escaleras noté que Zarlet me agarraba el brazo para que no siguiese caminando, le miré para ver que pasaba y al poco tiempo me dijo al oído:

-Tenemos que ser como ninjas. Ocultarnos en las sombras sin ser vistos, sin ser escuchados y espiar, de esta forma podremos averiguar qué está pasando en la planta de abajo, mientras nos mantenemos a salvo.

Después oírle decir eso, le entendí perfectamente y bajamos de puntillas hasta llegar a la planta de abajo, luego Zarlet me hizo una señal para que yo fuese a la cocina mientras él iba al comedor. Hacerse pasar por ninjas para mí era fácil debido a que era una espía no suponía problema alguno para mí.

Fui sigilosamente hacia la cocina mirando a cada lado por si veía o oía algún ruido, cuando di un paso hubo un estruendo como de platos rotos y todo iba al suelo, mantuve la paciencia para no saltar hacia la pelea y agarré mi espada con fuerza y me fui acercando poco a poco a la puerta.

Cuando llegué apunté hacia delante con mi espada esperando a ver algo malo, pero no era malo, solo había cosas rotas y me pregunté a mi misma “es posible que sea…un fantasma…” hasta que vi saltar un gato negro por los aires y mi cara se quedó como de ¿Pero esto qué es? Y discurriendo pensé que seguramente ese señor se habría encerrado en el cuarto por ver a un lindo gatito negro, aunque bueno parecía un poquillo salvaje por su forma de comportarse.

Decidí guardar mi espada y salí al salón en busca de Zarlet para decirle que no había nada malo, cuando iba caminando vi al gato dar un salto un ponerse en un sofá y le dije mientras señalaba al animal riéndome un poco:

-Parece que la persona que estaba haciendo el ruido no era más que un gato-dije mirando al gato-pero que mono es y…salvaje y…peligroso, no me puedo creer que un simple animal hiciese tanto ruido ni que fuese mágico.

Después de decir esto me senté en el sofá, el gato creo que había salido por una ventana porque ya no lo había vuelto a ver o iría a comerse al tipo decapitado de arriba y le pregunté a Zarlet:

-¿Cómo va tu herida?-dije mientras le miraba el hombro por si soltaba algo de sangre-creo que no tengo ganas de volver a esta isla, en definitivo la nieve la veré a distancia creo que ya voy harta de ella-solté mientras miraba hacia la ventana-me recuerda a aquella vez que estuve en el desierto y me puse loca por el calor, no sé que es mejor esto o lo otro-dije riéndome, ya que en el fondo tenía su gracia aunque resultase un poco dolorosa pero serían unas anécdotas interesantes para cuando se las contase a mi amiga y puse mis manos sobre el fuego de la chimenea para calentarlas un poco.

Ahí me encontraba yo, contra la pared y mirando, para intentar ver si había alguien en el comedor. Seguía asomando la cabeza una y otra vez hasta que me di por satisfecho, de saber que no había nadie.

Rose se acercaba por detrás mío. Cuando me dí cuenta que estaba detrás me pegue un buen susto, ya que no me lo esperaba. A ella al parecer aquello le hizo gracia. Aunque a mi casi me da un infarto. Se le veía bastante calmada y se dispuso a hablarme:

-Parece que la persona que estaba haciendo el ruido no era más que un gato

-Un puto gato me ha dado este susto infernal. Maldita sea, cada día estoy siendo más cobarde.- Pensaba mientras le miraba la cara que ahora estaba sonriente. Pocas veces había visto tan feliz a mi  sub-capitana y no sabía el por que, pero en aquella situación tan extraña, que yo rezaba para que no volviese a ocurrir, mientras que esta, se encontraba más feliz que una magdalena cuando es mojada con la leche...

pero que mono es y…salvaje y…peligroso, no me puedo creer que un simple animal hiciese tanto ruido ni que fuese mágico.

-Pero vamos a ver renacuaja. ¿Te parecen tan adorables los felinos? Por que tu ya sabes que yo puedo ser un felino muy travieso.... :P

Comenzaba a hacer el bobo,y decir bobadas para continuar sacando esas sonrisas de su cara. Había sido un mal día pero no tenía el por que, seguir siéndolo. Me encontraba cansado, y seguía algo exhausto, aunque después de haber recibido un balazo era bastante normal. Esta herida seguía doliéndome en cada gesto que hacía, hasta tal punto, que comenzaba a sudar de nuevo.

-¿Cómo va tu herida?

Va bastante bien, aunque sigo necesitando algo de reposo, para que se me cure. Pero en un par de días ya verás como estoy sano sanote, como un yeti.

-creo que no tengo ganas de volver a esta isla, en definitivo la nieve la veré a distancia creo que ya voy harta de ella- -me recuerda a aquella vez que estuve en el desierto y me puse loca por el calor, no sé que es mejor esto o lo otro-

Después de escuchar aquello, comencé a soltar una carcajada. La verdad es que no sabía muy bien que decirle a aquello, aunque sabía perfectamente que ella, lo único que quería era verme feliz también.

Me dirigí hacía el sofá, para quedarnos allí sentados, haciendo algo de reposo hasta que la tormenta se disipara y pudiéramos volver al barco. Rose me siguió y se sentó al lado mío y continuamos con nuestra charla, tan absurda, ya que comenzamos a contar anécdotas, que nos habían sucedido a ambos.

Al cabo de un rato volvió a aparecer el gato negro, ahora correteaba por el comedor, danzando alrededor nuestra. Misteriosamente, el gato negro nos estaba cogiendo cariño y a Rose le estaba gustando el gato. Miedo me daba de saber donde acabaría el gato y fue como si tuve un flasback, viendo el gato en el barco.- Esto es lo que pasa cuando una mujer te pide algo...- Pensaba sonriendo mientras observaba al gato corretear.

Me tumbé al suelo y comencé a jugar con el minino. Este ahora se encontraba sobre mi saltando y lamiendo mi cara. Era algo asqueroso, pero a la vez me estaba divirtiendo, hasta que el gato puso una de sus patas, sobre la herida.

¡¡¡¡¡Dioooooooooooos!!!!!! ¡¡¡¡¡que dolor!!!!!!

No pude contenerme el soltar aquella expresión tan vulgar. El dolor era infumable cada vez que me tocaban la herida. Esta necesitaba reposo, aunque la culpa fue mía, por jugar con el gato de aquellas formas estando “lesionao”

-¿Rose, me puedes volver a curar la herida y desinfectarmela?

El gato había salido corriendo por el chillido, aunque enseguida volvió y comenzó a lamerme la mano con la que le estaba tocando la cabeza. Yo era un domador de animales y sabía perfectamente que los gatos de esa forma te estaban dando, lo que para nosotros son besitos. Se notaba por sus gestos que el gato me tenía cariño.

Tranquilo minino, no pasa nada. A sido culpa mía no te preocupes.

Sabía perfectamente que no me iba a entender, pero de todas formas me sentía mejor conmigo mismo, disculpándome con el, por haberle espantado con aquel grito. Además de que todo aquello fue culpa mía por comenzar a tirarlos por los aires y agarrarlo al vuelo. El lo único que intentaba era  apoyar los pies en algo firme, como ellos están acostumbrados, y por eso le pedí disculpas.