El yonkaikyo y el fugitivo [Kuroi y Derian]

Anochecía. La mayor parte de la gente de la isla se estaba yendo a dormir. Y en ese mismo momento, en un barco anclado en la costa, el conde Derian Markov salía a cubierta tras haber desayunado su habitual botella de sangre. Sin embargo aquella noche le apetecía tomar algo un poco más contundente y fresco que sangre embotellada y fría. Observó la isla mientras la fría brisa marina le removía su larga melena plateada. Iba vestido con una gabardina negra, por debajo de la cual llevaba una coraza de acero. Al cinto llevaba a Vanator, su fiel espada familiar, y un cuchillo de caza. Se abrochó bien la gabardina y se subió a la borda, listo para saltar. Al instante siguiente un murciélago volaba hacia tierra.

- Hoy toca noche de caza... ¿por dónde puedo empezar a divertirme?

Descendió a las afueras del pueblo y se transformó de nuevo allí. Para no llamar tanto la atención con sus colmillos y su pelo plateado, se transformó en humano y se sacó una capa de viaje que llevaba consigo. En su forma humana su pelo era negro en lugar de blanco plateado y sus ojos azules en lugar de dorados. Además tenía dentadura humana, y no de vampiro. Se puso la capa por encima de la gabardina y se echó la capucha para taparse el rostro. Así vestido, entró en el pueblo, observando sus desiertas calles. No parecía haber ningún incauto fuera de su casa (lo que era una suerte para ellos) pero la taberna estaba abierta aun. Con una sonrisa malévola, entró allí envuelto en su capa. Se sentó en la primera mesa que encontró. El tabernero se le acercó limpiando un vaso.

- No es de buena educación entrar en un lugar con el rostro tapado, mi señor.

Derian le dirigió una mirada fría y cargada de desprecio. Sin embargo, se contuvo para no llamarle plebeyo y decirle que le tratase con más respeto, como debía hacer ante un noble como él.

- Tampoco que un tabernero venga a importunar a un caballero que viene a gastar su dinero en su... - observó el sitio, que si bien era acogedor, para el noble era pequeño y destartalado - "local". Dado que supongo que no tenéis vino decente, tomaré un vaso de agua y lo que sea que vendáis por "carne" en este lugar. Poco hecha, por favor.

El hombre se puso rojo de ira, pero se contuvo y se fue. A Derian no le cabía de que le escupiría en la comida, pero le daba más bien igual. No tenía intención de comer carne precisamente. Paseó su mirada a lo largo del lugar, buscando alguna presa interesante. Tenía una sed descomunal y no tenía intención de andarse demasiado con rodeos.

En ese momento Derian se fijó en un chico bastante joven que fumaba un cigarrillo. Este le miraba fijamente. Cuando el yonkaikyo dirigió su mirada hacia él, este le sonrió. Le sonaba de algo. Estaba seguro de haber visto su rostro hacía no mucho en algún lado. ¿Pero dónde? En ese momento se fijó en que la mayor parte de la gente de la taberna miraba a ese chico (mucho con muy poco disimulo). Eran mirada casi de miedo. Entrecerró los ojos y comenzó a analizar la situación, haciendo memoria de todos los carteles de "se busca" que había visto últimamente. Entonces recordó uno. "Kuroi Kage... se le busca por asesinatos de marines, fugarse de prisión y causar disturbios. A lo mejor he encontrado a mi cena. O puede que simplemente a un aliado... pronto lo sabré." Se levantó y fue hasta la mesa del chico, sin mucho disimulo. Entonces le dijo en un tono de voz bajo, lo justo para que le oyese sólo él.

- No es muy prudente para alguien con recompensa por su cabeza presentarse en mitad de una taberna. Lo mejor será que me sigas antes de que alguien llame a los marines.

Pretendió mostrarse serio y preocupado, como si se moviese en los mismos ambientes que él. En realidad sólo pretendía sacarlo del bar para decidir si comérselo o aliarse con él. Aunque la primera opción tenía bastante peso. Tenía una sed insoportable, y en caso de que el chico no fuese una opción, tendría que colarse en la casa de algún aldeano dormido y matarlo. Prefería evitar aquella clase de situaciones, pues no quería ganarse fama de asesino ni que le acusasen de las muertes, cosa que sería difícil si empezaba a morir o desaparecer gente en cada isla que visitase.

El joven o puso ninguna resistencia. Se levantó y le siguió a la salida. Antes de nada, dejó sobre la barra unos berries, pues no quería que el tabernero les siguiese reclamando su dinero. Una vez salieron del bar lo guió a través del pueblo a un lugar apartado a las afueras. No le apetecía que les interrumpiese o que alguien pudiese ver aquello. Comprobó que estaban fuera del alcance de la vista de curiosos (estaban en un cruce de caminos entre un par de pequeñas elevaciones) y se quitó la capa de viaje, tirándola a un lado. Su pálida faz, su oscura melena y sus fríos ojos azules quedaron a la vista. Derian esbozó una media sonrisa malévola. No le cabía duda de que le reconocería de los periódicos. Hacía poco que había derrotado al pirata Korvar, cuya cabeza valía 90.000.000 de berries, lo que había hecho que se hablase mucho de él.

- ¿Sorprendido, señor Kuroi Kage? Andar a plena vista cuando se tiene recompensa es muy peligroso. Y seguir a un desconocido en plena noche a un lugar solitario donde nadie podrá escucharte gritar lo es aun más.

Ensanchó su siniestra sonrisa. Su piel se volvió aun más pálida. Los colmillos se le alargaron y el pelo se le volvió de color blanco plateado de nuevo. Le brillaron los ojos y pasaron a ser dorados igual que cuando estaba en el barco. Notó cómo sus sentidos y su percepción del mundo se ampliaba al pasar a su forma completa. Podía oír perfectamente la sangre corriendo por las venas de Kuroi, y los latidos de su corazón bombeándola... sólo de hacerlo la boca se le hizo agua. Se lamió los labios, con hambre.

- En una noche como hoy tengo más hambre de lo normal... no he tomado nada de sangre fresca en semanas. Tan sólo sangre embotellada y de algún animal. Tal vez es hora de variar un poco la dieta, ¿no crees?

Derian cerró la boca y entrecerró los ojos. El chico desde luego no era tonto. La oferta era muy tentadora. Cambiar a un chico joven y delgaducho por veinticinco piratas... después de devorar todo aquello, quedaría bastante más saciado. Además podía aprovechar para comprobar las habilidades que tenía. Quién sabe. A lo mejor hasta le compensaba más que fuese su aliado. Se cruzó de brazos y lo miró de arriba a abajo, como evaluándolo.

- De acuerdo. Así al menos tendré una cena decente, aunque odie el olor de los piratas. No suelen ducharse demasiado.

Entonces se dio cuenta de algo. ¿Qué ganaba un criminal como él matando a piratas? A lo mejor quería quedarse sus tesoros y propiedades. Sin embargo no tenía claro que fuesen esos sus motivos. Sospechaba que había algo más, y si así era le interesaba saberlo. Claro que, otra posibilidad era que simplemente se estuviese buscando una excusa para no convertirse en la cena del conde vampiro. Algo muy juicioso, aunque propio de presas asustadas y con lo que se ganaría el desprecio de Derian.

- Decidme pues, antes de ir. ¿Qué ganáis matando a esos piratas?

Derian al instante se arrepintió de haberle preguntado sus motivos, pues el chico comenzó a soltarle una perorata acerca de cosas que al vampiro le importaban más bien poco como la justicia o la integridad. Consideraba que importaban más bien poco y que eran tonterías de las presas, cosas que se habían inventado para defenderse de los cazadores. Un cazador no necesitaba "justicia" en el sentido que defendía aquella gente. Un cazador se defendía a sí mismo y protegía sus intereses con la fuerza de sus manos. No dependía de nadie más para sobrevivir.

- ¿Vamos a partir o qué? - dijo con frialdad, ocultando su aburrimiento - No te lo he preguntado para que te quedes parado.

Había individuos con el poder y la voluntad suficiente como para que Derian los considerase cazadores que aun así se dedicaban a ayudar a los débiles y a defenderlos de otros cazadores o de presas con la moral demasiado alta. Al vampiro le daba un poco igual esto mientras no se entrometiesen en sus planes. La pregunta era si aquel chico era uno de estos o si era un debilucho cualquiera más, una presa con la moral demasiado crecida.

Derian se giró hacia el estupefacto. Aquel chico era la primera persona que tenía la desfachatez de pedirle que no se encarnizase ni lo transformase en una masacre. ¿Primero le ofrecía un banquete y luego le decía que se controlase? O era imbécil, o no sabía con quién estaba hablando. Decidió dirigirle una mirada envenenada y comenzó a avanzar en la dirección que le había indicado el chaval. Pronto comenzó a agobiarse, pues para su gusto avanzaban lento. "De ir yo solo, podría acercarme volando y destrozarlos."

- Te dejaré a su capitán, como quieres. Pero el resto son mi cena, y si quiero descuartizar a mi cena nadie me lo va a impedir. Y si tienes algo en contra, te sacaré las entrañas por el trasero y las pondré a secarse al sol - dijo, hambriento y muy malhumorado.

No solía ser tan bruto y sádico. Era mucho más refinado que eso. Sin embargo el hambre y el mal humor cambiaban mucho su carácter. Tardaron aun un buen rato en llegar, pero finalmente vieron, al final de un bosque, una cuesta que descendía hacia una pequeña playa donde había un barco anclado. En tierra había un pequeño campamento alrededor de un fuego, con un grupo de personas en torno a este. Derian sacó unos guantes de cuero de su gabardina y se los puso. Abrió y cerró los puños, comprobándolos, y desenvainó a Vanator. Su enorme espada brilló a la luz de la luna

-Me pido a los del campamento. No me entorpezcas. Quiero pillarlos por sorpresa.

Avanzó por lo alto del acantilado en silencio, para pillarlos desde arriba. En la oscuridad de la noche era poco más que una leve sombra, casi imperceptible. Apenas emitía ni un ruido mientras se  situaba sobre los hombres. Durante un momento los acechó, con sus ojos dorados reluciendo en la oscuridad. Había diez alrededor de la fogata. De acuerdo con lo que le había dicho el chico, aun debía haber otros quince en el barco. "En fin, acabaré lo antes posible con esto." Saltó de repente entre los hombres, los cuales se levantaron de golpe, soltando maldiciones y desenvainando sus espadas.

- Saludos, caballeros. Mi nombre es Derian, y me he perdido. ¿Tendríais la amabilidad de ofrecerme una cena?

Los piratas se quedaron estupefactos y boquiabiertos, sin saber qué decir. De repente Derian agarró a uno de ellos por el pelo y lo decapitó con Vanator. Su sangre salpicó a sus compañeros, que saltaron hacia atrás, horrorizados. El cadáver sin cabeza cayó sobre la arena, mientras el vampiro lanzaba esta a uno de sus compañeros. Este la golpeó con la espada con asco, para evitar que le tocase, y en ese momento una espada le surgió del pecho. Los colmillos del conde se abalanzaron sobre su cuello, travesando su piel y desgarrando sus arterias y venas. Sorbió velozmente la sangre del individuo, desangrándolo en cuestión de segundos. Arrancó la espada del cuerpo del moribundo y miró al resto con la mandíbula ensangrentada.

- Y ahora vais vosotros.

Comenzó a desplazarse entre los piratas a una velocidad sobrehumana, en un torbellino de sangre, miembros cercenados y brillos metálicos. Los gritos de los heridos llenaron la noche, pero fueron prontamente acallados por la espada del cazador. Hecho esto, miró hacia el barco y comenzó a levitar hacia este. Descendió suavemente sobre la cubierta. No había nadie a la vista. "Despejaré la zona de la tripulación y dejaré al capitán para el renacuajo." Así hizo. No fue muy difícil. Se convirtió en niebla y descendió por la rejilla de la bodega. Entró en la estancia donde todos los piratas dormían en literas. Uno que estaba despierto se quedó boquiabierto al ver el humo entrando por los resquicios de la puerta. Derian se materializó tras él y le partió el cuello. Tras esto solo tuvo que apuñalar en silencio a todos los miembros de la tripulación, tras lo cual escogió a unos cuantos que parecían oler de manera más apeteciebles y comenzó a bebérselos en silencio.

Derian estaba alimentándose de los piratas cuando llegó el chico. Este le agradeció su ayuda y le pidió perdón por sus palabras anteriores. También le agradeció que se hubiese contenido. La verdad es que el conde no se había contenido ni desatado, simplemente había actuado como le había venido en gana. Era bastante caprichoso y autocomplaciente, y siempre solía hacer lo que le apetecía cuando le apetecía. Siguió a su banquete cuando de repente escuchó un tiro a su espada y un golpe. Se giró al instante por instinto, llevando la mano a su espada, y vio a Kuroi con una herida en el hombro y dos piratas que supuso que eran el capitán y su subcapitán a sus pies. Degolló a uno de ellos y se dirigió al otro. Entendió que estaban esperando a dispararle a él tras escuchar el ruido.

- Gracias, Kuroi. Volveremos a vernos.

Cogió a uno que seguía medio vivo medio muerto, y lo usó para rellenar una de sus botellas de sangre. Le hizo un corte en una arteria, haciendo que la sangre manase a chorros, y puso la botella para que se llenase. Esperó hasta que el hombre comenzó a palidecer y enfriarse, y la sangre comenzó a manar en menor cantidad para taponar la botella y guardársela. Era hora de marchar. Se levantó y salió a la cubierta del barco, donde se elevó en los aires y voló hacia el suyo. "En un futuro nos veremos, no lo dudes. Si llegas a ser fuerte tal vez tengamos entonces una pelea incluso." Descendió sobre su propio barco y fue a despertar a la tripulación.

- Caballeros, zarpamos en dos horas. Preparen todo para la partida.

Dicho esto, marchó a su camarote a leer un libro.