Byakuro Kyoya
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Byakuro estaba congelado. Es más, más que congelado, estaba criogenizándose. ¿Por qué? Sencillo... hacía mucho frío, y el no tenía más que una simple chaqueta y una camiseta. En ocasiones como esa, echaba de menos el poder de su akuma. Con ella estaría mucho más a gusto. Suspiró y vio una pequeña ciudad frente a él. Había dejado a Yoko durmiendo en el barco de los mercaderes, y había salido a buscar algo para comer, ya que sentía que no estaba bien aprovecharse de la hospitalidad de aquellos hombres. Así que había salido a aquella isla helada. Estornudó ruidosamente, haciendo temblar los cristales cercanos, y empezó a frotarse los brazos. Se imaginó a sí mismo metido entre varias mantas térmicas, calentito, con una mujer desnuda al lado que le diera amor y... ¡no! debía centrarse. Primero tenía que encontrar alguna tienda abierta, y comprar algo para comer. Además, estaría bien encontrar una mujer que le diera aquello que hacía tanto tiempo que su cuerpo le pedía.
Caminó hacia lo que parecía ser una taberna o tal vez un restaurante, con forma triangular, sobre el cual la nieve se amontonaba, formando una capa blanca y fría. Y tan fría... Byakuro se acercó a la puerta y entró, temblando como un flan. Apoyó su bastón grabado, con el que se había ayudado para caminar por la nieve, en un pequeño cubo metálico, donde ya descansaban otros aparatos similares. Se sacudió la cabeza y un par de copos de nieve cayeron al suelo.
- Brrrrrrr... que frío... -murmuró, con temblores y los labios morados. Estaba a punto de coger una maldita hipotermia. Empezó a caminar hacia el fondo del establecimiento, donde un cálido fuego llenaba la estancia con su calor. El cazador ignoró a las pocas personas que había allí dentro y se acuclilló frente al fuego, estirando las manos. Las llamas empezaron a revitalizarlo poco a poco. Era tan agradable, que habría sido hasta poético, si no fuera porque en ese instante, un gran estornudo le sobrevino al hombre, haciendo que un asqueroso moco quedara colgando de su nariz. Se apresuró a limpiarse sin que nadie lo viese y se sentó en una silla. Un hombre se acercó a su mesa a limpiar los restos que había dejado el anterior cliente y le preguntó lo que quería-. Una bebida caliente, por favor... -se acordó de Rose, la había conocido un tiempo atrás en una isla similar a aquella-. un chocolate, a ser posible. -el hombre se retiró y Byakuro dejó vagar su mente. Sí, necesitaba encontrar una mujer pronto... ¡no! ¡NO! ¡lo importante era la comida, eso es!
Caminó hacia lo que parecía ser una taberna o tal vez un restaurante, con forma triangular, sobre el cual la nieve se amontonaba, formando una capa blanca y fría. Y tan fría... Byakuro se acercó a la puerta y entró, temblando como un flan. Apoyó su bastón grabado, con el que se había ayudado para caminar por la nieve, en un pequeño cubo metálico, donde ya descansaban otros aparatos similares. Se sacudió la cabeza y un par de copos de nieve cayeron al suelo.
- Brrrrrrr... que frío... -murmuró, con temblores y los labios morados. Estaba a punto de coger una maldita hipotermia. Empezó a caminar hacia el fondo del establecimiento, donde un cálido fuego llenaba la estancia con su calor. El cazador ignoró a las pocas personas que había allí dentro y se acuclilló frente al fuego, estirando las manos. Las llamas empezaron a revitalizarlo poco a poco. Era tan agradable, que habría sido hasta poético, si no fuera porque en ese instante, un gran estornudo le sobrevino al hombre, haciendo que un asqueroso moco quedara colgando de su nariz. Se apresuró a limpiarse sin que nadie lo viese y se sentó en una silla. Un hombre se acercó a su mesa a limpiar los restos que había dejado el anterior cliente y le preguntó lo que quería-. Una bebida caliente, por favor... -se acordó de Rose, la había conocido un tiempo atrás en una isla similar a aquella-. un chocolate, a ser posible. -el hombre se retiró y Byakuro dejó vagar su mente. Sí, necesitaba encontrar una mujer pronto... ¡no! ¡NO! ¡lo importante era la comida, eso es!
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