Enano y clones en Loguetown [Privado-Pasado] (Ryo y Neo)

Ryo arribó a la famosa ciudad del comienzo y del fin: Loguetown. Dejó su bote atado en uno de los espacios del puerto, y se fue a pasear. Nadie sabría que era un Ex-Almirante renegado y resucitado, puesto que vestía unas ropas que tapaban prácticamente toda su cara. De todas formas, podía ver y oler tranquilamente. La temperatura era normal tirando a fría, pero sin embargo Azrael tenía mucho calor ya que llevaba puesto una campera muy abrigada pero que le cubría parcialmente el rostro para evitar que alguien supiera de su existencia, además de un bonito sombrero negro. De hecho estuvo viviendo mucho tiempo en la Isla de los Animales Raros, pero decidió hacer un paseo por otra porción de tierra para conseguir unos cuantos suministros y quizás algún arma que le sea servible.

Vestimenta de Ryo:

Las preocupaciones de Ryo no eran para nada cuestionables, puesto que Loguetown es una ciudad repleta de Marines, debido a que es una de las últimas islas pobladas antes de Reverse Mountain, es decir, la entrada al peligroso y temerario Grand Line. No obstante, este individuo ya estuvo allí mucho tiempo, puesto que era Almirante, lo que suponía trabajar en la base de la Marine en dicho mar. Primero había costado acostumbrarse, pero luchó y perseveró para tratar de conseguir la justicia que él anhelaba: una sin corrupción, sin gente de rango superior sólo por tener la misma sangre que los fundadores del Gobierno Mundial, sin piratas tratando con Marines como el caso de los Shichibukai, sin alistados chistosos o idiotas...

Dejo de pensar en esas cosas y reflexionó. Ya no era un Almirante, había perdido contra el Almirante en Flota hace algunos años, es más, había fallecido, y por casualidades del destino y una Akuma no Mi se le permitió regresar al mundo de los vivos. Era un privilegiado, tendría que aprovecharlo Todo lo que no había podido hacer en su anterior vida tenía la chance ahora, con una identidad y una posición social completamente diferente. Comenzando de nuevo, volviendo a nacer. Pero estaba claro que tenía que hacerse de abajo, y si eso conllevaba a tener que viajar hasta Loguetown para comprar comida y sobrevivir, lo haría sin ninguna duda. Sus sueños no habían cambiado para nada, seguía siendo el mismo de antes, solo que con otra Fruta del Diablo: ahora era capaz de clonarse, no a su antojo, pero era muchísimo más ofensiva que anterior Akuma no Mi, y era algo que le agradaba.

De todas formas Ryo no se iba a arriesgar a clonarse en medio de una gran ciudad como Loguetown. Llamaría muchísimo la atención, y si hay algo que no tolera es eso, tanto como los gritos. Había probado unas cuantas técnicas en la isla donde vive, pero a veces se equivocaba y creaba un clon desnudo por ejemplo, cuando debería salir bien con vestimenta incluida. Prefirió evitar la tentación a un posible combate y desistió, al menos por el momento. Prefería pasar desapercibido ante todos los Marines con los que se cruzaba. Pensar que hace unos años todos ellos eran subordinados suyos, y ahora todo lo contrario, él debía obedecer a las órdenes de la justicia como ciudadano que era.

Pero no era tan así como Ryo lo planteaba. Si bien lo que pretendía era no llamar la atención, siempre le busca el pelo al huevo a las normas que el Gobierno emplea para con los ciudadanos del mundo. Y si bien no se considera a sí mismo como una persona malvada, tampoco es buena gente. Nunca va a herir a alguien porque sí, pero tampoco va a dejar que lo molesten o permitir que se rían de él. Es una persona muy seria, pero no por eso mala.

En fin, basta de relleno. Cuestión que el hombre de quien hablamos fue buscando calle por calle, casa por casa, alguna tienda de comida no perecedera para poder llevarse hacia su casa en la Isla de los Animales Raros. Alimentos como atún enlatado, frutas secas, arroz y algunos otros más serían suficientes para alimentarse por un buen tiempo y no tener que destruir la fauna del lugar en donde reside. Encontró una tienda por fin, pero era dietética, y a decir verdad Ryo necesita comer proteínas porque está muy flaco desde que resucitó. Aunque siempre lo fue, siempre tenía los músculos marcados, cosa que no sucedía más puesto que se dejó estar en su solitaria vida. Entró a otra y esta era la buena. Compró cuanto arroz pudo y se fue, pagando unos cuantos Berries.

- Gracias - dijo, forzando una pequeña sonrisa -. Que tenga un buen día, señora.

Un hilo de sangre le recorría todo el brazo a Neo, y es que aquella última estocada había ido demasiado rápido y no le había dado tiempo a evadirla, abriéndole una pequeña herida en el brazo derecho. El pirata que tenía delante -del cual se había olvidado hasta del nombre- no tenía una recompensa demasiado alta, tan solo unos tres millones, pero eran lo suficiente para subsistir una o dos semanas hasta que pudiera encontrar otro objetivo.

Como de costumbre le había costado un par de días averiguar dónde estaba y otro par llegar hasta allí, pero no le fue difícil llegar a Logguetown. Ambos se habían causados heridas mutuamente, ninguna lo suficientemente grave como para parar al otro. Y así iba,  unas dos o tres horas persiguiéndole e intentando derribarlo sin demasiado éxito.

- ¡Maldito enano, déjame en paz! -le diría a Neo empuñando su espada en una de las azoteas de la ciudad. - ¡Jamás! ¡Tengo un hambre que te cagas y eres el único asesino que he encontrado! -le respondería este alzando su puño y apuntándole con esta. - ¡Que te den, capullo! -sería lo último que diría para justo después saltar del edificio intentando que Neo le perdiera de vista.

Neo saltó justo detrás de él deslizándose por la pared para suavizar la caída. No le costó mucho más de un par de segundos localizar a su objetivo y tras hacerlo empezó a correr detrás de él. Al mismo momento un hombre unas dos o tres cabezas más grande que nuestro pelinegro estaba saliendo de una de las tiendas. Neo, que estaba en otro mundo ni se fijó, haciendo que se diera de bruces contra este. Por la propia física lo más probable es que fuera como si una pluma se chocara contra una roca, haciendo que el hombre se quedara de pie y Neo cayera de golpe contra el suelo.

Aún en el suelo miró a su alrededor, pero nada, ya se había largado por alguna calle colindante.- Mierda, lo he perdido... -se fijó en el hombre con el que había chocado y al levantarse le miró mientras se sobaba la cabeza.- Lo siento, lo siento, iba un poco a mi bola...

Ryo salió de la tienda y comenzó a caminar por el puerto. Sin embargo, al dar el segundo paso, un chico muy bajito chocó contra él. No se inmutó, solamente su sombrero se tambaleó un poco, dejanndo ver unos fríos y alargados ojos, que miraban fijamente al pequeño hombre (luego de mirarlo bien se dio cuenta que no era un niño, si no alguien de unos veinticinco años). Lo vio en el suelo mirando para todos lados y murmurando que perdió a alguien. Luego se levantó y le pidió perdón al Ex-Almirante por haberlo chocado.

- No hay problema, no pasa nada – diría, limpiando el polvo de su abrigo con un movimiento de arriba abajo con las muñecas -. ¿Qué tienes ahí? - señaló el brazo del muchacho, que tenía algo de sangre.

Se quedó mirando la herida de aquel tipo. Si bien no parecía ser nada grave, quizás lo más conveniente sería ir a algún médico por las dudas. Luego de fijarse en eso, que dejó de tener importancia, pasó a ver al hombre completamente. Como ya se dijo antes, era muy bajito, tenía ojos azules, cabello negro y algo corto y un arma extraña, una especie de oz o guadaña. Ryo pensó, debido a su apodo, que él debería usar armas como esas, para parecerse cada vez más a la verdadera muerte. No pudo reconocer a qué bando pertenecía, aunque dudaba que fuese un Marine ya que no portaba la vestimenta típica de los mismos. Dijo que perdió a alguien... Quizás buscaba a su compañero de banda pirata, o a un asesino con precio por su cabeza, ¿quien sabe?

Ryo, sin embargo, pensó en que no tenía nada más para hacer: no tenía apuro de nada, y nadie lo esperaba en ningún lado. Eso hay gente que lo puede ver como una desventaja, pero él no, ya que puede hacer este tipo de planes inesperados siempre que quiera. Se lo pensó mucho, pero por fin decidió ayudarle.

- Habías dicho que buscabas a alguien. ¿Necesitas una mano? - trató de no sonar frío, pero en cuanto a labia se refiere, Ryo es inútil -. Llámame Azrael, por cierto – y le tendió la mano, a ver si el otro la estrechaba.

Luego de aquel momento, el Ex-Almirante se sintió bien consigo mismo. Si el hombre de la guadaña aceptaba su propuesta, estaría cooperando con alguien por primera vez desde que resucitó. También sería la primera vez fuera de la Marine, puesto que en su anterior vida rindió su servicio a la justicia por algo así como veinte años. Si el tipo no aceptaba al menos lo había intentado, había hablado con alguien y no por obligación, como el caso de la señora de la tienda. Quería hacer amigos, quería ser alguien sociable. No obstante, como todo el mundo lo da por muerto, se le hace cuesta arriba, pero si sólo le ven los ojos o se tapa la cara completamente sería difícil que lo descubrieran. Aparte el nombre de Azrael no pega con nada con su nombre original.

Miró al muchacho e hizo un gesto con la cabeza, señalando el lugar para donde estaba corriendo antes de toparse con Ryo. Se puso la mano en los bolsillos, giró los talones, y comenzó a caminar tranquilamente como estaba hace un rato, silbando una melodía que hace tiempo tenía en la cabeza y no podía sacar debido a que no podía gastar su escaso dinero en instrumentos. Andaba con ganas de hacer algún amigo, y esperaba que el tipo aceptara su propuesta de ayudarlo.

Suspiró un poco apesadumbrado. No es que le molestara el hombre contra el que había chocado, pero había perdido de vista a su caza, y eso significaba, como mínimo, otro par de horas de búsqueda. Decidió pasar y descansar un rato, ya llevaba demasiado tiempo corriendo y sabía perfectamente que no iba a encontrarle en mucho tiempo. Su rostro cambió de repente, mostrando una amplia sonrisa típica en él. Aceptó la ayuda y se levantó. Azrael, como se presentó el hombre, medía casi medio metro más que el pelinegro, lo que dio la sensación de que David había encontrado a Goliat. Solo que aquí Goliat era majo y no quería matar a David el gnomo. Neo suspiró antes de contestar.

- Sí, estaba persiguiendo a un pirata, por eso las heridas. Pero no te preocupes, ya estoy acostumbrado a estas, se curarán en nada. Y te agradezco el ofrecimiento, pero ya dudo que lo encuentre así que... Simplemente quiero descansar un rato.

Era medio verdad, medio mentira. Sí que quería descansar, pero también quería encontrar a aquella perra que le había dado esquinazo haciéndole parecer el peor cazador del mundo. Si no fuera porque aún era un novato con el poder que recorría sus venas... Aunque es Neo, lo más probable es que siempre fuera un novato en eso.

- Me quedan algunos berries de mi última caza. ¿Sabes de algún sitio donde se pueda comer bien por aquí? Literalmente llegué hoy por la mañana, así que me conozco esto más bien poco.

Dijo llevándose la mano a la cabeza de manera infantil, como si todos los problemas se solucionasen siendo un niño despreocupado. Aquel Goliat, aun sacándole un par de cabezas al pelinegro, no parecía ser mala gente, y al pequeño le atraen las buenas personas. Además, tampoco tenía mucho que hacer por allí hasta que le volvieran a entrar ganas de otra persecución, y para ello primero, sí o sí, necesitaba comer algo.