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Casualidades de la vida [Privado AEG - Lance] Empty Casualidades de la vida [Privado AEG - Lance] {Lun 27 Ene 2020 - 10:19}

Tras varios días de viaje el momento de parar había llegado. Uno o dos días serían suficientes seguramente, pues tan solo necesitaban reponer la despensa del Akaihebi y realizar algunas tareas de mantenimiento. Y para ello aquella isla era un lugar perfecto. Deshabitada en su mayor parte salvo por una pequeña pero próspera ciudad construida en torno a la bahía sur, permitía tomar tierra en un lugar donde su enorme barco volador no llamase mucho la atención y, al mismo tiempo, poder adquirir alimentos y otra clase de suministros.

Al poco de aterrizar Thawne envió a diez de sus hombres a comprar todo lo necesario. Él quería pasarse por el pueblo, si, pero prefería esperar unas horas. Sabía que existía la posibilidad de adquirir un pequeño negocio en la ciudad, que además posibilitaría ampliar los beneficios de otro que pensaba montar en la lejana isla de Thesalia, a donde se dirigía. Los bosques que rodeaban la población estaban formados por un tipo muy especial de árboles cuyo rápido crecimiento y las excelentes cualidades de su madera permitían hacer una cantidad de utensilios descomunal. Y entre los productos fabricados allí uno de ellos eran las barricas. Se decía entre los expertos en la conservación del vino que eran de una calidad excepcional para ello, mejores que ninguna otra clase de barriles. Se comentaba también que el propietario de la maderera podría llegar a estar interesado en venderla si recibía una buena oferta. Y para alguien que pretendía introducirse en el mercado vinícola una oportunidad como aquella no podía desperdiciarse.

Pero aún era muy pronto durante la mañana, y el calvo decidió primero entrenar durante un rato. Una de sus normas de oro era entrenar al menos una hora diaria a máxima intensidad, de forma que sus extraordinarias capacidades físicas no sufrieran el más mínimo deterioro.

Y tras su dosis de ejercicio físico lo que más le gustaba, siempre que tenía ocasión, era meditar. A ser posible en algún entorno natural en el que pudiese dejar su conciencia volar y su mantra se fundiese con lo que le rodeaba. Así que una vez terminó de entrenar se dirigió a un claro en el bosque situado bastante cerca del Akaihebi y se sentó allí, con las piernas cruzadas y los codos apoyados sobre las rodillas, dejando su mente en blanco.



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Casualidades de la vida [Privado AEG - Lance] Empty Re: Casualidades de la vida [Privado AEG - Lance] {Vie 31 Ene 2020 - 20:23}

¿Qué hacía allí? ¿Por qué demonios había atravesado la Red Line, muy por encima de Mary Geoise, solo para ir a un mar que claramente no estaba muy contento de que estuviera allí? Es decir, no me estaba dando precisamente una bienvenida, a menos que los truenos y ver el infierno en la tierra, o mejor dicho, el cielo, fuera algo para celebrar. Era un temporal que no había visto en ningún otro lugar fuera del Nuevo Mundo, y lo peor de toda la situación es que no parecía que fuera a amainar en ningún momento. Así que, tristemente, me tocaba trabajar como pararrayos si no quería que nos fuéramos a pique en poco tiempo, y menos que el barco fuera quemado de un mísero trueno. Pero aquello, después de horas, cansaba, y el frío también sumaba a convertir la situación en una más desagradable. Cuando mi paciencia, nervios y aguante al congelamiento se terminaron por agotar, decidí que era el momento de descender la altura y, con suerte, no sufrir de hipotermia para cuando lo hubiéramos logrado.

— ¡Chicos, es hora de bajar! — Salieron unos cuantos del pasillo, donde estaban claramente calentitos con las estufas que hacía relativamente poco habíamos instalado por todos lados. Fuera también había, pero calentar el cielo era bastante complicado. — ¡Vamos a descender una decena de kilómetros! — La frase podía sorprender a cualquiera, pero para mí era algo tan normal que ya ni me impactada. — ¡Que podamos ver el mar, venga, rápido! — Mis manos ya llevaban un rato temblando, y la sensibilidad se había escapado de mi cuerpo hacía un rato largo.

Inmediatamente, el barco tembló y, rápidamente, noté como el cuerpo me pesaba bastante menos. Podía ver claramente como las nubes que estaban a nuestro alrededor comenzaban a alejarse, quedando por encima de nosotros, y otras tantas eran atravesadas por la madera de la embarcación. A esta altitud había decenas de pisos de nubes que bajar, así que seguramente nos diésemos una ducha antes recorrer los diez mil metros que había pedido. Poco a poco, mejoraba la condición en cubierta, ya que mis manos retomaban el color y mis labios dejaban atrás aquella capa dura para dar lugar a una más húmeda.

Al final, terminamos llegando a sobrevolar el mar. Un trayecto largo, eso estaba claro, pero poder controlar mis manos sin necesidad de sufrir dolor y ver mi piel agrietada valía la pena. Los rayos ya no nos alcanzaban, o al menos no tanto como para que estuviera que tener permanentemente atento a que no se originase un incendio en mi precioso Ragnarok. Ya ahí, el avance se convirtió en uno lineal, al frente, donde me limitaba a sentarme en la valla que delimitaba el borde de la proa y observar el mar, hasta ver alguna isla donde nos pudiéramos parar. No por necesidad real, sino por el gusto que daba siempre investigar alguna isla nueva y abandonar la monotonía de un barco que vibraba y vibraba. O quizás no lo hacía, y yo era simplemente demasiado delicado.

Pasó perfectamente una hora, quizás algo más, hasta que todo aquel mar de color oscuro se vio invadido por un color verde y marrón, cuyo significado ya conocía.

— ¡Tenemos una isla, coño! — Todos los tripulantes comenzaron a asomarse, mirando con una gran mueca de ilusión por la borda, y dando ellos mismos las órdenes que se suponía que iba a dar yo. — ¡Vamos, vamos! — Les dejé hacer su propio trabajo mientras me olvidaba de los rayos que tanto me habían estado preocupando, ya que el ambiente estaba cambiando paulatinamente.

Descendimos aún más y ya, algo mareado por tanto movimiento vertical que habíamos estado teniendo, me alegré cuando pude distinguir formas dentro del islote. ¡Árboles, montañas, una cala, hasta un bar-- ¿un barco?! Aquello significaba que, viendo las condiciones en las que la embarcación se encontraba, había más gente que había parado allí. A lo mejor por alguna razón, o simplemente estaban cansado como nosotros y nada más.

— ¡Bueno, tenemos compañía! ¿Qué hacemos, chicos? — Pregunté en un tono animado, dejándoles a ellos contestar y decidir nuestro plan. Al instante, respondieron ‘’¡Ahí mismo, joder!’’, no sé si por las ganas ya de tocar tierra o porque estaban buscando un poco de emoción. — ¡Pues a por ellos!

Al rato ya se encontraban preparando todo para atracar a escasas decenas de metros del otro barco, mientras que yo, en el papel de Sif, decidía funcionar como avanzadilla y asegurarme de que el terreno no era tan peligroso. Al fin y al cabo, no quería tirar la herencia de Yuu a la basura, menos en forma de ceniza. Salí volando desde la borda, lanzándome en forma de electricidad y aterrizando en la cala, buscando alguna presencia con la que interactuar.


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Casualidades de la vida [Privado AEG - Lance] Empty Re: Casualidades de la vida [Privado AEG - Lance] {Dom 2 Feb 2020 - 17:52}

Perdido en sus pensamientos y expandiendo su presencia en comunión con la naturaleza, Thawne depuraba su mente y su espíritu. La meditación siempre había sido uno de sus grandes pasatiempos, y le resultaba de enorme utilidad a la hora de relajarse, ordenar sus ideas y liberarse del cansancio tanto físico pero mental.

De repente el calvo sintió que alguien conocido entraba en su área de influencia. Un joven muy prometedor, con unas habilidades realmente útiles, con el que había coincidido en La Gran Aguja y que había logrado sobrevivir junto a él y a Katharina a esa trampa mortal. Kirin. El chico estaba aún verde, daba la sensación de no haberse enfrentado todavía a los suficientes problemas como para terminar de desarrollar su potencial, pero en aquel infierno había dejado más de una muestra de su gran poder y, si había llegado al Nuevo Mundo, estaba claro que iba a encontrarse con innumerables obstáculos en su camino.

El antiguo agente abrió su mente, buscando la del joven y estableciendo con él un vínculo telepático que le permitiese comunicarse con él. Una vez hecho esto proyectó sus palabras a través del mismo:

- No esperaba encontrarte en este lado del mundo, Kirin. No sabía qué había sido de ti tras La Gran Aguja, pero me alegra ver que lograste salir de allí con vida.

Imaginaba que la referencia al lugar donde se habían conocido unida a la forma de comunicarse con él serían más que suficiente para que el chico supiese sin la menor duda quién le hablaba. Al fin y al cabo no había casi telépatas en el mundo, y dudaba mucho de que el enmascarado conociese a alguno más.

- El barco que puedes ver atracado en la parte desierta de la isla es mío, y quienes lo rodean son mis hombres. Yo me encuentro en un pequeño claro del bosque situado a unos doscientos metros del barco, no creo que te resulte difícil dar conmigo.

Acto seguido buscó la conciencia de Danny, su segundo al mando, y le transmitió que quien se acercaba era amigo y que no debían emprender ninguna clase de acción hostil por el momento. Una vez obtuvo la respuesta del grandullón el calvo continuó sentado como estaba, con los ojos cerrados, a la espera de la llegada del joven.



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Casualidades de la vida [Privado AEG - Lance] Empty Re: Casualidades de la vida [Privado AEG - Lance] {Dom 2 Feb 2020 - 23:03}

La cala, como mínimo, parecía estar vacía. Al menos, mi visión y mi pequeño pero existente instinto no me decían nada, y aquello era ya suficiente como para creérmelo. De todas formas, el ver que el barco extraño estaba vacío no me iba a desilusionar, ni mucho menos, sino que iba a ser otra razón más para que entrase al bosque emocionado, comenzando una búsqueda bastante extraña. Quizás no era el espacio más beneficioso para mí en caso de combatir, ya que no era muy difícil descubrir que la madera de los árboles no transmitía la electricidad, pero me podía dar un paseo por allí. Si lo necesitaba, podía simplemente huir, hacia los lados o hacia arriba, y difícilmente me podría seguir alguien. Si no me comía un tronco por el camino, claro.

Caminé hacia el bosque, dejando la cala atrás, sin pararme mucho a observar lo que dejaba a mi espalda. Para cuando pude atravesar el primer árbol, habiendo entrado ya al bosque, una voz comenzó a resonar en mi cabeza. Como primera reacción me asusté, sin saber muy bien de dónde provenía la voz, pero no tardé demasiado en darme cuenta que esta situación era un déjà vu. El pensar que era esquizofrénico, el susto, el tratar de buscarle la lógica… Todo me sonaba, y tenía muy fresco el momento el que había pasado: La Gran Aguja. Bueno, La Aguja, a secas, ya que aquellos enfermos sectarios me habían contagiado su forma de venerar a la construcción aquella, tan extraña como mortífera. Qué asco de sitio, de verdad, que parecía haber sido construido únicamente para tratar mal y matar a aquellos aventureros que quisieran entrar. Pero dejémonos de malos recuerdos, que solo jodían el momento del reencuentro. Era una voz conocida y un poder conocido, y recordaba a la perfección quién era el poseedor de dichas características. ¿Se llamaba Kirtash…?

Él se refería a mí por mi antiguo nombre, Kirin, pero de una forma bastante cariñosa para habernos conocido por tan poco tiempo. Era curioso pero me conmovía el hecho de que aquel hombre, teniendo las capacidades que demostraba, tuviese unas memorias tan vívidas y alegres de mí. Tampoco es que en aquella guerra que se había librado hubiera demostrado mis capacidades al completo. Bueno, no tenía capacidades que demostrar, era tan simple como aquello. Había cambiado demasiado desde aquel momento, y pensar que se lo podría demostrar me hacía ilusionarme pensando en la cara que le haría poner. Tal y como me saludó, no tardó en anunciarme su posición, que parecía estar realmente cerca de donde estaba, en un claro del bosque. Ya emocionado por saberlo, traté de alcanzar dicho punto lo antes posible y, buscando un punto por el que despegar, me transformé en mi yo elemental y salí disparado hacia el aire. En aquella posición podía ver perfectamente un gran área del bosque, la suficiente como para medir los doscientos metros que me hacían falta y encontrar el claro que me había dicho, cosa que no tardé en lograr. Teniendo aquel punto como objetivo, comencé a descender a mi máxima velocidad, parando únicamente antes de estrellarme contra el suelo, ya que, por muchas ganas que tuviera de verle, tampoco deseaba dejarme los sesos en la tierra.

Ahí encontré a aquella persona que ansiaba ver, sentado, con lo que parecía una armonía con el medio ambiente envidiable. Aproveché entonces para presentarme nuevamente, esta vez con el nombre nuevo, y deseando comenzar una relación nueva, esta vez sin perder el contacto. Había pocas personas que me aguantasen como él me había aguantado y tratado durante toda la excursión, y ahora era mi momento de pagárselo. O, como mínimo, agradecérselo.

— ¡Hey! Soy yo, Kirin. Bueno, a partir de hace un tiempo, Sif. Creo que nos conocemos, ¿no? — Era imposible evitar que mi sonrisa llegase de oreja a oreja, y más aún disimular la felicidad.


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Casualidades de la vida [Privado AEG - Lance] Empty Re: Casualidades de la vida [Privado AEG - Lance] {Lun 3 Feb 2020 - 11:14}

El muchacho parecía llamativamente alegre de encontrarse con él, lo que hizo a Thawne pensar que tal vez no tuviese demasiados amigos o gente cercana. Pensándolo bien, el comportamiento del chico tanto en La Aguja como en aquel momento dejaba entrever que se trataba de una persona solitaria, acostumbrada a no tener mucha compañía. Sin embargo allí estaba, en el Nuevo Mundo en un barco volador que, si no recordaba mal, era conocido por pertenecer al célebre "The Maker" de quien hacía meses que no se oía hablar. Tras el saludo del joven, el calvo abrió los ojos, le miró y se puso en pie con movimientos pausados antes de responder en voz alta:

- Así que has cambiado de nombre... no sé por qué pero no me resulta extraño. Kirin sonaba más a un seudónimo que a un nombre real, igual que Kirtash. En mi caso ahora el mundo entero conoce mi verdadero nombre, pero veo que tú has elegido continuar en las sombras. Y me parece bien. Recuerdo tus habilidades, y tienes mucho potencial, chico, pero antes de desenmascararte ante el mundo debes volverte verdaderamente poderoso, tanto que aunque sepan quién eres no se atrevan a ir tras de ti.

Miró al muchacho atentamente, estudiando sus reacciones, antes de retomar la conversación:

- ¿Qué te trae por este lado del Grand Line? ¿Y cómo es que viajas en el barco de "The Maker",  a quien el mundo cree desaparecido? Imagino que no será una historia precisamente corta, así que si quieres podemos dirigirnos a la ciudad y hablar de ello sentados en algún local, será más cómodo que hacerlo en medio del bosque, ¿no crees?



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Casualidades de la vida [Privado AEG - Lance] Empty Re: Casualidades de la vida [Privado AEG - Lance] {Lun 3 Feb 2020 - 15:04}

Parecía en primera instancia que, por sus movimientos, no se había percatado de mí. Pero, tras abrir sus ojos lentamente y reincorporarse de la misma forma, con la mayor tranquilidad que podía demostrar, me miró y sus palabras dieron fe de que me reconocía. No le extrañaba mi cambio de nombre, algo lógico. La gente solía hacerlo, más aun si tenía algo que esconder como yo. Además, era señal de cambio, de haber pasado de la soledad a trabajar en una organización como aquella, y me hacía en parte feliz poder utilizar esa señal para recordarme a diario que ya no me despertaría en un motel baratucho sin nadie con quien hablar.

Entonces comenzó a elogiarme por mi potencial y futuro, para al final avisarme de que, si en un momento dado desvelaba mi identidad, debía estar tan preparado como él para lo que se pudiera venir. Y era algo que sabía más que de sobra, aunque en mis planes seguía sin estar ese tiempo en el que demostrase que existía al mundo. Prefería vivir en las sombras por siempre, ya que tampoco me aportaría nada el ser una entidad del mundo moderno. Es decir, la oscuridad era el abrigo perfecto para llevar a cabo mis tratos ilegales y conseguir todo el dinero que quisiera y más, así que no encontraba el problema real en permanecer así. Es decir, me sorprendía que fuera él el primero en decírmelo, pero era cierto que tenía que tener más razón detrás de sus palabras que yo; estaba más claro que el agua que era una persona infinitamente más experimentada en todos estos asuntos.

Entonces retomó la conversación por donde la dejó, preguntado por mi estancia allí y por el paradero de Yuu… ¿Me tocaba nuevamente contar la historia y pasar el mal trago…? Bueno, supongo que él merecía el esfuerzo. Además, quizás hasta había conocido a Yuu en algún otro momento más que en la conferencia, así que le contaría la historia. Iba a ser larga, así que agradecía que nos fuéramos a encaminar hacia la ciudad de la isla. Al menos no sería tan aburrida, aunque, a decir verdad, estaba plagada de emociones.

— Bueno, ha sido un trayecto demasiado largo. Supongo que si aquí estoy es porque siempre voy buscando más y más… — Me froté la nuca instintivamente, aunque no pudiese tocar la carne. — Ya sabes, las ansias de poder, dinero, esas cosas. Y de superarse, claro está. — Me reí mientras seguía al señor allá adonde fuera, con una confianza bastante curiosa para el tiempo que había pasado con él. — No mucho más. Supongo que he entrado únicamente porque puedo entrar gracias al Ragnarok. — Agaché la mirada al decir esa palabra, y luego volví a retomar el discurso. — Lo heredé de Tyr, al igual que su organización. Murió hace meses. — El tono, aun tras tantas veces que había repetido la misma frase, seguía meciéndose sobre un fino hilo. Todo mientras daba los pasos que mi compañero daba. — Ahora soy yo quien lleva todo lo que él dejó, tanto negocios, como tratos y promesas… Y me gustaría hacerlo todo a la perfección. — Recordé que él también era un criminal buscado. — ¿Con usted tenía algún negocio…? — Viendo que desconocía el paradero de Yuu, y que lo trataba por su apodo, dudaba mucho que lo hiciera, pero había que intentarlo. — Porque de ser así, supongo que es mi trabajo ahora. — Continuaría caminando tras de él y, me llevase a través del bosque o a su barco, entraría junto a él, avisando a mi banda de que me movería hacia la ciudad. Mientras, si él me dejaba, le contaría la historia de la muerte de Yuu y, por encima, todo lo que me había pasado durante el tiempo que había transcurrido desde La Gran Aguja.


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Casualidades de la vida [Privado AEG - Lance] Empty Re: Casualidades de la vida [Privado AEG - Lance] {Mar 4 Feb 2020 - 19:57}

Así que aquel chico estaba asociado con Yuu Z. Blade... y no solo eso, sino que ahora que este había muerto había quedado al cargo de su organización. De golpe y porrazo aquel muchacho había pasado a ser uno de los capos más importantes de la primera mitad del Grand Line. Y no contento con eso había entrado al Nuevo Mundo. Desde luego eso dejaba muy clara una cosa, el chico tenía ambición. Incluso... no era algo probable ni mucho menos, pero siempre existía la posibilidad de que él hubiese sido el causante de la muerte de su anterior jefe para tomar su puesto. Sin embargo era una opción que quedaba prácticamente desechada. Si de algo se jactaba Thawne era de ser tremendamente hábil a la hora de interpretar las palabras, los gestos y el comportamiento de los demás, y el joven había parecido muy afectado al hablar sobre "The Maker" o, como él le había llamado, Tyr. Daba la sensación de echarle de menos.

-  Lamento tu pérdida, Sif. La verdad es que no tenía negocios con él, apenas tuvimos un pequeño intercambio hará cosa de poco más de un año. Yo andaba buscando una información muy delicada y él me la proporcionó a cambio de un pago adecuado. Pero conocía su fama.

Escuchó el resto de la historia mientras ambos caminaban. Una vez en el pueblo, el calvo guió al muchacho hacia un pequeño bar que, si bien desde fuera no parecía gran cosa, visto desde dentro demostró ser todo lo contrario. Pese a su tamaño estaba muy bien cuidado, decorado con gusto y el aroma que salía de la cocina invitaba a degustar alguna de sus viandas.

- Camarero, por favor, me gustaría probar una copa de ese tinto que tienes allí y una ración de tu mejor queso. - Pidió mientras tomaba asiento en una de las mesas. - ¿Tú quieres algo, Sif?

Una vez ambos estuvieran sentados, mientras esperaban a que les trajeran lo pedido el antiguo agente miraría a su interlocutor y diría:

-  Que no tuviese ningún negocio con Yuu Z. Blade no significa que no esté abierto a hacer negocios contigo, ni mucho menos. Me gusta la ambición que demuestras al venir al Nuevo Mundo en busca de aumentar tu poder y tus beneficios. Y creo que tendrás éxito encontrando lo que buscas, pero aumentarías tus posibilidades si contases con la guía adecuada.

Dejó que el muchacho reflexionase sobre sus palabras durante unos segundos antes de tomar aire de nuevo para continuar:

- Yo puedo enseñarte algunas cosas, y ofrecerte mi nombre como aliado para que te sirva de escudo ante posibles carroñeros mientras desarrollas tu potencial. A cambio solo pido que, cuando vayas logrando tratos comerciales en el Nuevo Mundo, me tengas en cuenta como socio prioritario. Es decir, que se me ofrezca ser parte del acuerdo, ya sea como proveedor de seguridad o como intermediario, con una comisión del diez por ciento. Y como beneficiado de dichos acuerdos no toleraré que nadie trate de arrebatarlos de tus manos o ponerlos en peligro. Eso sí, yo no trabajo con armas, esclavos ni drogas. No te voy a pedir que hagas lo mismo, como es lógico eres libre de comerciar con lo que mejor te parezca, pero has de saber que en ellos no contarás con mi aval ni mi protección. ¿Qué te parece mi propuesta?

Dio un trago a su copa de vino, que acababan de traerle, antes de añadir:

- No es necesario que contestes ahora mismo, puedes pensarlo el tiempo que necesites.



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Casualidades de la vida [Privado AEG - Lance] Empty Re: Casualidades de la vida [Privado AEG - Lance] {Miér 5 Feb 2020 - 17:26}

La historia no se me hizo larga, al menos no de narrar. No sé lo que le pudiera haber parecido a él, que era el que estaba escuchando, pero lo sucedido durante tanto tiempo era tan variado y, a ratos, tan extraño, que perfectamente podía tirarme un día entero hablando sin repetirme. Aunque por su lado suponía que podía ser una semana, ya que yo todavía era un polluelo con las alas cortas y que, aun saliendo del nido, todavía ni sabía volar sin tomar carrerilla. Y cada vez que le escuchaba a él intervenir tenía más y más claro que me quedaba demasiado camino por recorrer hasta poder estar realmente orgulloso de lo que había logrado. El tono que utilizaba, la seguridad con la que decía las cosas… Dudaba que algún día llegase a ser tan buen comunicador.

Mientras avanzaba en la trama de mi propia vida y evitaba detalles, nos fuimos acercando al pueblo cada vez más, que ahora se erguía más bien como una pequeña ciudad. Estaba bastante habitada, algo que me sorprendía si teníamos en cuenta que convivían junto a un bosque tan poblado como aquel. Usualmente, a mayor densidad de población, más se solían derribar árboles y ecosistemas en pos de aumentar la ciudad, pero allí convivían con la naturaleza. Él me fue guiando hacia uno de aquellos bares de pueblo, entrañables y pequeños, al que terminamos entrando. Era un espacio pulcro, tremendamente ordenado y con buen gusto que, en conjunción al aroma, te obligaba a sentarte en cualquiera de las mesas a probar algo, aunque fuera el agua. Y eso hicimos. Mientras el señor entraba y pedía un vino y una ración de queso, sentándose en una de las sillas del centro, me ofrecía que yo pidiese algo.

— Agua, por favor. — Realmente no quería nada más, al menos no si iba a tener queso que probar. No solía ser exquisito con la comida, pero el hecho de que hubiera pedido el mejor ya me había ilusionado.

Tomé asiento frente a él, y siguió su charla, esta vez ofreciendo aquellos tratos que no había tenido con Yuu. Me sorprendió gratamente, pues sería uno de los primeros socios que tendría desde que yo tomaba las riendas de la organización, además que con alguien de aquel nivel. Me alagó para terminar dejando claro que necesitaría una guía en todo este camino si quisiera llegar al éxito lo antes posible. ¿Solo lo estaba dejando caer o era un ofrecimiento? No se me daba para nada bien leer sus facciones en busca de respuestas pero, viendo el trato que me había estado dando desde nuestro encuentro y, sobre todo, cómo había endulzado sus palabras, cualquiera pensaría que simplemente me quería convencer de trabajar para él. En cuanto continuó hablando, no tardó en confirmar mis creencias: quería tomarme bajo su ala, tanto a efectos de negocios como de alumno. Él protegería todos aquellos tratos que tuviera en el Nuevo Mundo, dejándome usar su nombre para asegurar que no hubiera problemas, pero con una pega: él tendría una comisión de un diez por ciento y prioridad. Todo siempre y cuando no estuviese hablando de armas, esclavos o drogas. ¿Tenía moral el hombre…?

Sinceramente, no me parecía mala idea. Solo tenía que echar la mirada medio día hacia atrás para ser consciente de que no me encontraba en el mar más seguro de nuestro mundo, eso estaba claro. Si hasta el propio tiempo meteorológico te trataba de matar, no había que ser un genio para saber que las cajas y los transportistas podían tener problemas a la hora de moverse de isla en isla, y no solamente con la madre naturaleza. Además, parecía estar desarrollando algún tipo de admiración, esperaba que sana, hacia aquella persona. Especialmente de forma profesional. Me ofreció tiempo para pensarme mi decisión, momento en el que llegó el camarero que nos había tomado nota y nos dejó lo pedido en la mesa. Aquel queso olía bien. Fuerte, pero bien. Y si quería probarlo, algo que ya había decidido mi boca, que estaba salivando, debía quitarme la máscara, cosa que hice en cuanto pude. Desencajé la careta e hice retroceder la capucha, dejando ver tanto mi cara como mi pelo, del cual tuve que tirar mientras me separaba de la silla para que saliera de la túnica y cayese en toda su longitud, casi tocando el suelo. Me traté de peinar como pude en un momento, de forma bastante rápida y tosca, aun dejando el flequillo que tanto me caracterizaba. Una vez terminé, tomé una loncha de queso y la llevé a mi boca, dando un pequeño bocado, esbozando una sonrisa que tanteaba entre el placer del sabor y la ilusión por aquello que iba a decir.

— No veo dónde salir perdiendo. Trato hecho. — Di otro mordisco, esta vez un poco más grande, mientras la sonrisa se acrecentaba. — ¿Por dónde empezamos entonces?


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Casualidades de la vida [Privado AEG - Lance] Empty Re: Casualidades de la vida [Privado AEG - Lance] {Miér 5 Feb 2020 - 18:43}

El muchacho, tras escuchar atentamente su propuesta, miró con deseo el plato de queso que les acababan de traer. Tanto fue así que, a los pocos segundos de que estuviera en la mesa, ya se había quitado la máscara, mostrando por primera vez su rostro. Era aún más aniñado de lo que esperaba, pues no aparentaba más de catorce o quince años. Seguramente tuviese alguno más, pues ninguna organización criminal obedecería a un chiquillo, pero con toda probabilidad no demasiados. A lo sumo dieciocho. Mordió el queso con ganas y, acto seguido, aceptó sin dudar la propuesta del calvo.

A juzgar por su comportamiento parecía tener mucho respeto por él, así como estar deseoso de aprender lo que pudiera. No queriendo defraudar su entusiasmo, y recordando la satisfacción que le había producido adiestrar a varios prometedores reclutas del Cipher Pol en el pasado (de hecho eran de los momentos más gratificantes de su estancia en la agencia gubernamental), se dispuso a comenzar:

- Lo primero que tienes que aprender, Sif, es que en el Bajo Mundo no hay normas ni leyes. La parte buena de eso es que no tienes que dar explicaciones a nadie al respecto de lo que haces, pero hay un lado negativo. Y este es que si no te haces respetar nadie va a hacerlo. Y lo único que se respeta es el poder. No serán pocas las ocasiones en las que tengas que hacer una demostración que tal vez consideres excesiva simplemente para dejar claro que contigo no se juega. De ese modo las personas con quienes vayas a negociar te temerán, y el miedo es el mejor arma disuasoria de todas. Espero no tardar mucho en tener la oportunidad de mostrártelo de primera mano.

El antiguo agente cogió un trozo de queso y lo mordió mientras miraba alrededor, esperando que el hombre que buscaba entrase por la puerta del establecimiento. Degustó el delicioso manjar durante unos segundos para, posteriormente, fijar nuevamente su mirada en Sif y preguntarle:

- Pero, si vamos a tener una relación tan estrecha, debo poder fiarme de ti. Tú conoces mi nombre real, puesto que ya no lo oculto al mundo, y creo que lo más justo sería que yo supiese también el tuyo. Así podremos sentar unas bases de confianza mutua que lleve a un mayor beneficio para ambos en nuestros tratos.



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Casualidades de la vida [Privado AEG - Lance] Empty Re: Casualidades de la vida [Privado AEG - Lance] {Jue 6 Feb 2020 - 21:05}

Por sus gestos, uno podía pensar que aquel hombre estaba de acuerdo con lo que decía, e incluso sintiese ilusión por mi rápida aceptación. Pero, nuevamente, caíamos en el problema de que no era la cara que más gesticulase, así que todo eran suposiciones más que realidades per se. De todas formas, él se encargó de confirmar este pensamiento mío cuando comenzó a hablar, dándome la que suponía que iba a ser la primera lección de muchas tantas. Sabía ya, por propia experiencia, que todo lo que hiciese en aquel mundillo del crimen era decisión mía y que nadie podía ni debía opinar sobre ella. Es decir, a efectos prácticos, en el Bajo Mundo, la gente se convertía en contactos y, los negocios, en números. No había personas, solamente ventajas o problemas para uno mismo. Por el otro lado, era consciente de que solo aquel que se supiera imponer ante el resto conseguiría el respeto de otros criminales, pero ya que no me había hecho falta hasta el momento, no había visto la necesidad de poner en práctica esta idea. Me la repetían mucho en mi tripulación, especialmente cuando habíamos tenido desagradables roces con otras empresas, pero en ningún momento habían tratado de enseñarme. ¿Conseguir que me temieran…? Esas palabras me sonaban excesivas pero, por otro lado, seductoras. Mi objetivo no era dar miedo ni ser respetado pero, si me veía obligado a ello para crecer como negociante, iba a tratar de conseguirlo por todas las maneras posibles, especialmente si él estaba allí para enseñarme técnicas.

Entonces mordió el queso, haciendo una pausa en la conversación, y mirando alrededor. Por el gesto podía deducir que no estaba precisamente mirando el lugar, ni el decorado. Aquella forma de observar, algo apresurada y curiosa, era de estar buscando algo concreto. ¿Me había llevado a aquel restaurante porque ya tenía alguna cita allí? Bueno, era lógico, ya que nadie atracaba en una isla solamente para meditar en mitad del bosque. Creo. Había locos en todos lados, pero aquel hombre no parecía tener un pelo de tonto, menos aún de demente. Sus ojos demostraban que tenía claro todo lo que hacía, algo que acompañaba a su tono, con el cual me terminó pidiendo mi nombre real a cambio de aquella relación que podíamos forjar. ¿Debía darle mi nombre? Es decir, el suyo era conocido a nivel mundial, pero el mío solamente lo conocían contadas personas. No llegaban ni a la decena, si no contábamos a los odiosos gyojins ni a aquella banda de mamarrachos que a saber si me seguían persiguiendo por el mundo en busca de venganza. Pero la recompensa parecía valer la pena… Suspiré, mezcla de cansancio e inseguridad por lo que estaba por hacer, mientras fijaba mis ojos en los de él:

— Dejaré claro que no me parece del todo justo, pero supongo que, quien algo quiere, algo tendrá que dar. Lance Kashan, ese es mi nombre. — Me terminé el queso que había cogido hacía rato, mientras no le quitaba el ojo, esperando cualquier tipo de reacción. — Supongo que esto es como presentarse de nuevo… — Le tendí la mano, dándome cuenta de que había terminado manchada un poco por el propio alimento que me acababa de comer. Tomé la servilleta y me limpié apresuradamente, volviendo nuevamente a aquella postura. — Espero que esto sea el inicio de una bonita y fructuosa relación, ¿no?


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Casualidades de la vida [Privado AEG - Lance] Empty Re: Casualidades de la vida [Privado AEG - Lance] {Vie 7 Feb 2020 - 21:00}

El muchacho escuchó atentamente todo lo que Thawne le decía, al parecer tomando buena nota de lo que este explicaba. Cuando le preguntó por su verdadero nombre un sutil cambio en la expresión de su rostro denotó que no le había gustado aquella petición. Probablemente, y dado que usaba una máscara, fuese alguien que tenía mucho que perder si su verdadera identidad salía a la liz y que, por lo tanto, era muy celoso de esta. No obstante, tras un suspiro, reveló aquella importantísima información. Su tono, su actitud y sus gestos dejaban claro a ojos de un observador experto que decía la verdad: su nombre real era Lance Kashan. La verdad era que ese nombre no le decía nada, no recordaba haberlo escuchado nunca. Sin embargo, valoraba enormemente la sinceridad y la confianza que el chico había depositado en él al revelarle algo que escondía con tanto celo, y quiso hacérselo ver:

- Agradezco mucho que hayas tenido el valor de arriesgarte y confiar en mis palabras, Lance. - Dijo, utilizando su comunicación telepática para evitar que el nombre del muchacho fuese escuchado por oídos indiscretos al tiempo que estrechaba la mano que este le había ofrecido. - Espero ser capaz de corresponderla ayudándote a alcanzar tu potencial, así como a ir creando negocios que repercutan en grandes beneficios para ambos.

Alzó la vista cuando un hombre alto y con una importante obesidad entró en el local. Tendría en torno a los cincuenta años, y su pelo ya comenzaba a escasear, y el poco que quedaba tenía un tono entre oscuro y canoso. Sus ojos eran negros y amenazadores, y llevaba un tupido bigote del mismo color que su pelo sobre el labio superior. Vestía un elegante traje negro, y en el lado derecho de su cinturón llevaba una pistola enfundada. Dos fornidos guardaespaldas le flanqueaban. Tras mirarle durante un par de segundos el calvo se volvió hacia Lance y le dijo:

- Y ahora, joven Sif, vas a tener tu primera lección práctica. Ese hombre es Albert Rahm, conocido magnate de la madera que ha hecho suyo el mercado de dicho material en esta isla, donde crece una especie única cuya madera es idónea para conservar el vino en las mejores condiciones durante el mayor tiempo posible. Se rumorea que podría estar interesado en vender dicho negocio en aras de dedicarse por completo a otras actividades menos legales en las que se encuentra metido. Y mi plan es sencillo. Planeo viajar en el futuro cercano a una isla no muy lejos de aquí gobernada por un poderoso capo del Bajo Mundo que ha fundamentado su imperio en el comercio ilegal de vino y usurpar su lugar. Pero antes de eso sería buena idea poseer un negocio que produzca barricas de la mejor calidad, lo que podría maximizar los beneficios de esta compañía una vez consiga hacerme con la empresa vinatera.

Dejó de hablar durante unos segundos, dando tiempo al muchacho de procesar aquella información, mientras Rahm se dirigía a un reservado y entraba. Los dos gorilas se quedaron en la entrada del mismo, vigilantes. Entonces el antiguo agente continuó:

- Quiero que entres conmigo al reservado, te fijes bien en lo que hago y cómo lo hago y tomes buena nota. Probablemente te sirva de ayuda para futuros negocios, y quién sabe, puede que a ti también te reporte algún beneficio económico.

Acto seguido Thawne se levantó de la mesa, haciendo un gesto a Lance para que le siguiera una vez hubiese vuelto a ponerse la máscara. Se dirigió hacia la cortina que daba acceso al reservado y se detuvo frente a los dos gorilas, anunciando con voz firme y clara:

- Digan al señor Rahm que Anders D. Thawne quiere hablar de negocios con él. Este muchacho es Sif, uno de mis más importantes socios comerciales, quien también estará involucrado en la conversación.

Su mirada, fija en los ojos de uno de los guardaespaldas, apoyó la fuerza de su mirada. El hombre tragó saliva y solicitó que aguardase un momento mientras entraba al reservado. Segundos después anunció:

- Pueden pasar.

El pequeño espacio estaba ocupado por varios sillones de aspecto realmente cómodo, así como un enorme sofá y una gran mesa. El empresario les aguardaba sentado, bebiendo una copa de lo que aparentaba ser champán y fumando un enorme y asquerosamente hediondo puro. Los dos guardaespaldas entraron tras ellos y se situaron de pie, ambos lados de su jefe.

- Siéntense, póngase cómodos. No esperaba la visita de tan ilustre invitado, señor Anders. - Saludó Rahm, aparentemente complacido por la aparición de los dos extraños.

- Gracias, señor Rahm. La verdad es que he venido hasta esta isla únicamente para hablar con usted. He escuchado las noticias acerca de su interés en desprenderse de su maderera, y debo decir que la idea de adquirirla me atrae bastante. Pero antes de eso, me gustaría saber un par de cosas. Quisiera ver algún documento donde se muestren los beneficios producidos por el negocio en el último año, así como que usted me dijese qué precio consideraría razonable.

- Sin ningún problema, señor Anders. - Contestó sonriente el gordo, rebuscando entre los documentos que cargaba en su maletín. No tardó mucho en sacar uno de ellos y tendérselo a Thawne, pidiendo que le echase un vistazo.

Al parecer los beneficios de la maderera eran muy sustanciales, pues ascendían a ciento ocho millones anuales. O, lo que era lo mismo, exactamente nueve millones mensuales. Era una cantidad nada despreciable, y que debería adquirir por un precio adecuado.

- En cuanto al precio que pido, - Inició el empresario, con voz pausada. - Es de quinientos millones de berries.

El antiguo agente soltó una carcajada. No fue algo involuntario fruto de la sorpresa ante tan desorbitada petición, sino algo perfectamente calculado. Pretendía dejar patente que no pensaba acercarse ni mucho menos a esa cifra. Con voz calmada, pero firme e intimidante, y clavando sus ojos en los del obeso empresario, respondió:

- Esperaba que se tratase de una oferta seria, pero veo que no pretendía usted sino estafarme. El negocio es próspero, eso no se lo niego, pero no vale ni mucho menos quinientos millones, y usted lo sabe. Nadie va a acercarse siquiera a esa cifra. Sea un poco más serio, por favor.

El hombre, aparentemente enfadado ante la actitud desafiante de Thawne durante unos instantes, perdió a los pocos segundos el fuego inicial de su mirada. La agresiva forma de negociar del calvo, unida a la fama que le precedía, había al parecer hecho que el gordo decidiese evitar cualquier posible tensión, por lo que respondió con voz suave:

- Tiene usted razón, señor Anders, mis disculpas. Aceptaría de buen grado una oferta cuatrocientos millones.

- Qué rápido has bajado cien millones. - Pensó para sí Thawne. - Pero el precio sigue siendo demasiado elevado. Habrá que negociar de otra manera.

El calvo dirigió sus pensamientos hacia Lance, diciéndole mentalmente:

- Necesito centrar mi atención en Rahm. Voy a levantarme del asiento, lo que seguramente hará que los dos guardaespaldas pretendan detenerme. Podría pararles con facilidad, pero quiero ver cómo te desenvuelves. Debes resolver la situación sin utilizar la violencia, simplemente resultando tan amenazador como puedas ser, de forma que esas dos torres no se metan en mi camino. Y tranquilo, yo tampoco planeo herir a nadie ni causar un escándalo.



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Casualidades de la vida [Privado AEG - Lance] Empty Re: Casualidades de la vida [Privado AEG - Lance] {Sáb 8 Feb 2020 - 12:41}

Pareció corresponderme, esta vez utilizando su comunicación telepática para hablarme. No tenía ningún problema con ello, es decir, prefería usar un medio de comunicación que me ahorrase el tener que bajar el tono en según qué situaciones o dudar de si alguien que no debía nos estaba escuchando. Pero, desde fuera, parecía que éramos dos personas que nos mirábamos de forma intensa, quizás algo incómodo. Y, más que molestarme, me hacía mucha gracia pensar en cómo debía ser vernos desde lejos, comiendo sin hablar. Escuchándole atentamente, cogí por reflejo un tenedor que habían traído, supuse que para comer el queso sin tomarlo con las manos. Bueno, me había dado cuenta tarde, y quizás había quedado como alguien sin mucha educación, pero nunca era demasiado tarde.

Como si lo hubiese invocado hacía un rato, cuando levantaba el cuello en busca de no sé qué, un señor de aspecto adinerado atravesó la puerta. Sí, la mejor definición era adinerado. A juzgar por sus andares y compañías, cualquiera diría que era algún rico de la isla, que tenía el ego más subido de la cuenta. Más que barriga, a lo mejor. Dos hombres, vestidos elegantemente, a la par con él, lo acompañaban allá donde iba, dejando claro que les pagaban por asegurar y velar por su integridad física. Igual que había subido el mentón, Anders lo volvió a bajar, mirándome y comenzando a hablar nuevamente. Al parecer no iba a haber mucho margen hasta nuestra primera clase, pues estaba por comenzar, usando a ese hombre en la misma. Quería convencerle de venderle su negocio de madera y, a juzgar por todo lo que estaba sucediendo, pensaba que le importaba más bien poco los métodos. Si había que utilizar la fuerza en cierta medida, se utilizaría. Todo para luego maximizar la empresa que pensaba llevar a cabo, dejando claro que tenía un plan a futuro bastante claro y bien fijado. Hizo una pausa mientras el obeso desaparecía por una puerta, yendo a una sala privada del lugar, y entonces volvió a hablar. Quería que le acompañase a hacer el trabajo, aprendiendo de aquello que hiciese y, quién sabe, utilizando esa misma lección en un futuro. Además, podía conseguir dinero, así que no tenía razón alguna para negarme.

Se levantó de la mesa, dando inicio a aquella pequeña misión que teníamos, y yo aproveché para colocarme la máscara donde solía estar y subir la capucha, volviendo a mi papel de Sif. Lo seguí hasta la puerta, cuidada por aquellos grandes guardianes, y le dejé hacer todo aquello que debía hacer. Con solo presentarse logró entrar, presentándome como uno de sus socios y, tras la careta, los ojos se me iluminaron. La sonrisa también, pero en menos medida. Pasamos a lo que parecía ser un despacho bastante mal amueblado, al menos en comparación a aquellos que teníamos en el Ragnarok, y el jefe, rodeado de vicios, nos invitó a sentarnos frente a él. Al cambiar la postura me di cuenta de que algo me molestaba en el pantalón y, al tratar de palpar el bolsillo sin que se dieran cuenta los contrarios, vaya a ser que se asustasen por el gesto sospechoso, me di cuenta de que había robado el tenedor de la mesa. Por acto reflejo, sí, pero robado. Sin echarle más cuentas a aquel utensilio, me quedé sentado mientras comenzaban una conversación bastante tensa, debatiendo sobre el precio al que se debía vender la propiedad del tal Rahm. Se trataba, más que de una negociación al uso, de un tira y afloja bastante violento, donde las miradas cargaban más significado que las educadas palabras que utilizaban.

En un punto de la discusión, cuando la tensión alcanzó su punto álgido, volví a escuchar esa voz en mi cabeza, a la que ya me había acostumbrado por completo. Me pidió que controlase a aquellas dos masas de músculos por mí mismo, dejándole el camino libre para conversar con su jefe. Asentí para dejarle claro que le había escuchado y seguiría sus órdenes, sin pararme a pensar en el cómo lo haría. A juzgar por el aura que emanaban, no daba la sensación de que fuera una tarea tan difícil como para tener que esforzarme demasiado, ya que parecían carecer de hakis. Quizás me equivocaba, ya que mi lectura de la gente todavía no era demasiado experimentada, pero parecían ser solamente dos montañas que, en el Nuevo Mundo, quedarían en meras decoraciones. Haciendo lo primero que se me pasó por la cabeza, saqué el tenedor en el momento en el que Anders se levantó y, redistribuyendo todo el circuito de energía hacia mis palmas, la plata del material se tornó rojiza. Segundos después, cayó al suelo en forma de gotas, desparramándose por la madera, que también comenzó a humear por el cambio de temperatura. Aproveché que mi compañero no había comenzado a hablar para hacer un último comentario, tratando de cumplir mi misión lo mejor posible:

— La plata se funde a mil grados. No creo que quieran comprobar a qué temperatura lo hace la carne humana.— Si se movían a pesar de aquella demostración, estaría preparado para generar una pared que, a modo de cortina no muy alta, dividiese la sala en dos. Cubriría solo medio metro de altura, permitiendo el seguir hablando, pero encargándose de que, si aquellos hombres querían pasar, sufrieran las descargas por el camino. Aunque aquello solo era un último recurso, ya que opinaba que había quedado obvio que no se debían enfrentar a nosotros.


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Casualidades de la vida [Privado AEG - Lance] Empty Re: Casualidades de la vida [Privado AEG - Lance] {Sáb 8 Feb 2020 - 18:11}

La demostración de Lance fue ciertamente original, pero no por ello menos efectiva. Si bien de entrada los dos gorilas hicieron ademán de moverse pese a sus palabras, la amenazadora red eléctrica que creó bastó para que ambos se detuvieran en seco. Thawne, consciente de que no podía utilizar su Haki del Rey para intimidar a Rahm sin afectar también a otras de las personas que estuviesen a su alrededor, incluyendo probablemente a su aliado, se decantó por otra de las muchas posibilidades a su alcance.

Como una afilada punta de lanza su mente penetró en la del empresario, encontrando rápidamente su mayor trauma. Su tío, ya muerto hacía años, había abusado de él cuando apenas era un niño. Con aquel dato tenía suficiente. No necesitaba más para desestabilizar a aquel hombre lo suficiente como para que aceptase su oferta. Recurrir a sus miedos y sus instintos más básicos, retrotraerle a los peores recuerdos de su infancia... Iba a resultar más sencillo de lo esperado, la verdad. No todo el mundo había pasado por algo tan traumático y capaz de dejar una huella tan indeleble en su persona.

Repentinamente sus rasgos cambiaron, tomando el aspecto que había tenido cuarenta años antes Rupert Rahm, el tío de Albert. Su fino bigote perfectamente recortado, su pelo peinado hacia atrás con abundante fijador, su impecable traje de chaqué y los impolutos guantes blancos que solía utilizar tuvieron un descomunal efecto en el empresario. Temblando, pálido y sudoroso, dijo entre tartamudeos:

- ¿Qué - qué está ocurriendo? ¿Me han echado algo en el champán? ¿Qué clase de broma de mal gusto es esta?

Se notaba que estaba esforzándose por no creer lo que veía. La efigie de su odiado tío, el causante de todos los problemas que había tenido en su vida, nuevamente ante él, sin haber cambiado lo más mínimo. Thawne, imitando en todo lo posible el tono y el acento de aquel hombre, pronunció las mismas palabras que él había dicho aquella fatídica tarde:

- Albert, no te preocupes. Tu tío Rupert está contigo, no hay nada que debas temer.

Acompañó esta frase con un paso adelante y un movimiento de su mano derecha, apoyándola sobre el hombro del empresario y dándole un suave apretón. Estaba recreando a la perfección la escena que había visto grabada a fuego en la mente de aquel hombre, que en ese instante se tiró al suelo, encerrando la cara entre sus brazos y entrelazando ambas manos sobre su nuca.

Entonces Thawne volvió a su asiento y tomó nuevamente su propia apariencia. Aguardó hasta que el empresario, minutos después, levantó ligeramente la vista. Sus ojos estaban llenos de lágrimas, y en su labio inferior se podía apreciar una pequeña herida sangrante, provocada probablemente al mordérselo fruto del pánico. Tembloroso y tan pálido como la cera, se levantó poco a poco, luchando contra su propio cuerpo y completamente confuso, incapaz de comprender lo que había sucedido:

- ¿Qué - qué ha ocurrido? - Preguntó con voz que aún denotaba una profunda ansiedad.

- Estábamos negociando el precio de la venta de su empresa maderera, señor Rahm. Estaba usted a punto de aceptar mi oferta de ciento veinticino millones de berries cuando le ha ocurrido algo que... algo que no sabría describir adecuadamente. ¿Se encuentra usted bien?

- Sí... estoy bien, no se preocupe. De acuerdo, ¿dónde tengo que firmar?

- Aquí y aquí, mi buen señor. - Indicó el calvo mientras le tendía un papel en el que previamente había escrito un contrato con las cantidades que planeaba ofrecer desde el primer momento para cerrar el trato.

El hombre firmó apresuradamente, como si quisiera abandonar el lugar lo antes posible. Apenas hubo terminado estrechó débilmente la mano que Thawne le ofreció y abandonó el local casi a la carrera, seguido por sus guardaespaldas. El antiguo agente miró al muchacho, y le dijo:

- Eso no ha sido muy agradable, la verdad, pero era su punto más flaco y había que explotarlo si quería salirme con la mía. Además es mi forma de enseñarte otra valiosa lección. Tus enemigos no tendrán escrúpulos a la hora de usar cualquier estratagema, por sucio que sea, en su beneficio, por lo que debes estar dispuesto a hacer lo mismo. Las cuestiones morales deben quedar en un segundo plano cuando negocies, o no serás capaz de conseguir nada más que ser estafado continuamente en el mejor de los casos.

Observó fijamente la expresión del chico, tratando de averiguar si, como creía, tenía lo que hacía falta para convertirse en un verdadero capo del Bajo Mundo. Escasos segundos después continuó hablando:

- Has llevado a cabo una gran actuación ante esos dos guardaespaldas, Lance. Les has contenido a la perfección sin necesidad de utilizar la fuerza ni de montar un escándalo. Y como recompensa por ello y muestra de mi buena fé de cara a nuestra alianza te cedo el treinta por ciento de este negocio. Es decir, que de esos nueve millones de beneficios mensuales pasarán a corresponderte poco menos de tres. ¿Estás de acuerdo?

Cuando el muchacho respondiese, aceptara o no, el calvo se despediría de él y abandonaría la sala, no sin antes darle su número de Den Den Mushi para que pudiese ponerse en contacto con él cuando le hiciese falta.



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Casualidades de la vida [Privado AEG - Lance] Empty Re: Casualidades de la vida [Privado AEG - Lance] {Sáb 8 Feb 2020 - 20:18}

No surtió efecto la primera amenaza y, chasqueando ambos dedos, tuve que recurrir a defender nuestra zona con las paredes. Ahí sí que se pararon los guardias en seco, solo tras tocar tímidamente la superficie de la que caían chispas sin fin y sufrir una descarga que les erizara la piel y les obligase a soltar un chillido por el impacto. Tras la careta estaba esbozando una amplia sonrisa, y hasta se me llegó a escapar una carcajada, observando como aquellas moles que podían atemorizar a cualquiera estaban siendo controlados por una simple técnica de mi fruta. ¿Era bastante impresionante para mi edad y posición o aquellos eran inútiles y simples apariencias?

No me hizo falta preguntar a nadie, porque Anders ya me estaba respondiendo con sus acciones. Y, obviamente, la cuestión perdía importancia si comparábamos mis capacidades con las que estaba demostrando él. Su cara se comenzó a deformar paulatinamente, al igual que la mueca de mi cara se iba transformando en una de sorpresa. ¿¡Qué demonios? Un bigote surgió en aquella limpia cara, la calva comenzó a poblarse con velocidad y, por si no fuera suficiente, sus rasgos y ropas también se transformaron. Estaba, a todas luces, irreconocible. Aunque, a juzgar por los gestos que comenzó a hacer nuestro rival en los negocios, había alguien en la sala que sí lo reconocía, y de qué forma. Parecía estar a las puertas de un ataque de pánico, de necesitar una bola de papel para controlar su respiración. O su vómito, cualquiera de las cosas. Al igual que yo, él no se creía lo que estaba sucediendo. Valía que yo fuera capaz de generar electricidad, pero él estaba cambiand--- Bueno, yo también me podía transformar en la energía más pura. Quizás no era tan raro al fin y al cabo. Lo extraño era que se pareciera a alguien que el rival conocía de sobra, aunque a lo mejor ya se había encargado de informarse para hacer todo esto.

Comenzó a acercarse al gordo, ante la mirada perturbada de sus guardaespaldas que, aunque querían correr a protegerle, anteponían su propia seguridad a la de su contratante. Mientras hacía esto, comenzó a soltarle una frase, ante la que Albert reaccionó rompiéndose. Tanto por dentro como por fuera. Cayó al suelo por propia decisión y se escondió en el resguardo de sus propios brazos, evitando mirarnos. Era la filosofía de los niños, el ‘’Si no lo veo, no está’’. Algo tierno en pequeños, pero que en un señor de cincuenta años… Me llegaba a asquear. Mientras el señor seguía pataleando, Anders se acercó al asiento del que en un primer momento se había levantado y, volviendo a, presumiblemente, su aspecto inicial; el suyo.

Pasaron unos minutos en los que tuvimos que aguantar los lloros, gritos y desvaríos del tal Rahm, hasta que pareció calmarse lo justo como para recomponerse. No tenía muy buen aspecto, especialmente viendo el contraste entre el rojo carmesí y el blanco de la piel, pero se valía para comunicarse, aun visiblemente confundido. Así, la conversación continuó, esta vez con mi compañero tomando las riendas del negocio y, mezclando la mentira con la coacción, le pidió el negocio a cambio de unos nada despreciables ciento veinticinco millones. Era curioso el bajón de trescientos setenta y cinco millones desde su oferta inicial pero, viendo el estado en el que él se encontraba, parecía estar dispuesto a cualquier cosa con solo prometerle que podría huir. Firmó el contrato y yo, chasqueando ambas manos, hice desaparecer aquella cortina que había mantenido cautivos a los protectores.

El trío huyó con velocidad ante las órdenes del gordo, mientras que nosotros nos quedamos allí, sin saber muy bien qué hacer. Entonces, Anders cortó el silencio, dejando claro que había aprovechado las debilidades del señor para salirse con la suya. Viendo cómo había salido el negocio, le había salido rematadamente bien, eso estaba claro. Quería utilizar esta situación para darme otra lección, esta vez mostrándome que, como él había hecho, en los negocios valía cualquier cosa, por poco ético o de mal gusto que fuera. Y me parecía lógico. El dinero era el dinero y, en un mar donde la vida valía más bien poco, no tenía por qué llegar a importarte la salud mental o física del rival mientras que tú salieses ganando. No por nada existían guerras. Continuó halagándome por aquello que había hecho y, para terminar, me cedió el treinta por ciento del negocio que tanto había costado, provocando que mis ojos se iluminaran tras la máscara. ¿Había conseguido ya dinero por aquella tontería, y formado una alianza? Estaba siendo un buen día, quizás el mejor del año, y no pude evitar reaccionar de una forma un poco infantil, saltando de alegría. Por algún lado tenía que salir la felicidad.

— ¡Gracias, de verdad! — Se acercó a darme su DDM, el cual tomé con mucho aprecio y guardé en el bolsillo más seguro del traje. — ¡Ten por seguro que no tardaremos en encontrarnos, y espero poder pagarte entonces el favor! — Salimos del bar y, desafortunadamente, cada uno tomó su camino, no sin antes aclarar las condiciones del trato que nos llevábamos entre manos. Nos despedimos, yo con un obvio cariño que no podía esconder. ¿Tenía un profesor por fin, alguien que me enseñase como era debido lo que Yuu no había podido…?


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