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Sangre sobre hierro, hierro sobre hierro. [Priv. Kath & Lance] - Página 2 Empty Re: Sangre sobre hierro, hierro sobre hierro. [Priv. Kath & Lance] {Miér 20 Mayo 2020 - 20:34}

A pesar de que el muro de hielo había frenado gran parte de la llamarada, el calor fue tal que envolvió el entorno en un amplio perímetro. Resentía las quemaduras que habían deflagrado parte de su vestimenta, enseñando la mitad de un seno y una buena parte del estómago, además del muslo izquierdo. Pero, ojito, al cabello no le pasó nada. Se veían feas quemaduras rojas en su piel, las cuales fueron atenuándose poco a poco conforme la grabación rúnica en su cuerpo sanaba sus heridas. Sin embargo, el dolor y el enfado seguían ahí. Si bien sabía que podía llegar a ser un trabajo peligroso, jamás esperó que se encontrase con oponentes capaces de dañarle a ese punto.

Cuando el vapor de agua se disipó la quimera corrió a toda velocidad hacia la chica, retumbando el suelo metálico con cada paso que daba. Había luchado el tiempo suficiente contra esa bestia como para darse cuenta de lo que planeaba hacer. Una nítida sucesión de imágenes llegó a su cabeza al mismo tiempo que giraba hacia la izquierda, esquivando el predecible puñetazo de su oponente. Deslizó peligrosamente la Hoja de Argoria por su costado derecho, sacándole un doloroso gruñido mientras la sangre caía y teñía el inmaculado suelo. Fushigiri desvió el aguijón que buscaba su cuerpo y diez estacas de hielo surgieron del cielo, cayendo a toda velocidad. Si no hubiera sido por el endurecimiento de la quimera, esta habría sido empalada de la forma más cruel.

Clavó la punta de su arma en piso y la usó como punto de apoyo, saltando sin quitar la mano de la empuñadura, para darle una fuerte patada a las molestas cadenas que volvían hacia ella. Fue tal la brutalidad de esta que liberó una potente onda de choque, destruyendo varias pantallas en el proceso. Inmediatamente luego de caer, desapareció de la vista de Rodríguez para aparecer en su espalda y ejecutar un rápido corte descendente. El acero se encontró con la espalda del hombre, causándole una profunda herida. El guardia de seguridad se volteó lo más veloz que pudo y se alejó de la espadachina con el ceño fruncido, aguantando el dolor.

—Eres buena, lo admito —dijo el Jefe de Seguridad sin despegar los ojos de la pelinegra—, pero es demasiado pronto para que cantes victoria.

De la misma manera que lo había hecho el pelirrojo y la mujer que luchaba con Lance, el hombre que tenía en frente comenzó a transformarse en una completa aberración. A diferencia de sus congéneres, no tenía un pelaje tupido, sino más bien una piel dura y seca, blanca y aparentemente muy dura. Había crecido hasta medir cuatro metros, teniendo una figura esbelta y tonificada. Cuatro grandes alas hecha de puro cartílago nacieron de su espalda; dos de ellas apuntaban hacia arriba y las otras dos hacia el suelo. Sus facciones humanas fueron reemplazadas por un rostro cadavérico sin ojos y con una grotesca boca provista de una corrida de afilados dientes. Contaba con seis brazos que acababan en unas manos con diez dedos cada una, pareciendo una auténtica aberración. Y, por si fuera poco, una retorcida cola surgió de su espalda.

Rodríguez se movió a tal velocidad que la espadachina apenas pudo reaccionar, bloqueando su embestida con ambas espadas. Salió disparada hacia atrás y esta vez no consiguió amortiguar el impacto, sino que sencillamente atravesó el metal. Cuando se incorporó tosió sangre y buscó con la mirada a su contrincante, pero este había desaparecido. Si no fuera por su mantra permanentemente activo, habría perdido la cabeza. Esquivó, volviendo a la habitación, y entonces escuchó las palabras de su compañero al mismo tiempo que la otra quimera daba un enorme salto hacia ella.

Cerró los ojos justo a tiempo, dando una voltereta hacia la derecha y esquivando por los pelos el poderoso golpe de la bestia. Aguantó unos cuantos segundos, manteniéndose alerta y centrándose en su mantra. Aún con los ojos cerrados bloqueó el colazo del monstruo de piel blanca, retrocediendo unos cuantos metros y volviendo a una postura defensiva. Finalmente los abrió, encontrándose de frente con un enemigo que estaba resultando ser increíblemente veloz. Dos cadenas puntiagudas y afiladas aparecieron por su espalda al mismo tiempo que el guardia transformado dirigía sus grotescas manos hacia ella. «¡Suficiente de esta mierda!», pensó la hechicera e inmediatamente después una poderosa onda de haoshoku mandó a volar tanto al monstruo como a las cadenas.


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Sangre sobre hierro, hierro sobre hierro. [Priv. Kath & Lance] - Página 2 Empty Re: Sangre sobre hierro, hierro sobre hierro. [Priv. Kath & Lance] {Jue 21 Mayo 2020 - 11:46}

Un grito escapó de la boca de la muchacha al ritmo que el ruido de las descargas desaparecía, entrando repentinamente en el organismo de la mujer, provocándole un daño para nada despreciable. Su cuerpo comenzó a sufrir espasmos, dando manotazos de un lado para otro mientras no controlaba su cuerpo y, preocupantemente, aquel proceso no cesaba. Normalmente los cuerpos sufrían la electricidad durante unos veinte segundos, pero una vez acabado ese lapso de tiempo caían a ese suelo, dejando escapar un río de sangre desde el interior de su boca. Pero ella ya llevaba cincuenta segundos.

Mi vista se perdió hacia el gigantesco animal que surgió de la nada en la habitación. Su tamaño se comparaba con aquella de un semigigante, aunque su cuerpo distaba del de uno. Varios brazos, polidactilia extrema… Dudaba mucho que se le pudiera considerar humano siquiera, para ser sinceros. Un par de alas adornaban su espalda, aunque dudaba que realmente fueran útiles en una situación como esta: estaba bajo un techo en una habitación subterránea y, por suerte, dudaba que contase con la fuerza suficiente como para salir al exterior. Si fuera capaz de dicha atrocidad sería el primero en tocar una tubería y desaparecer de aquella estancia y, para qué mentir, de esa isla.

Volví mi mirada hacia mi víctima, aunque la palabra más correcta era contrincante. Pero no estaba allí. Mi piel palideció, mi mente se nubló, mis dedos se agarrotaron y mi garganta tragó. ¿Había sobrevivido a aquello? ¿Cómo? Me giré sobre mi propio eje, buscando una sombra de aquel ser que ahora podía volver a amenazar mi vida, fijándome en lo que parecía ser un murciélago gigante en la esquina tras de mí. Tenía una de las tonfas tan características que la mujer portaba clavada en el estómago, dejando una herida muy fea, y ahí pude descubrir qué había hecho para lograr esquivar la muerte habiendo pasando tan cerca: había utilizado su arma como pararrayos para captar toda la energía de su cuerpo y no tener que asimilar tal cantidad. Y eso se reflejaba en el fuego luciferino que emanaba el arma que estaba probando de su carmesí sangre, el cual creció tanto respecto al otro que tocaba el techo. Sacó el arma de su cuerpo, dejando un reguero de sangre que frenó al instante al cauterizarse y un quejido como regalo y juntó ambas para compartir la condición. El calor que ambas desprendían había crecido sobremanera, eso estaba claro, hasta el punto de que el pelo de sus brazos se encontraba cercano a arder, chamuscándose y tornándose del color de la ceniza.

Blandió ambos metales frente a mí, cuyas llamas habían tornado su color hasta un azul eléctrico que dejaba clara su condición: estaba cerca de los dos mil grados. Acercó la tonfa al acero de la pared, como probando sus capacidades y, en cuestión de medio segundo, el material se volvió naranja y comenzó a doblarse con la facilidad de la plastilina. Era obvio que se estaba sacrificando a sí misma a cambio de poder sacarme de juego, pero portaba una fuerza temible. Un toque con aquello y seguramente pudiese olvidarme de respirar de nuevo; me quemaría tanto por dentro como por fuera en un instante, conllevando la muerte. Miré a los ojos de la mujer, que se estaba recomponiendo mientras me miraba fijamente, pidiéndome segundos para poder moverse sin hacerse demasiado daño. Tenía dos alas a la espalda aparte de sus dos brazos, algo poco propio de un murciélago, pero la nariz de cerdo, la boca con colmillos y esas orejas demostraban que debía ser aquello, además del claro pulgar oponible que coronaba las nuevas extremidades. Había brotado pelo a lo largo y ancho de todo su cuerpo, sin dejar un centímetro sin rellenar.

En cuanto pareció estar preparada dejó escapar un chillido que me ensordeció. No solo tenía el aspecto del mamífero. Me tapé los oídos y ella aprovechó el instante para mover las alas a la vez que sus piernas y acelerar sorprendentemente hacia mí, colocando las tonfas frente a ella para atropellarme. Me volví etéreo, esquivando hacia la izquierda para evitar un ataque tan simple como aquel. Ella había sacrificado maniobrabilidad a cambio de fuerza bruta, siendo incapaz de frenar en seco y avanzando hasta la pared, chocando contra ella de bruces y atravesándola gracias a la temperatura que desprendía. Su temperatura había fundido el acero a su paso y, si tuviera suficiente velocidad, seguramente no se frenase en un buen rato. Se giró a mirarme, con el pelo de todo el pecho totalmente chamuscado por culpa de su propia capacidad. Se me volvió a lanzar, esta vez sin utilizar las piernas para no pasarse de largo, reaccionando yo como buenamente pude igual que antes, pero ella tuvo los reflejos suficientes como para levantar la pierna y propinarme una patada hacia el interior de la habitación, haciéndome chocar contra el niño y llevándomelo por delante hasta la pared, amortiguando el choque. En cuanto pude desaparecí para no enfrentarme a aquel sujeto y arremetí contra ella sin dudas: desenfundé una de las Elektro Gun y traté de aparecer frente a ella para confundirla y, en cuanto fuera a atacarme, aprovecharía ese hueco en su defensa para moverme a su espalda y disparar hacia su corva, apuntando y sujetando el arma de fuego con ambas manos. Retrocedí varios metros pero no me hice demasiado daño en las extremidades, esperando que esta vez hubiera logrado algo.


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Sangre sobre hierro, hierro sobre hierro. [Priv. Kath & Lance] - Página 2 Empty Re: Sangre sobre hierro, hierro sobre hierro. [Priv. Kath & Lance] {Sáb 23 Mayo 2020 - 21:27}

El Haki del Rey era incluso extraño entre los guerreros del Nuevo Mundo, una colosal fuerza provista a aquellos destinados a reinar sobre los otros. Ese cadavérico rostro lejos de cualquier rasgo humano era incapaz de esconder el horror que sentía el hombre dueño de este. Y es que la hechicera desprendía un aura terrorífica, tan negra como la noche más oscura, haciendo rechinar el metal bajo sus pies y ejerciendo una presión abismal a su entorno. Cuando dio un paso hacia Rodríguez este retrocedió al instante, siguiendo los instintos que le alertaban de una única cosa: muerte. Sin embargo, el muchacho probablemente era demasiado estúpido para sentir el verdadero miedo, o para asimilarlo. Quizás no tenía la experiencia de su compañero para entender que no había posibilidades contra una mujer así. Su falta de prudencia y su poco sentido de la conservación le hizo abalanzarse sobre una espadachina pendiente de todo.

Una ennegrecida espada ascendió a una velocidad imperceptible al ojo humano, desprendiendo un intenso fuego azul con chispas carmesíes y una fantasmagórica llama violeta. Las palabras del Jefe de Seguridad se cortaron en medio de la alarma cuando Fushigiri cercenó la cabeza del pelirrojo. El corte sucedió una violenta ráfaga de pura energía destructiva, enviando a volar las decenas de pantallas digitales y cualquier cosa que hubiera cerca de ella. El cuerpo cayó pesadamente, volviendo poco a poco a su forma humana. Deslizó con tal destreza el filo de su katana por el cuello de la quimera que no salpicó una sola gota de sangre. El muchacho había intentado frenar el contraataque de la espadachina con haki, pero lo que no sabía era que la llama espectral que fluctuaba en torno a la hoja de Fushigiri simplemente ignoraba casi cualquier intento defensivo.

La expresión del doctor Watson se transformó poco a poco, ya no estaba tan seguro de que sus hombres podrían con semejante pareja, y su rostro reflejaba la más pura desesperación. Comenzó a bordear la habitación, moviéndose con la espalda pegada a la muralla y alejado de los monstruos que estaban luchando. No obstante, a la espadachina le tomó menos de un parpadeo en llegar a donde estaba él y dirigir un corte ascendente. Unas manos fuertes, ennegrecidas y duras detuvieron el avance de su espada. El impacto produjo una devastadora onda de choque que mandó a volar al científico y las placas de metal que conformaban el suelo salieron disparadas cuales misiles.

—No puedes ir a por el rey sin haber derrotado a la reina —espetó una voz gutural.

Una gigantesca espada de hielo comenzó a formarse encima de la hechicera. Dejó caer el arma recién creada. Rodríguez esquivó justo a tiempo el ataque potencialmente mortal, aunque perdió un brazo en el proceso.

—¿Y quién dice que estoy jugando con tus reglas?

Si pensaba que era el único capaz de transformarse, estaba muy equivocado. La bruja era esa clase de mujer que humillaba los esfuerzos de los demás al mostrarse incluso más hábil en la especialización del otro. Si la fuerza de Rodríguez radicaba en su capacidad de transformarse, pues ella lo imitaría y le vencería en el campo. No había una sola cosa que Katharina no pudiera hacer mejor que el resto. Así, poco a poco de su espalda comenzaron a nacer nueve colas de zorro doradas al mismo tiempo que su cabello se tornaba de un tono muchísimo más claro. Las pupilas de sus ojos se volvieron más afiladas, unos verdaderos óvalos rodeados de un iris color miel, y sus colmillos crecieron de tamaño.

—¿Un usuario zoan…? No, imposible. Tú no eres una asesina común y corriente, ¿quién mierda eres?

—No me creerías si te lo dijera.


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Sangre sobre hierro, hierro sobre hierro. [Priv. Kath & Lance] - Página 2 Empty Re: Sangre sobre hierro, hierro sobre hierro. [Priv. Kath & Lance] {Dom 24 Mayo 2020 - 23:56}

Las balas avanzaron gritando al son que cortaban el aire que nos separaba a la muchacha y a mí. Avanzó, avanzó y… avanzó. No frenó en ningún momento, sino que siguió el trayecto que tenía pensado para ella y el cual le había mandado al apretar el gatillo hasta chocar contra el acero y desaparecer en un chispazo que tornó el metal de un color anaranjado. ¿Qué había de por medio? Bueno, sorprendentemente —tanto para mí como para el rival, supuse— había alcanzado su cuello, atravesándolo y haciendo que sus hombros se separasen de aquella cabeza con cabellos violetas que tan poco me gustaba con aquella nariz agorrinada. Un segundo después, la gravedad hizo su inexorable trabajo hasta impactar con el suelo, dejando resonar un terrible y grotesco sonido grave y algo hueco contra la placa, que se encargó de hacer un eco para que lo pudiéramos disfrutar por doble partida todos allí. Un reguero de sangre llovió encima, decorando el suelo con una pintura abstracta y de muy mal gusto. Una sonrisa de autosuficiencia surgió en mi rostro, meditando en cómo había sido capaz de acabar con un rival que me equiparaba en fuerza y que, peor aún, era capaz de neutralizar mi única arma.

A pesar de todo, la mueca se dobló hacia la otra dirección en cuanto me percaté de la posición del cuerpo: seguía de pie y, de hecho, no estaba precisamente tenso. Se le habían caído las tonfas al suelo, apagándose paulatinamente, eso sí. Aún así, muchas veces los cadáveres sufrían contracciones y mantenían las extremidades en la postura de la muerte, pero en este caso el cadáver se estaba manteniendo por su propia fuerza y no una postura adecuada. ¿Qué demonios…? Guardé mis pistolas en el cinto, tras mi espalda, bajando levemente la espalda para adoptar una postura en la que pueda reaccionar de forma veloz en caso de que aquellos restos mortales se rebelasen contra las mismísimas leyes de la Biología. Y así hizo. Se lanzó hacia delante, aleteando y acelerando de una forma descomunal hacia mi dirección. ¿Cómo era capaz de saber dónde estaba sin siquiera tener vista? Al menos ya me conocía aquella táctica, así que me limité a dar un paso hacia la izquierda, combinando mi forma física con la etérea para ganar en velocidad, saliendo de su trayectoria y permitiendo que avanzase a la pared exactamente igual que la primera vez. Lo que sí que no me esperaba después de tantos sucesos preocupantes es que, a pesar de aquella energía cinética, tuviera la capacidad de girar en mitad del aire con un suave movimiento de alas, aterrizando ambos pies monstruosos en la placa que formaba la pared e impulsándose en la otra dirección, hacia mí nuevamente, esta vez con una velocidad renovada y aprovechando mi nula preparación física y mental. Coloqué mis brazos al frente en forma de X, tratando de recibir aquel golpe sin morir en el intento ni perder toda mi movilidad, colocando además una serie de cinco paredes que se interponían entre ambos. Rompió una, luego otra, y lo siguiente que supe es que mis brazos habían desprendido un aura grisácea y mi cuerpo se estaba limitando a salir disparado unos metros hacia atrás. Sucedió exactamente lo mismo con mi espalda, haciendo que el acero que conformaba los límites de la habitación se doblase a la par que mi torso la trataba de atravesar, atenuando el dolor en cierta medida.

Tardé unos segundos en volver en mí, viendo el techo mientras que mi cuerpo reposaba en aquel asiento improvisado. Me reincorporé casi de un salto, si no fuera porque mi cuerpo no estaba para demasiados viajes, asustado de lo que pudiera haber sucedido en aquellos instantes. Y solo descubrí a aquel murciélago monstruoso sobre el suelo, convulsionando repetidas veces mientras parecía sufrir por una vida que debería haber perdido hacía demasiados minutos. Se retorció segundos y segundos hasta que, tristemente, cedió a la muerte y reposó sobre el frío metal, marcando el final de la pelea. Al menos de la mía, porque solo necesité girar mi cuello para ver el escenario que estaba planteando Katharina para recibir un terrible escalofrío que estremeció todas y cada una de mis células. Se erizó mi vello, pero eso no fue impedimento para que acabase mi trabajo. Desaparecí, desmaterializándome en mi característico elemento, avanzando a máxima velocidad hacia el Dr. Watson, siendo visible centímetros antes de que mis manos aterrizasen en los hombros del desgraciado, arrancando un grito de puro pavor desde lo más profundo de su ser. Realicé una descarga ante la que mi cuerpo se resintió por el sobreesfuerzo y el señor cayó al suelo, seguramente desmayado por la incapacidad de dar el máximo de mí. Lo recogí y comencé a tirar de él hacia el otro extremo de la habitación, tratando de alejarlo de toda aquella batalla que los dos monstruos estaban llevando a cabo, intentando ignorar el sentimiento ominoso que me había invadido al acercarme.


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Sangre sobre hierro, hierro sobre hierro. [Priv. Kath & Lance] - Página 2 Empty Re: Sangre sobre hierro, hierro sobre hierro. [Priv. Kath & Lance] {Miér 27 Mayo 2020 - 9:15}

El repulsivo pero tan acostumbrado olor a sangre invadía sus fosas nasales, cuyo sentido del olfato había aumentado enormemente luego de transformar una buena parte de su cuerpo en una bestia de nueve colas. Su mantra le susurraba como un amigo confidente que Lance estaba a nada de acabar su combate, y correspondía que ella hiciera lo mismo. Pudo haber acabado ella sola con todos los oponentes sin darles la posibilidad a transformarse, pero últimamente le estaba dando más valor al autocontrol. Sabía que, si se descontrolaba y usaba mucho más maná del necesario, pondría en riesgo a sus compañeros y era tan innecesario como irresponsable. Además, todo estaba marchando de maravilla y ni con todas las transformaciones del mundo esos débiles guardaespaldas podían acabar con ella.

El retorcido guardia soltó un chirrido que molestó los oídos de la hechicera y luego se abalanzó hacia ella, lanzando una cadena hacia el techo y cargando con otra en una de sus tantas manos izquierda. Bloqueó el metal enemigo con Fushigiri y se preparó para un contraataque, sin embargo, sus sentidos sobrehumanos le permitieron reaccionar antes de que la cadena que había chocado con el techo de la estancia le atravesase el cráneo. Dio un triple mortal hacia atrás con una velocidad envidiable, y cuando sus pies encontraron el suelo desapareció de la vista de su contrincante. Ubicándose a un costado, giró sobre sí misma para ejecutar una especie de torbellino con las katanas extendidas. Las cadenas del enemigo le salvaron de una muerte instantánea.

—Empiezas a ser molesto, ¿sabes?

Volvió a desaparecer de la vista de Rodríguez, una y otra vez. Se movía de un lado a otro a una rapidez inhumana. Alcanzó la espalda del hombre y realizó un corte en cruz, provisto de una fuerza exagerada acompañada de una peligrosa onda cortante. La dura y escamosa piel de la quimera le permitió sobrevivir, aunque la sangre manaba a cántaros. Y no importaba cuán bueno fuese su factor de curación, era imposible escapar de la maldición de Fushigiri. Sin darle tiempo a recuperarse, le propinó una patada imbuida en haki de armadura y lo mandó a volar cual misil, estampándolo en la pared. Usó otro movimiento instantáneo más, uno que dejaba en ridículo al Soru del Cipher Pol. Al llegar a la ubicación donde se suponía que debía estar Rodríguez, descargó una ráfaga de veloces y potentes tajos que acabaron destruyendo la pared.

Un cuerpo ensangrentado y malherido cayó frente a los pies de Katharina, dejando un charco de ese viscoso líquido rojo. Hacía falta una regeneración absurda como la de su excapitán como para sobrevivir a esas heridas, así que podía dar ya por terminado el combate. Envainó la Hoja de Argoria y contuvo su devastadora aura para evitar destruir el resto del salón. Así de paso impedía que sus compañeros se desmayasen al no poder soportar la presión que ejercía su voluntad. En cualquier caso, el guardia no tardó en regresar a su forma humana, volteándose y dándole la espalda al suelo. Y entonces la hechicera abandonó la polimorfia.

—Así que eres tú… Era imposible que nosotros pudiéramos vencerte, ¿verdad?

La famosa pirata del Nuevo Mundo guardó silencio; no hacía falta responder.

—Al menos… ha sido un buen combate, ¿no?

—Sí, lo recordaré —mintió, manteniendo una expresión seria—. ¿Últimas palabras?

—Ninguna.

Una fría espada cercenó la cabeza del Jefe de Seguridad con la precisión necesaria para que no sintiera dolor alguno. ¿Acaso se estaba volviendo blanda…? Qué va, de ninguna manera. Dejó escapar un suspiro y luego envainó su arma; era hora de hablar con su compañero.

—Vaya, nos ha tomado más tiempo del que tenía pensado, ¿no te parece? Deberíamos volver con Kavernish, nuestros negocios con él han terminado y ya no le debemos ningún favor, aunque imagino que tienes asuntos pendientes. Volvamos a tu nave y sea lo que sea que quieras hacer, cuenta conmigo y mi espada. Vámonos, Lili, ya tendrás tu oportunidad de brillar.


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Sangre sobre hierro, hierro sobre hierro. [Priv. Kath & Lance] - Página 2 Empty Re: Sangre sobre hierro, hierro sobre hierro. [Priv. Kath & Lance] {Miér 27 Mayo 2020 - 15:33}

Mire de reojo a la escena que se estaba desencadenando justo a mi lado y vislumbré una forma animal perteneciente a mi compañera, la cual asemejaba a un zorro antropomórfico. Estaba peleando contra el horrible titán que iba de aquí para allá con sus dos cadenas favoritas, golpeando todo lo que estuviera a su alrededor y tratando de quebrar la defensa de Katharina de la forma más bruta posible, casi dando ataques aleatorios. Me di aún más prisa por escapar de aquella lluvia de golpes y auras indiscriminadas, sacando fuerzas de donde no tenía muy claro que conservase, tirando del cuerpo desmayado del Doctor mientras más nos alejábamos de allí. Aun así, por mucho que me alarmase la situación, no podía dejar de pensar que era la chica la que estaba llevando la voz cantante en la pelea, así que un ligero sentimiento de seguridad me abordaba por dentro mientras trataba de evitar la escena con la vista.

Logré arrastrar al casi cadáver hasta la gigantesca puerta de la estancia, abriéndola al instante con una descarga y viendo que lo que había fuera no era mucho mejor que lo de dentro: media decena de guardas estaban allí esperando, parecía que con la oreja pegada, quizás atraídas por el ruido, los gritos y los golpes. No había sido mi gesto más avispado del día ni del año, pero ahora que la había cagado, seguramente quedase tratar de arreglarle como buenamente pudiese. Le di una patada sin mirar atrás al hombre en bata, haciéndole rodar hasta que se alejase un poco del punto en el que estaba y generé una cúpula de electricidad a mi alrededor, donde también entraban los enemigos. A juzgar por la nula aura que provenía de los hombres podía asegurar que no eran para nada reseñables, por lo que terminaría pronto. Se me lanzaron en manada, todos juntos, y me limité a tocar la pared y transmitirme por ella con la mayor de las velocidades, desprendiéndome justo por la parte superior y detrás de ellos. No me vieron llegar y, generando dos asas sólidas amarradas al techo, me sujeté y me balanceé, empujando a dos pobres con sendos pies y haciéndoles golpearse contra la perpetua descarga de la cúpula. Bueno, dos ya estaban chamuscados… Hice desaparecer aquello a lo que me había sujetado y me puse en posición, tomando una Elektro Gun completamente descargada y apuntando desde cerca a la frente de uno de ellos, haciendo exactamente lo mismo con la otra pistola. Ambos retrocedieron por culpa del miedo, pero lo que no esperaban es que la cúpula redujera su tamaño y chocaran contra esta, cayendo K.O en ese instante.

Aun así, el quinto no se vio amedrentado y avanzó, aprovechando mi descuido y mi falta de armas para agarrarme del cuello y darme un rodillazo en el pecho aún sin haki. ¿Qué demonios? ¿Estaba tan cansado…? Me llevé ambos brazos a mi torso, abrazándolo mientras dejaba caer ambas armas de fuego al suelo. A cualquier persona le hubiera obligado a caerse al suelo, arrodillado, pero mi vivencia del dolor estaba deformada, lo que me permitió, en un arrebato de furia, correr hacia él y embestirle contra la pared, atravesándola los dos y dejándolo fuera de combate. Escupí un coágulo oscuro al suelo y, corriendo tomé ambas pistolas, dejándolas en mi cinto y acercándome a Watson para tomarlo de la manga del abrigo y comenzar a limpiar el suelo de todo el laboratorio con su mejilla mientras lo arrastraba. Su saliva y lengua hacían de fregona, así que estaba quedando impoluto. Se pegó con la frente en el desnivel de la puerta, costándome levantarlo para que pasase y esquivando cadáveres, hasta que llegué a las escaleras. Miré fijamente al hombre y asentí, comenzando a subir mientras la cabeza del susodicho golpeaba contra cada uno de los escalones de forma violenta, desencadenando un ruido hueco y grave que era violento y rítmico. Subí y me fijé en que el pasillo contaba con varias personas inconscientes o, al menos, parecían estar así. Bueno, la chiquilla parecía, de una forma u otra, haber hecho su trabajo. Me senté en la esquina del pasillo, tratando de recuperar fuerzas. Estaba cansado y tendría que esperar a Katharina para que lo llevase ella si quería llegar al barco, creo.


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Sangre sobre hierro, hierro sobre hierro. [Priv. Kath & Lance] - Página 2 Empty Re: Sangre sobre hierro, hierro sobre hierro. [Priv. Kath & Lance] {Jue 28 Mayo 2020 - 2:12}

Cuando salió al pasillo vio un montón de hombres inconscientes, charcos de sangre en el suelo y manchas carmesíes en las paredes. La pequeña Liliana respiraba ajetreadamente, aún sosteniendo la espada en su mano mancillada. Al final sí que había brillado, y lo justo era premiarle por ello. Tanto el muchacho como su discípula habían hecho un buen trabajo y comenzaba a sentirse orgullosa de contar con un equipo decente. Había trabajado sola durante muchísimo tiempo, luego conoció a los Arashi y aun así continuó actuando de esa forma solitaria e independiente. A día de hoy mantenía esa postura, pero podía decir con toda seguridad que encontraría una mano amiga al mirar hacia el lado. Habían sido unos cinco años bastante duros, no obstante, veía los frutos del esfuerzo y guardaba la esperanza de continuar creciendo.

La buena noticia era que ya no estaba obligada a trabajar para Kavernish y había recuperado su libertad. No quería volver a servir a ese hombre mentiroso y manipulador, alguien capaz de usar a los demás sin ninguna clase de escrúpulo. Cada vez que se preguntaba algo sobre el criminal lo único que encontraba eran más incógnitas. Sabía que era poderoso y contaba con muchísimos recursos, tantos como para contratar a Katharina y a Lance al mismo tiempo. Sin embargo, mantenía en las sombras sus propósitos y no mostraba indicios de que fuera a destacar demasiado. El Rey del Bajo Mundo era un hombre distinto, tan ostentoso como para reunir a los criminales más poderosos del Nuevo Mundo y pedirles que recuperasen los planos de la Gran Aguja que había azotado el mar del norte hacía varios meses.

Tomó el cuerpo inconsciente del doctor Watson y se lo echó al hombro.

—Destruiré el edificio para que no quede rastro de este estúpido experimento. ¿Quieres echarle un vistazo antes de que lo derrita por completo? —le preguntó a Lance sin levantar ninguna expresión—. Si quieres llamar a la Marina para que se hagan cargo del “niño” de arriba, creo que es buen momento para hacerlo.

Retiró el caracol con sombrero de bruja que llevaba a todos lados y marcó el número de Lion Kavernish. Una voz varonil, pausada y oscura contestó del otro lado, y la imagen del hombre llegó inmediatamente a su cabeza. Cabellos negros y ojos carmesíes, un rostro tan pálido como la misma muerte, y siempre vistiendo un traje elegante, siempre vistiendo de negro. Cuando le vio por primera vez pensó que el tiempo corría distinto a su alrededor, que parecía no responder de la misma manera a las leyes de la naturaleza. ¿Estaba bien querer tenerle de enemigo, sabiendo lo poderoso y peligroso que era? Había cometido atrocidades, pero nada nuevo en el mundo en que Lance y Katharina se movían.

Buenas tardes, Steinhell, siempre es un agrado recibir una llamada tuya. Dime, ¿en qué te puedo ayudar?

—El trabajo está hecho, tenemos al doctor Watson y hemos interrumpido su investigación; aún está respirando, puede que quieras acabar con su vida tú mismo.

Gracias por la consideración, pero no será necesario. Puedes traerlo con vida si quieres, ya me ocuparé yo de jugar con mi buen amigo.

Un escalofrío recorrió su cuerpo cuando escuchó esas últimas palabras. Sabía que no significaba nada bueno; ese hombre era retorcido y cruel, oscuro como el vacío.

—¿Tienes lo que te pedí?

Por supuesto, siempre cumplo mis tratos. No fue sencillo conseguir esa seda tan… escasa, pero es parte de nuestro negocio. Nos vemos dentro de los próximos días, Steinhell, tengo una infinidad de cosas que hablar contigo.


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Miré a Katharina y enarqué una ceja que no se vio a través de la máscara, levantando la mano del doctor para que ella lo tomase e hiciese los honores de llevarlo hasta el Ragnarok. Si Kavernish había dicho que estaba a favor de recibirlo vivo y eso podía suponer un mayor pellizco, no iba a perder la oportunidad. En cuanto lo tomase de una forma u otra, metería la mano en mi traje, en el bolsillo interior de la chaqueta, y tomaría un DDM con el que llamaría a la marine y, falseando la voz, les hablé sobre la situación del laboratorio e hice hincapié en el niño que allí vivía abandonado. ¿Qué quizás abusaban de él o pasaba por decenas de laboratorios? Era posible, pero desconocía si era un mejor destino que morir entre experimentos o terminar de soldado en una guerra vacua. Quizás la vida de aquel pobre estaba sellada des del momento en el que nació y sufrió aquellos cambios.

Con una llamada rápida, Katharina avisó a Kavernish de que el trabajo ya había finalizado y que llegaríamos en un tiempo a Shabaody con aquel casi-cadáver que era el profesor. También refirieron a algo sobre telas pero, teniendo en cuenta que a mí también se me iba a pagar  generosamente, no le di más importancia; cualquiera podía tener sus propios trapicheos y no juzgaría. Por la forma de hablar cualquiera aseguraría que se habían convertido en buenos amigos, al menos de forma unilateral, mientras que a mí todavía me provocaba escalofríos y seguramente me viera detrás de Katharina durante todo el intercambio, escondido. Ni mi mente ni mi cuerpo olvidaba aquel puñetazo que me lanzó contra la pared y que, si no hubiera sido por los poderes de la bruja, seguramente me hubiera arrebatado la vida de una forma tan simple.


Media hora después, estábamos en el exterior del laboratorio, mirando hacia el frente mientras a nuestras espaldas se desencadenaba un espectáculo de llamas que dejaba el edificio reducido a un triste cadáver metálico que, presa del calor, terminaba por derrumbarse y perder forma.  Había dado un toque a los tripulantes del barco insignia de Yggdrasil y aparecieron en el momento en el que nuestro trabajo había finalizado, reinando el cielo como acostumbraban a hacer. Lo señalé y transformé mi tren inferior en electricidad.

— ¿Podrás subir bien sujetando a ese hombre? — Seguramente me dijese que sí, así que me limitaría a desplazarme hasta cubierta y esperarla a ella. De todas formas, si fuese incapaz, simplemente me pararía a generar una escalera eléctrica de tal poca intensidad que no fuera mortal para nadie que la pisase y que se fuese formando mientras la escalábamos. Ya allí arriba, guiaría a la chica. — Sígueme, dejémosle en el calabozo. — La llevará pasillo a pasillo hasta las prisiones que teníamos habilitadas para los rehenes, abriendo una con las llaves que a la entrada se hallaban y señalando el interior para que la mujer lo tirase dentro, cerrando a su paso. Ya se encargarían los tripulantes de alimentarlo poco. Me acerqué entonces a una velocidad increíble al salón de mando. — Vamos hacia Sabaody, ahora, por favor. — Aquel al cargo toqueteó una serie de botones, la embarcación viró y tomamos rumbo, seguramente hacia la Red Line. Volví antes de que pasase un minuto desde mi marcha a aquella tétrica estancia y me quité la máscara, sonriéndole a Katharina. — ¿Vamos a tomarnos un chocolate? Llegaremos al archipiélago en dos días, puedes dormir en cualquiera de las habitaciones mientras esperas. Por cierto, tengo que pedirte un favor sobre una creación mía. — Y, mientras nos íbamos, un buque de la marina atracaba en la costa.


Última edición por Lance Kashan el Jue 28 Mayo 2020 - 21:21, editado 1 vez


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Sangre sobre hierro, hierro sobre hierro. [Priv. Kath & Lance] - Página 2 Empty Re: Sangre sobre hierro, hierro sobre hierro. [Priv. Kath & Lance] {Jue 28 Mayo 2020 - 21:17}

Dos enormes alas de águila nacieron de su espalda, tomó a Liliana de la cintura y mantuvo al doctor recostado en su hombro. Tenía la fuerza física necesaria —y de sobra, siendo sincero— para cargar a esos dos sin que supusiera un problema para ella. Lo molesto era el fuerte vendaval que corría fuera del edificio. Tenía la impresión de que hacía bastante más frío que antes y poco a poco la luminosidad empezaba a escasear. Podía resistir las bajas temperaturas, pero le era imposible ver en la oscuridad. Algo que la hechicera no tuviera, vaya. Como sea, blandió las alas provocando que la nieve bajo sus pies saliera disparada en forma de onda y cruzó rápidamente la distancia que le separaba del barco volador, respondiendo con un simple acto la pregunta de su compañero.

No le apetecía compartir la comida del barco con ese repugnante hombre, pero como no era suya tampoco empezaría a quejarse. Debía bastar con las sobras de lo que ella comiera, no es como si mereciere algo mejor. Era un prisionero que tenía los días contados. Depositado en el calabozo del Ragnarok no tenía posibilidades de escapar ni alguien vendría a buscarle. Seguramente estaba sintiendo la misma desesperación que sintieron todos esos niños al ser desfigurados por sus experimentos inhumanos. Había motivos para torturar a ese monstruo hasta la demencia, pero la bruja no era esa clase de mujer. Se catalogaba a sí misma como una asesina implacable que acababa de una manera rápida e indolora con las vidas de sus víctimas; veía innecesario someterlas a tremendo castigo físico. Y tampoco le gustaban los gritos.  

Notó que el profesor estaba abriendo poco a poco los ojos y, luego de soltar una pila de maldiciones y quejas, se dirigió hacia el pintoresco grupo.

—Debí haber supuesto que te enviaría a por mí, Steinhell —dijo, escupiendo al suelo—. Eres una estúpida al hacer negocios con ese hombre… Escúchame, podemos-

—Cállate. Ya nos engañaste una vez, no lo harás de nuevo —le interrumpió, dándole la espalda y saliendo de la habitación. Una vez fuera, le respondió a su compañero—: Uf, no sabes lo hambrienta que estoy. ¿Tendrás pastel, de casualidad? Se me antoja algo dulce para recuperar energías. Y respecto a lo del favor, no te preocupes, cuenta conmigo.

En los próximos días el intercambio tuvo lugar: el grupo de mercenarios entregó al doctor Watson y estos recibieron una fortuna. La bruja había regateado el precio de sus servicios, aunque tampoco había exigido demasiado, sino un trozo de tela lo suficientemente extenso como para formar un par de trajes. Si quería iniciar su carrera como modista debía hacer vestimentas realmente únicas, ¿no?


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