[Segunda Ronda] Lysbeth Ardian vs. Bleyd

Lysbeth respiró hondo una vez más mientras se recogía la larga melena en una coleta alta. Había perdido su primer combate, a nada de un empate… pero se lo había pasado de muerte. Había sido intenso, raudo y exigente, todavía sonreía al recordarlo. Puede que no hubiera ganado, pero el recuerdo nadie iba a quitárselo.

Sus heridas habían sanado. La isla tenía un excelente equipo médico a disposición de los participantes y eso sumado a sus propias capacidades la habían puesto a punto en seguida. Se habían hecho un buen destrozo el uno al otro, pero había valido la pena. Y ahora, tres días después, era hora de enfrentarse a su segundo contrincante. Bleyd. Recordaba haberse cruzado con él, pero no creía haber hablado en persona nunca. No sabía mucho de él, más allá de que era un excelente mercenario, o soldado. No necesitaba mucho más para divertirse partiéndole la cara, también era cierto. Al fin y al cabo, para algo habían viajado ambos hasta ahí.

Entró al escenario en medio del clamor del público, mientras se centraba en repasar sus armas. Sai, cuchillos… lo tenía todo en su sitio. En su mano y brazo izquierdos, además, reposaba el Entrelazado. No lo utilizaba a menudo, pero había preferido pecar de precavida al no tener muy claro el estilo de combate de su rival.

Se centró en el escenario, bastante impresionada. Era diferente al primero, para empezar hacía bastante más frío. Nada que no pudiera manejar, aunque la nieve que cubría el suelo le daba ganas de pasar de caminar y en su lugar volar durante todo el combate. Aún así, se contuvo y avanzó hasta el centro en forma humana. Aguardaría allí por su rival para darle la bienvenida de forma educada, ofreciéndole un apretón de manos.

-¡Buenos días! Creo que ya has visto mi nombre en el tablero; yo soy Lysbeth. Un placer conocerte… Bleyd. Estoy deseando comenzar esto.

Aguardaría a que él hiciera el primer movimiento como muestra de buena fe, pero se mantendría en guardia por lo que pudiera pasar. Sabía demasiado bien que confiar demasiado solo llevaba a error.

Un robo descarado, eso es lo que había sido. Un combate que podía haber sido épico, convertido en una grotesca burla.

Pero era mejor dejar las cosas así, discutir con el que tiene el poder de un yonkuo, al cual todos pelotean, al que incluso la marina besa el suelo por donde pisa. Mejor permitirle ahogarse en su propia crapulencia, aunque tampoco se daría cuenta de que se comportaba como un cretino malcriado, pudiendo ganar firmemente y sin discusión, prefirió quedarse quieto sin hacer nada. Dando un espectáculo lamentable. Si no le gustan los torneos a que viene... ¿Quien sabe? ¿lucirse, medirse la polla, pasar el rato?

Entre en la arena aunque llamarlo arena seria algo extraño, tal vez nieve seria mas detallado.

Seguro que a Fluffle le encantaría estar aquí, tenia que asegurarme de traerlo cuando todo esto acabe para que haga un muñeco de nieve y después comamos chocolate calentito.

Sin mas dilación me acerque a la muchacha que se encontraba en el escenario, buenas curvas, buenas tetas un poco pervertida, tenia que asegurarme que esta vez me llevara su sostén.

-Encantado, señorita Lysbeth, entonces que quiere, ¿pasamos de hacer el tonto y nos marcamos una pelea de bolas de nieve? Siempre sera mas divertido que hacer el cabra.-

Me agache y recogí un poco de nieve con la cual hice una bola y se la puse en la mano.

-Y no es que no te quiera dar la mano, pero tanto tiempo conmigo le he cogido cariño. Aunque podría prestártela al 40% de interés.-

intentaba convencerme a mi mismo de que tenia que pasar por esto de la mejor manera posible, la verdad no tenia ni media gana de estar allí, tan solo quería coger mis cosas e irme a casa por que para como había sucedido la primera ronda... Aun así decidi darle una oportunidad a lo que parecía ser un sinsentido.

Su contrincante llegó al combate envuelto en una sólida armadura. No se le veía la cara y aún así era evidente que le estaba mirando a las tetas. Clásico. Aún así, pese a su poca discreción, respondió de forma amable. En principio. ¿Decía en serio lo de pasar del combate y dedicarse a una pelea de bolas de nieve? No negaba que podría ser entretenido, pero no estaba ahí para eso.

Sonrió divertida cuando él le puso la bola de nieve en las manos. Entendía que fuera precavido, no iba a reprochárselo. No había planeado hacerle nada a su mano, pero eso él no podía saberlo. Tras unos segundos de cavilación, decidió cumplirle el capricho. Una pelea de bolas de nieve. Eso sí, empezaría y terminaría con la suya.

-Lo lamento, pero me gustaría combatir. Aún así, te lanzaré esta para quitarte el antojo. Dame un momento.

Se apartó unos metros y se agachó en el suelo para coger algo más de nieve y volverla más grande. Tampoco demasiado, lo justo como para que fuera un espécimen ejemplar. Mientras terminaba de darle forma con las manos, creó un orbe oscuro. Nunca había intentado esconder uno y no estaba segura de si funcionaría, pero al menos a simple vista no parecía haber nada. Intuía que ya habría empezado a derretirse por dentro, pero para algo acababa de ponerle doble y triple capa de nieve.

-¿Listo?- Gritó preparándose para lanzar.

Aguardó un momento por una respuesta y acto seguido lanzó el proyectil a toda velocidad, derecho a la cabeza de su objetivo. Estallaría nada más llegar y con algo de suerte haría que tuviera que quitarse el casco. Si no, al menos tendría una idea más acertada de la resistencia de esa armadura. No era un mal comienzo y eh, al menos así el soldado tendría su pelea de bolas de nieve.

-Si quieres puedo repetirlo, cuántas veces desees. – Añadió con una sonrisa.

-Buenoooo. Peor es nada.- Respondí animadamente al ver que la chica me concedía el capricho de jugar un poco con la nieve.

-Eh.... esa bola es un poco gorda.... No se supone que tengas que poner tanta nieve... Va, controlate, que eso es muy gordo-

Le comente mientras la muchacha hacia una bola, la susodicha tenia un tamaño ideal para construir un muñeco de nieve, sin embargo era excesivo que para ser lanzada.

-Bueno, va. dale caña.-

Le grite, al tiempo que ella se preparaba para lanzar la abominable bola de las nieves.

La esfera de agua helada se desplazo por el aire en dirección a mi cara. Afortunadamente estaba mas que preparado para ese tipo de contingencias.

Levante la mano y dispare el modulo cinético, una colorida energía azulada rodeo la bola de nieve para dejarla prácticamente inmóvil en medio de su trayectoria. Rodee la bola para colocarme tras esta mientras la admiraba, ¡Oh! la verdad es una bonita pelota de nieve. Sin embargo la bola de nieve detono. Pude ver a cámara lenta como la gran masa se hacia añicos. Me aparte dando un salto lateral, pero no fue suficiente. La explosión me puso de nieve de pies a cabeza, parecía un monigote, el color blanco resaltaba con el negro de la armadura y tuve que limpiarme la cara con la mano para poder ver.

-Con eso.... Te has pasado jovencita.- Me mese la barba de nieve al tiempo que pensaba un castigo adecuado para tamaña burla.

Me puse a correr por el estadio dando vueltas a su alrededor ganando cada vez mas velocidad. Active la bomba sonica que se encontraba en mi hombro derecho, el horripilante sonido de cientos de uñas arañando una pizarra se hizo audible por la zona de combate, el sonido se escuchaba por encima de mis rápidos pasos que apenas tocaban la superficie helada.

Tome la maravillosa botella de vino que ya era parte de mi equipo y la lance a los pies de la chiquilla, la botella de un hermoso verde y con una etiqueta en donde se podía observar un viñedo, comenzó a soltar una gas muy potente capaz de emborrachar a quien lo inhalara si no estaba protegido debidamente.

La pobre bola de nieve quedó detenida en el aire por un rayo de extraña energía azul. Explotó, claro, pero obviamente no llegó a su objetivo. No toda, al menos. De un momento a otro la nieve cubrió a Bleyd de la cabeza a los pies. Sinceramente, ese bigote había valido la pena.

Se limpió la cara y empezó a correr alrededor de la pirata, que se quedó en guardia atendiendo a cada uno de sus movimientos. Sin embargo, eso no la preparó para el sonido que atravesó el estadio en un momento. Como si mil uñas arañasen la misma pizarra a la vez, la cabeza comenzó a dolerle de forma horrible. Se llevó las manos a las orejas, pero no consiguió ahogarlo. Se forzó a tratar de ignorarlo, al menos lo bastante como para no perderle de vista. En cuanto vio que cogía otra cosa extraña decidió que era hora de apartarse. No haría nada contra el sonido, pero dudaba que fuera a usar el mismo truco dos veces seguidas.

Saltó en el aire, cambiando a su forma completa y aleteando para elevarse más y mantener las distancias. Al ver el extraño humo que empezaba a formarse bajo ella se alejó todavía más, cuidando de que no llegara hasta ella. Un escalofrío la recorrió de arriba abajo, el sonido todavía continuaba y por más que intentara dejar de pensar en ello continuaba taladrándole la cabeza. Harta y sin pararse a pensar demasiado, extendió ambas manos hacia Bleyd, lanzándole dos rayos de energía demoníaca con potencia suficiente para abrir un boquete a través de un edificio. Si no lograba hacer mella en esa armadura, a lo mejor conseguía que parase ese horrible sonido.

Y allí fue la mas hermosa de los monstruos. Odia ver sus bellos y preciosos cuernos sus dulces pezuñas y su vibrante cola, esos magníficos pinchos, era un espectáculo para la vista, voluptuosos pechos, magnificas curvas, figura sensual.

El enorme cañón de nieve escupió una enorme carga de este agua congelada y fácilmente manejable. Me lance contra el montículo, y comencé a "modelar" un corte de espada puso suave y plana la mesa, talle dos sofás simples uno delante del otro, lo mejor que podía hacer con las manos. Secuestre de los vendedores ambulantes, dos latas y un manojo de flores usando el rayo tractor para no abandonar a mi amada en la nieve. Ademas, mangue un par de perritos calientes y hamburguesas, los cuales coloque sobre la mesa, me senté en el sofá, apague la bomba sonica use el dial de sonido para colocarlo en la mesa, los dos enormes rayos perforaron la nieve y el suelo detrás mio, ante esta señal de amor comencé a cantar a mi amada.

Observándote los pechos me doy cuenta.
Que el amor es dolorido.
Estar a tu lado es una apuesta.
Pero el amor no es pan comido.

Al estar en pleno paraíso admirando tu figura.
Me doy cuenta que eres pura.
Puro amor, puro corazón.
Por ello ¡ven! se mía, con una condición.

Seamos amantes en el salón.

Había sido magnifico, maravilloso, una autentica obra de arte salida desde el fondo del corazón, lo que sucedía es que la gente no entendía mi arte, el publico chillaba y abucheaba envidiosos de mi amor, comenzaron a arrojar objetos al campo tales como almohadas, sillas, tomates, incluso creí ver un cuchillo.

Se quedó mirándole un poco preocupada. Había esquivado su ataque como si no fuera nada, ignorando el boquete a su espalda, y de un momento a otro la nieve había cubierto el campo mientras su enemigo echaba a correr. Echó mano de sus sai y se puso en guardia, sin saber bien qué esperar. Localizó al menos la fuente de la nieve: había un cañón o algo parecido que la estaba lanzando. No duró mucho, pero fue suficiente como para que su enemigo creara un salón de nieve en mitad del campo. Vio la comida y al hombre corriendo por entre el público y decidió que necesitaba una llamada de atención.

Se acercó a la máquina y se quedó en el suelo, a su lado, mientras el hombre comenzaba a cantar. Por toda respuesta, Lys esbozó una pequeña sonrisa. ¿Tanto le había afectado? Dio un pequeño salto y de una patada rompió la máquina de nieve, lanzándosela a la cabeza a Bleyd. No sabía cada cuanto iba a lanzarla y no quería más distracciones. Ella era la única con derecho a distraer.

Se acercó de nuevo al centro del lugar, ahora ocupado por el escenario perfecto para una cita. Pero esto no era una cita, era un combate. Alzó una mano, reclamando la atención del público. Un cuchillo desviado aterrizó en el suelo, a su lado, justo antes de que todos se calmaran. Lo arrancó de la nieve y comenzó a juguetear con él entre las manos, sonriéndole a la armadura y mirándole a los ojos.

-Bonita canción. Quítate el casco y hablaremos de tu recompensa.

Arrojó el cuchillo con precisión para que aterrizara entre sus pies, mientras ella se adelantaba y cogía una hamburguesa, sin quitarle los ojos de encima. Comenzó a devorarla con tranquilidad mientras elevaba el nivel de deseo de su contrincante poco a poco, sin prisa pero sin pausa. Para cuando se la terminó él estaba a punto de caramelo, por decirlo con suavidad. Ella le miró con tranquilidad, todavía en guardia. No podía descartar la posibilidad de que aquello fuera una trata para hacerle confiar. Al fin y al cabo, ella también estaba jugando a ese juego. Se aseguró de cambiar su aura para que todo lo que se percibiera por su parte fuera lujuria y amor, nada de poder o ambición. Sonrió, invitándole a acercarse.

-¿Vendrás?

Que persona mas generosa, que corazón tan grande, me regalaba una maquina para hacer nieve, aunque estuviera rota y no valiera un pimiento ya. Pero era un regalo, me golpeo la cabeza y seguí allí, como un bobo colegial en su primera cita. La pena es, que el regalo se estrello contra la mesa aplastandola. Mi parte estaba arruinada, destruida y aplastada, todo el trabajo que me costo perdido. Por mi hermosa y buenorra que estuviera tenia que enseñarle que aquí mandaba el hombre, esto era un patriarcado machista y opresor. No toleraría esa ofensa a mi trabajo.

-¿Como que quítate ese casco? Mujer, has destruido mi bonita creación y osas osar darme ordenes. No me estas respetando. Exijo respeto o lo nuestro ha terminado.

Ella sonrió después de lanzar un cuchillo entre mis piernas y me invito a acercarme, estaba claro que esta chica quería caña, seguramente le pusiera a mil, hacerlo al aire libre y con publico.

Avance hasta ella, tenía la intención de arrancarle la ropa de cintura para arriba, pudiendo así, ver su sensual y voluptuoso cuerpo. De seguro tendría los pezones tan duros que serían capaces de cortar cristal.

Alzó una ceja ante sus palabras. La ira estalló dentro de ella como si le hubiera lanzado dinamita. Pero no lo había hecho. Tan solo le había ninguneado. ¿Respeto? ¿Le pedía respeto? Había tenido paciencia. Había intentado seducirle para terminar el combate cuanto antes y a cada momento que pasaba ese intento de hombre le sorprendía con nuevos niveles de condescendencia. ¿Tanto le pesaban las pelotas que no era capaz de recordar que estaban en un combate? Ni siquiera Arthur, recibiendo lo mismo que este tío y más, había desoído su objetivo. Bien. Que así fuera. Él mismo se lo había buscado.

Hundió un pie en la nieve y lo arrastró para levantarlo de una patada hacia su cara. No pretendía darle, tan solo crear una cortina blanca. En el tiempo en que la nieve se asentaba, Lys esprintó hasta situarse lejos y a su espalda, en el aire. 20 metros por segundo. Le había costado mucho ser capaz de manejar esa velocidad y era hora de aprovecharla. Disimuló su aura con la de una niña en el público y contempló a su objetivo. La nieve volvía a estar en su sitio y frente a él, el clon que había dejado. Exactamente igual a ella, de la cabeza a los pies. Tenía la misma expresión de tranquilidad que ella hacía dos segundos, como si no hubiera oído nada. El clon utilizaba sus poderes para manipular el deseo del hombre, para mantener su atención en ella.

Actuó rápido. Solo era un clon, pero no iba a dejar que le pusiera la mano encima. Alrededor de Bleyd y el clon levantó un círculo de fuego infernal. Las llamas alcanzaron los 2 metros y medio, ardiendo amenazadoras. Ella se concentró y creó en sus manos una bola de energía. Cuando lo lanzó, se convirtió en un rayo bastante más ancho de lo que estaba acostumbrada, lo bastante como para que dos personas grandes cupieran holgadamente en él. No solía dejarse llevar tanto, menos en un combate que debería haber sido amistoso, pero no se arrepentía de nada. Apuntó a la armadura con la potencia necesaria como para destruir una ciudad pequeña. Aguantaría el ataque durante 3 segundos, redireccionándolo si él se movía.

No iba a dejar que escapase.

Y ahora una pataleta... Esta chica necesitaba saber quien mandaba allí, unos buenos azotes en su culito respingon la pondrían en su lugar, pero para ello necesitaba poder ver donde estaba. Active mi visión de rayos X para no perderme detalle de su cuerpo desnudo. La verdad no podia ver muy mucho mas que su esqueleto pero el contorno de su piel alrededor de los huesos era algo precioso, incluso podía ver el sus grandes y voluptuosos pechos, aunque tal vez fuera mas mi imaginación que otra cosa.

Mi lindo amorcito comenzó a rodearme, era adorable ver como intentaba mirar mi perfecto pandero, podía habérmelo pedido, después de todo estaba mas que gustoso de dejar que me metiera mano.

Nuestro gran deseo se desato como un infierno, mientras las llamas del amor derretían la nieve a mi espalda.

Ella tan galante, tan hermosa, tan deseosa. Me soltó su amor purificador, un rayo de luz pura, una energía maravillosa que yo acepte con los brazos abiertos. La energía me rodeo mientras avanzaba a por ella, ningún daño pudo traspasar mi armadura, era un coloso enamorado y como tal necesitaba darle duro a mi niña.

Me abalance a por ella traspasando el rayo de amor verdadero. Le intente dar un abrazo amoroso a una velocidad pasmosa, quería rodearla entre mis brazos apretarla firmemente mientras entrelazaba mis brazos para agarrarle el cachete del culo derecho con la mano izquierda y el pecho izquierdo con la mano derecha haciendo una magnifica presa de la cual no pudiera escapar.

-Vamos, te voy a dar tal masaje que vas a tener el orgasmo mas brutal de toda tu vida.-

Comencé a mover mis dedos, tenia toda la intención de hacerle sentirse mas que bien, el masaje era maravilloso, mis dedos casi mágicos tocaban, palpaban y presionaban su colo y su teta buscando los puntos de presión, quería hacer que gimiera, que se mojara entera, incluso podría conseguir que se durmiera o desmayara a causa del placer carnal.

Abrió los ojos con horror en cuanto vio que ignoraba completamente tanto al clon como al deseo que este estaba intentando ejercer en él. Solo tenía ojos para ella y su rayo no pudo hacer nada para pararlo. Detrás de él se abrió un cráter, justo donde había estado posado. Sin embargo, él saltó en el aire derecho hacia ella con las manos por delante.

Por un momento, sintió terror. Volvió a esprintar a toda velocidad, alejándose de él. No necesitaba verle la cara, el ansia con la que se movía y la forma que tenía de mover los dedos mientras se le acercaba bastaban para que se le retorciera el estómago. Ese hombre le inspiraba algo horrible. Horrible y visceral. ¿Cómo había ya no sobrevivido, si no salido ileso sin un solo arañazo? Tenía que haber sido casualidad. Una vez más, apretó los dientes y repitió su ataque. La misma potencia. Directo hacia él.

Aterrizó en el suelo, algo jadeante. Se aseguró de dejar una buena distancia entre ambos antes de morderse la muñeca y beber con algo de furia la sangre que se derramó. Un par de gotas escaparon a la nieve y fueron pisoteadas por la pirata mientras escupía en dirección de su rival. Tenía muy claro lo que iba a hacer. Cerró los ojos un momento. No estaba calmada, pero utilizó toda su furia para concentrarse. De un segundo a otro, todo se volvió bocabajo. Derecha fue izquierda, arriba fue abajo y de su odio, nació la energía del amor.

Solo necesitó un dedo. Le señaló, lanzando hacia él su ataque más potente. El rayo de energía, rodeado de fuego infernal, iluminó las caras del público mientras llegaba hasta Bleyd. No tenía ni idea de qué ocurriría a continuación. Si era capaz de salir ileso también de eso, habría perdido el combate. Y, aún así, el rayo se mantuvo firme pese a sus dudas, alimentado por su pasión y las ganas, el ansia, la necesidad de salir victoriosa.

Una vez la luz se apagó y la nieve se asentó, aguardó en guardia, preparada para lo que pudiera ocurrir. Fuera lo que fuera que viniese hacia ella, le haría frente firmemente. No iba a rendirse.

Buenas tardes, mi nombre es Zane D. Kenshin y me han dado las gafas de juzgar, una sotana que he dejado en mi casa porque no me gusta y una libretita para ir apuntando cosas.

Pese a ser la segunda ronda, os voy a clarificar en que consiste el sistema de puntos que va a dictaminar al ganador de un combate. Pese a que la general se puntúe con 3 puntos para el ganador, 1 si hay empate y ninguno para el perdedor, para llegar a eso tenemos en cuenta lo siguiente:

• Victoria bélica: Que otorga 5 puntos de forma automática al ganador.
  
• Narración y estilo: 2 puntos.
  
• Asumir daños: 2 puntos.
  
• Originalidad y entorno: 2 puntos.
  
• Pulcritud de escritura: 1 punto.
  
• Faltas (cerradas, power rol, meta rol): -1 punto por cada acción que se haga, a no ser que sea consentida y hablada por los usuarios, que en ese caso no quitará nada.
  

Tengo que aclarar que si veo que uno de los apartados estás muy igualado no otorgaré puntos, dado que al tener que dar la misma cantidad a cada combatiente se anularían entre sí.

Teniendo esos conceptos claros, voy a ponerme con el veredicto:

Sintiéndolo mucho, la campanita ha sonado antes de que el combate tuviera un ganador claro. Es por ello que ninguno de los dos obtiene la victoria bélica.

Todo leer todo el combate lo he visto, francamente, muy igualado en todos los apartados que tengo que evaluar, así que voy a intentar desglosarlo de la mejor manera posible para así ver cuál es la resolución del combate:

Pulcritud de escritura: Este es el apartado que he tenido más claro a lo largo de todo el combate. Bleyd, como siempre te digo, tienes un ligero problema con los signos de puntuación. Así que… Punto para Lysbeth

Narración y estilo: Cada uno tiene su forma propia de rolear. Puede ser mejor o peor, pero es personal y se nota. Así que en este apartado no hay punto para ninguno de los dos.

Asunción de daños: Aquí he tenido algún que otro dolor de cabeza, debido a que no estoy conforme con la maestría de coloso inamovible, dado que desde mi juicio debería enfocarse únicamente en parar o bloquear ataques físicos y no elementales o canalizaciones. No obstante, como está escrito en la normativa no me queda otra opción que no dar un punto a ninguno, dado que estáis empatados.

Originalidad y entorno: Los dos usáis el entorno a vuestro favor, pero solo uno de vosotros lo hace bélicamente, y esa es Lysbeth al dar una patada a la nieve para cegar a su oponente o cubrir una de sus bolas de energía chunga y lanzarla a su rival. Así que… Dos puntos también para Lysbeth.

Faltas: En primer lugar, quiero mencionar lo que a mi me parece más de mal gusto. Sé que cada usuario tiene su forma de narrar, pero otra muy distinta es usar un vocabulario que puede resultar ofensivo a la otra persona, y sí, lo digo por tí Bleyd. Sobre todo por el primer párrafo de tu último post que es de muy mal gusto. Además, tengo que comentarte que hacer cerradas es algo que se penaliza, y eso de ir directamente, sin consentimiento previo de su usuario, en este caso Lysbeth, a hacerle un masaje esta feo. Te diría que le volvieras a echar un ojo a la guía de combates, dado aque ahí te lo explica muy detalladamente. Esto son dos faltas, pero como no me gusta poner números negativos... te dejo a cero.

Es por ello que mi veredicto es que gana Lysbeht 3 a 0.

Si no estáis conforme con la corrección, siempre podéis pedir una segunda en este mismo post y otro de mis compañeros se pasará a ello.

Un saludo