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[TERCER Y CUARTO PUESTO] Lysbeth Ardian vs. Zane D. Kenshin Empty [TERCER Y CUARTO PUESTO] Lysbeth Ardian vs. Zane D. Kenshin {Jue 4 Jun 2020 - 20:52}

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¡Comienza Lysbeth!
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[TERCER Y CUARTO PUESTO] Lysbeth Ardian vs. Zane D. Kenshin Empty Re: [TERCER Y CUARTO PUESTO] Lysbeth Ardian vs. Zane D. Kenshin {Jue 4 Jun 2020 - 23:34}

Ya casi estaba. Solo quedaba un combate para que pudiera largarse de esa isla. Por supuesto, no era como si estuviera encadenada. Su barco estaba en el puerto y podía marcharse cuando quisiera. Aún así… solo quedaba un combate. No iba a marcharse cuando estaba tan cerca del final.

Le había decepcionado no pasar a la final, pero no iba a reprochárselo al juez. Arthur había luchado mejor que ella. Por lo menos, su estrategia estaba definitivamente más pulida que la suya propia. Aún con ese resultado, había sido un combate que tardaría bastante en olvidar. Una semana había bastado para lograr curarse la cadera y la montaña de moratones que le había regalado el pelirrojo, aunque algunas de las quemaduras todavía estaban algo enrojecidas. No le molestaban. Si acaso, eran un recordatorio de que no debía subestimar el fuego. No había sido eso lo que le había llevado a alejarse del oro, pero bien podía ser lo que le apartase definitivamente del podio. Lo único que se interponía entre ella y el tercer puesto era Zane D. Kenshin y tan solo mencionarlo hacía a la pirata poner los ojos en blanco.

Reconocía ahora que se había dejado llevar. Había tenido una oportunidad de pelear contra él cuando no había tanto en juego y su orgullo le había llevado a desperdiciarla. El espectáculo que se había acabado montando aquel día era… patético, a decir verdad. El público había acabado entretenido, sí, pero ella no había venido aquí para agradar al público. No realmente. Ahora todo con lo que contaba era información de segunda mano gracias a los videos del resto de combates y su propio ingenio. Sola en su camarote, Lys se encogió de hombros. Suficiente.

Se vistió de forma sencilla para el último combate. Un vestido corto de manga larga hecho de terciopelo negro. El escote en forma de V dejaba que la tela contrastase con su blanca piel, igual que las aberturas a ambos lados de la falda. Esas en concreto estaban cerradas gracias a dos lazos que hacían X en sus caderas y quedaban colgando un poco por debajo de la tela. Iba en sandalias con tacones cuadrados, pues no pensaba correr el riesgo de que alguno se partiera. Y llevaba sus armas, por supuesto. Había afilado y pulido tanto sus sai como sus cuchillos la noche anterior y estaban listos para dar todo un espectáculo.

Llegó pronto, o por lo menos la primera. Dio una vuelta por el terreno de combate, examinando las turbinas y los mosaicos en el suelo. No era tan espectacular como el último, pero desde luego estaba muy trabajado. Soltó un pequeño silbido de admiración, que se perdió entre las ovaciones del público. Aparentemente no era la única que todavía se acordaba de la última que había liado en el torneo. Sonrió, sintiéndose acogida. Bien, era hora de terminar de una vez por todas. El sol estaba en lo alto, la gente no dejaba de chillar y definitivamente no eran los únicos que clamaban por sangre. La súcubo afiló su sonrisa, aguardando a su rival.

Esta vez no tendría piedad.


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[TERCER Y CUARTO PUESTO] Lysbeth Ardian vs. Zane D. Kenshin Empty Re: [TERCER Y CUARTO PUESTO] Lysbeth Ardian vs. Zane D. Kenshin {Sáb 6 Jun 2020 - 14:20}

Cuando Zane se despertó el día de la gran final del torneo no pudo evitar sentir envidia por su tercero de abordo que, como de costumbre, parecía haberse despertado mucho antes que nadie en aquel barco. Se quedó mirando hacia el techo, contemplando la exquisitez del ornamento que decoraba su camarote. Desconocía de qué tipo de madera estaba fabricado, pero presentaba un exquisito tallado que formaba una especie de planta que entrelazaba sus raíces y convergían en su centro formando una flor.

Transcurrieron algunos minutos hasta que decidió levantarse de la cama, ducharse y preparar su equipamiento. Dentro de su armario estaba preparado un traje inspirado en las vestimentas tradicionales del País de Wano, levemente modificado para sus propias necesidades en el combate. De los pies a la cabeza estaba compuesto por unas botas de color con suela de goma, un pantalón del mismo color ligeramente holgado, una camisa blanca, abrochada tan solo por los botones que le cubría el abdomen y remangada hasta el codo, junto a una chaqueta negra con botones blancos. También portaba un haori sin mangas, de color negro con un decorado ligeramente tribal en su solapa, un pañuelo blanco atado a su cintura, donde se estaban bien amarrada sus dos sables y su tanto, y un pañuelo negro en su frente. Sus brazos tenían sus protectores, los cuales había tenido que arreglar varias veces a lo largo del torneo. «Estoy hecho un pincel», pensó mirándose en el espejo, sonriente.

Subió a la cubierta y se encontró con Therax. Ambos cruzaron una mirada y asintieron. No hacía falta pronunciar ninguna palabra. Los dos tenían que ganar y demostrar al mundo que la piratería no solo estaba en manos de unos pocos novatos destacables, sino que ellos iban a coger la antorcha que guiara a la nueva era. Y para ello tenían que ganar sus respectivos combates. Después de aquello, el pirata se envolvió en un tornado de llamas y desapareció en el horizonte, desplegando sus alas y transformándose en una preciosa ave que despejó todo el cielo, atrayendo el buen tiempo a su paso. Le tomó un par de minutos llegar al lugar del último combate. Era un estadio del mismo tamaño que los anteriores, pero presentaba una decoración muy distinta a la que estaba acostumbrado. Éste no tenía estatuas, ni fuentes, ni tan siquiera algún objeto extraño que se encontrara en mitad del estadio porque sí. Tan solo tenía un gigantesco mosaico de los combatientes que tan solo podía verse desde el aire, que estaba rodeado de unos paneles negros relativamente sospechosos.

—De mayor quiero ser como ese viejo excéntrico —masculló el pirata en voz baja, justo antes de llegar al estadio. Sin embargo, no adoptó su forma humana, al menos no de golpe. Comenzó a dar vueltas alrededor de la arena de combate, aumentando de esa forma la temperatura media que envolvía aquel lugar, haciendo que superara los cuarenta grados, convirtiendo el estadio en un verano perpetuo muy caluroso.

Tras ello, aterrizó envuelto en llamas a unos diez metros de Lysbeth. Algo le decía que eso no iba a ser una batalla de baile, sino que esa vez habría sangre y un ganador absoluto. Ya no había en juego puntos ficticios en una tabla, sino que estaba en riesgo el tercer puesto en aquel torneo.

—Me alegra volver a verte, Lysbeth —le saludó el pirata con honestidad, clavando sus heterocromados ojos sobre los de ella.

El pirata desenfundó con gracia sus dos espadas, portando en su zurda la novena hoja Fiordiana y en su diestra a Izanami, mientras desataba parte de su destructiva voluntad en la arena de combate. El suelo bajo sus pies comenzó a resquebrajarse en todas direcciones, mas era consciente que aquello no le iba a afectar a Lysbeth. Había sido capaz de soportar su haki del rey en su primer encuentro, así que tan solo sería una pequeña declaración de intenciones.

—¡Cuando quieras!


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[TERCER Y CUARTO PUESTO] Lysbeth Ardian vs. Zane D. Kenshin Empty Re: [TERCER Y CUARTO PUESTO] Lysbeth Ardian vs. Zane D. Kenshin {Dom 7 Jun 2020 - 12:45}

Le vio llegar desde lejos. ¿Cómo no hacerlo? Era hermoso en su forma completa. Un enorme pájaro anaranjado que arrastraba consigo el buen tiempo allá a donde fuera. Suspiró. Esos pocos segundos en silencio mientras se acercaba seguramente fueran a ser los más apacibles de todo el combate.

La temperatura subió cuando empezó a rondar el escenario, calibrando el lugar en el que habrían de luchar. Por toda respuesta, Lysbeth se hizo una coleta alta mientras se acercaba a la grada más cercana. Se apoyó en el muro y le hizo un gesto a un joven para que se acercase. Por supuesto, el hombre corrió hacia ella y, atendiendo a su muda petición, le dio la botella de agua que llevaba en la mano. Lys sonrió y para agradecérselo, le dio un besito en la mejilla. Aprovechó para susurrarle algo al oído y mirar con atención a todos los espectadores de la grada, antes de alejarse para enfrentar a su oponente. Sabía que el chico se ocuparía de extender su mensaje con ferviente convicción.

Bebió de la botella y tras cerrarla bien, la dejó en el suelo a su lado, justo cuando Zane aterrizaba en llamas frente a ella. Su sonrisa le ensanchó.

-¿Acabamos de empezar y ya estás ardiendo? Sé que soy bonita, pero esto casi parece obsceno.

Asintió ante su bienvenida, incapaz de corresponderle con total sinceridad. Desenfundó sus espadas y, de repente, el suelo se resquebrajó en todas direcciones. Sintió el peso de su voluntad contra ella y torció el gesto por un momento. No era la primera vez que la sentía y desde aquella ocasión había reflexionado al respecto. Era más fuerte que ella. Era un hecho. Podía sentirlo cuando dejaba entrever toda su voluntad para que el mundo la contemplase. La mitad de los presentes al menos habían caído desmayados y aunque ella siguiese en pie eso no quería decir que no fuera consciente de a lo que se estaba enfrentando.

Sin embargo, había llegado a una conclusión. Si era más fuerte que ella no era porque no pudiera alcanzarle, si no porque todavía no lo había hecho. Escuchaba su voluntad y algo en su interior rugía y le gritaba que se lo devolviese, que le enseñase de qué era capaz. Le habría encantado escuchar a esa parte de su ser y dejar que rugiera a voluntad, pero los combates del torneo no le habían dejado tiempo para ello. Pese a ello, la sentía dentro de sí como si su corazón latiera hasta fundirse, más cálido y agresivo que ningún fuego que él pudiera lanzarle. Si intentara utilizar ese sentimiento a su favor, en ese momento, no sería capaz de controlarlo. Sabía que dejar salir su voluntad en ese instante no le ayudaría en nada. Él era más fuerte que ella. Ambos lo sabían. Pero si algo había aprendido en ese torneo era que peleaba mejor cuando se tragaba su orgullo y se centraba en el combate. No importaba que fuera más fuerte. No importaba que su voluntad gritase más alta que la suya en ese momento, porque Lysbeth sentía la suya latiendo en su pecho, empujándole hacia delante. Y sería esa voluntad la que le ayudaría a mantener la calma y caminar hasta la victoria.

Se dio cuenta de que llevaba unos segundos paralizada. Parpadeó, volviendo al presente desde las profundidades de sus pensamientos y movió los hombros para calentarlos. Él no se había movido, claro. El combate seguía teniendo que inaugurarlo ella. Reprimió el impulso de soltar un bufido de desprecio y en lugar de eso, respiró hondo. Veamos, algo sencillo. Tan solo el pistoletazo de salida. El primer compás antes de encontrar el ritmo.

Disparó un orbe oscuro al suelo, haciendo que un cacho de roca saltara en el aire junto con varias teselas del mosaico de Lord William. De una patada y un gesto veloz, las mandó a toda velocidad hacia Zane, con tres cuchillos imbuidos en haki escondidos en la sombra de los improvisados proyectiles. Cuando volvió a colocar ambos pies en la tierra, agarró sus sai uno en cada mano y se colocó en guardia.

Por el rabillo del ojo se fijó en que acababa de arrancarle un par de dientes al mosaico de Lord William. Ups. Menuda puntería.


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[TERCER Y CUARTO PUESTO] Lysbeth Ardian vs. Zane D. Kenshin Empty Re: [TERCER Y CUARTO PUESTO] Lysbeth Ardian vs. Zane D. Kenshin {Jue 11 Jun 2020 - 14:21}

—Ese es mi secreto, querida… —La voz del pirata sonaba alta y clara, con un tono de voz tan firme como burlesco. En su cara podía contemplarse dibujada una sonrisa tan resplandeciente que parecía brillar con luz propia, haciendo que entre el público pudiera escucharse vítores en su nombre—. Yo siempre estoy que ardo.

Finalmente, la joven Lysbeth realizó ese primer movimiento que llevaba semanas esperando, desde su primer encuentro hacía ya varias semanas. ¿Qué estilo de lucha tendría? Había escuchado ciertos rumores en alguna que otra taberna de la isla. ¿Pero cuánto atisbo de verdad podía haber en un rumor? Cualquier runrún o infundio nacía de una pequeña sospecha; y era la razón por la que debía estar completamente atento a sus movimientos, porque de ser ciertos… estaría perdido.

En la mano de la muchacha emergió una extraña esfera de una tonalidad que era incapaz de definir con exactitud, siendo de una mezcolanza casi perfecta de negro y morado que le daba malas sensaciones. No dudó en tirarla contra el suelo con extrema violencia, creando un cráter en la cara de Lord William que, al mismo tiempo, levantó la capa más superficial de la piedra del suelo del coliseo. «Interesante», pensó el pelirrojo, observando como Lysbeth daba una patada para usar aquellas piedras como arma, arrojándolas contra el pelirrojo.

Se trataban de cuatro trozos de piedra de distinto color, que redujeron la distancia entre ellos y el pirata en cuestión de segundos. Estaban situados siguiendo una línea casi uniforme, que apuntaban a distintos puntos del cuerpo del pirata, concretamente: uno a la pierna izquierda, dos al torso y uno a la cara. El primero trató de desviarlo con la novena hoja fiordiana, trazado un arco con ella desde su hombro derecho hasta la pierna izquierda, pero al hacerlo se percató de una cosa: aquel ataque tenía truco. En el momento en el que su hoja tocó la piedra, un cuchillo se clavó en su pierna, atravesando su piel unos cuantos centímetros, hasta casi tocar el hueso. Evitó bramar de dolor, pues aún se aproximaban cinco piedras más. No tenía tiempo de pensar en una estrategia, y tampoco podía arriesgarse a bloquear todos de cualquier manera. Es por ello que se dejó llevar por sus instintos más básicos. Clavó su vista sobre el resto de pedrolos, mientras su tren superior se tornó completamente de color negro metalizado.

Se encontraba completamente endurecido. Las dos piedras chocaron contra su torso, dando uno en el abdomen y otro en la parte baja de su pectoral derecho. Este último fue acompañado de otro puñal, que al golpear contra él pudo escucharse un tintineo metálico. La última fue directa hacia su frente, ante lo que el pirata aprovechando la posición en la que estaba, trató de dejarse caer hacia un lado, haciendo que el cuchillo peinara el pañuelo de su frente y lo rompiera, cayendo este al suelo lentamente.

—Eso sí que no lo vi venir —comentó el pirata en voz alta, mientras usaba su mano derecha para quitarse el chuchillo y lanzarlo lejos de allí, incrustándolo sobre la piedra de uno de los laterales del estadio.

Lysbeth portaba en sus manos dos sáis. Nunca se había enfrentado a alguien que usara ese tipo de armas, mas era consciente que los guerreros que se especializaban en su uso solían ser grandes guerreros cuerpo a cuerpo. Aún faltaba para que su pierna se curase del todo, pues un chorro de sangre recorría todo su muslo hasta llegar al suelo. En su espalda emergieron dos alas de color carmesí con destellos dorados y azules. Eran de gran extensión y, tras hacerlo, las agitó con elegancia y se elevó en el aire. Miró a su oponente, que permanecía allí frente a él, valerosa e intimidante, esperando que él la atacase. Se sentía extraño. No quería atacarla, pero al mismo tiempo deseaba saber qué clase de poderes aguardaba en lo más profundo de su interior. Era ingeniosa, y podía percibir que en la misma medida era muy poderosa. Estaba claro que su contrincante aún no había demostrado todo lo que sabía, así que era el momento de demostrar de que pasta estaba hecho; o seguramente la herida de la pierna sería lo más leve que iba a recibir de aquella contienda.

El fuego emergió de nuevo a su alrededor, tan intenso y destructivo como el demonio que habitaba en su interior, y que le había concedido todos sus poderes. Agitó sus alas y se abalanzó con violencia hacia la morena, trazando una doble onda cortante en su dirección. La primera de ellas era pequeña en comparación con la que solía crear, de apenas tres metros de longitud y un grosor de diez centímetros, que avanzaba en vertical hacia Lysbeth. La segunda era mucho más extensa, y avanzaba paralela al terreno de juego. Abarcaba una extensión de diez metros y con un grosor de veinte centímetros. Tras eso, se posicionó sobre su contrincante, lanzándole una llamarada desde el cielo.

Fuesen sus ataques certeros o no, el pelirrojo se quedaría sostenido sobre los cielos, pues aquel era el territorio donde se encontraba más cómodo; después de todo, las alturas eran el lugar que gobernaban las aves.


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[TERCER Y CUARTO PUESTO] Lysbeth Ardian vs. Zane D. Kenshin Empty Re: [TERCER Y CUARTO PUESTO] Lysbeth Ardian vs. Zane D. Kenshin {Jue 11 Jun 2020 - 18:42}

Contuvo el impulso de poner los ojos en blanco y, en su lugar, se contentó con alzar una ceja. Si es que para qué le decía nada.

Lo que sí le sorprendió fue ver cómo el primero de sus cuchillos tocaba carne. Una pequeña sonrisa de suficiencia asomó a su rostro, casi podía oler la sangre desde ahí. El segundo, lógicamente, ya no le pilló por sorpresa y Lys asintió imperceptiblemente al ver cómo chocaba contra su pecho claramente cubierto de haki. En realidad, eso era lo que esperaba que sucediese desde el principio. Al fin y al cabo, por más que le irritara no tenía intención de subestimarle; había oído los rumores y visto el resto de sus combates. Si se confiaba, esa herida en la pierna sería la única que le haría. Vio como el tercer cuchillo le cortaba el pañuelo que llevaba en la cabeza y su pequeña sonrisa se agrandó un poco. De acuerdo, eso había sido inesperado y satisfactorio.

Activó su haki de observación mientras él lanzaba el cuchillo hacia el lateral del estadio. En cualquier caso había conseguido su objetivo, simplemente empezar el combate. No más tonterías. Vio el fuego crecer a su alrededor y los ojos de la diablesa relucieron, expectantes. Mientras él se abalanzaba sobre ella, saltó hacia atrás y hacia arriba, cambiando a su forma completa en el proceso. Aleteó con fuerza, esquivando sin problemas la primera onda cortante y rozando la segunda en la huída con la punta del zapato. Sin perderle de vista, creó un muro de energía frente a ella para protegerse de la llamarada. Cuando el fuego se disipó, ella deshizo el muro y le miró seriamente a los ojos desde la distancia.

Tenía ganas de quitarse el zapato, pues la suela tenía ahora un corte limpio en el medio por el que se escapaban un par de gotitas de sangre. Picaba. Refrenó las ganas, sin embargo. Claramente era mejor dejar el corte cubierto y el pie protegido. Mientras valoraba cómo devolverle el golpe, un ruido a sus pies le distrajo.

Apartó la vista por un segundo y comprobó que el estadio se había convertido en un vendaval. Las turbinas se habían activado y había corrientes de aire atravesando el campo de lado a lado, tan fuertes que incluso a varios metros sobre ellas le revolvían el pelo con fiereza. En realidad casi lo agradecía, porque gracias a su contrincante todavía hacía un calor de tres pares de narices. No podía imaginarse regresando a tierra firme con esa clase de presión, pero por suerte no tendría que aguantarla. Ya sabía ella que no estaban ahí solo de adorno. Giró la cabeza para mirar a la grada y asintió claramente al gesto del espectador al que se había acercado antes. Él y varios más, de los pocos que todavía estaban en pie, se apresuraron a bajar por las gradas y acercarse a las turbinas. Había un espacio entre el muro y las mismas, angosto, pero suficientemente ancho para una o dos personas no muy grandes. Les permitiría dejarse caer y rodear una de las turbinas.

Desde que las había visto, había sabido que no eran solo parte del decorado. El terreno había ido cambiando en cada combate, siempre intentando ponerles en aprietos y hacer el combate más interesante. Esta vez no iba a ser una excepción, ¿no? Claro que no. Lord William adoraba un buen espectáculo, casi tanto como un pájaro adora el cielo. Por supuesto que había tardado menos y nada en alzar el vuelo, al fin y al cabo estaba en su naturaleza. No era la primera vez que lo hacía y era obvio que se encontraba más cómodo que en tierra firme.

No tenía ni idea de cuándo se activarían, o de si las condiciones serían las apropiadas, pero se había asegurado de dejar un recadito para los chicos de las gradas y al final todo parecía haber salido a pedir de boca, al menos en un principio. Un besito en la mejilla y un poco de su ardiente deseo y estuvieron encantados de hacerle caso. Aunque por supuesto, necesitaban algo de tiempo.

Se acercó un poco, todavía a varios metros del pirata, y alrededor de Zane fue creando una serie de cuerdas de energía cortante, como círculos que le rodeaban. No le estaban rozando, pero si se movía… ahí estarían. Una, dos, tres, cuatro… y venga, cinco, una última en torno a su cuello. Ese era el más pequeño, dado que no quería rozar ni las alas ni los hombros. No pretendía hacerle daño, tan solo retenerle.

Fue suficiente. Por el rabillo del ojo vio que estaban a punto y, tras sacarle la lengua a su adversario, se dejó caer al muro de viento que había justo debajo de ella. Desapareció antes de que rozara el suelo y Lys se quedó flotando a centímetros de la superficie, aleteando perezosamente para mantenerse ahí. ¿A dónde se había ido la corriente? Derechita a Zane D. Kenshin, cortesía de sus queridos en el público que habían puesto todo de su parte para mover la turbina y cambiarla de dirección. Estaban sudando un poco, era un trasto grande, pero lo habían conseguido. ¿Cómo se sentiría recibir todo eso en la cara? No tenía ganas de averiguarlo. Con una pequeña sonrisa, cerró los ojos, vio su presencia en la oscuridad y allí donde le sentía lanzó un rayo de energía capaz de partir en dos una casita de campo. Si había una ventaja que destacar de su imponente y avasalladora presencia era que le hacía inconfundible.

Con otro gesto, les dijo a los chicos que regresaran a la grada. Entre ellos había una polizona, una clon de Lys en forma humana que los chicos se apresuraron a ocultar entre su grupo. Vestía como una de las chicas que señalaban la línea de meta en las carreras de coches, pero en seguida le dejaron una gorra y una sudadera. Subió con ellos en completo silencio, aguardando su turno.


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[TERCER Y CUARTO PUESTO] Lysbeth Ardian vs. Zane D. Kenshin Empty Re: [TERCER Y CUARTO PUESTO] Lysbeth Ardian vs. Zane D. Kenshin {Vie 12 Jun 2020 - 21:40}

«Es rápida», se dijo el pelirrojo al contemplar la forma en la que Lysbeth evadía su ataque, mientras adoptaba la forma de un extraño demonio; aunque ligeramente más atractivo de otros con los que había combatido en el pasado.

Por su aspecto debía de tratarse de una usuaria de fruta del diablo, seguramente de una zoan mitológica como la suya. «Esto va a ponerse interesante», comentó para sus adentros. ¿Qué habilidades tendría el diablo de su interior? Fue la cuestión que azotó la cabeza del pirata. Si estaba en la fase final del torneo implicaba que era una noble guerrera, así que debía tener cautela con todos sus movimientos.

Entonces, un agudo pitido resonó en todo el campo. Las aspas de las turbinas que se encontraban alrededor del campo de batalla comenzaron a girar con violencia, creando una especie de muro de aire que los encerraba en una extraña elipse. La velocidad del aire que generaba era considerablemente inferior a la que Therax, su contramaestre, era capaz de conseguir con el control de los vientos y al que tan acostumbrado estaba. «Y si…», pensó, desviando la cabeza hacia dos espontáneos que bajaban al campo de batalla. «¿Qué diantres están haciendo esos colgaos?», se preguntó el pirata, arqueando una ceja, que tan solo pudo ver cómo se a una turbina, pues desvió de nuevo su atención sobre Lysbeth.

—¿Son amigos tuyos? —le preguntó, pero cuando quiso darse cuenta unos extraños aros estaban a su alrededor. El pirata era alguien curioso, así que trató de cortar uno con la espada, pero no lo consiguió. Sintió una sensación extraña al tocarla, pero que pareció dormirle el brazo durante un instante—. Interesante—musitó en voz baja—. Es ese caso…

El pirata comenzó a cubrirse rápidamente de energía espiritual de tonalidad azulada, materializando alrededor de su cuerpo una armadura clásica de samurái, incluyendo sus espadas. Sin embargo, en su cabeza no había un casco, sino una especie de máscara que le cubría el gesto. Aquel era el máximo esplendor del sendero del espadachín errante que su abuelo le había enseñado, el poder del Dansetsu no Samurái. En ese momento, trazó una línea vertical para cortar todos los hilos que lo rodeaban.

Miró a Lysbeth a los ojos con aire pretencioso, mientras ella le sacaba la lengua a modo de burla. Él, haciendo gala de sus modales de adulto y padre de dos preciosos hijos, le respondió de la misma forma, pero acompañándolo de una mueca ligeramente graciosa.

De pronto, casi al mismo tiempo que la mujer demonio desaparecía de su vista, algo lo golpeó por su costado diestro y lo alejó de allí. Era una corriente de aire procedente de una de las turbinas, que le hizo ascender de forma vertical. «¿Acaso también se mueven?», se dijo, propulsándose con su fuego para salir de la trayectoria del viento. Contempló el campo de batalla, y en el suelo se encontraban los espontáneos junto al ventilador.

—¡Pero qué coño hacéis! —gritó con furia—. ¡Hijos de la gran…! —No le dio tiempo a terminar la frase.

Se había distraído del combate y un gran peligro se cernió sobre él. Reaccionó de la mejor manera que pudo: echando su cuerpo a un lado y tratando de retenerla y desviarla con sus espadas. Forcejeó durante un instante, pero aquel ataque era demasiado poderoso, tanto que lo envió hacía el muro de viento que estaba a su espalda. Fue como chocar contra una pared que lo aturdió de sobremanera y le golpeaba continuamente. Cuando el ataque cesó, se echó hacia adelante con cierto malestar general. Era capaz de sentir palpitar todos y cada uno de los rincones de su cuerpo, notando un dolor difícil de describir. No era muy grande, pero si constante y fastidioso. ¿Lo peor de aquella situación? Que el combate acababa de comenzar.

Se quejó entre balbuceos en los que pudo escucharse alguna maldición no apta para todas las edades, para luego buscar a los civiles que la habían coadyuvado de esa forma. Realmente estaba enfadado. ¿Cómo era de legal que entraran un grupo de espontáneos, por pequeño que fuera, y adulteraran el terreno de juego de esa manera? «Putos admiradores fanáticos», maldijo el pelirrojo contemplando como subían a las gradas.

—Se acabaron las tonterías —dijo con seriedad, mientras adoptaba su forma híbrida bajo su armadura de energía. En aquel estado sus heridas se curaban más rápidamente, y eso era algo que se notaba; al menos a nivel interno. Era como una sensación cálida que recorría todos y cada uno de los rincones de su cuerpo, sanándolo y haciéndole sentir mejor.

Observó la velocidad a la que giraban las turbinas. Había ensayado eso un montón de veces con su contramaestre para crear el Fire Chiken Tornado, la técnica en equipo más poderosa jamás vista por el momento; o eso pensaba Zane. Concentró una cantidad ingente de fuego en ambas manos y empezó a esparcirla por el aire que movía las turbinas, que rápidamente fue propagando el fuego hasta hacer estallar todas y cada una de las dichosas turbinas, cesando de esa manera el aire que creaban. Fueron explosiones grandes que, de no estar sostenido en el aire, seguramente le habrían afectado.

Entre el humo y las llamas resultantes buscó a Lysbeth usando su mantra. Le fue difícil encontrarla, pero lo logró. No le atacó, sino que se quedó mirándola con desafío. Era una rival digna, así que era el momento de dejárselo entrever. Cualquiera que hubiera escuchado rumores sobre cómo actuaba Zane, sabía que él solo hacía gala de su apodo contra quien creía merecedor de ello, así que controló su energía para crear un pequeño agujero en el que meter la mano y quitarse la parte superior de sus ropajes de un solo movimiento; algo que ayudaba tener abrochado tan solo dos botones algo cedidos por los continuos tirones.

Después de eso, para asegurarse que nadie más entre el público osara invadir el campo otra vez, desató toda su voluntad de manera descontrolada sobre las gradas del estadio, quebrando parte del terreno que estaba a sus pies. Pocos fueron los que quedaron despiertos tras hacerlo, mas con eso era suficiente para dejar claro que no quería que nadie entrara allí.

—Mejor sin interrupciones, ¿no crees? —le preguntó, colocándose en guardia neutra, adelantando su espada izquierda—. Demuéstrame de que pasta estás hecha, Lysbeth Ardian. No te contengas, porque yo tampoco lo haré.

Y una espiral de fuego empezó a girar a su alrededor.


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[TERCER Y CUARTO PUESTO] Lysbeth Ardian vs. Zane D. Kenshin Empty Re: [TERCER Y CUARTO PUESTO] Lysbeth Ardian vs. Zane D. Kenshin {Sáb 13 Jun 2020 - 14:26}

Observó con interés mientras el pirata se transformaba a sí mismo, recubriéndose de lo que parecía una extraña armadura, con protección para la cara incluida. Sin embargo, no tenía pinta de ser física, sino… ¿espiritual, quizás? Tal vez no era más que energía. Sus espadas también estaban cubiertas por ese extraño halo azul. Debería tener cuidado.

Le vio cortar sus cuerdas, pero eso no le impidió finalizar su ataque. Respiró aliviada por un momento al abrir los ojos y verle estrellado contra el muro de viento, forcejeando contra su rayo de energía. Aún así… torció el gesto. Lo había recibido en todo el pecho, pero seguía vivito y coleando. Magullado, eso sí. Y no poco, parecía. Comenzó a generar una cantidad bastante asombrosa de fuego en las manos y Lys se puso en guardia, preparada para recibir su ataque. Sin embargo, ella no era el objetivo.

-¡No!

Entendió lo que quería hacer en el segundo en el que el fuego rozó el viento. Se apresuró a colocar un muro entre las turbinas y las gradas en las que estaba oculta su clon y los chicos que le habían ayudado, pero no podía cubrir todos los flancos y había bastante gente que seguía desmayada. Ella misma lanzó varios orbes oscuros a las turbinas de los lados desprotegidos, pensando que su explosión sería menor que la que ocurriría cuando el fuego alcanzase los motores. No se equivocaba.

Segundos después, volvía a estar inmersa en un universo de llamas, humo y cenizas. Por todo el lugar había cachos de metal todavía humeantes que habían salido volando en la explosión. Por un momento, fue como volver al combate que había tenido con Arthur y miró al cielo para asegurarse de que nada venía a descargar su ira sobre ella esta vez. No. Tras el humo, el día seguía insultantemente bonito, azul como el mejor día de verano.

Cuando volvió a mirar a Zane, se había quitado la camiseta. Pero eso era normal, ¿verdad? Al fin y al cabo incluso su apodo lo anunciaba. Ya era irónico que de los dos fuera él y no ella el que tuviera que quedarse medio desnudo para luchar mejor. Por otro lado, ella no necesitaba anunciarle a nadie el honor que era contemplar sus pezones. Cualquiera que llegara hasta ellos, lo sabría ya de sobras.

Volvió a sentir cómo su voluntad se imponía al mundo y oyó el sonido hueco de cuerpos cayendo. Miró alrededor, molesta y algo preocupada. Quedaba poca gente en pie y la cantidad de humo que había en el lugar desde luego no era sana. Maldita sea, de qué servía entregar la isla como premio si los que pretendían gobernarla se cargaban a su población en el proceso. Le miró con ira y algo de disgusto. ¿Y esta persona presumía de tener honor?

-¿Interrupciones? Volverían al campo solo con que yo se lo pidiera, pero al contrario que tú me gustaría que solo nosotros saliéramos heridos.

Había utilizado a la gente del público varias veces en sus combates, era cierto. A veces se había hecho pasar por ellos, otras los había utilizado de escudo, pero siempre sabiendo que no saldrían heridos. Había matado, herido y torturado a no pocas personas, pero siempre tenía un motivo. Puede que no siempre fuera el mejor o el más puro, pero Lys nunca se había jactado de ser alguien bueno. Aún así, crear ese tipo de destrucción sin pararte a pensar en las consecuencias solo porque un civil le había molestado… esperaba que Arthur le patease el culo a Therax. Esa banda no debería tener la isla en la palma de su mano.

A su alrededor se había formado una espiral de fuego. Okay. Lys cerró los ojos y comenzó a moverse en el sitio, bailando al ritmo de una música que solo ella podía escuchar. Su coleta empezó a agitarse y bajo ella el suelo se tornó rojo, lleno de ascuas encendidas. Sintió su propia presencia y la disfrazó, bien guardada en lo más profundo de sí, hasta que no pareció más que una aldeana a la que todos pasaban por alto. Comenzó a caminar, despacio al principio y acelerando después. Se acercaba a Zane, pero no directamente. Daba vueltas, se adelantaba y retrocedía y a cada paso que daba el suelo ardía bajo sus pies. Agarró tres cuchillos con una mano, sin soltar el sai, y los ocultó a lo largo de su manga, listos para el ataque. Todo el movimiento pareció completamente natural, un paso más de la extraña danza que estaba realizando. De repente, abrió los ojos.

Delante y detrás de Zane, en el medio y medio de su espiral de fuego, se alzaron dos columnas de fuego infernal. De entre las llamas surgió Lys, cubierta en haki, que había esprintado y salvado la distancia que los separaba en décimas de segundo. Aumentó el filo de sus sai con energía mientras se encontraba a centímetros de su oponente, con la intención de que le atravesase. A continuación, aprovecharía la diferencia de alturas para escapar de ahí zafándose por debajo de sus brazos y a través de la columna que había invocado a su espalda. Si intentaba retenerla, los cuchillos que todavía tenía preparados le enseñarían a no intentar agarrarla. Si lograba irse, los lanzaría igualmente en cuanto hubiera dejado atrás las llamas: dos a las corvas, uno a la nuca. Se daría la vuelta en seguida, para quedarse en guardia y atenta.


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[TERCER Y CUARTO PUESTO] Lysbeth Ardian vs. Zane D. Kenshin Empty Re: [TERCER Y CUARTO PUESTO] Lysbeth Ardian vs. Zane D. Kenshin {Sáb 13 Jun 2020 - 17:29}

El instinto de protección que uno tiene con sus semejantes hizo que la joven protegiera un sector de las gradas con su poder, creando una barrera de energía que pudiera impedir cualquier daño colateral en esa parte concreta del estadio. ¿Estarían allí sentados sus seres queridos? Era lo más probable, pues él hubiera hecho lo mismo. Aquel noble gesto hizo reflexionar a Zane. «¿Me abre pasado?», se preguntó durante un instante.

Observó el campo de batalla durante un instante con su vista de pájaro. Los ventiladores eran ahora poco más que chatarra candente e inservible, que humeaba al mismo tiempo que pequeñas brasas prendían en sus circuitos. Así mismo, la suave brisa veraniega, que invadía la isla desde su llega al coliseo en su forma completa, disipaba la espesa humareda muy lentamente y dejaba ver mejor a su oponente.

—¿No encuentras cierta incongruencia en lo que acabas de decir? —le preguntó a Lysbeth con incredulidad, clavando los ojos sobre los suyos—. Puede que yo me haya dejado llevar por el momento, pero no soy quien les ha ordenado a sus hombres que entren al campo para alterar el terreno a mi favor. No sé…, si tanto te preocupas por ellos, ¿por qué lo has hecho? Yo nunca enviaría a mi gente al ojo del huracán. «Ya lo hacen ellos solitos», se dijo para sus adentros.

Por alguna razón, la joven cerró los ojos y comenzó a hacer movimientos extraños. Era como especie de danza que dejó embobado al pelirrojo durante un buen rato. Sus movimientos eran atractivos y bellos, como los de una diosa que danzaba al son de la sonata de los ángeles. La boca del pirata bajo la máscara estaba entreabierta, así como sus pómulos relativamente sonrojados. Era un espectáculo ver aquello, y despertaba en él ligeras emociones que le hacía sentir mal consigo mismo. «Deja de pensar de esa forma», se dijo con ligera vergüenza.  

Suspiró, y dos gigantescas columnas de un intenso color rojo emergieron delante y detrás de él. Eran unas llamas preciosas que prendían a gran velocidad. No le quemaban, pues el suzaku era inmune al fuego, pero la sensación que sintió en el momento que entró en contacto con él fue muy distinto a lo que se sentía al tocar un fuego ordinario. Tenía algo que lo hacía especial, ¿el qué? Tan solo la mujer que lo había creado sería capaz de resolverle esa pregunta.

Fue en ese momento cuando frente a él apareció Lysbeth, con el cuerpo completamente ennegrecido por el uso del haki de armadura en su máximo esplendor. Todo ocurrió muy rápido, tanto que el pelirrojo no pensó, sino que se dejó llevar por sus instintos más básicos. Al verla frente a él, reculó hacia atrás mientras trazaba un arco con la novena hoja fiordiana desviando su mano diestra. En cambio, al haber realizado ese movimiento, dejó un gran agujero en su guardia, que la joven aprovechó para lograr atacarle con su arma restante. La hoja del sai chocó contra la armadura, que fue cediendo hasta que el metal hendió su torso, lacerando su carne y fracturando una de sus costillas. No pasó de ahí.

La herida sangraba a borbotones, y el gesto del pirata hacía ver que era doloroso. Sin embargo, al tenerla tan cerca, no pudo evitar mostrarle una sonrisa. Si algo inquietaba a un oponente era ver que guardaba la compostura en un combate cuerpo a cuerpo, pese a que interiormente se estaba acordando de todos y cada uno de los familiares de Lysbeth, muertos, vivos y aún por nacer.

Su bella oponente sacó el arma del interior de Zane y saltó hacia arriba, con la intención de colocarse tras él. Estando en el aire, el pirata se echó hacia atrás para ver que tramaba, pero de primeras tan solo contempló como tres puñales se acercaban hacia él. Ante eso, haciendo uso de la habilidad de izanami, trazó una diagonal con su arma y creó una barrera de haki que bloqueó de inmediato los cuchillos, que cayeron al suelo poco después.

Su rival por el tercer puesto del torneo se había alejado de él y aguardaba el próximo ataque del suzaku. Este, por su parte, pensó en desatar todo su poder en un único ataque capaz de destruir parte del estadio, pero hacer eso le iba a traer más problemas que beneficios, así que desechó la idea por completo. En cambio, se deshizo de la armadura de energía que le otorgaba el Dansetsu no Samurai y envolvió su cuerpo de llamas, creando una cúpula de fuego que impedía ver lo que estaba sucediendo en el interior.

La envergadura del suzaku se redujo en un metro, volviendo a la altura estándar de dos metros y diez centímetros de su forma humana. Su cuerpo aún continuaba forrado de un bello plumaje carmesí con destellos zarcos y áureos, pero de una longitud ligeramente menor a la de su forma híbrida base. Sus ojos rasgados no eran de color verde y azul, sino que pasaron a ser de un dorado miel bastante que llamaba la atención. No obstante, aquello tan solo era a nivel estético, los cambios que habían sucedido en su interior eran muy superiores. Todas las habilidades que le otorgaba el demonio que habitaba en su interior habían aumentado exponencialmente. Su fuego era más intenso, su vista era mejor, su curación más rápida, y su incidencia en el clima tan solo era superada por su propio despertar. Aquella era una de sus mejores transformaciones, el modo paladín del purgatorio.

Agitó las alas con fuerza y salió de la esfera de fuego a gran velocidad. No fue directo hacia Lysbeth, sino que comenzó a rodearla en círculos. No seguía una dirección concreta, sino que iba variando en función de las corrientes de aire. Finalmente, le atacó por el flanco diestro, trazando una diagonal con izanami buscando herirle el brazo, para luego girar sobre sí mismo, con las alas imbuidas de haki, con la intención golpearla con fuerza para alejarla de él y luego lanzarle una poderosa onda cortante. De no conseguir darle con el ala, simplemente se alejaría tras el primer ataque y lanzaría la onda cortante.


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[TERCER Y CUARTO PUESTO] Lysbeth Ardian vs. Zane D. Kenshin Empty Re: [TERCER Y CUARTO PUESTO] Lysbeth Ardian vs. Zane D. Kenshin {Sáb 13 Jun 2020 - 23:30}

Por un momento la fría calma que estaba conservando la pirata se vino abajo y fue sustituida por una expresión a medio camino entre la sorpresa y la incredulidad. ¿Pero de qué iba ese tío?

-¿De verdad te parece que hacerles mover un ventilador y estallárselo en la cara están al mismo nivel? ¡Por lo menos yo les hice subir de vuelta justo después! ¡Tú has desmayado a la mayoría y les has dejado a merced del humo!

Por suerte, logró volver a calmarse y ejecutar su ataque. La sangre del pirata todavía bajaba por su mano desde el sai cuando se alejó de él. No había sido un campo de rosas; en la huida había calculado mal y uno de sus brazos se había acercado demasiado al fuego enemigo. Había un gran agujero en la manga de su vestido y una brillante quemadura con no muy buena pinta. Demonios. Ya eran dos heridas, aunque ahora que estaba en el aire no tenía que preocuparse demasiado por el pie. Todavía le picaba, pero para bien o para mal, la quemadura la distraía de ello.

Frente a ella, el fuego que rodeaba a Zane aumentó, convirtiéndose en una cúpula que le rodeaba por completo. Sabía que seguía dentro, pero no tenía ni idea de qué podía estar haciendo. Respiró hondo y alzó los sai delante de sí, preparada para lo que pudiera venir. Hasta ahora había ido logrando zafarse y sus heridas no eran nada comparadas con las que le había hecho a él; por otro lado, había hecho los deberes y sabía que su fruta le permitía regenerarse, así que confiarse no era una opción. Cada ataque que le hiciera iría cargado de tanta determinación como el primero.

De repente, salió de la esfera. Su aspecto había cambiado y por un momento se sintió intimidada, pero no cabía duda de que seguía siendo él. Lys se esperaba que fuera directo a por ella, pero en lugar de eso comenzó a dar vueltas a su alrededor.

-Para ser un pájaro tan majestuoso, te comportas como un buitre.

En cierto modo le pega. Pensó para sus adentros. En lugar de intentar seguirlo con la vista, cerró los ojos y tras respirar hondo, dejó que su mantra la guiara. Su corazón latía con fuerza, pero sabía que podía confiar en sus habilidades. La presencia de Zane danzaba a su alrededor, en un patrón que se le hacía a la vez familiar y ajeno. No tardó en entender que estaba siguiendo el camino que le marcaba el viento, igual que ella había hecho al enfrentarse al tornado de Arthur. Definitivamente, cuando acabara el dichoso torneo tenía que tomarse un tiempo para terminar de descifrar los secretos de las corrientes con calma. Su susurro le resultaba embriagador y llamativo; una música sin melodía, un ritmo caótico en apariencia que no era más que el resultado de un sinfín de hermosas combinaciones. Y aunque parecía imposible, Lys supo que la dominaría. Aprendería esa danza igual que había aprendido las de los hombres.

Vino a por ella, pero estaba atenta. Atrapó su katana entre los sai y evitó que le cortara, pero eso le dejó a merced de sus alas. Todo lo que pudo hacer fue usar su katana de punto de apoyo para llevarse los pies al pecho, encogiéndose y cubriéndose de haki hasta las rodillas para recibir el golpe.

Salió disparada, por supuesto. Al fin y al cabo el condenado tenía fuerza y aunque lo había recibido con los pies, sentía todo el cuerpo magullado incluso en el aire. Vio la onda cortante seguir su trayectoria y colocó un muro de energía frente a sí para protegerse. Ugh… necesitaba un momento para recomponerse. En fin, era un momento tan bueno como cualquier otro.

Batió las alas con fuerza para detener su trayectoria y sintió que se agotaba. Se dejó caer al suelo aleteando lo justo y necesario para no matarse y se quedó allí, semi tumbada, tranquilamente pero con cara de dolor. Le dolía de verdad y tuvo que comprobar que no se había roto los pies. Sonrió al verlos rojos y los zapatos destrozados, pero todavía correctamente unidos a sus piernas. Sabía que todo ese ballet había servido para algo más que desviar balas.

En seguida, de las gradas llegó su clon. Había bajado a la arena de un salto y caminado hasta ella con una elegancia y una dignidad que ahora mismo le daba mucha, mucha pereza adoptar. Se sentó sobre las rodillas a su lado y dejó que la cogiera y le pusiera en su regazo. Agitó una mano como si quisiera zafarse y no tuviera fuerza, momento que aprovechó para pasarle uno de sus cuchillos. Cuando se lo colocó en el cuello, se quedó quieta y tranquilita. Dejó pasar un segundo antes de cambiar con lentitud su aspecto… al de esa persona que Zane más deseaba. En realidad no estaba segura de que fuera quien creía, pero basándose en experiencias anteriores habría apostado todo su dinero a que ahora parecía la esposa del pirata, agotada y amenazada de muerte por… bueno, por Lys. Vio como su clon se quitaba la gorra que le habían dejado los chicos de la grada y sonreía a Zane. Aprovechó para utilizar sus poderes sobre el hombre, solo un poco, lo justo para que le deseara a ella… como haría si de verdad fuera su esposa, al fin y al cabo.

-Al final me has hecho bajar. No ha hecho un mal trabajo, aunque conmigo controlándola… es normal. De todas formas, creo que coincidirás en que esto ha ido demasiado lejos. Ríndete, deposita tus armas, y la soltaré.

Resistió el impulso de cruzar los dedos y en lugar de eso disfrutó de la pausa momentánea, esperando expectante su reacción.


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[TERCER Y CUARTO PUESTO] Lysbeth Ardian vs. Zane D. Kenshin Empty Re: [TERCER Y CUARTO PUESTO] Lysbeth Ardian vs. Zane D. Kenshin {Dom 14 Jun 2020 - 15:46}

Durante un instante el pirata creyó que el combate había finalizado, pues su oponente parecía no poder levantarse del suelo. Pero no fue así. La joven comenzó a incorporarse levemente, mientras una de las pocas personas conscientes en las gradas bajó a la arena del coliseo y se acercó a Lysbeth. «¿En serio? ¿Otra vez? Debería haber una norma que prohibiera la intervención del público», comentó el pirata para sus adentros justo antes de ver el rostro de la persona que estaba allí.

—No puede ser… —musitó con asombro.

Tenía una sensación extraña en el cuerpo. Notaba un extraño hormigueo en el estómago que le hacía tener ganas de vomitar. ¿Qué hace Sakura aquí? Era lo único que podía preguntarse. Su corazón palpitaba con mucha fuerza, pudiendo notar como su propio pecho se inflaba y desinflaba debido a ello. Descendió lentamente has posarse en el suelo, a algo menos de cinco metros de ella, mientras su aspecto recobraba de nuevo el de un humano normal y corriente. Sus heridas estaban casi cerradas, más eso ahora no importaba.

—Voy a matarte como no la sueltes —fue lo único que le dijo el pelirrojo, con una voz y un gesto tan serio que no parecía ni él.

Sin embargo, la respuesta de la mujer fue tajante: rendirse o la muerte. Eso era jugar sucio, demasiado para alguien que tenía la osadía de dar discursos sobre la moral de las personas y lo relativo a poner en peligro a terceros. Verdaderamente estaba muy enfadado, pero si quería volver a Wano con ella tenía que enfundar sus espadas.

Suspiró con desdén, y clavó una fría mirada sobre los ojos de Lysbeth. Se aferraba con fuerza a las empuñaduras de sus sables, pues era incapaz de articular una palabra que no resultara ofensiva y pudiera poner en peligro la vida de su prometida.

De cualquier modo, el pelirrojo tan solo podía pensar en una única cuestión: ¿cómo había averiguado esa mujer de su existencia? En todo el mundo tan solo siete personas sabían que tenía una familia, y únicamente cinco la conocían en persona: Spanner, Therax, Marc, Nailah y Vile, y ninguno de ellos los pondría en peligro, pues antes hubieran preferido la misma muerte; o eso era lo que creía el pelirrojo. Entonces, habiendo descartado a su gente, tan solo quedaban dos cartas sobre el tablero de juego: Dexter y Berthil. Sus ejemplos a seguir como piratas y los sumos protectores de Wano. Eran amigos, ¿pero hasta donde llegaba su amistad? Zane se había puesto en peligro alguna que otra vez para ayudarlos, sobre todo al primero. No quería creer que ellos les habían traicionado. Estaba muy confuso.

Finalmente, enfundó una de sus espadas y elevó la otra hacia el cielo, clavando su mirada sobre la cabina del comentarista para declarar su rendición. Sin embargo, estaba inconsciente con espuma en los labios. «¡Ah, sí! El haki», se dijo. «Tendré que avisarle yo mismo»

Y en ese preciso instante, un chispazo conectó las pocas neuronas funcionales que tenía el pelirrojo en la cabeza, y le hizo cuestionarse otra pregunta. ¿Sí Sakura había desaparecido porque no le habían llamado por línea directa? Se habían puesto en contacto con él para sucesos más insignificante, ¿por qué no lo habían hecho si la madre de sus hijos había desaparecido?

Por la localización de la isla en la que se encontraba, el País de Wano estaba a algo menos de tre días volando en línea recta, sin encontrar impedimentos, mientras que en barco era algo más de una semana. Tiempo suficiente para que su abuelo o sus suegros se hubieran puesto en contacto con él o con alguien de su banda, después de todo los den den Zane’s compartían la misma línea general para todos.

El pelirrojo sacó de su cinturón un den den mushi personalizado, con los cabellos rojizos y una concha en espiral con detalles verdosos, y pulsó el botón que tenía línea directa con Wano. Transcurrieron cinco segundos antes de que lo cogieran, y tras él la dulce voz de Sakura.

—Hola, hola —decía continuamente a través del caracol—. ¿Zane? —preguntó—. ¿Estás ahí?

—Luego te llamo —le dijo el pirata—. Que me ha surgido un asunto.

Y le colgó.

No sabía si en el silencio del coliseo la mujer había sido capaz de escuchar la breve conversación que había tenido por den den mushi, pero que alguien se pusiera a hablar con uno en mitad de una situación tan complicada era algo muy inusual. Zane estaba muy enfadado. ¿Cómo podía haber gente tan ruin en el mundo capaz de jugar con las personas de esa manera? Sí. Él no era un santo. Había hecho cosas que rozaban la delgada línea entre lo que estaba bien y lo que estaba mal, llegando incluso a sobrepasarla en alguna ocasión. Pero aquello rozaba lo sádico.

Alzó su espada recubierta completamente en haki de armadura y la hizo descender con violencia, empleando todas sus fuerzas en ella y trasladando su propia voluntad. Al hacerlo, creó una onda cortante tan poderosa que a su paso comenzó a destruir el suelo, formando un inmenso surco en dirección a su contrincante. La fuerza de la onda era capaz de cortar la piedra del estadio en dos sin problema alguno, mientras que su velocidad era tal que reduciría la distancia que había entre él y Lysbeth en menos de lo que dura un parpadeo.

Después de eso, enfundó su espada, y adoptó la máxima forma que era capaz de otorgar el poder de una fruta del diablo: el despertar. Se convirtió en una gigantesca ave antropomórfica de seis metros de alto, vestida con un plumaje carmesí que emanaba fuego, decorado con un tribal rojizo que brillaba con luz propia, y unas alas blancas que en cada movimiento era capaz de generar un fuego tan intenso que era capaz de derretir la roca.

Su cuerpo se envolvió en fuego, mientras sus heridas se cerraban casi de forma automática, curándolo completamente en un instante. Clavó una mirada fría sobre Lysbeth y aumentó la temperatura en un radio de cincuenta metros hasta convertirlo en un verano cálido en Arabasta, rozando los cincuenta grados centígrados. Al mismo tiempo, el pirata trató de crear una barrera de fuego a casi mil grados de temperatura alrededor de los dos. Había un espacio efectivo de treinta metros de diámetro, por lo que podían combatir perfectamente.

—Solo voy a decírtelo una vez, muchacha —Su voz sonaba áspera y gutural—. Ríndete o ve reservando una cama en el hospital más cercano.

Y el fuego de la barrera comenzó a girar alrededor de los combatientes.


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[TERCER Y CUARTO PUESTO] Lysbeth Ardian vs. Zane D. Kenshin Empty Re: [TERCER Y CUARTO PUESTO] Lysbeth Ardian vs. Zane D. Kenshin {Dom 14 Jun 2020 - 23:27}

Por un momento, creyó que su estrategia había funcionado. Estaba completamente serio y dolido, pero dado que Lys nunca había tenido a la mujer en su poder semejante enfado no le intimidaba demasiado. El pirata alzó su arma al cielo y… ah, cierto, que el muy cazurro había desmayado al árbitro. Demonios. En cuanto le vio sacar el den den mushi supo que algo iba mal. Peor, le había descubierto, no cabía duda. Pudo ver el leve cambio en sus ojos cuando confirmó que todo era una treta y esta vez sí, un escalofrío recorrió a la pequeña súcubo de los pies a la cabeza.

En cuanto alzó su espada, Lys escapó esprintando hacia un lado a toda la velocidad a la que podía trasladarse. A su espalda, el clon fue limpiamente cortado en dos y desapareció mientras el suelo se abría bajo ella. Si había conseguido esquivar lo peor era solo gracias a su mantra y su instinto de supervivencia, que le hicieron moverse antes incluso de ser consciente de que se estaba moviendo. Y, aún así, no pudo escapar a la potencia de la onda, que la mandó por los aires y la golpeó contra uno de los muros del estadio.

Mientras resbalaba hasta el suelo de forma bastante poco digna, se dijo que en realidad era una suerte que ese loco se hubiera cargado todas las turbinas, porque algo le decía que estrellarse contra una de esas le habría dolido un poco más. O tal vez no, pero desde cuchillas girando a toda velocidad no era su pista de aterrizaje ideal.

Se levantó quejumbrosamente, apoyándose en la pared para terminar de ponerse en pie. Recuperó su aspecto y se pasó la mano por la cabeza para asegurarse de que no se la había abierto. Chasqueó la lengua al ver sangre fresca en la palma. Bueno, no veía borroso y recordaba cómo se llamaba. Las heridas de la cabeza siempre sangraban mucho más que otras, pero también dejaban de sangrar mucho antes. Aún así, le dolía todo. Su cuerpo entero pulsaba y eso que todavía no había recibido un ataque del gigante de lleno completamente. Ni quería, en realidad.

Vio como se transformaba y entendió de forma completamente serena que tal y como estaba, no sería capaz de vencerle. Solo contemplarle le hacía cuestionarse cosas sobre su propia existencia y, de alguna manera, le ponía un poco triste. Era una bestia hermosa. Cada una de sus plumas eran majestuosas y sus tatuajes hablaban de una tradición antigua y digna. Pese a eso, le habló con voz airada, áspera y gutural. Todo lo bueno que representaba un animal como el suzaku parecía haber sido aplastado y oculto por el fuego, el poder y la ira. ¿Dónde estaba el hermoso cielo de verano? Ya solo veía llamas por todas partes, allí donde mirara. Supo, sin que nada se lo dijera, que cualquier herida que le hubiera hecho estaba ya cerrada y olvidada. No era más que un mosquito para alguien como él.

Y aún así, le había hecho daño. Le había hecho sangrar y pasar miedo. Le había hecho enfurecerse hasta tal punto que había tenido que recurrir a una transformación tan impresionante como esa para lidiar con ella. Sin poder evitarlo, se rió con verdadera alegría y sus ojos relucieron, llenos de orgullo por sí misma. Desde luego, lo más sensato sería hacerle caso y rendirse en seguida. ¿Pero lo haría? Por supuesto que no. Nunca. No cuando sabía que estaba haciendo un buen trabajo.

Mientras daba los primeros pasos sin ningún apoyo, se preguntó de pasada si moriría en ese combate. Era muy consciente de que todo lo que hiciera a partir de ese momento, sería sobreesforzarse. Incluso si lograba evitar sus ataques hasta el final, no tenía claro en qué estado estaría al finalizar el día. Dios mío, los doctores de la isla tenían que estar hasta el moño de ella. Lo sentía. Tendrían que aguantarla una última vez, porque no iba a detenerse. El fuego comenzó a girar alrededor de los contendientes, levantando el pelo de Lysbeth en el aire y haciéndole sentirse todavía más animada. Había vuelto a aumentar la temperatura y aunque sudaba y estaba pegajosa, no esperaría menos.

Elevó el brazo al aire y mientras le miraba a los ojos, lo repasó con la lengua apropiándose no solo de la sangre que ella misma acababa de derramar, si no de la que antes le había arrebatado a él. Sus ojos relucieron y su aura se descontroló, mostrando al demonio ante el mundo tal y como era en realidad. Oscura, poderosa, insaciable.

-Bienvenido al infierno. Por favor, siéntete como en casa.

Fue casi un susurro, bajo y abrupto. Sintió el tirón de la sangre recorrerle de arriba abajo, despertando sus músculos y haciendo que se sacudiera para quitarse los últimos recuerdos de el dolor que hasta hace nada le azotaba. Sonreía, esta vez con verdadera saña, casi maldad. Aleteó con fuerza para alzarse frente a él y con una mano convocó un rayo de energía, concentrado en su pecho pero lo bastante potente como para arrasar una ciudad pequeña. Con la otra mano, lanzó sendos orbes oscuros a sus pies, tratando de hacerle tropezar.

Si funcionaba, remataría su ataque lanzando los cuchillos que le quedaban, repartidos en las alas del monstruo que tenía delante. Su intención era hacerle caer y clavarle al suelo, obligándole a romperse las alas si quería zafarse. No sabía si funcionaría, pero desde luego iba a poner en ello todo su maldito empeño.

Sentía el sudor caerle por la frente y aunque aleteaba con fuerza y sentía el instinto asesino invitándole a acabar con esa bestia, en lo más remoto de su mente era consciente de que en el momento en el que había rozado el líquido rojo había empezado una cuenta atrás. Ahora, la única pregunta que quedaba por hacer era si lograría acabar el combate antes de que el combate acabara con ella. Y por supuesto, Lys estaba decidida a forzar esa respuesta a su favor.


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[TERCER Y CUARTO PUESTO] Lysbeth Ardian vs. Zane D. Kenshin Empty Re: [TERCER Y CUARTO PUESTO] Lysbeth Ardian vs. Zane D. Kenshin {Miér 17 Jun 2020 - 9:01}

Buenos días o tardes porque no sé qué hora será cuando publique esto. Soy Abigail otra vez y, de nuevo, seré vuestro árbitro. Ya, ya sé lo que vais a decir, pero no se pued arreglar. Ya os sabéis de sobra los apartados que valoramos aquí así que iré directo al grano. Igual que os dije en la ronda anterior, al tratarse de una eliminatoria no existe la posibilidad de empate, por lo que cualquier mínimo despiste, sea en el aspecto que sea, puede marcar la diferencia entre la victoria y la derrota.

Sin más, pasemos al desglose de puntos y a las explicaciones que creo que debo daros para que se entienda por qué los concedo así.


  • Victoria bélica: La campanita suena antes de tiempo, así que 0 puntos.

  • Asunción de daños: La misma película de siempre, no va de cantidad sino de coherencia. En este caso creo que Zane ha sido más coherente a la hora de asumir los daños, especialmente aquellos que han sido fruto de las tretas de Lysbeth, así como el daño "psicológico" del engaño final. No creo que Lys lo haya hecho muy mal, solo que la parte de Zane me ha parecido más precisa en este aspecto. Estos dos puntos se van para Zane.

  • Originalidad y entorno: A ver, cositas de cada uno. Lys, por su parte, aunque manipular gente sí es algo que suele hacer, no esperaba que fuera a empujar las turbinas para soltarle un petardazo de viento a Zane (distrayéndolo para atinarle con un rayo). También tenemos la jugarreta ingeniosa y sucia de chantajearlo con la imagen de su esposa, pero no puedo tenerlo tanto en cuenta porque ha sido muy contraproducente.

    Zane es el que menos ha utilizado su entorno, y realmente no es un uso del entorno sino la destrucción o noqueo del mismo para evitar que Lysbeth lo usara, es algo que tengo en cuenta y que considero que ha servido para quitarle a Lys la ventaja de sus habilidades con el público.

    La ventaja, no obstante, voy a darla al único uso del entorno que no solo ha servido para hacer daño, sino que la única forma de evitar daños mayores ha sido cubrirte entero de haki: el primer ataque encubierto de lysbeth con el suelo de la arena. En este caso se van los dos puntos para Lys.

  • Narración y estilo: En cuanto a la narración no tengo mucho que decir, ambos mezcláis bien la narrativa escénica con la de combate, y realmente no veo patinazos extraños de tiempos verbales ni nada que haga destacar a uno sobre el otro. Los dos me hacéis ir al diccionario de vez en cuando, los dos os tiráis dardos metafóricos a la cabeza, etc. En general aquí os veo igualados. 0 puntos.

  • Pulcritud de escritura: Poveamos. Es verdad que ninguno de los dos ha sido 100% pulcro, pero la diferencia de errores es lo suficientemente notable como para tener que darle la ventaja a Lys (solo he encontrado dos, aunque me has hecho ir a buscar en la rae si "en seguida" es válido y, efectivamente, lo es). Zane, yo imagino que es por estar quemado ya, prisas, o cosas así, pero tienes que revisar un par de veces antes de enviar, hay patinazos muy raros parecidos a los de tu anterior combate (un par de frases incompletas, palabras con letras de más y de menos, entre otras cosas). Este puntito se va para Lys.


Con todo esto, y pese a que no me gusta inclinar la balanza solo por faltas de ortografía, tenemos el siguiente resultado: la victoria es para Lysbeth Ardian por un ajustado 3 a 2.

Como en combates anteriores, solo quiero felicitaros y aseguraros que no lo habéis hecho nada mal, pero tengo que dar un ganador sí o sí.

Si no estáis contentos con el resultado, no os convence mi criterio, o la razón que sea, sabed que tenéis derecho a pedir una segunda moderación del combate que deberéis acatar. Si vais a pedirla, por favor, hacedlo cuanto antes con un post aquí abajo para que se pase alguno de mis compañeros a la mayor brevedad posible.




Pasivas* a tener en cuenta:
Spoiler:


*Las habilidades pasivas y Power Ups están resumidos, en la ficha está su descripción completa.
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