Ryuu y Moja vs. Contraalmirante Slade Nys

Su intento de atacar a Madame se vio frustrado por el placaje de un tipo que, una vez pudo ver su rostro, le era enormemente conocido. No era otro que Moja, el felino con el que había vivido tantas aventuras antes de empezar la Carrera. No obstante, este no había chocado con él a propósito, sino que había sido lanzado por un hombre de pelo gris y con un gran brazo metálico que ahora se hallaba ante ellos. Se presentó como Slade Nys, Contraalmirante de la Marina, y comentó que había llegado a la isla con la intención de capturar personalmente a los dos. Eso quería decir que sus acciones y el poder que habían mostrado pese a ser piratas novatos habían enfadado y preocupado al Gobierno Mundial, pues habían enviado a un oficial de muy alto rango a atraparles.

- Lo siento, Contraalmirante. No tengo ninguna intención de dejarme atrapar ni por ti ni por ningún otro marine. - Respondió el semigyojin con una sonrisa llena de confianza.

Sin embargo no tuvo mucho más tiempo para hablar, pues rápidamente el militar se abalanzó sobre él y trató de golpearle con su puño mecánico. Ryuu, consciente del poder que con seguridad tenía, se preparó para recibir la acometida. Aguantó su postura, sin moverse ni un ápice, hasta el último instante y, justo en el momento en que el puño descendía sobre él, giró velozmente sobre su propio eje, lo que le permitió desplazarse lateralmente y evitarlo.

Acompañó este movimiento con un arco trazado con todas sus fuerzas por su espada que, imbuida en el poder de su Haki, brillaba con un color negro como el azabache. La primera sangre había de ser suya.

Cosilla:

Estaba a punto de salir de la zona, cuando de pronto me vi arrastrado por un enorme brazo metálico hasta el escenario. No me lo podía creer, pues me encontraba en todo el centro del meollo y para colmo el brazo metálico no era de otro más que el conocido contralmirante Slade Nys. Las cosas estaban saliendo al revés de lo que había planeado con el capitán, ahora me tocaba luchar contra aquel tipo y no sabía si podría salir con vida de aquella situación.

Tras las palabras del marine pude ver que al otro lado se encontraba mi compañero de aventuras Ryuu. Hacia un tiempo que no lo veía, en parte me alegraba porque contaba con un poderoso aliado para hacer frente a aquel tipo. El marine no nos dio tiempo ni siquiera de saludarnos y de un rápido movimiento descendente con aquel enorme brazo metálico. Apenas me dio tiempo a reaccionar, tan solo para cubrirme con mis manos imbuidas en haki, haciendo uso de mi barrera rápida.

Aquel golpe me lanzó varios metros atrás, produciéndome varias heridas en el costado, la barrera de haki me había librado de la mayor parte del daño, pero hacia que no pudiera utilizarla en un tiempo. Hice uso de mi mantra para poder leer su siguiente ataque y con la velocidad que me daba mi forma hibrida y con rapidez cree una esfera de rayos del tamaño de una pelota de gimnasia con mi electro, la cual se elevó en el cielo varios metros sobre nuestras cabezas.

-Lluvia de relámpagos guau- dije

Un instante después de mis palabras una lluvia de rayos empezó a caer sobre el marine. Esperaba que mi electricidad le afectara más al poseer aquel brazo metálico. Pero por si acaso mis puños empezaron a arder en un fuego de color azul intenso. Y aunque fuera complicado los imbuí como pude en electro también. Era la primera vez que combinaba mi fuego y electricidad, la idea me había surgido hacía tiempo pero hasta ese momento no había podido utilizarlo. Con un rápido movimiento intenté poner tras su espalda para darle un par de puñetazos con mis puños imbuidos en fuego y electricidad. Al hacer esto la herida en el costado se abrió aún más, por forzar mi cuerpo, haciendo que un dolor inmenso circulara por mi sistema nervioso y mis puñetazos perdieran fuerza. Independientemente de si conseguía golpearlo o no, tras intentarlo intentaría tomar algo de distancia, para así poder recuperarme del dolor.

Técnicas usadas:

La fiesta acaba de comenzar, y todos sabemos que el primer intento de la noche ha de ser el último, ¿verdad?

Haciendo gala de una gran agilidad y velocidad de reacción, Ryuu consigues evadir el puñetazo de Slade —aunque me habría decepcionado mucho que no lo hubieras hecho, la verdad—, pero en el momento en el que estás girando para trazar tu ataque, el marine ha girado también sobre sí mismo para tenerte de frente, y haciendo gala de una gran flexibilidad se echa hacia atrás y esquiva tu tajo por completo, dándote una patada en la mano en cuanto tiene oportunidad. Un golpe sencillo, con poca fuerza, que tan solo hace hacerte algún que otro moratón. Podrás superarlo. Y de esa forma, se aleja de ti un par de metros.

Al mismo tiempo que ocurre lo anterior, nuestro querido Mink pantera, de nombre Moja, ha creado sobre vosotros una esfera de electricidad que ha mandado a caer sobre el suelo. Una técnica que, en un combate de equipo, puede resultar poderosa, porque eso de lanzar una lluvia de truenos en un radio de veinte metros… ¿Es un poco putada verdad? Y más teniendo que los metales son conductores.

Podéis ver como muchos marines random que pasan por vuestro lado caen inconscientes por la electricidad. En cambio, vuestro querido contraalmirante, aprovechando aquello se aleja de Ryuu y alza su brazo metálico y comienza a acumular en él la electricidad que está cayendo a su alrededor, acumulándose en la palma de su mano, creando una preciosa esfera que envía lejos de allí.

Moja, logras golpear al contraalmirante, pero tus puñetazos no le hacen daño físico —es lo que tiene tener la fuerza de una persona normal y corriente en un mundo de monstruos—, más tu fuego sí parece haberle hecho unas feas quemaduras que le hacen gemir de dolor y acordarse de todos tus ancestros.

Moja, al alejarte te vuelves a colocar muy cerquita de Ryuu, tal vez a una distancia de apenas dos metros entre ambos. Y a una velocidad absurdamente alta, casi tanto como la vuestra, o tal vez más, emitiendo un sonido aparece a vuestro lado, con las manos sobre el suelo y dando una gran cantidad de patadas buscando vuestro cuerpo. Es un golpe extraño, dado que cada patada parece prolongarse un metro más de la extensión de la del propio marine. ¡Por cierto! Sois capaces de sentir la voluntad del marine en sus piernas.

La sorprendente agilidad del Contraalmirante le permitió evadir el contraataque de Ryuu, cosa que el joven no esperaba. De hecho la suave patada que le asestó en la mano estuvo muy cerca de hacer que Kirisame se le escapase de las manos. Logró mantener el agarre sobre el mango de su arma a duras penas, y en ese momento se dio cuenta de algo que podía jugar en su contra. Moja había creado una esfera de electricidad y la había lanzado hacia el suelo. Por suerte el espadachín tenía una manera de, en un entorno tan húmedo como aquel, evitar ser alcanzado.

Mientras clavaba la punta de Kirisame en la hierba para evitar que ejerciese de pararrayos hacia su cuerpo, formó a partir de la enorme humedad existente una esfera de agua de veinte centímetros de radio en torno a medio metro por encima de su cabeza. Al proteger su cuerpo de los rayos era probable que alguno de ellos cayese sobre ella, cargándola de electricidad.

Después, una vez el enemigo comenzó a moverse un molesto pitido en sus oídos le previno de lo que iba a ocurrir, por lo que mientras cogía nuevamente su espada lanzó la esfera de agua, electrificada o no, hacia abajo y hacia delante de forma que impactase entre un metro y medio y dos metros por delante de la posición del semigyojin. Aquello podía servirle perfectamente como defensa y ataque al mismo tiempo, pero en caso de no ser suficiente respondería a las patadas del militar con sus propias piernas, imbuidas así mismo en su voluntad.

Mi ataque se había salido de lo esperado, pues por desgracia mi compañero de batalla había sufrido debido a los rayos de mi esfera eléctrica. No me podía permitir perder a un valioso compañero en esta lucha por culpa de mis errores, debía de estar mas atento a lo que hacia. No confiaba en poder yo solo contra aquel tipo, cosa que me di cuenta al intentar golpear con mis puños los cuales no le hicieron daño. En cambio me di cuenta que el fuego de mis manos si habían surtido efecto. Unas quemaduras un tanto feas aparecieron en la espalda del marine tras mis golpes.

Al alejarme del marine acabe al lado de Ryuu, eso me alegro pues pude comprobar que mis rayos no le habían afectado. Antes de darme cuenta el contralmirante se nos echó encima en nada y empezó a realizar un ataque un tanto raro. Pues apoyando sus manos en el suelo empezó a lanzar una enorme cantidad de patadas. Eso no sonaba para nada bien, pues podía sentir como esas patadas estaban imbuidas en su voluntad. Sin duda estaba usando su haki de armadura, así que usé mis siete colas a base de escudo imbuyendolas en haki para intentar parar aquel inesperado ataque. Aunque intenté detenerlo no pude para todo el daño que hizo ese ataque, pues me lanzó un par de metros hacia atrás.

El primer golpe en mi costado hacia mella en mí, pues moverme de forma brusca hacia que el dolor se multiplicara por diez. Pero no podía quedarme quieto mientras recibía tal paliza. Entonces una pequeña idea pasó por mi cabeza, saque mis hachas “Cercedora y Quiebracuellos” y hice circular mi haki por ellas. Gasté el poco haki de armadura que me quedaba e hizo que el filo de Cercedora se pusiera al rojo vivo, mientras que mi haki de observación hizo que el filo de Quiebracuellos se formara un mayor filo de hielo. Hice uso de mi velocidad y en unos pasos me puse a rango del marine, recuperando el espacio que habia generado sus patadas. En un alarde de mi precisión intenté cortar su brazo metálico con Cercedora, la cual su filo incandescente cortaba el metal como mantequilla, mientras que con Quiebracuellos lance un corte en dirección hacia los tendones de su talón mas cercano a mí. Buscando así reducir su velocidad y mermar su ataque con el brazo metálico.

Tras mi ataque dejaría espació entre el marine y yo para que Ryuu hiciera su ataque. Intentando combinarme con mi compañero de batalla para nuestro siguiente ataque.

Armas usadas:

Alguna pequeña chispa escapó de la esfera de agua y le alcanzó en los brazos, provocándole una mueca de dolor. Por suerte la cantidad de electricidad recibida fue muy escasa y apenas un momento después tan solo sentía una mínima molestia que no dificultaba en nada sus movimientos. La esfera detuvo las patadas del oficial, evitando que alcanzase a ninguno de los piratas, y posteriormente la ofensiva de Moja fue exitosa. Uno de sus cuchillos seccionó el tendón de aquiles de una de sus piernas, dejándole totalmente cojo.

No obstante el marine no pareció notar en demasía aquella en teoría enorme desventaja, pues no perdió un ápice de velocidad en su siguiente acometida. Un ya característico pitido permitió al semigyojin saber que el peligro era inminente y, cuando tras el golpe dirigido hacia Moja el Contraalmirante trató de arrebatarle a Kirisame con su brazo robótico el samurái sacó partido de toda su agilidad y de su enorme coordinación para ejecutar dos movimientos al mismo tiempo.

Por un lado dobló la rodilla derecha y se inclinó hacia atrás hasta apoyar la mano derecha en el suelo, esquivando así el intento del militar. Simultáneamente ejecutó un veloz y potente barrido con su pierna izquierda que buscaba golpear lateralmente el tobillo de la única pierna funcional del militar, desequilibrándole y evitando que pudiera lanzar un segundo ataque.

Se alejó unos metros y, al ver que el marine se quedaba parado y levantaba el puño mecánico e imaginando que algo iba a pasar, trató de anticiparse. Se concentró cuanto pudo, buscando transmitir al agua existente en el húmedo suelo todo el fuego de su coraje, el ardor de su voluntad. Sintió cómo la energía se transmitía a través de sus pies hacia el suelo y, en ese instante, al mismo tiempo que el Contraalmirante hacía descender su brazo, él elevó el suyo:

- Gyojin Bushido: Onsen Joki.

Al momento una gran columna de vapor a una temperatura que bastaría para abrasar la piel de cualquiera nació desde el suelo en la posición del militar. El semigyojin, por su parte, era consciente de que el tiempo que había sacrificado para realizar su técnica hacía imposible esquivar la onda de choque lanzada por su adversario, por lo que hizo lo único que podía hacer en ese momento. Adaptó su postura, cubriendo las zonas más sensibles y adoptando una posición que le permitiese amortiguar el impacto lo máximo posible en un intento por disminuir cuanto pudiese el daño recibido. Así mismo cubrió todo su cuerpo con la negra armadura de su ambición, que refulgió al endurecer su piel.

El filo candente de Cercedora no había sido suficiente para cortar su extremidad metálica, pues había usado su haki de armadura para defenderse. En cambio el corte de Quiebracuellos si había hecho efecto, de un corte limpio había seccionado su talón, haciendo que el marine cayera al suelo por un instante. Pero para mi sorpresa eso no había sido suficiente para acabar con él, pues demostrando una agilidad increíble se puso de nuevo de pie y rápidamente se puso de nuevo a la ofensiva. Su velocidad no había decaído apenas nada aun con una pierna inservible.

Pude “escuchar” claramente como intentaba golpearme con su codo metálico en la cabeza. Aun así no pude esquivar su golpe efectivamente, pues su velocidad seguía siendo increíble y no pude agacharme a tiempo para evadirlo completamente. El simple roce del golpe hizo que de mi cabeza brotara un pequeño chorro de sangre, la cual se deslizaba por anaranjado pelaje de zorro. Después de golpearme caí al suelo redondo y me tomó un pequeño instante recuperar la compostura. Al fijarme de nuevo en el marine pude vislumbrar como este intercambiaba golpes con Ryuu. No podía perder tiempo y teníamos que acabar con ese tipo antes de que más marines llegaran al lugar.

Me limpie la sangre que corría por mi cara con el antebrazo, aun sentía un dolor intenso en el costado por el primer golpe recibido. Pero eso no era excusa para dejar de luchar. Apreté los dientes y agarré fuertemente a Cercedora y acerqué su filo candente a mi herida de la cabeza para cauterizar la herida. La sensación no fue para nada agradable y un desagradable escalofrió sacudió mi cuerpo. Tras cerrar parcialmente la herida me dirigí rápidamente hacia el combate. Ryuu no la tenía nada fácil contra aquel tipo y tenía que ayudarle.

Eché a correr hacia el marine buscando su espalda. Una vez me puse tras este lancé corte cruzado con mis hachas, las cuales aún seguían con su filo candente y su filo helado. Intenté realizar el corte lo más cercano a su columna vertebral haciendo uso de mi buena precisión. Mis golpes carecían de fuerza, pero si golpeaba en el lugar exacto podría hacer que cayera al suelo gravemente herido. Independientemente si conseguía o no asestar el golpe volvería a tomar distancia para preparar mi siguiente golpe.

Pese a haber imbuido su cuerpo y su arma en el endurecimiento de su Haki y a haber adoptado una postura defensiva que le permitió amortiguar notablemente el golpe al recibirlo por completo con la espada y con áreas más resistentes y menos delicadas de su cuerpo el dolor fue atroz. La onda de choque golpeó el filo de Kirisame, así como su hombro y brazo derechos, con una tremenda fuerza y, de hecho, tras el impacto se dio cuenta de que apenas podía mover dicha extremidad. No parecía tener nada roto, o al menos palpando no lo notaba, pero al menos los músculos de esa zona debían de estar dañados.

Sin embargo daba la sensación de que su adversario había salido mucho peor parado, pues había recibido de pleno el Onsen Joki, y el abrasador calor del géiser había devorado su piel casi por completo, e incluso en ciertas zonas también el músculo. En aquellos momentos componía una imagen digna de una película de terror. No obstante la expresión en su rostro no era ni mucho menos la de alguien que se sabe contra las cuerdas, sino que exhibía una sonrisa maníaca, casi desencajada.

Recibió también los ataques de Moja, logrando detener uno de ambos con su capa, pero no pudiendo hacer nada para evitar ser herido por su segundo corte. Reaccionó rápido, disparando contra el felino a través de varios pequeños cañones que se abrieron en su mano mecánica. Sabiendo que sin duda él iba a ser el siguiente, el samurái comenzó a reunir agua en torno a sí. La lesión en su brazo derecho hacía que, pese a que fuese zurdo, perdiese el apoyo de dicha extremidad al manejar su arma y, con él, parte importante de su poder y precisión en el combate cuerpo a cuerpo. Por tanto era necesario dar cuanto antes el golpe de gracia a tan peligroso enemigo antes de que se aprovechase de aquella ventaja.

En el momento en que, con un poderosísimo salto, se abalanzó hacia él de forma vertiginosa, Ryuu ya contaba a su alrededor con la suficiente agua para realizar su técnica más poderosa. Trazó un veloz arco con el filo de Kirisame y, en ese instante, un feroz dragón de agua emergió y comenzó un rapidísimo desplazamiento hacia el Contraalmirante, dispuesto a encontrarse con él en el camino. El semigyojin no veía la forma en que el marine pudiera continuar luchando después de encontrarse frente a frente con su Kairyuo, pero por si acaso se colocó en posición de guardia. Al fin y al cabo, en aquel mundo de monstruos cualquier cosa era posible, y aquel hombre ya había dado muestras de poseer una resistencia más que sobrehumana.

Mi ataque por la espalda con mis hachas había conseguido hacer efecto en parte, pues solo Cercedora atravesó la capa del marine. Con la que conseguí infligirle algo de daño, lo que tuvo que afectar al contraalmirante de alguna forma. Pero la cosa no se iba a quedar ahí tras conseguir alejarme. El marine de volvió hacia mí y con su enorme mano de metal me apuntó. De la punta los dedos se abrieron unos pequeños agujeros. Eso no pintaba para nada y sin duda lo pude “escuchar” lo que iba a suceder.

Apenas me dio tiempo a aumentar mi velocidad, cuando de pronto de aquellos pequeños agujeros empezaron a salir proyectiles hacia mi persona. Gracias a mi mantra pude esquivar la mayoría, pero no fue para nada suficiente. Un par de balas habían entrado en mi hombro y brazo izquierdo. El dolor hizo que no pudiera sujetar a Quiebracuellos con ese brazo, con lo que tuve que recogerla y guardarla. Cuando termino de dispararme el marine se giró rápidamente hacia Ryuu para continuar luchando contra él.

En ese instante escuché la voz del capitán en alguna parte del manglar, me dijo que me diera prisa en volver que la flota nos necesitaba. Eso tuvo una pequeña reacción en mí, ya que aunque el dolor era terrible me animaba a seguir con el combate, acabar con aquel tipo y volver junto a mi capitán. Al fijarme en el combate pude ver como mi compañero usaba una técnica de agua increíble. Esta no era más que un dragón de agua, pero me hallaba impresionado.

No podía estar parado tenía que ayudar a mi compañero. Agarré con fuerza Cercedora con mi mano derecha e hice que el resto del electro que me quedaba circulara por ella. En cuanto terminó la técnica de Ryuu me lancé contra aquel marine y haciendo uso de mi agilidad y precisión. Lancé un corte con Cercedora imbuida en electro en dirección hacia el cuello de aquel tipo, si el ataque del semigyojin no había acabado con el, esperaba que esto si. Pues el agua de la técnica usada por Ryuu empapaba al militar, lo produciría un mayor efecto del electro si no conseguía cortarle el cuello.

Pese a recibir de lleno el impacto de gigantesco dragón de agua, el Contraalmirante estuvo cerca de alcanzar al pirata antes de detenerse. Sin embargo no fue eso lo que llamó la atención de Ryuu, sino el hecho de que, pese a tener el cuerpo hecho trizas, el tipo siguió en pie. Cualquier persona, incluso las más poderosas que el semigyojin había conocido, estaría cuanto menos inconsciente y con la necesidad de atención médica urgente si no muerto, pero el militar se mantenía en pie como si no fuese humano.

Su piel, en las escasas zonas en las que el vapor ardiente no la había destrozado, y sus músculos estaban llenos de multitud de cortes, muchos de ellos de una profundidad más que considerable, a los que había que añadir el inflingido por el último ataque de Moja. La sangre manaba a borbotones por la mayoría de ellos, amenazando con desangrar a Slade en escasos minutos, pero aún así no había caído. Y no lo había hecho por pura fuerza de voluntad. Sus ojos, tan rojos como el líquido que chorreaba por todo su cuerpo hasta el suelo, parecían encontrarse ausentes, como si ya no tuviera control de sus propias acciones.

Entonces gritó, tan fuerte que casi podría decirse que el suelo había retumbado. Y al terminar en su mirada se reflejaba una extraña calma que contrastaba fuertemente con su actitud hasta aquel momento. Algo en él había cambiado, y no solo estaba en sus ojos. De él emanaba un poder tal que resultaba casi sobrecogedor, algo que el samurái no había visto jamás. Era una sensación que costaba describir, como si estuviera seguro de que aquel hombre no iba a darse por vencido hasta que la vida abandonase por completo su cuerpo.

En ese momento el militar hincó la rodilla herida en el suelo, dando por un instante la sensación de cara a alguien que no hubiese visto mirada de que iba a rendirse. Nada más lejos de la realidad, pues apenas un segundo después alzó su puño mecánico y lo dejó caer, golpeando el suelo con violencia. Tan rápido que al pirata le resultó absolutamente imposible escapar del área de su alcance, todo el suelo se agrietó. El joven estuvo a punto de caer al suelo, pero en el último momento gracias a su enorme agilidad logró modificar su postura y, cambiando su centro de gravedad, consiguió mantenerse de pie.

Sin embargo no le dio tiempo a celebrar aquella pequeña victoria, pues apenas un instante después comenzaron a emerger del suelo enormes raíces de los manglares que golpeaban el suelo cual gigantescos látigos aquí y allá. Ryuu, Kirisame en mano, se defendió como pudo. Cortó algunas raíces, esquivó otras, pero pronto pudo comprobar que eran demasiadas. Una de ellas golpeó con gran fuerza su costado izquierdo, haciéndole rodar varios metros por el suelo como resultado. Otra cayó sobre su ya maltrecho hombro derecho, y acto seguido dos más golpearon su abdomen y su espalda. El joven se vio forzado a hincar la rodilla en el suelo, incapaz de sostenerse sobre sus pies, mientras al toser una nada despreciable cantidad de sangre ascendió por su garganta hasta salir al exterior a través de su boca.

El poder que aquel hombre desprendía hacía palidecer a cualquier otro que hubiera visto jamás. Y no provenía de ninguna fruta del diablo, era algo mucho más profundo. De él emanaba algo que el semgyojin no podía describir con palabras, pero que percibía en sus oídos. Una fortísima vibración que, comparada con el resto de presencias que había percibido con anterioridad, era como una montaña al lado de un grano de arena. La voluntad de Slade Nys parecía hacerle invencible.

Pero no lo era. Por muy sobrecogedoramente poderoso que fuese no dejaba de ser humano y, como tal, se le podía derrotar. Y él, que iba a convertirse en el mejor guerrero del mundo algún día, iba a ser quien lo hiciera. El código de honor de un samurái le exigía no rendirse nunca, no darse jamás por vencido. Y su enemigo era el vivo ejemplo de lo que un samurái debía ser en ese aspecto. Al borde de la muerte, lleno de heridas de extrema gravedad y aún así en pie y sin dejar de luchar.

Él no podía ser menos. Pese al intenso dolor que atravesaba cada centímetro de su cuerpo se levantó. Era más que probable que tuviese algún hueso roto, ya fuese alguna costilla, el hombro derecho o incluso quizás una vértebra, pero ya no pensaba en eso. En sus ojos se reflejaba la firme decisión de seguir combatiendo a aquel tipo hasta el final, hasta que solo uno de los dos quedara en pie. Tal y como un auténtico samurái debía de hacer.

Se inclinó ligeramente hacia su adversario en señal de respeto por su fuerza y su coraje, y acto seguido, reuniendo todas las fuerzas que pudo juntar, se abalanzó sobre él espada en mano. Su impulso se acompañó de un grito que nació de lo más profundo de su ser. Un grito que expresaba la inquebrantable determinación del semigyojin de luchar hasta las últimas consecuencias, cara a cara y con honor. Toda su voluntad le acompañaba, en su grito y en su carga, fuera cual fuera el resultado. La suerte estaba echada.

El marine pudo parar mi golpe con cercedora, lo que me había jodido bastante, pues esperaba acabar con él en ese momento. Había parado el golpe con su brazo metálico, haciendo más grande el anterior corte que le había infringido. Aun así mi descarga de electro parecía que había surtido efecto, pues el marine pareció apretar en ese instante al afectarle. Además pude hacerle un tajo profundo a la altura del trapecio y aquella herida parecía bastante fea.

Tras mi ataque me alejé de aquel tipo e inmediatamente soltó un grito de furia que se escuchó por todo el lugar, nos miró y me pude percatar de que algo había cambiado en ella. El marine tenía una cara bastante seria. Acto seguido hincó la rodilla en el suelo, parecía que por fin habíamos acabado con él. Tenía la mirada perdida en la nada y no parecía que nos fuera a seguir dando guerra. Pero estaba completamente equivocado, pues su voluntad era fuerte y ella misma se estaba encargando de plantarnos cara.

Alzó su puño y golpeó el suelo, esto provocó que se alzara una nube vapor, pero sin darnos tiempo el suelo se empezó a resquebrajar de forma cónica hacia nosotros. Aquel ataque se acercaba a nosotros de forma muy rápida. De pronto el temblor paró y se quedó en eso un temblor, daba la sensación de que había sido un simple ataque gastando sus últimas energías. Para nuestra desgracia no había sido así. Pues del suelo de pronto empezaron a salir raíces de los manglares. Estas daban tremendos latigazos de un lado a otro. Solo me dio tiempo a esquivar los tres más cercanos, a partir de ahí empecé a recibir fuertes golpes en diferentes partes de mi cuerpo, cara, abdomen, brazos y piernas e incluso en la cara un par de ellos.

Tras ese ataque quedé tirado en el suelo, con múltiples golpes y heridas por todo el cuerpo. Pero no podía quedarme quieto ante aquel tipo, como pude me levante, haciendo uso de cercedora como apoyo. El marine era fuerte sin duda y su fuerza de voluntad casi inquebrantable. Pude ver que mi compañero también había sufrido bastante con ese ataque y con fuerza se lanzó contra el militar. Hice lo mismo acompañando su grito de guerra y me lancé contra nuestro enemigo común.

El brazo izquierdo me dolía a horrores y las heridas del último ataque del marine hacia que un dolor intenso me atravesara todo el cuerpo, apreté los dientes y aguantando el dolor como pude me lancé a la carga junto a mi compañero. Apreté fuertemente a cercedora y lancé un corte contra el cuello del marine nuevamente.

Slade no se mueve de su posición mientras os dirigís hacia él. Permanece estático y ni siquiera hace el intento de apartarse de la trayectoria de vuestros cortes. Continúa ausente, como no puede ser de otro modo, de forma que vuestros tajos alcanzan su cuerpo sin problema alguno. El hacha de Moja se clava en la base de su cuello, provocando que lo poco que le queda de vida comience a manar a chorros. La espada de Ryuu sega su torso al completo, trazando un corte que va desde su hombro derecho hasta su cadera izquierda. Pero ¿por qué no cae?

Estáis cerca del contralmirante, tanto que sentís su respiración y él, si estuviera consciente, percibiría la vuestra. Sus manos se unen frente a vosotros, a apenas unos centímetros de vuestros rostros. El movimiento es tan veloz como el que realizó anteriormente y su poder, según parece, bastante similar. Tanto es así que podéis notar cómo su brazo no metálico cruje con fuerza cuando todos y cada uno de los huesos que lo conforman se quiebran sin apenas oponer resistencia.

Si os digo la verdad eso no os importa demasiado, porque una amenaza igual de poderosa que la anterior ―si no más― acaba de nacer frente a vuestras caras. Una colosal onda de pura destrucción cobra forma y se extiende a una velocidad más que considerable, tanto que dudo que podáis esquivarla con garantías al encontraros tan cerca de él. Esto es sólo una apreciación por mi parte, claro está.

El caso, que se expande hasta abarcar un radio de veinte metros en torno a él en un santiamén. De hecho, algunos de los participantes más cercanos a vosotros, piratas y marines, se ven afectados por ella y caen al suelo en unas condiciones físicas lamentables. ¿Que si están muerto? Es más que probable, no os voy a mentir. Sea como sea, después de lanzar su colosal ataque el cuerpo de Slade cae al suelo, inerte.

La voluntad del Contraalmirante no logró imponerse a la negativa de Ryuu y Moja a darse por vencidos, haciendo gala también del poder de su propia voluntad. Ambos llegaron hasta el militar y le atacaron con sus armas, causándole sendas heridas que habrían bastado para acabar con la vida de prácticamente cualquier persona sobre la faz de la tierra. Sin embargo Slade no cayó, continuó en pie como si de un milenario árbol sujeto por sus kilométricas raíces se tratase. Su mente, no obstante, parecía estar ausente. El marine no daba la sensación de estar consciente, más bien parecía que su propia voluntad mantenía su cuerpo en pie aún cuando ya no quedaba nada que mantener. Era un espectáculo macabro pero, a decir verdad, realmente digno de verse.

En ese momento su enemigo realizó un movimiento tan veloz que, cuando el samurái quiso darse cuenta, sus manos habían chocado a escasos centímetros de su posición. El crujido de los huesos del brazo humano del marine al resquebrajarse le produjo un involuntario escalofrío, y más aún cuando vio que este ni se había inmutado. Era como si ya no fuese una persona, como si no fuese capaz de sentir nada.

Simultáneamente una onda de choque que parecía tener un poder aún mayor que la anterior nació en el punto exacto en el que las manos del militar se habían unido. Tan cerca como estaba, Ryuu apenas tuvo tiempo de acomodar su cuerpo para, gracias a su agilidad y capacidad para amortiguar los golpes, proteger los puntos más vitales de su anatomía e interponer el filo de Kirisame entre la peligrosísima onda y su organismo. Se cubrió por entero con la armadura azabache de su ambición en un intento de reducir aún más los daños y aguardó, esperó durante un instante que en su mente se hizo eterno, a recibir el impacto.

Un dolor como jamás había sentido invadió entonces cada fibra de su cuerpo. El semigyojin salió despedido varios metros hasta caer al suelo, apenas consciente. Cada inspiración le producía un enorme sufrimiento, y cualquier mínimo movimiento se sentía como si miles de agujas se clavasen en cada centímetro de su anatomía. A su alrededor, cuerpos de piratas y marines por igual habían quedado inertes en el suelo al recibir colateralmente el impacto de la onda de Slade, quien en ese instante cayó al suelo. Su abrumadora presencia se extinguió, abandonando este mundo.

Ryuu cerró entonces los ojos por un momento y, en su mente, musitó unas palabras en señal de respeto a su adversario caído, a su valor y a su poder. Jamás se las había visto con un oponente de aquel calibre, y estaba seguro de que, si lograba salir con vida de allí pese al deplorable estado en el que se encontraba, no olvidaría jamás aquel día ni aquel combate.

Conseguimos acercarnos y hacerles unas heridas con las que cualquier otra persona hubiera muerto. La voluntad del contralmirante era formidable, tanto que parecía que nunca iba a caer. Mi hacha se había clavado en el cuello de aquel hombre y Ryuu había cortado completamente su pecho. Pero algo más se cernía sobre nosotros, la voluntad del marine hizo que este golpeara el suelo como la anterior vez. Haciendo que de nuevo montones de raíces salieran del suelo. Y lo pero de todo es que en ese momento nos encontrábamos a escasos metros del militar, haciendo que nos comiéramos el ataque completamente. Enormes raíces salieron del suelo, haciendo que parecieran látigos. Ese ataque hizo que el marine se rompiera los huesos del brazo de aquel militar.

Apenas pude escuchar los latigazos con mi mantra, una enorme raíz me golpeó en el estómago, lanzándome hacia atrás. Otra raíz me golpeó desde atrás en toda la espalda, lanzándome contra el suelo de bruces. Una última raíz salió del suelo justamente donde había caído golpeado por la otra raíz lanzándome por los aires. Por suerte el último golpe me sacó de la zona de acción del ataque del marine. Los golpes en el estómago y la espalda no era algo para normal, pues un dolor intenso cruzó todo mi cuerpo.

Al levantar la mirada pude vislumbrar como el cuerpo del marine caía de bruces contra el suelo. Este sin duda había caído por fin, había dado mucha guerra y me había dejado bastante herido en ese momento. Pues apenas podía mover mi brazo izquierdo y un dolor intenso por todo mi cuerpo hacía que me costara la vida moverme. El marine tenía todos mis respetos por aquella batalla. Era un gran luchador sin duda. Tras eso decidí volver junto al capitán para volver con nuestra flota. La lucha con la marina aún no había acabado y me sentía en la obligación de ayudar a Nassor a salir de todo este alboroto.

Muchos han podido ver como habéis derrotado al contraalmirante, que ha caído al suelo con un aire de vida que esfuma a cada minuto que pasa. Muchos de sus soldados están estupefactos, como si no pudieran creer lo que acaba de ocurrir. Si os fijáis la gente parece estar marchándose de allí a gran velocidad, pero de ambos bandos. Marines malheridos se retiran, piratas que han salido victoriosos como vosotros, agarran los cuerpos de sus compañeros y tratan de huir.

De llegar a la costa veréis como entre varios piratas, entre los que se encuentra el pome, han creado un agujero en el cerco que había hecho la marina alrededor de la isla. Sería un buen momento para irse de allí.