No parece buena idea entrar ahí [Claude-Ashlyn]

Vale, recapitulemos: En Vacaciones con el barbas, Russuam con la loca del coño esa, Oak Island con el niño de los cojones, en el G-2 me encontré a un pelirrojo -por fin-, y ahora estoy a punto de entrar por la puerta de uno de los lugares más peligrosos del mundo. O más seguros, como quieras llamarlo. Afortunadamente para mí llevo una bufanda, y cuando les digo que tengo una enfermedad altamente contagiosa y no puedo quitármela, me dejan entrar como si nada. ¡De puta madre! Por lo menos así rentabilizo el bono de Umi Resha que me obligaron a sacarme para subir, pero no me siento muy a gusto sabiendo que cualquier leproso puede estar aquí.

Igualmente, me obligo a avanzar hasta toparme con el primer bar. Los agentes del Cipher Pol no son famosos por su alcoholismo -de hecho, no son famosos por nada en general; son secretos-, pero hasta el más serio toma de vez en cuando una copita, y si no lo hacen ellos lo harán las familias que viven aquí, que al parecer son un puñado. Imagino que entrar a la parte más restringida, los barracones y todo eso, ya será más complicado, y asumo que simplemente no quieren frenar las comunicaciones por ser demasiado céntrica la zona... Aunque un día van a pasar una epidemia y lo van a lamentar, porque de verdad, ¿a quién se le ocurre dejar pasar a un tipo que no se identifica, va con una bufanda y dice padecer una enfermedad contagiosa? No tiene ningún sentido. Aunque cabe la posibilidad de que yo me haya cruzado con el guardia retrasado, lo cual, en el fondo, no sería ni tan inesperado.

Peo bueno, no es mi puto problema; yo solo me meto en el bar "Lolita's", un local de trague lo que pueda. Y, aunque no tengo mucho apetito, seguro que algo le saco al local. Organizar un ligero tumulto, dejar mi firma... ¡Y completado! Aunque a ver si salgo con vida. Porque lo que sucedió en el G-2, aunque resultó bastante gratificante y sin duda alguna lo repetiría, provoca que pase por una situación particularmente molesta en estos momentos: De un momento a otro alguien me reconocerá. No tardan mucho en volar las noticias, y tras haber hecho explotar parte del cuartel y drogar a varios oficiales estoy en la problemática de que al más mínimo error... Me cazan. Me cazan y me cazan, no hay otra respuesta posible. Por eso me cuesta tanto decidirme a entrar a un lugar tan concurrido.

Había llegado aquella misma mañana a Ennies Lobby, ¿para que? pues para que coño va a ser, para entregar unos cuantos criminales y cobrar. ¿Para que otra cosa iba a acercarse Ash a los marines? En general no le gustaba demasiado estar con ese tipo de personas, se creían mejor que el resto solo por representar la ley o algo parecido. Por su parte se encargaba de capturar los criminales que ellos solian dejar escapar o que eran demasiado para sus pobres cabecitas. En ocasiones había que usar métodos un poco mas complicados y si no había agentes del chiper pol disponibles pues eran ellos los que se metían entre medias. Puede que por eso se llevase bien con la mayoría de CP's.

Se había tirado tres horas con un montón de burocacia y papeleo innecesario y de lo mas cansino y aburrido. Si hubiera sido por ella le hubiera pegado un tiro a todos esos putos informes que le pusieron por delante. ¿Quién se creían que era ella? No era uan dichosa secretaria por mucho que tuviera que rellenar papeles para el tema de la licencia y acreditar no se que historia. Por su parte solo quería volver al trabajo y eso es lo que iba a hacer cuando llego a su nariz el aroma de comida. Sintió entonces su estómago rugir, se notaba que hacía al menos entre seis o doce horas que no comía nada, cosa extraña teniendo en cuenta que ella era su propia cocinera pero joder, había estado ocupada.

Bufo un poco y decidió que entrearía a comer algo y darse un capricho. Aquel lugar parecía un sitio agradable aunque el nombre dejaba mucho que desear, ¿quien le pone a un local de comidas Lolita's? Desde leugo la gente tenía un puto mal gusto absurdo. Cuando entro se encontró de frente con la espalda de un tipo pelirrojo de lo más molesto que no paraba de mirar alrededor como un empanado — oye amigo, si no vas a entrar quitate de en medio, aquí hay gente que quiere comer — saco un cigarro de su chaqueta y se lo llevo a la boca. En el momento en que alguien iba a decirle que no podía fumar en el interior del local Ash les mandó una mirada de esas que hielan la sangre y no hubo huevos a decirle nada, estaba hambrienta y de mal humor.

Me distraigo observando los carteles de las paredes. Mujeres en posiciones reveladoras, hombres mostrando sus atributos, engendros ambiguos que solo gustan a una panda de fetichistas... Por lo menos, y pese al nombre, no veo ningún póster de niños abusados, aunque sigue sin parecerme una decoración adecuada y cuando me fijo en los escenarios al fondo, con barra de baile y telón doble, me percato de que estoy en un local de Striptease, o alguna clase de espectáculo erótico. Por lo menos a estas horas no hay ningún espectáculo. O eso pensaba yo.

- Perdona, ¿qué? -pregunto, dándome la vuelta para verla bien. ¿No existe el respeto en la ciudad judicial? No es como si quisiera que me conociesen al momento por quién soy, por lo menos aquí, pero creo que como mínimo puedo pedir algo de respeto como persona humana. Pero bueno, todos los que andan por aquí son una panda de maleducados-. Estaba decidiendo si entrar o no, tampoco tienes por qué ser una maleducada.

Va vestida de una forma cuanto menos pintoresca, y entra al local como si fuera suyo. Tal vez lo sea, aunque si de verdad se desnuda por dinero su ropa es menos sugerente de lo que cabría esperar. Faltan borlas, sobra tela y desde luego ese escote es mucho menos provocativo de lo que cabría esperar en alguien que se desnuda por propinas ¿Igual ya ha pasado su época de bailarina para tener un local propio? Ni lo sé ni me importa, tampoco tengo por qué relacionarme con subnormales. Y si alguien toma la estúpida decisión de insultarme solo por estar parado delante de un local, desde luego lo es. O, como mínimo, una maleducada.

Espero a que se aleje un poco y entro también al local, sentándome a la barra algo alejado de ella, y pido una buena pinta. De momento solo voy a observar el panorama, dado que siendo un hombre buscado tal vez no sea lo mejor andar gritando nada por el momento. Sin embargo, sonrío de forma arrebatadora a la camarera y, en un susurro, le digo:

- Tantas islas en el mar y en ninguna había visto una sirena. -En verdad ya he visto alguna, pero ella sonríe y a mí me llena saber que aún quedan muchachas que se compran con tan poco-. ¿Es habitual encontrar chicas tan lindas en una isla como esta o eres la primera flor de primavera?

Si no fuera por que acababa de entrar y quería comer le daría un puñetazo allí mismo, no estaba de humor para tonterías después de tanta burocracia pero al menos tenía un poco mas de autocontrol que la ultima vez que se cruzo con un idiota en su camino. Paso de aquel pelirrojo y entro en el local sentándose en una mesa cualquiera, no es que le hiciera demasiada gracia el tipo de local que era, pero con comer tenía mas que suficiente. Le hizo una señal a una camarera que se acerco a tomar nota y le trajo una botella de whisky entera, sin vaso, no era necesario para la mujer de albinos cabellos. Se quito el sombrero por un momento y lo dejo sobre la mesa.

Quito el tapón de la botella y lo llevo a sus labios para dar un trago largo, tan largo como que se ventilo de una sola vez un cuarto de toda la botella. Bufo después recuperando el aliento perdido mientras esperaba que le trajeran algo de comer. Justo en ese momento algunos murmullos se hicieron sonar por el local, hablaban sobre la mujer albina, al parecer era alguien ligeramente famosillo y no había nada que le gustase mas a la gente que cotillear. La albina ignoraba sus comentarios, no le interesaba en absoluto tener que dar explicaciones y tampoco entablar conversación con ninguno de los allí presentes, tan solo quería comer, beber y largarse. Puede que llamase a John para darle un buen revolcon y así aliviar tensiones.

Mientras bebía dejaba el cigarro en la mano libre y cuando al fin le trajeron la comida se dispuso a comer como una buena fiera que era. Tenía modales, no demasiados, pero algunos le quedaban y solía usarlos cuando estaba en compañía, pero normalmente era de las que cogen el trozo de carne con la mano y lo devora a mordiscos. Puede que sea un poco tosco, pero aquella mujer había crecido completamente sola como un animalillo y era complicado conseguir inculcar ciertas cosas en un perro viejo que ya a aprendido a ladrar. Aunque ella era más bien una zorra ¿verdad? Al menos ese era uno de sus motes, un poco absurdo teniendo en cuenta que más que fuego solía controlar el frío.

La camarera sigue trabajando, pero en cuanto la dejan en paz vuelve hasta mí y me habla con cariño. Sé lo que es, y cuánto le suelen dejar los tipos desesperados cuando luce como una niña inocente, pero en esta ocasión parece diferente. No solo porque yo sea fabuloso, sino porque soy todo lo contrario a todos esos cretinos que pueblan esta ciudad. Eso y porque no tengo dinero, así que si me miente, ¿quién está timando a quién? ¿Eh?

Casi me río pensando en esto, pero le doy un poco más de cuerda mientras me habla un poco de su vida. No toca temas personales, ni tampoco dice nada particularmente erótico, así que parece que puedo relajarme. No quiere mi dinero, seguramente. Lo que sí quiere, llegado cierto punto, es que pida algo de comer. La cuestión es qué podría pedir en un lugar como este, dado que todo tiene pinta de que va a estar adornado con purpurina comestible y no demasiado sabroso pero claro, se supone que el encanto del local es otro, ¿no?

- Ponme lo que tengas, tampoco estoy muy hambriento hoy -digo, y ella me sonríe antes de volverse hacia la cocina, dejándome solo por un momento. Un momento en el que miro hacia la vaquera. Sigo pensando en cómo alguien puede ir por la vida con un traje tan llamativo, aunque supongo que no todo el mundo es tan reconocible y memorable como yo, así que es normal vestirse de formas pintorescas para dar pie a que la gente hable un poco, ¿no? En cualquier caso, me fijo en ella con cierta curiosidad. ¿Por qué? Ni idea, pero es llamativa.

Está bien, tiene los modales un poco justitos y es un poco maleducada, pero no por ello debería privarla de mi compañía. Una de las cualidades que siempre me ha distinguido es mi capacidad para perdonar, y esta muchacha no tiene por qué perder al Basilisco de Thesalia solo por eso. O sí, qué más dará.

Aunque igual que alguna gente la señala a ella, otros empiezan a fijarse en mí. Y eso no resulta agradable. No aquí, y ahora. Porque si alguien me reconoce por mi cartel o los informes del suceso del G-2 han llegado a oídos de alguien importante, está más claro que el agua que alguien debe estar buscándome. Y si me buscan, lo más probable es que no tenga escapatoria. Debería pensar qué demonios voy a hacer ahora.

Bla bla bla, demasiada palabrería suelta la de aquella gente, les encantaba murmurar y cotillear y no había cosa que odiase más la vaquera que hablaran de ella a sus espaldas. Gruño de nuevo mientras bebía de su botella de whisky teniendo en plato casi a la mitad. La verdad es que la comida no estaba del todo mal aunque faltaba sabor, unas cuantas especias más, un poco de vino en el guiso y todo esto quedaría mucho mejor, aunque teniendo en cuenta el local que era, la comida era el menor de sus atractivos. En aquel antro vendían carne, pero de otro tipo, seguramente su madre estaría en su salsa en aquel tugurio.

Cerró los ojos un momento, contó hasta tres y entonces sintió como una mano intentaba colarse en su bolsillo, tal vez para robarle la cartera, por suerte para nuestra vaquera era una chica rápida y tomó su muñeca antes de que pudiera sacar nada, puso la mano del tipo sobre la mesa y después el cañón de su Black Coyote en su garganta — ¿que crees que estas haciendo amigo? ¿crees que es buena idea robarme a mi? — el muchacho de unos veinte años mas o menos se echo a temblar al verse descubierto de aquella manera. Los murmullos en aquel lugar se intensificaron además de la tensión en el ambiente. Por su parte no pensaba hacerle daño al chico a no ser que se pusiera bruto. Lo miro de arriba abajo mientras este le pedía perdón una y otra vez.

Era un muchacho de la calle, no había duda, desaliñado y se notaba que llevaba varios días sin comer. Le hizo una señal a la camarera con la cara que se acerco bastante temerosa también de lo que pudiera suceder con la mujer armada — trae un plato de carne con salsa, pan y algo de postre y una jarra de agua para el mocoso — lo soltó y lo hizo sentarse en la mesa junto a ella. Ante su petición la camarera no supo que hacer inicialmente pero luego salió corriendo a la cocina a por lo que le había pedido la vaquera. No tardo mucho en traerlo y el chico que la miraba confundido sin saber bien que hacer se lanzo contra el plato a devorarlo con necesidad y cierta ansiedad. Por su parte la mujer se dispuso a terminar su plato de comida y su botella de whisky mientras el chiquillo disfrutaba de un plato caliente.

Encima de ladrón, retrasado. De toda la gente que hay en el local, de toda la gente a la que podía intentar robar, elige a la puta loca de los revólveres. Aunque, a juzgar por el desenlace, ha elegido al objetivo más correcto. Amenazadora, deslenguada, maleducada... Pero tal vez sea la única persona dispuesta a gastarse dinero en alguien que acaba de intentar robarle. Eso no sé si habla bien de su moral o mal de su inteligencia, pero por un momento me hace observarla con cierta curiosidad. ¿Qué puede llevar a una mujer a ser tan arisca como para insultar por defecto y luego ser un relativo encanto?

¡Claro, eso es! La chica necesita hablar con alguien y liberarse de sus traumas. Seguramente ahí esté todo el problema, tanto de su mal pronto como de sus escasos modales. Lo único que necesita es una mano amiga tendida y alguien con quien hablar durante un rato. ¡Y eso puedo dárselo! La única incógnita es si aguantaré. Porque claro, aunque puede que sea una buena persona resulta extremadamente ruda, y si hay algo que a mi me molesta... Bueno, en realidad la gente que finge tener un problema conmigo es la más interesante. Casi se me levanta una sonrisita al pensar en todas esas veces que la gente ha fingido no soportarme a pesar de que eso es imposible. Al final, todo el mundo desea ser como yo o me desea a mí, no hay una vuelta de hoja posible y, tampoco voy a negarlo, la gente que se resiste a mi encanto hace que todo sea mucho más interesante. Porque, ¿qué sería del mundo sin un poco de dificultad? Ah, cierto: Mi vida.

Me disculpo con la camarera, que me hace ojitos, y me muevo con mi plato y jarra hasta estar al lado de la peliblanca, sentándome a su vera a una distancia respetuosamente cercana. Más o menos unos veinte centímetros. Bien, ahora hay que pensar bien lo que voy a decir, qué voy a hacer y no cagarla. Así que, primer paso, no tocar nada de su cuerpo. Poner mano en el hombro, descartado.

- La comida es una mierda -digo para romper el hielo-. Pero por un plato comes todo lo que puedas. No es mal negocio.

Si me reconoce, como mínimo, se sentirá feliz de que me haya fijado en ella.

- Me llamo Claude. -Le tiendo la mano-. Claude von Appetit.

El chico parecía realmente hambriento, se notaba que no lo pasaba bien, que el mundo le había tratado bastante mal y teniendo en cuenta que ella conocía bien ese tipo de mundo no le era incomodo ayudarle. Al revés, si podía ayudar a que llenara la tripa Ash haría lo posible, de hecho si pudiera ayudarle a tener una vida mejor lo haría. Sin embargo las cosas solían complicarse más de la cuenta si los chiquillos eran presas de alguna banda o de algo parecido, ella misma lo había vivido en sus carnes, pero no era momento de pensar en eso. Por ahora le daría de comer y después esperaría por si el chico quería pedirle algo más, tal vez un poco de ayuda le vendría bien y pillase un poco de confianza con ella gracias a la comida.

Miro al pelirrojo en el momento en que se sentó a su mesa y suspiro levemente ante sus palabras — si bueno, no es ninguna maravilla pero al menos es comestible, le falta un poco de aderezo y algo más de sabor — pero tal y como había dicho, al menos era comestible. El chico parecía disfrutar bastante así que bueno, lo dejaría disfrutar mientras que ella ya se había terminado la cena y seguía vaciando la botella de whisky. Estrecho la mano del chico con algo de fuerza, Ash era de las que apretaban el agarre por pura inercia — Ash Blake — espero a ver si tenía algo más que decir y después simplemente siguió con sus cosas.

El chico los miro por un momento y le agradeció la comida a la vaquera que se peino suavemente con los dedos su caballera blanquecina — no te preocupes y come, disfruta, luego ya hablaremos si quieres, por ahora termínate eso — le removió un poco el pelo con una de las manos. El chico sonrió con los morros llenos de comida, la verdad es que la cosa pintaba bien y si el chico al final aceptaba hablar con ella y podía sacarlo de las calles se llevaría al menos un premio más después de entregar a los últimos piratas en aquel lugar. Se llevaría un dinero y de paso si todo salía bien, se llevaría un grumetillo para el barco y para compartir aventuras con ella y con Velkan, aunque bueno, puede que no todo saliera bien, solo habrá que ver como funcionan las cosas y ver si el chico aceptaba sus términos.

Parece que no me conoce. Sé que debería aliviarme, pero lo cierto es que me molesta. Soy el Basilisco de Thesalia, maldita sea, y mis hazañas se cuentan a lo largo y ancho de los mares. Bueno, yo las cuento a lo largo y ancho de los mares, pero he viajado mucho. Tanto a los mares cardinales como al Paraíso, y muy pronto volveré al Nuevo Mundo cuando esté un poco más recuperado, listo para cumplir mi sueño.

Aprieta mi mano con fuerza, y respondo apretando un poco yo también. No soy fuerte, pero sé dónde apretar para que dé esa impresión. El lenguaje no verbal es muy importante en un apretón de manos, y todo indica a que esta mujer es muy dominante y, definitivamente, quiere algo conmigo. Las toneladas de desprecio que emanaba hace un momento eran su forma de coquetear, como los gatos que te dan un arañazo cuando quieren atención. Sí, con esos ojos... Es una gatita, no hay duda. Una gatita miedosa y herida, pero solo quiere que le rasquen la panza. Conozco muy bien a las personas, y seguro que es eso. Pero por desgracia no estoy interesado en esa clase de menesteres, así que solo voy a ser amable con ella y de manera firme trataré de rechazarla con cortesía. Espero que no se lo tome mal, odiaría sumar otra tragedia a mis memorias.

- Una vez oí hablar de una... ¿pirata? con ese nombre -digo. La verdad es que su nombre me suena, y dado que en la mayoría de tabernas se suele hablar de piratas, es lógico pensar que lo sea-. ¿Cuándo te has cambiado al bando de la ley, mocetona?

Mocetona es un término educado, aunque mucha gente lo encuentra condescendiente y paternalista, como otorgando cualidades masculinas a un ente femenino para elevar su estatus, algo que francamente en casi cualquier situación parece molesto y fastidioso. Nada más lejos de la realidad, lo único que intento con eso es reconocer que es grande, como una especie de halago a su cuerpo. En plan, "estás ya muy crecidita", pero con algo más de tacto. Además, seguro que le gusta saber que me he fijado en su cuerpo, aunque no me interese en ese aspecto y... ¡Oh, mierda! Ahora va a pensar que estoy interesado en algo.

- Pero si estás aquí para joder a esta gente -susurro, acercándome a su cara-, me apunto.

¿Pirata? ¿Realmente tenía pinta de pirata? Bueno, no era la primera vez que la confundían con un pirata, pero joder, era cazadora por todos los demonios. Aunque es cierto que si hubiese seguido por el camino que iba seguramente en vez de cazadora habría terminado siendo una pirata o una criminal más. Sin embargo la dichosa vieja que le salvo la vida había conseguido que al menos se mantuviera un poco en la línea de la ley. De alguna forma se lo agradecía, el mundo que ella había probado con aquel grupo de gentuza no le había gustado. Más bien se le había atragantado hasta límites insospechados y no se arrepentía de haber dejado aquello atrás.

— No soy pirata y no me interesa joder a nadie, simplemente quiero comer y seguir mi viaje ¿y tú? ¿que haces aquí? no pareces del tipo que viene a manosear camareras — sobretodo por que una le había estado haciendo ojitos durante media hora el tipo no había intentado ningún avance con ella. Aunque es posible que fuera por que no podía pagar sus servicios, después de todo las mujeres en aquel sitio solo se dejaban tocar y "querer" si podías pagarlas. Por su parte le importaba más bien poco, había entrado para comer algo a un precio más o menos razonable para luego seguir su camino. Aún tenia muchos piratas y criminales que capturar y aún tenía mucha información que recaudar sobre aquel hombre que aparecía en el cartel que la vieja le había dado.

Una mierda eso de que el nombre y el dinero que valía estuviera completamente borrado. — ¿Cual es tu oficio muchacho? — le  preguntaba al pelirrojo mientras el muchacho se terminaba la comida que le quedaba en el plato y se disponía a degustar el postre. La verdad es que aquella comida no era nada del otro mundo, pero el chico parecía que realmente lo estaba disfrutando. — Si no tienes donde ir, te propongo viajar conmigo chico, me hace falta un ayudante — era una buena propuesta para un chico como él, ella no le haría daño, le enseñaría un oficio y de paso le ayudaría a subsistir sin necesidad de robarle a nadie ni de depender de otra persona que no fuera el mismo. Después de todo, eso mismo había echo la abuela Marian con ella, de otra forma algo mas drástica, pero todos merecen una segunda oportunidad. El chico pareció pensarlo seriamente y luego asintió enérgicamente con la cara llena de chocolate.

Hay muchas cosas que no entiendo aquí. ¿Entonces no es pirata? Que bueno, en parte tiene sentido que no lo sea, dado que hay que ser un poco idiota o confiar mucho en la suerte para meterse en Ennies Lobby con recompensa. Afortunadamente yo tengo suerte, o la gente podría pensar que soy idiota. Sin embargo, tampoco puedo responderle que yo sí soy pirata o... Bueno, solo hay una cosa que huela a pirata sin serlo. Como las ballenas, que huelen a pescado, si en Jaya hablan de ti o eres pirata o... No, menuda tontería. ¿Por qué iba a estar aquí si fuese cazadora de recompensas? Debe ser algún tipo de guardaespaldas, aunque, ¿de quién?

- Yo... -Dudo. Tengo que pensar muy bien mi respuesta; tal vez la medito más de lo necesario, pero termino encogiéndome de hombros. Desvío la mirada por un momento, sin saber muy bien qué decir, pero finalmente la encaro y trato de ser lo más sincero posible-: He venido para hacer historia.

Parece más interesada por el ladronzuelo que por la propia conversación, pero tampoco me extraño. Al menos, por lo que sé de ella, es lógico pensar que si tiene la capacidad de perdonar y alimentar a quien trata de robarle también tendrá cierto interés en él, y es ahí donde veo mi oportunidad de averiguar a qué se dedica. Porque claro, de otro modo a lo mejor la oportunidad no surge tan fácilmente, y me he quedado con la curiosidad. Y puede, solo puede, que con un poco de miedo por si de pronto reconoce mi cara y decide que le es rentable intentar atraparme. Que no podría conseguirlo, claro, pero estamos en una isla llena de cuarteles de la Marina y agentes del Cipher Pol... Espera, claro... ¡Ha venido a cazarme! Por eso no está protegiendo las espaldas de nadie, porque solo le interesan las mías. Al menos, asumiendo que bajo su mirada de indiferencia no trate de ocultar un profundo deseo que, por otro lado, no sería descabellado que sintiese. Pero, aunque me desee, aún puede pretender cazarme. Tengo que ser muy discreto si quiero descubrirlo sin llamar la atención.

- No sé si tengo que robarte para que la oferta se extienda a mí también -comento, de forma casual, pasando el dedo por la boca del vaso en postura sensual-, pero si necesitas un aprendiz... Yo aprendo rápido. -Le guiño un ojo.

Vale, tal vez me he pasado. Porque o bien no quiere nada y la ofendo o bien quiere algo y acabo de meterme en un lío. Pero si ese es el caso ya veré cómo salir, de momento lo fundamental es descubrir si mi culo está en peligro. Figuradamente, claro. Es pistolera, pero no creo yo que... Bueno, que no.

- Pero sin segundas, ¿vale? Solo negocio -me explico finalmente, levantando ambas manos mientras me echo ligeramente hacia atrás.

Bueno, al parecer había encontrado un grumetillo que le ayudaría tanto a ella como a Velkan en sus viajes. No estaba mal, después de todo un integrante más no les iba a matar. Sobretodo teniendo en cuenta que dos manos más siempre son bienvenidas en el barco que les habían robado a los sea runners. Aunque más que robar lo habían requisado y convertido en suyo propio. Una respuesta inconclusa fue lo que obtuvo del pelirrojo, pero tampoco le importaba demasiado. No era el primero ni sería el ultimo que se hacía el misterioso y no quería responder con la verdad a las preguntas que solía hacer la vaquera, tampoco es que le importase realmente.

— ¿Quieres que te enseñe? Si has venido a hacer historia deberías estar bien instruido ya, a no ser que estés buscando problemas para armarte una reputación y eso suele significar dos cosas en esta isla, o eres un pirata inconsciente que ha decidido meterse en la boca del lobo o un principiante del lado de la ley que quiere embarcarse en su primera aventura — los ojos rojos de la mujer se quedaron totalmente fijos en los ojos de aquel muchacho. Buscaba descubrir cual de los dos era él, normalmente la gente solía mover los ojos o tener alguna reacción con ellos en el momento en que se les hacía preguntas concretas o incluso cuando mentían o decían la verdad. Ash no es que fuera una maquina adivinando eso, pero él no lo sabía y siempre podía ponerlo lo suficientemente nervioso como para que hablase más de la cuenta.

— Respecto a las segundas intenciones no te preocupes, ya tengo un vaquero al que domar en casa, prometo no ponerte una sola mano encima con esas intenciones — sonrió de medio lado mientras levantaba las manos al más puro estilo de chica buena e inocente, aunque en su sonrisa y en su mirada se podía notar que de inocente tenía más bien poco aquella mujer. — ¿Entonces que eres? ¿un inconsciente o un principiante? — realmente esperaba que le respondiera con sinceridad. Si era o no pirata no tenía intenciones de atraparlo si no valía lo suficiente, después de todo era gastar energías y balas en vano. Prefería ir a por piezas más gordas y jugosas y si dejaba que el pelirrojo siguiera creciendo en el mundo de la piratería podría ir a por él en otro momento. Se podría decir que era una inversión a futuro, aunque claro, bien podría ser un marine o un cp en busca de aventuras, en cuyo caso simplemente no le interesaba demasiado viajar con él por el momento. No podría servirle de demasiada ayuda por que ni siquiera conseguiría información delicada del gobierno.

Hay momentos en los que la Marina te salva la vida. Cuando estás frente a una cazadora de recompensas que te acusa de pirata, aunque seas pirata, la Marina puede ayudarte. Solo necesitas tener un poco de tiento, sangre fría y dedos hábiles para robar la identificación de uno y presentarla. Sí, reconozco que mi plan tiene lagunas, como que por aquí no hay ningún marine, pero nunca me deshago de ninguna identificación. Rebusco momentáneamente en mi bandolera y tiro sobre la mesa mi propia chapa. Es de acero inoxidable, así que aún está en buen estado, y también dejo una suerte de carnet con una gran X que va de equina a esquina.

- Ocho años activo -comento, como quien no quiere la cosa. Igual con esto estoy tentando demasiado a la suerte, aunque confío en que mi cara sea lo bastante distinta de una foto a otra-. No pasé mi último examen físico y tuve que hacerme a un lado. No me ha ido mal estos años, no creas. -Me rasco la cara, mirando hacia la pared-. Pero no es lo mismo, ¿sabes? Necesitaba volver al mar, a vivir aventuras. Estoy algo oxidado, pero sigo siendo fantástico en todo lo que hago. Y el día en que tenga que desenvainar mi espada... Temblará el mundo.

No soy una persona retorcida. No me gusta mentir, ni tampoco alterar demasiado la verdad; al fin y al cabo no soy un hipócrita. Pero cuando el aprieta el frío todos buscan estufa. Tener sangre fría suele ayudar, y al final no voy a hacer daño a nadie por no dejar que me arresten, ¿no? Bueno, supongo que no, al menos hoy por hoy. Lo que suceda mañana, o lo que sucediera ayer en el G-2... Bueno, eso es algo que los libros de historia juzgarán si fue excesivo o no. Pero, como mínimo, dirán que tenía estilo.

- Me resulta difícil creerte si me miras así -respondo. A ver, que soy increíble, pero tampoco es como para que me trate como un objeto. Encima intenta ponerme celoso inventándose un novio falso. ¡Ja! ¿Qué clase de novio dejaría entrar a su pareja a una ciudad llena de agentes salidos y marines?-. Y, la verdad, me incomoda un poco. ¿Has probado a ponerte lentillas de otro color? Parecerías más inocente cuando haces esa cosa de las manos. Y la sonrisa; la sonrisa directamente me pone nervioso.

Tal vez mi tono haya sonado demasiado serie de repente, pero no quiero que se haga falsas ilusiones o, en el caso improbable de que me esté tomando el pelo, siga haciéndolo. La verdad es que cuando me siento un juguete me pongo un poco a la defensiva, pero no creo que esta vez tenga que ver con eso. Simplemente acabamos de conocernos. No es momento ni lugar para esta clase de bromas.

- Disculpa si he parecido duro, no quería intimidarte -porque, lógicamente, verme serio intimidaría al mismísimo Almirante de la Flota-, solo ha sido un exabrupto. Si tengo que elegir una de las opciones... Principiante inconsciente. Así me llamaban en mi primera misión.

Vale, sí, eso ha sido mentira. ¡Pero podría considerarse un chiste!

Aún no estaba del todo convencida, aunque viera la chapa y la identificación, después de todo eran objetos falsificables pero por el momento no preguntaría mas sobre el tema. Le dejaría campar a sus anchas por el lugar, si no había visto su cara en un cartel de wanted era por que tampoco valdría tanto dinero como para armar un escándalo en aquel momento. — En ese caso, si llevas ocho años de servicio tienes que estar bien preparado para navegar por estos mares, después de todo no son algo sencillo de surcar ¿que quieres que te enseñe exactamente? — tal vez si le indicaba que quería aprender podría echarle una mano.

Sin embargo, cuando le dijo que sus ojos le incomodaban y que si había pensado en ponerse lentillas se incomodo. Sus ojos era un tema complicado para ella, era una de las partes que su madre siempre había despreciado de ella desde que era una niña pequeña. Apretó tanto la botella de Whisky casi vacía en su mano que esta termino por estallar. Por suerte para los presentes la única que salio herida de aquel incidente fue ella misma. Se le clavaron un par de cristales, el resto habían caído sobre la mesa con el poco contenido que le quedaba en el interior.

Una de las camareras se acerco rápidamente para ver que había pasado y para limpiar el estropicio causado — disculpa, en ocasiones no mido mi fuerza — fue una disculpa hacía la camarera que simplemente negó con la cabeza y le dijo que no era la primera vez que algo así sucedía y que no debía preocuparse. Después miro al pelirrojo, se notaba en sus ojos que le había molestado bastante aquel comentario por su parte pero que se estaba conteniendo, después de todo él no tenía por que saberlo. — Mis ojos son como son y no tengo intención de cambiarlos simplemente por que puedan resultarle amenazantes o molestos a otros. Al que no le guste, que no los mire — se encogió de hombres tras eso y sacó la cartera para pagar su comida y la del ladronzuelo.

— Creo que es hora de marcharnos, tengo muchas cosas que enseñarte pequeñajo — le revolvió el pelo con la mano buena antes de sacarse los cristales de la otra y esperar a que la camarera le trajera un vendaje del botiquín de la cocina. Había sido bastante agradable así que seguramente le dejaría una propina por haber sido tan dedicada a su clientela. Una vez la chica llegó se dispuso a vendarse la herida la cual había desinfectado con el mismo alcohol que había en la mesa antes de que lo limpiasen. Era un poco complicado hacerlo teniendo en cuenta que solo tenía una mano, pero bueno, Ash estaba acostumbrada a no pedir ayuda, mucho tiempo viviendo sola.

No se fía de mí. Bueno, más bien mira con cierta suspicacia la identificación. No voy a decir que haga mal, pero espero que sea por ver la marca de cese y no por considerarla falsa. Tiene hasta membrete, aunque es normal que lo tenga porque, bueno, no es falsa. De hecho, casi me ofendería que la considerase falsa de no ser porque ya no soy esa persona. Osea, lo fui, claro que lo fui. Pero ya no más. Tal vez ahí esté la clave de este nuevo viaje.

Cuando me pregunta qué quiero aprender me quedo en blanco. La verdad es que cualquier cosa, pero no puedo responder eso de buenas a primeras o lo malinterpretará. Yo lo malinterpretaría, sobre todo viniendo de mí porque... Bueno, ¿qué pato va a ser que este gallo? Pero da igual, simplemente reflexiono durante unos segundos hasta que puedo dar una respuesta satisfactoria para ambos:

- Aunque haya llegado a los confines del mundo conocido, y por mucho que haya atracado en las costas de Wano y Thesalia -comento con cierto orgullo. Son los dos lugares donde me granjeé mi fama dentro de la Marina, donde empecé a destacar fuera de la academia-, siempre queda algo más que aprender. Sobre todo en un oficio nuevo; no creo que deba ser orgulloso en esto. Tú buscas un ayudante, yo quiero ayudar. Si me dices a qué te dedicas puedo concretarte más, y si no... -me echo un poco sobre la mesa, acercando mi cara a la suya-. Todo lo que me quieras enseñar.

Me doy cuenta de que la estoy mirando con demasiada intensidad. También de que mi media sonrisa, así como el tono bajo que he empezado a utilizar es muy malinterpretable, así que me echo muy despacio hacia atrás y finjo que no ha pasado nada, pero para ella sí pasa. Sus ojos deben ser muy preciados, porque creo que la he insultado un poco. Al menos eso se deja entrever por su tono despectivo, su expresión crispada y que haya reventado una botella de whisky con la mano. ¡Está bien! No soy médico, pero tengo unas pinzas de depilar y buen ojo, así que mi reacción inmediata es agarrarle la mano con firmeza y estirarla sobre la mesa mientras saco las pinzas, comenzando a retirar las esquirlas más pequeñas y las menos superficiales.

En estos momentos me alegro de beber en vaso, y miro regularmente a su cara para advertirla de que lo que voy a hacer escuece. Mojo una servilleta en la mesa, manchada de whisky, y lo uso como desinfectante. No es lo mejor que podría hacer, claro, pero sí lo más rápido.

- Estos dos son más delicados -señalo. No hay que ser un genio para ver que los últimos se han hundido a un centímetro bajo la palma-. Si lo saco mal puedes tener problemas, así que ni respires, por favor.

Preparo uno de mis calcetines largos como venda provisional y arranco los cristales, envolviendo su mano en un ejercicio de papiroflexia que, si no fuese porque se trata de un calcetín, habría quedado precioso. Pero en cuanto lo termino llega la camarera con un botiquín, y de pronto mi urgencia ha resultado ser innecesaria. Rehago un vendaje más cómodo y me cuido mucho de recoger los cristales del suelo uno a uno.

- Bueno, ¿adónde vamos?

No puso objeción alguna cuando el chico pelirrojo tomó su mano y empezó a sacar los pequeños pedacitos de cristal que se habían quedado clavados en su piel. La mano le sangraba como es lógico pero para Ash el dolor era algo realmente relativo así que no solía tener problemas con él. Se dejo hacer mientras miraba al pequeño ladronzuelo que parecía realmente preocupado por lo que estaba viendo. — No te preocupes pequeñajo, se necesita más que unos cristales para que yo me queje — una vez que saco los más pequeños iba a empezar con los más complicados.

Ash se quedó completamente quieta para que pudiera hacer bien el trabajo, gruño ligeramente ante el escozor provocado por el contacto del Whisky con las heridas en su mano. El chico parecía bastante acostumbrado a tener que remendar heridas sencillas y se lo agradecía, la camarera llego justo después con el botiquín y el pelirrojo le arreglo el vendaje de una mejor manera. Suspirando le revolvió el pelo igual que había hecho antes con el ladronzuelo — gracias, ha sido de mucha ayuda — la pregunta la hizo parar un momento y pensar ¿donde podría llevarlos?

Había varias cosas que Ash podía enseañarles, a disparar, a pelear a base de puñetazos, a resistir golpes, incluso algunas nociones básicas de herrería o artillería, pero dependía mucho de lo que quisieran aprender ellos. Miro al ladronzuelo y de inmediato supo lo que iba a enseñarle a él — tu y yo vamos a practicar un poco de combate cuerpo a cuerpo, necesitas aprender a defenderte si vas a viajar conmigo — el chico asintió rápidamente y entonces miro al pelirrojo. — ¿Sabes disparar? ¿luchar a puños? ¿que te gustaría aprender exactamente? por que puede que lo que yo se hacer no sea algo que quieras aprender, puedo enseñarte conocimientos de herrería, artillería, tal vez algo de cocina  — se encogió de hombros mientras se disponía a salir de aquel local.

Ya habían comido y aunque Ash estaba lista para partir en su barco para ir en busca de su nueva presa, actualmente la chica tenía un pequeño ayudante al que tenía que enseñar algunas cosas antes de que pudiera viajar con ella. No quería que cualquier piratucho de tres al cuarto pudiera hacer puré al chiquillo simplemente por que este no tuviera ni idea de defenderse. Aunque suponía que si había vivido en las calles como parecía, tendría algún tipo de conocimiento sobre defensa personal. Tal vez usaba cuchillos o simplemente sus manos, eso era algo que tendría que averiguar.

La peliblanca no parece quejarse, aunque el ladrón que ha adoptado parece preocupado por ella. Puede que lo hiciera para comer, pero no deja de resultarme un poco extraña la capacidad de esta chica para confiar en el primer desconocido que se le pone delante. Aunque tampoco debería quejarme de eso, ¿no? Al fin y al cabo, yo soy uno de esos desconocidos que se le han puesto delante. Bueno, uno de esos no: Yo soy yo. Y eso no lo va a cambiar nada, aunque a muchos podría agradarles la idea de que me vuelva un poco menos memorable, solo para así dejar de parecer tan llenos de mediocridad.

Sonrío cuando me da las gracias, y me levanto tras ella. No tengo muy claro adónde pretende llevarme, pero cualquier excusa es buena para no pagar la comida y la camarera parece estar ahora mismo más preocupada por la mano de la muchacha que por cobrar. Eso es bueno, dado que no tengo intención de pagar un solo berrie por esta comida. En realidad, siendo justos, no es que tenga la más mínima intención de pagar por ninguna de mis comidas. Al menos no mientras no sea inevitable; y, casi siempre, lo es.

- La verdad...

Me quedo pensando mientras camino junto a ella, sin tener muy claro adónde nos dirigimos. Tengo buena puntería, bastante mejor que la de cualquier Marine estándar, y en general soy bastante mejor que cualquiera, pero... ¿Realmente me interesa que ella sepa lo que puedo hacer? Por mucho que me caiga bien, en algún momento podría intentar llevarse mi cabeza. Como, por ejemplo, cuando lo que hice con ese tal Nassor en pleno G-2, seguramente mi recompensa se haya disparado. Es un hecho, vaya, porque hemos volado un polvorín relativamente importante. Aunque sigo creyendo que deberíamos haber volado la caldera. Un ejército sucio es un ejército derrotado, todo el mundo lo sabe. No obstante debo reconocerle que de cara al titular el arsenal tiene mucho más peso.

- Sé cocinar -explico, finalmente, cuando pasamos por delante de un espacio vacío, como una suerte de solar o campo de entrenamiento improvisado-. De hecho, cocino bastante mejor que cualquier persona que haya conocido hasta ahora -comento, con algo de modestia. Al menos la suficiente como para reconocer que alguien a quien no conozco se le puede dar mejor. Es dudoso, pero existe la posibilidad-. Tampoco se me da mal pelear, aunque no es algo que me agrade demasiado. -Al menos, no si no es contra uno de ellos.

Muestro mi ballesta, así como el cuchillo. No son malas armas, y de hecho el cuchillo funciona muy bien para cuando tengo que defenderme, pero no es lo ideal para pelear y desde luego no resulta particularmente cómodo. De hecho, yo porque soy increíblemente hábil y parece que mi postura es ideal, pero un espadachín se daría fácilmente cuenta de todos los huecos que deja el pelear de esta forma.

Guardo el cuchillo.

- Y... Más o menos eso es todo. También sé fregar, y a veces toco la guitarra.

El muchacho no le estaba poniendo las cosas fáciles, si no sabía que quería aprender ella tampoco podía enseñarle todo lo que sabía. Ash tenía ciertos conocimientos sobre algunas cosas, sobre otras, no tenía ni la más mínima idea y por el momento las cosas que ella sabía hacer al parecer eran cosas que mas o menos él controlaba. En ese caso no había mucho que enseñarle al muchacho siendo sinceros. Por el momento los llevo hasta un lugar cercano al sitió donde había atracado con el barco. No los llevaría hasta el barco por que bueno, no sabía aún si podía fiarse de ambos así que prefería que no supieran cual era su barco.

Una vez en aquel pedazo de tierra abierto y solitario miró al ladronzuelo y sonrió levemente — bien, vamos, sin armas, enséñame que sabes hacer chiquillo — el chico se preparo también y fue contra la albina. El primer golpe lo esquivo sin demasiado problema, el segundo también. Al tercero Ash tomó la mano del chico y tras tirar de ella golpeo con su puño en el costado del mismo. No quería golpearle en el estómago por que entonces echaría por la boca la comida que acababa de comer y por mala que fuera era un desperdicio. — Intenta encontrar un hueco en tu rival, no vayas golpeando sin ton si son, vamos, otra vez — lo dijo con un tono autoritario, pero no le había golpeado demasiado fuerte.

Mientras miro de reojo al pelirrojo — aún estoy esperando que decidas que quieres aprender amigo, puedo enseñarte alguna de mis recetas o no se, sinceramente no se me ocurre mucho más, si quieres puedo hacerte alguna mejora en tu ballesta — se encogió de hombros mientras seguía peleando con el chiquillo. Tras un rato esquivando y devolviendo los ataques a quien se convertiría en su nuevo ayudante en el barco, decidió que para ser la primera clase era suficiente. El chico se notaba bastante cansado y tampoco quería dejarlo hecho un guiñapo el primer día. El entrenamiento era mejor hacerlo despacio y sin presiones o podría acabar haciéndose daño realmente.

— Por hoy es suficiente chico, descansa un poco ¿y bien? ¿has decidido ya que quieres? — miro de reojo al pelirrojo esperando ver si terminaba de decidirse de una buena vez. La verdad es que no le importaba ayudarle o echarle una mano con algo, pero si no se decidía ella por su parte tampoco podía hacer milagros, no leía la mente y no le gustaba demasiado perder el tiempo. Tenía cosas que hacer, piratas que cazar, dinero que ganar y en aquel momento estaba parada esperando por el chiquillo pelirrojo que tenía delante, esperaba que consiguiera decidirse antes de que ella decidiera marcharse de una vez.

Hay algunas diferencias entre los entrenamientos que propicia el Gobierno Mundial y los que se aplican fuera de este. Cuando yo estaba en la Marina, cuando era un cadete, las jornadas de acondicionamiento eran extenuantes, de varias horas cuando no se extendían de sol a sol, tan solo pausadas por el tiempo en que se nos requería para hacer otra clase de tareas como cocinar, limpiar o aprender alguna clase de habilidad adicional que nos pudiese servir en el futuro.

También eran inmisericordes.

Ashlyn, por su parte, parece que solo su fachada es hielo. Aunque intente parecer dura, es fácil darse cuenta de que está protegiendo de sus golpes las partes más sensibles del muchacho. Tampoco está golpeando con fuerza, sino que se podría identificar cada movimiento como una suerte de advertencia agresiva, como una madre que enseña a su hijo que el mundo es un lugar complicado. Tal vez le haga alguna herida en el proceso, pero lo único que hace es ahorrarle dolor. Sin embargo, dudo que así el chico llegue alguna vez a nada.

Luego mira hacia mí. "No sabe" qué enseñarme. Normal, al fin y al cabo, pero algo tendré que darle para que por lo menos se sienta útil. Aunque ya que estamos en Ennies Lobby, hay una cosa que siempre he querido probar. En el Cipher Pol poseen una técnica llamada Macaco, o algo así, que consiste en agitar la pierna con tanta fuerza que el aire se hiende y forma una suerte de onda cortante. Dicen que es por entrenar durante años o algo así, pero todo misticismo estúpido para disimular algo que, agitando fuerte las piernas, cualquier persona podría hacer.

- No sé si podrás enseñarme, pero hay una cosa que sí quiero probar. Y podrías hacerme de compañera, si resistes.

Me alejo un poco de la pared en la que me apoyo. El niño me mira con curiosidad mientras estiro las piernas hasta hacer un ángulo de ciento ochenta grados, quedando perpendiculares al suelo. Tras eso doy un par de patadas al aire; las primeras suenan como una patada, pero a medida que voy afinando el movimiento noto cómo el aire va silbando de forma más aguda, lo cual es bueno. Al cabo de cinco minutos, el sonido es como el de una espada, y, afinando al máximo el movimiento, golpeo con todas mis fuerzas.

El resultado es impresionante, aunque me decepciona un poco. El aire se comba y forma una onda de viento, pero se disipa muy deprisa. Tengo que practicar más, pero cuando veo la marca de hendidura en el suelo me da ciertas esperanzas.

- No está mal para ser la primera vez, ¿verdad?

Pero lo intento una segunda, calibrando mis movimientos y confiando en que todo va a salir bien. Modulo mi respiración, acompaso cada músculo, y.. ¡Bingo! Una potente onda sale despedida contra la vaquera. Espero que pueda resistirla.

Tampoco quería destrozar al chico en el primer entrenamiento, ya iría subiendo de intensidad según fuera necesario. Por ahora tenía que entender que si iba con ella podría sufrir daños y que tendría que estar preparado para ello. Si aún así quería acompañarla entonces simplemente tendría que seguirla y Ash se encargaría de enseñarle más adelante como debía comportarse en un combate. El pelirrojo en cambio parecía que quería probar algo, no le importaba que la usara para intentar alguna de sus técnicas o movimientos nuevos, después de todo habían quedado en que le ayudaría un poco a entrenar.

Se preparo, no estaba segura de lo que iba a hacer así que por si acaso quiso estar preparada para cualquier cosa. — Bien, adelante muchacho, a ver que sabes hacer — al principio parecía que no le terminaba de salir lo que quería hacer, pero con el paso del tiempo la cosa comenzaba a tomar forma. Podía escuchar como el sonido del viento iba cambiando, vio la marca que había dejado en el suelo y entonces supo que sería algo interesante de ver. Un nuevo movimiento de su pierna hizo que saliera una especie de onda hacía ella a una velocidad impresionante.

Ash coloco ambos brazos juntos para recibir el impacto y aunque llevaba un guante de cuero tapando su brazo derecho fue cortado sin mayor problema atravesando parte de su piel aunque sin llegar a más tras encontrarse contra el cuero. Pensó entonces que otra de esas podría atravesar musculo y no le apetecía tener que estar días sin poder mover bien el brazo. Eso significaría que no podría cazar piratas a gusto y no cobraría y eso era un tremendo problema. — No esta mal, vamos, probemos otra vez — también era una forma de probar su resistencia, así que no pondría pegas al entrenamiento que habían decidido llevar los dos.

Puede que si alguien los viera pudiera decir que la mujer estaba loca, ¿como quería enfrentar con su cuerpo desnudo una onda de corte? bueno, Ash nunca había sido una persona demasiado consciente de sus limitaciones y siempre le gustaba descubrir un poco más los límites de su cuerpo, forzarlos hasta un punto en el que ese límite se moviera un poco más, que ese límite fuera más difícil de alcanzar. Podría ser una locura, seguramente lo era, pero Ash estaba dispuesta a recibir unas cuantas más de esas para ver cuanto podía resistir, era bueno saber hasta que punto tu cuerpo es capaz de resistir el impacto de ciertos golpes.

El golpe es fuerte, lo suficiente como para cortar un guante de lo que, a simple vista, parece cuero. No esperaría que de buenas a primeras me saliese tan bien, pero por otro lado era obvio: Soy yo. Si alguien podía hacerlo iba a tener mi cara, eso está claro, pero es que además me hace cierta gracia que una técnica de la que tantos agentes -entre ellos el padre de Galhard- se enorgullezcan de un estilo de combate que puede ser aprendido en un día. Que sí, que yo soy un caso particular, pero si a mí no me supone ningún esfuerzo, ¿cuánto le supondrá a una persona normal? ¿Dos semanas? ¿Un mes de entrenamiento? Al final, todo se resume a lo mismo: Quieren hacerse ver mejores de lo que en realidad son.

- ¿Estás segura de que puedes soportarlo? No quiero hacerte daño -oferto, sin dejar de estirar mis músculos mientras me preparo para intentarlo de nuevo-. Ya te he roto los guantes, no querría hacerte daño en las manos.

Hago varios movimientos con la pierna de un lado a otro. Primero la izquierda, luego la derecha. Primero ascendente, luego descendente. Al final hago un giro de trescientos sesenta grados horizontal y más o menos empiezo a entender la clave de todo esto. La idea es utilizar la totalidad de mi inercia corporal, apoyándome en una pierna para que el torso haga de contrapeso mientras acelero el muslo. De ahí, lo que me pide el cuerpo es comenzar a adelantar la pierna, que comienza a generar la onda que, para obtener ese característico matiz cortante, requiere de la punta del pie adelantándose para romper el aire y generar el choque.

Bien, sabido esto se necesita una cierta coordinación para hacerlo, pero vuelvo a intentarlo pasados un par de minutos. No tanto porque la práctica fatigue, sino para dar algo de tiempo a Ashlyn y así pueda ni que sea intentar defenderse, porque también me da un poco de pena. De ese modo, hago una cuenta atrás con los dedos para que esté preparada. Tres, dos, uno...

Y la onda vuela contra ella. Rompe el suelo de tierra, aunque se disipa por abajo donde ha impactado primero. Normal, por otro lado. Solo falta saber cómo puede defenderse ella de esto, porque la verdad, bien pensado... Podría quedar media Ashlyn nada más cuando esto termine. Y como muera me van a echar a mí las culpas. Trago duro, deseoso de que pueda detenerlo.

- ¡Confía en ti misma! -grito, animándola-. ¡El Habuso vive en ti, piensa en algo que odies y expúlsalo!

Seguramente ella ni haya oído hablar de mi técnica, aunque seguro que no tiene problemas para desarrollarla si se esfuerza unos años. Para mí fue fácil, pero claro: Yo soy yo.

Tenía que poder parar eso, ¿Ash no podía dejarse vencer por algo así verdad? Aunque la idea de ser cortada en trocitos no le hacía ni pizca de gracia, se preparo de nuevo, se notaba que Claude no tenía intención de hacerle daño y lo agradecía pero Ash estaba segura de que iba a poder aguantar eso y mucho más. No iba a dejar que una simple onda cortante pudiera interferir en su trabajo. Si una cosa tan simple podía traerle problemas entonces ¿que haría cuando tuviera que enfrentarse a cosas más grandes y poderosas? No, de eso nada, vencería a aquella cosa y resistiría sus golpes. Estaba más que convencida, su cuerpo era duro, tenía que serlo.

— Vamos, no te contengas, este entrenamiento tiene que servir para los dos — estaba más que lista y en el momento en que vio nuevamente salir esa onda supo que tenía que pararla, no podía dejar que le cortase una mano o que le fastidiara lo suficiente como para no poder usar las manos para disparar. Tenía que parar la onda, por encima de cualquier cosa confiaba en que su cuerpo era fuerte, tenía resistencia, por todos los demonios aún tenía muchas cosas que hacer. Tenía que encontrar a aquel tipo que aparecía en el cartel de wanted que le había dado la vieja Marian, no podía acabar así su camino.

Gruño viendo como la onda se acercaba cada vez más hasta que impacto contra sus brazos. De alguna forma había logrado que la onda parase al chocar contra sus brazos. Ni siquiera lo había notado, ¿que demonios había ocurrido? abrió los ojos y entonces vio por un instante como sus brazos estaban recubiertos por lo que parecía ser una capa de algo. Apenas fue un parpadeo, antes de que pudiera fijarse un poco más ya había desaparecido. ¿Qué diablos había sido eso? No había sido cosa de su akuma, claro que no, si hubiera sido cosa de su akuma sabría que había sido, pero esto era nuevo.

Era algo que no había sentido nunca y sinceramente quería averiguar que demonios había sido — no se que ha sido eso, pero pienso descubrirlo, vamos Claude, dale otra vez — no iba a detenerse por nada del mundo. Ahora que había descubierto algo como aquello tenía que seguir hasta saber como funcionaba. Entre entrenamiento y entrenamiento decidieron que se quedarían un par de días para seguir con el entrenamiento de ambos chicos y de paso para que Ash pudiera aprender más cosas sobre eso que el pelirrojo llamaba Habuso, aún no entendía del todo bien que era eso pero oye, si servía para parar ataques a cuerpo "descubierto" de maravilla.

Mi onda se dirige hacia ella a una velocidad endiablada, dejando un rastro de destrucción marcado en el suelo, como una flecha que señala el inminente destino. Me muerdo el labio superior, nervioso. Por un lado quiero ver que es un ataque poderoso, que funciona, pero por el otro no quiero matar a la muchacha. ¡Vamos, Ash, tú puedes! Observo con ilusión en medio de un silencio tenso, sin saber del todo si está más nervioso el niño o yo, hasta que al final aprecio un leve brillo en sus brazos y esta se disipa contra ella. ¿Lo ha hecho? Lo ha hecho. Ha usado el Habuso.

- ¡Lo has conseguido! -grito, extasiado-. Espera, un momento, ¿tú también posees el Habuso?

Es extremadamente raro que alguien utilice esa habilidad, que hasta ahora solo yo había logrado dominar en toda la historia. Definitivamente, yo nunca me equivoco juzgando a una persona. Sabía que sería extraordinaria, porque yo no me fijo en nadie que no sea, como mínimo, más fabuloso que el vulgo. No tanto como yo, claro, pero la gente a la que capto es extraordinaria. Debería invitarla a los Fancy Cock Pirates, aunque para eso... Tengo que entrenarla en las artes místicas y ocultas de la armadura de odio: ¡El Habuso!

- Vale, Ashlyn, déjame que te explique -le digo, acercándome-. Nos vamos a quedar unos días por aquí, hasta que puedas dominar el Habuso. Es una habilidad muy útil, al punto de poder generar una barrera de gran resistencia que puedes utilizar tanto para atacar como para defenderte. Seguramente hayas heredado un poco de mi fabulosidad para desarrollarlo, pero con mi ayuda podrás llevarlo a tus límites. Y entonces, reinaremos en los mares.

No se toma muy bien mi discurso, pero no me manda a la mierda de inmediato y pagamos un par de habitaciones -que no pienso pagar- en una pensión. Yo le lanzo ondas cortantes a través de las piernas, y ella intenta bloquearlas a través de esta armadura que solo ella y yo poseemos. Solo ella y yo. Pero no llega con que pueda hacerlo, sino que tiene que saber mantenerla, y yo empiezo a mover las piernas de otras maneras para lograr conseguir un efecto diferente. Lanzar una onda cortante es fácil, pero para lo siguiente he tardado varios días, y es que organizando mis movimientos hasta el punto adecuado soy capaz de lanzar la onda "en tiempos". Pero no quiero eso, lo que busco, y por eso es tan complejo, es una onda de tornillo, que vaya impactando poco a poco hasta el final.

Tardo dos días en hacerlo bien, pero logro que suceda. El enfoque que le estaba dando era equivocado, porque necesitaba generar la fuerza justo al revés para conseguirlo, lo que se traduce en una tensión del pie increíble que, seguramente, solo yo pueda tolerar. Pero lo logro, vaya si lo logro, y esto ayuda a que Ashlyn pueda entrenar de modo que, al final, todos ganamos.

Pero el tiempo pasa, no le hemos pegado suficientemente al niño y sigue siendo un tirillas. Además, tengo la sensación de que a pesar de todo lo que he intentado mantenerme al margen, Ashlyn siente algo por mí. En ese momento, es hora de separarnos. Yo ya he entrenado algo que deja en ridículo a los agentes del Cipher Pol, solo queda avasallarlos con ello.

- Ash -le digo, al final del cuarto día, sentándome a su lado en la posada-, sabes que siempre serás muy especial para mí, pero no siento lo mismo que tú. Toma. -le dejo una carta y me marcho, abandonando Ennies Lobby para siempre.

En la nota pone "he dejado la habitación a deber". Espero que no se moleste, pero no pienso pagarla.

Lo había conseguido, consiguió parar esa dichosa onda cortante y ahora había descubierto algo que podría serle de mucha utilidad. El pelirrojo le dijo que se llamaba Habuso o una cosa parecida, en realidad el nombre le daba bastante igual, con saber para que servía le bastaba. Aunque las explicaciones que le daba el chico la verdad es que dejaban mas incógnitas que respuestas. Al menos sabía que servía para protegerse, que era una especie de armadura que creaba la voluntad de la persona que la generaba. Sonaba demasiado técnico todo para ella, sinceramente con saber manejar aquella cosa le servía de momento.

Accedió a que se quedaran un par de días en la isla entrenando, él sus ondas cortantes y ella su armadura. Los ejercicios se sucedían una y otra vez y durante aquellos días el entrenamiento parecía no tener fin. Se levantaban temprano, entrenaban, comían, entrenaban, tras cenar seguían entrenando hasta caer completamente rendidos, exhaustos. Pero desde luego el entrenamiento estaba dando sus frutos. El pelirrojo había conseguido controlar un poco mejor aquellas ondas y darle algún que otro efecto nuevo mientras que ella podía sacar la armadura a placer y en diferentes partes de su cuerpo.

La verdad es que aquella cosa era de lo más útil y solo tendría que entrenarla un poco más para hacerse totalmente con ello. Ash arqueo una ceja ante las palabras de aquel tipo ¿que no sentía lo mismo de que? Realmente aquel chico tenía demasiado ego y necesitaba que alguien le bajara un poco los humos en algún momento. Le parecía alguien simpático y bueno, agradable en ocasiones pero si que tenía demasiada prepotencia en su persona. Se podría decir que era un bocazas de primera categoría y si hubiese pillado a la vaquera de malas pulgas seguramente la cosa hubiese acaba mucho antes y mucho peor. Pero le había caído en gracia.

Cuando vio aquella nota apretó con fuera el papel entre sus manos y las venas de su cuello se hincharon al igual que la vena de su frente — ¡CLAUDE VEN AQUÍ O LA PRÓXIMA VEZ QUE TE VEA TE VOLARE UNA RODILLA! — no había otra cosa que le molestase más que tener que pagar los gastos que no eran suyos. Gruño de lo más molesta y suspiro intentando relajarse para no ir tras él y darle una somanta de palos. La próxima vez que le viera le iba a dar un puñetazo en los morros única y exclusivamente como venganza por haberle hecho aquello. Pero bueno, terminó pagando las dos habitaciones y marchándose de la isla con ganas de darle una paliza a alguien.