Grand Dieu Sauve le Roi [Conquista de isla]

Dicen que hacer la revolución es fácil...¿Quién es el imbécil que dice eso? Mil veces pagaría con toda mi fortuna por volver al mar a saquear buques o por volver al bajo mundo a hacer mis pequeños trapicheos antes que volver a hacer nada de lo acontecido en Toussaint.

Afortunadamente la calma volvió a la ciudad. Admito que se podía haber hecho las cosas de una forma menos precipitada....pero a lo hecho tiro en el pecho.

Tampoco lo había pasado tan mal....habñia logrado ganarme a todos estos pardillos que no era poca cosa. Y he demostrado que el pueblo si quiere puede acabar con las élites. Ahora solo tendría que preocuparme de que no acabaran conmigo. Bueno, ahora lo importante es que tenía alojamiento y pude dormir, poco la verdad ya que la herida me estaba matando. A pesar de la rudimentaria cura que me pudieran haber hecho tuve una noche de perros. Menos mal que la habitación no estaba nada mal, pue siempre es mejor que dormir al raso, y el vino me calmó bastante el dolor.

Al día siguiente al menos pude asearme y tomar un desayuno en condiciones junto a la Suma Sacerdotisa. Parecía que por el informe que me había dado la cosa se había calmado salvo en casos muy puntuales de alborotadores. Me sorprendió bastante que los hombres de Batelier ayudaran a devolver la calma al país. Entiendo que es el jefe de la guardia, pero aún así estaba seguro de que me la tendría jurada seguramente, vete tu a saber.

-Me alegra saber que al menos nadie quiere continuar con la contienda. Parece que las cosas vuelven a su cauce, aunque espero que no vuelvan al cauce original. Hemos perdido mucho para que esta gente se de cuenta que no le debe nada a los ricos. Así que le agradezco su informe Helenne, y no me llame majestad, pues no soy nada en este día.

Justo cuando iba a dar el primer sorbo al café una miliciana nos interrumpe. Parece que el mismísimo Batelier estaba en la puerta de la catedral, y que deseaba hablar conmigo.

"No estoy para más broncas" pensé para mi mientras me limpiaba la mano con la servilleta antes de tirarla bruscamente contra la mesa.

-Discúlpeme Helena.-dije levantándome mientras marchaba hacia la salida de la catedral, no sin antes encender un habano como era costumbre.

Una vez fuera esperaba ver al comandante ¿Que me diría?

La miliciana no te deja ir solo. Ella y dos milicianos más te flanquean a modo de escolta, con las armas listas. Mientras avanzáis, uno de ellos te cuenta:

- Majestad, he oído a historias sobre los encuentros de la guardia con el pueblo anoche. Al parecer dicen que Batelier detuvo a un grupo que atacó a los guardias desobedeciendo vuestras órdenes encerrándolos en unas esferas transparentes. Tened cuidado, tal vez sea un usuario de akuma no mi.

Cuando sales a la nave central de la catedral, te encuentras con que Batelier ya te espera en el transepto, observando la estatua de la Dama del Lago. Le acompañan dos guardias, que al verte llegar con escolta armada se tensan. Sin volverse hacia ti, el comandante les hace un gesto y ambos se retiran unos metros.

- ¿Sabéis, Meneror? Cuando vine aquí buscaba un lugar tranquilo en el que retirarme. Mis días de mercenario habían pasado. Ya tenía una fortuna ahorrada y ningún motivo para querer seguir jugándome el pescuezo en el mar. ¿Por qué, si ese es el caso, asumí el manto de Comandante de Toussaint? - hace una pausa y espera a ver tu respuesta - Si quieres vivir tranquilo, debes limpiar tu mismo tu patio.

Se gira hacia a ti. Su rostro es severo y pétreo, su mirada penetrante como una lanza. Normalmente lleva una espada y una armadura ceremoniales, pero hoy viene con unas ropas de cuero viejas y sin más arma que un cuchillo al cinto.

- Los ríos se han secado de la noche a la mañana. Lo mismo pasa con los pozos. ¿Cómo lo habéis hecho, Meneror? - su tono es duro, aunque no llega a ser agresivo - Mira, no quiero saberlo. Seguramente me responderás que "ha sido la Dama" o algo similar - dice, olvidándose del "vos" y pasando a un lenguaje menos formal - Has alentado al pueblo contra los ricos. Felicidades, "majestad." ¿Cuál es tu plan ahora? ¿Qué harás cuando todos se marchen de la isla llevándose consigo sus fortunas y el incipiente comercio de Toussaint muera? O peor, cuando alguien estalle y se decida a invitar a la Marina a pasarse por aquí a recoger tu cabeza. Una isla independiente en la que escapar de las tasas del Gobierno Mundial deja de ser atractiva a los mercaderes cuando el pueblo quema las propiedades de aquellos con mejor fortuna. ¿Eres consciente de que intentaron quemar mi casa? O de que lo hicieron con la del vocal, Antonibus, o la de Beatrice Wells, que tal vez, "su Excelencia", recuerdes que es partidaria tuya - te mira con rabia y furia - ¡Enhorabuena, "majestad", lo has logrado! Tenías el apoyo de una gran parte de los consejeros, ¡y de la noche a la mañana, todo el Consejo de Toussaint te odia!

El Comandante aprieta los puños y te dedica una de esas miradas que matarían si pudieran. Parece verdaderamente furioso, y pese a que en general eres un hombre que no suele temer a nadie, te das cuenta de que igual este era un avispero que no querías pisar. No puedes evitar sentir una cierta incomodidad.

- ¡Ni siquiera te ha llegado con armar al pueblo y proclamarte rey, sino que en lugar de azuzar el pueblo contra tu enemigos políticos, lo has hecho contra aliados y enemigos por igual! ¡¿CÓMO SE PUEDE SER TAN SOBERANAMENTE ESTÚPIDO?! - su último grito es tan potente que resuena por toda la catedral. En ese momento parece que se da cuenta de que ha perdido los papeles, porque respira hondo y se recompone - Solamente por incitar al pueblo ya debería arrestaros. Pero es que ademáis, las armas han salido de vuestra fábrica. Y eso se añade una larga lista de cargos: se os acusa de haber intentado incendiar las propiedades de Livia, haber espiado e invadido la privacidad de al menos media decena de miembros del Consejo, enviar matones a atacar a la Senescal y una docena de denuncias y acusaciones más - te encara, clavándote la mirada en tus ojos, furioso y desafiante - Dime por qué no debería arrestarte aquí y ahora.

La miliciana me iba poniendo al corriente, algo que era de agradecer. La información fue muy buena, pues parecía que Batelier podría ser un usuario o quizás no, pero eso de las esferas transparentes de dejaba algo confuso.

Una vez acabó de hablar la miliciana pude ver como el comandantes estaba allí, en el transepto de la catedral esperándome. No tenía el humor para más reproches y esperaba que no me tocara la moral en demasía. Parecía que no iba a ser el caso, ya que bramaba palabras y acusaciones por su boca como si de una tira de periódico se tratara.

-Yo también me alegro de veros Batelier- dije irónico mientras chupaba la punta del habano conteniéndome ante todas aquellas acusaciones dejándome  poco más que como el tirano de la película. Y en parte tenía razón.

-Batelier....no es el momento de recriminar nada, hoy no. Hoy se arreglará todo así que dejadme tranquilo y disipad cualquier enojo que tengáis- dije con cierto cansancio y con un poco de recriminación por mi parte.


No quería entrar en más conflictos, y menos con ese tipo que se notaba bastante enojado. Pero traté de evadirlo pasando por su lado hasta que escuché algo que odio profundamente...el insulto. Así que en el momento en que me dijo aquellas palabras optaría por girarme rápidamente y agarrar de la pechera a Batelier mientras plantaba mi frente contra la suya con una cara de enfado terrible.

-Me estáis tocando la moral en exceso Batelier y estoy cansado de tanto moralista. Todos me recriminan mis actos pero bien poco se habla de la pasividad del resto. ¿Qué me he puesto en contra al consejo?¿A los ricos? Livia introducía armas de forma ilegal en el país enriqueciéndose a costa del Barrio Bajo de la ciudad, Antonius ha estado haciendo la la marmota y jugando a dos bandas sin posicionarse a pesar de tener negocios turbios en la ciudad. En cuanto a Beatrice Wells y Helene ambas no han sido atacadas, al menos no por mis órdenes ¡Ya que solo cargamos contra Livia! Así que pensad que aprovechando el jaleo, me apuesto mi mano, a que los maleantes que trataron de incendiar sus casas recibieron órdenes de otros. ¿Y soy yo el malo? IGUAL DEBÍAIS REVISAR MEJOR VUESTRAS ACUSACIONES ANTES DE DÁRMELAS TODAS A MI. Nuestro objetivo era LIVIA, pues a mi podéis llamarme criminal, pero ella no se ha quedado atrás. Desconocéis tantas cosas que a vuestros ojos soy el culpable, y no lo negaré, pero si supiérais un poco más de que cojones está pasando, igual no vendríais a este sacro lugar y estaríais en otro mucho más opulento con vuestros soldados. Así que si queréis hacer algo útil para el país aparte de quedaros mirando apartaos de mi camino y dejadme arreglar este desaguisado- concluí echándolo hacia atrás con el brazo ( si lo lograba agarrar previamente).

-Hoy en unas horas volveréis a vuestra ansiada paz, y si no podéis creerme al menos tratad de estar quieto el tiempo suficiente como para que el equilibrio vuelva a predominar en la isla. No ocultaré mis fallos, pero tampoco voy a cargar con más culpa de la que tengo. ¿Que haréis pues ? Colaboraréis por la paz y ponemos fin a esto o podéis seguir farfullando desde la barrera, pero yo por lo menos pienso acabar con estoy hoy mismo.

Dicho esto me giraría y me iría caminando del lugar. No tenía intención de seguir hablando con él, porque estaba a punto de soltar un gancho de garfio si seguía tocándome la moral. Tenía que ir a una reunión a aceptar unas condiciones, pero iba a poner las mías yo también...ya está bien.

Mientras le agarras por la pechera, Batelier, se limita a devolverte la mirada, estoico y sin dejarse intimidar por tu altura y violencia. No se quedan tan tranquilos los guardias, que levantan sus fusiles y te apuntan. A su vez, tus milicianos apuntan a los dos hombres de Batelier. Sin embargo el veterano Comandante no da la orden, y sus hombres se limitan a vigilarte en silencio con las armas listas. En cuanto le sueltas y das tus últimas palabras, Batelier dice en un tono más calmado que antes, al menos en apariencia:

- Creo que no hemos acabado. Si os vais sin escucharme, consideraré que sois mi enemigo y actuaré en consecuencia.

Si no te vas, sacará de su bolsillo un tone dial y unas fotos. En la primera foto te ves a ti mismo en la plaza de la catedral, dando órdenes mientras se reparten las armas a la multitud. En la segunda, grupos de ciudadanos enfervorecidos parten en diferentes direcciones. Las otras son diferentes fotos de mansiones siendo atacadas. Tras mostrártelas, activa el tone dial. Reconoces tu voz saliendo de este. Te escuchas dando el discurso que desmiente tus palabras anteriores, en el que impulsas a los ciudadanos a atacar a los ricos, dando prioridad a Livia y a Alaïse y declaras Toussaint un reino independiente e igualitario. La grabación continúa hasta la canción en que pides la muerte de los ricos y sigue a través de las órdenes que le das al pueblo antes de que partan a saquear la ciudad, incluyendo las de "expulsar al mar a todos los ricos y atacar a los que se resistieran".

- Sinceramente, cuando me dijeron que ordenaste el ataque contra todos los ricos, no me lo creí. Estaba seguro de que mis hombres y mis informantes exageraban. Pensaba lo mismo que hoy me has dicho: que era una revuelta para eliminar a tus rivales políticos que se te había salido de las manos. Pero después este tone dial llegó a mis manos - te mira con decepción - No aprobaba la revuelta para hacer caer a Livia, pero estaba dispuesto a hacer la vista gorda. Te hubiese seguido hasta donde hiciera falta, porque parecías el único hombre con visión de todo el Consejo. Alaïse es ambicioso y poco de fiar y sé demasiado poco de Livia. Pero habéis roto la imagen que tenía de vos. Atacáis a vuestros aliados, actuáis de manera violenta y prepotente e incitáis al pueblo a matar a todo el que tiene dinero. ¿Sabéis? Hice una buena fortuna en mis tiempos de mercenario. Suficiente como para levantar una bonita mansión de dos pisos con jardín, tener sirvientes y poder vivir acomodadamente el resto de mi vida. ¿Soy yo también un enemigo, Meneror? ¿Vas a "expulsarme al mar" por tener dinero que he ganado honradamente con trabajo duro y arriesgando mi vida?

Se guarda el tone dial y las fotos y niega con la cabeza.

- Y ahora me has mentido a la cara - suspira pesadamente - Te lo preguntaré una última vez: ¿tienes algo que decir en tu defensa?

Me pasé la mano por el cabello para peinármelo hacia atrás antes aquellas pruebas que me había enseñando el comandante. Ahí me había dado cuenta de lo novato que era en esto, pero bueno, ¿De los errores se aprende no?.

-Por lo visto nada puedo alegar sin que falte a la verdad.-Suspiré quitando el habano de la boca, pues parecía que el tabaco ya no me tranquilizaba demasiado- Haced lo que estiméis conveniente conmigo, por lo que a mi respecta no tengo defensa alguna

Exhalé el humo restante que todavía tenía en mis pulmones.

-Pero dejadme arreglar al menos este desaguisado, pues como os dije esto acaba hoy, y os aseguro que no me veréis más el pelo aquí. Podéis creeros mis palabras o no, pero sigo considerándome un hombre de palabra, mas no de verdades. Os preguntaría quién os ha dado esa grabación, pero como bien decís tengo enemigos hasta debajo de las piedras, así que ni me molesto ¿Verdad?. Ahora bien...

Tiré el habano al suelo y lo pisé para apagarlo.

-¿Que se supone que sucede ahora? Como podéis apreciar os escucho.

El Comandante suelta un pesado suspiro y por un momento parece un hombre más cansado y anciano de lo que es. Parece estar muy cansado de esta situación. Se aleja unos pasos de ti y empieza a caminar hacia la puerta. Sus guardias le siguen y se sitúan a su espalda.

- ¿Ahora? Ahora es cuando me marcho, Meneror. Estoy cansado. Vine a Toussaint confiando en el proyecto que teníais aquí. He invertido parte de mi fortuna en asentarme, así como mi gente, pero no encuentro la paz que esperaba - te mira, frustrado y sin fuerzas para discutir - Las próximas... cuatro o seis horas serán cruciales. Según lo que ocurra y lo que hagas, decidiré si me quedo en Toussaint o me marcho para siempre. Adiós Meneror. Diría que ha sido un placer, pero... en fin, eso.

Parece muy decepcionado. Por otro lado, esto es un problema menos para ti. Los hombres de Batelier eran pocos, pero todos veteranos muy experimentados y poderosos. En tu bando te habrían, casi sin duda, asegurado el control de Toussaint con más eficacia que una turba de ciudadanos sin adiestramiento. Sin embargo en tu contra probablemente habrían significado tu derrota. Eres poderoso, pero, ¿habrías podido enfrentarte a medio centenar de guerreros a la vez? En cualquier caso, al poco una figura se acerca desde las sombras, a lo que tus milicianos le apuntan al momento.

- Calma, no vengo con malas intenciones.

Pone las manos en el aire y deja caer su capucha hacia atrás con el mismo gesto. Es la revolucionaria de ayer que se hizo pasar por mensajera, una mujer de aspecto bastante anodino salvo por su pelo castaño rojizo, recogido en una trenza.

- Tengo un mensaje de Mircea y Livia. La reunión está preparada. Será en media hora y tengo órdenes de mostrarte el camino.

El tablero estaba listo, movimos las piezas y la partida ya estaba a medio acabar....y la verdad es que estaba aprendiendo mucho sobre este juego. No había tomado mis mejores decisiones, pero esto me servía para aprender. Todavía quedaban huesos duros de roes en la Isla.

Tras las palabras de Batelier no le dije nada y le dejé que se fuera. Su respuesta había sido bastante calmada, aunque parecía estar más cansado que yo con este asunto. Mientras se iba de la catedral yo busqué el primer banco que pude y me senté lentamente, como si de un anciano se tratara hasta lanzar un gran suspiro por la boca y quedar mirando al suelo con el habano en la boca.

Fumé por unos segundos con tranquilidad, hasta que escuché el característico "click" de los mosquetes siendo preparados para disparar. Alcé la vista y pude ver a la mensajera de la otra noche, la revolucionaria.

"Una maldita tregua por los dioses" dije para mis adentros suspirando y lanzando una larga calada de humo sin soltar el habano de la boca.

-Bajad las armas- dije sin quitar la vista del suelo.- Ayer era tiempo de luchar como caballeros, hoy de escuchar como niños.

Me levanté con cierta dificultad por el cansancio pero tratando de mantener la compostura. Parecía que finalmente iba a tener esa reunión para arreglar todo lo que en Toussaint acontecía. Sin decirle nada me dispuse a acompañarla. Pero antes di orden a los milicianos allí presentes que volvieran a sus casas.

Tanto al sentarte como al levantarte del banco notas dolor en la pierna herida. A lo mejor deberías haber pedido que un médico en condiciones te viese la pierna. Los dos milicianos dudan y miran a la miliciana, que dice:

- Si vais a una reunión con el enemigo, ¿no será mejor que lleve escolta, majestad? Yo y mis chicos no molestaremos ni haremos ningún ruido.

Tanto si aceptas como si no, la mensajera te guía. En lugar de hacerte salir por la puerta principal de la catedral, te lleva por una de las salidas secundarias. Una vez en la calle vais por callejuelas secundarias, evitando calles principales. Si le preguntas el motivo, la mensajera dirá que con el revuelo en las calles, es mejor evitar encuentros con grupos de adoradores que enlentezcan o con pistoleros de tus enemigos. Os dirigís al barrio de los mercaderes, donde te hacen entrar por la puerta trasera de una tienda. En la trastienda están, en una mesa rectangular, Mircea, Livia y Oleg. Hay un asiento para ti en el lado contrario a ellos.

- Bien, esta vez sin trucos ni jugarretas, señor Meneror - dice Mircea - El asunto del Markov es un problema muy serio que nos afecta a todos. Si alguien así viniese a Toussaint a vengarse, muchos inocentes morirían. Sin embargo, la Revolución tiene una manera de proteger Toussaint, cosa que hará. Los inocentes no tienen que sufrir por esto. Sin embargo, si quieres que esta protección se extienda también a ti, vas a tener que aceptar nuestra condiciones.

Livia parece que tampoco ha dormido mucho. El maquillaje no logra ocultar totalmente sus ojeras. Sin embargo te mira fijamente, con intensidad. En un principio no logras sacar en claro nada, pero... luego te da la impresión de que ella tampoco está del todo contenta. ¿Tal vez las condiciones que la Revolución ha preparado no le son del todo beneficiosas? O puede que simplemente esté molesta por algún motivo ajeno a todo esto. Tal vez por haber dormido poco, que hayas atacado su casa y quemado sus almacenes. Probablemente la quema de anoche le haya hecho perder una buena cantidad de berries.

Asentí ante la propuesta de llevar escolta conmigo al menos para que no pareciera un maldito idiota que vuelve a jugársela yendo solo por las calles de Toussaint. Sin decir nada la seguí y caminé por las callejuelas de la ciudad hasta llegar a la parte trasera de lo que parecía una tienda normal y corriente, debido a que era la ruta más segura. Duran dicha caminata no pude evitar llevarme la mano a la pierna de una forma disimulada debido a la herida. Con tanto ajetreo ni me acordaba ya de ella, y el enfado que tenía encima hacía de anestesia directamente.

Una vez en la entrada de aquel sitio le dije a mis" escoltas" qeu si tenían a bien que hicieran guardia unos metros más alejados del acceso, para que no levantaran sospechas.


Hecho esto entraría en el lugar y vería aquella gran mesa con mis personajes favoritos sentados  en uno de los lados.  Me alegré un poco al ver a Livia tan cansada como yo, o al menos era lo que sus ojeras me decían de una forma indirecta. Luego estaban Oleg y Mircea como estaba previsto.

Me detuve ante la mesa, me llevé la mano al habano y exhalé una gran bocanada de humo hacia el techo sin decir ni una palabra. Hecho esto me giré y me fui con mucha calma a mi asiento sin decir nada hasta sentarme. Me quedé mirándoles fijamente mientras sostenía el habano  entre mis dedos mientras apoyaba el codo sobre la mesa.

Cuando Mircea acabó de hacer la "apertura" volví a meterme el habano bajo el labio y con un ademán de mano leve le indiqué que de alguna forma estaba listo para escucharles a ellos, pues luego hablaría yo. Cabe decir que ya de entrad que el apellido Markov fuera motivo de preocupación para estos hippies era algo que me calmaba, pero que a su vez me preocupaba mucho. Ahora mismo no podía evitar pensar que estaban más jodidos los revolucionarios que yo...así que les dejaría hablar...y luego sería mi momento.

Mircea saca un papel y lo revisa, probablemente comprobando sus notas. Tras leerlo con expresión grave durante unos instantes, asiente con la cabeza y lo baja, centrándose en ti.

- Vayamos al grano pues. Como te dije ayer, hay condiciones innegociables. La droga desaparecerá de Toussaint, harás las paces con Livia y no volverás a actuar en su contra, protegerás y cuidarás del pueblo y respetarás nuestro anterior trato. Tendremos puerto franco en esta isla. Si no estamos de acuerdo en estos puntos, no hay negociaciones - se detiene un momento. Si no pones ninguna pega, continuará hablando - Con respecto al trato, lo primero es que deberás compensar a Livia por sus pérdidas. Se ha hecho una estimación de lo que ha perdido en los fuegos y saqueos de ayer. Aquí la tienes.

Te pasa un papel con una lista. En ella puedes leer productos muy diversos con sus cantidades específicas y su precio anotado. También está incluido el precio que había pagado por la propiedad de los almacenes y su acondicionamiento. La suma asciende a 7.345.000 berries, a los que se han añadido 1.000.000 en concepto de buena voluntad y daños mortales, para un total de 8.345.000.

- Segundo. Alaïse y el resto de su gente nos dan igual. Maltratan a sus jornaleros mediante sus capataces y les pagan una miseria. Sin embargo, además del pueblo llano, los gremios y los comerciantes de Toussaint están bajo nuestra protección. No les pondrás una mano encima. Tercero, aunque tú gobiernes, le darás a Livia un puesto de responsabilidad en tu gobierno. Ha aceptado renunciar a sus aspiraciones, pero a cambio la compensarás adecuadamente nombrándola tu Canciller. Cuarto, una vez asumas el poder, dedicarás las arcas de Toussaint a compensar a todos los que han perdido sus hogares o familiares en los disturbios de ayer. Quinto, durante la toma del poder procurarás en la medida de lo posible evitar métodos que dañen más a Toussaint. Es decir, optarás por la vía diplomática.

Durante la explicación, Livia mira en silencio. No sabrías decir si su expresión taciturna es por cansancio o por otra cosa, pero tras verla cabecear una vez decides que es cansancio. Definitivamente, no eres el único que ha dormido poco esta noche. Por otro lado es normal; a pesar de haber estado activos durante la noche, estáis aquí reunidos dos horas después del amanecer.

- A cambio, la Revolución te extenderá su protección contra Markov a ti también. No podemos asegurar que no intente algo en alguna otra isla, pero aquí y en cualquier lugar donde tengamos presencia, serás intocable para él. Además de eso, la Revolución se mantendrá al margen de tu toma del poder, pero Livia colaborará activamente contigo.

La mujer asiente a las palabra de Mircea y añade:

- Si honras nuestro acuerdo, estoy dispuesta a olvidar los malentendidos anteriores. También añadiré que si crees que te estoy engañando con las cifras, te puedo mostrar el inventariado de mis almacenes y los títulos de propiedad, para que compruebes que todo está en orden.

Refuerza sus palabras haciendo un gesto. Un mercenario se acerca y deja un fichero con los documentos que ha mencionado. Si te dedicas a comprobar todos los números tardarás un rato largo (probablemente una hora o más), pero te han dado permiso para ello.

Mientras escuchaba las condiciones no podía evitar estar mirando a los presentes como si fuera una roca sin sentimientos que echaba humo profundamente por la nariz mientras escuchaba cada uno de lo puntos que se me iban imponiendo. Tras escucharlos todos carraspeé un poco y quité la ceniza del habano tirándola al lado de mi silla de forma disimulada con dos toques de dedo.

-Así que me ofrecen que empecemos de ceo nuestras relaciones. Borrón y cuenta nueva...-dije antes  de dar otra larga calada y echar el humo por la nariz hacia el frente de mis acompañantes.

-Estoy de acuerdo con los puntos, y a pesar de que no hay negociación escuchadme, pues deseo hacer unas apreciaciones. Si las quieren escuchar bien, sino en cierto modo efectivamente hemos acabado.

Volví a tirar ceniza a mi lado.

-El trato original será respetado, no veo inconveniente. En cuanto al primer punto  pagaré 3.345.000 y ni un berrie más. Considérenlo como quieran pero con esto reparará la mayor parte de sus pérdidas, y si no le llega podrá vender las Gatling por medio millón cada una. Mi compromiso en con ustedes, no con ella- dije punzante.

-En cuanto al segundo  punto no tengo inconveniente alguno ya que no estaban bajo mi jurisdicción ya anteriormente sino bajo la cámara de comercio.


-Con el cuarto punto no tengo pega alguna tampoco. - Básicamente me beneficia que me vean como el mecenas que les restaura sus pérdidas.

- No se usarán las armas salvo para defensa de la isla ante amenazas exteriores, por ello no debéis preocuparos. Acepto el quinto punto.

Volví a exhalar humo por la nariz antes de comentar el punto de Livia, el cual no me hacía gracia ninguna.

-Será mi mano derecha en la isla, pero mi palabra irá a misa.  Borrón y cuenta nueva con ella, más si me entero que la información confidencial sale  a oídos de terceros, doy por finalizado el acuerdo. Acepto.

Dicho esto asomé el garfio dorado por encima de la mesa, dejándolo caer de golpe contra ella mientras que con los ojos cerrados cogía el habano y lo sacudía con la mano nuevamente contra el suelo.

-Ahora vamos a ser realistas. ¿Les parece?.  Me ponen estas condiciones porque he dicho el apellido tabú, el cual parece que le tienen miedo, y lo puedo comprender. Pues de no ser por esta información yo ahora mismo estaría muerto en un callejón de Toussaint...entonces claro, esto me hace pensar de varias posibilidades. ¿Porqué iba a aceptar este trato? Son ustedes quienes tienen más que perder ante Markov que yo. Yo lo tengo tan fácil como coger mi navío y huir por el mar, o simplemente no intervenir cuando markov venga aquí pidiendo explicaciones, oh esperen...

Me llevé la mano a mi bolsillo y saqué el pequeño caracófono que había llevado horas atrás durante la revuelta. Lo coloqué sobre la mesa y lo empujé con la mano hacia adelante.

-¿Que tal si le preguntamos a él que opina de esto?. Así que por favor ¿Qué podéis darme protección ante Ivan, pero no fuera de esta isla o de otras donde no tengáis presencia? ¿ Y realmente se lo creen?. No me tomen por idiota. ¿Quieren esta puta isla? Quédensela y explíquenle a Markov que hay una nueva directiva en la isla y que no soy yo. Yo solo tendré que darle unas explicaciones y quizás pierda algún diente, pero dudo que se contente con ustedes con unos simples golpes por joderle los  alijos aquí.

Tras decir aquello me levanté.

-Pueden ir de dignos y querer arreglar las cosas, pero ahora mismo ustedes me necesitan más a mi que yo a ustedes. En el momento en que asalte esos almacenes de droga habré empezado una guerra ¿Lo entienden?. ¿El trato me parece adecuado? Si, pero seamos realistas por los dioses, es Markov y no un puto pirata al que se le pueda pisar la cabeza como a  una cucaracha

Tras decir aquello quité el habano de la boca y traté de hablar con calma.

-Aunque hay una solución más rápida....Todos saben que había elecciones hasta hace nada y que la Srta Livia aquí presente era una de las candidatas. Tras todos los acontecimientos de hoy podríamos dar la cara tanto la Srta Livia como yo  ante el pueblo y nombrarla Canciller a la par de una "reconciliación", renunciando yo públicamente al título de rey. Que una de las primeras medidas fuera acabar con los almacenes de la droga, siendo ella quien da la orden. Quemando así algunos almacenes de Markov como míos para hacer el paripé. Os quitaríais el problema de la droga y a mi me dejaríais fuera de la ecuación y de los ojos de Markov, ya que no podría culparme a mi directamente, pues yo estaré fuera de Toussaint y no podría evitar dicha quema.  Y si bien es cierto que Markov que cabrearía y tomaría represalia, estaríais la revolución lista para enfrentarlo y dar así la protección que me ibais a dar a mi, pero en este caso sería proteger a Livia. ¿Entienden lo que les propongo?. Sin embargo, yo gobernaré Toussaint  en la sombra, y nada se hará sin mi consentimiento o decisión. Preservaremos todos los puntos que me habéis impuesto, pero no será mi persona quien deba cumplirlos directamente.

Volví a sentarme.

-Si no aceptan esto, espero ansioso que me digan como vamos a evitar que Markov venga aquí a pedir explicaciones, ya que como dije estoy de acuerdo con los puntos siempre que se respete mi independencia. Ya que ahora mismo, me siento muy liberado de Toussaint.....y sinceramente, creo que este problema les afecta más a ustedes que a mi

Tu discurso provoca reacciones variadas. Oleg se limita a entornar los ojos, pero no dice nada. Mircea no muestra emociones más allá de arquear la ceja cuando dices que ellos tienen más que perder que tú. Livia te fulmina con la mirada, furiosa, cuando te niegas a pagar el importe completo de sus pérdidas, pero espera pacientemente a que termines de hablar. Cuando hablas de dejarla como Canciller, parece que parte de su enfado se calma. Una vez terminas, Mircea se levanta. Se pasea por la estancia mientras habla, mirándote de reojo.

- Por suerte para ti, no carezco de honor. Otro habría aceptado el trato de dejar a Livia y que gobiernes desde las sombras sin darte más explicaciones. Sin embargo voy a decirte por qué te equivocas. No tenemos más que perder, al contrario. Markov no se atrevería a tocar al a Revolución si sabe lo que le conviene... tiene tratos con nosotros que quedarían cancelados en el instante en que levantase la mano contra la Armada. El único motivo que nos preocupa es que sea el pueblo de Toussaint el que sufra las consecuencias, pero con respecto a eso, tú no tienes poder ni capacidad de presión. Me basta con una llamada para que Markov sea informado de que el pueblo de Toussaint está protegido. De hecho, nada me impediría hacerle saber que es culpa tuya y dejar que os matéis. Si está a la altura de su fama, no me cabe duda de cuál sería el resultado y dudo que salieseis bien parado. Sería quitarme dos problemas de encima - extiende las manos hacia los lados - Pero como gesto de buena voluntad, no lo he hecho ni tengo intención de hacerlo. En lugar de eso, prefiero que arreglemos esto de manera pacífica y evitar tener que invitar a ese salvaje pirata.

Vuelva a la mesa y apoya las manos en esta, mirándote fijamente.

- Me da igual lo que elijas, hacer a Livia tu segunda al mando y gobernar como rey o dejarla de Señora de Toussaint y que gobiernes desde las sombras. No podría importarme menos siempre y cuando cumplas todos nuestros acuerdos. Así que eso es decisión tuya y de Livia - mira a Oleg - Creo que hemos terminado aquí, Hank. A menos que Meneror tenga algo más que decir.

Parece que Oleg te la había jugado y no se llamaba así. Por otro lado, cuando se te presentó con ese nombre estaba haciéndose pasar por un miembro de La Corte. Lo estúpido hubiese sido que hubiera empleado su nombre real. Oleg, o Hank, se levanta y una vez le digas lo que quieras a Mircea, ambos marcharán por la puerta de la calleja. Entonces Livia suspirará y te mirará cansada. Tras un momento, rompe la tensión hablando ella:

- Ahora eres el jefe - parece que le duele decirlo - En fin, tú dirás. ¿Qué va a ser? ¿Quién será la cara visible del gobierno?

El pacto era satisfactorio, y más sabiendo que iba a tener mi culo protegido al menos durante un tiempo de Markov hasta que yo pudiera defenderme por mi mismo. Había cometido muchísimos errores, y ahora me arrepentía de algunos actos que había cometido. Del mismo modo creo que era hora de aflojar un poco en mi discurso ante Mircea y el resto. Una alianza y cooperación con malas caras no sería sincera ni duraría por mucho tiempo. Así que, viendo que la cosa estaba más arreglada,  coloqué mi puño sobre la mesa suavamente y miré a los presentes.

-Tomaré pues la dirección. -Dije dando a entender que aceptaba lo propuesto. Al menos tendría independencia política y libertad de movimiento siempre que el pueblo no se viera inmiscuido en mis tramas. Esto era algo que no tenía en mente, ya que gobierno para el pueblo pero sin el pueblo. No les molestaría, pero creo que podría mejorar las condiciones de la isla y hacerla un auténtico baluarte. Ahora miraba a Livia para decirle.

-Si vamos a empezar una relación de trabajo, también lo haremos de amistad si gustáis. Borrón y cuenta nueva ¿Os parece?. Se que mis palabras son de dudosa aceptación pero me considero un hombre de honor, a mi manera. Por este motivo y para que veáis que no hay malquerencia alguna, os pagaré la cifra que convenís. Pero a mayores y en señal de buena fe por mi parte  se os hará entrega de tres millones más para vuestros propios gastos, Canciller. Siempre y cuando sepáis cual es vuestro puesto. Contaré con vos para los temas de gobierno, ya que sois ducha en el manejo de dineros.

Tras eso volví la mirada a Mircea.

- En cuanto a vos lo mismo que a Livia. Borrón y cuenta nueva. Espero que veáis a partir de ahora en mi, y a través de mis actos a un "amigo" podríamos decir, y no a un mal necesario. Me encargaré de reparar a coste cero los daños ocasionados, aparte de esas remuneraciones a las diversas familias. Y que mi palabra pueda ser tomada en consideración. La revolución es bienvenida para beber, estar con meretrices o reunirse en la isla de forma extraoficial. Y como señal de buena fe, se construirá un muelle, que yo mismo pagaré, en el extremo norte de Toussaint. Para que de este modo podáis mover gentes y mercancías no bélicas sin que los ciudadanos de la isla se extrañen ni levante sospechas de otras facciones. Sea este un nuevo acuerdo de concordia y cooperación mutua.

Me levanté de mi sitio y me acerqué a Mircea con el rosto totalmente inexpresivo. Extendí mi mano y se la ofrecía para darnos un apretón. Si ella lo tomaba entendería que empezaríamos de cero, si su mano me era negada las hostilidades volverían a ser cuestión de tiempo, pues no confiaría en mi. Tampoco la culparía, pero creo que era hora de que amigos egos cedieran por le bien común.

Si se retiraban y quedaba a solas con Livia, esta vería su pregunta ya respondida con mis anteriores palabras. Me quedé observándola hasta decirle:

-Bienvenida a la familia Srta Livia. Estaremos en contacto y el dinero le llegará a más tardar hoy. En cuanto reconstruya mi casa tomaremos un café y charlaremos largo y tendido. Buen día.

Dicho esto, y si ella no me iba a decir nada más, me retiraría de la sala para salir a las callejuelas de Toussaint.

Cuando vas a irte, Livia aprieta los labios. Por un momento parece que no va a decirte nada y va a dejarte irte, pero finalmente suelta un soplido.

- Espera. No creo que quieras irte aún, Meneror. ¿Recuerdas? Mircea te dijo que yo iba a ayudarte a tomar el poder.

Saca un Ko Den Den Mushi y habla por él:

- ¿Está la zona despejada? No quiero que ni una simple rata pueda oír esto.

- Están solo los milicianos de Meneror - reconoces la voz del mercenario de ayer.

- Distraedlos y aseguraos de que no escuchan lo que ocurre. Podrían ser espías - te mira con cautela - Esto puede sonar mal, pero necesito que te fíes de mí ahora que estamos en el mismo barco. Hay cosas que aún no sabes sobre lo que realmente ha estado ocurriendo en este último mes. ¿No te ha resultado extraño que todo haya estado saliéndote tan mal? Subordinados que desaparecen para reaparecer muertos días después, todo el mundo pareciendo saber lo que planeas de antemano, todo plan que llevas a la práctica fracasando o estallándote en la cara... no puedo decir, y no te enerves por ello pues creo que deberías hacer algo de autocrítica, que tu plan para la toma del poder haya sido un plan maestro. Pero tenías todo a tu favor. Tenías el apoyo de buena parte del Consejo y del pueblo, tenías armas y eres el fundador de esta nación. Hace dos meses absolutamente nadie dudaba que tú serías el Señor de Toussaint. De hecho, ¿no te parece raro? El apoyo que tenía Alaïse para serlo ha crecido en el último mes. Antes era solamente su Montroyale Société, a la que pertenecían unos pocos propietarios de tierras por intereses puramente gremiales.

Livia se levanta mientras te habla, con un tono serio. Probablemente ya sospechabas que había algo o alguien detrás de todo tu infortunio. Sin embargo ahora que ella lo pone en perspectiva, todo empieza a encajar como un puzzle. Un puzzle, sin embargo, incompleto. Hay una relación entre Alaïse, las filtraciones de información y cómo facciones políticas antes próximas a ti se han ido distanciando en los últimos meses. Sin embargo, ¿cuál es esa relación?

- Meneror, te lo diré más claramente: tienes un enemigo que quiere verte caer. No sé quién es, pero sí sé que es alguien del Gobierno de Toussaint. Ayer al atardecer todos los miembros del Consejo recibimos una invitación para una sesión plenaria extraordinaria del Consejo. - observa tu expresión - O casi todos. ¿Los asuntos a tratar? La depuración de responsabilidades políticas y la elección del nuevo Señor de Toussaint. En otras palabras... pretenden condenarte, con el beneplácito de todo el Consejo, por la quema de viviendas y propiedades de los nobles, y a continuación escoger definitivamente al Señor de Toussaint. No creo que sea cosa de Alaïse. Es muy repentino; ahora mismo si fuésemos cara a cara él y yo, el resultado no estaría claro. Sería un movimiento estúpido, y aunque no destaca por su astucia política, sospecho que si estuviese detrás habría dejado un tiempo entre tu juicio y la elección. Y sin embargo esta invitación llevaba el sello del Gobierno. En otras palabras, solo tú, Alaïse, Batelier, Dominica, Archaon o Helenne podríais haberlo hecho. Y más aún, ya en la nota se hablaba de depuración de responsabilidades, cuando la revuelta se produjo al anochecer. Esa persona o bien tenía información contra ti que hoy presentará al Consejo, o ya contaba con la revuelta. Tal vez sepa de tu vínculo con la droga.

Te muestra la invitación, que pone lo que ha dicho, y efectivamente lleva el sello de Toussaint, al que solo los seis miembros del Gobierno tenéis acceso.

- Tengo un plan para frustrar los planes de tu enemigo, un movimiento político ambicioso y arriesgado que finalizará contigo como rey de Toussaint. Sin embargo, este plan va a requerir de tu confianza en mí y de que logres discernir quiénes no son tus enemigos en el Gobierno. Vamos a impugnar la depuración de responsabilidades.

Empiezas a entender por dónde quiere ir Livia. En las reuniones del Consejo, el Gobierno puede confeccionar y modificar el acta del día. Sin embargo, para que el Gobierno pueda impugnar un punto del acta, debe haber mayoría absoluta. Dado que sois seis, el voto del Señor cuenta doble para forzar desempates. Técnicamente aún eres el Señor, así que si tuvieses el apoyo de otros dos miembros del Gobierno, podrías presentar una impugnación con la ley de tu parte. Sin embargo negarse a dar explicaciones en público probablemente enfadará a los ya furiosos consejeros.

- Si aceptas confiar en mí, te explicaré todo mi plan. Sin embargo, te recomiendo darte prisa. Son las... - mira su reloj - 8:43 ahora mismo. La reunión es a mediodía y aún tenemos preparativos que hacer.

Todo estaba siendo demasiado bonito como para que fuera verdad. Ahora los problemas era más grandes de lo que yo podía gestionar. Ciertamente sabía que alguien tenía que estar detrás de mi fastidiándome todo, era obvio, pero ¿quién?. Las palabras de Livia me sorprendieron en parte, ya no por la gravedad de la situación, sino porque me lo estaba contando a mi. Vale que fuéramos ambos ahora socios, pero no me esperaba tanta sinceridad de golpe.

Así que me giré sobre mis talones y volví a tomar asiento en la mesa  mientras escuchaba a Livia con el puro en la mano, escuchando atentamente y pensando en todo lo que me decía. Y no le faltaba razón en ni un solo punto de su discurso.

-Claramente me parecía extraño que todo saliera tan mal. Ciertamente he cometido errores, pero han sido demasiado pronunciados hasta apra mi. Tendréis razón Livia, pero vuestras palabras me dejan totalmente confuso- dije dando una lenta calada- Ciertamente alguien se va a beneficiar mucho de mi caída si ese pleno se lleva a cabo. Al Sr Alaise quizás le allanaron el camino en algún sentido, pero tenéis razón en que sería de necios cargar contra él, no, Alaise no puede ser.

Me quedé pensando por unos instantes mientras la seguía escuchando hasta que tomé la palabra.

- Con  Alaïse fuera de la ecuación tenemos a : Batelier,, el cual me ha comunicado su indignación por romper su retiro y le poder vivir su vida tranquilo en Toussaint después de una vida de aventuras mercenarias...así que no, él no puede ser. Demasiado preocupado por nimiedades  y sin ambición política más allá de mantener la paz en la isla. Helenene por su parte ha demostrado ser una fiel seguidora de la causa en la defensa del pueblo ya desde antes de la revuelta. ¿Creéis que está actuando? Lo dudo mucho, pues le preocupa más los asuntos espirituales que políticos. De Archaon no puedo decir lo mismo, pues se ha mostrado sibilino y desafiante en privado conmigo, pues nos conocemos de trabajos pasados, yo no le caigo bien ni él a mi. Así que aquí tenéis un posible candidato. En cuanto a la Sr Dominica tampoco la descarto en absoluto , puesto que con su puesto de Senescal puede hacer más presión que el resto políticamente hablando. Pero todo esto que os he dicho puede ser inservible ya que aquí todos los que me sonríen tienen puñales dentro de la boca.

Suspiré levemente.

-Si algo tengo claro es que a Alaise ha tenido a un mecenas o patrocinador que le ha estad ayudando a conseguir influencia, eso es obvio. ¿Quién? No lo sé.- dije pesado antes de que me entregara Livia la invitación. -Confío en vos en la medida en que si me mentís ya sabéis las consecuencias..de hecho dos de las consecuencias han acabado de estar aquí. Más encuentro un problema sobre la impugnación. Por mucho que impugnemos si tienen informes, fotos o testigos estoy en problemas. Pues esas cosas no podría desmentirlas, pero si intentar darle la vuelta a la tortilla...pero no será suficiente. Dioses...

Me eché hacia atrás en la silla, dejándola apoyada en sus dos patas traseras mientras quedaba mirando al techo y exhalaba un poco de humo por la boca antes de escuchar la hora que era.

-Es muy poco tiempo. Bien, me fiaré de vos. Decidme que tenéis en mente, compartidlo conmigo. Si no logramos impugnar ese pleno yo perderé años de trabajo, pero vos no os quedaréis atrás y no os conviene tampoco. Decid pues.


De todas maneras mientras ella hablara yo estaría revisando a ojo la invitación. La caligrafía, el papel y el propio sello. Quién sabe, a veces las pistas más evidentes suelen estar ahí.

Livia se cruza de brazos y escucha tus palabras, con actitud pensativa. Parece estar dándole vueltas a todo lo que has dicho. Tras un momento, empieza a hablar lentamente, como intentando poner orden a su pensamientos.

- Tenemos una persona que parece estar más allá de toda sospecha, un hombre que sólo quiere vivir tranquilo, un ambicioso político, un antiguo conocido y una mujer desconocida de la que casi nadie tiene información. Parece bastante claro quiénes son amigos y quiénes enemigos, ¿no? Con esta situación y tantas tramas paralelas, conspiraciones y conflictos de intereses, sin embargo, es fácil sucumbir a la paranoia y empezar a desconfiar de todo el mundo. Mi consejo es que descartes esos pensamiento. Adhiérete a la pura lógica y trabaja con los hechos. ¿Quiénes te han beneficiado con sus acciones y quiénes han trabajado en tu contra? Solo necesitas hablar con dos de ellos antes de la reunión y convencerlos de que apoyen tu impugnación. Sin embargo, si te equivocas aunque sea con uno y le revelas tu plan al enemigo, todo será en vano. Deberás emplear toda la información que has reunido en este último mes. Las decisiones que tomes hoy determinarán nuestro triunfo o nuestro fracaso. Ah... por cierto, no vuelvas a usar tu Den Den Mushi para hablar de información confidencial. La Revolución pudo pincharlo sin problemas, y fue un informante anónimo quien sugirió a la Revolución que tú estabas detrás de la droga y que podrían confirmarlo si espiaban tus comunicaciones. Ahora sospechamos que este informante era tu enemigo jurado.

A continuación hablas de lo de la impugnación. Livia asiente con gravedad y suspira:

- Es un asunto complicado, pero ahí viene la segunda parte de mi plan. Durante la sesión solo podremos hablar cuando se nos asigne turno de palabra. Nada más impugnes la sesión se pasará a la elección. Nuestro enemigo aún no se verá arrinconado; ahora mismo tienes todas las de perder. Nadie te votará con lo de ayer tan reciente, y eso es evidentemente parte de su plan. Y por si alguien duda, aprovechará el debate de investidura para destruirte políticamente mostrando sus pruebas, si las tiene. O dando el discurso que tenía preparado para la depuración. Tal vez el propio Alaïse prometa como parte de su discurso llevarte ante la justicia si se le vota. En realidad eso sería una buena medida, pero nada me impediría a mí hacer lo mismo y argumentar que yo, a diferencia de él, he perdido propiedades en tu ataque. Tal vez incluso sugerir lo conveniente de que él no haya perdido nada. Ese es otro de los motivos que me hacen pensar que la mente maestra detrás de todo esto no es Alaïse. Es alguien que no quiere el poder o que no le importa si ganamos Alaïse o yo, solo hacerte caer. Así pues, esta es nuestra jugada: en el debate de investidura, vas a pedir la palabra y renunciar a tu candidatura.

Anticipando tu probable reacción, Livia alza las manos conciliadoramente y se apresura a continuar:

- Espera a escuchar todo mi plan. En tu discurso de renuncia, vas a pedir disculpas por tus acciones de ayer. Pedirás clemencia al Consejo y le explicarás que hay alguien del Gobierno que lleva conspirando contra ti y saboteando todas y cada una de tus acciones, apoyando a tus rivales y arruinando tus negocios, por no hablar de la quema de tu casa. Explicarás que ayer actuaste motivado por la rabia y la frustración de alguien que lo estaba perdiendo todo, y que un enemigo desconocido te dio pruebas falsas que incriminaban a la mitad del Consejo.

Coge otro archivador que ha traído consigo y saca de este una carta.

- Mi mejor especialista ha trabajado a contrarreloj, pero tenemos esta falsificación y es bastante buena. La presentarás y permitirás que los miembros del Consejo puedan examinarla. Como podrás comprobar, tiene la misma letra que la de quien ha enviado la invitación. Una vez hayas hecho eso, explicarás que tus acciones no te excusan y que te someterás a la justicia del próximo Señor de Toussaint. Y, por último, señalarás a Alaïse como sospechoso de estar con los conspiradores. Señalarás cómo ninguna de sus propiedades sufrió daños y estaban fuertemente defendidas, y pedirás, en oposición a él, el voto para mí. Asegúrate de que no parezca evidente que lo pides de buena gana y preséntalo como que los hechos te han forzado a que me apoyes a mí, de otra manera sería sospechoso. Supongo que el resto se sobreentiende, ¿no? Me aseguraré de ser elegida, y una vez sea Señora de Toussaint, daré un discurso ante el Consejo y el pueblo. Te perdonaré públicamente y expresaré que el pueblo ha mostrado su voluntad, y que como fundador de la república tú debes de ser nuestro líder.

Revisas la caligrafía de la carta. Nada parece exponer a quién pertenece, aunque estás seguro de que has leído antes esa letra. Eso, por otro lado, no te dice nada. Has leído documentos de los cinco miembros del Gobierno, así que has visto sus caligrafías. Pero ahora mismo no tienes ninguna carta para comparar. Sin embargo, la letra te transmite algo melancólico y agridulce. Un regusto a tiempos pasados.

- Si estás acuerdo, tenemos que proceder de inmediato. Recuerda, antes de las doce tienes que escoger a los dos miembros del Gobierno que van a apoyarte en la impugnación y convencerlos. No hay margen a cometer errores, si nos descubres ante el enemigo, se anticiparán a nuestro plan. Ah... y evita las calles principales. La ciudad es una colmena a la que han dado una patada. Esta mañana los ríos y pozos han amanecido secos, y el pueblo está furioso. Probablemente si te ven exigirán que les lideres en una cruzada contra los ricos para calmar a la Dama del Lago. No queremos eso, debilitará nuestra posición y nuestros enemigos podrían aprovecharlo para hacer ataques de falsa bandera.

Comencé a escuchar a Livia con suma atención cada una de sus palabras. Según iba hablando un montón de posibiidades me rondaban la cabeza así como el recuerdo de todo lo que había sucedido desde la anterior noche hasta el inicio de las elecciones, y joder si que la había cagado. Iba a necesitar un coñac para pensar con claridad.

- Batelier será uno con los que deberé hablar de entrada. Pues a pesar de ser el comandante de las fuerzas de la ciudad ha demostrado su enojo y decepción ante todo lo ocurrido. Él sólo buscaba la paz, el retiro tanto para él como para los hombres que lo acompañaran. Disfrutar de su casa afincada y pasar sus últimos días bajo el sol de la isla. Además cuando me recriminó hace poco su enfado me dejó constancia de que no era partícipe de conjura alguna, y de que sólo era un hombre preocupado por los suyos. Así que será el primero con el que hable.

Exhalé un poco de humo nuevamente hacia el techo, hasta que me di cuenta de que el habano se me estaba acabando.

- La segunda con la que hablaré será con Helena. Ha mostrado no tener ambición más que ayudar al pueblo en el ámbito religioso. Es una mujer que aceptó de buena gana la construcción de la catedral y que me ve como un hombre caritativo desde que llegué, pues al fin y al cabo yo le he dado fieles todos estos meses. No tiene ambición, y sólo desea el bien del pueblo. Así que Srta. Livia, creo que tenemos a nuestros dos posibles candidatos.

Tiré la última colilla del habano al suelo y continué hablando.

-Haré la renuncia tal y como me pedís y seguiré los pasos tal y como me decís. Yo me encargo de la situación a partir de ahora.

Dicho esto me levanté de mi sitio con intención de irme del lugar, no sin antes asentir con al cabeza a Livia por la ayuda prestada. Esperaba que este plan suyo saliera bien, porque a la mínima que algo fallara nos iríamos al Hades todos de cabeza.  Era hora de ir por las callejuelas en busca de Batelier, mi primer objetivo. Seguramente sería reacio a escucharme, pero al menos debía intentarlo. Asumiendo mi culpa y diciéndole que buscaría una solución para todo esto....pero esto ya sería un problema para el Meneror del futuro...concretamente lo que tardara en encontrarle.

Así que nada más salir procuré ir por las callejuelas en busca de la guardia (Aunque si miraba a Batelier por ahí mejor que mejor). Quizás alguno de sus soldados podían decirme donde estaba su jefe. Traté de evitar por todos los medios ir a lugares concurridos, o en este caso atravesarlos sin dejarme ver mucho.

Una vez fuera de la tienda, buscar a Guillerme Batelier o a un guardia te lleva tiempo. Los tres milicianos se te unen, escoltándote en silencio. No hay tantos en Toussaint, principalmente porque son tan eficientes que unos pocos bastan para patrullar la ciudad. Eso sumado al hecho de que debes evitar las calles principales dificulta tu tarea, y pasa algo más de media hora antes de que localizas a un guardia y le preguntas por Batelier.

- Creo que está en el cuartel, señor.

Mientras pones rumbo hacia el lugar, no puedes evitar la ironía de recordar que tu última visita planeada al cuartel había sido para asesinar Williamson, cosa que aún no has hecho. Tampoco suena a que debiese ser tu prioridad ahora. Por el camino, la miliciana te pregunta:

- ¿Todo en orden, señor? Si necesitabais contactar con un guardia sin llamar la atención, podíais habérnoslo pedido. Recuerde que estamos para servirle - dice, con una inclinación de cabeza - ¿Tiene un plan nuevo para poner al Comandante en cintura?

Acabas llegando al cuartel, donde no te ponen mucho problema para entrar, más allá de hacerte esperar en la entrada mientras un guardia va a avisar a Batelier y hacerte entrar solo. Finalmente te hacen pasar al despacho del Comandante. Este está recogiendo sus pertenencias y guardándolas ordenadamente en cajas.

- Supongo que esta visita no es simplemente para despedirme, ¿me equivoco, Il Bianco?

El Comandante nunca había empleado tu apodo de los bajos fondos antes. De hecho desconocías que lo supiera. ¿Será información filtrada por tu enemigo o que Batelier es más de lo que dice? Por otro lado, fue mercenario hasta no hace mucho. No es descabellado pensar que tuviese contratos en el Bajo Mundo.

- No es que me queden muchas ganas de charlar, pero si todo sigue su curso, este es mi último día en Toussaint. En fin, te he dado más oportunidades antes para hablar y las has rechazado o malgastado. Si vas a usar esta última para volver a gritarme o mentirme, te invito a tomar la puerta.

Una vez fuera del edificio comenzó la búsqueda de Batelier o  de algún guardia que me pudiera decir donde estaba. Costó al principio, pues era difícil encontrar  alguno yendo por callejuelas y no por las vías principales de la  ciudad. Finalmente logré encontrar a uno que me dijo que Batelier estaba en el cuartel. Vale, ese era un lugar obvio, pero si algo había aprendido es que lo obvio suele ser lo errado por estos lares.

-Asuntos propios- le dije a la miliciana mientras llegaba al cuartel. Una vez dentro, y habiendo pasado sin que la guardia me pusiera problemas entré en el despacho de Batelier. Nada más entrar cerré la puerta  tras de mi. Batelier estaba allí recogiendo sus cosas, pues parecía que se iba. A pesar de que había dicho mi apodo de los bajos fondos no se lo tuve en cuenta, ya que había cosas más importantes que tratar. Sin que él me dijera nada cerré las cortinas del despacho mientras sacaba un habano del abrigo y me lo llevaba a la boca para encenderlo con mi cipo.

-Con su permiso Batelier- dije dando una leve calada- Veo que os retiráis de escena. Seré claro pues no , no he venido a gritaros y a tener malquerencias con usted, ya no. Si he venido es para pedirle ayuda.

Antes que pudiera cortarme le haría una señal con la mano y continuaría hablando.

-Si estoy aquí es porque se me acaba el tiempo Batelier, a todos nosotros. Podéis creer mis palabras o no, me es indiferente, pero haríais bien en al menos escucharme. Se ha descubierto una conjura que nos ha afectado a todos. Una sombra que ha vagado entre nosotros soltando ponzoña ha logrado ponernos uno contra los otros. Lamento decir que he sido el cabeza de turco de una conjura para que un tercero, a costa mía y de otros miembros llegue al poder en Toussaint.

Suspiré y apoyé mi mano y garfio sobre la mesa.

-Requiero de vuestra ayuda Batelier, pues vos sois el comandante de la guardia, aún lo sois. Este problema no solo me engloba a mi, sino tambén a Livia y a Helene. ¿Acaso no os parece una coincidencia que todos los ricos hayamos perdido propiedades a manos de los "rebeldes" salvo Alaise? ¿Dónde ha estado Archaón durante toda la noche? Bien es cierto que mi mano dirigió la rebelión, más a mi, sin saberlo estaba siendo controlado sin saberlo. He sido engañado al igual que todos ustedes Batelier. ¿Qué no me creéis? Se ha convocado un pleno para hoy, en apenas cuatro horas. ¿Que casualidad no? Pensad en quién sale beneficiado de todo esto Batelier. ¿Livia? Lo dudo pues ha perdido propiedades. ¿Helene? Lo dudo, ¿Yo? Ciertamente me beneficiaba de todo y no he sido más que el cabeza de turco en esta conjura. ¿Alaise, Dominica o Archaon? El primero casualmente no pierde nada y desaparece en los disturbios...Archaon igual, y encima ese desgraciado sabe de mi pasado y he podido trabajar con él, y debo decirle que es claramente hostil...Dominica? Nada sabemos de ella.

-Se que somos hombres muy disintos Batelier, pero no vendría a vos si no fuera estrictamente  necesario. Si en el pleno de hoy se opta por un acto de condena hacia mi, necesito que impugnéis con vuestro voto dicha condena. No voy a pedir clemencia por mis actos, más no voy a cargar con la culpa de otros. Nadie me golpea y sale de rositas.  Todavía no sé quién ha orquestado esta danza, pero hemos caído todos de golpe. Batelir, os necesito una última vez para que Toussaint no desaparezca, o caiga en las peores manos. Pues creo que estamos ante un problema tan grande que nos sobrepasa a ambos. Por ello os pido que dejéis atrás vuestras diferencias para conmigo. Si no queréis creerme adelante, pero repito de vuestra respuesta aquí y ahora dependemos todos. No pretendo salvar mi cuello, y como os he dicho pagaré mi culpa con tal de devolver la estabilidad a Toussaint. Pero para todo esto necesito de vuestro apoyo con la impugnación.

Tras decir esto suspiré lanzando humo por la boca, manteniendo la vista en  Batelier.

-Y bien Batelier ¿Puedo contar con vos una última vez?

Batelier no te interrumpe, pero sigue recogiendo sus cosas. Ni siquiera tienes muy claro si te está escuchando, aunque esperas que sí. Lo ves sacar un montón de papeles de un cajón del escritorio y revisar rápidamente el montón. Aparta varios mapas de otras islas y varias cartas, devuelve el resto de cosas al cajón y se guarda los mapas y las cartas en un fichero. Tras eso sigue haciendo otras tareas, y una vez has acabado aún tarda medio minuto en reaccionar y dar muestras de reconocer tu presencia. Gira la cabeza hacia ti y chasquea la lengua, antes de negar y seguir recogiendo cosas.

- Hay un montón de incógnitas y de afirmaciones, en el mejor caso, dudosas en todo lo que has dicho. No dudo en que si te diera una oportunidad me darías una explicación más detallada y tu teoría conspiranoica tendría algún retorcido sentido. Diablos, tal vez hasta estés diciendo la verdad y esto no sea un intento desesperado de evitar la guillotina o los desvaríos de un lunático megalómano. ¿Sabes el problema, Meneror? - deja una caja encima del escritorio y se gira hacia ti - Aunque fuese verdad, no me importa lo más mínimo. Toussaint ya no es mi problema.

Da un silbido y entra un guardia, al que le pide que le traiga una caja más grande. Mientras espera, te mira, como esperando a que te marches. Entonces suspira y dice:

- Te lo dije en la catedral. El único motivo para venir a Toussaint fue venir a un sitio nuevo donde empezar de cero y retirarme de la vida de mercenario. Postularme a Comandante fue, como te dije, mi manera de mantener el patio limpio y espantar a las moscas. El problema es que si todo el mundo se dedica a tirar mierda en el patio, me pasaré más tiempo espantando moscas que disfrutando de mi muy merecida jubilación. Está visto que me equivoqué con Toussaint. He invertido mal mi dinero, pero aún estoy a tiempo de irme antes de perder aún más de mis ahorros y encontrar un sitio mejor. ¿Quieres un consejo, Meneror? Si dices la verdad y alguien está tras tu culo, recoge tus mierdas, súbete a tu barco, zarpa y no vuelvas. ¿Qué te ata? Ni siquiera tienes una casa ya.

Dos guardia entran cargando con una caja de madera bastante grande, que dejan en el suelo. Tras eso marchan cerrando la puerta. Guillerme coge las diferentes cajas, ficheros y bártulos que ha ordenado y procede a colocarlos cuidadosamente en el interior de la caja. Si aún tienes algo en mente que decirle para intentar convencerlo, este es el momento. No parece que le queden más cosas que recoger, y una vez acabe se marchará.

A veces me preguntaba porqué demonios me preocupaba por la gente. Era algo inútil que no me reportaba beneficio alguno. Batelier no era bobo, pero si un soldado que se asemejaba más a un anciano estúpido. Con gusto acabaría las cosas a mi manera y mandaría a todos al infierno. Pero en este caso tendría que continuar siendo diplomático....y como era visto no se me daba nada bien. Así que antes de que Batelier se marchara por la puerta le dije:

-Esperad- dije preparando otro habano ya que me los pulía en nada- Ciertamente al igual que vos yo podría largarme. Pero estoy totalmente de acuerdo con vos en que yo también me he dejado una fortuna aquí. ¿Váis a renunciar tan rápido?. Bien, hablemos pues de caballero a caballero. Escuchadme y valorar lo que os voy a proponer, y si no estáis de acuerdo no os impediré salir por esa puerta.

Dicho esto exhalé humo por la boca y me senté en el borde de la mesa mientras miraba hacia el ocmandante.

- Si me hacéis el favor de votar por mi impugnación, me encargaré personalmente de que tengáis el mejor de los retiros. Vuestras propiedades serán restauradas por mi mismo, vuestro retiro será completo. Podréis disfrutar del sol, un buen vino y unas tardes tranquilas. No tendréis que preocuparos por nada. Como comandante de la ciudad seguiríais ejerciendo el poder, pero en una ciudad tranquila. Como mucho tendréis que volver a coger la espada para contemplar los días pasados y viejos recuerdos.

Tras decir esto me levanté y me puse frente a él.

-Vuestra vida volverá a la normalidad, vuestros hombres vivirán en paz. Toussaint volverá a ser el lugar calmo que hemos conocido, que vos habéis protegido y yo levantado. Por tanto os ofrezco esto, paz, tranquilidad y un buen retiro. Moriréis anciano en vuestro porche si así gustáis. Abrid vuestra mano en este momento decisivo, y yo haré lo propio también. En esto os doy mi palabra y mi esperanza. Podéis creerme o no, más ya os dije que no estaría aquí si la situación no fuera crítica

Dicho esto llevé mi mano al bolsillo de mi chaleco, sacando un talonario de cheques en blanco. Saqué una pequeña pluma estilográfica de mi bolsillo, humedecí la punta con mi lengua y escribí: 9.000.000 de berries al portador.

- Y os doy esto para que la tengáis presente.- dije entregándole el cheque.-No lo toméis como ofensa, ni trato de sobornaros, tan solo de que mis actos no os cuesten más dinero. Mis errores os los pago yo. Hemos sufrido mucho, cada uno a su manera por este lugar. Pero dadme vuestro apoyo, y juro que todo esto será un mal recuerdo. Mañana estaréis tomando un chateau Renó al sol en la plaza con vuestros hombres. Y bien Sr. Batelier ¿Cuento ahora con vos?

Parecía que las ambiciones individuales de cada hombre eran más fuertes que las del colectivo a la que protegía. Batelier era el caso de un hombre cansado de la guerra en el pasado, y ahora en el presente sus fantasmas volvían. Esperaba que garantizándole su futuro Batelier torciera su parecer sobre mi, o al menos, tener un mínimo de creencia en mis palabras. ¿Quería paz y tranquilidad? La tendría.

Batelier suspira y niega con la cabeza. Durante un rato se queda en silencio, observándote pensativo. Finalmente se encoge de hombros y dice:

- Te voy a dar una única oportunidad, Meneror. Votaré a favor de impugnar la depuración de responsabilidades. Si a continuación logras llegar a una resolución de este conflicto que finalice con la paz volviendo a Toussaint, me quedaré. Si veo que simplemente me has arrastrado a un derramamiento de sangre a sabiendas, te mataré. Si simplemente era un plan estúpido... - se encoge de hombro - Cobraré el dinero que tan generosamente me ofreces y me iré de Toussaint. En cualquier caso ese dinero es condición para que me quede a la votación. Si sale como dices, me quedaré en Toussaint. Si no... cobraré igualmente y actuaré según tus acciones.

Coge el cheque y se lo guarda en el bolsillo, tras lo que llama a unos guardias con un silbido.

- Si realmente vamos a hacer esto, nadie puede sospechar que hemos llegado a un acuerdo. Probablemente ya te hayan visto entrar aquí, así que no me tengas en cuenta lo que voy a ordenar ahora. Es por el bien de nuestro plan - dos soldados entran y Batelier les dice, con una sonrisa - Chicos, dadle un especial Fleur Saca al señor Meneror.

Cada uno de los soldados te coge con un brazo y te los intentan poner contra la espalda. Si no te resistes, te llevarán a la ventana y te lanzarán por ella a la calle de abajo. Dado que es un primer piso, con tu constitución no te llevarás más que un moratón y te ensuciarás un poco con el suelo, salvo que te resistas o hagas algo. Si dejas que te tiren, uno de los soldados gritará desde la ventana:

- ¡Y no vuelvas!

Eso es un consejero menos. Solo te queda convencer a uno más de que apoye tu votación de impugnación, y el tiempo justo para lograrlo antes de la sesión del Consejo. Te recomiendo darte prisa: ¿Alicia Dominica o Helenne? Salvo que intentes probar suerte con Archaon o Alaïse, claro... aunque me da en la nariz que no están entre tus opciones.

Increíble, había funcionado. Cualquiera diría que efectivamente hay algún dios que me estaba protegiendo o ayudando en mi cometido a pesar de mis numerosas faltas. Vaya cosas tiene la vida. Así que mantuve la mirada clavada en mi "compañero" mientras mantenía mi habano agarrado con la boca. Escuché todo lo que me dijo, y me pareció más que adecuado.

-No tengo objeción alguno con lo que habéis dicho.- concluí antes de ver a esos dos guardias entrar por la puerta, previamente escuchado lo que me dijo Batellier.

Me dejé apresar , y lo guardias me pusieron manos a la espalda, bueno, la mano. Acto seguido me llevaron hasta la ventana y me arrojaron por ella hacia la calle. No me gustaba nada la idea, pero debía tragar por el bien del "plan", así que salí disparado calle abajo rodando y ensuciándome un poco el traje. No me hice demasiado daño, pero en otros tiempos Batellier y yo hablaríamos muy seriamente.

Me levanté sacudiéndome el polvo del traje mientras me lo ceñía, debido a que se había arrugado por la salida "precipitada" por la ventana. Por si cabía alguna duda sobre que Batellier estaba "en contra" de mi, lancé un improperio bajo un susurro.

-Necio.

Dicho esto puse rumbo a la gran catedral de La Dama, con el objetivo de ganarme a la segunda consejera, Helenne. No debería ser muy difícil ya que ella fue una firme defensora de mi persona así de como mi hacer. Esperaba que las negociaciones fueran mucho más amenas. A pesar de todo no podía evitar pensar que Helenne no podía ser todo bondad....pero vete a saber, era una religiosa al fin y al cabo.

Así que una vez cruzada la plaza que me llevaba a la catedral, entré por su puerta principal tranquilo y a paso lento. La catedral parecía vacía a esta hora, o al menos eso me lo parecía. Entré fumando como era habitual y lancé una llamada al aire.

-¿Helenne?¿ Estáis aquí?

Un par de milicianos armados aparecen frente a ti y se arrodillan.

- Majestad - saludan. Entonces uno dice - Le escoltaremos junto a la Suma Sacerdotisa.

Los soldados te guían por el interior de la zona privada de la catedral, con los fusiles en mano. Crees que al menos a uno de ellos lo reconoces como uno de los sirvientes de Helenne. Parece que tras lo de anoche se están preparando para las probables represalias. Te llevan a una capilla interior más pequeña, en la que la Suma Sacerdotisa está rezando a una estatua de la Dama. Los dos milicianos se retiran respetuosamente y os dejan a solas.

- Vuestra amenaza se ha cumplido, majestad - dice Helenne, sin girarse - Los ríos se han secado y las plantas están muriendo. La Dama ha retirado sus bendiciones a la gente de Toussaint.

Su tono de voz está entre preocupado y decidido, aunque también puedes notar cansancio. Parece que estos últimos días se han cobrado su precio en la salud de la sacerdotisa.

- Decidme, mi señor. ¿Qué queréis de mí? La Iglesia de la Dama siempre está a vuestro servicio.

-No me llaméis eso- dije molesto mientras me acercaba a la sacerdotisa.

Admito que ya estaba en un punto de ignorar completamente todo lo que dijo Helene ya que había llegado un momento en que estaba a punto de estallar como palomita. S bien a la sacerdotisa se le notaba el cansancio ¿Cómo estaría yo? Menos mal que no puedo verme en un espejo ahora mismo. Así que decidí ir directo al grano.

-Requiero de vuestra ayuda Helenne una última vez, y con vuestra palabra final Toussaint verá finalizada y en éxito todo lo acontecido. Han pasado demasiadas cosas, y me arrepiento de ciertos puntos. Por ello Toussaint va a volver a estar en paz, y para ello os requiero una vez más. Como imagino que sabéis ya desde temprana hora, se ha convocado un pleno para hoy, en apenas cuatro horas. Necesito que en la votación de hoy votéis por mi impugnación, la cual voy a solicitar yo mismo, simplemente eso. Y todo esto habrá acabado. Toussaint volverá a ser verde, sus gentes volverán a hacer sus rutinas, y al menos se habrá "saneado" a la ciudad lo suficiente como para evitar preocupaciones futuras.

Si Helenne me preguntaba el porqué de mi petición, le explicaría lo mismo que le dije a Batellier.  Si colaba colaba. Helenne hasta el momento había sido una fiel aliada. Demonios, si había incluso apoyado la revuelta con tal de eliminar a los enemigos de la Dama. De todo el compendio de idiotas con los que he tenido que hablar o enfrentar, ella era la única que a día de hoy se fiaba de mi. Admito que no me fiaba un pelo de ella, pues en Toussaint por muy religioso que seas no hay NUNCA, buenas intenciones sino obtienes nada a cambio. Pero mira, alea iacta est.