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Fugitivos y manipulaciones en la isla de la disciplina [Priv. Ryuichi - Michaela] Empty Fugitivos y manipulaciones en la isla de la disciplina [Priv. Ryuichi - Michaela] {Lun 24 Ene 2022 - 17:30}

¡Te he dicho ya treinta veces que te pongas la puñetera gorra en la cabeza!

¡Qué me dejes, tío, que así se me jode el peinad...!

Antes de que Ryuichi pudiese terminar la frase, un puño golpeó su cabeza e hizo que su cara se estampase contra el suelo de cubierta y, por ende, se le despeinase el pompadour. Tembló un poco en el suelo con la cabeza dolorida, aunque le dolía mucho más que le hubiesen despeinado. Entonces se puso de pie.

Peinado jodido, ya no tienes excusa. Ahora ponte la puñetera gorra y tira al maldito pueblo.

A regañadientes, Ryuichi se puso la gorra en la cabeza y saludó a su superior. Se colocó el bate enfundado en la espalda y, entonces, bajó del barco y empezó a caminar. El sargento le había dicho, con bastante mala hostia, todo había que decirlo, que habían venido aquí buscando a un ladrón fugitivo que se estaba escondiendo entre los karatekas. Además de eso había hecho hincapié en que una isla que se caracterizaba por las artes marciales podría enseñarle algo de disciplina a su recluta más gamberro y asalvajado. "Tienes treinta y cinco años, deberías madurar de una vez" era una frase que escuchaba constantemente de boca de su sargento y nunca entendió del todo a que se refería con madurar. ¿Qué más dará que no sea listo y maduro? Si podía dar hostias con su palo de pegar, podía ser un buen marine. No había más historias.

Cuando se hubo alejado lo suficiente del barco miró atrás y resopló. Se quitó la gorra y se la colgó a la cintura. Entonces, sacó de su bolsillo un peine y volvió a colocarse de nuevo su maravilloso pompadour mientras volvía a emprender la marcha. Cada mañana madrugaba expresamente para tener una hora extra de estilizarse de aquella manera y no iba a dejar que una simple gorra se lo jodiese.

—Forma parte del uniforme mimimi —dijo en voz baja imitando la voz del sargento de manera ridícula.

El fugitivo era un hombre bajito. Por lo visto se había colado en el cuartel de aquella misma isla, en los barracones, y se puso a robar los objetos de valor que guardaban algunos cadetes. No era un criminal mayor, aquello era cierto, sin embargo... Tal vez era lo mejor para él, que acababa de empezar. Eso sí, estaba seguro de que durante su tiempo en la yakuza él había hecho cosas bastante peores. Finalmente llegó al pueblo. Había gente caminando y... Ninguna parecía karateka. ¿Dónde estaba la gente con gis y con cinturones negros? ¿Se habían equivocado de isla? ¿O es que acaso estaba exagerado y no todo el mundo es karateka? Pues vaya disciplina...
Michaela Albás
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Fugitivos y manipulaciones en la isla de la disciplina [Priv. Ryuichi - Michaela] Empty Re: Fugitivos y manipulaciones en la isla de la disciplina [Priv. Ryuichi - Michaela] {Mar 25 Ene 2022 - 10:12}

Conocía la isla. Había tenido una buena educación, al fin y al cabo. Su cabeza se había vendido cara la primera vez por un motivo. No obstante, nunca había estado en ella. Su marido viajaba a menudo, pero nunca lejos. Y aunque ahora tenía más libertad de la que había disfrutado en años, la Isla del Kárate estaba lejos de ser su definición de un destino paradisíaco.

Se aguantó el mohín de desprecio que su cara estaba deseando hacer y, en lugar de ello, simplemente suspiró. Era una parada inevitable. Necesitaban provisiones antes de continuar su viaje. Tenía toda la intención de reunirse con algunos de los antiguos colaboradores de su querido, pero no llegaría muy lejos si a mitad de camino se quedaban sin agua y comida.

El barco atracó en el puerto sin mayores complicaciones, casi en completo silencio. Michaela fue la primera en pisar tierra, levantándose el vestido negro lo justo para no mancharlo con la madera mojada del puerto. Chasqueó los dedos, levantando una muñeca adornada en oro. Detrás de ella, los dos únicos hombres que habían sido lo bastante listos como para desertar en su favor se cuadraron de hombros, aguardando. No tuvieron que esperar mucho.

-Crawford, ocúpate del agua. Myers, comida. Ponedlo en la cuenta del señor Albás. Partiremos en dos horas.

Sin mirar atrás, echó a caminar. Ellos pronto la adelantaron, yendo a hacer sus tareas sin rechistar. Había tenido suerte, en realidad. No eran muy listos, pero sí demasiado ambiciosos para su propio bien. Habían visto una oportunidad en ella y querían aprovecharla. Era una buena decisión.

No tardó en llegar al pueblo. Desde que puso el pie en lo que parecía la calle principal empezaron las miradas, que Michaela devolvió con indiferencia. No encajaba en el lugar, era un hecho. Vestido negro de seda y abrigo de calidad, peinado cuidadosamente orquestado y joyas de oro. Los alfanjes en su cintura deberían bastar para disuadir a cualquier avaro de pacotilla, pero no evitaban que la gente cuchicheara a su alrededor.

Siguió caminando, en busca de una taberna u otro establecimiento que le permitiera pasar su tiempo en esa isla de la forma menos tediosa posible. El único atractivo del lugar eran los dojos de combate que había más allá del pueblo y no tenía la menor intención de acercarse a ellos. Una copa de vino blanco de tamaño decente debería ayudarle a que pasaran las horas de forma más… entretenida.
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Fugitivos y manipulaciones en la isla de la disciplina [Priv. Ryuichi - Michaela] Empty Re: Fugitivos y manipulaciones en la isla de la disciplina [Priv. Ryuichi - Michaela] {Dom 30 Ene 2022 - 12:35}

¿Cuál era el mejor sitio en una isla nueva para conseguir información? Las tabernas. Los puntos de paso de viajeros y, muy probablemente, fugitivos que buscaban pasar desapercibidos y de paso emborracharse un rato. Guardó el peine por fin de nuevo en su bolsillo, habiendo alcanzado de una vez la perfección capilar que era su pompadour y se paró delante de la puerta de un establecimiento. No parecía que fuese un lugar de poca monta, pero tampoco un lugar para gente muy adinerada. Se llamaba "La Tabla Rota". ¿Qué clase de nombre era ese? Suspiró, sin darle mucha importancia, y entró.

Varias miradas se centraron en él de golpe. ¿Era por su maravilloso peinado? ¿O tal vez por el uniforme? Quién sabía. Ahora debía acercarse a la barra y sacar toda la información que pudiese. Llegó y apoyó una mano en la misma, llamando la atención del tabernero. Era un hombre de rasgos cuadrados, con los ojos rasgados y una cinta en la frente, al más puro estilo karateka. Parecía entrado en años pero aún musculoso. Estaba limpiando un vaso cuando lo miró.

¿Qué quieres?

Estoy buscando a un tío. ¿Lo has visto?

El hombre se lo quedó mirando con un rostro inexpresivo, aunque cualquiera sería capaz de discernir que estaba pensando que la persona que tenía delante era sumamente estúpida. Terminó de limpiar el vaso, lo dejó a un lado y apoyó las manos en la barra, mirando al marine.

¿Quién pregunta?

¿Cómo que quién pregunta? ¿Es qué no ves el uniforme?

El tabernero lo miró de arriba abajo.

Creía que el uniforme de los tuyos tenía una gorra.

Mira, no me toques los cojones con lo de la gorra, que ya he tenido bastante. Estoy buscando a un tío bajito, probablemente de fuera de esta isla, que fuese cargando con mucha mierda que no es suya. ¿Lo habéis visto o no?

Todo el mundo en la taberna le estaba mirando. El hombre lo miró en silencio unos segundos más y se cruzó de brazos.

Los vuestros no soléis alejaros de vuestro cuartel y venir aquí. Bastante es que tengáis un cuartel en una isla donde no se os ha llamado. Pero cuando os acercabais para buscar algún tipo de información solía venir gente más educada y capaz. No tengo ni idea de quién me hablas, y si sigues siendo así allá donde vayas no encontrarás a nadie que sepa quién es. Márchate ya si no vas a tomar nada.

Una mano se posó en su hombro. Un tipo alto le echó una mirada amenazante. Con cualquier otra persona tal vez habría funcionado, pero... Ichi era particular. Se llevó la mano a la espalda y sacó el bate de su funda, provocando una reacción en la taberna y el ruido de varias sillas arrastrándose.

O me dices dónde está o...

El tabernero se puso de pie de golpe, revelando que había estado sentado todo este tiempo y que era más alto de lo que parecía. Colocó ambas manos en la barra y se inclinó hacia delante, acercando mucho la cara a la de Ichi de manera amenazante.

¿O qué?

Pero Ryuichi Ichiban era un idiota sin miedo. Bateó la cara del tabernero con su arma, aunque solo provocó que la moviese un poco hacia un lado. En silencio, el tabernero se echó hacia atrás y dio una seña a los demás con una mano, mientras se daba la vuelta y se iba a su trastienda. Una botella se estampó y rompió en la nuca de Ichi, una segunda persona le quitó el bate de la mano y una tercera le agarró por la espalda. No pudo forcejear y, enseguida, le hubieron echado de la taberna de una patada, tirándole después el bate a la cabeza. Se quedó unos instantes en el suelo, bocabajo, con el sabor de la tierra en la boca, mientras la ira y rabia aumentaba en su interior.
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Fugitivos y manipulaciones en la isla de la disciplina [Priv. Ryuichi - Michaela] Empty Re: Fugitivos y manipulaciones en la isla de la disciplina [Priv. Ryuichi - Michaela] {Dom 30 Ene 2022 - 13:29}

Debería haberlo imaginado. Una isla famosa por sus expertos en combate cuerpo a cuerpo. No era algo de lo que entendiera el atractivo. Había otras disciplinas que aunque no compartía, podía entender por qué otra gente se volvía loca por ellas. Cocina y baile eran las primeras que le venían a la mente. Le gustaba ver bailar a otros y le encantaba probar comidas nuevas, siempre y cuando fuera en un ambiente controlado. Sin embargo, pasar horas repitiendo lo mismo una y otra vez hasta pulir esa habilidad era una perspectiva que no le agradaba a nada. Si lo hacías por el resultado, entendía que pudiera gustarte. Pero, ¿el combate?

El combate no aportaba ningún resultado. Uno podría argumentar que mejoraba la condición física, la habilidad de defenderse, pero no era cierto. Mátate en el gimnasio, consigue una pistola. Ambos métodos mucho más efectivos de conseguir eso. No, la gente que se volvía loca por el combate perseguía otra cosa. ¿El qué? No lo sabía. También había mejores formas de conseguir adrenalina y desde luego se le ocurrían muchos métodos para satisfacer tanto el sadismo como el masoquismo. Métodos más elegantes y, desde luego, mucho más sinceros.

La pelea cuerpo a cuerpo le resultaba tosca. Cuanto más precisos eran los movimientos del luchador, más le recordaban de todo el tiempo que se había gastado en aprender una habilidad realmente inútil. ¿A quién le importaba cómo se daba la mejor patada? Saca un cuchillo, corta el tendón de quien te esté molestando y sigue con tu día. Sí, sabía que no funcionaría en todos los casos, pero una cosa era saber defenderse y otra esa extraña devoción que tenía alguna gente por ello.

Había oído la conversación desde fuera. Sabía terriblemente bien la estampa con la que se iba a encontrar nada más entrara y le daban ganas de suspirar y largarse de allí.

Pero por otro lado, ¿a quién pretendía engañar? Le gustaba la atención. El control que conllevaba. Si le estaban mirando, pararían de pegarse. Y entonces, quizá, podría conseguir esa copa de vino.

Llegó a la puerta de la taberna en silencio, justo a tiempo para escuchar al marine hablar del tipo al que estaba buscando. Aguardó un momento, pensando en quién podría ser y qué cosas interesantes podría tener consigo. Fue a entrar, pero antes de que pudiera, la puerta se abrió. Michaela se hizo a un lado justo a tiempo para evitar que el cadáver le diera en la cara. Esquivó también el bate, clavando una mirada de mal humor en el hombre que lo había tirado. Este se encogió de hombros y mantuvo la puerta abierta, pero Michaela se dio la vuelta. Podían joderle, ahora ya no quería entrar.

Se apartó un par de pasos y le dio un puntapié al cadáver. Huh. No estaba muerto. Se agachó, tendiéndole una mano mientras se apartaba un mechón de pelo de la cara.

-Deberías de meditar más las preguntas que haces.

No era una crítica si se limitaba a decir la verdad.
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Fugitivos y manipulaciones en la isla de la disciplina [Priv. Ryuichi - Michaela] Empty Re: Fugitivos y manipulaciones en la isla de la disciplina [Priv. Ryuichi - Michaela] {Miér 2 Mar 2022 - 18:45}

No sabía si estaba vivo o muerto. Tumbado en el suelo, notaba el sabor de la tierra en la boca. Por suerte era de muy dura mollera y estaba seguro de que ningún cristal se le había clavado y tan solo le había dejado algo tonto. Bueno, algo más tonto. Oyó una voz de mujer decir algo, aunque todavía estaba demasiado desorientado como para discernir que era, pero seguro que tenía parte de bronca. Estaba seguro de que más de la mitad de veces que le hablaban era para echarle una señora bronca. Era normal, pues lo que más hacía era plantarle cara a su superior. No le gustaba agachar la cabeza entonces y mucho menos le iba a gustar agacharla ahora. Posó ambas manos en el suelo y se levantó lo suficiente como para escupir la tierra que tenía en la boca.

Ya algo más sereno, se fijó en la mujer que le había hablado. Iba vestida de una manera mucho más sofisticada que el resto de personas de esa isla llena de luchadores, lo cual significaba que no debía ser de allí. O tal vez sí, y simplemente tenía más amor propio por su aspecto. Se sentó con las piernas cruzadas en el suelo y agarró el bate, empezando a guardarlo en su funda de nuevo para volver a colgarlo en su espalda. Se levantó y sacudió la tierra de los pantalones para después sacar de nuevo el peine del interior de su chaqueta para recolocarse el pompadour. Era lo que más le enfadaba de esa situación.

¿Es qué esta gente no sabe responder con un sí o un no? ¡¡No es tan difícil!! —gritó eso último dirección al bar. Miró entonces a la mujer de piel de ébano —. Estoy bien —dijo asumiendo que lo que había dicho era un "¿estás bien?" sin tener ni idea de que no—. Anoche un tipo bajito se coló en el cuartel y robó los objetos de valor de los cadetes. ¿Sabes algo?

Ciertamente, con ella fue bastante más educado que con el hombre. ¿Qué podía hacerle? Le habían criado así. En la yakuza se enseñaba que hablarle mal a una mujer era el peor de los pecados. Si una se le ponía chula por supuesto que no dudaría en meterle un batazo si es necesario, pero no iba a ser él quien empezase. No le habían criado así. Aunque dudaba que alguien supiese algo, claro. No es como si tuviese una descripción detallada del culpable como para encontrarlo solo con preguntas. Tal vez podría pedir ayuda...

Me llamo Ichiban, por cierto. Ryuichi Ichiban.

Terminó por fin de peinarse y guardó el peine en el bolsillo de nuevo. Se colgó el bate a la espalda y esperó una respuesta con bastante más educación que la que había mostrado en el interior del bar.
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Fugitivos y manipulaciones en la isla de la disciplina [Priv. Ryuichi - Michaela] Empty Re: Fugitivos y manipulaciones en la isla de la disciplina [Priv. Ryuichi - Michaela] {Sáb 5 Mar 2022 - 10:26}

-A lo mejor no lo escuchaste con la adrenalina llenándote los oídos - O la testosterona, más bien. Pensó para sí misma.- Pero creo haber entendido que la respuesta era ''no''.

El hombre se levantó, al fin. Se sentó y sacó un peine, no tardando ni dos segundos en empezar a recolocarse el peinado. Ah, bruto, tosco y encima vanidoso. Qué delicia de personaje. Sin embargo y a su pesar le interesaba, por dos motivos. El primero, lógicamente, era su uniforme. La marina, la débil milicia que había decidido apartarse del Gobierno Mundial proclamando a los cuatro vientos que no aprobaban sus costumbres ni su ideología. En su opinión, era lo mejor que podían haber hecho. La Legión había nacido entonces, fuerte, decidida y resiliente. Un ejército a la altura del verdadero Gobierno.

No obstante, había no pocas islas que se resistían a aceptar esta verdad. La Liga de los Mares, tan pomposa e inocente como su nombre sugería, perseguía una utopía que Michaela consideraba… adorable. Tratar de erradicar la fealdad del mundo era negar parte de su verdadera naturaleza. Allá a donde fueras había ejemplos y de hecho, la Isla del Kárate, aún bajo su protección, no era la excepción.

Alguien había robado de los cadetes. Objetos de valor, además. ¿Efectos personales o algo más interesante? Se le ocurría una forma de averiguarlo.

-Lo único que sé es que anoche también robaron en mi barco. Se llevaron una cajita de mármol, en la que guardaba unas joyas muy particulares. Me las regaló mi marido.- Añadió bajando la voz.

No pudo evitar fijarse en que durante todo el altercado el marine había seguido peinándose. Su estúpido tupé le añadía por lo menos tres o cuatro centímetros, ¿tendría complejo con su altura? Al final dejó el peine y fue entonces cuando pareció recordar sus modales. En respuesta a su presentación, Michaela le tendió la mano y correspondió con su propio nombre.

-Michaela Albás, es un placer.

No lo era. Pero la cortesía dictaba aparentar que sí y al menos mientras le fuera de utilidad, no le costaba nada ser amable. Si el trabajo del mocoso era encontrar al ladrón, bien podía seguirle mientras lo hacía. Si durante la inspección y el arresto desaparecía algo del botín… mala suerte.

-Si vas a buscarle, te acompañaré. Claramente te hace falta algo de diplomacia, de todas formas.

Una vez más, no era un insulto si se trataba de la verdad.
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Fugitivos y manipulaciones en la isla de la disciplina [Priv. Ryuichi - Michaela] Empty Re: Fugitivos y manipulaciones en la isla de la disciplina [Priv. Ryuichi - Michaela] {Dom 6 Mar 2022 - 16:19}

La mujer se presentó como Michaela y le tendió la mano. Ichi sonrió ligeramente y le chocó la mano cual pandillero del barrio para después mirar a su alrededor por si acaso veía a alguien que cumpliese aquella descripción. Si la persona que había robado a Michaela era la misma que robó a los marines, bien podrían tener a un ladrón en serie entre manos. ¿Era ese trabajo para un solo cadete? Puede que no, pero su orgullo no le permitía ir a pedir ayuda. La propia mujer se ofreció acompañarle, dando atención a la falta de diplomacia del marine. Tenía razón, claro. Normalmente, habría rechazado la ayuda ofrecida, sin embargo existía la posibilidad de que ese ladrón hubiese robado también a esa mujer. Tenía cierto derecho a encararlo si lo deseaba.

¿Qué clase de ladrón podría colarse en un barco y en un cuartel marine como si nada...? Es posible que haya robado a más gente en la isla, aunque no me han dicho nada sobre denuncias... —se rascó la nuca, pensativo—... Aunque parece que no estamos tan bien vistos aquí. Como si tuvieran su propia manera de encargarse de sus cosas... Podríamos preguntar por más robos.

Miró a su alrededor para justo ver a un muchacho joven que cargaba con una bolsa llena de alimentos que seguramente acababa de comprar en algún lado. El marine dio un pisotón al suelo y gritó con un sonoro "¡Eh!" que hizo que el muchacho se sobresaltara y parara en seco para mirarle.

¡¿Te han robado algo?! —El segundo grito le asustó de nuevo, pero esa vez empezó a correr para alejarse de Ichi mientras cargaba con la bolsa. El marine chasqueó la lengua mientras lo miraba marcharse—¿Qué le pasa? ¿Eso es qué sí? ¿Deberíamos seguirle?

La mirada del marine parecía algo más siniestra que lo que de verdad estaba pensando. En cualquier otra circunstancia tal vez si lo habría seguido para sacarle más información, aunque fuese a sustos, pero con Michaela allí tal vez no fuese la mejor idea.

Eh... disculpe... —dijo una voz a su espalda. Una anciana con el pelo recogido en un moño y la espalda encorvada los estaba mirando—. A mí si me han robado. Mi bastón con acabado de plata. A penas puedo caminar —dijo intentando dar un paso y a punto estuvo de caerse al suelo de lado, pero Ichi corrió enseguida a su lado y la ayudó a mantenerse erguida —. Gracias, majo. Era un hombre muy bajito y con el pelo rubio pajizo. Era muy feo, además. No sé para que quería mi bastón...

Ichi miró entonces a Michaela. Si intentaba preguntarle él sobre el ladrón tal vez la anciana se asustase también. La mujer parecía bastante más educada y capaz de sacar información útil.
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Fugitivos y manipulaciones en la isla de la disciplina [Priv. Ryuichi - Michaela] Empty Re: Fugitivos y manipulaciones en la isla de la disciplina [Priv. Ryuichi - Michaela] {Dom 6 Mar 2022 - 17:58}

Discretamente, se llevó la mano al vestido para limpiársela. Claramente, en la academia de marines no enseñaban morales. Tampoco le sorprendía, en realidad. Las islas que formaban parte de La Liga de los Mares rara vez habían visto a alguien de buena familia caminar por sus calles. La Isla del Kárate, desde luego, no era la excepción.

Se preguntó cómo de vigilado tendrían el cuartel marine. Quizá que el ladrón se hubiera colado no decía tanto de su habilidad como de la dejadez de los soldados. Si todos eran como el espécimen que tenía delante, no le quedaba ninguna duda.

-Puede que estuviera buscando algo en concreto y no le molestase el riesgo.

Era la otra opción, al fin y al cabo. O eso o era un cabezahueca con mucha suerte. Lo averiguarían en cuanto lo encontraran y el marine no tardó en buscar otra persona a la que preguntar. O torturar, más bien. El chico huyó corriendo sin responder y esta vez Michaela no pudo evitar llevarse la mano a la frente.

-No, solo significa que le has asustado… ¿de verdad intentas ayudar a la gente?

Estaba más exasperada que otra cosa, pero no podía negar que era un espectáculo entretenido. Su pregunta se vio respondida en cuanto apareció la anciana. Ryuichi corrió a ayudarla; era cierto, era un cabezahueca con buen fondo. Michaela, sin embargo, era mucho más desconfiada. Se acercó a la anciana. Creyó que había mentido, pero un vistazo bastó para darse cuenta de que de verdad no podía caminar.

-¿Por dónde se ha marchado?

La mujer señaló una calle con un dedo tembloroso. No había nadie a la vista, pero no podía haber sucedido hace mucho; de lo contrario se la habrían encontrado en el suelo con toda probabilidad.

-Acabado de plata… quizá pretende empeñar las piezas.

En realidad esperaba que no, porque entonces fuera lo que fuera que había robado del cuartel marine sería una baratija y no le interesaba. Quedarse hasta averiguarlo no era la peor de las opciones.

-¿Por qué no aguarda en la posada? Cuidarán bien de usted. Volveremos con su bastón.

Cogió a la anciana de Ryuichi y la acompañó al mismo local del que acababan de echar al marine. Ni ella se creía sus palabras, pero para su sorpresa el camarero la saludó de un grito y en cuestión de segundos tenía una butaca y a tres hombres que la doblaban en tamaño atendiendo a sus necesidades. Michaela se encogió de hombros y volvió con el marine.

-Entonces… feo, rubio pajizo y se fue por ahí.- Dijo señalando.- ¿Por casualidad hay alguna casa de empeños? O un buen sitio para esconderse y examinar el botín. En realidad ambos valen.
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Fugitivos y manipulaciones en la isla de la disciplina [Priv. Ryuichi - Michaela] Empty Re: Fugitivos y manipulaciones en la isla de la disciplina [Priv. Ryuichi - Michaela] {Miér 9 Mar 2022 - 22:22}

Por suerte si que pareció que la mujer tenía más maña en lo que a hablar con las personas se refería. La anciana señaló en dirección hacia donde había visto marcharse al ladrón. Ichi ya se estaba preparando para dar batazos primero y preguntar después mientras la anciana, dirigida por Michaela, caminaba hacia la taberna donde cuidarían de ella sin ningún problema. Cuando la mujer hubo vuelto, el marine empezó a caminar en la dirección que habían señalado, esperando que ella lo acompañase. Comentó la posibilidad de una casa de empeños, preguntando al marine si sabía de la ubicación de alguna.

Pues... No, no sé donde hay una. Pero creo que no va a hacer falta que lo sepa —señaló hacia delante.

A varios metros por aquella calle, justo la dirección de huida del ladrón señalada por una de sus víctimas, podía verse como resaltaba por una de las fachadas un cartel colgante de madera. Con forma de lámpara tenía grabadas las palabras "Artículos de Segunda Mano del Mercader Sardiense". El edificio en si desentonaba mucho con el resto de la isla. El marine entró. El lugar estaba pobremente iluminado, ya fuese porque estaba todo cargado de objetos en pilas que llegaban hasta el techo y apenas entraba luz o porque de verdad no hubiese ventanas. Tan solo la luz que entraba por la puerta de cristal, que al abrirse chocó con una campanilla haciendo sonido, y la que emitían unas cuantas velas repartidas por todas partes.

Detrás del mostrador se abrió de golpe una puerta, aunque Ichi no pudo ver quién salía de la misma, solo un pequeño bulto azul. Entonces, el bulto azul pareció subirse a algo detrás del mostrador y mostró por fin su apariencia. Un hombre bajito, moreno y con una perilla que terminaba en una punta retorcida, como si se hubiese puesto aceite en la barba. Tenía un enorme turbante azul que hacía parecer a su cabeza más grande de lo que era. El hombre extendió los brazos.

¡Bienvenido! —dijo con un fuerte acento que Ichi no supo reconocer—. Ha llegado al mejor lugar de toda la isla, el rincón del Mercader, nacido en las arenas de Sardia y viajado por todo el mundo hasta llegar aquí tan solo para venderle, o comprarle, maravillosos artículos. ¿Qué le puedo ofrecer... o qué me puede ofrecer? ¡¡Oooh!! —dijo de golpe y saltó por encima del mostrador, corriendo hacia ellos. Señaló el bate a la espalda del marine— Curiosa arma. ¿Está en venta? —luego señaló a toda la parafernalia dorada que la mujer lucía— ¿Y todo eso está en venta?

Eh... El bate no, eso no lo sé. Estamos buscando a un hombre. Un tipo bastante canijo, como tú—dijo con muy pocos modales—, con el pelo rubio y llevando muchas cosas que es posible que te haya intentado vender.

Ah, sí... Si que vino. Pero no fue capaz de explicarme de donde lo había sacado, y yo no me fío de esas personas, no señor, yo no compro cosas robadas. Porque luego vienen los dueños de verdad y exigen llevárselo sin pagar y yo pierdo dinero, ¿sabes? No, no tengo nada de lo que me dio ese tío. Intentó venderme un... un reloj, un cofre cerrado que era incapaz de abrir, ahí es cuando empecé a sospechar que era todo robado, y un bastón con puño de plata.

A ese buscamos, sí. ¿Qué sabes?

Ah... Solo la primera cucharada de información era gratis, mi amigo de cabello acicalado. El resto os costará... algo más.

Ryuichi miró a Michaela, reprimiéndose las ganas de sacar el bate y quitarle el turbante a hostias. Prefería primero probar aquella diplomacia de la que hacía gala.
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Fugitivos y manipulaciones en la isla de la disciplina [Priv. Ryuichi - Michaela] Empty Re: Fugitivos y manipulaciones en la isla de la disciplina [Priv. Ryuichi - Michaela] {Vie 11 Mar 2022 - 10:24}

Tan pendiente había estado de la vieja que no se había dado cuenta de que la casa de empeños local estaba a dos pasos. Por suerte, los ojos del marine parecían servir para algo más que para localizar enemigos a los que batear y le llamó la atención al respecto. ''Artículos de Segunda Mano del Mercader Sardiense''. Michaela arrugó un poco la nariz, pero asintió con la cabeza y convino en ir hacia allá.

Había estado en Sardia. Odiaba el lugar con todo su ser. Un paraíso de arena y sol, lleno de oasis y plantas exuberantes. Un paraíso colonizado por gente insulsa y retardada que todavía rezaba a un Dios en lugar de entender que lo que tenía delante no era el capricho de nadie. Habían domado a las mujeres como quien trataba a un animal y en las dos semanas que había pasado allí con su marido había odiado y planeado la muerte de toda la isla a cada minuto. Normalmente, si no mucha, había gozado de cierta autonomía y libertad en calidad de lo que conllevaba portar el apellido de su esposo. Allí se había visto reducida a un bien comercial, no más valioso que un jarrón o un cuadro. Su pelo cubierto, sus manos atadas; – metafóricamente – no podía ir a ningún lado si no estaba acompañada, no podía portar sus armas y en público no podía ni siquiera alzar la voz si no era sin permiso.

Y ahora, uno de aquellos gusanos sin escrúpulos estaba allí, casi en la otra punta del mundo, tan al alcance de su mano que notó cómo le picaban las espadas bajo el abrigo. Supo, antes siquiera de entrar en la tienda, que a ese mercader le quedaban menos de 24 horas de vida. Supo también que moriría por su espada y por su mano y lo único que determinaría el cuando sería la utilidad de la que pudiera serles.

Tuvo que respirar hondo antes de entrar en el lugar, pero al final recobró la compostura y entró tras el marine. El lugar casi le dio náuseas; estaba atestado de cajas y artilugios y apestaba a especias. El aire era tan denso como en Sardia, solo que en lugar de un sol abrasador, allí el culpable era la mala ventilación. El mercader, diminuto, rechoncho y con una sonrisa tan falsa y orgullosa como la de sus compatriotas, no tardó en aparecer. Michaela se limitó a escuchar la conversación hasta que el marine la miró, nuevamente con ojos de cachorrito. Había algo que no cuadraba. ¿Un cofre cerrado? Ella se había inventado eso; debía de haberlo cogido de los marines. Apretó los dientes. Al final el maldito sardiense iba a ser de utilidad. Por lo menos haría algo bueno en sus últimas horas de vida.

Michaela se acercó y, sin decir nada, se colocó un par de guantes negros hasta el codo. Tras agacharse, le agarró la perilla y tiró sin piedad.

-¡S-señora, pero SEÑORA!

Rehusó mirarle a los ojos. No lo merecía. Pero a su izquierda tenía un expositor de cuchillas antiguas, al menos en apariencia, y no vaciló en agarrar una y ponérsela al cuello.

-Habla.

-¡SE FUE! SE LARGÓ, DIJO QUE EN EL DOJO APRECIARÍAN MEJOR SU MERCANCÍA.

Michaela le soltó, asqueada. La perilla estaba cubierta de alguna especie de aceite para el pelo. Por suerte, se había puesto guantes. Se los quitó y los dejó en el mostrador, antes de salir de la asquerosa tienda y hacerle un gesto al marine para que la siguiera.

-Bueno, ya tenemos nuestro siguiente destino. ¿Sabes llegar al dojo?
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Fugitivos y manipulaciones en la isla de la disciplina [Priv. Ryuichi - Michaela] Empty Re: Fugitivos y manipulaciones en la isla de la disciplina [Priv. Ryuichi - Michaela] {Dom 13 Mar 2022 - 19:56}

El método de interrogación de la mujer pareció ser menos diplomático de lo que habría esperado en un principio. Casi se sintió estúpido, porque ese tipo de amenazas era precisamente lo que intentaba no hacer. Aunque él habría tirado más por darle batazos en la cara hasta que hablara, en vez de ponerle un cuchillo en la garganta. El hombre, atemorizado por el poder de una mujer fuerte, no tardó nada en soltarlo todo. En cuanto dio la información sobre el dojo el marine frunció el ceño. ¿Un dojo? ¿Qué pintaban mercancías robadas en un dojo? Michaela soltó al mercader y luego preguntó al marine si sabía como llegar al dojo, pero la mirada del recluta seguía centrada en el mercader. Se metió una mano en el bolsillo y caminó hacia él, sacando el bate de su espalda y golpeando el suelo con el mismo. Entonces se acercó muchísimo a la cara del mercader, inclinando la cabeza y flexionando las piernas para ponerse a su altura.

¿Nos estás mintiendo, basurilla?

¡¿Qué?! ¡No! ¡Es la verdad, lo juro!

Ryuichi dio otro golpe al suelo con el bate.

¿Por qué iba a un dojo a comprar mercancía robada? Habla o te hago hablar como hacíamos en Kansai.

¡Es el centro de reuniones de la yakuza local! ¡Crimen organizado! ¡Id todo recto a la derecha desde aquí y llegareis, lo juro!

El marine se separó del hombre y se irguió de nuevo. Entonces se dio la vuelta y salió de la tienda. Se colocó de nuevo el bate a la espalda y miró a la dirección que había indicado el mercader.

No sabía que había un clan yakuza en esta isla. ¿Estás segura de que quieres continuar? Conozco muy bien esas organizaciones. Es... peligroso para un civil. Aunque parece que te las apañas.

Esperaría su respuesta antes de seguir caminando hacia el dojo. Parecía que iba a tener oportunidad de sacarle el polvo al bate.
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Fugitivos y manipulaciones en la isla de la disciplina [Priv. Ryuichi - Michaela] Empty Re: Fugitivos y manipulaciones en la isla de la disciplina [Priv. Ryuichi - Michaela] {Jue 17 Mar 2022 - 19:39}

Se había pasado, era consciente. Pero no fue capaz de respirar hondo hasta que aquel cretino sardiano soltó la información e incluso entonces tuvo que calmarse para no escupirle, pensando que de todas formas seguiría allí cuando el marine se hubiera marchado. Y entonces, podrían ajustar cuentas. De momento, sin embargo, le convenía que aquel enviado de la gaviota confiara en ella. Y para ello, debía volver a desempeñar su papel de inocente viandante.

Se echó hacia atrás y se recolocó un poco el peinado, pero resultó que Ryuichi no la estaba mirando a ella y no dudó en sacar el bate. Michaela tuvo que ocultar la sonrisa, convencida de que iba a partirle la cabeza al mercader, pero en lugar de eso continuó interrogándolo. No tardaron en tener la dirección… y el motivo. ¿Crimen organizado? ¿En Isla Kárate? Frunció el ceño. Era la primera vez que oía hablar de tal cosa. Debían de ser jóvenes, haberse formado hace poco o mantenerse terriblemente cerrados al mundo. En la agenda de su marido no constaba nadie de esa isla. Pero constaba poca gente del South Blue, así que era plausible que fuera simplemente una casualidad. De una forma u otra, era hora de conocerles.

Acompañó al marine a fuera y cuando le preguntó si quería continuar con él, miró al suelo unos segundos fingiendo preocupación, antes de volver a alzar el rostro y hablar con calmada decisión:

-Lamento haber perdido la paciencia. Las joyas que ese hombre se llevó tienen un gran valor sentimental para mí y me sentiré más tranquila si te acompaño, incluso con gente de esa… calaña.- finalizó, paladeando la palabra en la boca.

Echaron a andar por donde les había dicho el mercader y no tardaron en avistar el dojo. A simple vista no parecía el escondite de un clan yakuza, lo cual en realidad indicaba que iban por buen camino. No era más que un enorme edificio del mismo estilo que los de la isla, rodeado de una muralla y con lo que a distancia parecían amplios jardines. Se aproximaron a la puerta y tras vacilar un segundo, Michaela batió la madera con una de las enormes argollas.

Unos segundos después apareció un hombre bastante más alto que ellos dos, un tanto sudado y con uniforme de karateka. Les miró con el ceño fruncido y la puerta tan solo entreabierta.

-¿Qué queréis? Estamos a mitad de un entrenamiento.

Michaela miró al marine de reojo. Si se ponían a pelear siempre podía aprovechar para colarse. Si no, con suerte, les dejarían pasar. No había forma de que la cosa se torciera.

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Fugitivos y manipulaciones en la isla de la disciplina [Priv. Ryuichi - Michaela] Empty Re: Fugitivos y manipulaciones en la isla de la disciplina [Priv. Ryuichi - Michaela] {Miér 23 Mar 2022 - 13:34}

La convicción de la mujer hacia el posible peligro le convenció. Se la notaba decidida a hacer pagar a aquellos que le hicieron mal. El dojo no estaba muy lejos. Estaba apartado del resto de casas por varios metros, por lo que su vecindario era nulo. Pudo ver a un par de críos en el patio haciendo katas, gritando con cada golpe que lanzaban al aire en su práctica, comandados por un profesor. Desde el exterior de la muralla, en la puerta, Mikhaela utilizó la argolla para llamar. Les abrió un hombre que fácilmente podría superar los dos metros, de hombros increíblemente anchos y de aspecto rudo. Tenía la cabeza rapada por los lados y un denso bigote con tonos grisáceos. Una fea cicatriz nacía en su frente y cruzaba su ojo derecho hasta llegar a la barbilla.

-¿Qué queréis? Estamos a mitad de un entrenamiento.

El marine alzó una ceja. No era alguien muy inteligente, eso lo tenía claro, pero tenía experiencia. Una experiencia extensa en el mundo de la yakuza así como los largos años que pasó en prisión. Sabía reconocer a un criminal cuando lo veía, al menos los de la misma calaña que él fue. Se sacó la mano del bolsillo, la cerró en un puño y empezó a masajearse el hombro con el mismo, mirando hacia otro lado haciéndose el desinteresado.

-Buscamos a un ladrón. Un tipo bajito y feo que es posible que haya intentado vender sus cosas aquí. ¿Sabéis algo?

-Ni idea. Marchaos.

Sin decir una palabra más empezó a cerrar la puerta. El marine colocó el pie para evitar que la cerrara del todo y el golpe, ciertamente, le dolió. Aunque no mostró señal ninguna en su rostro. Con la mano empujó la puerta para abrirla de nuevo y el hombre la soltó, dando un paso atrás y mirándolo con el ceño fruncido y furia en la mirada.

-Verás, no te creo-dijo sacando el bate de su funda-. No soy la persona más lista que pueda haber en el cuartel, eso seguro. No he estudiado en mi puta vida y se leer de milagro. Pero hay algo que si conozco. Conozco las reglas y las jerarquías de la calle. He sido un yakuza trabajando bajo un poderoso patriarca y, si bien no soy médico, he visto incontables heridas y cicatrices en mi vida. Ahora dime, maestro karateka... ¿Por qué iba a tener un hombre que supuestamente solo lucha con los puños en un tatami una cicatriz de un arma cortante en la cara?

El hombre, en su furia, enseñó los dientes. Con un rápido movimiento envió un puñetazo a la sien del marine, que colocó el bate de metal en medio para bloquearlo, utilizando ambas manos para ejercer fuerza contraria. No tardaron en verse rodeados por los alumnos curiosos.
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Fugitivos y manipulaciones en la isla de la disciplina [Priv. Ryuichi - Michaela] Empty Re: Fugitivos y manipulaciones en la isla de la disciplina [Priv. Ryuichi - Michaela] {Dom 27 Mar 2022 - 12:51}

El marine no perdió el tiempo y preguntó por el ladrón al que andaban buscando. Como era lógico, el luchador no perdió ni dos segundos en pensar la pregunta. Se negó en redondo a contestar y los mandó a paseo, haciendo que Michaela tuviera que contenerse para no poner los ojos en blanco. ¿De verdad esa era su gran estrategia para lidiar con criminales? Al menos se sentía a salvo; que fuera a cuestionar algo de su historia no parecía ser una posibilidad factible.

No obstante, en el último momento, Ryuichi evitó que se cerrara la puerta. La abrió de vuelta, a la fuerza, y en cuestión de segundos ambos estaban dentro. Michaela aprovechó para pasar por el lateral de los dos hombres, que se miraban como si quisieran matarse el uno al otro. Preferí a apartarse por lo que pudiera pasar, pero eso no evitó que escuchara las palabras del marine. ¿Un yakuza? ¿Poderoso patriarca? Tres o cuatro nombres se le pasaron por la cabeza, pero al final daba igual. El chico no le sonaba de nada y aunque pudiera preguntar al respecto estaba bastante claro que aquella relación no había acabado bien, fuera cual fuera.

No tardaron en empezar a pelear. Michaela suspiró cuando vio al marine alzar su bate, pero no era algo que pudiera evitarse. A su alrededor, los alumnos del dojo empezaron a arremolinarse y ella no tardó en colarse entre ellos. Quizá pudiera sacarse algo bueno de tanto llamar la atención. Le puso la mano en el hombro a uno de los alumnos más bajitos y puso cara de pena.

-Disculpa…- Habló bajito, pero sirvió para que el chico olvidara el combate por un momento. Claramente no se esperaba verla ahí, pero es que ella era consciente de que no pegaba ni con cola en el lugar. La sorpresa jugaba a su favor. – Hemos venido buscando a alguien. Un hombre bajito, que llevaba un pequeño cofre… creemos que ha intentado venderlo. Necesito ese cofre, pero el marine que me acompañaba ha…

No tuvo que terminar la frase, porque el espectáculo hablaba por sí mismo. El chico que tenía delante por desgracia no parecía saber de qué le hablaba, pero antes de que pudiera girarse hacia otro, alguien le puso la mano en el hombro.

-Hacéis muchas preguntas, y no en el lugar adecuado.

Michaela se giró, agitando el hombro para quitarse la mano de encima con furia en la mirada. Se topó con los ojos de un señor mayor, claramente experimentado y no solo en el combate de dojos. Llevaba un bastón, un kimono y bastante más mala leche que ella contenida. Se calmó como pudo y espero a ver qué le decía.

-Ese hombre vino por aquí, no hace mucho rato. Y efectivamente, vendió algunas cosas. El cofre en cuestión, no podemos abrirlo. ¿Es tuyo?

Michaela asintió. No lo era, pero no podía ser tan complicado forzar una cerradura. Algo valioso debía de haber dentro. El hombre mayor chasqueó los dedos y de repente el segurata les prestó atención, tratando de librarse de Ryuichi para atender a su jefe.

-Llévalos dentro. Dales el cofre, si pueden abrirlo.

La otra mirada que le dedicó le indicaba que incluso si abrían el cofre, llevárselo iba a ser más complicado. De una forma u otra, era otro paso más cerca del botín. A ella le servía.
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Fugitivos y manipulaciones en la isla de la disciplina [Priv. Ryuichi - Michaela] Empty Re: Fugitivos y manipulaciones en la isla de la disciplina [Priv. Ryuichi - Michaela] {Jue 31 Mar 2022 - 16:38}

El marine repelió el puño del karateka con un empujón y dio un paso atrás. Separó una de las manos del bate y, con rudeza, escupió en la palma de la misma para luego agarrar de nuevo el arma. Se colocó en posición mientras el hombre, delante suya, se crujió los nudillos a la vez que Ryuichi se veía rodeado por otros tres luchadores que, si bien vestían igual que el grandote, no eran tan grandes y parecían no alcanzar su fuerza. Una sonrisa arrogante se dibujó en el rostro del marine, colocándose en posición con su bate.

Bateó con fuerza la mandíbula de uno de los karatekas que lo atacó por la izquierda, dejándolo inconsciente. El del lado contrario aprovechó el momento y le dio un puñetazo en la espalda, así como un segundo golpe en el pómulo en cuanto el marine se dio la vuelta para centrar su atención en él. Sin perder un segundo le dio una patada en el estómago obligándolo a doblarse hacia abajo, dándole entonces un golpe en la nuca con el bate y tirándolo al suelo. Miró entonces al grandote, pero el último de los karatekas lo agarró por la espalda, sujetando ambos brazos.

El marine forcejeó mientras el hombre que los recibió se acercaba a él y le daba un puñetazo seco en el estómago. Ryu escupió al dejar escapar el aire y tardó unos segundos en recuperar el aliento.

¿No se suponía que… el karate era honorable?

El karateka le calló de un puñetazo en la mejilla. Dolorido, el marine forcejeó una última vez, pero en ese momento partió los botones del uniforme. Se libró quitándose la chaqueta que formaba parte de su indumentaria marine y quedando en una ajustada camiseta de tirantes negra. Dio una patada hacia atrás en el pecho al tipo que lo agarró y entonces miró al grandote, que había dado un paso atrás y ya se estaba colocando en posición. El marine, ya con sangre en la cara por los golpes recibidos, se quitó la camiseta interior de un tirón con la mano libre. Aquello no le daba ninguna ventaja, claro, pero estaba en una pelea entre yakuzas. Tenía que mostrar sus marcas.

Un colorido tatuaje adornaba toda su espalda, desde sus hombros hasta los codos y parte del torso. Era el dibujo de un pez koi con cabeza de dragón subiendo por una cascada.

¡Vamos! —gritó con entusiasmo exagerado y saltó hacia delante cogiendo el bate con ambos brazos y dirigiendo un golpe descendente hacia el gigantón—. ¡¡ORA!!

¡Basta! —gritó un hombre.

El karateka paró el bate con el brazo y giró la cabeza hacia el hombre de aspecto anciano que acababa de gritar. Ryu tenía la respiración agitada, pero empezó a calmarse poco a poco.

Pero… —dijo el karateka—... ¿Está seguro de que…?

¿No ves los tatuajes que porta? Este hombre conoce nuestros códigos, no podemos esconderle nada. Así que dime, que prefieres, ¿que se lleven al ladrón o que vengan con todo un pelotón y que se monte aquí gorda peleando contra la marina? Llévalos dentro, va.

S… sí, señor.

El patriarca. Los miembros de un clan le debían respeto y obediencia. Como ex-yakuza, Ryuichi no siguió la pelea, entendiendo lo que esas órdenes significaban. Se apartó hacia atrás y adoptó una postura más relajada, sujetando el bate con una mano. El karateka de la cicatriz hizo lo propio y, con un gesto, los guió hacia el interior.

Sabía que serías de ayuda —le dijo el marine a Michaela una vez se acercó a ella de nuevo—. Dudo haber podido yo solo con todo el clan, la verdad.
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Fugitivos y manipulaciones en la isla de la disciplina [Priv. Ryuichi - Michaela] Empty Re: Fugitivos y manipulaciones en la isla de la disciplina [Priv. Ryuichi - Michaela] {Sáb 2 Abr 2022 - 10:52}

Cuando volvieron a salir en busca del marine, lo encontraron en el centro de un círculo formado por toda la gente del dojo que quería meterle una paliza. Iban hasta él sin parar y, de alguna manera, pese a estar rodeado de yakuzas y karatekas a los que ya había tumbado, él seguía en pie. Sin camiseta, también.

Michaela se fijó en los tatuajes, al igual que todos los presentes. El pez koi con cabeza de dragón subiendo por una cascada acabó de confirmarle que no se había cruzado con su patriarca. Le dijo también que el chico no bravuconeaba… o al menos no sin motivo. ¿Cómo había acabado alguien así en la marina? Tenía curiosidad, pero de momento debería esperar. Tenían otras prioridades.

El patriarca del clan detuvo la pelea con una sola palabra. A sus hombres les costó algo detenerse, pero una breve reprimenda terminó de hacer que se apartaran. El marine fue hasta ellos y Michaela arrugó levemente la nariz. Estaba sudado… y seguía sin llevar camiseta. Pero fue amable y ella tenía una imagen que mantener. Asintió con la cabeza antes de seguirle a él y al patriarca dentro del dojo de nuevo.

-Los entretuviste bien.

Los llevaron por los pasillos hasta una puerta. Tras ella, unas escaleras bajaban al sótano. Uno de los yakuzas le ofreció a Michaela una mano para descender, pero ella la ignoró. No tardaron en llegar a una sala de suelo de madera y paredes de piedra, cerrada con una llave. El patriarca la abrió y les dejó pasar al interior.

Dentro se encontraba el ladrón… atado a la pared y reducido, en un rincón. Las cosas que había robado estaban en una mesa, fuera de su alcance. Lo que más llamaba la atención era, lógicamente, el cofre. Michaela sabía que lo que había dentro no eran las joyas de su marido, pero a juzgar por lo exquisito de la caja sí debía ser algo valioso. Y… esa gente esperaba que lo consiguiera para ellos.

El gran patriarca se sentó tras la mesa y les hizo una seña para que hicieran lo propio. Michaela se sentó, arrodillada y tras pedir permiso con la mirada, cogió la caja.

-Lamentablemente no tengo la llave. Hace años que se perdió.- Dijo, empezando a tejer una mentira mientras examinaba la cerradura y las tallas del cofre, como si estuviera intentando comprobar que no había sufrido desperfectos.- Por suerte, no suele ser demasiado complicado abrirlo. La cerradura se atasca pero… no es algo tan raro.

Algo nerviosa, se llevó una mano al pelo y agarró una pequeña horquilla dorada. La introdujo en la cerradura y empezó a moverla esperando oír un click que le indicara que iba por el buen camino. No sabía si lograría abrirla, y de hacerlo, ¿qué se encontraría? No se dio cuenta de que estaba conteniendo la respiración hasta que, de repente, se oyó un chasquido por toda la sala. Lo había conseguido.
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Fugitivos y manipulaciones en la isla de la disciplina [Priv. Ryuichi - Michaela] Empty Re: Fugitivos y manipulaciones en la isla de la disciplina [Priv. Ryuichi - Michaela] {Dom 10 Abr 2022 - 19:43}

Los yakuzas los llevaron al interior, donde uno de ellos estaba sujetando a un tipo de rostro preocupado. El hombre, bajito y algo feo, encajaba en la descripción del ladrón que tanto habían estado buscando. El conocimiento que tenía Ryu por la vida criminal le llevó a deducir lo que había pasado. Un pobre infeliz creía que le comprarían los artículos robados al ser una organización criminal pero no se le pasó por la cabeza el imaginar que un clan yakuza no compraría artículos robados a la marina.

—Estábamos a punto de ir a buscar a un marine para denunciar a este ladrón —dijo el patriarca.

Mentira. Seguramente pretendiesen simplemente echarlo de allí, pero la llegada de un marine a sus puertas complicó las cosas. Ryu prefirió no perseguir aquello. No había pruebas que los implicasen de nada, así es como trabajaban. A la vez que la mujer cogía el cofre robado, tiraron a los pies del marine un saco grande cargado de cosas. El marine lo abrió y no tardó en confirmar que eran los artículos robados, al ver entre ellos piezas de uniformes, algún arma reglamentaria y algún que otro efecto personal. Cerró el saco, lo levantó y se lo colgó al hombro. Por su parte la mujer parecía haber conseguido abrir el cofre.

Estaba lleno de joyas relucientes. Anillos, colgantes, lo que parecían ser gemas preciosas… Estaba seguro de que nadie en el cuartel había denunciado la desaparición de algo así, de haberlo robado allí habría sido lo primero en ser denunciado, por lo que aquello debía ser lo que robó a la mujer.

—Gracias por su cooperación —dijo el marine con educación al patriarca haciendo una educada reverencia.

Se llevó entonces la mano a su espalda, cogió las esposas que llevaba colgando y se las puso al ladrón. Entonces, en compañía de la mujer, salió del dojo con el saco y prácticamente empujando al tipo bajito con brusquedad. Suspiró fuera mientras volvía a ponerse la parte de arriba del uniforme que le habían entregado de vuelta antes de salir y miró a la mujer.

—Agradezco la ayuda. Tal vez esto haga que empiecen a tomarme algo en serio en vez de repetirme que con treinta y cinco años debería estar más disciplinado. Capullos estirados…Y tú —dijo dándole una colleja al ladrón—. Piénsatelo mejor antes de intentar vender mierda robada de la marina a un clan yakuza. Ya hay que ser imbécil.
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Fugitivos y manipulaciones en la isla de la disciplina [Priv. Ryuichi - Michaela] Empty Re: Fugitivos y manipulaciones en la isla de la disciplina [Priv. Ryuichi - Michaela] {Lun 11 Abr 2022 - 12:32}

Le costó disimular la cara de sorpresa al ver el contenido del cofre. Eran… joyas. Vaya. En serio, ¿joyas? Agarró uno de los colgantes de perlas y lo acarició en su mano. La textura le dejó saber que eran reales… todo lo que había allí dentro podía valer fácilmente un par de millones de berries.

Y… eran suyos. Por un fortuito golpe de casualidad, resultó que el ladrón sí había robado las joyas a alguien. No a ella, claro, pero eso era irrelevante. Cerró el cofre, lo agarró con firmeza y se dirigió al patriarca del lugar.

-Michaela Albás le está harto agradecida.

Ignoraba si los rumores sobre el apellido de su marido habrían llegado hasta esa isla recóndita. Al ver un brillo de reconocimiento en la cara del hombre, supo que así había sido. Sonrió, pero no dijo nada más. El marine seguía por allí y acababa de cargarse al hombro su propio botín. Michaela salió con él de allí, bastante complacida por cómo había salido todo. Se llevaron al ladrón consigo, porque evidentemente los yakuzas no tenían ninguna buena excusa para quedárselo. De todas formas no era más que un granuja de poca monta, así que estaba segura de que no le echarían demasiado de menos.

Ryuichi se puso la camiseta de vuelta y le agradeció su ayuda. Michaela sonrió y ladeó un poco la cabeza.

-No tengo ninguna duda. Agradezco también su ayuda y le deseo una vuelta tranquila.

Se separaron allí y no mucho después Michaela llegó hasta su barco sana y salva. Myers y Crawford ya estaban allí y ella no tardó en darles el cofre de joyas.

-Vendedlas.- Dijo sin más. No eran suyas y no tenía intención de vestir en público gemas robadas.- Zarparemos esta noche… después de completar un pequeño recado.

Había algo que había dejado atrás y no iba a olvidarse de ello. Aquel comerciante… se merecía una visita. Cuando el sol se escondió, Michaela salió del barco acompañada por Crawford. Cuando llegaron a la tienda, el mercader estaba terminando de cerrarla. La mujer miró a su lacayo y en cuestión de segundos el hombre estaba apoyado contra la pared con una mano de Crawford en su cuello y otra en su boca. Se revolvía y al reconocer a Michaela sus ojos se agrandaron. Por toda respuesta, ella arrugó la nariz.

-Qué asco.

Lo mató rápidamente, un solo tajo en el cuello en cuanto Crawford quitó la mano. El hombre cayó al suelo sangrando mientras Michaela daba un paso atrás para no mancharse. Podía ver que intentaba gritar, pero no lo conseguía. No tardó demasiado en morir y entonces Crawford le quitó las llaves.

-Comprueba si hay algo valioso en ese tugurio. Luego, préndele fuego; no tengo dudas de que arderá al momento. Si hay algo que le guste a un gusano sardiente son los aceites…

Fue tal y como ella había descrito. Una hora más tarde, el barco zarpaba tranquilamente mientras las llamas de la tiendecita empezaban a crecer hacia el cielo.
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Fugitivos y manipulaciones en la isla de la disciplina [Priv. Ryuichi - Michaela] Empty Re: Fugitivos y manipulaciones en la isla de la disciplina [Priv. Ryuichi - Michaela] {}

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