Providencia retorcida [Pasado][Rokuro - Alpha]

San Poplar era un lugar apacible. Lleno de vida y comercio, parecía ser una isla en auge que crecía y crecía sin parar. Y aquello no pasaba desapercibido para muchas personas con intenciones no demasiado honorables.

El equipo de investigación e inteligencia del Cipher Pol había localizado recientemente la base de operaciones de un grupo pirata con lazos con la Revolución en aquella isla. Una isla bajo la protección de la Liga de los Mares. Aquello era una gran oportunidad, así como un gran riesgo. El Gobierno Mundial quería aferrarse a aquella información para debilitar la influencia política de la Liga, pero también para ir tras la pista de los revolucionarios. Los piratas no eran tan importantes, no tanto como sus acciones. Ocultarse y operar desde una isla de la marina significaba que, o bien los marines no sabían hacer su trabajo, o bien se habían vuelto tan corruptos como aquellos a los que despreciaban. Y si además tenían negocios con la Revolución... Era una fruta demasiado jugosa como para ignorarla.

Rokudo había llegado a la isla el día anterior. Al tener ubicada su base, su misión consistía en recabar toda la información posible de los piratas. Rutas de comercio, posibles contactos, relación con la Liga... Cuántos más trapos sucios lograse conseguir, mejor. Pero no podía, en ninguna circunstancia, dar a conocer su identidad. Esa era la única condición. Si se detectaba la presencia del Cipher Pol, y por ende, del Gobierno Mundial, en la isla, el conflicto entre las organizaciones que dirigían el mundo podría escalar hasta acabar estallando en una sangrienta y violenta guerra. Rokuro debía ser una sombra: invisible, silencioso e incapaz de ser percibido.

Sin embargo, todavía no había logrado obtener información suficiente. La base se ocultaba en el puerto, en unos almacenes cerca del embarcadero. Allí varios barcos habían ido y venido, pero no había logrado tener acceso a las hojas de rutas ni ninguna otra información confidencial. Pero claro, todo aquello había sido a la luz del día. Por el día era más difícil moverse y menos simple el no llamar la atención. Sin embargo, a la noche, es donde salía a relucir todo su potencial. Solo tenía que esperar a que se hiciera de noche. Pero, mientras tanto, había decidido seguir inspeccionando el puerto. Nunca estaba de más buscar rutas ni explorar el terreno en busca de puntos favorables.

—Taka —susurró al águila de su hombro, su fiel compañero—. Sobrevuela la zona. Si ves algo extraño, vuelve conmigo inmediatamente y muéstramelo.

Tener un par de ojos en el aire suponía una gran ventaja. Acto seguido, Rokuro se mezcló con las personas del muelle, fundiéndose entre estibadores, pasajeros de barcos turísticos y demás personas que realizaban sus quehaceres. «Vamos a ver qué me encuentro por aquí».

Respiraste profundo, la situacion lo ameritaba. Para ser honestos, no te encontrabas en la mejor situacion de todas, al menos eso mismo te decias una y otra vez al momento de haber llegado a esta isla. Estas en un dominio que pertene a la liga de los mares y tu, mi pequeño amigo, no pintas nada aqui. Al menos eso es lo que tu corazon te dicta este momento. Que te ocultas dentro de un callejon sin salida tratando de no llamar mucho la atencion. Eso es raro en ti. Por primera vez, admito que estas actuando como alguien de tu oficio. Un pirata.

- ¿Ocurre algo, Alpha? - Te preguntaba Logi, quien se mantenia en pequeño tamaño en tu hombro derecho. Observando como tu seria mirada se dirigia hacia la calle, la cual se encontraba mas o menos llena de gente.

- No, no ocurre nada. - Dijiste sin dejar de mirar seriamente hacia la muchedumbre que no paraba de seguir su vida como si nada. Te agradaba observar eso, la vida de la gente normal. Aquella cosa era tan ageno a ti, que te parecia incluso algo… nostalgico. Solo disfrutaste de esta normalidad en tu niñez. Pero bueno… esas cosas ya son del pasado.

- Definitivamente te ocurre algo, Alpha. - Dijo la plumifera, quien se encuentraba atras de ti observando a todos lados sin bajar la guardia. - Aqui no podemos encontrar a alguien fuerte contra quien luchar o algo delicioso para comer ¿Que diablos hacemos aqui?

- En los ultimos meces, he tratado de seguir la pista a Payne fallando una y otra vez. Hemos intentado seguir la pista preguntando a la gente de nuestro mundo. Ahora es el turno de preguntar a la gente del otro lado.

- ¿Te refieres a la gente del gobierno? - Pregunto la super ave.

- Basicamente, mucho no se puede hacer en nuestra situacion. - Mencionando a que no vienes de esta epoca. - Cincuenta años… es mucho tiempo.

- El suficiente tiempo como para que Moja se volviera Yonkou y Terra tomara el meteorito que Payno prometio darnos un trozo de ese material. - Suspiro la plumifera. - Lo mas seguro es que sean mil veces mas fuertes de lo que imaginas, Alpha.

- Lo se. - Dijiste sonriendo. - Lo se… - cubriste tu la cabeza con una capucha y te colocaste tu mascara para dificultar que te reconocieran. - Pero por ahora es momento de hacer otras cosas, tengo un plan para investigar mas facilmente.

Subiste sobre la plumifera y tus otros compañeros homies se mantenian en tus hombros. Tu objetivo era buscar un lugar abandonado. ¿Para que? bueno, eso arruinaria la sorpresa. Asi que lo primero que te dispondrias era a buscar un lugar abandonado. Tu busqueda te llevo hacia una casa no muy grande. De dos pisos de madera, se le notaba lo vieja simplemente con mirarla. - Aqui sera. - Dijiste por un momento. No querias llamar la atencion de nadie, asi que rondarias un rato por los alrededores esperando que las calles sa vaciaran un poco y poder permitirte entrar sin llamar mucho la atencion.

Pronto uniciaria tu plan.

Lo que se encontró en el puerto no le llamó la atención. O eso le había parecido. Lo cierto era que su paranoia le hacía desconfiar de sí mismo. ¿Aquel hombre amable y sonriente que vendía pescado fresco desde por la mañana solo quería venderle su mercancía o le estaba vigilando? ¿Los marines que desembarcaban, recién llegados de una misión, habían descubierto su tapadera y actuaban con indiferencia para no hacerle sospechar o porque realmente no tenían la menor idea acerca de sus planes? Aunque el Gobierno Mundial poseía el mejor servicio secreto de inteligencia, la marina no se quedaba atrás, poseyendo varios comandos especializados en el espionaje. «Aunque el Cipher Pol jamás lo admitiría, desde luego» pensó. La agencia era demasiado orgullosa y arrogante para admitir las capacidades de los gobiernos extranjeros.

Una vez recorrido el muelle, y habiéndose asegurado de no haber encontrado nada peligrosamente llamativo, decidió volver una vez más al embarcadero. Las misiones de reconocimiento eran excepcionalmente aburridas y requerían mucha paciencia, pero debía de estar alerta. En cualquier momento podría ocurrir algo inesperado.

No podía decirse que él fuera excepcionalmente discreto, ya que su traje negro bien planchado podía destacar en aquel lugar, sobre todo cerca de los almacenes usados con diferentes fines, pero se había habituado a aquellas ropas y había decidido volverlas parte de su coartada: un niño rico con más curiosidad que sentido común. Quizás no fuera la mejor tapadera, pero sí lo suficientemente verosímil para explicar su presencia en muchos lugares. En esta ocasión había dejado atrás a Susurro de Oscuridad, ya que debido a su tamaño llamaría la atención, pero llevaba una serie de armas ocultas bajo la ropa, además de sus pergaminos. Aunque esperaba no tener que utilizar nada de eso.

Mientras se acercaba a la base enemiga, hizo señas a su plumífero amigo en cuanto le vio para que descendiera.

—Lo has hecho muy bien —dijo, acariciando su pico en cuanto hubo bajado del cielo—. Ahora vete a por el paquete, tal y como te expliqué; está atardeciendo y va siendo hora de prepararnos.

Con un chillido, el águila volvió a retomar el vuelo, aunque en esta ocasión en vez de sobrevolar la zona describiendo círculos en el aire se dirigió a una dirección en concreto.

Por su parte, Rokuro hizo memoria de lo que sabía sobre los piratas. Se trataba de un grupo que destacaba poco, al contrario que la mayoría de los piratas. Eran conocidos como los Piratas Barbacoa, un nombre extraño para el peliblanco, pero poco le importaba. Se sabía que se habían dedicado al comercio de toda clase de productos en el mercado negro y parecían más criminales que piratas, pero se les había oído asegurar que eran lo segundo. Entre sus hazañas, había rumores de que eran capaces de superar cualquier aduana y llevar cualquier tipo de mercancía hasta cualquier lugar. Algo exagerado en opinión del agente, pero pronto lo descubriría.

Finalmente llegó a los almacenes. El sol empezaba a ponerse, y sabía que el momento de actuar se acercaba. No se sentía nervioso, no era la primera vez que hacía algo parecido, pero se encontraba alerta. Había algo que no le gustaba en todo aquello.

Esperaste un rato… si, eso hiciste. Esperaste pacientemente a que las calles estuvieran un poco mas vacias y no fueras a llamar la atencion. Claro, a veces era muy poco probable que no lo hicieras. Despues de todo, eres un joven que anda sobre un pajaro super desarrollado que habla acompañado de una nube y un fuego que hablan tambien. A pesar de ser ironico, al mismo tiempo para ti no lo era. Estabas mas acostumbrado de lo normal de toparte con personas con habilidades sobre humanas y fuera de este mundo. De vez en cuando parecia que atraias este tipo de personas. Cosa que te hacia muy feliz. Por que si, a pesar de tener esa apariencia tan inocente y amigable, tu verdadera naturaleza es otra.

Eres alguien… que disfruta de la batalla sin medir consecuencias. Eres un adicto a la adrelaniva de retar a la muerte una y otra y otra vez. Lo hiciste con omega… y ahora planeas hacerlo en tu busqueda de satisfaccion personal. Querias hacerlo, queria derrotar a cualquiera de los cuatro reyes del nuevo mundo. Aunque tu asuntos pendientes para ti eran otra cosa. Saciar tu necesidad de un grandioso oponente… siempre era lo primero.

Hace cincuenta años eras el antiguo señor de la guerra. Pero ahora… buscas ser algo mas. ¿El que? Por ahora eso es algo que tu solo sabras.

Finalmente entraste en la casa abandonada. Lo primero que hiciste fue bajar de la plumifera y asegurarte de que nadie estuviera en ella. No que este abandonada no quiere de desir que no viva ningun vagabundo en ella ¿no? al menos eso te decia tu logica. Despues de un rato de inspeccionar y asegurarte de que nadie estuviera alli. Te diste cuenta que el lugar estaba repleto de una cantidad absurda de ratas. Correteaban de un lugar a otro e incluso algunas se te quedaban mirando fijamente. Individualmente eran un peligro minimo. pero incluso tu sabes que en enjambre pueden ser un problema algo molesto.

-¿Que hacemos aqui, Alpha? - Pregunto la plumifera, quien se le notaba un poco incomoda por la situacion.

- Usar la cabeza… - esa fue tu respuesta. Metiste la mano en la alforja de tu asiento y sacaste de ella unos cuantos trozos de carne. Las ratas del lugar comenzaron a entrar en un enorme frenesí al oler la carne. Intentaron atacarte, pero se detuvieron al poco sentir que su instinto les advertia lo que significaba hacerlo. Miraste para contar, eran casi doscientos al calculo al ojo. - Seran suficientes. - Fue lo que dijiste.

Arrojaste la carne al suelo y las ratas se lanzaron en seco a comer. Tu observabas traquielamente como ellas comian desesperadas. Tu no sonreias ante esta imagen que veian tus ojos. por que para ti esto tenia un significado y simbolismo que tu odias. Pero dejemos que cada quien saque sus propias conclusiones.

Usaste tu habilidad y, diste conciencia y habla a todas. Ahora todas ellas te ovecedian. Tu simplemente esperaste que terminaran de comer y diste una sola orden.

- Reunan informacion para mi. Busquen a la marina y manténgase en comunicacion con Suzaku utilizando el radio Homie.

-¡Si, Alpha!

Todas salieron a cumplir con tu orden. Se movian estrategicamente para no ser detectadas por la ciudad. Tu simplemente te dispuciste a sentarte nuevamente sobre la plumifera, quien te miraba un poco sorprendida.

- Quien lo diria, usando finalmente la cabeza. ¿No gastaste mucha esperanza de vida?

- He gastado unos cuantos años, pero no mios. Han sido de oponentes que derrote en batalla. Igual no te preocupes, cien ratas es equivalente a una persona asi que por la cantidad de años que gaste, es el valor de dos personas. Asegurate de mantener el contacto con ellas.

- Si...

Cerca del embarcadera había comenzado a haber movimiento. Se podía escuchar cómo varios hombres se movían, corriendo, mientras otros gritaban órdenes. «No estoy lo suficientemente cerca» pensó. Se había escondido detrás de un grupo de cajas y barriles que parecían estar abandonados, pero que le conferían una cobertura casi perfecta. Lógicamente los había revisado en busca de material ilegal, pero en vano. Cualquier mercancía que le ayudase a acabar con su misión se encontraría bien oculta y protegida. Desde aquel lugar podía observar un largo paseo junto al mar en dónde había dos barcos atracados, además de varias edificaciones que servían como almacén. O eso era lo que parecía. Sin embargo, desde detrás de los barriles podía observar a los hombres vestidos de operarios moverse y trabajar.

«Si están en movimiento, es que algo va a pasar» decidió. Parecían estar preparando el muelle para la llegada de un barco. ¿Quizás un cargamento? Conociendo su reputación, se esperaba lo peor. Drogas, armas... ¿Esclavos? Era una opción, aunque el tema de los esclavos era algo delicado. El Gobierno Mundial, en última instancia, se encontraba bajo las órdenes de los Tenryubitos, y estos eran conocidos por usar esclavos con total impunidad. Era una práctica que Rokuro desaprobaba, pero no podía morder la mano que le daba de comer. «La esclavitud está prohibida en la mayor parte del mundo —se recordó—. Los Tenryubitos son una excepción, y ellos no usan a piratas como traficantes». Si se tratase de esclavos, lo más seguro es que no tuvieran que ver con el Gobierno, aunque prefería que se tratase de cualquier otra cosa.

—¡Eh, tú! —bramó una voz detrás suyo—. ¿Qué diablos haces aquí?

Un escalofrío le recorrió la espalda. Había estado tan absorto en sus pensamientos que no había estado pendiente de vigilar su espalda. Aunque solo había sido un momento, había supuesto un error garrafal, y debía corregirlo ahora que aún estaba a tiempo.

—¿Es que estás sordo? Date media vuelta —ordenó la voz. Era ruda y grave, imponente, pero Rokuro se mantuvo firme en su sitio—. Podemos hacer esto por las malas, o por las aún peores —dijo mientras se acercaba.

Rokuro escuchó como se acercaba, paso a paso, pisando con fuerza. Y cuando sintió una mano en el hombro se giró rápidamente, con destreza, en una veloz maniobra que buscaba alcanzar su cuello. Ahora que lo veía cara a cara se daba cuenta de que aquel hombre era bastante alto, pero no lo suficiente. Su mano se movió ágil hasta encontrar su garganta.

—Shigan —murmuró para sí.

El hombre se llevó las manos a la garganta. La sangre no paraba de brotar de la herida, y por su mirada se había quedado atónito. Intentó lanzar un grito de auxilio al aire, en vano; solo consiguió expulsar más sangre, esta vez desde su boca. Rokuro observó cómo poco a poco la vida desaparecía de sus ojos hasta que su cuerpo comenzó a caer, inerte. Lo sostuvo antes de caer por completo, evitando hacer ruidos que alertasen a su compañeros, y lo posó con suavidad sobre el suelo. Acto seguido, como si lo hubiera hecho un millón de veces, sacó un pergamino del interior de su abrigo. Al abrirlo, el dibujo de una serpiente enorme, de casi dos metros, cobró vida, y con un sencillo gesto de Rokuro comenzó a engullir aquel cadáver hasta hacerlo desaparecer. Una vez hecho la serpiente volvió al pergamino y Rokuro se alejó de allí.

Quizás en un principio tuviera problemas morales a la hora de quitarle la vida a alguien, pero aquello había quedado atrás. Ahora, su preocupación era mantener oculta su tapadera. Pudo deshacerse del cuerpo, pero la sangre ya era otra cosa. En cuanto los piratas notasen la ausencia de su compañero y hallasen la sangre, se pondrían a la defensiva. Sin embargo, se estaba haciendo de noche y era el momento de actuar. «Es la hora de encontrarme con Takarashi en el punto de encuentro» decidió.

Te mantuviste cabalgando durante un tiempo después de lo sucedido con las ratas. Te mantienes atento a todo lo que te rodeaba. De hecho, incluso para mi que simplemente soy tu observador me es curioso todo el movimiento Marine que está ocurriendo ¿Están planeado algún golpe? ¿Se habrán enterado que estas aqui y te estarán buscando? Aún no tienes respuestas claras. Por ahora solo evitas estar a la vista de todos. Tu y los tuyos se mueven entre callejones. Estas a la espera de poder conseguir información importante.

Pero al final, solo resultaron ser rumores.

- Rumores… - Susurraste para ti mismo desde la oscuridad de un callejón. - Al parecer, los marines no tienen mucho que ofrecer hoy en día ¿No lo creen?

- Depende del rango - Dijo la plumífera. - No creo que encontremos mucha información en un blue, Alpha.

- Algo deberíamos - Respondiste mientras te rascabas un poco la cabeza. - Pero supongo que hoy no es nuestro día de suerte.

- Quizás… si. - Dijo Suzaku, quien de un momento a otro abrió los ojos. Al parecer una de las ratas había encontrado algo. - Alpha… una de las ratas ha visto como alguien atravesó la garganta de alguien con un dedo. Me describe también algo como… espera ¿que dijiste? ¿Dibujo algo que cobró vida y se comió al cadáver?

- Probablemente un usuario. - Dijiste sonriendo. - Pero eso del dedo atravesando solo significa una cosa. El CP está aquí.

- ¿Deberíamos retirarnos? - Logi, quien se encontraba en tu hombro derecho.

- No… Probablemente el CP está molesto desde que Omega falló al capturarme. No es momento de huir, es momento de encarar. Si me están buscando, ya me encontraron - Tus homies no podían verte sonreír tras la máscara, pero ellos podían intuir que estabas comenzando a emocionarte. - Suzaku ¿dónde está?

-Parece que tiene prisa y se dirige hacia cierto lugar. Mas de uno de los Homies está siguiéndole en sigilo.

-Bien. - La noche poco a poco estaba comenzando a hacer acto de presencia. - Pronto anochecerá, y he de admitir que me gusta más la noche que el día. Suzaku, debemos ser rápidos, pero no pueden decirnos.

- No te preocupes. - Dijo ella mostrándose orgullosa. - Dejamelo a mi.

Ella corría a gran velocidad. Entre callejones y oscuridad. Era rauda y precisa. Sabía cuándo detenerse y cuándo no. Sabía cuándo avanzar y pasar desapercibida. Su veloz paso tan solo dejaba una leve brisa que dejaba a algunos confundidos. Alpha solo disfrutaba del viaje. Emocionado e impaciente de encontrar a la persona objetivo. Pronto este tendría que encarar al joven pirata.

Pronto… muy pronto.

El punto de encuentro no era más que una chabola bajo un puente discreto de la isla. Se encontraba cerca de una zona de residuos, y el río que atravesaba poseía un color verdoso que le quitaba las ganas de darse un baño a cualquiera. Aunque Rokuro ni podía ni quería; tenía asuntos más urgentes.

Gracias al reconocimiento previo que había realizado de la zona, encontró la ruta más rápida para llegar a la chabola junto a Takarashi, atajando por el basurero. Era un lugar hediondo y poco agradable, lleno de basura, desechos y animales carroñeros que vivían de los restos. Durante el trayecto observó, cómo le observaban las ratas: algunas se escondían cuando él pasaba corriendo a su lado, otras, sin embargo, permanecían quietas, observándole. Debido a su prisa, decidió ignorarlas, no sin percatarse de que había algo extraño en ellas.

Finalmente alcanzó la desastrosa chabola. No era más que una caseta rudimentaria hecha con tablones de madera y alguna chapa de metal que protegía ligeramente de las inclemencias del tiempo. Un lugar al que las personas habitualmente no se acercarían, un lugar en el que pasar desapercibido. Al principio había descubierto a un vagabundo habitando el lugar, pero pudo convencerlo de irse sin usar la violencia, solo tuvo que ofrecerle varias botellas de alcohol a cambio de no volver en varios días. El hombre no puso ninguna objeción, y Rokuro deducía que probablemente estuviese borracho como una cuba en cualquier otro sitio. Para cuando se recompusiese, si es que lo hacía, él ya se habría ido.
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En la chabola le esperaba Takarashi. El ave se había colado en su interior por uno de los huecos de las paredes que parecía simular una especie de ventana, aunque en realidad se debía a un par de tablas de madera que se habían desprendido. Rokuro entró en su interior y, sin intercambiar palabras con el plumífero, se apresuró a prepararse. El águila le había traído el paquete que había preparado con anterioridad y que poseía todo lo necesario para el desarrollo de la misión. Ya llevaba encima los pergaminos de invocación, pero salvo dos kunais no tenía ninguna otra arma. Pero ahora era diferente. Takarashi le había traído a Susurro de Oscuridad, múltiples shurikens y kunais, las semillas y los diales, además de su traje especial con el que cubría su rostro y trabajaba en la oscuridad.

Se cubrió con vendas los brazos y la cara hasta la nariz, se subió la capucha y roja y se acomodó las armas. Su espada colgaba de la espalda, mientras que las armas arrojadizas se las colocó en la multitud de bolsillos que poseía su traje especial. Al acabar le hizo un gesto a Takarashi, quién saltó y extendió las alas para acabar posándose en su brazo.

—Llegó la hora —le dijo a su compañero—. Escóndete bajo mi capa. Cuando te necesite, silbaré. Y en cuanto acabemos esta misión te prometo un montón de sardinas —Se permitió sonreír, y el ave soltó un ruidito de emoción. Acto seguido se encogió hasta tomar el tamaño de un ruiseñor y Rokuro lo guardó en uno de los bolsillos de su interior—. Bien, estamos listos.

Acto seguido salió por la puerta de la desastrosa construcción, con la intención de ir al muelle de carga.

Particularmente hoy estás disfrutando tu paseo en los lomos de tu fiel compañera, Alpha. Noto tu felicidad y los latidos de tu corazón están más fuertes que nunca. ¿Estás emocionado, pequeño? ¿Cuándo fue la última vez que te sentiste así? Tus expectativas son altas. En lo más profundo de ti crees, que el hombre que enviaron acá es incluso mucho más fuerte que Omega. Claro, él no era débil. Podría decir que él fue uno de los oponentes más fuertes que has tenido hasta ahora. Y, sabiendo lo ocurrido, esperabas que la persona que enviaron hacia acá fuera mucho más fuerte que él.

Claro, si es que no tenían la intención de fallar nuevamente.

Llegaste a tu destino. Tu objetivo se encontraba debajo de un puente. Podías ver una choza bastante pobre frente a ti. Estabas probablemente a unos ocho metros de distancia. Te quedaste profundamente sumergido en una curiosidad que te obligaba a observar ¿El que? era una sombra la que se movía en el interior. Alguien se preparaba para algo. Pero… ¿Para que se prepara? Creías firmemente que la persona detrás de aquella preparación, estaba dispuesto a ir a por ti. Cosa que te emocionaba mucho más.

- ¿Atacamos? - Pregunto Suzaku. Se mostraba seria y tranquila. Ella no perdía ningún detalle en todo momento, como acostumbraba. Tu, por tu parte. Veías como algunas de los Homies vienen hacia ti en tu dirección. Les indicaste que fueran lejos y le indicarán a la plumífera si alguien se acercaba. Al menos en un radio de unas cuantas cuadras, estabas cubierto.

- No creo que atacar por sorpresa sea necesario. - Respondiste con honestidad. Te quitaste la máscara y descubriste tu cabeza. Te quitaste la capucha al igual que el manto que te cubrían. Fijaste tu mirada por un momento en el mango de tu alabarda que sobresale de la alforja derecha de tu asiento. Lo acariciaste por un momento. Sentiste su acero y sonreíste una vez más. miraste de nuevo hacia el frente, esperando que la persona fuera de allí saliese. Aunque, te dispusiste por un momento de guardar tu cobertor y tu máscara en la alforja izquierda.

Cuando él saliera, te quedarías sonriendo por un momento. Mirándole con tranquilidad. Introduciste por un momento la mano en la manga de tu kimono. - El Cipher Pol había tardado mucho en enviar a alguien más a por mi. - Dijiste con total tranquilidad. De la manga de tu atuendo, sacaste un protector bucal de acero. - ¿Puedo saber el nombre de la persona que ha venido a terminar el trabajo que Omega no pudo?

Justo en ese momento Thor y Logi pasaron de forma diminuta a formal completa. Una nube de tormentas y un flama de dos metros. Flotaban a tu lado cada uno. Suzaku miraba desafiante al hombre que se encontraba frente a ti. Tu, aun te mantienes calmado, aun no has dado el primer paso ni te muestras hostil.

Simplemente, no estás bajando la guardia.

Su objetivo: ir al embarcadero para cumplir su misión. Su obstáculo: un pequeño hombre que le esperaba por fuera de la chabola.

De no tener el rostro cubierto, el desconcierto de Rokuro hubiera sido visible para todos. Aquel hombrecillo no parecía destacar a simple vista, salvo por el hecho de que se notaba que, al igual que él, no era nativo de aquella isla. Pero Rokuro no se dejaba engañar por las primeras impresiones.

«¿Cómo me ha encontrado? —se preguntó. Se había asegurado de que nadie le había seguido, y no había dejado ningún rastro visible. Era humanamente imposible encontrarle. A no ser...—. ¿Tendrá habilidades especiales? ¿Será un usuario? Los espíritus que flotan sobre sus hombros son sospechosos. Sospechosos y peligrosos».

El extraño iba montado sobre una feroz ave, de aspecto veloz, y sobre sus hombros se encontraban una nube y una llama, cada una con rostro humano y expresiones aún más humanas. Además, a su alrededor todavía correteaban algunas ratas, que parecían moverse hacia puntos concretos de la zona, como si estuvieran organizadas. «¿Habrá sido por la rata de antes?». Si era así no le sorprendía que hubiese dado con él. Incluso que le reconociera como agente del Cipher Pol, ya que había usado el Shigan para deshacerse del pirata que le asaltó.

Porque le había reconocido como agente del Cipher Pol, y aquello no le gustaba nada. «Pero ¿quién es él? —no pudo evitar preguntarse—. Hasta conoce el nombre en clave del agente Omega». Rokuro no había llegado a trabajar personalmente con Omega, pero conocía su reputación dentro de la agencia. Era, sin duda, un buen agente, y según el hombre ellos dos se habían enfrentado hacía tiempo. Y entonces se acordó.

El hombre que se mostraba ante él era Alpha, un pirata. No conocía los detalles sobre la misión de Omega, pero sí tenía cierta información sobre el criminal enfrente suyo. Un pirata belicoso con una alta recompensa, conocido por sus combates tanto contra el gobierno como contra otros piratas. La pregunta era: ¿qué hacía él ahí, en aquella isla? Ninguna de las respuestas que se le ocurrían eran positivas, salvo que, quizás...

—No tengo ni idea de lo que me hablas —dijo con tono grave, cargado de brusquedad y desconfianza—. Pero puedes llamarme Sombra. Y tú, ¿quién eres?

Sabía quién era, y lo peligroso que era. Lo que menos le convenía en aquel momento era comenzar una batalla que no sabía si podía ganar, y menos cuando le habían pillado por sorpresa. Su mejor baza era convencerle de que no era una amenaza para él y, desde que fuera posible, contactar con la central para informar de la presencia del pirata en la isla.

—¿No vendrás a robarme el trabajo? —preguntó con un tono arisco sin apenas darle tiempo a contestar—. ¡Las recompensas de los Barbacoa serán mías!

Tal vez, con suerte, si le convencía de que era un cazarrecompensas privado con la misión de atrapar a los Barbacoa, le dejase en paz. Si no... Rokuro prefería no pensar en ello de momento, aunque estaba preparado para lo peor, con su mano izquierda muy cerca de uno de sus pergaminos ocultos, listo para actuar si todo se torcía.

Quizás si no fueran tus homies visto que el usaba Rokushiki, quizás tan solo quizás, fueras caído en su labia. Pero no le creíste ni un poco. Tu empatía te permite ver en cierta medida que tanto mentía aquella persona. Claro, existe cierto grupo al que se le da excesivamente bien mentir, pero este no era el caso. No solo tenías pruebas, se notaba a leguas por el tono de voz y su lenguaje corporal que el sujeto que se identificó como Sombra, estaba mintiendo.

Cosa, que te hacía mucha gracia.

- Es curioso que me quieras hacer creer que eres un caza recompensas, y no sepas quien soy. - Dijiste ladeando la cabeza de un lado a otro. - Deberías practicar un poco más el cómo mentir a las personas, Agente Sombra.

Te bajaste de la plumífera de una manera totalmente despreocupada, pero aun asi no bajabas la guardia. Comenzaste a caminar lentamente hacia el hombre que parecía estar totalmente alarmado por tu presencia. Tu, por tu parte, parecías disfrutar del momento. Para ti esto era equivalente a tomar una taza de café.

Y hablando de café. Te detuviste a medio camino.

- Cómo pude olvidar algo tan importante… ¡Termo! ¡Taza!

- ¡Si, Alpha!

De las alforjas salieron un par de homies bastante curiosos. Se trataba de un termo y una taza grande  para café. Daban saltitos en tu dirección mientras no paraban de decir sus nombres una y otra vez. El término procedió a servir café y la tasa dio un gran salto hasta llegar a ti. Tu la tomaste tranquilamente y disfrutaste de un agradable y dulce café. Pero lo más gracioso era que la tasa no paraba de preguntar si el café estaba delicioso.

- Si que lo esta. - Dijiste. El termo llegó a tu lado y nuevamente te sirvió más café para que pudieras disfrutarlo. - ¿Le gusta el café, señor sombra? Si gusta puede tomar un poco.

¿Cómo era posible esto? Tú simplemente estabas allí a unos cuantos pasos de él. Disfrutando de tu bebida como si nada. Como si la persona que estaba frente de ti te diera totalmente igual. ¿Le estabas subestimando? No… simplemente aún no era momento de considerarlo un enemigo del todo. Si, era un agente del gobierno. Pero si realmente tu fueras su objetivo, no hubiera dudado en atacarte ni un momento.

- ¿Los piratas Barbacoa? Creo que me suenan de algo… - Dijiste mostrando cierto interes - ¿Son fuertes? ¿Valen la pena? ¿Porque tú quieres acabar con ellos?

- ¡Vamos, Alpha! ¡Es momento de pelear! - Dijo Logi quien se colocó justo detrás de mirando fijamente al agente. - No podemos tener piedad con los soldados de la gente que está detrás de ti.

- Tranquilo, Tranquilo. Dejémosle hablar. - Tú dejaste de beber café y aún seguías sujetando firmemente tu protector bucal con la mano izquierda. - Quizas tengo algo interesante que decir.

Sí, aquel hombre le había pillado mintiendo, pero a juzgar por sus acciones no parecía darle demasiada importancia. Estaba convencido de que, en efecto, Rokuro era un agente del Cipher Pol, y tras meditarlo un instante se dio cuenta de que sería difícil hacerle cambiar de opinión. Sencillamente había algunas personas a las que era más difícil engañar. Y, aquel pirata de más de cien millones, era una de ellas. O eso parecía. Por un momento se sintió como si estuviera en una partida de póker y no supiera si su contrincante iba de farol o no. Sin embargo, ya que su idea principal no parecía funcionar, decidió cambiar de táctica.

Afortunadamente, a pesar de su historial belicoso, el hombrecito parecía estar dispuesto a hablar. Rokuro adoptó una pose despreocupada, similar a la del pirata, y si se sobresaltó al ver el espectáculo de la taza y la cafetera, no dio muestras de ello. Conocía lo suficiente sobre las frutas del diablo como para saber que eran capaz de las más extrañas proezas, y gracias a ello también parecía entender poco a poco el poder del aquel hombre. Aún no sabía si acabarían peleando, pero toda información que recopilase era útil y podía salvarle la vida en el futuro. Sin duda, su poder consistía en darle consciencia a las cosas y controlarlas a su antojo. Sin embargo, su poder iba más allá, dándole personalidad propia a los objetos tal a juzgar por la actitud de la taza. Y aquello explicaba la llama y la nube que flotaban al lado suyo. Les había dado vida, y si era capaz de manipularlas a su antojo, debía andarse con cuidado.

Pero todo eso daba igual si conseguía salir del enredo a través de la vía diplomática.

—Me temo que no debo rechazar su ofrecimiento —dijo haciendo un gesto con la mano—, señor Alpha. Claro que sé quién es, pero lamento informarle de que usted no es mi objetivo.

Aunque le hubiera pillado en la mentira, haría lo posible por evitar delatarse. Su coartada no era mala, y a pesar de haber sobreactuado con anterioridad, nunca admitiría que era un agente. Que se formase la opinión que quisiera, a Rokuro le daba igual, lo único que importaba era completar su misión. Y aquel pirata era un obstáculo en su camino, pero resultaba más inteligente buscar la negociación que un enfrentamiento que podría poner en peligro su objetivo principal. Y, gracias a su interés en los piratas, Rokuro creía saber cómo hacerlo.

—No sé cuán fuertes son, pero te puedo asegurar que nadie los ha podido atrapar todavía —explicó. Aquella información no era comprometida, y tampoco era como si Alpha no pudiera conseguirla por su cuenta—. Respecto a mí, solo sigo órdenes.

«Rápido, Roku, piensa: ¿qué es lo que quieren todos los piratas? —pensó rápidamente. Necesitaba un cebo que le hiciera picar. Necesitaba convertir aquella situación desfavorables en un poderoso aliado—. Fama, oro y poder, sí.»

—Yo debo enfrentarme a la tripulación, pero estoy solo y seguramente será un trabajo muy difícil. Aunque seguro que aquel que acabe con los piratas será muy famoso, y no nos olvidemos de que en el almacén deben guardar un montón de tesoros. ¿Qué me dices, Alpha? Acabar con los Barbacoa hará que hablen de ti a lo ancho y largo del mar.

Escuchaste atentamente las palabras de Sombra sin dejar de disfrutar tu café. Su voz te resultaba… curiosa. Algo dentro de ti sabía que algo estaba pasando allí dentro de él. Al menos, eso sentías tú. En cierta parte no podías sentir mentira alguna en sus palabras. Pero que no sean mentiras para él no quiere decir que quien le diera esas órdenes, no estuviera mintiendo. Quiero decir, quizás Sombra preguntó el por que debía darle caza, por curiosidad solamente, y tan solo le respondieron que no podían responder a eso.. ¿Que tiene de interesante acabar con este grupo pirata? ¡Espera! ¿Quizás sea posible que te den una pista de quién estás buscando?

¿Puedes ver esa luz al final del camino, Alpha? Puede que este sea el primer paso para encontrar a Cecilia D. Payne

-¿Órdenes?- Le miraste con un gesto gracia en tu rostro. - Deberías calmarte en situaciones bajo presión, agente. ¿De cuando aca un cazador de recompensas recibe órdenes de alguien que no sea sí mismo? - Soltaste la tasa. Tanto ella como el termo regresaron saltando a la alforja donde había salido. La plumífera no parecía perder de vista a Sombra. Se quedaba mirando fijamente, estando más alerta que nunca.

-¿Fama? ¿Fama? - Hasta este punto, ya no podías contener más la risa. Reiste como nunca. Como si de verdad lo que él te decía te pareciera creado por un gran comediante. - ¡Zehahahahahahahaha! - Duraste así poco tiempo. Ya que la situación no te permitía reír más. - Zehaha… Déjame decirte algo, Sombra. Para mi, la fama y el dinero son cosas que no tienen mucha importancia. La fama es simplemente un currículum que llenas con tus acciones y, te respalda para ser lo suficientemente temido para que los debiluchos no vengan a joder. El dinero es una herramienta que permite construir grandes cosas. Pero yo no busco eso. - Allí le miraste fijamente a los ojos. Mostrando una ilusión tal cual como si fuera la de un niño esperando su juguete nuevo. - Yo solo busco oponentes fuertes que puedan hacer que yo dé todo de mi.

-¡Acabemos con el Alpha! - Thor se acercó rápidamente a ti. Su color cambio a oscuro y comenzo emanar electricidad como nueva nube de tormenta. Logi por su parte miraba esperando el momento para poder comenzar a encenderlo todo en llamas. Parecia que era el momento para pelear. Pero antes de que cualquiera hiciera o hiciera algo.

- No… - Esa fue tu respuesta. - ¿De qué sirve luchar contra alguien que no quiere luchar contigo? ¿Dónde está el gozo y la alegría en luchar contra un oponente que no desea hacerlo?

- Pero Alpha. - Logía parecía seguir insistiendo. Tú sólo hiciste un gesto con la mano indicando que no. Ellos ya no podían insistir más allá.

- Por ahora, este grupo pirata me es interesante. Pero la isla está llena de un fuerte movimiento Marine. Apenas comience a luchar contra ellos… ellos vendrán a por mi tambien. Luchar contra dos bandos al mismo tiempo… será algo problemático…

«Pues claro que hay que hay cazarrecompensas que siguen órdenes —pensó, hastiado—. Asociaciones de cazadores con objetivos ambiciosos, criminales con licencia que trabajan bajo las órdenes de jefes criminales para acabar con la competencia. ¡Pues claro que hay cazarrecompensas que siguen órdenes! No todos se mueven por su cuenta.»

Sus palabras parecían las de un ignorante que no sabía ver más allá, pero no le interesaba ponerse a discutir. Dijera lo que dijera, el hombrecito no parecía dispuesto a creerle, y de todas formas aquello no afectaba a sus planes.

Aunque lo que sí afectaba a sus planes era el enorme ego del pirata. ¿Cómo cabía tanto ego en un pirata tan pequeño? Rechazar la fama y el oro no era propio de los piratas, pero sabiendo lo que sabía del hombre frente a él poco le sorprendía. Alpha solo buscaba pelear, demostrar su poder, y volverse aún más fuerte, disfrutando por el camino de emocionantes combates. Rokuro no podía empatizar con él: combatir, pelear y asesinar era su trabajo, no su pasión.

Los espíritus a su lado estaban inquietos, y hasta el ave que montaba le miraba con desprecio. Aquello no auguraba nada bueno, y Rokuro estuvo a poco de buscar con su mano la empuñadura de Susurro de Oscuridad. Pero la respuesta de Alpha a aquellos seres le detuvo.

«Parece que no somos compatibles» pensó finalmente. El pirata era un hombre apasionado, mientras que Rokuro mantenía sus emociones en calma. Uno buscaba el placer mientras que el otro cumplía órdenes. Y, sin embargo, aquello es lo que había llevado al peliblanco a escapar de aquella situación. Tenía una misión que cumplir, y Alpha se mostraba lo suficientemente amenazante como para saber que no sería fácil librarse de él. El problema era la marina.

—Supongo que nadie te ha enseñado lo que es la discreción —murmuró. Por un momento dudó de si aquello sería una buena idea, pero no tenía muchas más opciones—. No puedo decir que vaya a ser tu aliado, y no me hace gracia ir tras los Barbacoa y tener a la marina detrás mío, pero parece que nuestro objetivo es similar —«Y te puedo usar de distracción»—. Así que si quieres actuar contra los piratas este es el momento, porque yo voy a ir a por ellos sí o sí.

Aquella declaración era delicada, sin duda alguna, pero quizás de esa forma hiciera que el pirata se decidiera. La participación de la marina era algo que no deseaba, pero si jugaba bien sus cartas, podría usar al pirata como tapadera para su misión.

-La discreción nunca ha sido mi fuerte. - Respondiste. Era muy cierto aquel comentario. En el pasado, eras poderoso y tienes muchos contactos y el respeto de muchos. Ahora, prácticamente vuelves a comenzar. Aún conservas tu fuerza y tus habilidades, pero incluso tú sabes muy bien que requieres más que eso para recuperar lo que solías ser. Aunque… ¿realmente te interesa recuperar eso? ¿Realmente recuperar todo lo que has perdido te daría alguna satisfacción? No… ya no eres ese pirata novato. Has madurado durante todo este tiempo. Te conoces mejor a ti mismo y sabes que cosas realmente quieres.

Eso es un alivio. Muchos se alegrarán de saber que el regreso de Kurkokami No Alpha, traerá algo más que simplemente guerra sin control.

- Aunque a ti la marina no te afectará de nada. - Dijiste dando media vuelta. Thor y Logi se limitaban a solo seguirte mientras Suzaku bajaba la cabeza hasta el nivel del suelo. Tu le tomaste del pico y ella te subió hasta el asiento. - Aunque, me quedaré con su tesoro si llegan a tener algo. - Dijiste mostrándote aún más relajado. - El asunto es, que debemos esquivar a los marines que están alborotados por todos lados. Seria muy idiota por parte de un grupo pirata del nuevo mundo apacar su barco en un puerto vigilado por la marina, asi que me imagino que al enterarse el movimiento marine, se abran escondido. Alguna razón en particular tendrán para venir acá.

- ¿Abastecer recursos? ¿Saquear el puerto? - Preguntó la plumífera, Siguiendo la conversación a Alpha.

- Un poco de ambos, quizás. Tráfico de cualquier cosa incluso. Asuntos que personalmente no me interesan. - Llevaste tu mano derecha al cuello y tronaste tu cuello. - No conozco la situación. Solo estoy teorizando. - Luego miraste nuevamente a Sombra. - Lo que si se, es que el señor “sigilo profesional” ha matado a uno de sus hombres. Y aunque desaparecieras el cadáver con tu habilidad ¿Los crees tan idiotas de no notar la ausencia de uno de sus hombres? - Levantaste la ceja, esperando una respuesta. - En un grupo pirata, es mucho más fácil de contar la cantidad de gente faltante ¿Sabías? Ellos estarán esperando.

Thor y Logi volvieron a su tamaño diminuto y se colocaron nuevamente al lado de tus hombros cada uno. Tu mirabas fijamente al hombre frente a ti. - Lo mejor es llevar la batalla a alta mar. Entrar al barco y hacer que este sarpe y llevarlo junto a todos los que estén allí. Asegurándonos que los miembros importantes y el capitán estén a bordo. Esa es mi propuesta para ti.

Le mirabas fijamente esperando una respuesta. El tiempo era crucial, al menos para Sombra lo era según tú. Tú simplemente podías pasar de alto toda esta situación e irte. Pero tener una esperanza de encontrar a Payne para saldar cuentas, te daba una excusa para permanecer aquí y fomar parte de esto.

- ¿Y bien?

—Si me ven junto a ti la marina pensará que estoy contigo —declaró. No podía asegurar que sabía cómo pensaba la Liga de los Mares, pero desde su punto de vista si veían a una persona sospechosa, y desde luego que entraba en la categoría de «sospechoso», junto a un afamado pirata enfrentándose a otra tripulación pirata, como mínimo llamaría la atención. Y eso si no le caía recompensa sobre su cabeza—. Así que, aunque no soy fanático de la lucha sobre alta mar, quizás tengas tu punto.

Fuera de la costa, lejos de cualquier mirada curiosa, podía hacer lo que quisiera como quisiera sin consecuencias. El único problema era Alpha: había logrado conseguir un objetivo común entre los dos, lo que le estaba llevando hacia una frágil y extraña alianza, pero aquello podía terminarse en cualquier momento. No confiaba en él, pero era cierto que si quisiera haberle atacado ya lo habría hecho. Y aún así sentía que la traición acechaba. La pregunta era: ¿quién traicionaría al otro antes? Apartó esos pensamientos rápidamente para centrarse en la situación actual; tenía órdenes que cumplir y el resto de problemas eran secundarios, meras situaciones hipotéticas con las que lidiaría según fuesen llegando.

Sin embargo, le molestó el tono con el que le habló al mencionar la muerte del pirata en el puerto.

—¿Te crees que no lo sé? No me dio tiempo de limpiar la sangre —suspiró—. Que estén preparados o no es lo de menos. Llevan en guardia desde que uno de sus barcos vino hoy a la tarde; si no, no me habrían descubierto. La cuestión es por qué. ¿Qué esconden? ¿Qué intentan ocultar? Quizás en ello resida su punto débil.

Entonces se me ocurrió. El pirata no había tenido una idea tan mala al final. Separarlos en alta mar haría que nadie interfiriera, y para ello solo necesitaban que mordieran el anzuelo.

—Vale, ya sé. Robamos el barco dónde guardan lo que quiera que están protegiendo. Eso les obligará a perseguirnos, y nos dará el tiempo suficiente para tenderles una emboscada —se llevó el índice y pulgar a la barbilla para acariciársela sobre las vendas—. Si tienes razón en que ha empezado a haber movimiento marine y han escondido el barco, creo que sé dónde puede estar. En el embarcadero que usan de base habían pasarelas de agua que servían para la entrada y salida de barcos y otros vehículos marítimos. Estos riachuelos terminaban en varias edificaciones bien protegidas. Es muy posible que lo escondan en uno de esos almacenes.

Caminó unos pocos metros en círculo, meditando, con la mano aún en la barbilla.

—Si nos colamos en el embarcadero, secuestramos el barco y navegamos hasta alta mar, es totalmente seguro afirmar que nos van a perseguir. No me creo que se puedan permitir perder una mercancía que guardan tan celosamente. Y, sin duda, el capitán estará ahí. Solo necesitamos un poco de sigilo... —levantó la cabeza y le miró fijamente a los ojos. No era una persona grande, pero sin duda era llamativo. Los espíritus de sus hombros junto a aquel ave no pasarían desapercibidos en ningún lado—. O podemos usar una distracción.

-Ya veo por donde va la cosa.- Dijiste haciendo un gesto de mala gana. – Y pretendes que yo sea esa distracción ¿verdad? – La verdad, la idea no sonaba tan mal. Tú tenías la capacidad de luchar contra grandes cantidades de enemigos. Pero si algo era cierto, es que en esta oportunidad si tenías que hacerlo con cuidado. No te encontrabas en alguno de los blues, en donde los cuales no se suelen encontrar oponentes de gran nivel. El Grand Line ya es otra cosa. Aquí en el paraíso podías encontrar enemigos de todo tipo y cada uno podía darte la talla.

Pero eso no era algo que te molestase.

- Digamos que por un momento te sigo la corriente. – Le miraste con cierta mirada que mostraba una clara desconfianza. – ¿Luego qué? Yo aún tendría que lidiar con la marina después de haber lidiado con los piratas. Y no tengo muchas ganas de lidiar con marines el día de hoy.

-¿Hoy no andamos de buen humor para luchar con la marina? – Pregunto la plumífera, mostrándose curiosa ante tus palabras.

- ¿Crees que tengo ganas de pelear sin sacar nada de provecho? Sé que disfruto mucho de una buena batalla, pero no cuando se trata de la marina. – Respondiste mostrando cierto fastidio. – Ellos simplemente son una piedra en el zapato que nunca deja de molestar.

Meditaste durante un poco más de tiempo. Finalmente llegaste a una conclusión. – Esta bien, tomaremos tu alternativa. Pero que quede bien en claro que al momento de terminar con esto, deberás darme una ruta de escape. De lo contrario… los otros piratas no serán tu único problema de los cuales preocuparte.

Cuando dijiste aquello último. Todos los Homies comenzaron a mostrar una sonrisa siniestra. Todos sabían a qué te referías. Un paso en falso de sombra, y la fiesta daría comienzo una vez más. Dicho esto. Levantaste tu mano derecha y toda la esperanza de vida que utilizaste en las ratas volvería a ti. Las alimañas volverían a la normalidad y escaparían en toda dirección. Tú simplemente abriste la boca y volviste a consumir lo que había utilizado.

- Vale. Te sigo.