Vacaciones obligadas /priv. Berry/

Unos días de vacaciones estaban bien de vez en cuando, y más cuando las últimas semanas había habido una gran cantidad de pacientes, consiguiendo ocuparse de todos aquellos que lo necesitaban con urgencia. Se podía considerar incluso que eran unas vacaciones obligadas, habiéndola echado del lugar de trabajo cuando se calmó todo por haber pasado demasiadas horas despierta ocupándose de los enfermos y heridos. Ser médico tenía sus complicaciones, o eso era lo que le había dicho su padre hacía ya más de quince años. Ella misma no aparentaba mucho más de esa edad, pasándole factura algunas veces, pero no le dio mucha más importancia de la que tenía. Sin embargo, aquellas palabras eran distintas. Había visto médicos caer rendidos por el estrés, y ella misma sabía que podía ser perjudicial ante el trabajo bien hecho, causando errores fatales. Por ese motivo fue el que aceptó irse unos días a descansar. Y no le eligieron un mejor lugar que uno donde podías encontrar montones de hierbas por la naturaleza que le sirvieran para sus curas. Water Seven. Por supuesto, no sabía el destino del viaje antes de ir. Por supuesto, la habían engañado miserablemente para que desconectara el máximo de su trabajo.

El lugar era muy diferente a lo que pensaba que sería en su llegada, y a la vez esperable. Sabía que casi no había naturaleza, pero aún así era abrumador ver cómo todo a su alrededor estaba construido. Era la primera vez que iba a esa isla, y había demasiadas cosas para ver. Es más, podía considerarse su primer viaje a solas, ya que sus compañeros no solían fiarse mucho de dejarla sola. Sin embargo, ella iba totalmente preparada. Llevaba su bolsa con un mapa, el petate y algunas medicinas para asegurarse que no pasaba nada, además del dinero para pasar esos días por allí. Después de bajar del barco que la llevó y despedirse del capitán y la tripulación con una sonrisa desembarcó al puerto. Nadie la conocía, y su papel siempre había sido bastante secundario en las misiones, así que tenía vía libre para ir donde quisiera, y eso hizo. Cogió el mapa con las anotaciones de los lugares que le recomendaron. Había varios, y uno de ellos era una heladería, que según su opinión sería una buena idea para empezar, aparte de la posada, que buscaría más tarde. Empezó a caminar por las distintas calles hasta que llegó al destino… O eso pensaba. Al mirar otra vez el mapa se extrañó que no era como parecía allí. Pero era imposible que se hubiera equivocado. ¿No tenía que ir el Sur arriba?
-Hum… Parece que hay cosas que fallan por aquí… ¿Por qué venden mapas defectuosos?
El callejón al que había llegado estaba oscuro, dejando pasar muy poca luz del Sol y viéndose algunas personas sospechosas más adelante.

Otro día de servicio en Water Seven, lugar que Berry disfrutaba más por el clima que por otra cosa, desde el incidente con Judy la ciudad había experimentado cierto revuelo y la marina había estado realizando más patrullajes para mantener las calles seguras. Un tiroteo en plena calle daba mala imagen, por tanto oficiales como Berry y otros reclutas habían estado agudizando las redadas a criminales para mantener el lugar seguro a cara de los turistas.

Estaba en su último turno antes del almuerzo cuando sus ojos rojos captaron a una muchacha desconocida para la mink, al parecer era una turista ya que prefería fiarse de un trozo de papel en lugar de mirar hacia donde se estaba metiendo. Su mente analizzó la cuestión podía ser una turista o una criminal que buscase traficar cosas con unos socios ocultos. Cualquiera de las opciones le obligaron a seguirle, guardando distancias y recorriendo las curvas que tomaba.

Al cabo de un rato Berry comenzó a aburrirse, por mucha vuelta que diera no parecía tener un rumbo en concreto y ya estaban en los callejones más aislados donde apenas había luz. Sin embargo, su haki de observación detectó el aura de algunas personas escondidas en la lejanía. Personas que apenas la muchacha se metió en uno de los callejones cerraron la entrada al mismo y comenzaron a acercarse con claramente una mala intención.

La mink no esperó una tragedia, se lanzó a gran velocidad contra los maleantes incrustando a ambos criminales contra las paredes del callejón con sus garras. Acción que no solo causó ruido si no que hizo que las paredes tomasen la forma de la silueta de ambos hombres antes de caer al suelo totalmente desmayados. Tras su accionar Berry esposó a ambos pese a no hacer falta, cosa que demostraba su nulo conocimiento sobre la repercusión de un gulpe tan fuerte al pecho de una persona común e incautando las armas un cuchillo y una vieja pistola. Ignorando por completo lo que su figura alta, tonificada, oscura como una bola de pelo negro y con dos orbes rojos brillantes como ojos pudiera provocar en una pobre desconocida.

—Descuida, estás a salvo, ¡Teniente Berry a su servicio señorita! Aunque una joven tan guapa como tu no debería estar en este lugar, han habido muchos casos de robo y cosas terribles por muchachas menos guapas entrando a callejones.—

La mink sonrió moviendo sus orejas mientras se cargaba al hombro a los dos criminales como si fuesen bolsas de papa para ella. Pese a resultar amenazante con poca luz, su voz era divertida e incluso coqueta, una cosa que la zorra no había perdido ya que le encantaba coquetear con desconocidos incluso pese a no ver con claridad a la otra persona. Después de todo, para ella era la mejor manera de hacer amigos.

—¿Necesitas ayuda linda? ¡Puedo guiarte apenas entregue a estos tipos! Toca hora del almuerzo...—

La zorra guiñó su ojo derecho mientras mostraba sus colmillos en una expresión amistosa, estaba feliz de haber salvado a otra persona inocente y le pondría incluso más feliz poder ayudarle en lo que fuese necesario dado a que no parecía estar muy acostumbrada al lugar.

Mientras estaba allí intentando orientarse vio cómo algunos de aquellos hombres se intentaban acercar a ella. Por seguridad una de sus manos había empezado a emitir destellos de electricidad, aunque aún eran pequeñitos, y antes de que pudiera pensar en actuar vio cómo cayeron al suelo y apareció casi de la nada una mink. No la conocía, pese a que su madre era de esa raza, aunque sí le llamó la atención al ver cómo se ocultaba en la oscuridad, contrastando con la personalidad que mostraba. La situación, sin embargo, era bastante curiosa con los criminales cargados en ella, sin saber muy bien cómo interpretar eso.
-No es que fuera mi intención, teniente, pero es que el mapa me dijo que por aquí se encontraba la heladería, ¿ves?
Le enseñó el mapa tal y como ella lo veía: girado y con todas las marcas de lugares de interés. En ella se podían ver algunas advertencias por los laterales del mapa donde ponía que la chica tuviera cuidado al leer el mapa, pudiendo ver la poca confianza que tenían en ella en ese sentido.
-Estoy segura que seguí todas las calles, aunque había algunas que no eran exactamente como ponía allí y tuve que improvisar… Por cierto… -señaló hacia los dos hombres que iba cargando la marine con una mano-. ¿No crees que sería mejor llevar a esos a algún lugar? No creo que quieran venir a tomar algo. O al menos yo no quiero que vengan. No son muy guapos, que digamos.
Se había puesto con las manos en la cintura, llevando el mapa en una de sus manos mientras su cola se movía bajo la falda, aunque sin salir ni levantarse. No había esperado encontrarse con una situación tan surrealista en su primera hora de estar en aquel lugar.
-Lo mejor será que espere fuera del callejón -miró el mapa otra vez y señaló hacia la dirección que indicaba, esta vez puesto de lado-. ¡Hacia allí!
Casi era una ruleta rusa, intentando adivinar la dirección y, por lo visto, había fallado estrepitosamente. Una pared era el lugar donde indicaba su dedo con confianza, y intentar atravesarlo parecía complicado, quedando en silencio unos segundos antes de encogerse de hombros.
-Malditos mapas defectuosos… ¿Por qué siempre me los dan con los caminos equivocados? -miró hacia la mink, carraspeando una vez para aclararse como si eso nunca hubiera pasado-. O podría dejar que amablemente me guiaras hacia las calles otra vez. Hacer sentir útiles a los marines es una de las prioridades que deben tener todos los buenos ciudadanos.
Se acercó más a ella hasta quedar al frente, mirándola a los ojos con curiosidad. Había visto otras mink, pero aún estaba intentando deducir qué era exactamente. ¿Debía fiarse totalmente de ella o era un engaño? Sin embargo, aún necesitaba ayuda para salir de allí. Le dedicó una sonrisa y se puso de puntillas, dándole un besito en la mejilla para volver a separarse.
-También gracias por salvarme, no te lo había dicho aún.

La mink tuvo que girar la cabeza para leer algo del mapa, captando casi de inmediato que era lo que estaba mal, sin embargo deseó permanecer en un silencio prolongado para escuchar toda la historia y entender a cual de las muchas heladerias podría referirse. La calidad del helado era importante y mucho más lo era cuantos gustos tuviese la heladeria en cuestion dado a que algunas solo tenían dos o tres posibles elecciones dependiendo la hora del día.

—¿Mhm? Ah estos tipos, descuida mis hombres se encargarán de llevarlos a la enfermería y al calabozo. ¡Pero no importa! Lo importante es que estás a salvo, vamos salgamos de este lugar. Y puedes llamarme Berry bonita, no hay necesidad de ser tan formales y hacerme sentir como una ancianita.—

La zorra soltó una tierna risa al ver como la muchacha apuntaba a un muro como salida, si fuese por Berry era una salida factible solo debía derribarlo a puñetazos y enfrentar alguna multa por destruir propiedades sin motivo aparente. Negó con la cabeza antes de señalar con su garra el camino correcto que llevaba a las calles principales.

—No seas tan dura con los mapas, puede que todo sea cuestión de mirarlos al contrario. ¡Puede que te guies mejor si lo haces!—

La mink sonrió, no quería ser grosera con la turista y decirle que estaba leyendo los mapas como un sordo escucha a una ballena, prefiriendo sugerir que leyera los mapas de manera "incorrecta" a su visión de correcto. Algo bastante complicado de entender y que incluso Berry se quedó pensando, tal vez por ello al sentir un beso sobre su pelaje se sacudió levemente como saliendo de un trance.

—Oh, ni lo menciones es mi trabajo después de todo. Y besas bastante bien, ahora vamos a ver la heladeria que conozco está por aquí.—

La zorra salió del laberinto de callejones lentamente y vigilando que la muchacha le siguiese. Allí dos soldados de la marina con cara de agotamiento la recibieron, siendo quienes habían estado patrullando con Berry pero no habían podido seguirle el paso dado la hiperactividad que la zorra tenía en el cumplimiento de sus obligaciones.

Tras entregar a los bandidos, la mink volvió a acercarse a su civil favorita del día. Ya con la claridad del sol los rasgos faciales de Berry se mostraban mucho más amigables pese a medir casi dos metros y su imponente musculatura tras meses de pleno trabajo duro. Su uniforme gris y su capa blanca a los hombros le conferían autoridad pero a la vez un aura de persona culta que se esfumaba al verla mover sus orejas como agujas de reloj o mordisquear el pelaje de sus garras.

—Toma mi garrita para no perderte, descuida las almohadillas de abajo son suavecitas no tendrás problemas. Conozco una heladeria cerca y solo necesito mi olfato para guiarme. ¿Cómo te llamas? ¿A que te dedicas? Podemos charlar mientras caminamos...—

La mink comenzó a olfatear para luego ponerse en marcha tirando suavemente de la mano de su acompañante para que esta caminase y no fuese literalmente arrastrada por todo el camino. Berry podía ser un poco bruta y despistada con su propia fuerza pero jamás heriría a un civil inocente estando dispuesta a caminar lento pese a sus ganas de comer helado que se reflejaba en la baba que colgaba de su boca a cada mención de dicha heladeria.