[Privado/Pasado][Elizabeth y Ahiru] Buscando Provisiones

Me hallaba tumbada en la cama, descansando mientras mi cuerpo era mecido por el vaivén del barco producido al contacto con las olas. Hoy no era un día en el que me apeteciera buscar líos ni diversión, tan solo esperaba que el barco siguiera su rumbo hasta la noche sin toparse con ninguna isla, pero por desgracia, no pudo ser. Mis ojos comenzaban a entrecerrarse, aunque los anaranjados rayos del atardecer ya comenzaban a filtrarse por los cristales de la ventana, algo ennegrecidos a causa de la suciedad.

Justo en ese momento, escuché los gritos del capitán.

-¡Echad el ancla! ¡YAAAARGH! ¡Elizabeth!

Como siempre, supuse que querría que bajara para aprovisionarnos. Siempre tenía que ser yo la que lo hiciera, ya que Unity perdía fácilmente los estribos y asesinaba a los que se cruzaban es su camino, Arya era demasiado "señoritinga" para llevar demasiado peso, a Erika no le gustaba mucho la idea de perpetrar ningún tipo de fechoría, y Ahiru estaba siempre durmiendo. Aspros era el único que me acompañaba de vez en cuando, y al capitán ni mencionarlo, solo bajaba del barco cuando le venía en gana y desde luego no era por el bien de los tripulantes.

Me incorporé de la cama y salí del camarote de mala gana. Ya se me ocurriría algo para sacar provecho de la situación, tal vez robara alguna que otra cartera para ganar unos berries como remuneración por conseguir provisiones para la banda.

Saló a la cubierta, donde se encontraban todos, y acto seguido y sin decirles nada utilicé el Soru y el Geppou para bajar a tierra firme sin problemas y a gran velocidad.

-¡Ya estoy harta de ser vuestra chacha! ¡La próxima vez si queréis comer bajáis vosotros mismos que tenéis dos piernas para algo! –les dije antes de empezar a caminar y escuchando lo que seguramente serían insultos de Unity.

Dormía plácidamente en la hamaca que Eli me hizo con plantas en la cubierta cuando Aspros alzó la voz desde el palo mayor y me despertó. Cuando desperté estaba un poco confusa, no sabía lo que ocurría, hasta que me levanté y miré hacia el horizonte y pude ver una isla cerca de nuestra posición. Eso sería lo que nos estaba comunicando Aspros.

Hacía tiempo que solo comíamos verduras que producía Eli, así que supuse que tendríamos que parar para conseguir algo de carne. Iba a volver a tumbarme y seguir durmiendo, pero los gritos que comenzó a dar el capitán cuando nos acercamos más a la isla me lo impedían, así que me quedé de pie esperando a que la cosa se calmase para seguir durmiendo.

Eli no tardó en salir del camarote, pero no nos dijo nada, solo desapareció como solía hacer ella y nos dejó en el barco, parecía cabreada. Mientras gritaba desde el suelo, pensé que podría ayudarla a traer comida, así no estaría sola y podríamos traer más cantidad.

-¡Espera Eli! –le dime mientras bajaba del barco gracias a la pólvora y me ponía a su lado.

Esperaba poder realizar la tarea en el menor tiempo posible para regresar cuanto antes al barco y proseguir con nuestra travesía, pero la voz que menos esperaba y deseaba escuchar se alzó tras de mí pronunciando mi nombre para pedir que esperase a aquella marmota.

No me quedó más remedio que frenar en seco esperando a que me alcanzase. Desde luego que ahora no podría trabajar a la velocidad que hubiera deseado, pero por lo menos llevaríamos al barco el doble de provisiones. No hay mal que por bien no venga.

Cuando vi que se situaba a mi lado continué el camino por las calles irregulares del pueblo y plagadas de gente realizando sus recado mientras le dictaba mis normas para que no estorbase más de la cuenta, como solía hacer siempre que pretendía ayudar..

-Regla número uno: obedecerás mis órdenes sin rechistar. Regla número dos: no te separes de mí. Regla número tres: sé discreta. Regla número cuatro: no te entretengas con tonterías. Regla número cinco: sigue mi ritmo y no te quedes atrás. Regla número seis: como incumplas alguna de las otras leyes te saco los intestinos y se los doy a Unity para que los cocine –le dije mientras mis ojos se desplazaban a gran velocidad por los puestos de los mercaderes, evaluando por cuál sería mejor empezar.

Me puse a su lado para acompañarla, pero nada más comenzar a caminar empezó dictándome sus interminables normas. Tan solo podía escuchar los números que decía. Pensé que nunca acabaría de hablar, hasta que escuché lo ultimo que dijo de darle mis intestinos a Unity. No me atrevía a pedirle que me dijera todas aquellas normas, así que me quedé en silencio asintiendo intentando no llevarle la contraria, porque parecía que de nuevo no estaba de humor, para variar.

Mientras caminamos Eli no paraba de observar los puestos. No sabía por qué no se decidí a actuar, era sencillo y no había que darle tantas vueltas.

Me acerqué a uno de los puestos de carne y comencé a hablar con el tendero para distraerle.

-Hola -dije con una voz animada. -¿Qué carne es esta? -le pregunté acercándome a la más lejana mientras inclinaba mi cuerpo y dejaba entrever el canalillo.

Pensé que por una vez aquella estúpda podría estarse quieta si le dejaba bien claro lo que debía hace, pero ni aún enumerándoselo parecía captar mi mensaje. Segundos después de dictarle mis normas incumplió todas de una aproximándose a un puesto y entablando conversación con el vendedor.

Por lo menos parecía que lo que estaba haciendo no era del todo inútil. Aquel baboso tendero no quietaba ojo de su escote mientras intentaba responder a sus inocentes preguntas entre balbuceos.

Me quedé en mi posición mientras unas pequeñas ramas salían del suelo y agarraban la carne más cercana del borde del puesto y la escondían bajo este mismo. Saqué de mi bolsillo un gran pañuelo y me acerqué al puesto tirándolo al suelo disimuladamente para que las ramas dejaran todo sobre él y después poder llevármelo con tranquilidad.

Cuando me aproximé al puesto para coger el pañuelo el hombre que estaba al cargo apartó por un momento la vista de Ahiru para mirarme con desconfianza ¿Se había dado cuenta?

No me giré para ver qué hacia la subcapitana, pero no me había reñido ni llamado la atención, ni siquiera se había acercado, así que supuse que eso sería una buena señal y estaría haciendo su trabajo.

Estuve hablando con aquel hombre de todo lo que se me ocurría, preguntando sobre carne y halagando su perilla, pero Eli se aproximó hacia nosotros y el vendedor no lo pasó por alto. Seguramente por sus pintas desconfiaría de ella y se podía echar todo a perder, así que comencé a reís mientras movía exageradamente mis hombros y como consecuencia también mis pechos.

Aquello sirvió para que el hombre se olvidara de ella y se volviera a centrar en mí, riendo conmigo de algo que ni yo misma comprendía.

Pensé que tendríamos que salir corriendo si aquel hombre había visto algo, pero cuando Ahiru comenzó a reír descontroladamente y moviendo sus protuberancias el hombre dejó de prestarme atención. Parecía entonces que no se había percatado del hurto.

Me agaché para coger el pañuelo que envolvía la comida y tosí discretamente para llamar la atención de Ahiru y que regresara conmigo.

Tras eso me dirigí hacia un callejón poco transitado y esperé a que la pelirrosa regresara conmigo. Aún estaba charlando con aquel hombre, pero parecía que hacía el amago de irse a pesar de la insistencia del hombre en que se quedara. Esperé pacientemente a que regresara para continuar consiguiendo comida, pero una voz ronca a mis espaldas hizo que me sobresaltara y me girase bruscamente.

-He visto lo que has hecho -dijo un tipo encorvado y vestido completamente con harapos a excepción de la mitad del rostro que pertenecía a los ojos. Sus manos huesudas y arrugadas y su oscura vestimenta contribuían a dotarle de un aspecto un tanto siniestro, pero no me achanté ante él.

-¿Y qué me quieres decir con eso? no tengo tiempo para ti -le dije retrocediendo para encontrarme con Ahiru.

-Dame la comida si no quieres que dé la alarma al pueblo.

-Búscate la vida como hacemos todos, ¿quieres comida? Pues toma -dije mientras le acercaba mi mano recubierta con energía espiritual y le atravesaba en aquel lóbrego callejón.

Aquel hombre era muy insistente, pero al final pude librarme de él. Cuando me di la vuelta me costó encontrar de nuevo a Eli, pero finalmente vi su figura oculta en un callejón.

Me acerqué a ella y justo vi cómo atravesaba a un pobre hombre, haciendo que su cuerpo cayera al suelo sin vida.

-¿Qué has hecho Eli? ¿Por qué lo has matado? -pregunté con lástima. No parecía que fuera ninguna amenaza, aunque sabía por experiencia que tampoco hacía falta mucho para que a la subcapitana le entraran ganas de matarte, y como podía ver no se lo pensaba dos veces.

Cuando atravesé al hombre su cuerpo inerte chocó contra el suelo y quedó empapado por un charco carmesí en pocos segundos. En ese momento la voz de Ahiru sonó a mis espaldas. Hoy no estaba resultando tan inútil como otros días, por lo menos había servido como distracción y ahora había logrado encontrarme ella solita, lo único que le faltaba aprender era a cerrar esa bocaza.

Me giré hacia ella mostrando indiferencia para responderle a sus estúpidas preguntas y poder seguir con lo nuestro sin más contratiempos.

-Él se lo buscó, quería delatarnos a menos que le diéramos la comida ¿Acaso cree que somos monjas de la caridad? No sabe ni buscarse la vida, le he hecho un favor, no iba a sobrevivir durante mucho tiempo más con esa actitud ¿Tienes algo que recriminarme? Si mal no recuerdo has infringido todas mis normas, pero haré la vista gorda por esta vez ya que has servido de ayuda. No metas la pata, calla y sígueme -le dije comenzando a caminar de nuevo hacia otro puesto.

Decidí no decirle nada más, estaba claro que no aceptaría ninguna crítica, y mucho menos que siguiera desobedeciéndola.

Le seguí justo como me dijo hasta otra tienda un poco más alejado del anterior, esta vez se trataba de una licorería. Normalmente lo que más se llevaba al barco de provisiones era alcohol, ya que Eli no podía producirlo, y el capitán era lo que más necesitaba, más incluso que la comida.

Elizabeth estaba ya harta del lugar, se le notaba bastante, así que supuse que esa era nuestra última parada. No tenía aún ni idea de cómo iba a hacer para saquear la tienda entera sin llamar la atención, ya que siempre que regresaba al barco después de buscar provisiones solía traer varios barriles y algunas botellas.

No necesitábamos más que carne y alcohol en el barco, puesto que las frutas y verduras podía crearlas yo y el pescado era sencillo de conseguir para Dromp, así que una vez tuve la carne suficiente para alimentarnos me dirigí a la licorería más cercana.

-Toma -le dije a Ahiru dándole la carne envuelta. -Espérame aquí quietecita, y cuando salga nos iremos al barco de nuevo. Intentaré sacar las cosas por las buenas, así que no habrá que salir corriendo, pero por si acaso estate preparada.

Tras decirle estas palabras atravesé la puerta de la tienda de madera y el fino timbre de una pequeña campana situada en lo alto de la puerta anunció mi llegada. aquel lugar era más grande de lo que esperaba, pero aún así no dejaba de ser un antro agobiante y falto de luz exterior, tal vez para que las bebidas se conservaran, o puede que simplemente porque al que lo construyó no le diera por hacer más ventanas.

La madera del suelo crujía a medida que avanzaba hasta el mostrador, donde un hombre calvo y con más barriga de lo normal bebía de una pequeña botella mientras restos de aquel líquido amarillento que llenaba el recipiente se deslizaban por las comisuras de sus labios.

-Buenos días -me dijo el vendedor sin muchos ánimos y arrastrando las palabras.

No quería volver a desobedecerla, así que me quedé en el sitio que me dijo mientras la esperaba con aquel paño que envolvía la carne que acabábamos de robar hacía unos minutos.

Estaba bastante nerviosa, sentía que las miradas de los ciudadanos se dirigían hacia mí, aunque sabía que eran imaginaciones. Si fuera sola no tendría problemas para huir o hacer explotar a aquellas personas si realmente constituían un peligro, pero sin órdenes de Eli no sabía qué hacer.

Ya había pasado un rato desde que entró en aquella tienda y parecía que no salía, pero lo único que podía hacer era seguir esperándola allí.

Nada más entrar pensé que no sería buena idea atracar a aquel tipo, armaría demasiado escándalo y me sería imposible llevarme conmigo tanto alcohol como deseaba, así que haría lo de siempre.

Comencé a caminar entre los polvorientos estantes repletos de botellas mientras fingía que me interesaba por ellas a la vez que unas pequeñas flores somníferas brotaban de entre las botellas.

Esperé un rato hasta que pareció que hacían efecto. El encargado de la tienda comenzó a cabecear y finalmente cayó rendido. También me pareció escuchar un golpe al fondo de los pasillos, al final resultaba que no estaba sola en la tienda, aunque poco me importaba.

Hice que cuatro troncos con forma similar a la humana enredaran en una red formada por lianas todos los barriles que pudieran cargar mientras yo cogía varias botellas.

Seguí esperando en la misma posición hasta que pude ver por la sucia ventana unas grandes figuras dentro de la tienda. No sabía si eran peligrosas, y tampoco quería desobedecer a la segunda al mando y entrar ahí, pero quería servir de ayuda aunque fuera desde fuera.

Hice que un rastro de pólvora rodeara la tienda y me preparé para prenderle fuego por si pasaba lo peor. Seguramente Eli pudiera valérselas por sí misma, pero nunca venía mal algo de ayuda.

Apunté con mis dedos lanzallamas hacia aquel rastro de pólvora compacta para en caso de tener que hacerlo explotar fuera lo más rápido posible.

Cuando ya estuve lista y cargada con todo lo que pude coger, salí de la tienda abriendo la puerta con el hombro, ya que mis manos estaban completamente ocupadas con el alcohol.

Cuando crucé la puerta lo primero que hice fue buscar con la mirada a Ahiru, que se encontraba justo donde le dije, solo que apuntaba con los dedos a algo que no lo graba encontrar. Miré hacia el suelo y pude ver como un camino formado por pólvora se dirigía ala tienda y la rodeaba por completo.

-¿Se puede saber qué haces? -le pregunté mientras los troncos salían tras de mí del local. -¿Acaso quieres volarme en pedazos? Deja de hacer la tonta y vayámonos antes de que despierte el vendedor.

Mis criaturas y yo salimos de allí y comenzamos a alejarnos en dirección al barco para irnos definitivamente de aquella isla. No podía evitar observar las expresiones en los rostros de las personas que nos cruzábamos, que nos miraban bastante extrañados, seguramente a los troncos, y algunos incluso huían de nosotros alejándose lo máximo posible.

Prefería no llamar tanto la atención, pero era necesario si pretendía saquear la tienda y llevarme lo lo necesario para saciar a un gigante borracho.

Por suerte Eli salió sin problemas de la tienda, pero unas extrañas figuras la seguían con redes llenas de barriles. No pareció alarmarse, así que supuse que se trataba de cosa suya.

Aparté las manos de la pólvora y comencé a seguirla hacia el barco. Todo había ido mejor de lo que esperaba, sin persecuciones de los ciudadanos furiosos ni gritos de gente asustada.

me confié pensando en que todo estaba ya arreglado, pero había una cosa que se me había olvidado y recordé demasiado tarde. Una gran explosión hizo derrumbarse la tienda de licores que comenzó a arder al instante con un fuego bastante potente. Miré a Eli con una mirada de disculpa mientras uno de los ciudadanos son señalaba y gritaba.

-Ellas son las culpables, han sigo las últimas en entrar, y están acompañadas de seres extraños que parecen haber saqueado la tienda.

Todo había salido según lo esperado a pesar del pequeño percance de Ahiru del principio. Estaba deseando llegar ya al barco y dejar de sentir las miradas de la gente clavadas en mi nuca, pero justo cuando podía ver ya el barco en el puerto, una explosión hizo que me girase bruscamente.

La tienda en la que habíamos estado había comenzado a arder a causa de la explosión y las enormes llamas consumían el local a gran velocidad, que encima de ser de madera estaba repleto de alcohol.

Seguramente la pólvora que dejó Ahiru en el suelo entró en contacto con fuego, tal vez con una colilla. Por suerte nos encontrábamos algo alejadas y lo único que me importaba en esos momentos era salir de allí, pero al parecer no nos dejarían escapar tan fácilmente.

-Ellas son las culpables, han sigo las últimas en entrar, y están acompañadas de seres extraños que parecen haber saqueado la tienda.

No valía la pena intentar justificarnos, lo mejor sería huir cuanto antes.

-Corre Ahiru -dije mientras comenzaba a correr hacia el barco seguida de los troncos.

Elizabeth apenas escuchó las palabras del hombre comenzó a correr hacia al barco. No sabía si podría correr tanto como ella y mucho menos con la carne, así que hice que una barrera me separase de los ciudadanos para poder ir más tranquila.

Corrimos hasta llegar al barco. Los ciudadanos los pisaban los talones, pero no se atrevían a acercarse mucho por si hacía explotar la pólvora de la misma manera que en la tienda, así que les pudimos sacar ventaja hasta subir al barco.

Aquellos seres tardaron un poco más en subir, pero con la pólvora que hice pude impulsarles rápidamente hacia la cubierta, y nada más estar todos listos para zarpar, pusimos rumbo hacia mar adentro ara alejarnos de la isla y de los ciudadanos furiosos.

Lo habíamos pasado mal, pero por lo menos pudimos conseguir comida para varios días y alcohol para una o dos noches.