La gran aventura... O no. [Pasado] (Hardo y Jallial)

Me encontraba en un bosque cercano a una playa. Hacía unos días había dejado un pueblo-ciudad. La gente del North Blue era un poco más seria que en otros mares. En mi viaje a la siguiente isla había llegado a una isla deshabitada, salvo por los animales que vivían allí en ella. La vegetación era la típica de un bosque tropical, sin nada especial. Sin embargo allí habitaban especies bastante raras de animales. No había podido explorar la isla entera todavía, ya que había llegado la tarde anterior, pero en mi corta estancia  ya había podido ver a un par de gorilas con cuatro brazos y unos buitres negros con la cabeza azul. No sabía si habría más especies raras, a excepción de unos osos de dos cabezas, pero tan solo por eso ya había merecido la pena.

Había ido a la isla Yutakángrea por recomendación de un naturalista que había conocido en un pueblo del North Blue. Después de una de mis actuaciones, estuvimos charlando y salió a colación el tema fauna/flora de la región. Tras mostrarle mi interés por el tema y decirle que además de los cuentos locales y leyendas, también estaba recogiendo información sobre los animales y plantas del mundo me recomendó visitar esta isla, pues se podían ver especies de animales únicas en el mundo. Le di las gracias y resolví que mi siguiente parada sería esa isla.

Desde dónde me encontraba se podía oír el rumor del mar a lo lejos y algún graznido de gaviota de vez en cuando.
Ya había añadido la descripción de los gorilas y los buitres en mi Gran Libro de Aventuras, pero todavía quería ver a los osos de dos cabezas.

Puesto que era una isla bastante peligrosa, había construido una pequeña marioneta improvisada con barro y algunas ramas de árboles, que utilizaba de explorador, siguiendo las instrucciones del Manual de Señuelos. Yo me movía por encima de los árboles, que me servía tanto para entrenarme físicamente, como para evitar a los depredadores del suelo, y hacía ir por delante a la marioneta, a ras de tierra, apartando ramas en zonas con poca visibilidad y tanteando el terreno, lo que me permitía entrenar mi habilidad de usuario.

A mitad de mañana, estaba explorando la isla, cuando pude ver a lo lejos a un hombre que venía de la playa internándose al bosque. No sabía muy bien hacia donde se dirigía, ni si era peligroso o no. Decidí seguirlo durante un rato para poder sacar alguna conclusión.

La verdad es que un poco de ayuda no me vendría mal teniendo en cuenta el tipo de animales que hay por los alrededores…

Aquel tipo tan raro, estuvo dando vueltas por la isla sin parar. Al parecer se había perdido. Cuando me acerqué un poco más pude ver mejor a aquel hombre. Era alto, de una complexión fuerte. Iba peinado con los pelos de punta y hacia atrás. Mientras caminaba por el bosque, parecía hablar consigo mismo.

En un abrir y cerrar de ojos, aquel tipo pasó de ser humano a ser un híbrido entre humano y lobo. Olfateó el aire y debió olerme, porque al momento se giró y destrozó a mi pequeño explorador. Después de hacer añicos mi marioneta, se orientó hacia donde yo estaba y me amenazó. Me “aconsejó” que me mostrase. La verdad es que el híbrido parecía fuerte. Podría haberme planteado pelear contra él, pero la verdad, estaba disfrutando de la mañana y no me apetecía tentar a la suerte. Además, aunque suponía que se trataba de un usuario de tipo zoan, pensé en la posibilidad de que fuese algún nativo de la isla y que estos tuvieran ese tipo de habilidad, al fin y al cabo había gorilas con cuatro brazos…

Salí de mi escondite y me presenté.

-Hola ser híbrido. Me llamo Hardete. He venido para poder ver las especies exóticas de animales que hay en esta isla. ¿Tú eres nativo de aquí?

Aquel ser híbrido se quedó parado olfateando el aire después de que me presentase, como si buscase algo. Me quedé plantado observando su comportamiento, alerta por lo que pudiera hacer. La verdad, me estaba poniendo bastante nervioso, ya que no sabía muy bien cómo iba a actuar. Aquella cosa medio lobo, medio humano parecía estar desconcertado.

En los instantes que tardó en reaccionar me fijé en él. Tenía un aspecto realmente feroz. Sus ojos eran amarillos, similares a los de un lobo cuando en medio de la noche captan un rayo de luz y parecen brillar, y su pelaje oscuro contrastaba con la palidez de su piel en las zonas en las que podía verse.

Debo estar como una puta regadera para estar aquí plantado, delante de la cosa esta mientras olfatea lo que sea que esté olfateando.

Cuando pareció volver en sí, me contestó a mi pregunta. Volviendo a su forma humana – así que se trata de un usuario zoan – me dijo que no era de allí y, que de hecho, estaba más perdido que un pulpo en un desierto. Me resultó cómica la comparación, pues de repente me imaginé a un pulpo arrastrándose por la arena de un desierto preguntándose donde narices estaba el agua. Me propuso viajar juntos por la isla para aumentar nuestra seguridad y se presentó. Jallial Reezek era su nombre.

La verdad que en su forma humana daba menos miedo, sin embargo sus ojos denostaban algo siniestro en lo más profundo de su ser. Era más alto que la media, aunque tampoco lo era mucho más que yo. Tenía el pelo negro y de punta, peinado hacia atrás.

Más vale que tenga algo de cuidado no vaya a ser que me coma en cuanto le dé la espalda.

Me extendió la mano en señal de saludo formal y yo se la estreché mostrándome más seguro de lo que estaba realmente, aunque el hecho de que se mostrase amistoso conmigo me tranquilizó un poco.

- Me parece una idea genial. Por lo que he visto de aquí no estaría demás, la verdad. Y por cierto… no te preocupes por mi marioneta. Volveré a hacer otra en un santiamén.

Dicho esto, recogí los restos de lo que antes había sido mi explorador de seguridad y utilizando unas cuantas ramas algo más gruesas que las anteriores y un poco de barro del suelo hice dos nuevos exploradores.

- Bien, con esto podremos evitar algún peligro en zonas con poca visibilidad. Ya sabes del estilo de serpientes o arañas venenosas. ¿Sabes si hay más humanos por aquí? La verdad es que no he visto a nadie más que tú. No llevo demasiado tiempo aquí tampoco y no me gustaría encontrarme con alguna tribu caníbal…

Parecía que aquel ser híbrido tenía sentido del humor y todo. Para tranquilizarme me dio una palmada en la espalda.

-Para comerme a mí primero tendríais que poder cogerme. Tú a lo mejor podrías, pero los caníbales ya te digo que no.

Tras informarme que éramos los únicos humanos de la isla, se fijó en mis marionetas de barro. No parecía haber reparado en ellas antes y cuando las vio moverse por sí solas me preguntó si era  algún truco de pacotilla o el poder del alguna akuma no mi.

-Podría decirse que magia, ¿no? ¡Nah! Al igual que tú soy un usuario. Me comí la Pup Pup no mi hace algún tiempo. ¿Puedo preguntar qué haces aquí? Llevas un rato dando vueltas en círculo, por lo que no has estado antes aquí y tampoco buscas nada en concreto porque no te ibas fijando por donde ibas.

Mientras hablaba, iba moviendo la vegetación circundante con mis marionetas para descubrir cualquier animal que hubiese escondido, desde alguna serpiente constrictora hasta alguna pequeña araña letalmente venenosa o escorpión.

-No sé hasta dónde llega el olfato de este tipo, pero más vale que tome algunas precauciones por si acaso.

La verdad es que poco a poco me iba relajando, aunque no terminaba de sentirme del todo cómodo al lado del Jall. No lo conocía para saber cómo actuaría y seguía notando un no sé qué en él.

-En fin, será cuestión de acostumbrarse a la gente de aquí… Ya me pasó en el East Blue que la gente me resultaba muy rara, supongo que aquí lo mismo.

- Lo digo yo, porque de haber querido comerme ya lo habrías hecho…
Aquel tipo parecía ser muy curioso, no hacía más que bombardearme a preguntas. Parecía un interrogatorio de primer grado.

Aparecido como por arte de magia apareció un tigre enorme de detrás de un helecho. Jall sonrió, me dijo que le mostrase de lo que era capaz y se echó a un lado.

- ¿No lo has olido? Creo que después de esto me voy a replantear eso de que no hay más humanos en la isla…

Aquel tigre parecía estar preparándose para abalanzarse sobre alguno de nosotros. Sinceramente no tenía demasiadas ganas de pelearme con aquel bicho tan grande, así que opté por lo que sabía sería útil y me ahorraría esfuerzos.
Sin hacer movimientos demasiados bruscos, le pegué al tigre con la marioneta de barro que tenía más cerca. Al mismo tiempo hice que Husky, Agnes y Stich recogiesen algunas piedras de la zona. Al notar el golpe de la marioneta de barro, el enorme tigre se giró y centró su atención en la masa de barro y ramas. La olfateó. Aproveché que el gatito, se sentía curioso para pegarle nuevamente en el hocico. No pareció sentarle muy bien ya que de un zarpazo destrozó a mi valiente explorador. En mi interior noté como una presencia desaparecía. Comencé a lanzarle piedras con las marionetas de madera desde diferentes lugares al felino, que al verse apedreado por todas partes rugió sonoramente y se escondió de nuevo entre los helechos. Para asegurarme de que se iba, continué lanzando piedras por donde se había escondido para terminar de ahuyentarlo.

- En fin… debería hacerme alguna marioneta para pelear. Supongo que con las marionetas adecuadas sí podría serme útil en combate. En cualquier caso no mi principal objetivo. ¡Oye! ¿Seguro que no hay nadie más por aquí? Al parecer tu sentido del olfato es igual que el de la orientación. Para ser un lobo, flojeas un poco… ¿no? No te lo tomes a mal. ¿Dónde vamos? Me falta por ver los osos de dos cabezas, ¿te vienes?

Jall alabó mi actuación, aunque saltaba a la vista que no era sincera. Bueno, tampoco me importaba, él acababa de pasar por alto un tigre del doble del tamaño normal…

No pareció que le sentase del todo bien mis comentarios sobre la fiabilidad de su olfato y me explicó que en su forma humana su olfato era igual que el mio.

Pues vaya basura de fruta. – Pensé. – Un perro sin olfato…

En cualquier caso, preferí no insistir más con el tema porque tampoco quería enfadarlo y en su forma híbrida era bastante grande y asustaba un poco.

Después de decirme no sé qué de formas normales, híbridas y completas, echó a andar. En un visto y no visto, aquella persona humana se había convertido de nuevo en un ser híbrido, qué salió disparado hacia lo que parecía una manada de… ¡osos! Me animó a que lo siguiera, gritando, y me dijo que tenía ganas de jugar un rato.

Esperaba que actuase como un buen depredador y se quedase esperando un rato escondido para que pudiera observar a la manada tranquila, ver que hacían y si era una manada familiar o formada por individuos de diferentes familias, aunque no las tenía todas conmigo. Seguro que se lanzaría a por ellas. No había gustado como había dicho lo de “jugar”. Realmente me daba igual que los cazase, siempre y cuando después se aprovechase la comida, piel y órganos. Como amante de la naturaleza defiendo una explotación de ella, pero siempre de forma responsable. Además, aquella especie era endémica de esa isla, por lo que acabar con toda la manada de forma indiscriminada podría reducir drásticamente el número de individuos. Preferí decirle algo antes de que se inmolase, aunque no estaba seguro de sus actos, prefería asegurarme.

- ¡Eh! Si vas a cazarlos, no los caces a todos, puede ser que queden pocos, además solo se encuentran en esta isla, por lo que no habrá tantos. – Le grité para que pudiera oírme. – Y  si me haces el favor, déjame verlos unos minutos antes de que los asaltes. – Añadí esperando que no fuese demasiado tarde.

Tal y como suponía aquel tipo no iba a dejar a los animales tranquilos. Estando a la carrera hacia dónde se encontraban los animales cambió a su forma completa. Un lobo enorme de ocho metros de largo.

-¡Caray! ¡Vaya bicho!

Para cuando me quise dar cuenta, aquel animal mitológico lobo, humano, híbrido o lo que fuese ya había congelado a todos los animales, o eso me pareció. Cuando llegué al lugar, me dijo que los había dejado así para mí, me fijé un poco más en ellos y vi que aún estaban vivos. Todavía movían los ojos y algunos sufrían pequeños espasmos en los músculos.

No bien llegué, Jall se despidió de mí, alegando algo sobre un tal Red y sus pertenencias, me deseó suerte con mi investigación y echó a correr camino a la playa. Cuando llegaba al agua y no frenaba pensé que se ahogaría, a fin de cuentas era un usuario, sin embargo esta vez pude ver cómo iba congelando el mar para poder caminar por encima de él hasta llegar a un barco.

De pronto me imaginé las caras de la tripulación cuando vieran acercarse a un lobo de ocho metros, corriendo por encima del agua del mar, directo hacia ellos.

-En fin… Cuídate tú también y suerte en tu viaje, ser híbrido.