[Privado] Contrato de asesinato: Alex Empanadilla, el doctor cuervo.

Alex expulsó todo el cloro que pudo. Empezó a sentirse ligeramente aturdido por utilizar tanta energía. De pronto, sintió como la hoja de la espada se alzaba en movimiento vertical. Su cuerpo adquirió una forma gaseosa, y debido al impulso de la espada, dio medio paso atrás. Sintió como el espadachín decrecía rápidamente y se liberaba de su agarre. Vio como se convertía en una especie de forma metalizada que se retorció y se alejó un poco antes de volver a su forma original. "Este tío también es un usuario. No hay otra explicación para ese movimiento" pensó mientras temblaba un poco debido al cansancio. Había gastado mucha fuerza en aquel ataque loco. El otro escupió un trozo de bollo y se puso a gritar como un loco esquizofrénico a un grupo de matojos retorcidos. ¿Qué le pasaba a aquel tipo? El médico sintió como aquel tipo desistía. Salió corriendo, y casi tropieza al alejarse en la arena. Alex estaba muy cansado, sentía las piernas flaquear. Observó el bote. Tenía que volver a colocarlo en el agua. Suspiró. Se acercó y apoyó sus manos en él. Las tenía llenas de sangre. Seguramente se las había manchado al agarrarle la cara al tipo aquel. Pensó en si Derian podría restrear a aquella persona a partir de su sangre. Decidió limpiarse en un paño y guardarlo. Si podía rastrearlo, podría preguntarle el porqué quería matarlo.

El bote. Claro. Tenía que darle la vuelta, y apenas tenía fuerza. Suspiró. Podía esperar a que subiera la marea y darle la vuelta. Pero no, si lo hacía en el estado en el que estaba, y sumándole la fuerza debilitante del mar posiblemente se ahogara. Agarró el bote y empezó a tirar de él hacia arriba. Con un esfuerzo brutal, logró levantarlo un poco. Estaba cansado, así que dio un último tirón y logró darle la vuelta a la embarcación. Sonrió con cansancio y arrastró la barca hasta el agua. Podía remar si lo hacía despacio, y en cuanto llegase al barco tendría que responder ante Derian por su ausencia y le informaría sobre el extraño asesino que se había cruzado. Y su recompensa de dos millones. Si no era una recompensa del gobierno... ¿quien quería matarlo con tantas ansias como para ofrecer dos millones por él? Tendría que investigar poco a poco.

El médico pensaba en todo esto mientras remaba hasta el barco, y mientras el sol salía a su espalda, reflejándose en el agua. Ese día Alex había dejado de convertirse en una presa. Ahora había contactado con su cazador interior.