Retorno al hogar [Drake y Derian]

La multitud se agolpaba en la calle principal del pueblo para ver lo que ocurría. Parecía ser que un noble importante se aproximaba, pues una comitiva anunciada por trompetas se aproximaba por el Camino Real. Era un grupo de quince hombres escoltando a una figura a caballo. Junto al jinete caminaba a la par un enorme lobo blanco de ojos dorados. Su presencia intimidó a muchos de los aldeanos, que retrocedieron a su paso. Uno de los miembros de la comitiva, alzó un estandarte al llegar al comienzo del pueblo. Al verlo, la gente supo quién era el jinete: el conde había regresado. Este era un hombre de aspecto aun joven (aunque ya estaba entrado en años). Larga melena negra, lisa y cuidada, piel pálida, ojos azules y facciones angulosas. Iba vestido con una coraza de acero y protecciones en brazos y piernas. Al cinto llevaba una pesada espada de mano y media con una M mayúscula grabada en la guarda.

La gente se fue haciendo a un lado al paso del caballo, mirando la escena con interés e impresión. Hacía más de un año que el conde Markov había marchado de viaje, y desde entonces era su hermano, Lorian Markov, el que los gobernaba. ¿Por qué regresaba ahora? ¿Pretendía tomar su legítimo puesto al frente del condado de Markov y el castillo de Markovia? La gente de pueblo solía ver mal los cambios, pues estaban acostumbrado a un estilo de vida estático y los cambios solían traer consecuencias negativas. Y la llegada repentina del legítimo conde podría significar subidas de impuestos o guerras con otros nobles que traerían males al pueblo llano como saqueos, pérdidas de primogénitos en el frente, epidemias y hambre. Estos miedos explicaban la actitud de los habitantes de Villa Markovia, que contemplaban con temor el regreso del conde Derian Markov, Yonkaikyo del Gobierno Mundial.

Derian era ajeno a estos temores. El noble no pretendía subir impuestos o continuar con las viejas rencillas con las casas vecinas. Sus planes para su condado eran mucho más ambiciosos, pero habían de esperar. Aun no era momento de reclamar la corona de Hallstat (que en el pasado había pertenecido a su familia. La dinastía Markov había sido la fundadora del reino). Había viajado a su tierra natal para hacer algunos preparativos para ese plan, principalmente comprobar la lealtad de su hermano Lorian. Derian no era idiota, y sabía que su hermano menor era ambicioso y posiblemente se hubiese acomodado demasiado en el trono en el tiempo que él llevaba fuera. Esa visita serviría para recordarle quién era el verdadero señor de Markovia. Al fin y al cabo Lorian sólo gobernaba en su ausencia. Las leyes sucesorias del ducado dictaban que como hijo menor no tenía derechos sucesorios a menos que el mayor muriese. Ni siquiera a la más pequeña de las baronías. Si el hermano mayor no se compadecía de los menores y no les daba tierras o cargos, pasaban a ser meros hidalgos sin tierras. Lorian podía considerarse afortunado por su puesto.

Habían dejado el Vela de Plata en el principal puerto del ducado, en la bahía de Veris. Alex, Olivia y Nat les esperaban allí, alojados como huéspedes en el castillo del barón de Veris. Desde allí habían viajado a pie con una comitiva compuesta por miembros de la tripulación, guardaespaldas que les había prestado el barón y un heraldo (cortesía también del barón). Les había tomado un día de viaje, pero allí estaban. Le dirigió una breve mirada a Drake y se preguntó que sentiría el chico lobo al volver a su hogar. Por su parte se sentía feliz de volver a ver las verdes colinas de Hallstat, y el antiguo y orgulloso castilo de Markovia. No es que conservase recuerdos especialmente felices del lugar, de hecho el castillo le recordaba a su odiado y difunto padre, si no que tenía algo que le llamaba. La construcción se alzaba en la colina más alta de la zona, dominando todos los alrededores. Tenía un aire de poder intimidante, el mismo aire que quería Derian que la casa Markov inspirase en toda Hallstat. Además, amaba el paisaje de la isla y su clima suave, melancólico y lluvioso.

Junto al caballo en el que iba montado el noble, caminaba aquel robusto y peligroso animal. El poderoso lobo blanco analizaba con sus ojos dorados el lugar por el que pasaban. Estaba bastante contento de poder regresar al que una vez fue su hogar. Allí asesinaron a su familia pero ese tema ya se había ocupado de zanjarlo personalmente. Fue donde encontró aquella fruta en forma de melón que al probarla le convirtió en lo que hoy era. Había pasado demasiados buenos momentos en aquella isla, fue donde le entrenaron para no mostrar dolor ni piedad. Allí fue donde por primera vez su potencial salió a la luz y donde le entrenaron desde temprana edad para servir como guardaespaldas de la familia Markov. Aún recordaba cuando le dijeron que su principal objetivo era viajar con Derian y servirle como protección y mostrarle lealtad ante todo. Por ahora había cumplido con su misión, o al menos a medias ya que la nevera del barco había dado algún que otro roce y alguna mirada tétrica.

De todas formas el chico lobo no veía a su líder como un jefe, más bien como un maestro, un mentor y sobre todo como un amigo. Algo que sabía de sobra que el vampiro moreno no sentiría pues era algo ´´raro´´ dentro de lo que el lobo blanco sabía. De todas formas en su tripulación había conocido a buenos amigos como eran el médico Alex o el cocinero loco Nat. Además de aquella chica que deseó destrozar y eliminar al principio, pero ahora le caía bastante bien aunque le encantaba mosquearla. Ellos se habían quedado en un castillo, menos mal que él había podido ir con Derian, sino se habría muerto de aburrimiento y habría liado una de las suyas. Pensar en los miembros de la tripulación le hizo pensar también en la comida, estaba algo hambriento y ya quería corretear a buscar algo que zamparse. Sin embargo sabía que aquel sitio era muy importante para su maestro y lo respetaría totalmente, no trataría de comportarse como de costumbre e intentaría estar calmado. No quería acabar colgado por sus ´´partes masculinas´´ del mástil del barco.

Su mirada analizaba a la gente y podía notar el miedo que muchos parecían tener al observarle. De repente empezó a olisquear suavemente para quedarse y recordar de nuevo con el olor de aquel sitio. Alzó la vista un momento a su derecha y pudo ver entre las franjas de espacio que dejaba la amontonada gente, un árbol bastante alejado. Pese a la distancia conseguía verlo debido a lo grande que era. En aquel árbol fue cuando salvó aquella chica morena de mechas rojas de un tipo rubio que planeaba violarla. En ese momento se enamoró de ella pero tuvo que irse de la isla para empezar su trabajo con su maestro. De todas formas ya se había reencontrado con ella y de forma curiosa pues fue en el restaurante de Baratie. Allí compartió una pela con unos marines con ella y de allí se fueron a una extraña isla llena de animales raros. En dicha isla los dos se reconocieron y fue cuando ´´cosas de mayores´´ pasaron. Ahora ella estaba a salvo en una isla paradisiaca del West Blue.

Negó varias veces con la cabeza para centrarse en lo que estaba, debía permanecer atento y con sus cinco sentidos fijos en lo que ocurría. De repente dirigió su mirada a Derian y se dio cuenta de que este le miraba. El lobo de ojos dorados volvió a mirar a otro lado analizando bien todo lo que veía. Quedándose con el camino de regreso por si se perdían. Algo tonto pues estaba claro que el camino se lo conocían de sobre, pero este pensaba así y a veces no se acordaba de lo más simple. Sus pasos eran elegantes y calmados además de suaves, casi no hacían ruido. Miró a su derecha observando a unos críos que parecían señalarle, de repente arrugó el hocico mostrando sus dientes y los niños se asustaron escondiéndose detrás de los que eran sus padres. Tras aquello el lobo blanco dirigió su mirada al frente y siguió caminando junto al caballo de su líder esperando a llegar a su objetivo.

La comitiva atravesó el poblado con Derian trotando majestuosamente al frente. Hacía mucho que no iba a caballo, pero antes de marchar de Hallstat y comenzar a recorrer el mundo solía hacerlo bastante a menudo, por lo que aun era bastante diestro. Eso, sumado a su sobrenatural destreza de vampiro hacía que montase a caballo mucho mejor que buena parte de la nobleza del reino. Alardeó, estirándose bien en su silla y comenzó a montar con más elegancia. Derian era muy orgulloso, y le gustaba demostrar sus capacidades. Al llegar al castillo, se pararon frente a la puerta y el heraldo se adelantó, carraspeando y diciendo:

- ¡Abrid la puerta a su señoría el conde Derian Kaerius Markov, señor del Condado de Markov y Barón de Markovia, Yonkaikyo del Gobierno Mundial y capitán de Dark Ascension, que vuelve para reclamar su legítimo puesto al frente de las tierras de su amado y difunto padre! ¡Alegraos y regocijaos, gente leales, pues el magnánimo heredero de los Markov ha regresado! ¡Que teman sus enemigos y los traidores, porque su espada es justa e implacable! ¡Abrid pues las puertas, buenas gentes de Markovia!

El discurso era más agresivo y trabajado de lo que esa clase de situaciones requerían, pero el propio Derian lo había escrito y le había ordenado al heraldo que lo retransmitiese palabra por palabra. Era una clara amenaza hacia su hermano y un aviso de que pensaba reclamar su herencia para sí. Posiblemente los escasos hombres que llevaba consigo convertían la amenaza en palabras vacías a ojos de Lorian, pero el conde confiaba en sus capacidades. Si su hermano decidía llevar las cosas a la fuerza, no le costaría nada destrozarlos a él y a la guarnición. Ninguno de los hombres de su hermano tenía nada que hacer contra él o Drake.

- Parece que tardan demasiado en reaccionar... ya deberían habernos visto llegar, mi señor - dijo uno de los hombres del barón de Veris.

- Mi hermano se estará haciendo de rogar. No tardarán en abrirnos - dijo Derian, confiado.

Tenía bastante claro lo que estaba ocurriendo dentro. Aun no les habían abierto porque Lorian no sabía lo que hacer. En aquellos momentos debía estar sopesando opciones y decidiendo si no sería mejor acribillarlos desde la muralla a flechazos y dejar pasar ese asunto. Derian dudaba mucho que su hermano menor se hubiese esperado algo así, y por eso aquella situación debía haberle pillado totalmente por sorpresa. Pasaron los minutos y finalmente las puertas comenzaron a abrirse, mostrando el recinto interior de la muralla y el edificio principal. Un nutrido grupo de soldados armados hasta los dientes salieron del castillo y les rodearon. Un hombre condecorado al que Derian reconoció como el capitán de la guardia de su padre comenzó a hablar.

- El lord protector de Markovia, Lorian Markov, le da la más calurosa bienvenida a su bienamado hermano el legítimo señor Derian Markov. Os transmite todo su aprecio y os invita junto con vuestros hombres a comer junto con él para que podáis poneros al día.

El capitán no era una persona ducha con las palabras ni un gran diplomático. Pero la intención estaba clara: intimidar y dejar claro quién mandaba en Markovia. Detrás de aquel discurso y del hecho de que saliesen hombres armados y un capitán de la guardia a recibirles en lugar de su hermano en persona o un heraldo había claras intenciones por parte de Lorian de marcar su territorio. Además en el discurso Lorian invitaba a Derian a comer a su propio castillo, un insulto para cualquier noble. Pero Derian no se molestó. Simplemente esbozó una ligera sonrisa y pensó: "hermano, eres transparente para mi. Ya me esperaba esto." Tanto sus hombres como los de Lorian estaban bastante tensos y pendientes de su reacción, pero cuando sonrió se quedaron algo más calmados y desconcertados.

- Acepto la invitación con sumo gusto. Capitán, llamad al servicio y ordenad que preparen aposentos para mi séquito. Y que limpien y preparen los míos también.

El capitán dudó por unos instantes. Se suponía que servía a Lorian, pero el legítimo señor de Markovia le estaba dando una orden directa, comportándose como si ya hubiese retomado el mando del castillo. Sin embargo era una persona leal a la familia Markov, así que asintió y le hizo una reverencia. Derian ensanchó su sonrisa, bajó de su caballo y le entregó las riendas a un soldado de Lorian indicándole que lo llevara a las caballerizas. Este miró antes dubitativo al capitán, el cual le hizo una señal para que obedeciese.

- Drake, sígueme - dijo Derian, adelantándose a todos y entrando en el castillo.

Finalmente llegaron al castillo, uno de los tipos que acompañaban al lobo  y al vampiro empezó a hablar. Tras sus palabras exigiendo la entrada el lobo blanco se quedó callado observando tranquilamente. Su cola se movía de forma calmada mientras parpadeaba varias veces. Pasó un poco de tiempo y no parecían abrir, si algo pasaba y había combate, no saldría nadie vivo de allí. El tiempo pasaba y no habrían, pero después de un poco más de tiempo, por fin  abrió un hombre, este comenzó a hablar y dijo las palabras mágicas. Invitar a comer, eso hizo que el lobo se relamiera, se iba a cargar toda la comida que le pusieran sin miramiento. De repente su maestro aceptó la petición y además dijo que prepararan los cuartos. No sabía si allí habría otros guardaespaldas, una de sus necesidades ahora era saber cuál era la protección del actual rey. Esperaba poder conocer al tipo más fuerte del castillo y si Derian le daba permiso, retarle.
 
En su mente tenía claro que el más poderoso guardián u guardaespaldas que había en aquella isla era él. No se dejaría intimidar por nadie del castillo, solo obedecería al propio y verdadero líder, a su maestro Derian. Cualquier orden proveniente de un tercero sería un reto y una posible muerte para ese tipo. Al único al que no atacaría sería al hermano de su maestro, sabía que eso era un asunto donde su líder no querría que nadie se metiese. Pero por los demás no le importaría atacar. La visita era calmada y no parecía haber indicios de peleas o batallas, pero el lobo ártico se mantenía serio y calmado y sobre todo alerta. Incluso su haki de observación iba activado por si las moscas. Pese a que por dentro estaba algo nervioso, por fuera parecía tranquilo. Había conseguido calmar un poco su lado malo y seguramente este no aparecería si no era provocado muy seriamente o en caso de vida o muerte.
 
Finalmente su maestro se adelantó diciéndole que le siguiera, y eso hizo, pero no dejaría ver su forma de lobo delante de los del interior del castillo. Mientras entraba tras Derian, se colocó a dos patas. Su pelaje desapareció, su cola también y su piel fue tomando color. Sus ojos pasaron de dorados a verdes oscuros. Su pelo castaño volvió a ser el de siempre y su altura también. Su musculatura ya estaba a la vista, esta vez no iba sin camiseta. Llevaba puesta una chaqueta de cuero abierta dejando ver su zona abdominal y su pecho. En sus manos unos guantes negros, su pantalón negro de siempre y sus botas. No había llevado ni los guanteletes ni la guadaña negra. No veía apropiado ir armado cuando su mayor arma era su cuerpo.
 
-          Si, maestro.
 
Dijo simplemente caminando con él vigilando totalmente los lados y con su perfecto olfato listo para oler presencias y quedarse con los olores. Pensaba si el médico, el cocinero y la pelirroja estarían bien en el lugar donde se quedaron, sabía que el doctor y el cocinero eran fuertes. No había visto en combate a la pelirroja pero de todas formas sabría que no pasaría nada pues los dos anteriores no eran moco de pavo. Finalmente se centró y siguió a Derian de forma calmada sin decir o hacer nada mas, con la mirada recta y caminando despacio.