Cocoa Weed. Un fugaz encuentro en el frío de la calle. (Privado: Shiro Kojiro y Maximilian D. Frinz)

Me desperté de un profundo sueño después de una noche en vela , pensando sobre la misión que me había mandado el Cipher Pol. Se trataba de una misión de reconocimiento, querían que localizara y vigilara a un pirata que había llegado a la ciudad el cual había llegado a la ciudad el día anterior. Temía por mi integridad física, ya que el susodicho pirata era mucho más fuerte que yo. A la menor ocasión que él descubriera mi identidad, me escaparía por la ruta de huida que ingeniosamente había elaborado observando las calles de la ciudad anteriormente. Me levanté de la cama de la posada y me quedé observando el bello amanecer que había ante mí.

- Me espera un día muy duro, mejor que baje al comedor a alimentarme bien y prepararme para lo peor. - Dije mientras esbozaba una sonrisa lupina.

Salí de mi habitación y bajé por las escaleras rumbo al comedor. Cuando llegué, sólo habían unas pocas personas sentadas en las mesas charlando sobre cuestiones que no despertaban mi curiosidad. Me acerqué al mostrador y había una mujer de unos treinta y tantos, pelirroja , de piel morena y con unos ojos verdes esmeralda los cuales se notaba que habían visto muchas cosas en el mundo. Le hice una señal con mi mano para llamar su atención.

- Buenos días señorita, me gustaría tomar un plato de huevos estrellados con una generosa porción de bacon , si hace el favor. - dije educadamente.

Tras unos minutos, la mujer volvió con un plato caliente. Empecé a comer con ansias pensando sobre que tan fuerte sería ese pirata. De pronto , empecé a sonreír otra vez imaginándome el panorama que me esperaba al llegar al lugar de la misión. Pero incluso estando entre nervioso y emocionado eso no me impidió disfrutar de tal delicioso plato que había preparado la dama. Pocos platos satisfacían mi paladar y este lo logró. Me dirigí a la mesonera y le felicité por su don con la cocina a la cual esta se sonrojó y me dio las gracias por tal alago. Al acabar de comer, miré mi reloj. Quedaba una hora para que el objetivo llegara al lugar de destino. Me levanté y pagué a la mesonera por un excelente servicio, después subí a mi habitación , recogí mis cosas
y salí a la fría y angosta calle en dirección al punto de destino el cual era la plaza del mercado de la ciudad según mis fuentes de información.

- Espero salir sano y salvo de esta, si lo hago no volveré a esta isla en mucho tiempo. - Dije mientras empezaba a caminar, sintiendo el frío y la presión de la calma que precede a la tempestad.

La mañana estaba despejada, el viento corría y la temperatura había bajado un poco comparado con la del día anterior. Había llegado a isla del Reino de Sakura por un lado lejano al castillo de Drom y ahora me encontraba en el pueblo de Cocoa weed. Había llegado solo pero pronto no lo estaría del todo ya que mis compañeros de viaje se había desviado un poco del camino para ver otro lugar que nos interesaba. Aquella mañana tuve que colocarme unos guantes de cuero negros que usaba solo en invierno pero debido al ambiente actual no tuve más opción. Debía esperar a que llegaran el resto de mis compañeros así que decidí recorrer un momento el pueblo de Cocoa weed, en busca de algo interesante. Estaba claro que aquel lugar era de temperatura muy fría pero gracias a que andaba bastante bien cubierto con mi capucha, poco sentía el frió. La plaza del mercado del pueblo estaba comenzando a tornarse un buen lugar de comercio. Pude ver un anciano de aspecto descuidado sentarse al lado de algunas estufas de donde brotaban nubes oscuras. Parecía que las vendía y con mucho interés me acerque a él.

-Disculpa, ¿cual es el precio de la estufa más pequeña?

El hombre me miró de arriba a abajo y suspirando con resignación me respondió de buena manera. El precio de la estufa más pequeña era razonablemente adecuado y supuse que sería una buena idea comprar uno pero quería preguntarles a alguno de mis compañeros acerca de la idea.

“Si sigue aquí, me aburriré, ¿me pregunto a qué hora llegaran esos perezosos?” - pensé mientras veía a un niño correr por la plaza mientras otro más pequeño le tiraba de la chalina verde que llevaba alrededor del cuello.

El frío de aquellas calles me recordaba a cuando era invierno en mi tierra natal, era un frío que se enterraba en los huesos y te hacía pensar en cosas calientes para no morirte de frío. Mientras andaba caminando por las calles, observaba los escaparates de las tiendas donde los propietarios mostraban en ellos los productos que más estaban de moda. No había mucha gente en las tiendas, sólo la necesaria para que no cerraran por falta de dinero y lo más extraño es que todo estaba en oferta por lo que yo no entendía cómo es que no había más gente en ellas. La gente de la calle iba y venía con prisa , muchos iban a trabajar y otros iban a sus hogares con la intención de buscar calor.

- Débiles... No hace tanto frío. Dije murmurando.

Tenía prisa, por lo que empecé a correr por las heladas calles en dirección a la plaza del mercado. Mientras iba corriendo, repasé mentalmente mi ruta de escape por si acaso la situación se me escapara de las manos. Crucé por un estrecho callejón que había antes de llegar a la plaza, llegué hasta el fondo y empecé a saltar por las paredes hasta llegar al tejado donde podía observar todo el lugar, haciendo más fácil localizar a mi objetivo entre tanto gentío que transitaba por la zona. Pude observar a unos niños jugando, gente comprando en los bazares y ... mira por donde, pude ver a mi objetivo en frente de una tienda de lo que parecían ser estufas. Rápidamente, salté silenciosamente por los tejados y salté a un carro de paja que había cerca donde podía ver al pirata sin que él me viera. Estaba hablando con un anciano sobre una estufa. Mientras él siguiera entretenido, más posibilidades tenía yo de que no se diera cuenta de mi presencia. Mi principal objetivo era espiarle para ver que asuntos tenía en Cocoa Weed , siendo un pirata de seguro nada bueno podía hacer aquí en este tranquilo pueblo de invierno.

- Eso es, sigue con lo tuyo mientras yo hago mi trabajo. Mientras me des la información que mis superiores quieren sin que haya ningún alboroto seré un hombre feliz.- Dije en voz baja.

Ahora era sólo cuestión de esperar hasta que aquel hombre empezara a hacer su movimiento. A decir verdad, mi corazón no paraba de latir rápidamente ya que era un sujeto peligroso por lo que empecé a intentar relajarme tal y cómo mi maestro me había enseñado años atrás en la cueva del bosque. Logré tranquilizarme pero mi instinto me decía que debía vigilar mis pasos con pie de plomo ya que un movimiento en falso y la misión se iría al carajo.