El inicio de una gran deud... amistad [Privado. Yato y Adam]

El sol de la mañana, el olor a agua salada y el viento del mar del norte sacudiendo mi melena, todo esto formaba una sensación de tranquilidad increíble. Sin mencionar la altura a la que me hallaba, en lo alto del palo mayor del barco de pasajeros con destino al reino de Lvneel. Desde ahí se podía apreciar el vasto mar que se extendían ante mí, la planicie del horizonte sólo se veía alterada por una pequeña mancha a lo lejos, lo cual indicaba que no faltaba mucho para llegar a mi destino. Sabía que no podía estar en ese lugar, pero conseguí escabullirme y trepar hasta lo alto del palo mayor, era algo que no podía evitar, las alturas son mi pasión.

Tardamos poco menos de una hora en llegar a puerto. Poco antes de bajar el capitán me echó una pequeña bronca por subir ahí, aunque no era la primera vez que hacía ese viaje y ya me conocía, sabía que no hacía nada malo, pero le molestaba que me tomara tantas libertades en su barco. El puerto de Lvneel era un lugar bullicioso, con ente yendo de un lado para otro con mercancías diversas, desde la pesca del día hasta mercancías de las más exóticas, era normal dado que se trataba del puerto de una de las principales islas del North Blue. Esta isla poseía una gran economía y mucha historia, además de ser el lugar en el que nació Norland el Mentiroso, protagonista de una famosa leyenda conocida por todo el North Blue. La razón por la cual había decidido viajar a aquella isla era simple y llanamente por desconectar, tenía un par de días libres y los aprovecharía para hacer un poco de turismo.

Tras una mañana entera de pasearme por la ciudad, mirar tiendas y establecimientos de interés (sobre todo por el barrio artesano y los astilleros) y visitar lugares de interés histórico decidí hacer una parada en una taberna bastante pintoresca a tomar algo. Tanto por fuera como por dentro era un lugar bastante tranquilo y típico, con algunas personas sentadas en las mesas charlando y tomando algo, parecía un buen lugar para descansar un rato. Me acerqué a la barra y me senté en uno de los taburetes, había un chico atendiendo a los clientes así que en cuanto estuvo disponible le dije mi pedido.

– Perdona, cuando puedas ponme una taza de té y un limón por favor – Dije educadamente a aquella persona.

Cuando me desperté estaba amaneciendo, el sol comenzaba a salir por el este como todos los días. Me aseé, me vestí y comí algo, salí de mi habitación y puse rumbo a la taberna en la que trabajaba, en la cual, aunque no ganaba mucho, era un sitio tranquilo que me permitía estudiar los pocos libros de medicina y alguna de cocina que había en la biblioteca. Tras doblar un par de esquinas y recorrer tres calles llegue a la taberna, la cual estaba abriendo mi jefe. Ésta se encontraba situada en la cercanía del puerto, era sencilla hecha de madera, con unas pocas mesas redondas y cinco sillas a su alrededor, al fondo se encontraba la barra donde pasaría la mayor parte del día atendiendo a los clientes que llegasen.

Ayudé a mi jefe, Leopoldo,  a meter y colocar las mercancías que acababan de llegar dentro de la taberna y prepararnos para abrirla. Mientras introducía las mercancías pude ver un poco más de ajetreo del normal, se notaba que empezaba la temporada en la que familias adineradas venían a ver las zonas más representantes de la ciudad, sobre todo el patíbulo donde se ejecutó a Norland el mentiroso. Tras abrir la taberna, no tardaron en llegar algunos marineros de barcos recién llegados con ganas de divertirse antes de volver al barco.

La mañana fue pasando sin ningún tipo de altercado destacable, salvo por algún hombre que bebió más de la cuenta, pero que no supuso ningún problema pues sus acompañantes se lo llevaron en cuanto vieron que podía preparar alguna en la taberna. Llegando al mediodía llegó más gente para comer, mientras atendía a los últimos clientes que habían llegado, pude ver a un joven que acababa de entrar, me llamó la atención las ropas que llevaba pues no parecían de alguien confiable y el tatuaje en el brazo que parecía bastante raro. Cuando terminé de atender a estos clientes me acerque al chico. Su pedido me sorprendió ligeramente, dado que me pidió una taza de té y un limón con buena educación antes de que me diera tempo a preguntarle por lo que quería.

Me dirijí hacia la cocina e hice los pedidos correspondientes. Tras eso me acerque al chico con su pedido y:

-¿Quiere  cubiertos o que le corte el limón de alguna manera en especial? – Le pregunte de buenas formas al chico.

Tras hacerle mi pedido, el chico del otro lado de la barra se fue a la cocina a prepararlo. Durante el tiempo que tardó en hacer el té me dediqué a analizar el lugar y a la gente que allí se encontraba. La taberna no era muy grande, pero tampoco faltaba el espacio, la presencia de la madera en la decoración y la estructura del lugar daban una sensación de recogimiento y calidez, no me gustaban los lugares cerrados, pero éste era una excepción. En cuanto a la gente, eran las típicas personas que, o bien venían aquí todos los días, o bien eran turistas que, como yo, estaban aquí para hacer un pequeño descanso.

Mi pedido no tardó mucho, aquel chico no tardó en salir de la cocina con mi té y el limón. Tras servírmelo me preguntó si quería cubiertos o que me cortar el limón. La verdad es que la pregunta era un poco lógica, nadie pide un limón así a secas, pero no necesitaba ningún cubiero.

– No gracias, me lo comeré así – Respondí educadamente mientras cogía el limón y le daba un mordisco.

Al morder el limón y arrancarle un cacho una explosión de ácido cítrico arrasó mis papilas gustativas. Parecía una locura, pero esa semana me había dado por comer cítricos, eran sanos y su sabor contrastaba bastante con la suavidad del té. Mientras masticaba aquella fruta me fijé mejor en cómo era aquel joven que me había atendido. Era moreno, con unos ojos azules y vestía un chándal negro con un viejo pañuelo atado al cuello, la verdad es que no parecía alguien que destacara bastante. Pero había algo que me llamaba la atención, su mirada, no era la de un joven normal, quizá se tratara de alguien interesante o quizá fueran locuras mías provocadas por la sobredosis de limón.

Tras tragar el mordisco de limón y dejarlo sobre el plato me dispuse a probar el té, pero algo me impidió llevármelo a la boca. Un grupo de hombres entró en la taberna montando bastante escándalo, al mirar por el rabillo del ojo pude ver que iban armados con sables y alguna pistola. Al ver que se trataban de gente posiblemente problemática algunos de los clientes evitaron hacer contacto visual, otros simplemente se marcharon del local, yo me quedé sentado en donde estaba, de espalda a ellos y sin hacer nada fuera de lo normal, no eran más que gentuza ignorable.

– Camarero. Ponnos una jarra de cerveza, mis chicos están sedientos. – Dijo a voces el que se encontraba detrás de mí. – Oh, que tenemos aquí, una princesita se está tomando su té. PUES ESPERO QUE LO DISFRUTES – Dijo aquel hombre mientras me quitaba la taza de té de las manos y me la estallaba en la cabeza.

En ese momento un amplio abanico de emociones me embargó, primero sorpresa, luego incredulidad, luego tristeza, y por último una rabia e ira desmedida. Un hilo de sangre mezclada con té se resbalaba por mi cara, ésta se encontraba cubierta por la sombra de mi pelo empapado, dejando sólo mis el brillo azulado de dos ojos furiosos. En esos momentos mi razón se nublo por completo y mi ira estalló en un brutal puñetazo en la cara que mandó volando a aquel sujeto hasta atravesar la puerta de la taberna por la que había entrado. Al darme la vuelta pude ver cómo los acompañantes de aquel hombre habían desenfundado sus armas, eran 6 y parecían bastante cabreados, a la vez que impresionados.

Por qué siempre me meteré en estos líos – Pensé al ver en la que me había metido.

El estaño joven me respondió educadamente que no hacía falta que le cortase le limón mientras lo cogía  y le daba un mordisco como si fuese una manzana. Tras verlo volví a mis quehaceres en la taberna, limpiar algunas mesas que estaban  sucias y recoger un par de jarras de cerveza vacías, con estas volví a la cocina para dejar las  jarras, cuando Leopoldo me dijo que se tenía que ir y que me dejaba al cargo durante un rato.

Cuando volví a salir a la taberna acababan de llegar nuevos clientes, eran siete hombres que venían armados, el que iba delante me pidió a voces cerveza para él y sus hombres, mientras cogía unas jarras para realizar el pedido que me había hecho, le cogió la taza de té al joven de antes y se la rompió en la cabeza.

-Eso no le va a gustar al jefe - pensé mientras salia de  detrás de la barra para decirle al hombre que se marchara de la taberna.

No me dio tiempo a llegar pues el joven a una velocidad increíble se levantó y le asestó un puñetazo al hombre, el cual salió volando hacía atrás arrancando la puerta de la taberna de cuajo. Los acompañantes del hombre desenfundaron sus armas para atacar al joven en respuesta a lo que acababa de hacer.

Al principio me quedé sorprendido por lo que acababa de ver, era la primera vez que veía a alguien golpear con tanta fuerza a otra persona, me dí la vuelta en dirección a la cocina cogí un par de sacos de harina y volví a salir, rápidamente los lance al espació que separaba a los hombres del joven, los sacos reventaron justo donde quería creando una gran nube de harina, momento en el cual el resto de clientes que había en la taberna aprovecho para marcharse sin ser vistos, por mi parte avance hacia el altercado, pero con la escasa visibilidad que proporcionaba la harina tropecé y caí con una mesa que también se cayó, quedando los hombres y el joven a un lado de la mesa y yo al otro lado, y entre el ruido de la caída pude oír un chasquido de lo que parecía una pistola.

-Mierda, no pensé que se pondrían a disparar después de eso estos retrasados, Leopoldo me mata después de esta seguro – pensé mientras me tapaba los oídos un momento y me preparaba para lo que se avecinaba.

Tras partirle la cara a aquel desgraciado que osó arruinar mi hora del té pude ver cómo sus acompañantes desenfundaban sus armas. En ese mismo momento pulsé un botón de mis fundas y mis espadas-pistola salieron, las empuñé rápidamente apuntando a los dos hombres mas cercanos con pistolas. No me gustaba que mi descanso se convirtiera en una pelea de bar y luego evolucionara hacia un tiroteo, pero en ese momento estaba tan cabreado que simplemente no podía pensar con frialdad.

Uno con dos pistolas, otros dos con una pistola y el resto con sables... Joder, ¿las cosas no se podrían poner peor verdad? - Pensé mientras analizaba a aquellas personas.

La situación era tensa, en cualquier momento podían empezar a llover balas, aunque tenía posibilidades de salir de allí, a juzgar por como apuntaban y sostenían las armas no eran más que un grupo de maleantes sin casi experiencia en una batalla. Pero aún así seguía estando en desventaja y si conseguía algo de ventaja corría el riesgo de que tomaran rehenes. Pero de pronto mi suerte pareció cambiar en cuanto cuando vi un par de sacos de harina volar por encima de mi cabeza y estallar en el suelo creando una nube que cubrió todo. Pude oír cómo los clientes que quedaban salían de las taberna aprovechando la oportunidad, ahora tenía las cosas a mi favor, sin civiles de por medio y con una covertura, era la oportunidad perfecta.

- ¿Crees que ésto te salvará?, todavía podemos acribillarte aunque no te veamos - Gritó uno de ellos desde mi derecha.

¿Están locos?, una nube de harina es tan inflamable como el gas, una chispa y... - Pensé antes de oír el chasquido del martillo de una de las pistolas.

Un segundo después vi cómo una nube de fuego avanzaba hacia mí. Adopté mi forma híbrida lo mas rápido que pude y me agaché para minimizar el daño de la deflagración. Noté como una onda de choque y un calor inmenso me engullía, por fortuna mis escamas me protegían de la mayor parte del calor. Unos segundos después cuando vi que todo estaba en calma me incorporé, el local estaba destrozado, los muebles y paredes chamuscados ,y las ventanas rotas por la fuerza de la deflagración. Las seis personas que antes intentaban matarme ahora estaban inconscientes en el suelo, con la piel y las ropas quemadas, pero aún así sobrevivirían aunque con un buen bronceado. Mis ropas estaban chamuscadas en parte y hechas jirones, pero por lo demás me encontraba bien, pero había algo que me extrañaba, ¿quién habría lanzado los sacos de harina?. Al segundo me acordé, el chico de la barra, no lo había visto salir del lugar por lo que las llamas lo habrían pillado a él, pero luego pude sentir un olor entre todo el olor a quemado del lugar, un olor que provenía del otro lado de una mesa tumbada e un par de metros de mi. Al otro lado de la mesa pude ver a aquel joven, estaba casi intacto y eso me tranquilizó bastante.

- Oye, ¿Ten encuentras bien? - Pregunté sin darme cuenta de que todavía estaba en forma híbrida, puede que se asustara un poco al ver un lagarto gigante que habla.

Tras la explosión que se provocó, debida a la gran nube de harina con el fuego de las pistolas, me subí el pañuelo hasta taparme la nariz para no respirar el humo de madera quemada, salí de donde me encontraba con un leve zumbido en los oídos y los bordes de las mangas de la sudaderas un poco quemados, así como el bajo de los pantalones. Por otra parte cuando vi el estado en el que había quedado la taberna se me cayó el alma a los pies, las paredes estaban negras quedando el alguna zona una pequeña llama, bastantes sillas y alguna mesa habían quedado calcinadas.

Me volví para observar la zona donde se encontraban los hombres que habían provocado la explosión, pero no pude ver muy bien lo que tenía delante, pues había bastante humo, pero entre todo el humo pude distinguir una silueta que no era como la de un humano normal, la cual me pareció que me hablo, pero por el pitido de los oídos no pude entender lo que me dijo. Y los bandidos me pareció verlos inconscientes por el suelo del local medio quemados. Sujeté la mesa con la que me cubrí por una de sus patas y gracias a mi habilidad esta se convirtió en una cadena bastante larga de unos 3 metros con unos eslabones cuadrados de unos 2,5 cm de longitud cada uno.

- ¿Que narices es eso? y lo más importante, ¿Cuándo ha aparecido aquí? -pensé mientras recogía la cadena y sacaba con la mano izquierda una daga de la bota izquierda y me ponía en guardia.

Acto seguido me acerqué un poco y le lancé la cadena de forma que le rodease y dejarle los brazos inmovilizados y me prepare por si me tocaba combatir con esa cosa.

Aquel joven parecía algo desorientado, por su forma de levantarse y reaccionar se podría decir que la explosión le había afectado a los sentidos, puede que, al igual que yo sintiera un leve pitido en los oídos y algo de desorientación por los daños recibidos. Pero tenía que recordar que él era un humano normal, probablemente estuviera mucho más afectado que yo. Poco a poco se acercaba a mí, con bastante cautela como si se estuviera acercando a un animal salvaje, llevaba algo en las manos, pero por culpa del humo no podía ver exactamente que era, por la silueta y el movimiento parecía una especie de cuerda, pero no alcanzaba a identificarlo.

- ¿Necesitas que llame a un médico? - Le pregunté, pero no pasó ni medio segundo antes de que me lanzara aquello que llevaba en la mano y me atara el cuerpo a la altura de los brazos.

¿Pero que...? una cadena, pero ¿De donde la ha sacado? y está hecha de... ¿madera? - Pensé mientras forcejeaba para librarme de aquella atadura.

Pude ver que en la otra mano sostenía una daga, pero no se disponía a atacar, mas bien parecía permanecer en guardia, atento a lo que hiciera. Fue entonces cuando me di cuenta, todavía estaba transformado, seguramente eso lo había desconcertado. Estaba cansándome de estar atado,no, mas bien odiaba que algo me retuviera, así que decidí hacer uso de mi fuerza bestial y romper aquella cadena con la fuerza de mis brazos. Una vez rota apunté con ambas espadas pistolas hacia él.

- Ese truquito de la cadena no ha estado nada mal, pero no creo que debas hacer nada con esa daga, ya has visto lo que le pasó a aquel desgraciado, imagínate lo que puedo hace con un arma de verdad - Dije mientras volvía a mi forma humana y bajaba mis armas.

Unos segundos después pude oír unos pasos que se acercaban desde el exterior, eran los de un hombre corriendo, pero  había algo más, por el sonido parecían los pasos de un hombre mucho más grande de lo normal. A través del humo y las ventanas rotas pude distinguir una gran silueta que se paraba delante de la taberna y por las pintas (y el olor) a primera vista no parecía un marine.

- Eh. Las ratas de ahí, ¿os creéis que le podéis hacer eso a mis hombres e iros de una pieza? - Decía el hombre al cual pertenecía aquella enorme silueta - Eso es porque no conocéis a Gram Hacha sangrienta, vamos, salid para que pueda descuartizaros en público - Dijo retándonos.

¿Es que los problemas nunca acaban cuando tengo tiempo libre? - Pensé cansado de que los problemas no hicieran mas que venir de uno en uno

- ¿Que te parece? Yo todavía no me he desahogado del todo por lo del té. No se que harás tu pero yo voy a limpiar la entrada de basura. - Dije insinuando aquel joven si quería unirse a la lucha.

El ataque pareció sorprender a la criatura que tenía delante pues pude verle nervioso durante un breve momento, como si estuviese buscando una explicación de lo que pasaba.

El monstruo que tenía delante, hizo acopio de una fuerza bestial y rompió las cadenas como si nada, acto seguido apuntó unas espadas hacia mi, y el monstruo comenzó a hacerse más pequeño mientras me decía que me relajase (a su manera); resulto ser que el monstruo que había tenido delante era el chico raro que me había pedido el té con limón.

- Así que es otro usuario de una akuma, por eso tiene tanta fuerza- pensé mientras soltaba la cadena rota y me agachaba para guardar la daga de nuevo en la bota.

Justo antes de guardar la daga un brillo me llamó la atención que provenía de la calle, rápidamente pude ver a un hombre grande que superaba la media de un humano normal y que llevaba un hacha grande proporcional a su tamaño apoya da en su hombro. Se había parado delante de la taberna y miraba hacía ella.

- Eh. Las ratas de ahí, ¿os creéis que le podéis hacer eso a mis hombres e iros de una pieza?-Decía el hombre al cual pertenecía aquella enorme silueta - Eso es porque no conocéis a Gram Hacha sangrienta, vamos, salid para que pueda descuartizaros en público - Dijo retándonos.

-Son como la peste solo hace falta uno para contaminar al resto - pensé mientras me volvía a levantar, sacando de una de las botas una libreta y un lápiz y el cabreo del día iba en aumento.

Pude oír como el chico me ofrecía unirme al combate contra ese hombre que nos esperaba fuera, pero antes de que terminase de decir algo, ya estaba de camino a la calle abriendo la libreta y preparando me para escribir.

-Puedes empezar sacando la basura si quieres, pero debes de saber que vas a tener que pagar por todos los desperfectos de la taberna y no es una casa barata, por lo que he visto es una suma importante de dinero. ¡Ah! y no me vengas con que tu no lo empezaste- le dije al chico mientras apuntaba una cifra con muchos ceros en la libreta y dejando un espacio para poner el nombre- por cierto los intereses van a parte.

No esperé mucho tiempo tras invitarle a que se uniera, la verdad es que difícilmente podía contenerme, me habían arruinado el día libre, el té y por si fuera poco mi buen humor. Aquel chico me dijo no se que de una deuda por los daños, no le escuché muy bien dado que cuando lo dijo yo ya estaba a la carrera hacia le puerta con las espadas-pistolas desenfundadas y cargadas. Atravesé una fina nube de humo y salté por una de las ventanas rotas para sorprender a aquel hombre por uno de los costados, pero en medio del vuelo pude ver un enorme hacha de metal que se dirigía hacia mi. La bloqueé con las dos armas evitando que me cortara, pero cuando me disponía a poner los pies en el suelo un gran puño me golpeó desde el otro lado, enviándome contra la pared de enfrente. Era un hombre enorme, que bien podía llegar a los 3 metros de altura, con una musculatura envidiable, iba con el torso al descubierto y el pecho y los hombros llenos de tatuajes; era calvo con una poblada barba pelirroja y una cicatriz en la mejilla derecha que le recorría desde la rente hasta el mentón, rozándole el ojo; por si fuera poco estaba manejando aquella enorme hacha de guerra con una sola mano, sin duda alguna era fuerte y parecía saber luchar.

- No esperaba que saliera alguien tan pronto, parece ser que me voy a entretener un rato - Dijo con una sonrisa en la cara mientras balanceaba el hacha de un lado a otro en un alarde de fuerza y soltura.

- He de reconocer que pensaba que eras el típico musculitos con media neurona en el culo, pero me equivoqué... ¡Sólo eres un musculitos con media neurona moribunda en el recto y un hacha grande para compensar su complejo de genitales impotentes! - Dije en tono burlón mientras me recomponía y escupía algo de sangre, ésta vez preparado para lo que me venía.

Esperaba que mi provocación surtiera efecto, si una persona tan grande ya tenía aberturas de por sí en un estado de furia atacaría ciegamente sin pensar. Parecía estar en lo correcto dado que inmediatamente después las venas de su cuello y su cara se hincharon hasta el punto que parecía que iban a estallar, su rostro se descompuso en una mueca de ira ciega y su cara se puso completamente roja. Acto seguido se lanzó hacia mí gritando y blandiendo su hacha en un ataque frontal completamente descuidado.

- Perfecto. Por muy fuerte que sea, si falla un golpe de tal fuerza tardará en recuperarse. Sólo tengo que mantenerme aquí hasta el último momento y esquivar el hachazo. - Pensé con una sonrisa en la cara por la cual asomaban un par de pequeños colmillos.

El chico rápidamente saltó por una de las ventanas rotas con las espadas desenfundadas y antes de oír caer al chico al suelo de la calle pude oír el sonido del choque de metal contra metal, seguido de un gran golpe.

Guardé la libreta y el lápiz y me dispuse a salir de la taberna por la puerta caminando. Una vez salí fuera puede ver el panorama que había. El chico estaba contra una pared que había quedado abollada por un tremendo golpe.

-Eh, tú, musculitos, ¿dices que esos eran tus hombres?, porque vas a tener que pagar todo lo que han destruido y es la taberna entera. - Le dije al gran hombre que tenía delante.

Por lo que pude calcular superaba los 2.5 metros de altura, y su forma física era muy buena con los músculos bien marcados. El hombre era calvo pero con una espesa barba pelirroja no iba con ningún tipo de protección y tenía los hombros llenos de tatuajes; además el hacha ahora que la podía ver más de cerca pude ver que era muy grande.

-Yo la tendía que manejar esa hacha con las 2 manos, si la levanto- pensé mientras me agachaba y desenfundaba una de las dagas.

Coloque la mano en el suelo y de la misma forma que con la mesa hice otra cadena con la tierra del suelo, esta vez la hice con los eslabones un poco más gruesos para que resistiese un poco más. Acto seguido se la lancé de forma que se le dio un par de vueltas a las piernas. Casi sin que me diera cuanta comenzó a correr hacia el joven blandiendo su hacha, Gram estaba completamente lleno de ira y se le marcaban las venas del cuello.

-¿Qué le habrá dicho para que se ponga así?, ese chico tiene un don para cabrear a la gente.- pensé mientras tiraba con toda la fuerza que podía de la cadena para hacer que el hombre se cayese al suelo.

El truquito de la cadena pareció funcionar, pues aunque se rompió fácilmente Gram se sorprendió y perdió el equilibrio haciendo que el enorme hombre se precipitase hacia adelante.

El chico rápidamente aprovecho esta oportunidad, saltando hacia adelante con una pierna y con la otra le asestó un rodillazo en el mentón al enorme hombre, por mi parte me levante, desenfundando las dos dagas y me acerque hacia el hombre al cual el chico estaba a punto de darle el golpe de gracia. Antes de que eso sucediese aparté de un empujón al chico para evitar que eso pudiese suceder.

-¿En serio pretendía matarlo?- pensé mientras me recomponía del empujón.

Antes de que Gram se recuperase del rodillazo le cogí del brazo con rápido movimiento girando sobre mí mismo mientras le retorcía el brazo y me colocaba a su espalda. Lo dejé tendido boca abajo en el suelo y me subí encima de él para que el brazo no lo pudiese mover, acto seguido le coloqué la daga que empuñaba con la mano izquierda en el cuello.

-No te muevas o te corto el cuello, musculitos.- le dije a Gram.

Nada más terminar de decirle eso pude oír cómo se aproximaba por la calle una escuadrón de marines, por lo que rápidamente guardé las dagas por si me decían algo aunque lo dudaba.

No tardaron mucho en llegar los marines, entre ellos un oficial, el cual tras ver la situación y el estado de la taberna que aun humeaba

- Quieto todo el mundo, no os mováis y soltad las armas. TODOS. - Dijo el oficial mientras nos miraba al chico y  a mí - ¿Pero qué?... si no me equivoco ese es Gram el hacha sangrienta. No sé cómo lo habéis reducido pero nos habéis ahorrado mucho trabajo.

Lo siguiente que pasó fue que le explicamos al oficial lo que sucedió desde el comienzo primero me interrogo a mí y luego al chico para ver si las historias cuadraban correctamente. Mientras lo hacían esposaron a Gram y nos contaron la pequeña historia de Gram que resultó ser un pirata novato que se había crecido por cuatro crímenes pequeños que había hecho.

- Siento las pérdidas, si consultas con el seguro estoy seguro que éste cubrirá parte de los daños – me dijo el oficial antes de hacer el saludo y marcharse.

-¿Me darán algo por la captura de ese adefesio?- le pregunte al oficial aunque me imagine que hizo oídos sordos a eso
Cuando me giré hacia el chico este me soltó una escusa para marcharse y así librarse de la deuda que ahora tenía con Leopoldo y conmigo.

-No te preocupes por si tienes un trozo de taza en la cabeza yo te curo eso ahora mismo se cómo hacerlo, y mientras te cuento los detalles de los que nos debes desde ahora a no ser que lo pagues todo ya- le dije al chico mientras asomaba en mi rostro una pequeña sonrisa.

Parecía ser que no me resultaría tan fácil escabullirme de ese marrón, dado que en el mismo momento en el cual me di la vuelta noté cómo la mano de aquel joven camarero se posaba en mi hombro  me agarraba con fuerza mientras notaba un aura siniestra que me daba muy mal yuyu a mi espalda. Lentamente giré la cabeza un poco para ver una cara sonriente y tranquila, pero sombría e inquietante a la vez, lo cual me puso los pelos de punta. Pero eso no era todo, me dijo que no me preocupara por el trozo de taza porque él me curaría, éso fue lo que me aterrorizó del todo, si hay algo pero que un médico es un jodido aprendiz de matasanos. También mencionó la deuda que tenía con él y con el otro dueño del local, la verdad es que yo había "iniciado" la pelea, pero no fui el que provocó la explosión, aún así no creía que esa fuera escusa suficiente para librarme.

- No te preocupes por lo de la taza ja...jajaja eso se cura solo con una tirita - Dije quitándome el trozo que tenía clavado en la cabeza, inmediatamente después un pequeño chorro de sangre salió disparado hacia su cara.

Mejor lo dejo en su sitio - Pensé volviendo a colocarlo donde estaba para evitar la pérdida de sangre. Lo sentía mucho por lo de su cara, pero no pensaba confiarle mi cabeza. - Ya me encargaré de lo de mi cabeza, ahora déjame ver los detalles de esa deuda - Dije mientras entrabe en el local.

Durante unos minutos estuvimos revisando y discutiendo las cifras, las cuales a mi me parecían elevadas incluso para tratarse de ese sitio. El local parecía estar destrozado, pero sabía que aquel joven había cometido algunos errores de cálculo.

- Para empezar, has contado como que todos los muebles están rotos o calcinados y no se pueden volver a usar, pero fíjate en esto - Dije mientras me acercaba a una de las mesas cercanas a la pared y sacaba un trapo del bolsillo - Los muebles más alejados de la explosión solamente tienen una capa negra de la harina que se ha quemado, basta con limpiarlos para que queden como nuevos, otros sólo necesitan que se les fije una o dos patas, los únicos que no se pueden salvar son los que más cerca estaban de el centro. - Expliqué el por qué  los daños parecían mayores de lo que eran.

La discusión duró un rato y parecía que duraría más hasta que llegáramos a un acuerdo, por mi parte me empezaba a sentir algo mareado, quizá debido a la pérdida de sangre.

El chico se quito el trozo de taza que tenia clavado en la cabeza mientras decía de no preocuparme por eso, de la herida salto un poco de sangre que me salpico en la mejilla derecha de la cara. Cuando el chico lo vio se lo volvió a colocar en su sitio por si volvía a salpicar, y me pedía los detalles de la deuda.

Empezamos a debatir sobre detalles del precio de la deuda, la cual a él le parecía excesiva y a mí me parecía la justa, no tardo en buscar cómo reducir el precio de esa deuda diciéndome que había muebles que aun podían ser utilizados si se arreglaban.

Cuando llegó Leopoldo llego y vio lo que pasaba, antes de que encolerizase se explique todos los detalles, mientras el chico revisó y arreglo los muebles que servían de todo el local, por lo que me pareció era un chico enérgico y que controlaba del tema, al menos un poco.

Cuando termino comenzamos a discutir otra vez, pero esta vez duró bastante más hasta que llegamos a un acuerdo, acabando por reducirle un poco la deuda ya que había arreglado algunos muebles que aun servían. Cuando terminamos el acuerdo pude fijarme en que el chico se estaba quedando pálido por lo que me pareció que esa herida de la cabeza era más de lo que parecía.

-Toma, siéntate- le dije mientras le pasaba una silla- voy a mirarte esa herida lo quieras o no, y por cierto, te doy una buena noticia con la que ambos salimos ganando, si me traes libros de cocina que no tenga o de medicina te iré reduciendo la deuda, creo que es algo justo ¿no?- le explique mientras le daba un par de puntos a la herida que le hizo el golpe con la taza.