¡Oh dios mío, este tío ha traicionado al Gobierno! ¡Debo detenerlo! Dexter VS Amaiar

Kuraigana: Es un lugar oscuro y sombrío, pareciendo una isla gótica. Era una vez el hogar del antiguo Reino Shikkearu. El bosque de la isla es relativamente desierto, aunque cuenta con algunas ruinas de lo que, anteriormente fue un Reino. Entre su paisaje, la isla posee formaciones rocosas únicas tales como las colinas en forma de espiral. Esta isla se encuentra poca habitada, los seres mas comunes son los Babuinos, seres con la capacidad de imitar y aprender sobre los humanos

Condiciones:

- Cronológicamente, el reto tendrá lugar despues del TS pero antes del torneo. Por aquello de que el torneo actualmente es nuestro "presente" y esas cosas.

- Por esa misma razón, ninguno de los personajes puede morir durante el reto o debido a heridas/venenos/hemorragias/etc causadas en este. En caso de romper esta condición, el reto quedará anulado como si nunca hubiera ocurrido. Prometo no suicidarme.

- Tampoco se podrá dejar paralítico, comatoso, mutilado o mentalmente dañado de por vida, ni ninguna otra secuela que imposibilitara la continuidad normal de roleo de ese personaje. Pueden haber cicatrices, de esas acabare teniendo de sobra igualmente (?). Mismo de arriba, si no se cumple la condición, habrá sido todo un sueño en la mente de los participantes.

- No se pueden hacer apuestas para este combate. Sería injusto y además nadie ganaría nada xD

- Será sin nomenclaturas

- Sin límite de tiempo, pero con saltos de turno cada 70 horas (algunos fines de semana no estoy en casa, por lo que así puedo postear el Viernes temprano y volver el Domingo tarde)

- El encuentro tendrá lugar en Kuraigana, pues soy yo el que va a buscarte. También puedes decidir la hora del día a la que se realiza y el clima que hay.

- Podrán haber NPC atestiguando el combate (monos, mayormente), incluso podrían servir para llevarse al perdedor en caso de que éste quedase inconsciente. Pero no pueden participar en el combate ni influir en el mismo (a menos que sea de forma coherente, como que Dexter lance a Amaiar volando de un golpe, y este acabe chocando con uno de los marines que le siguieron)

- Y por último, condiciones de victoria y consecuencias. Dexter gana si consigue que Amaiar deje de pelear (cumpliendo las condiciones arriba expuestas)
En ese caso, el Younkou tendrá derecho a hacerme una única petición que no vaya contra las peticiones arriba expuestas, y no podré negarme (On-Rol obvimente. Podría ser convocarme en un rol, pedirme que le haga un arma cuando tenga más nivel, un favor sexual, etc). Además podrá presumir de haber derrotado a un novato Laughing
Amaiar gana si consigue que Dexter admita abiertamente haber perdido, o si consigue detenerlo y entregarlo a la Marina.

Empieza 1-Dexter 2-Amaral

2 (?)

Señor Nat ha efectuado 1 lanzada(s) de uno 1 :

2

El primer pie en tierra firme se sintió como una bocana de aire fresco tras días en una ciudad contaminada. Amaiar se encontraba ligeramente mareado, en parte por el viaje y en parte por lo que le había llevado hasta aquella tétrica isla. El ex-Shichibukai Dexter Black había, al parecer, traicionado al gobierno y sido despojado de su título. Los detalles eran algo que el Capitán desconocía, pero sí que se había enterado de que poco después, Dexter empezó a ser llamado por ls otros marines 'Yonkou', uno de los Emperadores del Mar.

"¿Por qué?" Pensó el marine. "¿Qué puede llevarte a abandonar tu puesto privilegiado al lado de la Justicia, para inmediatamente después, oponerte a la misma en tan grande escala?"

Se había enterado. El Almirante de la Flota, Minato, un hombre de pocas palabras pero férrea voluntad, había ido en su busca, y había fracasado. ¿Qué podía hacer él, un simple Capitán asustado de su propio reflejo? Pero a pesar de todo, tenía que intentarlo. Amaiar sentía por dentro una llama de esperanza, el sentimiento de que quizá pudiese entender los motivos del pirata y hacerle entrar en razón.

Con pasos temblorosos, pero seguros, se adentró en la isla acompañado de varios marines compañeros. No tendrían nada que hacer contra el Yonkou, pero podrían ayudarle a cargar con el cuerpo de vuelta a la Marina si, por algún milagro, lograba reducirlo. En ese momento se dio cuenta de que no llevaba encima nada de Kairoseki (salvo las esposas), por lo que estaba solo en ese enfrentamiento. Había oído rumores del enorme poder de Dexter, y algunos decían que tenía una fruta de Dragón. Otros que era de un Dios. Había quien afirmaba que podía volar grandes distancias, y quienes aseguraban haberlo visto surcar el aire desde lejos. Pero no había tiempo de volver atrás. Si los cálculos del navegante no fallaban, desde la isla donde se enfrentó a Minato, hasta la otra donde se iba a celebrar un famoso torneo (y Amaiar esperaba no equivocarse al suponer que el pirata querría probar su poder allí), Kuraigana pasaba por en medio, y era un lugar perfecto para detenerse a descansar.

Isla adentro, gracias a su Haki de Observación, pudo notar miradas intensas desde el bosque. Tenía entendido que la isla estaba deshabitada desde hacía mucho, pero la fauna local seguía siendo bastante territorial, por lo que evitó entrar en aquellas zonas y se dirigió directamente a a mansión en el centro de la isla. Una mansión en ruinas, pero una mansión al fin y al cabo... aunque casi entraba mejor en la categoría de 'Castillo'.

Amaiar se relamió para humedecer sus secos labios. Estaba muy nervioso, pero había llegado a su objetivo: una enorme plaza en medio de la edificación, vacía y perfectamente llana. En lo alto de las murallas empezaron a verse enormes figuras simiescas, lo cual solamente ayudó a acrecentar el temor propio y de sus compañeros, que temblando se quedaron en las sombras, mientras el Capitán salía a la luz.


El chico podía sentirlo. Una presencia abismal, que le presionaba con poder. Algo increíble se acercaba, y cuanto más cerca se encontraba, más admiración sentía el marine. ¿Admiración? Por alguna razón desconocida, Amaiar esperaba que el aura de Dexter fuera pesada y densa, como le habían explicado que funcionaba el Haki del Rey. Pero en su lugar, él se encontró maravillándose ante la expectación de ver frente a frente a tan descomunal figura. Sacudiendo la cabeza, el Capitán trató de centrarse en el asunto que le atañía. La hora de la verdad estaba a la vuelta de la esquina, y solamente Dios sabía lo que iba a ocurrir en aquel encuentro.

-¡Mierda, mierda, mierda!

Los gritos del pirata se escuchaban a kilómetros de distancia. Bueno, tal vez no tanto, pero sí que estaba chillando mucho. Los monos de Kuraigana habían sido siempre legendarios, desde que Dracule Mihawk había vivido en el lugar hasta que Arribor Neus se cocinó uno y el rumor se propagó como la pólvora. ¿A quién demonios se le habría ocurrido semejante idea? Dar espadas a los simios, enseñarles esgrima, y aún encima habían cogido gusto a aquello de meter cosas en los hornos. El sin corazón no sabía lo que había hecho, había creado una tribu de animales cocineros, que sumado a la habilidad con las armas, los convertía sin lugar a dudas en los bichos más peligrosos que había conocido. Y los había conocido muy de cerca. ¿Cómo se le había ocurrido? Aquellas cosas peludas eran peligrosas, y por más que corriera parecían no cansarse de seguir tras él.

Los gritos de los primates parecían cada vez más cercanos, y de pronto dejó de escucharlos. Respiró hondo sin dejar de correr y miró a su espalda. Los monos ya no estaban allí, aunque le resultaba extraño. ¿Por qué de repente se marchaban? No tardó mucho en descubrirlo, y la verdad llegó en forma de pared. Una pared gris y monumental que conocía de oídas, aunque nunca hubiera esperado que impusiese tanto respeto, por no decir miedo. El muro parecía llegar allí donde la vista alcanzaba, coronado por gárgolas talladas de manera absolutamente precisa... Aquello no eran gárgolas.

Volvieron los aullidos, y los monos saltaron sobre él como bestias hambrientas. Era demasiado tarde para huir, debería luchar; se colocó en posición y... Pasaron de él, por su lado y sin hacerle ningún caso, para internarse en el bosque. ¿Qué acababa de suceder? Tal vez, de tan territoriales que eran, se peleaban entre colonias y sus perseguidores habían puesto el culo donde no debían. ¿Eso significaba que él sería el siguiente? Bueno, poco importaba; ya que estaba en la mansión de Mihawk, lo suyo era inspeccionarla. Tal vez encontrase algún tesoro, o la mítica sala de torturas consistente en un retrete sin papel... Quién sabe. El día olía a aventuras.

"Menudos días llevo", pensaba mientras avanzaba junto a la pared, buscando la puerta. Primero había sido Minato, luego el chico aquel del ojo quemado y ahora los monos. Aunque debía decir, en defensa de los monos, que ellos no lo perseguían por su recompensa, sino por haber entrado en su zona. A él tampoco le gustaba que invadieran su territorio desconocidos, aunque había evolucionado mucho respecto a la ancestral costumbre de arrojar sus propios excrementos a quienes lo ofendían. "Bueno, con una excepción", pensó, recordando a Ben Matterhorn; aunque no contaba, ya que al fin y al cabo era lo único que tenía a mano.

No pudo evitar estremecerse al recordar aquello, y dejó de acariciar la pared con las yemas de los dedos para frotar con cariño sus brazos desnudos, aunque sólo lo hizo durante un instante. Luego siguió caminando hacia la entrada con calma, intentando no pensar en los meses perdidos. Al fin y al cabo, tenía la eternidad para recuperarlos, ¿no? Y si no la eternidad, era longevo hasta límites que todavía no comprendía. Al fin y al cabo, resultaba difícil creer que hasta la luz más brillante no se extinguiera al morir una estrella, ¿no?

Rozó la esquina del edificio, y se encontró frente a una plaza bastante más transitada de lo que esperaba. No podía decir que fuera un bullicio y jaleo de día a día entre compras y gritos, pero si creía no cruzarse con nadie, alguien ya superaba sus expectativas. Y además, para mejorar todo aquello, la Marina volvía a atacar. ¿No se iban a cansar? A ver si los monos iban a ser cosa suya también; como habían demostrado sus mismas aptitudes...

-Buenos días- saludó con naturalidad, pretendiendo ignorar su presencia y continuando su búsqueda de la entrada.

- Buenos días.

Amaiar se quedó con la boca abierta. Sin duda alguna, la persona que acababa de aparecer era la que generaba aquella intensa aura, y por lógica debía ser Black. Pero al no haberle visto nunca en persona, se esperaba algo más... ¿Imponente? Es decir, el tipo imponía, a su propio modo. Pero en medio de aquella isla y bajo las circunstancias ocurridas, la actitud relajada y despreocupada del ex-Shichibukai era tan anticlimática...

Despojado de sus palabras, por la cabeza del marine pasaron mil ideas. ¿Era tan poderoso que no se asombraba ni preocupaba por ningún imprevisto? ¿O simplemente era así su forma de ser? Amaiar empezó a reír en silencio, dando la sensación de que le estaban dando pequeños espasmos. No podía evitarlo, se había estado preocupando tanto, estresando tanto, que cuando la pesada atmósfera se deshizo le invadió un alivio como nunca antes había sentido. Llevándose una mano a la frente para estrujarse el entrecejo, suspiró.

- Dexter Black... - Comenzó a decir. - Por tus crímenes contra el gobierno y tu alta traición, quedas detenido en nombre de la Marina... O eso me encantaría decir, pero me cuesta creer que una persona como tú, que no actúa como si se sintiera culpable por nada, realmente haya cometido algún crimen. Si tu conciencia está tranquila... ¿Qué circunstancias te han podido llevar a declararle la guerra a la Justicia? Me pregunto. - Diciendo esto, el Capitán dio un paso hacia adelante, acercándose a la alta figura. Quizás pudiera resolver el conflicto de forma pacífica... realmente no esperaba poder vencer a un Yonkou en combate, cuando el Almirante de Flota no había podido tampoco.

frenó en seco. Empezaba el discurso de siempre, que si crímenes, que si alta traición, que si eso le gustaría decir pero no... Espera, ¿Qué acababa de decir? "No, no me siento culpable", pensó, arqueando la ceja. Tampoco había cometido realmente delitos, o al menos no delitos tan grandes... Mejor dicho, no había cometido actos injustos. Seguramente en un juicio normal habría podido alegar locura transitoria por lo del primer vicealmirante, aunque dudaba que "Mató a mi perro" fuera una justificación válida a por qué mató a un capitán. Sin embargo, era un perro de catorce años que no merecía morir... Y luego estaba el pirata, que seguramente el Gobierno Mundial no supiera que él ya había tenido un encontronazo con él en el pasado, por lo que estaría acusado de ¿Desnudar a un vicealmirante? Sonaba ridículo. Y con todo eso sólo explicaban trescientos de los mil seiscientos cincuenta millones que valía su cabeza. El resto eran por peligrosidad, vaya. Definitivamente la Marina le tenía miedo, tanto como él se la tuvo a ese cuerpo durante mucho tiempo. Tenían suerte de que no fuera como ellos.

-Bueno, alguno he cometido- respondió con cierta indiferencia. A decir verdad le resultaba extraño aquel despliegue de retórica en un Marine. Entre eso y los nuevos uniformes, dos milímetros mas largos para sobrevivir a las noches de guardia sin tanto frío, el Gobierno Mundial tendría un próspero porvenir. ¿De verdad eran dos milímetros más largos? Tal vez fuera imaginación suya, al fin y al cabo no tenía un buen ojo de sastre, por mucho que le gustase la ropa. Aunque parecía como mínimo una camisa distinta a las de hacía dos años... ¿Por qué sería?

Cerca de cinco segundos parado y pensando en idioteces, mirando a la nada como un cretino para finalmente darse cuenta de ello, y sobresaltarse en el acto. El brinco que ejecutó fue casi épico, aunque no se movió del sitio. Simplemente pareció tener algún tipo de espasmo para finalmente llevarse la mano a la boca y chuparse el dedo índice, con gesto pensativo. La verdad es que tras sus divagaciones había perdido el hilo de lo que estaba diciendo. ¿Delitos? ¿Piratas? No sabría decirlo con certeza, aunque se decantaba por que el Marine ante él estaba intentando entenderlo. ¿Pero sería capaz? ¡Oh, cierto! guerra a la justicia, eso era.

-Pero yo no he traicionado a nada, ni declarado ninguna guerra.

Siguió caminando en busca de la puerta. Las ventanas estaban tan sucias que el polvo hacía casi que se camuflaran con las paredes, y algunas telarañas estaban más grises que blancas. Y eso por no hablar de las arañas, que ya muertas, estaban también envueltas en aquella capa cenicienta. "Esto esta lleno de mierda", pensó tras dar un par de pasos, dejando un poco de lado al Marine. Era buen chico, pero los separaba un mundo de distancia, y el Gobierno había creado entre ellos un muro que difícilmente podría ser roto: Crímenes que no existían, y un precio sobre cierta cabeza, no iba a señalar a nadie, tan alto que difícilmente podría llevar una vida tranquila. Pero el plan que debía llevar a cabo requería romper la cadena del odio... Por mucho odio que albergara.

-En fin- terminó diciendo, girándose para observar el sitio donde antes estaba el Marine. Si no se encontraba allí lo buscaría con la mirada-, ¿Me ayudas a buscar la puerta? Tal vez podamos hablar tranquilamente mientras investigamos esto un poco a fondo. Siempre he querido ver la casa de Dracule Mihawk.

-Bueno, alguno he cometido-

Amaiar puso los ojos en blanco ante aquella declaración. "Solo me faltaba que dijera que era tan inocente como un bebé..." Pensó. Se sentía mucho más relajado, quizá se hubiera adaptado un poco a la presencia del Yonkou. Tras los nervios iniciales, el confuso y constante cambio de emociones habían dejado al chico sin saber qué pensar o cómo actuar, por lo que lo primero que hizo, fue respirar hondo para poder razonar con cabeza fría.

Sin embargo, algo en la actitud de Dexter era tan similar a la de su amigo Silver... 'vivaracho', fue lo primero que le vino a la mente al marine. Casi era contagioso, y cuando el pirata dio un repentino respingo, Amaiar tuvo otro por la sorpresa. "No, en serio... ¿Cómo ha llegado este tipo a tener tanta recompensa por su cabeza? ¡Si parece tan peligroso como un cachorro desdentado! Un cachorro de Dragón sin dientes... ¿Dónde he oído yo eso antes?" Durante los segundos que Dexter pasó meditando, Amaiar inconscientemente también tuvo su momento de reflexión estúpida.

- Pero yo no he traicionado a nada, ni declarado ninguna guerra. - Las palabras de Black sacaron a Silverfang de su ensimismamiento. - En fin, ¿me ayudas a buscar la puerta? Tal vez podamos hablar tranquilamente mientras investigamos esto un poco a fondo. Siempre he querido ver la casa de Dracule Mihawk.

- ... Ya veo. Así que, o no eres consciente de las reglas impuestas para tu seguridad y la de otros; o las desestimas pensando que no sirven para nada. Ni siquiera te has planteado las consecuencias que podrían tener tus actos. Creo que empiezo a comprender la gira de sucesos que te han llevado a la cima de los rumores y las portadas de los periódicos. - Tras una pausa inicial para meditar, Amaiar suspiró y pronunció esas palabras. - Me dejas en un apuro, Black. - Dijo Amaiar rascándose la coronilla. - Mi deber me obliga a intentar ignorar tus circunstancias y detenerte por la fuerza si es necesario. Pero mi corazón en cambio me dice que eres... interesante, y que me gustaría acompañarte y charlar como si nos conociéramos de siempre...

El chico estiró el puño derecho hacia el Yonkou, sin moverse del sitio. Hacía rato que había dejado de oír a los marines que le acompañaron, por lo que supuso que se habían quedado inconscientes con el Hao de Dexter. Al fin y al cabo no eran más que reclutas sin ambiciones ni metas, por supuesto que tenían voluntad débil. Amaiar sacudió un poco el puño mientras recitaba:

- Piedra, Papel o Tijeras. Saca lo que quieras... ¡ya! - Tras un breve parón para dejar que su interlocutor reaccionara a tiempo, dejó el puño estirado, marcando 'Piedra'. Si ganaba o si perdía, determinarían lo que hiciese en los próximos minutos. Y no, no servía hacer una tirada de moneda a Cara o Cruz, eso era demasiado aleatorio. Debía ser un enfrentamiento de estrategia, reacción y voluntad los que decidieran si debía combatirlo o acompañarlo.

-Empate- dijo en voz alta el pirata, sin comprender muy bien qué demonios estaba haciendo. ¿Piedra papel o tijeras? Era una forma extraña de dirimir un combate, o de inclinar la balanza de un juicio, pero qué se le iba a hacer. Ambos habían sacado de su puño la piedra, el elemento inamovible que era derrotado por un papel. Seguramente viniera de algún proverbio, como ese de que por mucho que el viento sople la montaña permanece inamovible, o alguna tontería similar. De todas formas, había sacado lo primero que se le vino a la mente, consecuentemente de haber escuchado piedra y asociado al puño cerrado... O tal vez fuera puro azar. El caso es que la disputa acababa de terminar inconclusa-. No entiendo qué podías pretender con esto, pero no parece que vaya a resolver nada.

Elevó un poco el puño, llevándoselo a la altura de los ojos. Era la clase de cosas que lo hacían parecer imbécil de cara a gran parte de la gente. Tal vez esa actitud era la que había impulsado al Gobierno a ponerle recompensa, al más puro estilo de "si te portas mal te quitamos los juguetes", aunque se inclinaba más por el miedo a la que podría haber liado de estar en su piel otra persona, como Karl hizo unos años atrás... "Tonterías".

-Respecto a lo que decías... Soy plenamente consciente de las reglas puestas para preservar la seguridad de unos pocos y dar impresión a la mayoría de que son protegidos- tragó un poco de saliva. Si no iba con cuidado, por pura decencia debería abandonar la isla sin hacer la exploración del castillo-. Sin embargo, llevan mucho tiempo enviándome a una muerte segunda día tras día con la promesa de que un par de problemas con la ley serían olvidados, o al menos archivados- su gesto mostraba seriedad, y de pronto se imaginó a sí mismo actuando como lo que había ignorado tanto tiempo ser: un adulto-. Las consecuencias de cumplir la labor que se me encomendó han sido recibir como premio un precio exagerado e injustificado sobre mi cabeza, así que... Bueno, va siendo hora de que yo haga mis propias normas. ¿Las consecuencias factibles de esto? Hay muchas- comenzó a caminar, rodeando a su interlocutor para seguir examinando la pared y conduciéndose a la puerta que, tarde o temprano, aparecería-. Una de ellas es que el Ojo ya no compartirá sus avances científicos, ni nuestros astilleros fabricarán buques para la Marina. Paradise Island ya no contribuirá a la Marina entregando a los criminales que atraquen en sus costas mientras no cometan delitos en esa tierra, y Foodvalten, tras cuatro años desde que Zero cayó, vuelve a ser un puerto Pirata. No deberíais confundiros; No voy a ser vuestro enemigo- volteó la cabeza y dirigió una mirada por un instante gélida al Marine-. Bastante habéis perdido ya.

Siguió caminando junto a la pared, haciendo cálculos. ¿Sería muy caro replicar aquel edificio? Tal vez no costase más que unos millones, aunque quién sabe si hacer estudiar a una persona la totalidad de la gargantuesca construcción no inflaría el coste un poco... O mucho.

-En fin, ¿Vienes o qué?

"No me lo creo." Pensó el marine intentando aguantar la risa. Ciertamente la posibilidad de empate era alta, pero por alguna razón nunca se le ocurrió pensar en esa misma posibilidad, y por lo tanto no tenía una idea clara sobre lo siguiente que hacer. ¿Debía repetir el reto hasta que se alzara un ganador? Podrían estar todo el día haciendo el tonto sin resultado... "Bah, al carajo." Suspirando, Amaiar llegó a la conclusión de que no debía enfrentar a aquella persona frente a él, o al menos no en serio. De hecho, ni siquiera quería hacerlo, y había sido un estúpido por no darse cuenta antes.

En ese momento, el chico se dio cuenta de que Dexter le estaba respondiendo al comentario anterior, y escuchó con atención las palabras del Yonkou en busca de más detalles sobre su punto de vista. Lo que dijo, sin embargo, heló la sangre del marine en sus venas. Más que por el mensaje en sí, fue por la mirada que le dedicó Black y la sutil indirecta que portaban las frases en el aire. Aquello le sentó como un golpe en el estómago, y lo peor es que no podía negar la cruda realidad.

Cuando terminó su serio discurso, Dexter volvió a adoptar una expresión más suave y jovial, que tras aquel momento de seriedad se agradecieron por parte del muchacho marine. Parecía estar calculando las dimensiones de la mansión a 'Ojímetro' (un término cómico que usaban sus libros para referirse a 'hacerlo a ojo'), y finalmente acabó preguntándole directamente a Amaiar que si lo pensaba acompañar. Este, a su vez, pasó unos segundos de reflexión, pues necesitaba encajar todo lo que había pasado en los últimos minutos. Había sido poco tiempo, pero parecía que hubieran ocurrido mil cosas en un vertiginoso giro de los acontecimientos. Finalmente, Silverfang se rascó la nuca mientras decía:

- De acuerdo. ¿Por dónde empezamos? La puerta está por allí... - Sonriendo de lado, señaló a la esquina que hacían dos paredes, donde el enorme marco de madera por el cual había entrado él destacaba sobre la piedra gris.

-Oh, hay puerta- dijo Dexter en un momento de inocencia, antes de darse cuenta de que era lo más lógico en un edificio-. Eso facilita las cosas.

Siguió el camino que marcaba el dedo de Amaiar, y con curiosidad se acercó al marco de madera. Pese a que la carcoma empezaba a hacer mella en la belleza de los grabados, eran hermosos, y casi podía sentir la ferocidad de las batallas entre la algarabía de los festines allí tallados. ¿Por qué la gente de la antigüedad se molestaría en hacer esa clase de detalles en los puntos menos visibles? Lógicamente el marco se veía, claro, pero la puerta completamente lisa denotaba otra cosa: O bien era nueva y habían desechado la anterior, o por el contrario era una declaración de intenciones. "La guerra y los festines quedan fuera", pensó para sí, imaginando lo extraño que sería un palacio sin banquetes. ¿Realmente estaría pensado para eso? Quién sabe.

-Es curioso, ¿No te parece?- comentó, empujando el enorme portón, que cedió lentamente dejando ver un pasillo negro-. Todo está en ruinas menos este castillo. Después de todo este tiempo sigue en pie, observando cómo todo lo demás se consume...

Pensó en sí mismo mientras atravesaba el umbral. ¿Era eso lo que iba a pasarle a él? ¿También vería al mundo morir? Todo quedaría atrás. Lo que odiaba, lo que amaba... Iba a ser intemporal, al menos biológicamente. Por lo menos tenía el consuelo de que llegaría a ver sus planes cumplirse si andaba con cuidado y todo salía bien. ¿Y después qué? Verlo todo madurar y marchitar o cuidar por la eternidad de ello, o dejarse morir. No le gustaba ninguna de las tres, a pesar de que el fracaso se le hacía bastante más amargo: Significaba morir.

De repente una vibración repentina en su bolsillo, y el Den Den mushi de Krauser comenzó a sonar. No podía contestar si estaba cerca de un Marine; tenía que irse. Hablaría con él en un lugar seguro, y si era urgente cancelaría sus planes de ir al Torneo del Hexódromo.

-Debo marchar.

No dio tiempo a despedidas, sólo voló. Voló rápido y voló lejos, dejando la estela de sus alas en el cielo. ¿Tendría oportunidad de volver allí?