I take all the bad boys down +18 {Priv. Astartea}

Aquella mañana la habían llamado para hacerle un encargo, al parecer tenía que encargarse de un pirata, un sujeto no muy poderoso pero que estaba dando mucho la tabarra dentro del reino de Sakura. La habían llamado por que sabían que estaba en aquel lugar buscando información sobre la presa que ella anhelaba encontrar. Una presa que por el momento se le estaba escapando, pero que tarde o temprano acabaría entre sus garras. Acepto el trabajo, por que ¿por que no? un poco más de dinero nunca hacía mal a nadie y le interesaba comprarse algunas cosas nuevas, tal vez un arma nueva.

Le habían pasado el cartel del chiquillo en uno de los cuarteles de la marina y tras echarle un vistazo fue a ver donde podía encontrarlo. Aquel tipo de sujetos solían estar o en la taberna o en el puerto poniéndose hasta el culo de ron en sus barquitos. Primero se recorrió todas y cada una de las tabernas de aquel lugar, pero no dio con él, además, esa carita de ángel no era complicada de distinguir entre la gentuza del lugar. Estaba segura de que sus ojos podrían distinguirlo en cualquier momento, Ash disfrutaba viendo tipos buenos y ese estaba para comerselo.

Camino entonces a lo largo del puerto, buscando algo que resultara sospechoso y lo vio. Pudo ver como un tipo salia volando de una de las casas de apuestas ilegales del puerto de Sakura, sonrió de medio lado, aquel tipo debía ser el suyo. Se acerco disimuladamente para averiguar si era o no era y en cuanto le vio la cara lo supo, aquel angelito era su presa y pensaba comerselo con o sin patatas. Se acerco con una fingida sonrisa e inocencia y le ayudo a levantarse — ¿estas bien? parece que esos tipos no son muy amigables —  el chico intento levantarse con ayuda de Ash, pero se notaba que estaba un poco perjudicado.

— ¿Por que no vienes a sentarte un rato? — la sonrisa de Ash se agrando y posiblemente eso fue lo que la delato, el chiquillo la golpeo con el codo en la cara e intento salir corriendo. Aquello la puso furiosa — ¡hijo de puta! — salio corriendo detrás de él en cuanto se aseguro de que su nariz estaba en perfectas condiciones, no iba a dejarlo escapar y mucho menos ahora que el muy cabrón le había golpeado en la cara. Pensaba destrozarle los huesos uno a uno hasta que chillara como un puto perro.

Estaba furiosa, joder, claro que estaba furiosa, aquel cerdo casi le partía la nariz y eso la había puesto de una leche considerable. Gruño como un perro furioso mientras corría detrás de ese cabrón pensando en que debería haberle metido un tiro en la cabeza cuando tuvo oportunidad. Realmente estaba empezando a pensar que lo de disparar antes de preguntar era más sano que cualquier otra forma de actuar. — Cuando pille a ese cabrón le voy a cortar los huevos — se fijo en como una chiquilla se lo llevaba a otra parte. ¿Sería su compinche?

Puede que fuera su compinche o que fuera otra cazadora que quería hacerse con su cabeza y no, de eso nada, ese dinero iba a ser suyo y más teniendo en cuenta que le perseguía desde antes y que ese maldito cabrón le había jodido la nariz. Saco entonces la pistola y dio un disparo de aviso, esperaba que fuera él quien asomara, pero fue ella la que lo hizo. Suspiro y al final les pillo a los dos apuntándoles con la pistola a los dos — mira chiquilla, no se quien eres ni lo que quieres pero esa cabeza es mía — se notaba que estaba realmente cabreada en aquel momento.

— No me gusta compartir el dinero ¿entiendes? y menos cuando el muy cabrón casi me parte la nariz — no bajaba el arma bajo ningún concepto. No sabía las habilidades que tenía aquella mujer así que se mantenía a una distancia prudencial. Le habían mandado capturar a aquel amiguito y no iba a dejarlo escapar, no reconocía la cara de esa mujer en ninguno de los carteles de se busca, así que suponía que o no era pirata o no era lo suficientemente reconocida como para merecer la pena. Aunque puede que al final fuera todo lo contrario y la chica realmente no tuviera nada que ver con él.

— Puta cazadora, no me vas a llevar ante el gobierno — intento escupirle, pero Ash se quito de en medio justo en el momento preciso. — Si es que encima eres un puto guarro — bufo molesta y chasqueo la lengua pensando en las ganas que tenía de arrancarle la cabeza a ese tipo — al final te meto una bala en la sien desgraciado — tenía la pistola cargada y lista para disparar y sinceramente se moría de ganas por apretar el jodido gatillo. Ese tipo era un pesado de primera y Ash tenía muy poca paciencia. Normalmente no sería tan brusca con sus presas, pero ese tío se había pasado de la raya.

En el momento en que le mostró la placa de la marina suspiro. No esperaba que aquella chiquilla fuera de la marina pero se sintió bastante más tranquila cuando lo supo. Arqueo una ceja cuando la escucho decir que podía darle su cabeza y aún así quedárselo entero. Bueno, tampoco le importaba realmente como lo hiciera siempre y cuando ella pudiera cobrar el precio de su recompensa. Lo que realmente le interesaba a Ash era cobrar el dinero que valía su cabeza, lo demás era completamente secundario.

La miro por un momento y luego apunto solamente al chiquillo para que se estuviera quieto ahora que había besado el suelo gracias a la otra albina. — Bien, trato hecho, por mi estupendo, no me interesa el tipo en si, con poder llevarme su cabeza tengo suficiente — si era reconocible y la pagaban era más que suficiente, no necesitaba nada más. Lo que la chiquilla quisiera hacerle después al tipo no era asunto suyo siempre y cuando lo que hiciera no la metiera a ella en problemas. Si algo de lo que al jovencita hacía luego le repercutía a ella ya buscaría cuentas.

— Puedes quedarte con su cuerpo y hacer lo que quieras con él sin mayor problema — se encogió de hombros tranquilamente mientras se colocaba en una postura un poco más cómoda. El tipo estaba borracho así que tampoco tenía mucho margen de movimiento y después de aquel golpe y tener a la otra mujer apuntándole a la cabeza dudaba mucho que realmente quisiera internarlo si quiera. Por un momento intento negociar con ellas, les ofreció dinero y algunas otras cosas que al parecer tenía en su barco, pero Ash por muy bruta que fuera no aceptaba sobornos.

— Callate o al final te vuelo los dientes, tanta palabrería insulsa me aburre — miro a la chica nuevamente de reojo y sonrió. — Bien, entonces es todo tuyo, siempre y cuando pueda llevarme la cabeza, no pido más — espero entonces a ver que hacía la chiquilla — me vendría bien saber tu nombre al menos, teniendo en cuenta que solo se que eres marine, preferiría llamarte por tu nombre en vez de señoritinga marine — dejo salir una risotada mientras esperaba respuesta y ver las acciones de la mujer.

Rió a carcajada limpia y con cierta maldad cuando le vio vomitar de esa manera al ver su cabeza en las manos de la chiquilla. Desde luego aquella chica tenía talento y unas habilidades curiosas y divertidas. Se limpio una lagrimita que caía por uno de sus ojos tras tanto reírse. Lo pensó por un momento y decidió que tal vez merecía darle una pequeña paliza o al menos un par de golpes después de lo que había hecho con su preciosa nariz. Aún la tenía roja y se notaba que le molestaba un poco. Sonriendo con cierta malicia se acerco un par de pasos al tipo.

— ¿Como de entero lo necesitas? — una sonrisa algo sádica apareció en su boca y cuando obtuvo una respuesta por parte de Astartea no dudo en levantar al chico por la camisa y pegarlo contra la pared para propinarle una patada primero que le hizo doblarse y luego un rodillazo en el estomago. — Así aprenderás que las caras de las señoritas no se tocan cabrón — volvió a golpearle pero esta vez en la cara propinándole un buen golpe en la nariz igual que él había hecho.

Aunque en su caso, fue lo suficientemente fuerte como para hacerlo sangrar como un chochinillo — eso es, sangra como el cerdo que eres — después e giro a mirar a la chica mientras el piratejo se retorcía en el suelo e intentaba huir arrastrándose como una vulgar lombriz. — Si eres tan amable me quedo la cabeza real, no quiero que por algún descuido desaparezca o lo que sea  y me quede sin dinero — después de todo si estaban haciendo un trato ventajoso para ambas no le importaría darle la cabeza real. Después de todo, parecía que esa cabeza que le había puesto al chiquillo funcionaba y resultaba de lo más interesante.

— Desde luego tienes unas habilidades de lo más curiosas — sin mas se encogió de hombros y enfundo el revolver una vez que quito la bala del cañón para evitar accidentes. — Deberías pegarle tu también, tiene buen aguante para los golpes — se acercó entonces para tomar la cabeza de aquel tipo, luego pensó en como demonios la llevaría. En el barco tenía un saco, podía guardarla allí para no tener que ver su espantosa cara todo el camino hasta que pudiera entregarlo en un cuartel y recoger la recompensa. Ante la pregunta de la chica Ash sonrió levemente, no valía demasiado el tipo, pero al menos era un pellizco jugosito.

— Aquí el amigo vale quince millones, no demasiado teniendo en cuenta las molestias que causa el muy cabrón, pero al menos me llevare un pellizco — por lo menos era dinerito al bolsillo y siendo cazadora solitaria o casi solitaria todo el dinero que pudiera recaudar de forma "sencilla" era bueno. Si quería labrarse un nombre dentro de los cazadores tenía que trabajar y tenía que hacerlo bien, tenía que capturar presas cada vez más gordas y después, encargarse de que su fama resonara y lograr así que los piratas temieran oír hablar de ella, tal vez que se convirtiera en el típico cuento de leyenda que usan para asustarse unos a otros en una noche frente a una hoguera.

Desde que era una niña había comprendido que todos tienen una pizca de locura en su interior, pero lo de aquella mujer era cuanto menos curioso. Esa cara de muñeca no iba demasiado acorde con las sonrisas siniestras que era capaz de poner. Pero aquello no era importante para la vaquera, no, en absoluto. Ash solo estaba interesada en una cosa, el dinero y si aquella chiquilla le daba la cabeza que ella necesitaba no preguntaría nada más. Lo que hiciera o dejara de hacer con aquel pobre descarriado ya no le interesaba en lo más mínimo. Después de todo, era un criminal que había sellado su destino solito, no era cosa suya que la cabeza del tipo valiera quince millones.

— Lo se, yo tampoco me explico como este mierdas puede valer ese dinero — se encogió de hombros y entonces asintió saliendo junto a ella del callejón mientras se crujía los dedos y se limpiaba un poco las palmas con los pantalones. No es que fuera muy femenina cuando estaba trabajando, solía guardar sus encantos cuando encontraba algún tipo que mereciera la pena seducir y llevarse a la cama. — Curiosas habilidades las tuyas, no se como estas metida en la marina pudiendo hacer esas cosas, sería más divertido si te dedicaras a cazar a estos cabrones — se rió de nuevo con esa forma tosca que tenía ella.

Una vez en su barco dejaría que sacara al tipo y le devolviera su tamaño original. Lo habían metido en la bañera, por que joder, si tenían que arrancarle la cabeza aquello iba a ensuciar y mucho y lo sabía por experiencia. Normalmente Ash solía llevar a sus presas vivas, pero en ocasiones siempre ocurrían accidentes y con aquellos que se atrevían a tocarla casi siempre terminaban con una bala en el cuerpo peligrosamente cerca de matarlos o bueno, para que mentir, de vez en cuando alguno terminaba en el otro barrio.— Bueno, manos a la obra, cuanto antes terminemos antes cobro — la sonrisa en su rostro se ensancho mientras se mostraba algo torcida. De vez en cuando la albina también tenía sus comportamientos peligrosos, después de todo, el pasado que había vivido la había convertido en un ser peligroso.

Le dejaría a la chica trabajar, después de todo había dicho que era médico y suponía que ella tenía mejor mano para poder hacer ese tipo de trabajos, por llamarlos de algún modo. La ayudo a preparar al tipo y también su ropa y entonces se aparto pero se quedo allí para admirar el buen trabajo, se podría decir que encontraba cierto placer en ver aquel tipo de situaciones. La sangre, los huesos crujiendo, también disfrutaba viendo el dolor reflejado en la cara de quien sufrí,a pero en aquel momento no era posible, el tipo débil e insulso se había desmayado nada más empezar. Una lástima que tampoco pudieran oírle gritar en aquel momento, pero la chiquilla tenía razón.

Era mejor que no gritara demasiado, teniendo en cuenta que estaban en el puerto y podrían pensar que estaban haciendo cualquier cosa ilegal y se podría armar un buen lío. Aunque ella era cazadora titulada y la chica marine con todas las de la ley, así que seguramente simplemente las dejarían pasar cualquier cosa que hicieran. Pero si podían evitarse el dar explicaciones mejor para las dos. Pillo la bolsa una vez la chica se la paso y la cerró bien para evitar que pudiera resultar molesta mientras la cargaba hasta el cuartel.

Tras escuchar la voz de la chica asintió, le parecía una buena idea ir a tomar algo juntas teniendo en cuenta que ya habían terminado con aquel juego que las dos se traían — es un blandito, realmente no se como a logrado llegar a valer quince millones, puede que como dices sea culpa de esa cara vomita, aunque si le vieran potar de esa manera, dejaría de tener gracia — se río a carcajadas mientras se colocaba bien la bolsa en el hombro y suspiraba. — Voy a entregar a este desgraciado y vamos a por algo de beber — le apetecía un buen whiskazo.

Fue hasta el cuartel y entrego la cabeza, los guardias inicialmente parecían asustados, pero no tuvieron más remedio que pagarle a la mujer lo que había pedido. Después de todo, era lo que ponía en su cartel de se busca, no hicieron mas preguntas, normalmente nadie se atrevía a preguntarle a Ash por sus capturas. Sobretodo por el humor que gastaba la mujer, era un completo problema para el mundo. Después volvió hasta donde estaba la chiquilla esperándola y fueron a la taberna más cercana — a mi ponme un whisky solo y a la mozah lo que quiera, pago yo — por una vez estaba animada, había logrado un buen dinero de forma relativamente fácil.

Fuera lo que fuera lo que hizo aquel desafortunado chiquillo no le era relevante. Con saber que gracias a él se había llevado quince millones al bolsillo era más que suficiente. Le asintió al tabernero para que le sirviera el Whisky a su acompañante. Después tomo su vaso y lo llevo hasta sus labios para mojar estos primeramente con el líquido amarino que había en su interior y después para dar un trago largo y disfrutar del ardor, del sentimiento que le provocaba. Había pocas cosas que le pudieran gustar más que el tabaco y el whisky y se aseguraba de poder disfrutar de aquellos placeres siempre que podía y más.

— Bueno, de alguna manera tenía que ganarme la vida y allí de donde vengo no es que me tuvieran mucho cariño — saco el paquete de cigarros y miro de reojo al hombre que les había servido las copas. Por su gesto dedujo que no había problema en que fumara dentro de aquel lugar así que saco uno y lo metió en sus labios. Encendió el cigarro con su mechero zippo y después lo guardo dejando salir el humo que había inhalado para poder encenderlo. Intento que la trayectoria del humo no se acercara a su acompañante, no sabía si le molestaba el humo o no pero tampoco es que quisiera molestarla.

Le había caído bastante bien y por ese motivo se estaba portando todo lo bien que sabía. —¿Y tú, como acabaste trabajando para la marina? — por alguna razón si le decía que había sido por la justicia y el honor no lo creería. Había visto ese brillo peligroso en sus ojos, ese brillo que indicaba que exactamente justicia y bondad no era lo que esa chica estaba buscando. Había algo detrás de sus acciones y si se lo contaba bien, si no, bien también, tampoco era de las que pinchaban hasta sacar información a no ser que fueras una de sus victimas o alguien que pudiera conocer a su presa. En ese caso, era mejor que cantaras cuanto antes, de lo contrario te esperaba bastante dolor.

Se remango las mangas de la camisa y de la chaqueta para estar más cómoda. Volvió a meterse el cigarro en la boca y dio un par de caladas dejando salir el humo de forma intermitente mientras sus ojos se encargaban de hacer un barrido rápido por el lugar, tal vez alguno de los allí presentes tuviera recompensa sobre su cabeza y podría llevarse un poco más a casa. Esperaba la respuesta de la albina, aunque no estaba segura de cual podría ser o de si sería satisfactoria para ella, al menos esperaba una respuesta. Después de todo, Ash tampoco le había dado mucha información sobre si misma, tan solo le había dicho que se hizo cazadora por que de algo tenía que vivir y por que en su lugar de origen no la querían mucho, pero había mucha mierda detrás de esas palabras y sería una historia demasiado larga de contar para una tarde aburrida en la que tomarían una copa de Whisky y poco más.

No iba desencaminada en absoluto, su caracter se había forjado en las calles y ella estaba en las calles por lo que le habían hecho. Por que su madre la había abandonado como a un perro pulgoso, por que la gente a su alrededor prefería pisotearla y escupirla antes que ayudarla, antes que mostrarle un camino mejor. Por ese motivo se convirtió en lo que es ahora, una mujer dura, fría pero con un carácter explosivo. En ocasiones además de zorra era un demonio, un demonio con una mirada que podría mandarte a las puertas el infierno antes de que te dieras cuenta. Pero solía preferir su personalidad explosiva antes que mostrar mucho más de si misma.

Nada ni nadie conocía realmente bien a la verdadera Ash, ni siquiera conocían su jodido nombre. Quien dijera que conocía a aquella mujer tan solo había visto lo que ella quería mostrar. Asintió mientras echaba un poco la cabeza hacía atrás y dejaba salir una leve risilla, se notaba que le incomodaba un poco aquel tema. Le traía recuerdos dolorosos, heridas que se habrían porque aún no habían terminado de cicatrizar y que si por ella fuera, quemaría a fuego para que dejaran de doler. Pero aquel dolor de vez en cuando le recordaba por que estaba allí, como había llegado hasta donde estaba y por eso no terminaba de cerrar ese dolor.

— Es correcto, digamos que mi carácter es culpa de esa puta gentuza, pero tampoco tengo quejas  — se encoje de hombros mientras vuelve a colocar su cabeza en su sitio para mirarla. — Pero bueno, todos tenemos mierda encima que no podemos quitarnos y si al menos sirve para algo, pues eso que nos llevamos — ella no se arrepentía de como era o de quien era, ahora había encontrado algo que hacer y un camino que seguir. Gracias a la vieja Marian ella había encontrado algo que hacer en la vida para dejar de ser una puta bala perdida y por eso, estaba satisfecha con su pasado aunque aún tuviera muchas incógnitas que resolver.

Escuchar sus palabras le hacía saber dos cosas, una, entendía como se sentía y dos, si aquella albina era capaz de entender sus sentimientos es por que estaba igual o aún mas jodida que ella. No había nadie que pudiera entender el dolor de otro si no había pasado por algo parecido o por alguna situación que dejara marca de forma similar. Pero ella no preguntaría, no le gustaba remover la mierda del pasado de los demás como a ella no le gustaba que removieran la suya. Suspiro pensando en que podía decir ahora, no quería sonar melancólica ni dolida, pero joder, lo estaba y no precisamente por el alcohol por que dios y el diablo sabían que eso no le afectaba en absoluto.

— Lo que mas jode, lo que más duele, es ver como el mundo sigue girando, como todo sigue adelante menos tú, ves que el mundo continua su camino sin tenerte en cuenta como si fueras una muñeca rota que no sirve para nada más que para acabar en un rincón oscuro de un desván abandonado — su voz, sonaba llena de amargura mientras se terminaba el contenido de aquella copa y hacía una señal para que le trajeran otra. El alcohol no era nada para ella, ¿emborracharse? tarea casi imposible para ella.

— Piensas que tal vez alguien se de cuenta, buscas que te entiendan, que tal vez te ayuden, pero la ayuda nunca llega — volvió a sonreír, esta vez una sonrisa muda que se poso en sus labios mientras sus ojos rubí se perdían en el interior de aquella copa y observaban el movimiento lento y juguetón de los tintineantes hielos en el interior de aquel licor. — Y tu, siendo una puta muñeca rota tienes que decidir, dejas que el viento te lleve o te levantas y te pegas los pedazos y sigues adelante con tus cicatrices y tus parches —  eso era ella, una muñeca rota que se había reparado a si misma. Una muñeca rota que había logrado reconstruir y tapar las heridas que los demás le habían hecho.

— Algunos deciden callar y fingir que nada ocurrió, supongo que yo soy del otro lado, de aquellos que simplemente aceptan lo ocurrido y se vuelven unos putos estramboticos alocados para evitar que vuelvan a joderles, por que si alguien quiere joderme, creeme, le jodo yo antes — apretó el puño libre con fuerza. Seguramente si hubiera sido la mano que sostenía el vaso lo hubiera partido y se habría clavado los pedazos en la mano, pero aquello no le importaba en lo más mínimo, no le hubiera importado herirse, el dolor era algo totalmente relativo para ella, lo había sufrido tanto y en tantas formas que era como una brisa que roza su pelo.

¿Que si la entendía? joder, era un calco de lo que ella misma sentía, pensaba y padecía. No conocía la historia de aquella mujer, no estaba segura de querer preguntar, pero algo tenía claro, si le dolía como le dolí a a ella la suya era mejor ni siquiera mencionarlo. Si en algún momento aquella albina quería contarle su historia alguien, debía ser alguien en quien confiara lo suficiente como para partirse el alma en dos y dejarle ver lo que había dentro. El dolor, la amargura, el llanto retenido y aquellos pedazos de ella misma que siguen desgarrando la por dentro por que nunca volverán a unirse como antes. Por que seguirán rotos aun cuando todo a su alrededor cambie, pues por mucho que pegues algo, nunca vuelve a ser como antes.

— ¿Sacrificarse por ti? antes serían capaces de venderte al mismísimo diablo si con eso consiguen cumplir sus enfermizos caprichos — eso es lo que había hecho su madre. La había abandonado en la calle para que su chulo la mantuviera y pudiera seguir teniéndole entre las piernas y disfrutando de los lujos que le daba. Eso había hecho la banda a la que ella perteneció en su juventud, todas y cada una de las personas que había conocido, la habían utilizado para sus propios fines. — Te utilizan, te destrozan y cuando ya no les sirves, simplemente te dejan tirada, pero ya no más — las voces de ambas demostraban el dolor de un pasado que era mejor no remover y que aunque no lo contaran ambas lo volvían a vivir con cada trago de whisky, con cada palabra que escapaba de sus labios.

— Ya no podrán volver a hacernos daño, por que quien te hace daño no es quien quiere, es quien puede y ahora, nadie, nadie puede hacernos daño — clavo entonces sus ojos rubí en la mujer y levanto el vaso que había sido nuevamente servido por aquel camarero que ahora las miraba desde lejos con el terror reflejado en sus cansados ojos. Sonrió, la vaquera sonrió como había hecho desde que entraron en aquel bucle de sentimientos y recuerdos, con una sonrisa rota y desgarrada — por nosotras y por todos aquellos que ya no pueden hacernos daño — ¿brindaba por los ya muertos y por aquellos que mataría? si, ¿por que no?

Podía ser una idea macabra, un juego absurdo y en cierta forma enfermizo, pero ahora mismo así era como se sentía, esos eran los pensamientos que acudían a su mente al mismo tiempo que sus recuerdos pasaban como si fueran una película o mejor dicho, un documental de guerra. Las cicatrices en su cuerpo podían contar tantas cosas, tantas historias que su boca callaba, tantas heridas de las cuales aún recordaba el dolor, como escocían, pues habían quedado grabadas en su piel y nunca podría borrarlas. Tampoco es que quisiera, eran un recordatorio de lo que nunca volvería a dejar que le hicieran.

Brindo junto a ella y al igual que su compañera vació la copa de un solo trago. De todos modos no sería la primera vez que la vaquera hacía algo así y tampoco sería la ultima. Estaba acostumbrada al alcohol y beber en buena compañía al menos era agradable y era algo que no siempre podía conseguir la mujer. Suspiro de forma leve moviendo la cabeza de un lado a otro y llamando al camarero para pedirle la cuenta. No beberían más, por aquella noche era suficiente, notaba que su compañera estaba ligeramente perjudicada y era mejor no seguir tentando a la suerte con aquel whisky.

— No hay forma correcta de querer, tan solo tenían que querernos — saco el dinero justo y lo puso sobre la mesa para después levantase y tenderle una mano a su compañera para ayudarla a bajar. Se coloco bien el sombrero y dejo salir un bufido ligeramente divertido al ver como el camarero aún las miraba con cierto terror en la mirada — ¿que te parece si nos damos una vuelta para despejar un poco la cabeza? — un paseo por el puerto una vez que habías bebido lo suficiente siempre era agradable. Sentir la brisa marina refrescando tu cara y ayudando a que te mantengas despierta para no caer al suelo como un saco de patatas.

Espero la respuesta de su compañera y después salió de aquel tugurio para comenzar a caminar con ella por el puerto. No había demasiada gente pululando por allí a aquellas horas, tan solo los marineros y los taberneros, la gente que se dedicaba  a la noche y a mantener entretenidos a mercaderes y marinos. Aún así, era dificil que no se fijaran en ellas, la mayoría de miradas por no decir todas las seguían. Una parecía una muñequita de porcelana china y la otra, una mujer ruda y despreocupada vestida de vaquera. Eran un cuadro de lo más pintoresco y se preguntaban de donde había salido un dúo tan peculiar.

— Debo decir que a sido un placer trabajar contigo Astartea, si en otra ocasión necesitas una cazadora — saco una tarjetita de uno de los bolsillos y se la tendió. Su nombre un sombrero y el número de teléfono era lo que había en aquella pequeña tarjeta de presentación. Las llevaba por que siempre era bueno que recordaran su nombre y su numero si necesitaban un nuevo cazador, así que por eso las repartía a la gente que en algún momento se había cruzado con ella haciendo un trabajo o que simplemente había puesto un anuncio y le habían pagado lo suficientemente bien. En aquel momento, le entrego la tarjeta por que la chica le había caído bastante bien y bueno, le había gustado trabajar con ella ¿por que no hacerlo de nuevo?