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El camino a los truenos [Lance y Xandra] Empty El camino a los truenos [Lance y Xandra] {Jue 14 Mayo 2020 - 14:44}

Estaba sentada sobre un puñado de cajas. Se encontraba en uno de los puertos del Grand Line, más concretamente en uno de los puertos de Dark Dome. ¿Cómo había acabado allí desde la última vez? Ah, eso era una larga historia para otro día. El caso era que durante el mediodía había viajado hasta uno de los puertos de aquella endemoniada isla donde llevaba un par de días. Estaba lista para irse, pero recordó lo que había apalabrado con cierta persona, que seguirían en contacto porque estaba interesado en estudiar su poder y en mejorarlo incluso.

Tenía en la mano su Den Den Mushi, ese que había robado de uno de los guardias de la prisión cuando se escapó con Katharina e Ivan. En ese precismo momento se encontraba finalizando una llamada a un... ¿compañero? No sabía bien cómo definir al chaval aquel, Sif.

Estoy ahora mismo en el puerto de Dark Dome —dijo, aún hablando con Sif a través del Den Den Mushi —. Si me recoges podemos hablar de lo que comentamos en ese momento. Sí, estudiar y mejorar eso que te interesó. Tengo una idea pero no puedo llevarla a cabo en casi ningún lugar sin dar demasiado la nota —continuó. Su idea era bastante hardcore, pretendía recibir tantas descargas eléctricas como fuera humanamente posible hasta que su propio cuerpo y energía elemental consiguieran asimilarlas para aumentar su propio voltaje. Así conseguiría no un aumento de poder general, si no su verdadero objetivo: Desarrollar una forma de hacer circular una corriente bestial por todo su cuerpo.

Según su teoría debería ser posible, si era su personalidad la que generaba su propia corriente... debería haber alguna manera de hacer que otras fuentes externas entraran en sintonía con su propia electricidad. Evidentemente no conseguiría hacer lo mismo que hacía Sif, pero estaría contenta si conseguía modificar alguna fuente ajena a ella para sus propósitos, incluso si no podía controlarla más allá de su cuerpo.

Finalizó la llamada y, simplemente, esperaría ahí sentada. Tenía una bolsa de bollos al lado así que no se moriría de hambre.

Ya había pasado un tiempo desde que salió de la cárcel, era el momento de llevar sus habilidades al siguiente nivel. Aún no tenía conocimientos biológicos suficientes para llevar su cuerpo más allá de sus límites humanos, pero sí podía empezar por llevar su poder elemental más allá de lo que debería poder hacer como humana sin perder la movilidad en el agua por una fruta.


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El camino a los truenos [Lance y Xandra] Empty Re: El camino a los truenos [Lance y Xandra] {Jue 14 Mayo 2020 - 17:05}

— Vaya día más aburrido, de verdad… — Suspiré, tirado a la puerta del gimnasio, sudoroso y dolorido. Últimamente estaba tratando de mejorar mi capacidad física a base de esfuerzo, pero parecía ser que iba a necesitar más que un par de semanas. Además, trabajar mientras tenías unas agujetas tan terribles no hacía muy sostenible la situación. — No sé si a corto plazo esto va a valer la pena por mucho que digas, eh… — Miré a mi acompañante, que seguía allí tirado, levantando pesas, una tras otra. — Ni a largo, vaya. ¿De qué me sirven los músculos si llevo pistola, coño? ¿Voy a disparar un cañón de riel o qué? — Traté de hacer que el aire retornase a mis pulmones, todavía sin las constantes vitales en su sitio.

—Bueno, la cosa no es... —hizo un esfuerzo con las pesas— conseguir músculo, chico. Tienes que aguantar, y para aguantar necesitas... ¡Ugh! Resistencia. —dejó la pesa en su soporte y levantó su torso para mirarme — Además, ¿qué vas a hacer si se te presenta un pavo delante, eh? ¿Te da una hostia y te deja tiritando? Venga ya, no me pongas excusas de mierda.

La megafonía sonó durante un segundo, cortando el discurso de Yuu, primero con un leve chirrido que indicaba que se había encendido y luego con una voz humana.

— ¡Llama una tal Xandra! — Me levanté de golpe, con los ojos que tendría un cervatillo frente a los faros de un coche. Si pudiera levantar las orejas, lo haría, pero no era un mink. — Repito, ¡llama una tal Xandra!

—¿Xandra? ¿Quién cojones es Xandra? — Dijo el parchado y, viendo que me levantaba, me dio por perdido mientras se me quedaba mirando. Supuse que no estaba acostumbrado a verme recibir el teléfono así. Aun así, al segundo ya había vuelto a su rutina de macho.

— Es mío, mío, mío~ — Me desmaterialicé y aceleré lo máximo posible, atravesando una puerta tras otra en esa forma sin recibir ningún daño. Pasé justo por las bisagras de las puertas de madera para que la electricidad se condujera correctamente y, al minuto, estaba ya en la sala de mandos. — Dame el auricular, por favor. — Le dije al encargado que, algo atacado, me había visto surgir de la nada justo frente a él. Lentamente me hizo llegar aquello a mi mano, que había estirado y abierto en su dirección para lo mismo.

— ¡Eh, Xandra! — En cuanto escuchó mi voz me saludó animadamente y, segundos después, me dio su ubicación. Había pasado un par de veces por Dark Dome, pero de forma completamente esporádica y sin realmente haber pisado más de tres calles. Su plan era que fuera a recogerla para que empezase lo que dejé a medias durante la carrera, ya que me interesaba su anatomía y, más aun, su capacidad de generar los distintos elementos. — Me parece perfecto. Pues… — Miré a la pantalla delante de mí, tratando de discernir en qué parte del mundo estábamos. Ya perdido, pregunté directamente. — ¿Cuánto tardaríamos hasta Dark Dome? — Levantó ambas manos, mostrándome siete dedos. — Estamos algo lejos, así que danos cerca de siete horas y nos plantaremos allí, ¿vale? — Esperaba realmente que no se cansase de estar allí quieta sin hacer nada o que se fuera a otro lado para aprovechar más el tiempo. — Pon rumbo hacia allí.

— ¡Pero señor, tenía usted una reunión en Cactus Is…! — Le lancé una mirada y agachó la cabeza. — Ya va.

— Aplaza la reunión unos días. O semanas. Tampoco es que me interesase demasiado, no valen la pena por lo que he podido comprobar. Bueno, Xandra, allí estaremos. ¡Adiós! — Se despidió de mí y colgó.

Aproveché el tiempo libre, que no era poco, para darme una buena ducha que me quitase el sudor. Además, escogí un traje de color bermellón y detalles negros con una camisa blanca que me harían destacar del resto, si no fuera suficiente con mi apariencia. El resto del tiempo que pudieron ser seis horas, toda la tripulación me podía ver de un pasillo para otro, asomándome a cubierta y al control de mandos para saber dónde estábamos. En uno de los momentos en los que disfrutaba del aire libre pude fijarme en que aquel emporio tecnológico se erguía al frente y corrí hacia el hangar. Di órdenes para que, en cuanto la distancia fuera la óptima, se desplegase el Loki, ya que teníamos una invitada. Yo, por supuesto, iría dentro.

Aquello comenzó a descender hasta alcanzar la altura del puerto y allí vi a la señora con la que había pasado días en el mismo barco y compartí historias de laboratorio, haciendo sus cosas. La saludé todavía desde aquella nave voladora.

— ¡Chicos, a la altura del puerto, que pueda subir la señorita! — Dije, tratando con todas mis fuerzas de mantener aquel porte. Metí una de las manos en el bolsillo del pantalón mientras que me acercaba a la borda que colindaba con tierra firme y esperé a que se acercase para tender mi mano. No hacía falta, lo había comprobado, pero había visto en películas y libros que los modales hacían al caballero. — ¡Hey, Xandra! Te echaba de menos. — Saqué la mano del bolsillo e hice un gesto a los chicos para que volviésemos a subir. — ¿Qué tal todo? — No esperaba una respuesta demasiado interesante, ya que el tiempo no había dado para mucho más, pero serviría para rellenar el trayecto en el aire. En cuanto llegásemos al Ragnarok, saldría de un Loki ya estacionado y la guiaría hasta la cubierta. Solía ser mi momento favorito, ya que la gente se quedaba loca al ver el mundo desde aquella altura de una decena de kilómetros. — Bueno, ¿qué plan tienes entonces? ¿Sigues con la idea de las electrocuciones? — Caminaría de una forma un poco torpe, tratando de aparentar, hasta la barandilla, apoyándome allí para mirar al mar.


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El camino a los truenos [Lance y Xandra] Empty Re: El camino a los truenos [Lance y Xandra] {Sáb 16 Mayo 2020 - 13:35}

Al principio no contestó el propio Sif, si no que fue otra persona, como si fuera un secretario o algo así, quizá el muchacho era más importante de lo que parecía, y eso que parecía muy joven. Se le notaba animado, y no podía negar que se alegraba de que el chaval pareciera más "vivo" que cuando se lo encontró la primera vez. ¿Siete horas? Sin problema, encontraría algo que hacer. Estaba en Dark Dome y no era un lugar en el que quisiera estar mucho tiempo, así que la científica decidió ir a algún hostal y pagar por un día solo para poder darse una ducha.

Pasadas unas seis horas más o menos de hacer el imbécil por ahí volvió al puerto para encontrarse con Sif, que no debería tardar mucho más de una hora. Al contrario que durante su primer encuentro, ahora Alexandra no vestía el uniforme de reclusa de Dark Dome (habría dado el cante), ahora vestía su vestido más habitual, un vestido ligeramente ajustado, bastante corto de colores azul y rojo, sin mangas y que por abajo cubría lo imprescendible. No se podía apreciar bien por la bata de laboratorio, pero llevaba unos brazales de tela negra que empezaban casi en su hombro y acababan en sus muñecas. Sus piernas no estaban totalmente al aire, las cubría con unas medias negras que llegaban hasta más arriba de lo que mostraba su vestido. Sus botas de tacón iban a juego con el extraño sentido estético de su vestido, siendo una de color rojo y otra de color azul.

Vale... no se esperaba eso. ¿Un trasto volador? Tenía ya como cinco o seis preguntas y eso que aún no se habían dirigido la palabra.

Hey Sif, me alegro de verte —comentó, animada, y es que siempre estaba bien encontrarse con alguien que, aparte de agradable, controlaba de los mismos campos que ella. Su tripulación era fantástica, pero no podía hablar con mucha gente de las cosas que le apasionaban.
¡Bien, bien! Un poco impaciente pero todo bien, ¿tú cómo has estado? —respondió mientras viajaban hasta aquella nave principal. Siguió al muchacho por la nave, llegando hasta la cubierta. Allí siguió a Sif hasta la barandilla, donde ella misma se apoyó.

Sí, quiero aumentar la cantidad de electricidad que puedo generar y hacerla circular constantemente por mi cuerpo para generar energía explosiva de movimiento y controlar más o menos mis músculos cuando estén cargados. Para eso mi única solución es introducirla desde fuera. La idea es que me electrocutes todo lo que puedas y que yo intente asimilar esa electricidad o mejor dicho, ese voltaje, para que mi electricidad natural se ajuste a la tuya y aumente así su poder y cantidad —le explicó de aquella manera lo que quería hacer. Una idea tremendamente irresponsable, arriesgada y peligrosa teniendo en cuenta el poder de Sif, pero en la ciencia debía arriesgar, y se trataba de un paso indispensable en su objetivo de sobrepasar los límites humanos —. Como va a ser un espectáculo un poco llamativo preferiría hacerlo en alguna isla sin presencia humana, ya sabes, a nadie le gustará estar paseando y verte electrocutándome.

La opinión de la gente le daba bastante igual, pero prefería evitar los testigos para no tener líos ni movidas. Sería un inconveniente si los viera algún civil y le diera por llamar a los marines. Que sí, que no tenía recompensa, pero prefería evitar a la justicia, especialmente a la de Dark Dome. Ya se había fugado de allí una vez... y prefería no tener que hacerlo otra, dudaba que volviera a aparecer de casualidad alguien del calibre de Katharina para salvarle el pellejo.

Pero hablando de otra cosa... la nave es una pasada, ¿cómo se llama? —miró de reojo al chaval, que llevaba un traje bermellón -una clase de rojo con tintes anaranjados- que le hacía destacar. No se imaginaba a Sif poniéndose como el "centro de atención" así, con lo timidillo que le pareció la primera vez, ¿acaso solo era así cuando no estaba en confianza? —. Una nave voladora que quita el sentido y un traje llamativo. No se te da mal lo de impresionarme, eh —bromeó, aunque sí era verdad que estaba impresionada por varios motivos—. Me gusta cómo te queda ese color, por cierto —alabó antes de volver a dirigir su mirada hacia el mar, el cielo, lo que tenían delante.

Desde esta altura... me siento como si estuviera por encima de todo, aparte de que sea literal, digo  —dijo, mirando el horizonte con cierta seriedad. ¿Se sentiría así constantemente cuando cumpliera su objetivo? ¿Sería esa la sensación después de todo el trabajo biológico que haría con su propio cuerpo? Sonrió, con un deje de malicia y ambición —. Estar en tu nave solo me motiva más a seguir trabajando para cumplir mis sueños, Sif —soltó en un arrebato de sinceridad, aquel sueño absurdo, egoísta y por el "bien de la ciencia" que no solía comentar... esa altura la hacía soñar, y eso le gustaba —. ¿Podrías hacerme un tour por lo que puedas enseñarme? Prometo no preguntar demasiado.

No sabía de mecánica ni de naves en general, pero si iba a viajar ahí necesitaría saber dónde estaba cada cosa para no perderse ni tocar lo que no debía tocar. Además, sentía curiosidad por los entresijos de la nave, especialmente el mecanismo que la hacía volar.


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El camino a los truenos [Lance y Xandra] Empty Re: El camino a los truenos [Lance y Xandra] {Sáb 16 Mayo 2020 - 17:53}

Bueno, parecía que Xandra seguía interesada en lo mismo que me dejó caer en su momento durante la carrera. Mantenía todavía la posibilidad de que la convirtiese en un circuito a la fuerza para poder asimilar mi electricidad y aprovecharla en un futuro. Llevaba demasiado tiempo sin estudiar biología, pero no estaba del todo seguro de que aquello fuera algo que se convirtiese en realidad. Aunque tampoco parecía muy real la capacidad de la mujer para aprovechar los elementos, al igual que no entraba en la cabeza de muchos ciudadanos de los Blues la verdadera naturaleza de un usuario de una logia. Así que quizás no servía de mucho utilizar una vara de medir con lo que ella quería hacer. Lo haría todo más fácil, simple y cómodo, así que confiaría en sus palabras hasta cierto punto, ya que tampoco quería que su muerte pesara sobre mis manos. Ya que era algo un poco particular y agresivo, prefería la soledad y tranquilidad de una isla desierta o más bien vacía para no verse expuesta. Yo asentí.

— Bueno, no me gustaría que llamasen a los marines y me detuviesen por violencia… — Solté una carcajada y la seguí escuchando.

Cambió de tema por completo, pasando a algo que me alegraba que preguntase. Me sentía bien enseñando el Ragnarok a todo el público, ya que más que una embarcación, yo lo trataba como un ordenador gigante. Era cierto que es un barco volador y aquello era suficientemente increíble por sí solo, pero mi especialidad en física era la electrónica y era lo que me guiaba. Es decir, ¿qué tipo de barco tiene un ejército de robots que te pueden hacer desde un gofre a un cañón? Me sonrojé en el instante que hizo aquella apreciación sobre el color de mi traje, poniendo mi cara del mismo color que la ropa. Pensé en taparla con las manos, pero aquello solo empeoraría la situación, así que me quedé mirándola con ambas mejillas coloreadas de rojo. Esperé a que terminase de hablar, aprovechando el tiempo para intentar tranquilizarme, aunque cuando abrí yo la boca seguía todavía un poco avergonzado.

— E-Este b…barco… — Carraspeé y negué con la cabeza, apartándome de la barandilla y dejándola de ver a los ojos. Di tres o cuatro pasos por la cubierta, dándole la espalda y, con un tono alto y emocionado, comencé a hablar. — ¡Te presento el Ragnarok, el mayor barco volador de este mundo! — Se podían ver mis orejas rojas, que se asomaban por el pelo, desde atrás, pero yo no era consciente de ello. — Sí, las vistas son preciosas, aunque son mejores mientras más cerca del mar… A esta altura no se aprecian siquiera a las hormiguitas que son los humanos. — Se me escapó un par de carcajadas y, cuando quise darme cuenta, se me había pasado el rubor, acercándome nuevamente a Xandra con una sonrisa tremendamente amplia en la cara. — Y gracias. A mí me encanta cómo combinas los colores. — Asentí un par de veces mientras la miraba de arriba abajo. — Bueno… Quieres verlo, ¿cierto? Sígueme, anda, y no te vayas a perder. — Di un par de pasos hacia la puerta que daría al interior y giré mi cara para verla. — Si te pierdes, no te prometo que te encontremos hoy. — Me empecé a reír sonoramente mientras abrí la puerta y entraba al pasillo, comenzando a caminar de forma directa al salón. — Supongo que tendrás hambre o sed después de esperar, así que primero vayamos a por algo, anda. — Llegamos al cabo de un par de minutos a aquella sala, donde estaban descansando un par de tripulantes mientras jugaban un billar. Música de ambiente sonaba de fondo, que invitaba a dormirse en los sofás que adornaban toda la estancia. En una esquina, el comedor surgía, con un par de autómatas en la barra anhelando órdenes. — ¿Quieres algo para beber mientras vayamos, algo de comer…? — Me acerqué y me apoyé sobre la barra metálica. — Un batido de naranja, por favor. — Uno de los robots entró a la cocina y empezó a tomar naranjas, pasándolas por una máquina para sacar el jugo. Una máquina usando otra máquina, el futuro frente a mí. Mientras esperaba, miraría a la señora. — ¿Algún sitio que te interesaría visitar primero? Porque si quieres verlo todo, quizás hoy no terminamos, y quiero que quede tiempo para que te puedas hacer a tu habitación. Tranquila, seguramente lo que puedas pedir lo tendrá el barco y si no… Bueno, quizás se construye, no sé. — Esbocé una sonrisa que no combinaba para nada con las palabras orgullosas y ostentosas. Era sincera, de pura felicidad por tener a alguien con quien hablar y pasar aquella tarde. — Esta noche cambiaré el rumbo, por cierto. Ya tengo una isla en mente.


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El camino a los truenos [Lance y Xandra] Empty Re: El camino a los truenos [Lance y Xandra] {Sáb 16 Mayo 2020 - 22:28}

Efectivamente, no quería que lo detuvieran. Aquello se le olvidó al ver cómo se sonrojaba. No dijo nada sobre el color de su rostro para no desencadenar un rubor permanente ni que pensara que lo estaba molestando a propósito pero el chaval era adorable hasta decir basta. El contraste entre este Sif y el que fue engañado por Kaya era destacable, como demostraba aquella presentación de su barco, el Ragnarok. Se alegraba de ver esa faceta que, si bien ya había visto durante los días de la carrera, ahora podía ver a Sif al natural, en su salsa, como se diría.

¡Gracias! Una pena que no tenga mi armario, tengo cada trapito hecho por mí que dejaría loco a más de uno —dijo, apartándose un poco de la barandilla y girando una vez sobre sí misma cuando el muchacho la miraba para fijarse en la ropa.
Obedeció y siguió al muchacho al interior, anotándose aquello de no perderse. Mientras caminaba un poco detrás del chaval se iba fijando en lo que debían ser robots, ¿cuántos había exactamente? También miraba a su alrededor, dándose cuenta de que el nivel tecnológico aparente se salía de su propio entendimiento.
Un poco de hambre y sed sí que tengo. Solo llegué a ducharme y desayunar, luego estuve procurando que no se me viera mucho —respondió, y es que todavía no sabía exactamente cuál era la postura de Dark Dome sobre ella después de su fuga, así que prefería no dejarse ver mucho por allí, solo lo justo y en sitios donde no la conocieran.

Un par de minutos después llegaron a una sala que más que más que de un barco podría relacionarla con algún pub. Música de ambiente, billar, bar...
Que bien os lo montáis aquí —dijo, acompañándolo hasta la barra, ¿podía pedir lo que quisiera? Eso era... por una parte fantástico, por otra parte peligroso. Se controlaría y procuraría no abusar de la hospitalidad de Sif, de momento solo pediría un poco para beber —. Yo una copa de vino tinto, por favor —pidió mientras se quedaba en la barra junto al muchacho.

Le ofrecía visitar cualquier parte de la nave, ¿qué debía elegir primero? Tenía que tomar una decisión... porque verlo todo de golpe estaba descartado. Alexandra cerró los ojos, dando pequeños toquecitos en la barra mientras se lo pensaba bien. Por una parte, el ver tanta tecnología la abrumaba y supuso que estaría muy bien ver lo que actuara de "sala de control", pero estaba también muy interesada en saber cómo se propulsaba la nave.

Me interesa mucho la forma de propulsión del barco, y también me gustaría mucho ver tu laboratorio, supongo que tendrás algún lugar de trabajo aquí —respondió. Si no recordaba mal se ocupaba de las mismas ramas de la ciencia que ella: física, química y biología, sería toda una aventura poder ver su lugar de trabajo y compararlo con los sitios donde había trabajado. No podía comentar nada del submarino porque, bueno, no era tan inmenso como aquella nave y debía compartirlo con la señorita Brianna.

Por eso no te preocupes, dudo mucho que la habitación que me hayáis preparado sea peor que la de la cárcel de Dark Dome —sería difícil que fuera peor que eso, pero sería aún más difícil que fuera peor que lo poco que llegó a ver del pabellón masculino. Admiraba a los tíos de la prisión por ser capaces de vivir en semejante pocilga, Alexandra no tenía aquella fuerza de voluntad —. Con una cama, una ducha, un armario y un espejo tengo suficiente —y realmente cualquier persona se conformaría con las dos primeras cosas, pero la científica necesitaba poder saber que llevaba la ropa impecable, y para eso necesitaba colgarla, para que no se arrugara.

No tardaron mucho en ponerle la copa de vino que había pedido, y la científica tardó menos en darle un primer sorbo.
Hmm que rico —le dio un segundo sorbo, era infinitamente más suave que el néctar endemoniado que probó en la carrera —. Tenéis una buena bodega. ¿Quieres brindar, Sif? Es lo mejor de beber —sujetó la copa, esperando por si el muchacho accedía a brindar con su batido.

¿Me dirás dónde iremos o es una sorpresa?


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El camino a los truenos [Lance y Xandra] Empty Re: El camino a los truenos [Lance y Xandra] {Dom 17 Mayo 2020 - 15:40}

Acepté con un gesto el halago de Xandra hacia el salón, lleno de juguetes para que uno no se aburriese por más tiempo libre que tuviera. Aunque yo solía rellenar aquellas horas vacías con mi laboratorio, creando nuevos juguetitos con los que pudiese mejorar mi calidad como mercenario. Invirtiendo mi tiempo y recursos, supongo. La morena pidió vino tinto, momento en el que el autómata caminó hacia otra estancia anexa y abrió la puerta, dejando ver una bodega bastante completa y llamativa. Trajo una botella de veinte años de antigüedad, elegida por él mismo, y le sirvió la bebida en abundancia.

Entonces la mujer contestó a mi pregunta, planteando tanto el motor como mi laboratorio. Bueno, el primero no podría ser, simplemente por temas de seguridad. Tenía prohibido —por parte de alguien que no mencionaremos pero que está claro— llevar desconocidos a la sala. ¿Que Xandra no era una desconocida? Bueno, era cierto, pero no era yo quien lo decidía; únicamente gente de suma confianza podían pasar aquella puerta. Terminó de hablar y asentí, bebiendo un poco de zumo para hidratar mi garganta y mirarla, empezando a hablar.

— ¡Por supuesto! — Levanté el vaso, chocándolo con extrema suavidad contra el que sostenía mi acompañante. Un agudo sonido resonó por las cercanías, fruto del golpe. Ahora tocaba responder a su última pregunta. — Bueno… El motor del barco lo dejaremos como regalo de despedida, cuando ya sepas controlar la electricidad. Es único y exclusivo del Ragnarok, así que me parece buen premio para esforzarse, ¿no? Y quizás la IA del barco que controla a esos… —señalé al autómata que le había traído de la bebida. — pequeñines y, bueno, todo el barco en completo. Un ordenador demencial. Así que te enseñaré una de las cosas más bonitas del barco y, para rematar, te llevaré a mi lugar de trabajo, que hoy ya es tarde tras ir a buscarte y no da tiempo a todo. — Di un último sorbo y le sonreí, llevando el vaso en la mano izquierda. — ¡Un helado de frutos rojos y otro de chocolate, por favor! — Dejé el vaso encima de la barra y vi cómo los autómatas se metieron nuevamente a la cocina, momento que aproveché para fijar mis ojos en los azules de Xandra. — Espero que te guste alguno de los dos sabores, aunque quizás debería haber preguntado, ahora que lo pienso…

Después de que me respondiese llegarían ambas tarrinas con sus cucharas, preparados para llevarlos de un lado a otro mientras hacíamos la visita. — Espero que te guste. Si eres bióloga, tengo por segura que te gustará. — Comenzaría a caminar hacia la puerta del salón tras coger el helado que ella no quisiera, mientras la miraba, andando hacia atrás. — Y bueno, nos quedamos sin habitaciones hace dos días… Le llame habitación, pero realmente dormirás en la bodega. — Me empecé a reír de una forma absolutamente pura. — Y no, allí no hay espejo. Ni armario. Pero te puedes hacer una cama con cartones… — Y otra carcajada, esta vez dejando claro que era una broma. — Anda, vamos, que es tarde.

Comencé a caminar al paso que Xandra llevase de forma cómoda, haciendo que bajase más y más por escaleras hasta la parte inferior del barco. Entonces, llegamos a una habitación en la que el suelo era de un cristal puro, limpio y resistente. Era el observatorio, desde donde se podía observar las olas del mar. Seguíamos en el Paraíso, pero se podía discernir la sombra de un rey marino serpiente bajo la superficie del agua. — Mira, ahí hay un ejemplar de tamaño medio. —Mediría medio kilómetro y, en cuanto lo señaló, decidió salir a la superficie, dejando ver un fino pico que podría taladrar las maderas de cualquier barco. — Desde aquí se puede ver el agua y, aunque en Grand Line o en los mares cardinales no es demasiado impresionante… — Ambos ojos se me encendieron con una chispa, fruto de mi poder. — En el Nuevo Mundo es un espectáculo. El mar está completamente lleno de animales gigantes y parece más una película proyectada que un cristal. Tienes suerte de que nos dirijamos hacia allá.

Una vez que ella viese lo que le gustase, la dirigiría a la que era la joya de la corona del Ragnarok. Bueno, lo era para mí, ya que pasaba allí más tiempo que en mi propia habitación. La guiaría un piso, luego otro, y llegaríamos a una puerta blanca, metálica, sellada e impoluta, que abrí con solo poner la mano en la superficie. Transmití una descarga que mandó la orden de abrirla de par en par, dejando ver aquella estancia bastante grande. Podía tener las dimensiones de la mitad del salón ya que, aunque cuando llegue no había sido tan grande, había decidido cambiarla de sitio para tener más espacio. Estaba limpio a más no poder, donde una mota de polvo no tenía cabida, con una serie de plataformas donde mis trabajos brillaban por sí solos. Había armas de todo tipo, unas al lado de otras y cientos de papeles ocupaban el espacio libre, fruto de mis investigaciones. Más aún, un par de pizarras ocupaban dos paredes por completo, llenas con mis últimas teorías que trataba de verificar mediante el método científico.

— Y aquí está mi lugar de trabajo. No es demasiado grande porque solo trabajo yo aquí y, aunque echo de menos un compañero, al menos me valgo por mí mismo para poder hacer cosas… — Tomé una esfera que tenía casi en el centro de la habitación y generé electricidad en la palma de la mano, provocando que se convirtiera en un cubo de un tamaño algo menor. Luego, una pirámide más grande. La masa se mantenía, pero yo era quien alteraba el volumen al gusto. — Aquí tienes lo más bonito del barco, producto de todo mi trabajo y base de mis futuras creaciones. No tiene nombre, así que no me lo preguntes, anda. Tengo muy mala imaginación… — Me reí tras pasarle la pelota a las manos. Era ciertamente ligera, más de lo que pudiera aparentar por su color que competía con el del acero y el olivino puro. — Vamos a comprobar tu control. Insúflale tu electricidad y trata de que tome la forma de un cilindro. — Necesitaba un control absoluto para generar figuras perfectas como yo, pero yo tenía la experiencia de mi parte. Generé, con electricidad sólida, una figura como la que le había pedido justo delante de ella para facilitar que se concentrase.


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El camino a los truenos [Lance y Xandra] Empty Re: El camino a los truenos [Lance y Xandra] {Lun 18 Mayo 2020 - 10:40}

Ow, no podía ver el motor en ese momento. Tendría que esperar al final, pero bueno, tenía razón en que sería un buen premio por el esfuerzo que tendría que hacer, que además probablemente tendría que hacer más esfuerzo del que imaginaba.
Inteligencia Artificial, ¿verdad? He leído algún que otro artículo, pero nunca había visto nada así en acción —dijo, y es que en la ciencia era habitual tener al menos unas nociones básicas de la mayoría de principios científicos, aunque solo fuera por leer artículos de los hallazgos más interesantes. Llegaba un punto en el que realmente le daba igual ver el motor o no -aunque sí seguía muy interesada en ello-, todo lo relacionado con aquella nave era fascinante.

Continuó bebiendo después del brindis hasta acabarse la copa. Tenía razón en que era tarde para verlo todo, si había llamado por la mañana y había tardado unas siete horas... ya debía estar bien entrada la tarde. Sus orejas reaccionaron al oir el pedido de Sif y... no recordaba haberle dicho nunca que le gustaban los frutos del bosque en general.
No sé si eres adivino, si ha sido casualidad o si tienes un mantra muy fino, pero has acertado —respondió —. Me quedaré el de frutos rojos, es mi favorito. Es tan intenso en color, sabor y personalidad que me recuerda a mí —continuó, dejando ver un poco de su lado narcisista, eso o que tenía confianza y se conocía bien a sí misma, o ambas al mismo tiempo.

Agarró la tarrina de helado y la cuchara antes de seguir siguiendo al muchacho mientras comía. Espera, ¿se había quedado sin habitaciones?¿dónde dormiría entonces? Por lo que decía iba a ser en la bodega... ¿estaba seguro de querer dejarla una noche en la bodega?
Ya me habías asustado, aunque seguiría siendo mejor que aquellas camas —respondió la científica que, en lugar de enfadarse, decidió tomárselo a bien. No porque el muchacho fuera joven, se lo tomó bien porque le pareció sano e inocente, o al menos eso dedujo por su risa. Es más, estaba segura de que muchos otros habrían intentado esa misma broma pero con intenciones bastante menos puras que gastarle una simple broma.

El trayecto fue tremendamente interesante, haciéndose más interesante aún cuando pudo ver a un rey marino a través del casco transparente. No podía distinguir el tamaño total desde ahí, pero estaba de acuerdo con la medición de Sif, los cuatrocientos metros, por lo menos, no se los quitaba nadie.
Reyes marinos... me pregunto qué podría aprovechar de sus órganos, estoy segura de que podría usar las secreciones de alguno de ellos —dijo casi sin pensar. Aunque controlaba del resto de ramas de la ciencia, casi todo lo basaba en su interés por los seres vivos cuyas vidas, irónicamente, era incapaz de valorar correctamente.
Espera, espera, ¿vamos al Nuevo Mundo? —preguntó, visiblemente sorprendida. Ella, por su parte, desconocía totalmente prácticamente todo lo que estaba relacionado con el último segmento del Grand Line, aquel que estaba más allá de la Red Line y que era hogar de todo tipo de seres y Cosas que podrían matar a cualquiera del segmento conocido como "Paraíso". ¿Acaso aquella nave podía sobrevolar el Red Line? Eso sí que quería verlo de cerca.

El siguiente paso fue el lugar de trabajo de Sif, su propio laboratorio, aunque antes de entrar tiraría la tarrina vacía a una papelera, relamiéndose para recoger los restos de helado que hubieran quedado en sus labios. En tamaño era bastante parecido a aquellos laboratorios en los que había trabajado, pero estaba bastante más limpio. Debía ser una gozada trabajar ahí... suerte que tenía su número, esperaba poder pedirle permiso para trabajar ahí alguna que otra vez. Su mirada recorrió el lugar detenidamente, las armas en sí no le interesaban mucho, pero sí le interesó las pilas de papeles y las pizarras. ¿Qué estaría investigando ahora?

Su atención cambió de lugar cuando le habló de "lo más bonito del barco". No quería incomodarle, así que no diría nada como "¿aparte de mí?".
Puedo pensar algún nombre en este tiempo —se ofreció a buscarle algún nombre cuando atrapó la pelota con las manos. Era... ligera, bastante ligera. Tenía un color entre el gris del acero y el verde olivino. Al parecer, Sif quería ver cómo estaba el control elemental de Xandra. Quería un cilindro... primero tendría que probar a moldear la pelota para pillarle el truco.

Alexandra dejó fluir su electricidad y aquella pelota empezó a cambiar de forma, al principio de forma un poco caótica. Transmitía la descarga con su mano derecha, y trataba de redirigirla con los dedos mientras descifraba de qué manera afectaba el flujo de electricidad a la forma de aquella esfera. Por supuesto, hacer una forma perfecta estaba totalmente descartado, quería centrar aquella prueba en ver si era capaz de, al menos, hacer que la pelota cediera a sus órdenes aunque solo fuera un poco.

Consiguió aplanar la base, luego fue intentando controlar los lados... pero solo llegó a hacer algo que podría parecerse a un cono. Continuó aplicando electricidad, tratando de ensanchar aquella punta para intentar formar una especie de cilindro, pero no estaba teniendo mucho éxito.

De momento parece que no puedo darle una forma bien definida, pero con algo de práctica podría pillarle el truco.


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El camino a los truenos [Lance y Xandra] Empty Re: El camino a los truenos [Lance y Xandra] {Lun 18 Mayo 2020 - 23:44}

El hecho de que fuéramos a trabajar en el Nuevo Mundo sorprendió a Xandra y no era para menos. Es decir, era lógico que se sintiese emocionada, impactada o cualquier emoción de un absurdamente largo repertorio, ya que gente de su calibre —sin decirlo de forma despectiva, estaba claro— no habían tenido la suerte o desgracia de pisar aquel mar tan único. Unas aguas donde el temporal podía pasar de granizo a tormenta eléctrica en segundos. Unas aguas para las que no estaban preparadas la gran mayoría y, los pocos que podían soportar el mar, terminaban sucumbiendo a sus moradores, fueran animales, humanos o cualquier otro tipo de ser.

De todas formas, ya en el laboratorio la castaña se ofreció para buscarle el nombre con el que terminaría de adoptar aquella invención. La legalidad y el mundo científico únicamente avalaba un descubrimiento o un nuevo artefacto cuando tenían una forma de llamarlo y, en esos precisos instantes, no contaba con aquel preciado elemento. Fuera de la física, la química y campos derivados no contaba con una maravillosa imaginación, así que la mayoría de cosas que estaban tiradas por las encimeras y estanterías carecían de una forma de llamarles. Solía tratarlas de ''Eso de allí'', ''El pistolón de la esquina'' o ''La bola rara'' y la gente me entendía. Bueno, las pocas veces que tenía alguien que se interesase en aquella sala, que solía ser una vez al año; cuando tocaba hacer limpieza en el Ragnarok.

Xandra aceptó mi ofrecimiento, tomando el objeto en el aire con cierto gesto de sorpresa. No quería desprestigiarla, nada parecido, pero me sorprendería gratamente que fuera siquiera capaz de formar una cara correcta con su propia electricidad. Aunque, en términos humanos, ya era suficientemente increíble que surgiera electricidad de sus manos, tal y como estaba demostrando justo delante de mí sin ningún tipo de reparo. Centré mi lectura del ambiente en la electricidad que generaba, notándola como una violenta y poco controlada. Parecía ser más un cañón que no entendía de sensibilidad y que, a fuerza de ser bruto y generar más intensidad de la que un cuello humano podía soportar, se encargaba de los enemigos que se plantaban delante. Me parecía a mí mismo cuando comencé en este arduo camino… Se me escapó una sonrisa de ternura mientras la veía pelear con el artefacto para lograr mi pedido y, segundos después, aquella mueca se convirtió en una boca abierta más de lo anatómicamente sano. Aquello se convirtió en una risa de sorpresa y felicidad, ya que al menos no tendría que moldear sus capacidades desde el inicio y ahorraba la parte más aburrida y tediosa del trabajo que me había impuesto a mí mismo. Terminó por rendirse, momento en el que hice desaparecer el cilindro y me puse cómodo, apoyándome contra un pilar.

— ¡Felicidades, Xandra! — Miré sus y, con un gesto, traté de que las pusiese bocarriba, viendo yo las palmas. — Tienes las manos más hábiles que he visto en mucho tiempo, créeme. Has logrado en un rato lo que yo tardé media semana, aunque fue cuando comencé a utilizar este poder. — Me despegué del pilar, acercándome a ella y tocando las manos con la yema de los dedos, casi como si se tratase de un suave masaje improvisado. — Y, aun así, ni te quemas ni hay muestras visuales de que tengas ningún cruce con gyojin o mink… Eres un sujeto realmente interesante, Xandra. Cada vez tengo más ganas de tener un rato libre para estudiarte. — Apreté levemente las manos y las froté exhaustivamente, sin encontrar nada relevante, soltándolas con elegancia. — Bueno, diría que se está poniendo el sol… — No veía la estrella desde la ventana, pero sí que podía dar fe de la hora por la rojiza luz que la atravesaba de una forma hasta violenta. — Creo que es hora de llevarte a tu habitación, si no tienes ningún inconveniente.

De no tenerlo, pondría una mano justo por encima de su cadera para moverla con delicadeza hacia un lado, pasando por la puerta. — Deja la bola donde quieras. O llévatela si quieres. Mientras vivas aquí, mi laboratorio es el tuyo, disfrútalo. — Me había girado para decírselo mientras la miraba, con una sonrisa en la cara. En el tono se notaba que no lo decía por su bien sino por el mío, ya que me hacía una extrema ilusión poder compartir mi tiempo con alguien más. — Vayamos a los dormitorios~… — Recorrí un largo pasillo y luego unas escaleras descendentes que guiaban a otro corredor extremadamente largo. Fui mirando las puertas una por una, fijándome en los números que iban desde el 1 al 120. — Hmm… Estas mismas. — Me paré justo frente a la número 111 y 112, mirando los carteles. Abrí el puño, dejando ver la palma, y surgió una ganzúa de electricidad sólida que me apresuré a usar en la cerradura. — Debería de ir a por la llave maestra, pero está en la sala de mandos y me da pere…— Escuché un ''¡Clink!'' que avisaba de que mi trabajo estaba listo. — ¡Ya! — La puerta se entreabrió, dejando ver aquella habitación: un gigantesco ventanal que daba al exterior, ocupando casi toda una pared, una cama de matrimonio en el centro de otra pared, un armario, un baño compacto y un par de espejos por la sala. — ¡Aquí vas tú! Yo… Yo estaré en la de al lado, la 112, para lo que necesites. — Me paré allí en la puerta, mirándola. — ¿Necesitas algo, pues, o damos el día por acabado?


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El camino a los truenos [Lance y Xandra] Empty Re: El camino a los truenos [Lance y Xandra] {Mar 19 Mayo 2020 - 16:51}

Gracias, he dedicado mucho tiempo a mis manos... es con lo que trabajo y lucho, deben ser diestras y hábiles —dijo y es que después de coser con ellas, manejar material peligroso con ellas, dar masajes y todo eso pues... sea para sujetar hilo, para golpear a alguien o para conducir electricidad sus manos y dedos eran su mayor arma.
Huh, aunque es difícil. Estoy un poco acostumbrada a dirigir la electricidad a mis dedos, supongo que eso ha ayudado —debido a su estilo de combate y a su particular sadismo, Alexandra tenía ya la costumbre de concentrar la electricidad en sus dedos para maximizar el daño al reducir al mínimo posible el punto de contacto. Pensó que eso podría explicar que hubiera logrado hacer... ¿el qué exactamente? La científica tenía el ceño fruncido y miraba la cosa esa eléctrica con mala cara porque no le gustaba fallar -que no había fallado, pero no lo había clavado del todo y le molestaba igual-.

Nope, cien por cien humana —aseguró, recordando a su familia mientras el muchacho le frotaba las manos, todavía ocupadas con aquella extraña bola —. Si termino mis propias investigaciones seré más interesante todavía, aunque puedes estudiarme de momento —avisó, y es que estaba segura de que una vez finalizara sus estudios biológicos sobre el factor linaje resultaría incluso más interesante no solo para Sif, sino para cualquiera con interés en la biología. Ya había completado dos tramos de esas investigaciones, pero todavía no había tenido el tiempo necesario para desarrollarlas como era debido.

Sí, ya debía estar anocheciendo. La visita había sido más larga de lo que había imaginado, y aquella pequeña prueba había hecho que perdiera totalmente la sensación del tiempo. ¿O había sido el vino? Nah, solo había sido una copa de nada.
Ninguno, pero deja que deje aquí la bola. Si me la llevo a la habitación seguramente me quede la noche en vela intentando formar ese condenado cilindro bien y prefiero dormir —se conocía demasiado bien. Era una vaga de cuidado, pero si algo la fascinaba podía estar horas intentando encontrar la manera de ahorrarse trabajo a futuro. Le apetecía dormir, así que lo mejor sería dejar la bola ahí tranquilita.
Se dejó llevar por el muchacho, siguiéndolo por unos pasillos cuyas puertas se enumeraban del 1 al 120, ¿cómo de grande era esa nave para tener 120 habitaciones? ¿las necesitaría todas para algo? Se detuvieron en la ciento once.

¿Se puede abrir desde dentro sin llave? —preguntó, más que nada para saber si se quedaría encerrada o no o si el mecanismo de la puerta era de bloqueo/desbloqueo, quedándose abierta hasta que volviera a usar esa ganzúa eléctrica o la llave maestra que estaba mencionando. Aún desde fuera, Xandra echó un vistazo al interior. Una pared hacía de ventana, una cama de matrimonio, armario, un pequeño baño y dos espejos, más que suficiente para ella.
No te molestaré —dijo la científica —. No creo que me necesites para nada, pero como la ciencia nunca descansa... puedes despertarme si necesitas algo —dijo, pensando que si había dicho que quería estudiarla a lo mejor le daría un brote científico nocturno o algo así.
Nos vemos mañana, Sif —se adentró en la habitación, se despidió con una sonrisa y cerró despacio la puerta, quedándose así a solas dentro de la habitación.

Avanzó hasta el centro, moviéndose hasta el armario. Lo abrió, encontrándose con las perchas vacías. Tenía que acabar su tecnología cuanto antes... no podía permitirse ir por ahí solo con esa ropa. ¿Tendría tela por ahí? Preguntaría al día siguiente, podría hacerse algo interesante en algún rato que tuviera libre... aunque claro, tampoco tenía sus herramientas a mano, iba con lo puesto. Procedió a quitarse la bata, aunque primero metió la mano en los bolsillos para asegurarse de que todo seguía ahí. La colgó en el armario y pasó a caminar hasta el ventanal, admirando de nuevo las vistas, ahora adornadas por un cielo nocturno estrellado.

Se llevó la mano al lateral izquierdo del vestido, donde estaba la cremallera, y la bajó para poder quitárselo. Al quitárselo, volvió junto al armario y lo guardó también. Hizo lo mismo con el resto de su ropa, quedándose en interior para poder dormir en condiciones. Estiró los brazos hacia arriba, desperezándose un poco.
Es mejor que la cama que tenía en Dark Dome —y ahí no hablaba de la cárcel, hablaba de su propia casa. Se metió en la cama finalmente. Dark Dome... no había pasado tanto tiempo desde que se marchó de allí por primera vez.

¿Cómo estará Hreik? Lo asusté bastante cuando me fui... heh, qué flojo —murmuró, acordándose del momento en el que se fue.

Era momento de dormir, ya tendría tiempo de pensar en Cosas al día siguiente.


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El camino a los truenos [Lance y Xandra] Empty Re: El camino a los truenos [Lance y Xandra] {Mar 19 Mayo 2020 - 19:10}

Al final Xandra decidió dejar la bola en el laboratorio y sus razones eran bastante semejantes a las que yo mismo podría haber dado de estar en su lugar, aunque yo seguramente la hubiera aceptado y hubiera no dormido en toda la noche. Quizás por eso ella tenía aquel cutis a pesar de su edad, no sé.

Nos fuimos al pasillo de habitaciones y en ese instante la castaña me hizo una pregunta que era bastante lógica, más aun en su posición. Asentí, ya que, como era normal, desde dentro se podía abrir con total libertad.

— En la esquina, allí. — Señalé una pequeña cómoda que había justo al lado de la cama donde había una pequeña lámpara que iluminaría tenuemente de ser encendida. — Tienes una pequeña tarjeta electromagnética. Si la pones en la ranura al lado de la entrada, que está a la izquierda, el flujo energético comenzará a funcionar. Si la quitas… Bueno, la puerta se cierra con cerrojo, como acabas de comprobar, y desde dentro puedes cerrar la puerta a gusto sin quitar la tarjeta. Aunque no sé si me estoy explicando bien… — La chica era inteligente, confiaba en que se pudiera enterar por más que lo dijera de una forma extremadamente confusa. — Ah, y te aconsejo cerrar la persiana de la ventana. A las alturas a las que navegamos, la luz te despertará por la madrugada y dudo que tengas algo que hacer a esas horas, al menos por ahora… — Ella se despidió y yo hice lo mismo con un gesto de cabeza y mano. — Hasta mañana, Xandra.

Bueno, ya había dejado a la mujer en su habitación, así que tocaba preparar un par de cosas por el barco. Bueno, bastantes, pero tampoco iba a perder demasiado tiempo antes de poder retozar en la habitación que me había apropiado hace minutos.

Lo primero de todo fue ir a ver a Yuu que, si bien no me fallaba memoria y deducción, debería estar en el salón como solía a estas horas. Se ponía una copa de algún licor y se sentaba a ver la televisión, con lo que se podía culturizar aun sin saber leer, algo que al menos me enorgullecía. Aunque no siempre los programas fueran realmente educativos. Y allí estaba cuando llegué, de espaldas, mirando a la pantalla con su copa de whisky entre dedos índice y corazón. Aproveché mi peso y experiencia para nulificar el ruido que provenía de mis pasos, acercándome a él sin que se diera cuenta y, cuando estuve a la distancia adecuada, me apoyé a su lado con ambos codos sobre el respaldo del asiento.

— Yuu~ — Cuando llegaba la hora de pedirle cosas me solía salir una voz más melosa de lo normal, lo que facilitaba que se diera cuenta de mis intenciones. — Ha llegado Xandra al barco, una amiga científica mía y parte de la banda de Katharina, pidiéndome que la entrene con su control de la electricidad. — Le sonreí, mostrándole mis dientes blancos y ordenados, tratando de ser lo más amable posible. — ¿Puedo llevar al Ragnarok al Nuevo Mundo, más concretamente a Raijin? Es el único sitio que se me ocurre para poder aprovechar yo el tiempo… — Le puse ojos de cachorrito, aunque no solían servir en él, a diferencia del resto de tripulantes de la banda.

— ¿Ah? —me miró Lance con el ceño fruncido mientras me escuchaba parlotear—. ¿De la banda de Katharina? —se mostró más receptivo al ser alguien aliado— ¿Al Nuevo Mundo, dices? Joder, pues… ¿no teníamos ningún rumbo ya, no? Si no tenemos ningún rumbo sí, avisa a los chicos de que dirijan el barco hacia allá —se sirvió otra copa—. Si tenemos uno tendréis que esperar, vaya. Y, chaval, deja de mirarme así, joder —se bebió su copa de un trago— Eso sí, a donde queréis ir está lejos de cojones y tardaremos unos cuantos días, incluso semanas. Y si voy a estar tanto tiempo a bordo con una mujer rondando por mi barco quiero conocerla al menos. ¿Entiendes lo que te digo, Lance? — Asentí varias veces de forma nerviosa, con una sonrisa de felicidad increíble.

— Como si quieres venir mañana mismo a despertarla conmigo. — Si aquella era la única condición, no debía de ser difícil. Únicamente debía de hacer que se conocieran y se dijesen dos frases sueltas, ni más ni menos, aunque Yuu solía ser un mujeriego sin solución. Aunque también era cierto que el aliento le apestaba a alcohol; algo me decía que aquellas copas no eran ni la primera ni la segunda. — A las siete de la mañana en la ciento once, ¿vale? — No esperé a que me respondiese y me transformé en mi yo etéreo, recorriendo la distancia desde aquel punto hasta la sala de mando en contados segundos, dejando asombrados a todos los tripulantes que por allí paseaban.

Me presenté en la puerta, mirando al hombre que estaba encargado. — Me ha dicho el jefe que alteremos la ruta hacia Raijin desde esta misma noche. — Me miró fijamente varios segundos, entrecerrando los ojos. Era cierto que alguna vez le podía haber engañado para llegar a donde quería o donde iba a realizar un trabajo que a Yuu no le interesaba, pero esta vez tenía el beneplácito del mismo. — Esta vez es de verdad. — Se encogió de hombros y se puso a pulsar botones, notando yo como el barco comenzaba a virar, formando un arco amplio para que no tirase nada al suelo ni molestase a los que iban encima. — ¡Gracias~! — Desaparecí nuevamente, dejando aquella cara sorprendida en la cara del hombre quien todavía no se acostumbraba a que hiciese aquel tipo de cosas.

Ahora estaba justo frente a la puerta del núcleo y, asegurándome de que no había nadie más alrededor, atravesé la puerta que se cerró a presión a mi paso, impidiendo que cualquiera entrase. Allí estaba aquel milagro de la ingeniería robótica… al que le haría un par de retoques esa misma noche. Gracias a Dios tenía el permiso de Yuu para entrar a aquella habitación y controlarla, aunque quizás no tanto como para utilizarla para cambiar comandos… De todas formas, yo allí era el que tenía conocimientos sobre física y, más concretamente, de inteligencias artificiales. — Bueno, vamos a ello… — Me llevé la mano diestra a la muñeca izquierda, tomando una goma que utilicé para hacerme una coleta alta para que el cabello no me molestase mientras miraba hacia abajo. Me remangué y calenté los dedos mientras miraba a Freya. — Vamos a mejorarte, cariño.

Al final se me había hecho excesivamente tarde. El código era extremadamente completo y, por esa misma razón, cualquier cambio por pequeño que fuera conllevaba una dificultad insana. Salí de la habitación una vez terminado el trabajo, descubriendo que el sol ya brillaba a través de las ventanas: debían ser las seis de la mañana, quizás un poco más tarde. Cerré la puerta, asegurándome de que no se pudiera pasar, y me desmaterialicé para ir hacia mi habitación. Me quité la ropa de forma desordenada, dejándola tirada por la cama, el suelo o la cómoda, entrando a la ducha con velocidad y aseándome con la mayor velocidad posible. Salí, completamente mojado y limpio y, generando una capa de electricidad a mi alrededor, traté de secarme con velocidad mientras peinaba mi larguísimo pelo. Si se encrespaba sería un problema. Cuando terminé con el cepillo me encargué de doblar impolutamente la ropa, todavía con la energía quitando el agua de mi piel. Abrí el armario y tomé el primer traje que encontré.

Y allí estaba, seis y cincuenta y siete, con el pelo limpio, liso, suelto y ordenado. Un traje negro y una camisa blanca, ambas de colores planos a más no poder, sin manchas ni polvo. Esperé los tres minutos de rigor y, en cuanto el reloj llegó a los dos ceros, toqué varias veces a la puerta de una forma suave pero segura.

— ¡Buenos días, Xandra! — Dije, a través de la puerta. Quizás sonaba algo pesado o la molestaba, pero no podía evitarlo. Si volvía a mi habitación, no sería capaz de dormir. — ¡Mientras antes empecemos el día, más podremos hacer! — Esperaría a que abriese o no la puerta, seguramente a oscuras o con la leve luz y, en cuanto la viera, la saludaría con la mano. — ¡Freya, administración de habitación! — Miré al techo sin que hubiera nada como un loco. — Xandra, di ''Yo'' o cualquier cosa. — En cuanto lo dijera, asentiría y se me escaparía una sonrisa. — Vale, ahora prueba a decir ''Abrir persianas''. — Susurré esta última palabra para que la máquina no me escuchase y lo tomase como comando. Si me hacía caso, las persianas se abrirían y la luz comenzaría a entrar de lleno en la habitación, demostrando que era claramente de día con un azul mar con pequeños puntos que eran rocas o, según la altura a la que estuviésemos, islas. — A partir de ahora, eres la reina de la ciento once, puedes controlar luces, puerta, persiana…, hasta pedir algo a los autómatas, siempre simple, solo con tu voz. — Acto seguido, me daría la vuelta, esperando en el pasillo. — Ahora, ¿desayunamos? — Se me podían notar las ojeras de no haber dormido en toda la noche para arreglar aquello, pero con todo el pelo tampoco me parecían tan remarcables.


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El camino a los truenos [Lance y Xandra] Empty Re: El camino a los truenos [Lance y Xandra] {Miér 20 Mayo 2020 - 16:10}

Knock knock

El jovenzuelo estaba llamando ya a la puerta. En aquel momento Alexandra estaba vistiéndose porque bueno, no estaba tan dormida como para recibirlo en paños menores y, además, no quería alterar al muchacho. Una vez vestida de nuevo, fue a por la tarjeta que controlaba la apertura de la puerta. Al abrirla se encontró con el muchacho que... había dormido más bien poco por lo que podía ver.

¿Freya? Alexandra parpadeó, un poco perpleja.

Eh... ¿buenos días? —aprovechó de paso para darle los buenos días al tiempo que cumplía su petición. Supuso que tendría que ver algo con esas IA, así que asintió con la cabeza e hizo caso —. Abrir persianas —al hablar, la habitación obedeció y abrió las persianas, mostrando la luz del día, el mar y lo que debían ser islas que se veían como puntos marrones. Silbó, impresionada, era el complemento perfecto para alguien tan sumamente vaga como ella misma.
Me estás dando un poder que ningún ser humano debería tener —dijo, de broma, pensando en las posibilidades de un sistema como ese. Más concretamente, estaba pensando en la posibilidad de no mover un dedo durante el resto de su vida. Era, sin duda, algo que nadie debería ser capaz de poder hacer, estaban jugando a ser dioses en aquel barco.

Por favor. No creo que pueda ser persona hasta que me tome al menos un café —aseguró, y es que necesitaba una buena dósis mañanera de cafeína para poder arrancar, después el motor aguantaba solo hasta la hora que hiciera falta. Echó un vistazo y salió de la habitación para acompañar al chaval a desayunar.

Su desayuno constió en un café que, tal como le había dicho al autómata, era "solo y tan negro como el mismo abismo". Por supuesto, sabía fuerte de narices, siendo el chute de cafeína perfecto para poder arrancar. Tenía alguna que otra petición más, pero esperaría a acabar el desayuno para poder pedirle lo que quería, esperaba que no fuera mucho... solo quería preguntar si tenían algún kit de costura y telas. Después de todo alguien tendría que arreglarles la ropa, ¿no?

Una pregunta, Sif, ¿tenéis material de costura y telas? De las simples es suficiente. Si voy a recibir descargas eléctricas no creo que la ropa me dure más de un día, me gustaría tejerme al menos unos recambios para cuando se me acabe quemando el vestido —preguntó. No estaba particularmente preocupada por la ropa quemada, pero tampoco quería quedarse sin nada el primer día sin que ella quisiera.

Si la respuesta era positiva seguramente ocuparía parte del trayecto tejiéndose algunas cosas. Si iba a recibir multitud de calambrazos lo más probable era que necesitara varios recambios de ropa porque iban a terminar quemándose. Durante el trayecto, que duraría aproximadamente semana o semana y unos días si había oído bien, se dedicaron también a trabajar el control eléctrico de Alexandra usando la misma pelota eléctrica de antes, también trabajaron juntos en el laboratorio, también conoció a su... ¿jefe? Sí, algo así. Estaba acostumbrada a la jerga pirata así que no sabía cómo llamar a los que no lo eran.

Respecto a su control eléctrico, consiguieron unos avances interesantes. Si bien no consiguieron que formara un cilindro perfecto, sí que pudieron lograr que el control de Alexandra fuera más preciso y más eficiente. Ya no tardaba tanto en formar las figuras "deformes", y también consiguió desperdiciar cada vez menos energía, de forma que cada vez podía mantener la electricidad activa más tiempo sin cansarse. Dado que la idea de la científica estaba más enfocada en la cantidad de voltaje que debía manipular, pensaron que sería buena idea empezar a trabajar primero la precisión y la eficiencia, la capacidad para contener aquella electricidad dentro de sí.

Los últimos días le estaba costando dormir. Estaba impaciente, ansiosa, necesitada de acción en el sentido más literal de la palabra.

Se revolvía en la cama, rodando de un lado para otro. La expectación de lo que estaba maquinando la tenía en vela, estaba teniendo la misma sensación que cuando "despertó". Respiraba de forma profunda pero agitada, no estaba haciendo nada pero notaba la adredalina correr, era la misma sensación que cuando entró en su viejo laboratorio. Sonrió mientras apretaba la cara contra la almohada. Era igual, solo que en ese caso no mataría a nadie, era ella misma quien iba a "morir" para renacer como el principio de la futura evolución humana.

Pasar el Red Line fue todo un espectáculo, había visto prácticamente todos los mares (Salvo el Nuevo Mundo), pero nunca había visto la Red Line de esa manera. ¿Estaría habitada? Es decir, dejando a un lado Mariejoa, ¿habría más gente en la gran muralla del mundo? Lo siguiente fue ver el Nuevo Mundo. De nuevo sintió ese cosquilleo, ese escalofrío recorrer su columna.

Necesitaba llegar a la condenada isla cuanto antes.


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El camino a los truenos [Lance y Xandra] Empty Re: El camino a los truenos [Lance y Xandra] {Jue 21 Mayo 2020 - 10:29}

Nos tomamos aquel desayuno, pidiendo yo una taza de chocolate caliente y unos churros para alimentarme y aguantar hasta que hiciera falta, mientras veía como Xandra se tomaba un café extremadamente cargado. Yo tenía terminantemente prohibido tomar cualquier líquido con cafeína por Yuu y cualquiera de la tripulación porque, en sus propias palabras, ''me volvía un enano de mierda más inaguantable de lo normal'' y, curiosamente, no dudaba que tuvieran razón. Mientras me lo tomaba, vi como la castaña elevaba los ojos de su taza y los centraba en mí, mirándome por unos segundos antes de preguntar.

— ¡Claro que tenemos! — Se me escapó una sonrisa de orgullo. — Ahora cuando terminemos te enseño el taller de costura. Está plagado de telas de todos los colores y kits de costura. — Rememoré la habitación, con tantos colores formando un arcoíris. — Es preciosa y la ordeno yo mismo, aunque tampoco tengo mucho trabajo ya que no tenemos demasiados costureros ni sastres en el barco… — Lo dije con cierto tono de pena ya que, tristemente, teníamos que recurrir a comprar los trajes a terceros.

En cuanto acabamos de desayunar, me levanté y dejé todo lo utilizado en la barra para que se lavase y guardase mientras le hacía un gesto a Xandra para que me siguiese. Comencé a caminar por los pasillos, bajando unas escaleras para llegar al piso de profesiones donde ella podría trabajar a gusto. Ya allí, abrí la puerta y le dejé paso a la sala que, aunque no era gigantesca, sí que era bastante grande para que una sola persona currase allí. Si se ocupaba en trabajar, yo aprovecharía ese tiempo para acordar reuniones y pasar fechas de un lado a otro de la forma que me fuera más cómoda, además de mantener charlas por DDM para firmar contratos.

Parte del viaje, de una semana y un día, lo pasamos juntos en mi laboratorio, tratando de mejorar el control de la muchacha con la pelota que ya le había mostrado. Mientras ella se esforzaba en lograr un cilindro como le había pedido, una de las formas más fáciles al no tener esquinas perfectas, yo aprovechaba para darle los consejos que a mí me habían sido de más utilidad a lo largo de mi propio entrenamiento para controlar mi poder. Aun así, seguramente me viera obligado a repetírselos cuando llegase la hora de la verdad, entrenando en Raijin.

El último día, cuando desde la sala de mando me avisaron que habíamos atravesado la Red Line y en breves llegaríamos a la isla de destino, no le dije nada a Xandra. Dudaba que ella tuviese conocimientos acerca del Nuevo Mundo, así que no sabría que aquella isla era la primera de una de las rutas de dicho mar, por lo que llegaríamos en cuestión de horas. Dejé pasar el día hasta que llegó la noche y ya, a las cuatro de la mañana, me fijé en el ventanal de mi habitación, con la persiana abierta por lo mismo, viendo los truenos desde lejos. Estábamos tan altos y tan lejos que no se escuchaban todavía, además de que el barco estaba bien insonorizado, pero era una señal de que en menos de una hora ya podríamos pisar aquella terrible roca. Salí de mi habitación sin abrir la puerta, pasando bajo la rendija en mi forma etérea y acercándome a la sala de mandos para que la altura a la que iba la embarcación bajase y viésemos el espectáculo completo. Me hicieron caso y comenzó a descender y, en cuestión de cinco minutos, me acerqué a la puerta de la ciento once.

— ¡Xandra, Xandra, Xandra! — En cuanto vi que tardó más de cinco segundos, tiempo en el que era imposible para nadie organizarse a esas horas de la madrugada y abrir la puerta, me colé por el hueco bajo la forma en forma de electricidad, entrando a la habitación, estuviera despierta o dormida. En caso de que fuera lo segundo, la movería varias veces del hombro, tratando de hacerla despertar y, si no, la instaría a que abriese las persianas con un gesto. Si lo hacía, la ventana se comenzaría a ver y, a través de ella, podría observar uno de los espectáculos más bellos que un físico podía descubrir en cualquier mar. — Raijin. — No hacía falta describir la escena, aunque tampoco es que realmente hiciese falta; era un cuadro inconfundible y que difícilmente se podía expresar con palabras. Me seguía impactando cada vez que lo veía, pero seguramente dejase sin palabras a la mujer. En el Paraíso no había nada remotamente parecido a aquello. — ¿Desayunamos y nos preparamos?


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El camino a los truenos [Lance y Xandra] Empty Re: El camino a los truenos [Lance y Xandra] {Jue 21 Mayo 2020 - 17:53}

El taller de costura del Ragnarok ocupó también buena parte de su tiempo. Tuvo que trabajar deprisa y corriendo, pero a lo largo de la semana y algo de trayecto pudo hacerse recambios suficientes para aguantar otra semana más. La otra parte del trayecto la gastó en el laboratorio de Sif, ayudándole a reforzar la precisión de su control eléctrico, la parte fundamental del entrenamiento que estaba a punto de realizar.

Notó avances desde que había comenzado a practicar . Ya casi no necesitaba pensar para utilizar su electricidad, a menos que quisiera utilizarla para algo en concreto era capaz de hacerla recorrer su cuerpo pero, eso sí, a un voltaje muy bajo. Sin embargo, eso sería lo que solucionarían en... bueno, donde sea.

Una de esas noches Alexandra se fue a dormir. Mucho antes de lo que esperaba notó algo tocando su hombro y una voz que se le hacía familiar.
¿Hm? Qué hora... ¿qué hora es? —preguntó, moviéndose bajo la sábana al notar a Sif moviendo su hombro. ¿Habían llegado ya? La científica se levantó como buenamente pudo, cayendo las sábanas y dejando ver su figura cubierta por su ropa interior negra. Soltó un bostezo largo y sonoro, quería abrir las persianas pero primero necesitaba sus gafas. Se subió de nuevo a la cama y gateó hasta la mesita de noche, donde las había estado poniendo esta última semana y pico.

Freya, abre las persianas—ordenó mientras se incorporaba, ya con sus gafas puestas. Aún estaba intentando despertarse cuando la visión del Nuevo Mundo se abrió ante ella. Era Raijin, la isla de los truenos eternos. Iba... ¿iba a ir ahí? Agitó la cabeza un poco y se dio un bofetón a sí misma para despertarse. Le entró un poco de risa floja, vale, iba a bajar ahí. Sí, ahí, donde estaban todos esos rayos que podrían fulminar a cualquiera. Se quedó boquiabierta, tanto por el espectáculo como por empezar a darse cuenta de la absoluta temeridad de su objetivo.

«Esto... esto quedaba mucho mejor en el guión. Sé que le dije que necesitaba electricidad, pero creo que no hacía falta tanta» pensó mientras los nervios se apoderaban de su cuerpo poco a poco. No, no, tenía que ser fuerte, era el mejor entorno para lo que quería conseguir. ¿Cómo si no iban a estar orgullosos de ella sus compañeros, subcapitán y capitana? Sus nervios fueron bajando al recordar que prácticamente fue un peso muerto durante bastantes de aquellas pruebas endemoniadas.

Apretó el puño mientras dejaba fluir una pequeña parte de su electricidad, no quería ser inútil y pensaba darle solución a eso durante su estancia en Raijin.

Sí, vamos, deja que me ponga algo de ropa primero —se dirigió al armario y se puso las prendas más deportivas que había fabricado, que consistían en un top blanco sin mangas que dejaba al aire sus brazos y su abdomen, unas muñequeras y unos pantalones un poco elásticos. Con eso creía poder aguantar durante aquel día, la ropa no debería quemarse demasiado si apuntaba con sus rayos a su piel directamente. Avisó a Sif después de ponerse el calzado. Antes, sin embargo, se lo pensó un poco y acabó dejando sus gafas en la habitación.

Acabarán rompiéndose y no tengo tan mal la vista —murmuró —. Claro, Sif, vamos.

De nuevo la rutina del desayuno. Igual que siempre, Alexandra tomaría un café solo y negro como el abismo, esta vez lo necesitaba de verdad, aún eran las cuatro de la mañana.
Hará falta algo de equipo médico, no creo que pueda aguantar demasiadas descargas seguidas en muy poco tiempo sin chamuscarme —no conocía mucho el poder que manejaba Sif, pero si era tan fuerte como los rayos que había visto por la ventana probablemente tendrían que hacerlo en sesiones breves pero intensas. Tendría que tener cuidado con las quemaduras y más importante, detenerse en cuanto notara que su corazón empezaba a sufrir. No tenía problemas cardíacos pero la electricidad podía ser muy peligrosa en el cuerpo humano.

Creo que aún no te he dado las gracias por esto, te estás tomando muchas molestias por mí —dijo de repente, no sabía cómo agradecérselo exactamente —. Aunque un favor como este igual no se compensa con un simple agradecimiento... ya veremos luego cómo te lo pago —para poder pagárselo tenía que sobrevivir, así que en principio esperaría hasta acabar el desarrollo de aquella movida que tenía en la cabeza.

Se bebió el resto del café de un trago. Necesitaba empezar para perder los nervios que le quedaban.

¿Vamos, Sif?

aspecto actual (sin gafas):


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El camino a los truenos [Lance y Xandra] Empty Re: El camino a los truenos [Lance y Xandra] {Mar 26 Mayo 2020 - 18:37}

Lo primero que preguntó Xandra nada más despertarse era la hora en la que había decidio aparecer. ¿Realmente aquello era un dato relevante en estos precisos instantes? Es cierto que las cuatro de la mañana era una hora intempestiva y no debería estar allí despertándola sin su previo permiso, pero la emoción me podía y supuse que a ella también le haría ilusión. La había notado nerviosa los últimos días y lo relacioné con que sentía cierta premura, pero quizás me había equivocado. Dio la orden a Freya y un leve chirrido tan discreto que difícilmente se escuchó antecedió a la imagen que nos daba la ventana y su impoluto cristal: Raijin estaba allí, rodeada de la gran masa de agua que era el mar.

La castaña reaccionó de una forma bastante extraña, primero pegándose y luego riéndose. ¿Acaso había enloquecido de la emoción o simplemente era un delirio por culpa de haber dormido poco…? De todas formas, tras unos segundos en los que pareció abstraerse por completo, me miró y aceptó a acompañarme a la isla. Asentí felizmente, esperando a que se vistiese porque, por más que a mí la ropa me fuera indiferente, no estaba preparado para pasear a una mujer en paños menores por el Ragnarok, elevando los libidos de todos aquellos que la viesen. Hasta el mismo Yuu seguramente se quedase boquiabierto, dejando escapar un hilo de baba. Por más que no fuese capaz de apreciar la sensualidad de hombres y mujeres sí que podía discernir por sus curvas y su escasa ropa que tenía una buena figura. Se terminó de vestir con una ropa que era apropiada para realizar movimientos rápidos y ágiles, muy distinta de, bueno, un traje como el que portaba yo. Pero los modales hacían al hombre, o eso ponía en el libro que ya hacía dos años leí. Un hombre de negocios sin traje era el equivalente a un barrendero sin escoba; no valía nada. Terminó dejando atrás sus gafas, dejando brillar los ojos azules por sí mismos, con la excusa de que podían presentar un inconveniente. —Si quieres te puedo preparar unas lentillas para antes de que te vayas. Así, ya sabes, no tendrías que llevar las gafas a la batalla. —La miré con una amplia sonrisa y comencé a llevar la iniciativa, moviéndome hacia la cafetería.

Ya allí pedí una taza de leche fría, ya que la caliente me daría un sueño que en aquellos precisos instantes no me hacía ninguna falta. Xandra entonces sacó el tema del equipo médico, algo que ya tenía planteado desde que me avisó. Llevaríamos a un par de ''profesionales'' si a alguien sin el graduado se le podía catalogar así. Yo tampoco me había sacado una carrera en física y aquí estaba, así que los trataba como médicos de verdad. Me habían arreglado huesos rotos más de una vez, así que para mí tenían la validez de cualquier sanitario. — Tranquila, ya tengo gente apañada. Me aseguraré de que no te pase nada, créeme. — Le di un sorbo a la taza mientras ella me agradecía por primera vez en la semana que habíamos pasado sobre el barco y, separando el recipiente de mis labios, negué varias veces. — Estoy haciendo esto porque te aprecio. A ti y a Katharina. Si sois sus tripulantes, haré todo lo posible en ayudaros, más en concreto a ti, que eres compatible conmigo en todos los aspectos. — Volví a llevar el líquido a mi boca, dando el tema por zanjado. No quería ninguna recompensa por divertirme y ayudarla, por favor. Escuché desde mi silla cómo la garganta de la castaña tragaba casi con furia y segundos después dejaba el vaso sobre la mesa, vacío a excepción de un par de gotas. Si ya quería abandonar la cafetería y ponerse manos a la obra no sería yo quien le pusiera trabas para ser sinceros. Me levanté, dejando la taza en la barra. — Pónmelo para llevar, por favor. — La cerámica desapareció y segundos después un autómata apareció con un vaso de cartón rellena de la leche. — Ahora sí, podemos ir~.

Me encaminé al hangar con velocidad, llegando en menos de tres minutos a donde estaban los barcos. Di un aviso y un grupo de ocho tripulantes se plantaron allí en menos de uno, comenzando a preparar la embarcación para que bajásemos a la isla mientras se frotaban los ojos y mascullaban cosas. Me monté de un salto, ofreciendo la mano para facilitarle el trabajo a la señorita y, en cuanto esta estuvo sobre la cubierta, me introduje en la bodega para tomar algo que había preparado durante la espera. Salí con una antena hueca del más puro acero, ligera pero de grandes dimensiones, que dejé tirada en una esquina.

— Antes de que preguntes, es por si nos hiciera falta. — La miré de reojo, allí en el suelo. — Un pararrayos para no tener que estar recogiendo yo todos los que caigan, sería aburrido y me cansaría los brazos. — Obviamente si fallaba le podrían dar a Xandra, seguramente dejándola a las puertas de la muerte, pero no era un dato que quisiera darle. Ni para destrozar su confianza ni para preocuparme yo. — Bajemos. — Dije, mirando al resto de miembros del barco. Comenzó a trasladarse hacia la salida y el Loki terminó en mitad del aire, desplazándose velozmente hasta la isla y parando a menos de un kilómetro. — Bueno, hasta aquí llega. — Me acerqué y tomé el acero con una mano, saltando por la borda y comenzando a volar con gracilidad. Me asomé esperando ver una mueca de duda de la señora y, si era cierto que existía, me reiría. — El Loki no debería acercarse más a la isla. Podría parar los rayos pero nadie promete que no caiga ninguno y no me gustaría estropear la nave. — ¿Y cómo bajaba ella? Pues… — Tranquila, tengo la forma de que puedas bajar sin tirarte al agua ni aprender a volar.

Chasqueé los dedos al más puro estilo genio de la lámpara, generando unos elegantes escalones que, aunque no eran perfectamente rectos ni equilibrados, hacían su trabajo como plataforma. Su intensidad era tan leve, al igual que el voltaje, que no debería hacer más que quizás generar algún cosquilleo en sus piernas con cada paso. — Tranquila, puedes descender. — Era incapaz de conectar barco e isla de una, así que creé unos cincos metros de escaleras y, cuando recorriera el primero del quinteto, generaría otro delante, como si de un cuento mágico se tratase. Así, yo estaría a su lado, moviéndome lentamente al ritmo que ella llevaba con mi tren inferior en forma etérea y el superior dirigiéndole algunas palabras de tranquilidad. De hecho, sería algo realmente especial si no fuera por los dos cuarentones que la seguían a un metro de distancia con un maletín cada uno, preparados para dar soporte médico en cualquier momento.

Dos minutos después estábamos en la costa de isla más próxima, formada por rocas que se iluminaban con cada una de las decenas de descargas que caían al minuto. Elevé la antena, captando tres de ellos a la vez y… — Bueno, se ha fundido. Sinceramente, ya sabía que iba a pasar esto, pero por probar no pasa nada. — Dejé el artefacto de lado, allí tirado. — ¿Cómo tenías pensado empezar entonces? ¿Simplemente te lanzo descargas? — Generé un campo eléctrico a mi alrededor y, segundos después, noté que un rayo caería sobre Xandra. Levanté el brazo y este descendió hasta este, terminando dentro de mi cuerpo, haciendo que mis ojos y boca emitieran un extraño brillo morado. — Cuando quieras. Créeme que no te pasará nada. — Estaría atento a los rayos para que ninguno cayese en mis tres compañeros. Si me pedía que le diera una descarga o varias, seguiría sus peticiones al pie de la letra, moderando lo máximo posible mi potencia para calentar.


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El camino a los truenos [Lance y Xandra] Empty Re: El camino a los truenos [Lance y Xandra] {Mar 2 Jun 2020 - 11:17}

Negó suavemente con la cabeza. Su visión estaba bastante bien, aquellas gafas eran para cubrir únicamente unas muy ligeras dioptrías y... bueno, ya por costumbre las llevaba. Por un rato que no las llevara puestas no pasaría nada, su vista no iba a empeorar por eso.

Aquel chico, Sif, era un buen chaval. Dibujó una sonrisa sincera cuando le escuchó decir que la ayudaba porque la apreciaba, y no pudo evitar soltar una pequeña risa al oir aquello de que eran compatibles en todos los aspectos. Dejando a un lado las bromas que podría haber soltado, no consideró que nadie pudiera ser totalmente compatible con ella, generalmente sus ideas se consideraban demasiado... fantasiosas o aberrantes.

No sé si quieres ser totalmente compatible conmigo, Sif... ¿cómo de abierta es tu mente? —preguntó después de acabar el café.

Era consciente de que, aunque sus ideas sobre la evolución humana eran perfectamente viables, sonaban imposibles; ¿evolucionar de forma artificial? ¿evolucionar de forma extremadamente selectiva? su proyecto de vida pretendía resolver esa pregunta, y cualquiera que conociera el carácter de Alexandra podría deducir que eso no saldría como esperaría una persona normal y corriente. Cualquiera podría predecir solo una cosa: su evolución final no tendría mucho que ver con la humanidad actual.

En parte le daba algo de lástima los tripulantes que habían tenido que despertarse tan temprano para cumplir las órdenes de Sif que, a su vez, "obedecía" aquel capricho tanto suyo como de la propia Alexandra. Por otra parte no le daba pena en absoluto, después de todo serían testigos presenciales del segundo paso de su propia evolución. Los que habían tenido el privilegio de ver el primer paso habían sido sus propios jefes, Ivan y Katharina. Agarró la mano del criminal, aceptando su ayuda para subir.

¿Aguantará? Esos rayos parecen bastante violentos —preguntó y es que, viendo lo que veía, quizá un pararrayos normal no aguantaría más de un calambrazo o dos de esos.

Ah, cierto, Sif podía volar... espera. ¿Le estaba diciendo acaso que debería aprender a volar? Puede que Sif lo hubiera dicho de broma, pero ahora que le daba vueltas mientras bajaba por aquellas escaleras consideró que no era un mal plan para tener en cuenta. La movilidad aérea sería un añadido muy importante a su propio arsenal y a su propia evolución pero, ¿cómo lo haría? los seres humanos no podían volar como tal pero... le daría vueltas en los descansos porque la idea era realmente buena.

Descendió por aquella escalera, seguida de los hombres que formaban el equipo médico. Uhm. Le gustaba la sensación que tenía en sus pies y piernas cuando bajaba, era un cosquilleo que se le hacía... ¿agradable? no era algo que la molestara, vaya. La presencia de Sif se le hacía tranquilizadora, aunque se le hacía gracioso que le dedicara palabras para tranquilizarla cuando estaba a punto de dejarla, probablemente, al borde de la muerte. Después de dos minutos llegaron a una de las costas de Raijin. El chaval desplegó la antena y... para sorpresa de nadie, un conjunto de tres rayos fundieron el aparato. Genial.

Sí, pero por partes. Primero me gustaría acostumbrar mi cuerpo a los voltajes altos todo lo que pueda. Será imposible controlar algo que yo misma no puedo soportar. Sé que no puedo hacerme totalmente inmune, pero quiero que mi cuerpo reconozca esos voltajes para poder interceptarlos y convertirlos —ya tenía cierta noción de control, sí, pero aquella pelota eléctrica era una tontería en comparación con lo que era capaz de desplegar Sif y la propia isla. No podía ni pensar en asimilar y controlar esa electricidad si su propio cuerpo no era capaz de soportarla.

Tragó saliva de nuevo. Era el momento de trabajar.

Así que... puedes empezar. De momento de una en una, si te parece bien —pidió. Su compañero accedió y le lanzó una primera descarga eléctrica que Xandra interceptaría con su brazo derecho.

Abrió de golpe los ojos, sintiendo la violenta electricidad recorriendo su cuerpo como un circuito antes de llegar a sus pies y transmitirse al suelo. Los daños, desde el primer momento, serían totalmente visibles. Su mano derecha estaba chamuscada, su brazo menos, pero el mayor castigo había sido interno. La científica tuvo que apoyar una de sus rodillas en el suelo mientras jadeaba y gemía de dolor. Podía sentir cómo sus músculos dejaban de responder adecuadamente durante un segundo. La temperatura del interior de su cuerpo había subido drásticamente, y no de la forma que a ella le gustaba precisamente, era un calor violento y doloroso, como si estuviera quemándose por dentro

Se dijo a sí misma que debía levantarse, que Sif apenas debía estar usando una fracción mínima de todo el poder que contenía, que sí no podía aguantar eso no tenía sentido continuar. Tenía que volver con los Sinners como una persona más fuerte, no como un cadáver.

O...Otra... Esa no me ha... no me ha hecho ni cosquillas —mintió, tosiendo. No sabía si había pillado la mentira o no, pero su compañero accedió a su petición y volvió a lanzarle otra, esta vez interceptándola con la otra mano y recibiéndola de lleno.

Esta vez sí tuvo que soltar un alarido de dolor mientras su piel y sus órganos eran castigados por aquella descarga. Se sentía como si le hubieran arrancado la piel a tiras y estuvieran dándole latigazos en la carne viva. Cada centímetro de su cuerpo que recorría aquella descarga azul era una auténtica tortura y esta vez tuvo que apoyar la otra rodilla y sus manos para apoyarse en el suelo. No hablaba, solo emitía una serie de gruñidos y jadeos mientras soportaba el inmenso dolor que agitaba todas sus células.

Dame... dame un par de segundos que recupere algo de movilidad, esas descargas me han alterado un poco los músculos —pidió.

Hizo un pequeño diagnóstico a partir de sus sensaciones. Su brazo derecho no le dolía demasiado y su corazón no estaba demasiado castigado por ahora. Por ahora lo que estaba más castigado eran sus fibras musculares, que apenas le daban la fuerza suficiente para sostenerse de rodillas. Respiró de forma agitada durante unos segundos más y acabó por levantarse de nuevo, mirando directamente a Sif.

Cuando quieras, Sif, aún... aún puedo continuar —dijo, preparándose para recibir más descargas. Vamos... no podía caer tan pronto. Decía eso, pero sus piernas empezaban a tener temblores, no sabía aún si por un miedo inconsciente a los poderes de Sif o si le temblaban porque las descargas habían trastocado sus capacidades motoras.

Ahora que lo pensaba, esas descargas habían tocado sus músculos como le había dicho... Si conseguía aumentar el voltaje podría alterar sus propios músculos para que funcionaran mejor, ¿no? no parecía algo inviable. Sin embargo, para eso... debía sobrevivir a Sif y a la propia Raijin.


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El camino a los truenos [Lance y Xandra] Empty Re: El camino a los truenos [Lance y Xandra] {Lun 8 Jun 2020 - 11:26}

''Amplitud de mente, eh…'', me repetía una vez tras otra mientras seguía el camino. Era una pregunta que había dejado sin respuesta tras la mención de Xandra. No porque no quisiera hacerlo, sino más bien porque era una que me había hecho replantearme un par de cosas. Aun así, ya habían pasado minutos y minutos antes de que tuviera el momento para hablar con la tranquilidad y la privacidad de una isla desierta, solo rodeados de rayos: en el momento del entrenamiento.

Antes de que pudiera sacar el tema, tan interesante como me parecían los límites a la hora de la experimentación, ella respondió a mi ofrecimiento. Así que de una en una. Quería empezar despacio, algo lógico sabiendo que era mortal y, más aún, casi ajena al trato con electricidad. Generé una pequeña fracción de electricidad en la mano, sin forma real hasta que la moldeé para que pareciese una pequeña esfera, la cual dirigí hacia la mujer con lentitud. Obviamente así la tensión era peor, pero había que recalcar que si uno quería controlar la electricidad, le debía perder el miedo. ¿Qué demonios iba a hacer en el campo de batalla si desplegaba unas capacidades que a ella misma le atemorizaban? Además, así sería capaz de hacerse a la idea y jurarse a sí misma que esto era lo que quería a pesar de los sacrificios que debería hacer, seguramente en forma de dolor y quizás sensibilidad si me pasaba de potencia. De hecho, en aquel momento simplemente estaba poniendo su vida en mis manos: si no capturaba los rayos, moriría. Estaba a mi merced, a pesar de solo haberme conocido durante una corta temporada en la que tampoco intimidamos realmente.

— La primera de un largo camino. — Dije, con la esfera ya acercándose a ella. Su voltaje, amperaje y vataje eran bastante bajos para lo que era capaz, pero obviamente mi máximo la mataría directamente. Debíamos empezar desde lo más bajo y nada ni nadie me prometía que en algún momento pudiera llegar al punto que yo deseaba. Aquella descarga terminó por rozar la blanca y tersa piel de la mujer, fundiéndose con su organismo en cuestión de segundos. Y, obviamente, su cuerpo reaccionó como cualquier otro: sus músculos se agarrotaron, perdió la movilidad, algún que otro ligero espasmo y, en resumen, parálisis. En lo que no me fijé hasta que volví a mirar fue el detalle en su brazo. — ¡Lo siento, lo siento, lo siento! — Junté ambas manos a gesto de disculpa, agachando por un segundo la cabeza. — No me gustaría quemarte… — Miré mis propias manos, tratando tampoco de apartar la vista de nuestro alrededor para no perder los movimientos de los rayos. — Es decir, nunca he entrenado para evitar las quemaduras… No suele ser un detalle que necesite a la hora de trabajar. — Se me escapó una sonrisa avergonzada mientras mi cara se ruborizaba y mi mano frotaba la nuca. — Ella, de todas formas, me instó a volver a hacerlo. Era consciente de que se estaba forzando a seguir, quizás dejando demasiado poco lapso de tiempo entre una y otra, pero teníamos instrumental médico y era el primero que tenía certeza de que solo cuando uno se veía contra las cuerdas se impulsaba de golpe.

Miré mis manos y cerré mis ojos, desplegando con toda velocidad mi campo electromagnético. Noté mi cuerpo y el circuito que este conformaba, los organismos de mis ayudantes y Xandra, los rayos que me rodeaban y nacían y morían a gran velocidad. Traté de concentrar mi energía en la palma de la mano, controlando el amperaje para volverla menos violenta y, cuando supuse que llegó a un punto aceptable, lo lancé contra ella. Se repitió el proceso: la esfera se desplazó con lentitud, esta vez al otro brazo, fundiéndose. Y se repitió, sumándome esta vez a los daños ya causados y provocando que gritase de puro dolor. Me gustaría preocuparme, y lo estaba haciendo, pero ella era la primera que se había embarcado en este peligroso barco y, peor aún, demostrándole aquello solo haría parecer que me apenaba. Esperé a que se recompusiese y me fijé en el detalle de los temblores. La electricidad solo provocaba espasmos amplios, no aquel tipo de movimientos, así que el causante era su deseo por vivir.

— Esta será la última de hoy, así que cambiemos la dinámica. — Volví a bajar los párpados y me centré en las decenas de descargas que nos rodeaban. Generé una columna de electricidad justo sobre mí, uniéndola a mi cuerpo con el brazo izquierdo unido a esta. No tardó ni un segundo hasta que atrajo el primer rayo. El primero de demasiados. Uno tras otro, chocaban contra el pararrayos improvisado, más útil que cualquier trozo de metal, transmitiéndose a lo largo de mi poder hasta aterrizar en mi cuerpo y frenar ahí. Las olas de electricidad llegaban por mi antebrazo zurdo y trataba de acompasarlo con mi propio pulso, provocando que se asimilase con mi capacidad propia. Mi respiración se trató de pausar por segundos, ralentizando mi cuerpo y mi percepción de todo, momento que aproveché para crear otra bola de pura energía. Su color era dorado, con un par de motas azules. No, no era ni de lejos lo que quería. Pero era un comienzo, y debía probarlo realmente para ver si es así. La llevé con un gesto hacia el frente de Xandra, haciendo desaparecer mi técnica a ojos de todos, pero ahí permanecía, con tan poca intensidad que era invisible. — Ahí la tienes. Va con todo mi poder, creo que estás preparada. — Mi gesto era el más serio posible, acorde a una gigantesca mentira. No era siquiera tan potente como las dos anteriores, pero era momento de comprobar la voluntad de la mujer. Si era ella la que daba el primer paso, serviría para que no sufriera de aquel terror.

Si lograba pasar la prueba, me limitaría a darme la vuelta, felicitándola con una sonrisa y generando las escaleras nuevamente, dirección al Loki. Lo llamaría por si acaso para que viniese y trataría de volver al Ragnarok para seguir entrenado allí de una forma más tranquila. Todavía no estaba preparada para lo que quería planear.

— Sesión corta pero intensa, ¿eh? — Solté un par de carcajadas. — Vamos a orientar todo desde otra perspectiva más cómoda, no querría matar a un amigo. — Volveríamos al salón a por algo de picar; me había entrado hambre.


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El camino a los truenos [Lance y Xandra] Empty Re: El camino a los truenos [Lance y Xandra] {Vie 12 Jun 2020 - 12:03}

No te... no te preocupes, es lo que quería —respondió ante sus disculpas. Ella misma lo había propuesto y, por tanto, las disculpas estaban totalmente fuera de lugar. El cuerpo de la científica temblaba y, como bien había visto Sif, no lo hacía por los espasmos de la descarga, esos acababan en cuanto la electricidad abandonaba su cuerpo.

Su cuerpo temblaba por motivos obvios. Su mente podía ser fuerte, pero eso no impedía que su cuerpo reaccionara con terror ante las enormes probabilidades de morir tratando de llevar a cabo aquella temeraria hipótesis. Alzó la mirada para ver qué era lo que estaba haciendo su acompañante. Estaba... ¿estaba acumulando rayos? no, estaba creando una bola muy rara, de color dorado con unas motas de un color azulado.

Aquella esfera eléctrica avanzó hacia ella, amenazando con electrocutarla. Decía que iba con todo su poder. Todo el poder de una Akuma del tipo Logia... tragó saliva, todavía temblando. Su cuerpo actuaba por instinto, el temblor del miedo era la señal que normalmente significaba "huye". Su mente se nubló, recordando el momento en el que fue traicionada, cuando su cabeza hizo "click". ¿Tuvo miedo ahí? No, prendió fuego a su laboratorio y asesinó a su jefe. ¿Tuvo miedo cuando intentaron atraparla? No. Tampoco cuando acabó encerrada en prisión. Tampoco cuando se encontró con dos de los piratas más temidos del Grand Line.

Apretó los dientes, ¿tenía miedo de una simple esfera de electricidad concentrada que podría matarla? ¡Absurdo! Era el siguiente paso en su evolución natural, no podía echarse atrás. Aquellos seres que no se adaptaban, no cambiaban y no evolucionaban acababan extinguiéndose, esa era parte de la realidad que guiaba sus actos; no quería extinguirse, no quería morir y, para ello, debía evolucionar más que los demás. Y si la evolución era muy lenta, la aceleraría ella misma con cualquier medio que tuviera a su alcance. En este caso, el medio era esa esfera, aquel chaval que se había ofrecido a ayudarla.

Estaba exhausta de aguantar solo aquellas dos cargas, pero forzaría su cuerpo para aguantar una tercera. ¿Iba con todo su poder? Pues le echaría ovarios para soportarlo.

Extendió de nuevo su mano derecha, llegando a tocar el espacio donde antes había estado aquella esfera. Como solo se había vuelto invisible, la descarga acabó por recorrerla de nuevo, de arriba a abajo. Sufrió de nuevo los espasmos, pero esta vez eran menores, lo suficientemente bajos como para poder intentar una cosa: hacer que su electricidad natural interactuase con la de Sif. Dejó salir su propia electricidad con la intención de que ésta empezara a calibrar la de Sif. Esperaba que, con la práctica suficiente, su cuerpo aprendiera a generar tanta electricidad como para poder competir con la que estaban usando para agredirla o, por lo menos, a generar la suficiente para neutralizar una carga que la mataría.

Por supuesto, no funcionó tan rápido.

Ah... Ah... —jadeó, cansada. Estaba un poco hecha polvo, las descargas habían sido demoledoras y eso que estaba segurísima de que no se había empleado a fondo en ninguna. Tuvo que esperar unos segundos para que su cuerpo volviera a la normalidad. ¿Corazón? De momento bien, ¿esfínteres? no se había hecho nada encima, todo estaba bien. Tampoco había sufrido un fallo orgánico total, así que podía considerar que había tenido éxito.

Acabó levantándose y siguiendo a Sif por las escaleras que había creado. ¿Ya volvían? En parte lo agradecía, no creía poder aguantar otra descarga como la primera.

Me vendría bien comer algo, aguantar todo eso me ha quitado demasiadas energías —dijo Alexandra quien, después de llegar al Ragnarok e ir al salón del mismo, decidió pedir un gofre para comer. Necesitaba azúcar para recuperar energías.

¿Cómo lo orientaremos ahora? ¿Vas a ser un poco más suave para que aguante más? —preguntó mientras mordisqueaba el gofre. ¿Usaría descargas más ligeras? pensaba que ir duro desde el principio sería mejor para acostumbrarse rápido, pero eso hacía que las probabilidades de morir subieran como la espuma. Quizá tendrían que usar alguna alternativa más delicada.


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El camino a los truenos [Lance y Xandra] Empty Re: El camino a los truenos [Lance y Xandra] {Vie 12 Jun 2020 - 16:23}

Bueno, aun sin saber qué había pasado por la cabecita de la señora morena, algo estaba claro: había organizado sus pensamientos de una forma u otra para terminar atreviéndose a poner su vida en juego a cambio de un poder destacable. Una apuesta en el sentido literal de la palabra, para especificar. Los motivos de la mujer podían ser más o menos loables, más o menos egoístas, pero existían y la estaban llevando a ofrecer su salud en pos de un futuro brillante, nunca mejor dicho.

Su efecto había sido el esperado: otra piedra más en la pequeña avalancha que acababa de recibir, ni más ni menos. Su daño ya era tan elevado, respecto a lo que un cuerpo humano sin entrenamiento podía recibir, que sería absurdo decir que sufría más aún. Los nociceptores tenían un tope de dolor antes del desmayo y quizás lo había alcanzado, o quizás las molestias se sumasen una tras otra. Darle otra descarga de aquel calibre sería sentenciar el día y, con la peor de las suertes, su porvenir, pero bajar la intensidad significaría perder el tiempo. Así que la realidad marcaba el final del día, al menos la parte del entrenamiento, con unas palabras claras: ''Todavía no está preparada para esto.''. Había formatos de mejora mucho más específicas para lo que ella quería lograr, menos peligrosos y más eficientes a todas luces. Me limitaría a entrenar su cuerpo para poder captar la electricidad sin sufrir tantos efectos adversos y solo en ese momento podríamos volver a Raijin.

Llegamos en escasos minutos al Loki, de ahí al Ragnarok y, finalmente, al salón de este. Nos sentamos en torno a la mesa que habíamos adoptado desde la venida de Xandra al barco, apoyándonos sobre esta mientras ella pedía un gofre para recargar las reservas energéticas. Por mi parte hice lo mismo, catando el chocolate que lo recubría con mimo y atención. Ella, curiosa, preguntó acerca de mis planes futuros, y no me esperé para contestar, tragando para poder abrir la boca sin faltar a los modales.

— Vamos a utilizar un entrenamiento progresivo, tranquilo y adaptado a tus capacidades. — Pinché el tenedor en la masa, tratando de cortarlo, aunque destrozándolo más que otra cosa en el proceso. — Te sucede igual que Katharina; no sabes sentir la electricidad. Mejor dicho, no la puedes domar. Verás… — Terminé tomando un trozo y pasándolo por todo el chocolate para tener un buen bocado, que no di para poder seguir hablando. — La electricidad es energía pura. Te la puedes imaginar como un potro salvaje: te supera en fuerza, violencia, velocidad. En todo. Lo prudente no es frenarla o controlarla… — Me llevé el tenedor a la boca, degustando aquello que tan bien sabía y dejando escapar un leve gemido de gusto. Tardé un par de segundos masticando hasta tragar y abrir las fauces, dejando ver una paleta manchada de chocolate. — …Dale un camino. Aunque estas son demasiadas metáforas. Algo me dice que tú te lo pasas mejor con la práctica; que eres más bien pragmática. — Me terminé el platillo, tardando un poco más que la mujer. — Si te ves capaz de seguir hoy, es tu momento de decirlo. Si no, no te preocupes, podemos seguir mañana. Tu salud va lo primero. — Sonreí de oreja a oreja, con ambas paletas ahora manchadas.

Si se viera cansada, dejaría el día libre y esperaría a la mañana siguiente —esta vez a una hora decente y no de madrugada— para continuar mis planes. Si tuviera las agallas de pedir continuar a pesar de aquella prueba que había tenido, la miraría, enarcando una ceja:

— ¿Segura…? — No parecía ser de aquellas personas que se echase para atrás tras tomar una decisión, por mala idea que pudiera ser. — Bueno, vayamos a la sala de entrenamiento entonces, ¿vale? — Me levantaría de la mesa y, con un paso animado, la guiaría hacia lo que era el lugar donde todos los tripulantes de la organización trataban de fortalecerse semana tras semana: un gigantesco habitáculo, cuyas paredes, techo y suelo estaban plagadas de motores, diales y algunos artilugios que había diseñado para darle distintas funciones útiles respecto a su función principal, presentada por su nombre. Abrí la puerta, bastante grande para el tamaño habitual de una entrada, y le pedí con un gesto que cerrase a su paso. — Te presento a uno de los niños mimados del barco. — Di un par de palmadas al aire y miré al techo. — ¡Suelo de acero! — Una pequeña plataforma de dicho material surgió desde el extremo contrario de la habitación, a escasos milímetros de distancia del suelo anterior, de tierra. Cerca de quince segundos después, amenazaba con chocar con mi pie y me limité a dar un salto para subir. — Si no quieres quedarte sin zapato, sube. — Me reí a carcajadas, ya que si chocaba tampoco haría daño alguno por su velocidad.

Caminé, paso a paso, hasta el centro de la habitación, lugar donde frené y miré a la morena con interés, invitándola a seguirme. — Bueno, empecemos con la segunda parte del entrenamiento. — Le señalaría el suelo justo frente a mí y, una vez que estuviera ahí, la tomaría de la zurda con mi diestra, acariciando los dedos. — ¿Te acuerdas de lo que te dije tras comer…? — Empecé a generar una pequeña intensidad de corriente, capaz de provocar un cosquilleo en su cuerpo. — Ponlo en práctica. Estamos sobre acero, por lo que tendrías que transmitirla de tus manos a tus pies. Si quieres descalzarte… —Así, iría incrementando levemente cada segundo que pasase. — Cuando veas que eres incapaz de aguantar, simplemente házmelo notar diciendo ''Para'', ya que seguramente tengas unos cuantos espasmos por culpa de mi poder. — Y eso mismo haría, comenzar a subir gradualmente para ver cuándo encontraba su límite y hasta qué punto podía hacer de conductor.


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El camino a los truenos [Lance y Xandra] Empty Re: El camino a los truenos [Lance y Xandra] {Dom 14 Jun 2020 - 10:46}

¿Oh? ¿A Katharina le pasaba algo similar? Solo esa frase fue suficiente para encender la motivación de la científica, quien disfrutaba superando y consiguiendo hacer cosas que el resto no podía hacer. No era el rasgo de personalidad más adorable, ni el más apto para una persona que pretenda vivir en sociedad, pero en ese momento nada la haría más feliz que superar las capacidades de Katharina, aunque fuera solo en un aspecto concreto. Su particular obsesión por convertir su existencia en el cénit de la humanidad salía a la luz de nuevo.

Katharina no puede tampoco... Hehehe. Entonces, si consigo hacer esto... conseguiría hacer algo que ella no puede hacer, ni con su fruta endemoniada. Me gustaría mucho conseguir eso —devoró otro trozo del gofre. ¿Superar a su capitana en el control eléctrico? ¿y siendo una humana normal y corriente? El muchacho solo conseguía meter leña al fuego de su pasión y avivarlo. Ya no necesitaba ni un café para despertarse.

Escuchó con atención la explicación de Sif. Se trataba de energía pura que no podía controlar a su antojo, eso solo podría hacerlo él, seguramente. Tenía que darle un camino... un camino... Asintió, disfrutaba más la práctica que la teoría porque... bueno, las palabras y las hipótesis salían volando con el viento, los actos permanecían en la tierra.

Podría aguantar todo el día y la noche, encanto —respondió casi inmediatamente. No podía soltarle un "no hay huevos a seguir" entre líneas —lo que había entendido ella— y luego esperar que no quisiera continuar.

Se acabó el gofre, se relamió para recoger cualquier resto de azúcar que pudiera quedar en sus labios y siguió al muchacho hasta la sala de entrenamiento. Cerró la puerta tras ella como lo había pedido. No tuvo mucho tiempo para asombrarse por las capacidades del barco —aunque sí se le quedó la boca algo abierta—, dio un saltito para subir, igual que había hecho el propio Sif.

¿Tienes muchos escenarios o cambia de propiedades conforme se lo indicas? —preguntó, curiosa, mientras avanzaba junto al criminal.

Se descalzó. Si se trataba de redirigir electricidad sería más sencillo comenzar si tenía bajo sus pies una superficie conductora. Dejó que el muchacho agarrara su mano y respiró, vale... no sería tan intenso como lo que acababa de pasar, podía hacerlo, podía hacerlo. Pronto empezó a notar la corriente del muchacho, que de momento no pasaba de un cosquilleo. El material conductor del suelo empezó a hacer efecto, haciendo que la corriente circulara hacia él, pero no quería que el escenario hiciera todo el trabajo, de forma que intentaría forzar otro camino para la electricidad.

Llevaba un rato pensando en lo que le había dicho Sif, darle un camino a la electricidad en lugar de intentar controlarla. No tenía la capacidad de controlarla a su antojo, solo era capaz de conducirla y liberarla, ahora, ¿cómo podía conducirla de forma eficiente? Pensó, pensó, casi sin darse cuenta de que el muchacho estaba aumentando la intensidad de su descarga.

¡Aaaaaaaaaaaaah! —gritó de repente, apresurándose para matizar —. ¡No pares, aún no es insoportable! Es que he tenido una idea —dijo, para después poner en práctica su idea.

Tuvo que concentrarse, e imaginó el camino. ¿Por qué iba a complicarse con un camino imaginario cuando su propio cuerpo estaba repleto de caminos que podía seguir? En concreto, había un camino biológico que recorría todo su cuerpo. No podía hacerlo con electricidad que no fuera la suya por los daños, pero estaba segura de que funcionaría. Entonces, aunque no usó el verdadero "camino", sí imaginó uno muy similar pero a cierta distancia para evitar daños demasiado graves. La electricidad dejó de ir de su mano a su pie directamente. Ahora la electricidad realizó un ciclo completo, recorriendo a la científica de arriba a abajo antes de pasar al suelo.

Pasado un minuto más los espamos empezarían a hacerse bastante dolorosos, pero la científica era cabezona como pocos y tardó unos segundos más en pausar el entrenamiento.

Para, por favor —pidió—. Deja que descanse un poco los músculos y continuamos —continuó.

Se soltó de la mano de Sif y se dejó caer en el suelo, sentándose para recuperar un poco más de aire. Creía tener claro cómo debía conducir la electricidad, pero aún necesitaba mucha concentración y eso no era aceptable, tenía que conducirla sin pensar, como un acto reflejo.

La tuya me hará daño pero... creo que podría usar mi sistema circulatorio para marcar el camino de mi propia corriente eléctrica, aunque tendría que ser algo instintivo, lo he intentado ahora y he necesitado toda mi concentración —comentó, apretando el puño frente a ella. Y luego para hacerla salir... ¿sus poros, tal vez? fuera como fuera, tenía que practicar mucho, no le valía de nada poder conducir electricidad si tenía que estar quieta y vulnerable.


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El camino a los truenos [Lance y Xandra] Empty Re: El camino a los truenos [Lance y Xandra] {Lun 15 Jun 2020 - 11:49}

Al menos me alegraba notar la tranquilidad y ánimos que tenía la morena respecto a un entrenamiento que dejaría destrozado hasta al más poderoso de los piratas del Paraíso. El cuerpo humano promedio no estaba preparado para recibir descargas eléctricas de ningún tipo, por lo que las consecuencias solían ser dolorosas, molestas y, por encima de ello, preocupantes. Además, el hecho de que su propia capitana hubiera demostrado sus mismas dificultades —incluso diría que más— a pesar de la facilidad inherente de la que gozaba gracias a sus poderes diabólicos parecía estar encendiendo la llama dentro de ella, por lo que me encargaría de aprovechar aquella posibilidad.

De golpe gritó, aún con la intensidad de la electricidad siendo nimia, pero traté de quitar la mano de la ajena para cortar el circuito. Aun así, antes de que reaccionase me comentó que era su forma de expresar que había tenido una idea. Extrovertida, cuanto menos. Suspiré por el pequeño susto que me había dado y, centrándome levemente de nuevo en la energía, continué circulándola hacia el organismo de la mujer para seguir el entrenamiento. Tenía suerte de que al asustarme no hubiera reaccionado al revés, generando una gran descarga que la chamuscaría por fuera y por dentro.

Poco a poco, su compostura se fue mermando fruto de la electricidad que era incapaz de transmitir al suelo. Generando un pequeño campo a mi alrededor fui capaz de descubrir que el porcentaje de energía que circulaba era bastante mayor a la mitad, por lo que la chica era talentosa. De otra forma, también era cierto, seguramente hubiera muerto en aquella isla tras la segunda descarga, por lo que era algo completamente lógico visto en retrospectiva. Aun así, no era perfecto: un porcentaje se quedaba dentro de su cuerpo, almacenada como si la mujer se tratase de una pila. Esto provocaba que cada vez los problemas por el paso de mi poder fueran peores, terminando por tener que sujetar yo con dificultad sus propios dedos para evitar que quitase la mano o, peor aún, me diese un manotazo sin querer. Más tarde, escuché cómo hablaba para cortar el atronador silencio y aparté al instante mis manos de la suya, dejándola tranquilizarse mientras tomaba asiento en la plataforma de metal para recuperar el aire. Me senté yo también, ya que generar la electricidad no era algo que no me supusiera ningún tipo de esfuerzo.

— El sistema circulatorio es buena idea… — Miré mi cuerpo, más concretamente mis brazos, remangando con cierta dificultad el traje. — Yo, por ejemplo… ¿Conoces el concepto de chakra? — Respondiese o no, la miraría, sonriente. — Es algo que leí ya hará mucho tiempo, más por coincidencia que buscándolo. — Terminé logrando que se viera una parte generosa del antebrazo, con sus respectivas venas. — Yo me imagino eso mismo, ciertos canales alrededor de arterias, venas, capilares… que las rodean y que portan mi propio poder. — Me empecé a reír a carcajadas por aquello mismo. — Ya sé que en mi caso no es así, es obvio. Si no, mi sangre saldría electrizada y solo un mink médico me podría tratar, o uno con guantes de látex… — Me empecé a reír tan fuerte y tanto que mis músculos abdominales perdieron fuerza y termina cayendo al suelo mientras me llevaba las manos a la tripa, al menos durante medio minuto. — B-Bueno… — Traté de reincorporarme, irguiendo la espalda y colocando las manos en los muslos mientras miraba a la señora con una sonrisa jovial de oreja a oreja. — Quizás por hoy está el día terminado, tienes que estar fresca para poder intentarlo bien. Estando quemada tanto física como mentalmente no lograrás nada, me parece a mí. — Me llevé la mano a la frente para tomar los mechones de pelo y apartarlos de mis ojos, ya que con el movimiento veía menos que de costumbre. — ¿Y bien? ¿Paramos o crees que necesitas otra más para cogerle el punto?

Acto seguido, esperaría a su respuesta y haría lo que ella desease. Si ansiaba continuar, le daría el gusto y haría otra ronda más o las que necesitase y, en caso contrario, si quería ir a hacer algo —ya fuera jugar a cualquier cosa en el salón para desestresarse o hacer cosas de laboratorio— también la acompañaría. Si no, no tendría problema en irme a ordenar papeleo.


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El camino a los truenos [Lance y Xandra] Empty Re: El camino a los truenos [Lance y Xandra] {Lun 22 Jun 2020 - 19:57}

No sería buena idea continuar más de momento. Notaba sus entrañas agitadas, doloridas, sus propios músculos estaban tan calientes que resultaba doloroso mover cualquier parte del cuerpo, es más, casi podía imaginarse su propia carne cocinada al punto y... oye, ¿cómo iría eso de sabor? Agitó la cabeza al escuchar a Sif, viendo cómo el muchacho se partía de risa él solo.

Hm, pues tiene sentido. Aunque no creo en el chakra —murmuró, y es que Alexandra trataba de no tomarse a broma ninguna hipótesis o posibilidad por muy absurda que pudiera sonar.

Se quedó un poco ensimismada pensando en eso, entonces su idea no iba tan desencaminada. Tenía que aprovechar que su electricidad no le causaba daños para conducirla usando los conductos ya existentes de su propio cuerpo en lugar de imaginarse nada. Además, si su intención era estimular su propio cuerpo conseguiría ahorrarse algún que otro paso si directamente la llevaba a través de su sangre o algo así. Eso, claro está, tendría que ser cuando utilizara su propia electricidad, cuando hiciera aquellos ejercicios con Sif tendría que imaginar otro canal para no quemarse los vasos sanguíneos.

Creo que es mejor que pare por hoy, tendría que haber descansado solo con lo de antes —respondió, levantándose con algo de dificultad. Estiró sus extremidades para desperezarse y le tendió la mano a Sif para ayudarle a levantarse. Debía estar agotado después de reirse así, después de todo..
De momento necesito darme una ducha y beber un poco, esto me ha dejado los músculos que no saben si estar tensos o relajados —dijo después de ayudarlo. Por ahora, como había dicho, solo necesitaba algo de descanso, relajarse, dejar que sus músculos recuperaran su estado normal. Había sido un primer día corto pero intenso.

Además, así te libras de mí un rato —soltó un par de carcajadas antes de darle un par de palmaditas flojas en la espalda —. Solo recuerdo cómo ir hasta mi habitación y hasta la barra así que si me necesitas estaré en alguno de los dos lados.

Dicho aquello, se movió desde aquella sala hasta su propia habitación, disimulando el ardor como buenamente podía. Allí se ducharía para quitarse el aroma a quemado, que estaba muy bien para las barbacoas, pero no era nada apropiado en una señorita como ella. De paso se enfriaría el cuerpo, tanta corriente eléctrica la había dejado que casi parecía que estaba con fiebre. Durante la ducha examinó las heridas que se había ganado durante el entrenamiento. Todas eran quemaduras y además, ahora que se había enfriado, notaba más dificultad para mover su cuerpo. Sin embargo, cuando intentaba acceder a su energía elemental, podía comprobar que su reserva eléctrica había aumentado un poquito.

Poco a poco pero está funcionando —murmuró al tiempo que cortaba el agua —. Si sigo a buen ritmo quizá lo tenga dominado para finales de esta semana —continuó hablando sola mientras se secaba. En cuanto tuviera controlado cómo redirigir la electricidad por su cuerpo podría empezar a trabajar en aumentar el voltaje o, como lo estaba notando, en aumentar la cantidad de electricidad que su cuerpo podía generar. Por ahora dejaría que su cuerpo asimilara la electricidad que se había quedado en sus músculos.

Se vistió de nuevo, esta vez con unas prendas más casuales que consistían en una camiseta blanca y un pantalón vaquero corto. Su siguiente parada fue la barra, donde dedicaría unas horillas a echar unos tragos. No llegaría a emborracharse, eso sí. Aprovecharía para cenar, se le uniera Sif o no, y después de un rato más volvería a la cama. Había tenido una idea sobre cómo sería su habilidad una vez finalizara... y estaba segura de poder obtener un avance si volvía a dejar que la electricidad del joven la recorriera.

Joder, todavía pican los calambrazos —farfulló, ya encerrada en la habitación y dispuesta a descansar tanto los músculos como el hígado, que tenía que descansar de trabajar el alcohol.


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El camino a los truenos [Lance y Xandra] Empty Re: El camino a los truenos [Lance y Xandra] {Vie 17 Jul 2020 - 12:12}

Había que tener en cuenta que, a pesar de lo que Xandra había demostrado a lo largo de toda la carrera —y las incontables locuras que había cometido por meras imprudencias— parecía tener claro dónde estaba el límite de su cuerpo actualmente. Quizás algo difuso, ya que había aceptado tener este segundo entrenamiento tras el primero, pero existía, algo que había comprobado que no solía ser necesario en muchos locos que veían el final de su vida realmente temprano. No hacía falta ser un cobarde para decir un simple «hasta aquí» y limitarse a frenar el entrenamiento antes de que los daños fueran irreparables. Más bien era de alguien consciente de su propia debilidad, aunque yo solía pecar de lo primero.

Pude oler un cierto y leve hedor a carne quemada y pude advertir, sin demasiada dificultad, como la señora se iba con varias marcas en su carne que tardarían en desaparecer. El problema es que no eran heridas propias de la electricidad, sino que dentro de mis capacidades era imposible para mí controlar mi poder. Era capaz de decidir qué intensidad de descarga quería dar, cierto, pero no estaba en mi mano el impedir que se degradase en otros tipos de energía más simples, como la calorífica en este caso. Mi electricidad —valga la redundancia— electrocutaba, pero también producía luz, calor y actuaba de un muy leve imán. No era grato saber que era incapaz de lograr una chispa pura, que ni iluminase ni actuase de estufa, ya que aquello suponía una clara limitación en mí y, peor aún, un daño como consecuencia en Xandra. Obviamente, a mí me atormentaba —hasta cierto punto— saber que tenía quemaduras por todo el cuerpo que no le iban a aportar nada más que dolor y, en cualquier caso, si ella era de ese tipo de gente, una marca de guerra.

La vi marcharse con cierta dificultad de la sala, teniendo su destino fijado, según lo que ella dijo, en su habitación. Me quedé allí de pie, mirando mi palma diestra mientras me concentraba en qué podía hacer para aliviar la carga que portaba la morena y, más aún, qué podía hacer para volverme más poderoso. Seguí con mis ojos cada una de las líneas de la mano, como si la vida me fuera en ello y completamente abstraído en lo que quería hacer. Entonces, antes de que los cinco minutos pasasen, una persona se asomó por la puerta con el instrumental de limpieza.

—¡Oh! ¿Todavía la usa el señorito? ¡Lo siento, lo siento! —dijo, escondiéndose tras el marco de la puerta. Entonces, lo llamé con un «Espera» y el hombre volvió a dejarse ver—. ¿Diga?

—Trae papel y mucha agua, por favor. —Asintió y, casi corriendo, se marchó.

Volvió a los diez minutos, portando una libreta que tendríamos en el almacén y un cubo de agua bastante lleno.

—¿Esto le vale, señorito? —Afirmé con la cabeza, sonriente.

—Gracias —Entonces, como vino, se marchó.

Tomé lo que me habían traído y lo dejé justo en el centro de la sala, sentándome para observarlo. Tenía muy claro lo que quería hacer y no me iría hasta lograrlo, así que más me valía andarme listo si no quería dormir en la fría sala de entrenamiento. El suelo era de acero, por lo que no tendría ningún problema con mis planes; no deseaba quemar nada del Ragnarok. Principalmente para que Yuu no me echase una de sus furiosas y ácidas broncas, cuando él era el primero con tendencias destructivas, fuera de su propiedad o no. Tomé una hoja, arrancándola y sujetándola con pulgar e índice justo frente a mí. La lámina se dobló con velocidad, quedando curva. Mis ojos, entrecerrados, trataron de centrarse en todas y cada una de las marcas del papel, como si quisiesen ver las microfibras de celulosa que lo conformaban. Regulé mi respiración para que fuera lo más lenta posible, dejando el aire fluir por todo mi cuerpo y oxigenando las células de la forma más eficiente. Cerré los ojos e imaginé mis venas y arterias recorriendo mi cuerpo al completo, portando electricidad de aquí para allá, sin un destino fijado más que seguir el ciclo. Y, entonces, varié la dirección: lentamente, fue marchando hacia los dedos, transmitiéndose con tremenda lentitud hacia el objeto. Solo me hizo falta notar, aún con los ojos cerrados, el olor a quemado azuzando mi nariz, para saber que no estaba saliendo como quería. Tiré el papel al agua con velocidad y tomé otro.

— Lance, concéntrate. No es lo más difícil que has hecho, ¿verdad? —mascullé, apretando nuevamente el papel llameante para hacerlo una bola incandescente y tirarlo al cubo. Me quemé ligeramente la palma antes de desmaterializarla, zarandeándola con dolor.

Y así repetiría hasta que el agua se ahogó en papel y cenizas, y yo en el sueño, quedando allí tirado sobre el frío metal, con una hoja de papel en la mano, formada de celulosa degradada.


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El camino a los truenos [Lance y Xandra] Empty Re: El camino a los truenos [Lance y Xandra] {Vie 31 Jul 2020 - 20:24}

Conciliar el sueño fue una tarea difícil, pero aprovechó que le costaba dormir por el dolor para ir acostumbrándose a éste. Se revolvía en la cama y repasó todos y cada uno de sus planes a corto plazo. El primero de ellos desarrollar la majadería de habilidad que tenía en mente. De nuevo repasó su objetivo mentalmente: conseguir aumentar drásticamente su propia capacidad eléctrica y utilizarla para aumentar sus capacidades atléticas de forma explosiva. A este objetivo, sin embargo, se le unió otro por la broma que hizo Sif antes, aquello de "aprender a volar".

Mañana pensaré en algo sobre eso —susurró.

Sus siguientes objetivos estaban directamente relacionados con una persona, y es que tenía que contactar con Brianna pues era prácticamente la única persona en la que confiaba lo suficiente como para confiarle la integridad de su cuerpo para unas operaciones que tenía en mente. Eso y que tenía que pedirle aún su parte del botín de la carrera. Cuando la encontrara podría comenzar realmente con su proyecto biológico de evolución humana personal.

Y... Oh, mierda.

Ahora no puedo dormir de la emoción —murmuró.

¿Qué haría? Lo que hacía todo el mundo cuando tenía problemas de sueño, darse otra ducha más. ¿Qué hora era? Debían ser ya la una o quizá las dos de la mañana. El agua recorría de nuevo su piel y esta vez se miró al espejo para observar las marcas que estaba dejándole el intentar superar sus límites. Quemaduras recientes allí y allá que se sumaban a las pequeñas marcas de quemaduras químicas por su trabajo y algún que otro corte por el material de laboratorio que rompía sin querer. Por otra parte, los moratones de su paso por prisión hacía ya tiempo que habían sanado.

Después de secarse y vestirse con algo de lencería para poder intentar dormir, la científica decidió "cansarse" un poco más practicando con la electricidad. Había dejado los ventanales abiertos, sin persianas que pudieran tapar su vista. Con la imagen de Raijin de fondo, el futuro demonio de su propia tripulación comenzó a producir electricidad en su brazo y, para su sorpresa, la cantidad que estaba sacando era mayor a la que producía normalmente. Algo así... podría usarlo como una lanza eléctrica.

No es suficiente —dijo y, a continuación, empezó a canalizar esa electricidad por todo su cuerpo, utilizando un recorrido que usaría las "carreteras" de su sistema circulatorio. Con esto tenía algunos problemas. El primero de todos era que, evidentemente, la cantidad y potencia total de su electricidad se dispersaba en cuanto dejaba de concentrarla; el segundo era que todavía no había pensado cómo estimular exactamente sus músculos.

Poco a poco Alexandra, poco a poco, como cuando toca pagar impuestos —murmuró, tratando de no torturarse el cuerpo más de lo estrictamente necesario.

Esto duraría al menos una hora más en la que intentaría controlar el flujo de electricidad para que fuese de su sistema circulatorio hacia los músculos, aunque todavía no hiciera nada para utilizarlos. No consiguió aumentar su poder ni utilizarlo, pero por lo menos empezó a acostumbrarse al acto de hacer fluir su energía elemental eléctrica por todo su cuerpo.

Después de eso... intentaría dormir otra vez, a ver si era posible. Para el siguiente día tenía una tarea fundamental: estimular sus músculos redirigiendo la electricidad de Sif. A partir de ahí solo quedaría aumentar su voltaje y capacidad.

Y aprender a volar, también tenía eso pendiente.


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El camino a los truenos [Lance y Xandra] Empty Re: El camino a los truenos [Lance y Xandra] {Sáb 1 Ago 2020 - 13:27}

—¡Kokorokoooo! —Un gallo sonó por toda la habitación y, si la costumbre no me fallaba, por todo el Ragnarok—. ¡Kokorokoooooooooo! —dijo una segunda vez, en esta ocasión con más volumen si era posible.

Me levanté, apoyando ambas manos en el suelo de acero y, en el proceso de mover las piernas para apoyar las rodillas en este, choqué contra el cubo y este se cayó, derramando su contenido con velocidad. Me desperté repentinamente, abriendo los ojos de par en par mientras trataba —sin mucho resultado— de reaccionar a tiempo a la caída del objeto. El agua, grisácea, empezó a fluir por todo el suelo, manchando todo cuanto tocaba. Tuve la suficiente velocidad para apartarme antes de que el contenido tocase mi pantalón, así que no tendría que darme un paseo por la tintorería antes de darle una visita a la cafetería para desperezarme. Aunque realmente le estaba dando demasiada poca importancia a lo que era más extraño de toda aquella situación: el grito del animal. Había utilizado, si el oído no me fallaba ni mi propio conocimiento sobre la nave que me había albergado durante tanto tiempo, lo que había escuchado tenía que ser inequívocamente la megafonía.

— ¿Qué estáis haciendo…? —murmuré mientras me frotaba la frente, arrastrando el pelo—. Mira que sois infantiles a ratos, eh… —Logré reincorporarme por completo, suspirando y empezando a reírme a carcajadas tras rememorar lo sucedido y planteármelo una segunda vez. Traté de recoger por encima todo el estropicio, sin poder arreglar que el líquido se hubiera derramado por todo el sitio. Me froté el pelo repetidas veces hasta que me pude sentir menos culpable de dar tanto trabajo a los encargados de limpieza y, dando un chiflido, no tardó en entrar un chaval que se apresuró a acercar el instrumental y limpiar con fregona el agua sucia.

Yo empecé a andar con un buen paso a la sala de mando, descubriendo una hoja de papel de un aspecto realmente extraño en mi mano; la celulosa se había degradado hasta la glucosa beta que la conformaba y le había aportado un aspecto verduzco, bastante desagradable a la vista, aunque más primitivo que otra cosa. La doblé como buenamente pude, con ambas manos, guardando el menudo taco en el bolsillo del traje. Finalmente llegué a la puerta que buscaba, abriéndola de par en par y encontrando lo que había allí dentro: lo que me esperaba, por desgracia.

— ¿Dónde habéis cogido un gallo…? —Estaban dándole vueltas de un lado para otro al emplumado animal, que las perdía mientras tapizaba el suelo. Este gritaba, no sé si en busca de auxilio, seguramente, o simplemente uniéndose a la fiesta. Suspiré, riéndome al ser contagiado por el resto de los chavales. Necesitaban una risa de vez en cuando, para relajarse del trabajo, así que no diría nada en esta ocasión.

— Estamos planteando hacer una granja en el barco para poder autoabastecernos en largos viajes… —Asentí, con un gesto algo extrañado pero aceptando el ofrecimiento. Era una buena idea, para qué mentir, así que la apoyaría. No era la primera vez que nos quedábamos demasiado desamparados por convertir un viaje en una odisea, sin bajar a tierra en demasiado tiempo.

— Seguid con eso, chicos, pero haced el favor de no despertar a diario con el gallo. El pobre se ve… —Lo miré elevando la mano para señalarlo con la palma completa, algo dubitativo— …algo estresado. Dejadlo en el corral, que se aparee o haga lo que quiera hacer.

Me marché de la habitación, cerrando con la suavidad que podía tener tras ver aquel escenario, sonriente. No era la mejor forma de plantearme sus planes, pero al menos era agradable ver que tenían planes propios y que se esforzaban por mejorar la calidad de vida del grupo. Miré a uno de los robots que pululaban la zona y abrí la boca para hablar:

— ¿Qué hora es? —Una pantalla se iluminó, mostrándome un reloj que marcaba las seis y media de la mañana, temprano pero buena hora.

Aunque, siendo sinceros, si ellos no hubieran hecho aquel anuncio tan curioso, quizás me hubiera podido despertar a las tantas. A lo mejor nadie me despertaba por respeto y hoy no entrenábamos, y eso hubiera sido un problema en los horarios que planteaba. Dando un par de palmadas para que se apagase el robot y yo me centrase de una vez por todas, emprendí marcha hacia la habitación de la señora Xandra. Si estaba allí —aunque lo haría indistintamente—, tocaría la puerta un par de veces:

— ¡Señora Xandra, ¿quiere ir a desayunar? —dije con un buen volumen, tocando un par de veces con los nudillos, asegurándome de que si estaba allí dentro me escuchase—. ¿Quieres que vayamos a desayunar? Me gustaría empezar pronto y de una forma más cómoda, casi pasiva —Toqué nuevamente a la madera.

Si no estaba allí o si me acompañaba, comenzaría a caminar hacia el comedor para preparar el desayuno y responder preguntas, aunque primero haría yo una:

— ¿Qué tal con las quemaduras…? Me disculpo por no poder controlar mi poder del todo bien —Agacharía la cabeza, mostrándome arrepentido de forma inconsciente.


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El camino a los truenos [Lance y Xandra] Empty Re: El camino a los truenos [Lance y Xandra] {Vie 7 Ago 2020 - 20:23}

¿Aquello era el ruido de un gallo? Sif tenía cosas rarísimas en su barco, nave, o lo que fuera el Ragnarok pero no le juzgaría, al final lo del gallo era lo más normal de aquella embarcación. Apenas había dormido y refunfuñó bastante al escuchar al ave pero... qué remedio, tenía que levantarse.

Una ducha rapidísima y se puso su atuendo de entrenamiento, dispuesta a empezar un nuevo día lleno de riesgos de muerte por electrocución, ¿quién no se emocionaría con eso? Hizo algunos estiramientos breves para que su cuerpo fuera cogiendo algo de temperatura, estiramientos que interrumpió cuando escuchó la puerta y la voz de Sif tras ella.

Sí, dame unos segundos —dijo tras la puerta. Volvió a mirarse al espejo antes de salir. Su rostro humano... ¿cuánto tiempo duraría así? Una vez acabara con su objetivo en Raijin y regresara al Grand Line se pondría con su propia evolución. Se notaba prácticamente preparada para abandonar su especie, solo necesitaba... solo necesitaba un par de cositas.

Salió de la habitación que tenía asignada y siguió al muchacho hasta donde llevaban ya un tiempo desayunando casi siempre a la misma hora.

No te preocupes, tengo que acostumbrarme a las descargas igualmente —dijo, viendo que el muchacho parecía bastante arrepentido —. No tienes que disculparte, es inevitable, y era consciente de los riesgos cuando acepté la ayuda —continuó, dándole una pequeña palmadita en la espalda para animarle un poco.

Su desayuno consistiría en un café solo, negro como su alma porque necesitaba un subidón de energía. Ahora tenía que hablar con él sobre la rutina que seguirían ese día. Tenía cierta idea que quería llevar a cabo y para eso necesitaría la cooperación de Sif.

Hablando de eso... ¿te importaría repetir lo de ayer? —preguntó justo antes de devorar una de las galletas que había pedido junto con el café —. Hoy, en lugar de intentar mejorar el control, quiero sentir cómo sería el cien por cien de mi energía. He estado practicando esta noche, pero me falta cantidad para poder sentir un efecto tangible —explicó brevemente sus ideas para ese día. Básicamente su plan era forzar brevemente una cantidad absurda de electricidad utilizando la de Sif, como si utilizara su cuerpo a modo de conducto y su energía elemental a modo de transformador para, por apenas un segundo, conseguir una cantidad absurda de electricidad afín a su propio cuerpo, con eso esperaba poder lograr, aunque fuera por unos segundos, ver qué efecto tendría su habilidad una vez la desarrollara.

Además, quiero practicar algo que está un poco... fuera del planning, por así decirlo —dijo, aunque no le diría exactamente qué quería practicar. Tenía más o menos en mente cómo lo intentaría, pero necesitaba que el chaval accediera a electrocutarla una vez más.

¿Qué haría? Usar la forma completa y descontrolada de su habilidad para sobrepasar sus límites físicos y "aprender a volar" de forma instintiva.


Ficha de Alexandra, ganadora de La Gran Ruta

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