[Moderado Iulio] Armas, bestias y sangre

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No me encontraba en disposición de dar lecciones a nadie, pues había llegado el último, pero eso no me impidió observar a mis rivales con una ceja arqueada. ¿Quién demonios sería el que había puesto pegas a colaborar con los demás? Resultaba sospechoso, casi tanto como la pequeña y extraordinariamente eficiente investigación paralela ―si es que podía llamarse así― que había realizado Phoebe. Resultaba evidente ella estaba mucho más preparada para el puesto que ocupaba Esther que la propia Esther… A menos que esta última estuviese ocultando información queriendo, pero aquélla era una posibilidad que ni siquiera quería contemplar.

La reunión concluyó finalmente, permitiéndome irme a dar un paseo por la base de la Marina. El pabellón doce era el que me habían asignado para reunirme con los que serian mis hombres, así que recorrí el lugar para localizar la puerta en cuestión con tiempo. Hubiese preferido que el primer encuentro sucediese en el pabellón ocho. No por nada en concreto, sino porque era un número que me gustaba más; algo así como mi número de la suerte. Vista las dimensiones de la operación BAER, cualquier ayuda podía resultar de ayuda, y el azar podía ser crucial incluso en el escenario mejor planificado.


Entré en el pabellón con paso firme y decidido, intentando imitar la actitud de la que hacían gala el vicelalmirante Kasai y el capitán Kensington en situaciones como aquélla. Sabía que la autoridad y la asertividad eran tan importantes como mi propia fuerza, pues hasta el mejor guerrero podía dar al traste con una misión si dudaba a la hora de la verdad o no se mostraba capaz de organizar sus efectivos.

No había asientos, lo que me molestó, pero los marines no tardaron en colocarse en semicírculo en torno a mí para recibir mis palabras. Me tomé unos segundos antes de hablar, dedicándolos a escrutar los semblantes de todos y cada uno de ellos. La mayoría demostraba una gran atención y, por qué no decirlo, cierta expectación. No sabía hasta qué punto mi nombre les resultaría conocido, pero aquel detalle no tenía mayor relevancia.

―Mi nombre es Iulio y, por si no lo sabéis, soy Mayor y uno de los encargados de conseguir que esto salga bien. Imagino que os habrán puesto al día sobre la operación BAER, por lo que sabréis que vamos a territorio desconocido y que no sabemos demasiado bien qué podemos encontrarnos. Esto significa que quiero compenetración y sinceridad absoluta por parte de todos vosotros, así que si alguien no está dispuesto a darlo todo agradecería que se marchase en este instante. ―Esperé uno segundos, pero nadie se movió de allí―. Habéis sido seleccionados porque he querido asegurarme de que podremos enfrentarnos a cualquier adversidad, sea de la índole que sea, y vosotros sois los más indicados para ello. Enhorabuena. Disponemos de dos barcos y nos repartiremos de forma que haya luchadores y técnicos en ambos por igual. No dudo de que todos tenéis habilidades en combate y sabéis hacer más cosas aparte de combatir, pero estaremos de acuerdo en que todo el mundo destaca en algo y que es esa capacidad la que os ha traído hasta aquí. Dicho esto, de primeras un coordinador jefe y un teniente serán mis manos en cada uno de los navíos: Mara Smith, Jordan Matheus, Calyssia Dath y Abraham Ferguson. Aún no os conozco bien, por lo que estos cargos en principio son provisionales. Si la situación lo requiere puede haber cambios en la jerarquía, pero, y esto es algo que quiero que quede bien claro desde el principio, no quiero que la escala de mando sea algo que nos retrase. Me da igual si la idea de un supervisor cualquiera le parece mal a su superior; si es la más lógica y coherente será lo que hagamos. Creedme, no quiero valerme de mi rango para imponer nada y, del mismo modo, no quiero que nadie lo haga.

Esperaba que de ese modo entendiesen el enfoque práctico y funcional que quería darle a la operación y, por qué no, hacerlos partícipes del mismo para que mostrasen una buena disposición en el futuro. Con algo de suerte podríamos ir todos a una y las luchas internas quedarían relegadas a un inexistente segundo plano. Si lo conseguía habría resuelto uno de los mayores problemas que solían azotar a grupos tan numerosos.

―Dicho esto ¬―Miré el dossier con las identidades de mis subalternos―, me gustaría que Samira Jones diese un paso hacia delante. ―Era la historiadora que me habían asignado, y una muchacha joven de pelo rizado y oscuro se presentó ante todos. La información sobre ella decía que era coordinadora―. Buenas tardes, ¿cómo estás? Encantado de conocerte. Verás, se me entregó este informe con toda la información disponible sobre la operación. Quiero que lo leas con detenimiento y me des tu impresión sobre el mismo. Estarás acostumbrada a trabajar con documentos más complejos y voluminosos, así que no creo que te suponga demasiado esfuerzo. Lo he leído con detalle ―mentí―, pero quiero que hagas como si no hubiese sido así y me comentes cualquier cosa que se te ocurra, incluso si te parece absurda. Seguramente seas la más preparada entre los que estamos aquí para ello ―dije antes de volver a dirigirme al resto―. Y esto es lo que espero de todos: que explotéis al máximo vuestras habilidades para que todo salga bien.

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