Agua salada y piratas emplumados [Meneror - Ivan] [Privado]

Ivan echó un vistazo por el periscopio. Encima de ellos el mar estaba algo revuelto y llovía. Bloothe ya estaba a la vista. Era una isla por la que había pasado normalmente de refilón, aunque sabía algunas cosas de ella: que no se debía beber agua de los ríos y que el asentamiento de la isla estaba bajo control de una banda pirata. Era un buen lugar para empezar con su nueva tanda de negocios. Todo lo que tenía que hacer era contactar con esos piratas de la urraca, o como se llamaran.

- Meneror - dijo con la megafonía del submarino - Bloothe a la vista. Vete preparándote, desembarcamos en veinte minutos.

Llevó el barco hasta los alrededores de la isla, momento en que le pasó los mandos a Michael y se fue hacia la escotilla a esperar a Meneror. Tenía que ponerlo al día de cómo iban las cosas en la isla y explicarle cuál era el plan. A lo mejor Meneror no sabía demasiado sobre los piratas, pero si había gente del Bajo Mundo por la isla, tal vez estaría enterado. En cuanto vio al gigantesco mafioso llegar por el pasillo, le hizo un gesto con la cabeza como saludo.

- Cosas sobre esta isla: si te ofrecen agua o una bebida de tono rojizo no la bebas, es tóxica. Y además de eso, está bajo el control de una banda pirata. Eso facilitará los problemas con la legalidad. Aunque no sé si les gustará que otro pirata se meta en sus negocios. Debido a eso tú llevarás las negociaciones y yo llevaré otro aspecto. Vamos, esta gente no sabrá nada de Ivan Markov. Además de eso, no desembarcaremos en el puerto, sino en un punto de las afueras. ¿Qué tal se te da la escalada? Esta isla es endiabladamente montañosa.

Haber conocido a Ivan fue bastante divertido a la par que provechoso, básicamente porque tenía un potencial compañero de negocios. Ahora estábamos allí en aquella maldita isla. Yo me encontraba dentro del "Leviatán" hasta que recibí un aviso para que me preparara. Así que hice lo propio y salí arriba, por la escotilla.

-Veo que llegado hemos a nuestro destino -dije observando la isla desde la lejanía mientras escuchaba a Ivan- Bueno es que me advirtáis de estos peligros, pues para mi desgracia es la primera vez que pongo un pie por estos lares. Me es un misterio esta isla Bloothe.

Continué escuchando el plan de Ivan para desembarcar. Parecía que no era una buena idea ir por el puerto, cosa normal por otro lado. Habría que escalar, y por el momento me sentía con fuerzas para ello.

-No preocúpame un poco de tierra inclinada, me preocupa lo que podamos encontrar en la cima de la misma. Marcad el camino y os seguiré, pues de momento escalar no me supone problema alguno.

Bloothe era una tierra dura donde vivir. El terreno escarpado y montañoso no daba mucho lugar a que creciesen plantas, con lo que tampoco colaboraba las sales rojizas de la tierra, que desecaban el lugar. Decenas de riachuelos de aguas rojizas descendían desde manantiales en las alturas, llevando consigo aguas tan saladas que resultaban tóxicas. Una de las pocas maneras de conseguir agua potable eran algunos pozos en zonas libres de cristales de sal y métodos artificiales como recoger el agua de lluvia. Las costas eran empinadas, acabando en acantilados y otras formaciones rocosas. Uno de los escasos puntos de fondeo seguro era la ensenada en la que se asentaba el pueblo del sur de la isla.

- ¿Listo para algo de ejercicio?

Había hecho que el Leviatán se parara frente a uno de los acantilados en una zona con suficiente profundidad para el submarino. La marea alta ayudaba, en marea baja no podrían haber acercado tanto a la costa semejante mole de metal. El pirata se puso a hacer algunos estiramientos y observó desafiante la escarpada pared. Estaba lloviendo y hacía frío, pero eso no pareció minar en absoluto su determinación.

- Si en algún momento te rindes avisa. Dado que te falta una mano, lo entenderé - dijo con una sonrisa burlona.

Acto seguido saltó hacia la pared y se agarró. Sin hacer uso de las habilidades de su akuma, únicamente de su forma física y entrenamiento, empezó a escalar. La roca estaba húmeda y era traicionera, pero el riesgo solo volvía la actividad más excitante. Subió con cuidado pero decisión, eligiendo con atención la ruta de ascenso. En algunas ocasiones tuvo que retroceder al encontrarse con una zona donde el terreno no era fiable, o que saltar hacia el siguiente punto de apoyo. Pronto estuvo a medio camino de los treinta metros de altura que tenía el acantilado.

- ¿Cómo vas, Mene-boy?

Habíamos llegado a aquel escarpado lugar, y era verdad que Ivan no exageraba en su altura. Había visto islas muy rocosas en mi vida, pero esta se llevaba la palma. Ivan parecía muy seguro de si mismo para subir a semejante pared. Yo esperaba, no sé, que sacara unas cuerdas y unos gancho o algo para poder subir. Sin embargo tiró de pulmones y como un chimpancé saltó contra la pared y empezó a subirla. Si que era fuerte el condenado...bueno, siendo un Markov si no lograba subir aquello mala cosa.

- No me gusta hacer ejercicio...sudo- repliqué a Ivan sin quitar la vista de la cima del acantilado- ¿Así que hay que ir ahí arriba, bien. Id subiendo vos.

Así que como una araña Ivan comenzó a trepar poco a poco. Yo a pesar de que podría llegar en un abrir y cerrar de ojos gracias a "mi habilidad" prefería no mostrarla todavía. Así que cogí aire y salté contra la pared. Me agarré a una roca con mi mano, y usando el garfio como piolet fue escalando poco a poco. Tras un rato de subida y de algún que otro retroceso debido a la escarpada pared le respondí a Ivan.

-Todo bien, más ya puede haber un tesoro ahí arriba- dije mordiendo el habano del esfuerzo.

Aún con el viento soplando, la lluvia empapándoles y la roca resbaladiza y traicionera, logró llegar arriba. Se sentó al borde del acantilado con una exhalación y disfrutó de las vistas. Vigiló que su compañero no se cayera por el rabillo del ojo y sacó su cantimplora, echando un buen trago. Dedicó un rato a descansar mientras esperaba por Meneror, y cuando este al fin llegó a la cumbre, el pirata se levantó de un salto y le tendió la cantimplora.

- No ha estado mal para un vejestorio. Sigue entrenando así y tal vez algún día seas tan fuerte y ágil como yo.

Tras la chanza, se alejó unos metros hacia el interior. Se colocó tras unas rocas para tener algo más de intimidad y acabar lejos de ojos indiscretos, y una vez ahí cambió su aspecto. Acabó pareciendo un hombre joven de tez morena, pelo corto negro estilo tazón y delgado. Su gabardina roja cambió también de aspecto, convirtiéndose en una chaqueta vaquera vieja. Salió con su nuevo aspecto y sonrió burlescamente.

- ¿Te gusta mi truco? Con esto no nos verán venir - soltó una carcajada - Bien, dado que tú serás la voz, te diré cuáles son las condiciones que quiero negociar. El trato ideal que me gustaría llevar a cabo es que me dejen vender la mercancía con mis propios hombres. Ellos se llevarán un quince por ciento de los beneficios de las ventas. Confío en tus dotes empresariales y en que sepas no enseñar nuestra oferta objetivo desde un inicio. Yo que sé, ofréceles menos y luego sube para que crean que estás abriendo la mano, o algo así.

Tras eso le hizo un gesto y echó a andar. El descenso hasta el pueblo fue largo y a ratos complicado. O lo habría sido para gente normal, para él no. No era más que una pendiente irregular llena de rocas sueltas y hoyos. Para él eso era como caminar por casa con calzado incómodo, poco más que una molestia. Sin embargo tuvo que contener su velocidad para no adelantar a Meneror y llegar ambos a la vez al pueblo. Este era una aldea de tamaño grande con un pequeño puerto en una ensenada. Había varios pozos en diferentes puntos que se habían convertido en plazas. Ivan no tenía claro dónde encontrar a la banda, pero... bastaría con buscar las presencias más fuertes con su kenbunshoku. Comenzó a olfatear y siguió el olor a fuerza (si es que a los debiluchos de aquel sitio se les podía llamar tal) a una pequeña taberna.

- Es ahí. Miraré directamente a la persona con la que debes hablar y me rascaré la nariz para que sepas quién es.

Lancé un leve gruñido cuando Ivan hizo chanza de mi edad. Si este muchacho supiera lo que he visto por los mares igual llegaría a mi edad él incluso más estropeado.

-¿Quién no dice que no lo sea Sr.Ivan?- dije mientras llegaba arriba y tomaba un respiro y coger la cantimplora de Ivan para beber un poco mientras Ivan se alejaba unos metros tras unas rocas. Yo me quedé allí de pie, recuperándome y pensando en como iba a acabar todo ello. Poco después, y para mi sorpresa el aspecto de Ivan había cambiado a un hombre todavía más joven, y peor vestido a mi parecer. Me quedé asombrado, sin duda alguna tenía demasiados secretos.

-Sois sin duda caballero de recursos.
ivan tenía claro los planes, y su objetivo de negocio era más que aceptable, sin embargo le repliqué.

- ¿Estáis seguro de que esto funcionará? No conozco a las gentes de este lugar y no me fío de lo que no conozco. ¿Deberíamos prepararnos para lo peor?

Continué junto a Ivan tras decir aquello y bajé hasta el pueblo. La verdad es que el pueblo no era nada del otro mundo. Me quedé mirando a Ivan, pues ambos enfocamos el mismo objetivo: La taberna local. Ivan dio instrucciones, y las seguí...todo sea por el dinero.

-Bien, hacedlo y yo me encargaré de la negociación según vuestros preceptos. Rezad para que conozca a estos tipos...nos facilitaría mucho las cosas creedme.

Meneror parecía preocupado por cómo pudieran salir los negocios. ¿Qué era, un mafioso que había prendido fuego al palacio de Sakura o un viejo asustadizo? Entornó los ojos y negó con la cabeza, algo decepcionado. ¿Dónde estaba su espíritu aventurero?

- ¿Tengo pinta que de los medio mierda de esta isla me preocupen? He cruzado espadas con el antiguo Almirante Mitoko. Unos piratuchos novatos que no tienen huevos ni a dejar la primera isla de Paraíso atrás no me preocupan. Si deciden que no quieren negociar con nosotros, los mataré a todos y montaré el negocio en la isla sin su ayuda. Preferiría no tener que comerme ese trabajo extra.

Abrió la puerta de la taberna y entró sin miedo alguno. Aparte de los lugareños había algunos tipos con pintas turbias, piratuelos de baja estofa. Los ignoró y se dirigió hacia el tipo en que percibía algo más de fuerza. Era un hombre con una gabardina marinera azul, pelo rubio largo recogido en una coleta trenzada y alto pero delgado. Llevaba una pistola a cada lado del cinto. No era tan alto como Meneror, eso sí. Era difícil siquiera acercarse a su altura. Ivan se acercó y le hizo una inclinación de cabeza.

- ¡Saludos, compañero! Mi jefe, Meneror, tiene una lucrativa propuesta de negocios para tu grupo - sonrió - ¿Tendría tal vez un lugar donde llevar a cabo una reunión?

Sabía que le había dicho a Meneror que le haría un gesto y le dejaría presentarse a él, pero estaba demasiado llena la taberna. Y qué diablos, tenía el día parlanchín.

-Creo que acabaríais antes optando por esa opción, ya sabéis, al menos es más fácil registrar a los muertos. ¿Porqué molestarnos entonces en hablar? Mil veces antes prefiero poder manejar algo directamente a dejar que unos idiotas se encarguen, pero si es su decisión, no le pondré pegas.

Exhalé un poco del humo del habano que ya iba siendo hora y observé  la taberna. No era gran cosa pero supongo que cumplía con su cometido de dar sitio a toda esa morralla. Le indiqué a Iva que entrara primero, y yo le seguiría a un metro de distancia. Siempre era mejor que vieran a un tipo de altura normal primero y luego se vieran impactados por mi altura, seguramente se lo tomarían más en serio.

Ivan seleccionó el objetivo, y el plan de hacerlo de forma discreta se fue al garete al ver que la taberna estaba llena. Bueno, la cosa empezaba bien ya de entrada, pues si algo me gustaba era charlar con tranquilidad. Ivan presentó a un tipo la mar de pintoresco para mi. Yo no le hablé ni le dije nada simplemente me llevé el habano a la boca esperando que aquel tipo respondiera a la pregunta de Ivan, eso si, le clavaría la mirada.

Meneror sería más mayor que él, pero definitivamente iba a tener que darle unas clases de cómo hacer negocios. Dado que no pretendía tomar el control de la isla, solo vender su producto allí, liquidar a los líderes era contraproducente. Hubiese creado un vacío de poder que o bien habría tenido que llenar él mismo o después lidiar con quien tomase la isla, que podría ser mucho peor para los negocios que sus actuales dueños. Y no estaba dispuesto a intentar controlar Bloothe. Bastante tenía con sus planes para Dark Dome, le daban suficiente trabajo por sí solos.

Una vez dentro, Meneror se limitó a quedarse tras él y resultar intimidante mientras Ivan hablaba y le presentaba. Por su parte, el tipo... ¿sería el capitán, o un oficial? Le miró de arriba a abajo y luego miró a Meneror. Dedicó un rato a mirarle, frunció el ceño y sacó rápidamente un periódico, pasando páginas hasta encontrar una en concreto. El vampiro alargó disimuladamente el cuello para mirar la página: era la noticia sobre la quema del castillo de Sakura. Contuvo una sonrisa y esperó a que el tipo hablase.

- Está bien, seguidme.

El tipo les guió hasta detrás de la barra, donde subieron por unas escaleras tras una puerta al piso superior. De ahí entraron a una estancia pequeña con una única ventana. En esta había un mueble bar viejo, una mesa redonda y algunas sillas. El pirata cogió dos vasos, una botella de whisky y sirvió en ambos, pasándole uno a Meneror deslizándolo por la mesa y quedándose el otro. ¿No iba a ofrecerle a él también? Sucio mamonazo... empezaron a entrarle ganas de meterle una patada a la silla en la que se había sentado para derribarlo, y luego mearle en la cara. Tuvo que obligarse a recordarse que no estaba llevando su propio rostro, y se suponía que era una persona irrelevante.

- Bienvenido a Bloothe, señor Meneror. Mi nombre es Feather Beackson, y soy el guardián de la isla en nombre del capitán. ¿Qué te trae a nuestra base?

Parece que se había captado la indirecta, y por algún motivo, lo que había visto aquel tipo en el periódico le había permitido decidir finalmente si iba a aceptar nuestra entrevista. Lo acompañamos escaleras arriba a un lugar que poco más era un cuartucho, pero tampoco podíamos ponernos  "chibaritas" ante el lugar donde estábamos.

Al menos me ofrecieron un whisky para beber en lo que se llevara a cabo las negociaciones, sin embargo, procuré no beberlo. El tipo que nos había guiado hasta allí respondía al nombre de Feather Beackson, y era la persona con la que debíamos hablar, un delegado del que realmente llevaba el cotarro en aquella isla...para el caso, me valía. Así que una vez ya sentado y con mi mano acariciando el vaso de whisky le respondí.

-Le agradezco su recibimiento Sr Beackson. Negocios Sr Beackson, negocios- dije apartando la mano de la copa y llevándomela al habano para agarrarlo y exhalar un poco de humo al techo- He visto un gran potencial en vuestra isla para hacer diversos "negocios". Podría decirse que estoy interesado en llegar un acuerdo con la autoridad local, para de este modo a parte de beneficiarme yo, también lo haga vuestro capitán.

-No suelen venir muchos hombres de negocios por estos lares...y menos uno que ha reventado un palacio entero y cuya recompensa ronda los ciento ochenta millones. ¿Y viene a nuestra isla para hacer un simple "negocio"- dijo Beackson curioso.-Si, sé lo de Sakura, al igual que todos los que tienen a bien leer las noticias. Así que por favor Sr Meneror, dígame porque una persona como usted iba a querer hacer un negocio con nosotros.

Me quedé mirándole antes de volver a llevar mi habano a la boca, y con tono serio le dije- Hasta la gente como yo tiene comer, Sr Beackson. Y digamos alma no tengo para trabajar de granjero o de estibador..al igual que vos no tenéis alma para trabajar de persona honrada, básicamente porque...se gana poco ¿verdad?. Bien, ahora escúcheme con atención lo que proponerle quiero. Vuestra isla es un primer punto de paso, pero vuestra situación y orografía es un tanto difícil y pocos navíos atracan en la zona salvo para abastecerse y continuar su ruta hacia otras islas, lo cual es beneficioso para llevar a cabo acciones poco legales que su "capitán" a cabo lleva. ¿Y que pinto yo en todo esto? Bueno, digamos que soy un alma caritativa hállome aquí para hacerles ricos sin mover un mísero músculo, siempre y cuando colaboren claro está.

-¿Y cual sería esa "forma" de hacernos ricos Sr Meneror?-preguntó curioso.

-Drogas Sr Beackson, drogas. Permitiréis que venda mercancía en esta isla a terceros, dándome margen para vender tanto en la villa como fuera de sus lindes. Y claramente, por las molestias, se les dará un porcentaje de los ingresos que obtengamos de estas ventas. ¿Fácil no cree? Ustedes no moverán ni un músculo, y recibirán dinero a primeros de mes... sé puede decir que la Navidad ha llegado antes de tiempo.-concluí esbozando una leve sonrisa.

- Un plan convincente ¿Quién no desea hacerse rico sin mover el culo?. Sin embargo Sr Meneror, al igual que usted yo también soy hombre de números. Si les dejamos vender drogas en la isla, mis muchachos lo harán gustosos siempre y cuando nos llevemos un porcentaje adecuado. Quiero ser rico si, per pudiendo ganar dos monedas, no gano una...ya me entiende. Además quiero una compensación extra si mis hombres venden la mercancía

-Os daré un diez por ciento del beneficio total. Y un dos para vuestros hombres por la molestia de vender la mercancía- dije exhalando humo por la boca a la par que le daba una leve patada por debajo de la mesa a Ivan, pues no olvidaba las condiciones del trato en ningún momento, debía esperar y confiar en mi.

- Es muy poco, y corremos muchos riesgos de que pillen a nuestros hombres durante las ventas, no no no, exijo un doce como mínimo.

- Ponéis en muy alta estima a vuestros hombres, y entiendo que un doce por ciento pidáis, yo lo haría por los peligros a los que estáis sometidos. Sin embargo olvidáis que vuestro capitán y vos mismo al igual que el resto de los hombres que no participen en la transacción estarán ociosos...y con sus culos pegados en sillas recibiendo dinero. Así que os propongo un término medio. Mis hombres se encargarán de vender la mercancía y los vuestros estarán sanos y a salvo recibiendo oro en los bolsillos. A mayores en compensación debido a que serán mis hombres los que vendan la mercancía y no los vuestros se os dará un cinco por ciento más en los beneficios, siendo un total de un quince por cierto, pues el dos a mayores queda eliminado de la ecuación. Un trato de lo más justo ya que me expongo yo más que vos, y os aseguro que no sacaréis mayor beneficio conmigo...¿Aceptáis dinero rápido o por el contrario debo proponer esto mismo a vuestros vecinos de otras islas? -concluí clavándole la mirada con cierta molestia visible.

Beackson se quedó pensativo por un rato. Bien era cierto que recibirían una buena cantidad por prácticamente no mover el culo y dar paso a los vendedores. Su capitán saldría beneficiado, y Ivan, tendría el porcentaje acordado y encima serían sus hombres los que se encargarían de la transacciones y ventas. Finalmente de su boca salió su respuesta:

-Trato hecho Sr Meneror.

Ivan escuchó con mucha atención la conversación. Al principio no le gustó que fuesen los piratas quienes quisieran vender su mercancía. Era SUYA, no de otros. No se fiaba de unos piratas piojosos para moverla sin que se la chutasen, fumasen o vendiesen y se quedasen con todo el dinero. Contaba con que Meneror no hubiese olvidado sus palabras y las tuviese bien en cuenta... por suerte para él fue el caso. Su compañero de negocios supo llevar las negociaciones a buen puerto con exactamente las condiciones que él le había dado. Una vez el trato estuvo acordado, Meneror y Beackson hablaron de algunas cosas de menor importancia como cuándo llegarían los hombres a instalar el almacén y preparar el terreno. Una vez acordado todo, se retiraron.

- Ha sido un placer hacer negocios - dijo Beackson con una sonrisa.

Mientras Ivan estaba pensando cómo vengarse de aquel idiota por tratarlo como a un criado. Había pensado en cambiar de aspecto y darle una paliza, pero necesitaban a aquel hombre entero para que comunicase a su capitán y a la tripulación el trato. También pensó en intentar darle un buen susto de alguna manera. Sin embargo tras un rato dándole a la cabeza, llegó a la conclusión de que aquel hombre no merecía la pena su tiempo. Tanto esfuerzo para joder a un medio mierda... nada, esperaría. Tal vez en una visita futura a la isla, cuando las relaciones con los piratas del grajo estuvieran asentadas, lo mataría y convertiría en un esclavo no muerto para torturarle. O le echaría cayena en los calzoncillos. Dependía de lo cabrón que se sintiera.

- Buen trabajo - dijo una vez saliendo de la aldea - Como prometimos, a cambio de tu ayuda y de usar tu nombre, recibirás un 25% de los beneficios.

Ahora solo quedaba un asunto por atender. Sacó el den den mushi e hizo una llamada a di Fiore, su ghoul en Dark Dome y encargado de las operaciones de la droga.

- Chaval, soy M. Tengo nuevas órdenes. Quiero que aumentéis la producción. Ampliad el material y el número de estancias del laboratorio en uso. Además de añadir a Toussaint, también vamos a suministrar pirulas a Bloothe. Si hay que adulterar para engordar el número, se adultera. Eso sí, la mierda adulterada va a Bloothe. A Toussaint la pura.

Parece que las negociaciones habías salido perfectas. Ciertamente estuve nervioso, pues al fin y al cabo este tipo de cosas siempre dependían de dos personas y no de una.  Cuando salimos del establecimiento hechas las despedidas correspondientes fui hablando con Ivan por las calles hasta salir de la aldea. Le ofrecí un habano a Ivan como señal de " victoria".

- Sin duda alguna sois un buen socio para este tipo de negocios Sr Ivan- dije exhalando humo con una sonrisa dibujada de soslayo- El 25% es más que suficiente, ordenaré que os reserven el muelle 6 para dejar la mercancía...ahora volvamos a vuestros "barco".

Acto seguido Ivan sacó su den den mushi y comenzó a charlar con alguien, y yo, hice exactamente lo mismo. Contacté con Gibbs, mi segundo que se encontraba en Toussaint.

-Gibbs, recibiréis un porcentaje de dinero a final de mes en el muelle número 6. Llevadlo a los almacenes generales una vez lleguen las primeras entradas. Continúo mi viaje, M cierra.