¿Qué hacemos aquí? || Privado Dark, Ivan.

Miró por el ojo de buey la parte inferior de la isla: tierra y riscos.

—Ivan... ¿Qué hacemos aquí? Es decir, ¿qué es lo que te interesa del lugar? —Preguntó algo confuso.

No había ni leído ni oído hablar demasiado de Banaro, pero ahí estaban. Con el Leviatan emergiendo hacia la superficie justo delante de la isla. Su primo le había llamado para algo en lo que participar, y tampoco podía decir que no. Por lo que tras quedar en el punto de encuentro más cercano, se dirigieron en el sumergible hacia la isla. No sabía más que una cosa: que habían gigantescos peñones llamados banana. ¿Quizás serían bananas literalmente? No lo sabía. Pero lo que sí sabía es que esperaba que su primo le ayudase para una tarea en particular: mejorar su haoshoku. Sentía que podía tirar más y si permanecía unos días con él llegaría al punto de poder quebrar acero con facilidad, como hacían otros usuarios más experimentados que él con el haki del conquistador. También le daba algo de vergüenza pedirlo, pero es que hasta hace poco notó que podía realmente mejorarlo. Y no sabía por qué, pero sentía que estaba muy cerca de tener casi la misma voluntad que el vampiro.

—Verás... El haber estado casi seis años amnésico me ha atrasado como luchador y ha hecho que pierda poder, o eso creo —empezó a explicar mientras se dirigía hacia fuera del submarino—. Por lo que me gustaría que, en la estancia en esta isla, me ayudes a mejorar mi haoshoku. Estoy seguro que puede aumentar, te lo prometo. Por lo que fríeme con tu voluntad, que intentaré resistirme. Quizás por ahí empezará lo bueno.

Cerró los ojos y se paró en el sitio, activando los tacones de las botas para quedarse clavado en el suelo. Después dejó de contenter su haoshoku y envolvió todo con su aura de pesadez, preparado para lo peor. ¿Qué podía hacer para mejorar? ¿Qué tenía que desenterrar de su corazón para seguir sin estancarse? No lo sabía. Pero en estos días en la isla de los peñones banana lo iba a descubrir. Y nada le iba a parar.

- Pretendo ir a Merveille de cacería. Una de las veinte piezas de caza legendarias de Paraíso se puede encontrar allí, el halcón de fuego. Es un reto personal para mí.

Su enciclopedia electrónica tenía un modo de registro de piezas de caza, y había una lista con veinte animales especialmente raros y difíciles de cazar de Paraíso. De momento había cazado al troll de roca y a la reina araña-escorpión-halcón-avispa gigante. Si lograba cazar a los veinte había premio especial.

- El caso, sé dónde está Merveille, pero no cómo subir. Es una serie de islotes flotando en el cielo, pero a diferencia de Skypia, no hay una Knock-up Stream. Pretendo informarme en Banaro y encontrar una manera de subir.

Podría simplemente haber ido y subir volando, pero no le parecía en líneas generales la mejor idea. Si Merveille estaba a la misma altura que Skypia, sería un ascenso de horas... y nunca había probado a volar a tanta altura. Si algo salía mal, se llevaría una caída desde los cielos a kilómetros de altura y directo al mar. En otras palabras, fin del juego. Antes que arriesgarse a algo así, pretendía preguntar en el pueblo a marineros, otros viajeros y gente del lugar. Al fin y al cabo, Merveille era la última isla en la Senda del Futuro, y Banaro la anterior. En cuanto hubieron descendido a tierra, Dark empezó a hablarle sobre cómo había perdido poder durante su amnesia y que quería mejorar. El pirata suspiró con pesadez.

- ...¿entrenar? ¿Ahora? ¿Has oído algo de lo que te he dicho? - negó con la cabeza - Cerdo egoísta. Me debes una comida en el restaurante más caro de Dark Dome. Vamos pues.

Se giró hacia él y le miró directamente. Notaba una cierta presión en el ambiente, ¿había hecho algo...? Ah, estaba liberando la presencia de su haoshoku, o eso parecía. Si eso era su hao, sí que era débil. Iba a mostrarle lo que era una onda de poder de verdad. Desató todo el poder de su presencia sin ejercer ninguna clase de control, e incluso haciendo un esfuerzo para que la onda fuese peculiarmente violenta y destructiva. El viento rugió con tanta fuerza que comenzaron a formarse olas en la costa. Las nubes se reunieron en torno a Banaro formando una espiral sobre la isla, y comenzaron a sonar rayos. La onda de haoshoku hizo temblar el suelo, lo agrietó y las rocas cercanas se partieron en pedazos y salieron volando. Ese era el poder de su voluntad... y la ira contenida que le comía por dentro desde hacía semanas.

Parecía que su primo tenía verdaderos intereses por la isla, pero él los tenía superiores. Al final de su travesía le contaría qué había visto con Katharina en el cielo. ¿Quizás se apuntaría? Tenían un año por lo menos para entrenar. No podía permitir que el emperador del cielo se hiciese más fuerte. Por ello mismo él tenía que serlo, para poder proteger a la gente que quería. Y para poder seguir recordando a las personas que ya habían perecido.

—Te puedo pagar mil de esas, incluso cientos de miles con mi fortuna —exclamó mientras torcía la cabeza—. Así que hecho. Tengo que recuperar mi fuerza para lo que viene.

Cerró los ojos y aguantó el tipo, esperando a sentir la voluntad de Ivan. Lógicamente la liberó tal y como le pidió. Podía resistirla sin problema, pero sentía la fuerza fluir a través de voluntad. Ahí sintió una parte de rabia latente, la misma que sentía cada vez que había un hueco de poder entre él y Álex. Cerró los puños, con las manos casi temblorosas y empezó a andar hacia el vampiro, quedándose delante de él mientras demostraba resistirlo completamente sin paralizarse. Esa presencia... Iba a llegar ahí otra vez. Iba a volver a partir islas si quería. Tenía que hacerlo si en un año iba a por el soberano del cielo. Si su voluntad no era lo suficientemente fuerte, podría hasta morir. Por lo que dominaría su voluntad.

—Esto no es nada —musitó mientras levantaba la cabeza—. Encájame el golpe más fuerte que puedas darme. No te cortes, Ivan. De hecho... —agarró aire y se transformó en forma completa, empezando a resoplar pequeñas llamas por su boca—. Quiero ver lo que puedo aguantar ahora mismo. ¡Pégame! —Gritó con la voz demoníaca.

Esto iba a doler, lógicamente. Pero necesitaba sentir el dolor para progresar. Por lo que tensó su cuerpo y se preparó para lo peor. Si realmente le golpeaba el vampiro con toda su fuerza le podría reventar algo, o incluso atravesarle... Pero necesitaba estar malherido para progresar. Hasta ahora no se había encontrado enemigos que realmente le hubiesen dado un problema, por lo que tenía que colocarse a él mismo en el límite para saber si realmente su voluntad podía avanzar o no. Además, nunca iba de más practicar la forma completa. No la había usado tampoco casi, aunque con Brianna la había entrenado en el pasado. ¿Realmente así podría comprenderse a sí mismo y al demonio que tenía dentro? Lo sabría cuando Ivan le pegase.

Ivan miró inmisericordemente a su primo. ¿Estaba dispuesto a arriesgarse hasta ese punto para entrenar? Que así fuera. No era la clase de persona que fuese a disuadirlo del peligro. Eso hubiese sido ofender a su orgullo y su decisión. En su lugar haría honor a su decisión lanzando un golpe que pondría a prueba su resistencia física y mental. Se quitó el Manto de Sombras para que su peso no le estorbase y lo arrojó a un lado. De acuerdo a una orden mental, Michael llegó moviéndose rápidamente, recogió la capa y volvió a refugiarse al submarino. El navío se alejó de la costa y ocultó bajo las olas, pues la situación podría ponerse peligrosa. La espiral de nubes giraba sobre ellos, como anticipando el conflicto.

- Sea pues. Sobrevive y crece fuerte, o muere.

Spoiler:

Desenvainó en un único movimiento a Vanator y apuntó con ella hacia el frente. La hoja, ya oscura, se ennegreció del todo por el endurecimiento, y comenzó a vibrar al canalizar la voluntad de Ivan en forma de su haoshoku. Cuando peleaba solía utilizar un estilo de espada muy heterogéneo, combinando diferentes estilos con la Danza de Plata. Sin embargo ahora se puso en una perfecta pose de esgrima de Danza de Plata, con el cuerpo en un ángulo y Vanator apuntando hacia el frente con una mano, como si sujetara un estoque. Al mismo tiempo, los ojos del pirata se volvieron dorados, su piel palideció y creció de tamaño mientras pasaba a su forma completa.

- Macht des Königs...

Comenzó a canalizar la sangre de su interior hacia sus músculos, potenciando su fuerza física incluso más. Entonces sus ojos comenzaron a destellar en carmesí, lanzando un potente ataque mental contra su primo. Le haría experimentar el auténtico terror mientras le golpeaba, buscando hacerle flaquear... o sobreponerse a sí mismo. Entonces flexionó sus piernas y se lanzó hacia él, lanzando una estocada directa a su pecho. El aire vibró junto a su golpe al liberar su haoshoku a través del arma, creando un surco en el suelo que seguía la trayectoria de su espada.

- ...das Requiem.

El viento empezó a agitarse entre ellos, levantándose una potente onda de viento. El suelo empezaba a temblar y el cielo a partirse, despejando las nubes por encima de ellos. Notó cómo todo parecía romperse, casi como si el mundo se doblegase ante ellos. Tensó aún más su cuerpo y notó cómo él se transformaba también, gritándole su kenbonshoku por todos los lados una única cosa: peligro. Quizás uno de los peligros más fuertes que había experimentado. ¿Y se iba a parar o esquivarlo? No, no iba a hacerlo. Miró fijamente al vampiro y centró sus ojos en él y en los movimientos que hacía. Entendía lo que estaba diciendo en voz alta, ¿cómo no iba a hacerlo? Tampoco podía darle una relación extrema a lo que iba a hacer, pero sabía que el vampiro estaba usando su haoshoku para atacar. Por lo que no podía defenderse ni esquivarlo. No iba a insultarle después de haberle pedido que le atacase con todo su poder.

—Aun te falta el despertar, pero aceptaré esta prueba —exclamó mientras relajaba su cuerpo para sobreponerse a lo que iba a pasar—. Si muero con esto, solo quiero pedirte una cosa. Coge mi katana, la que tengo rota, y llévala a Samirn. Allí tengo una réplica de la misma katana, sin estar la hoja partida. Quiero que las entierres juntas.

Así por lo menos, aunque el cadáver de Louise no estuviese, tanto Yamato como Tsukiyomi podrían descansar juntas. Tanto él como su antigua amada habían impartido parte de su voluntad en esas armas, por lo que era una forma bonita de juntarse. Se centró en Ivan y empezó a verlo venir hacia él. Podía ver claramente la trayectoria del golpe, dónde iba a impactar y cómo lo iba a hacer. Una estocada, o por lo menos con su postura parecía eso. ¿Quería ir al pecho el cabronazo? Realmente se estaba tomando en serio esto. Por lo que elevó su postura para poner el estómago. Sus órganos tardarían en regenerarse, pero podía sobrevivir a ello.

Había sobrevivido a los entrenamientos de Akane. La recordaba mucho, sobretodo las palizas que se llevaba para crecer como guerrero. Y más de una vez, a pesar de no haber tenido regeneración, había llegado al borde de la muerte con sus entrenamientos. Así lo hizo con Galhard, así lo hizo con Claude... Así iba a volver a hacerlo consigo mismo. Se había acomodado en su entrenamiento y no podía permitirlo. Por lo que, cuando su mente empezó a alterarse siguió con los ojos una salida. Ahora mismo no había nada que le aterrase más que lo que iba a hacer Ivan. Por lo que sus juegos mentales, a pesar de ser efectivos, eran insuficientes. No se podía jugar con la mente de un conquistador si el mismo decidía no dejarlo. Y él no era menos.

Cuando recibió la estocada, notó un dolor que no había sentido anteriormente. Todo lo que veía a cámara lenta ahora estaba pasando de golpe, sintiendo todo el estallido a la altura de su estómago. Se tambaleó pero no pudo caerse: estaba totalmente ensartado por el arma de Ivan. Por lo menos había logrado protegerse de los daños colaterales endureciendo el agujero a medida que iba creándolo con el arma. Pero el problema no era únicamente ese. Su forma completa se iba deshaciendo y transformando, con chispas rojizas a su alrededor. Tras soltar un grito de dolor ensordecedor, agarró el arma y se la sacó, hincando rodilla después. Su cuerpo no le respondía casi pero estaba vivo.

—Tampoco... Es para tanto... —Vaciló mientras se levantaba con mucho esfuerzo.

Sacó la espada del cuerpo de su primo. En lugar de continuar, arqueó una ceja y le miró. ¿Qué estaba haciendo? Simplemente había recibido su ataque, en lugar de tratar de enfrentar su voluntad con la suya. El poder para dominar el mundo no consistía en resistir estoicamente lo que se le echase encima. Miró con frialdad a Dark.

- Aún no lo has entendido. Hasta que no lo hagas, no podrás ser un Conquistador. Da igual lo fuerte que te vuelvas, incluso que me superes físicamente. Mientras no entiendas la esencia del poder y de la voluntad con las que cargas, serás inferior a mí.

Volvió a liberar su haoshoku una tercera vez, pero no en una onda de controlada, ni tampoco en un golpe con el arma. Concentró todo el peso de su determinación sobre Dark, tratando de atacar tanto a su voluntad como a su propio cuerpo. Pretendía aplastarlo contra el suelo. La piedra bajo los pies de su primo se resquebrajó y cedió unos centímetros, formándose un pequeño cráter bajo él. Mientras tanto, Ivan pulsó un botón en su espada y la sangre desapareció de la hoja, filtrándose al interior y pasando al cuerpo del vampiro. Envainó a Vanator y miró desapasionamente a Dark.

- Hay diferentes maneras de entender la Voluntad del Rey. Tantos caminos como estrellas cubren el cielo nocturno. Sin embargo, esto no lo es. La estoicidad ciega no te hará comprender el tuyo.

Le dio esa única pista. No iba a decirle más, porque en el desarrollo del haoshoku nadie podía ayudarle salvo él mismo. El todo lo que podía hacer era ponerlo en la dirección correcta... y hacer su camino lo más difícil posible. Ningún Conquistador nacía sin adversidad y conflicto. Apretó sus puños y canalizó su endurecimiento hacia estos, volviéndolos de color negro metálico. Entonces se puso en una pose similar al boxeo, en un estilo de pelea callejera, y comenzó a sacudirle un puñetazo tras otro. Empezó con un directo a la cara, un gancho a la boca del estómago, otro a la mejilla izquierda... uno tras otro, con fuerza y sin piedad ninguna.

Yamato era una hoja de lo más preciosa. No había visto en su vida un arma de calidad y forjado tan superior. Parecía que solo con tocarla podía partir diamantes con facilidad. Eso era algo que pensaba mientras arqueaba una ceja. Tampoco quería gastarse el dinero de la base en comprar diamantes para ver si podía cortarlos. Lo mejor era que se limitase a entrenar con ella, y lo mejor es que de alguna forma aquella arma parecía responder a su voluntad. Si liberaba de forma controlada su haki del rey en ella, vibraba. Quizás era porque no podía partirla, pero soltaba unos colores de lo más bonitos. Y encima podía incendiarse. Además de que tenía una katana gemela, pero no era de él. Era de Louise.

—¿Ehm...? ¿Yamato y Tsukiyomi? No me parecen malos nombres. ¿Pero realmente son armas legendarias? Akane me dio ya a Extorquendo Mundi y es una espada de una calidad superior.

—Sí, es quizás el arma más poderosa que se haya creado en las siete islas. Yamato era la original, pero el creador decidió hacer una segunda. Decía que sin mí no habrías llegado hasta aquí, por lo que las hizo gemelas por ello mismo.

—Vaya. A ver, tiene razón. Sin ti no podría haber llegado hasta aquí, Louise. Sin ti o Akane, claro. Os debo mucho a las dos.

Abrió los ojos, ¿por qué cojones alucinaba? Entendió que, a parte del boquete del estómago, ahora Ivan también le estaba pegando puñetazos. Y cada uno de ellos parecían desencajarle parte de la cara y el cuerpo. Jadeaba intensamente, a parte de apretar los dientes por el dolor. No sabía ni siquiera cómo seguía consciente, pero sí sabía una cosa que le había guiado todos los pasos de su vida: su voluntad. Conforme le iba encajando uno y otro cada vez sentía más por lo que había decidido crecer como guerrero. Y cuando tuvo el punto, aun aguantando el equilibrio en el boquete en el que se encontraba, expandió los brazos hacia los laterales y en un grito ahogado soltó toda su voluntad.

Tras ocurrir otro gran temblor, todo empezó a resquebrajarse. Quizás en unos veinte metros a la redonda había reventado toda la tierra y parte de la capa de roca. Elevó la mirada, empañada por sudor y sangre que tenía por toda la cara y cuerpo. Todo su alrededor estaba pintado en rojo. En su rojo. Pero casi ni se veía el suelo, por lo que tampoco importaba demasiado. El vampiro estaba equivocado en su voluntad, ya que cada uno tenía que guiarla a su manera. Él vivía para recordar a Louise y Akane, y si el mundo en el que ellas habían vivido una vez peligraba, no iba a detenerse para volverse el espadachín más diestro del mundo para parar la amenaza. O bueno, por lo menos pensó todo aquello hasta que acabó desplomado hacia delante.

Era una proeza demasiado grande que hubiese aguantado el poderío abrumador de Ivan.

Cuando Dark empezó al fin a espabilar, Ivan estaba sentado en unos escombros cerca de él, comiéndose un helado de fresa. ¿De dónde lo había sacado? Bueno, eso era un secreto que no pensaba contarle a la Bella Durmiente hasta que lograse hacer más progresos. Bastante había hecho por él dándole su sangre para que se recuperase más rápido, y aun con su propia regeneración y esa ayuda extra, había estado inconsciente un rato largo tras curarse. ¿Igual se había pasado un poco? Su compañero no era de los que aguantaban los golpes con el pecho, era más de esquivarlos. Por otro lado, nadie decía que que tuviese que ser fácil. Más bien todo lo contrario.

- ¿Al fin despierto? - le tiró una toalla y una botella de agua a la cara - Para que limpies tus lágrimas de nena. Levanta ese culo y prepárate para seguir.

Una cosa era tener el don en el interior. Esa energía capaz de hacerte mover montañas y luchar contra ejércitos. Tener la capacidad de usar el haki del rey y llegar a despertarlo eran solo los primeros pasos. Llegar a comprenderlo y fortalecerlo era otra cosa muy distinta a la que no todos llegaban. Era evidente por la explosión de poder que había liberado antes de quedar inconsciente que tenía una soltura innata y habilidad en bruto con el haoshoku que aún tenía que refinar. Sin embargo, no parecía que hubiese entendido aún lo que le había querido decir con que no había entendido su camino.

- Sigues sin entender lo que implica la voluntad que pesa en ti. Mientras no la entiendas, podrás seguir liberando una y otra vez tu haki, pero no es suficiente.

No podía darle más pistas. Entrenar el haoshoku no era algo que pudiese hacerse de un día para otro. Él lo había intentado sin éxito durante años porque simple y llanamente no se había comprendido a sí mismo ni los fallos tras sus acciones. Solo tras un año de encierro en las mazmorras del palacio imperial de Astelia, reflexionando en solitario, había entendido quién era realmente y madurado. Sin embargo el camino de cada uno era diferente. Dark tendría que encontrar qué alimentaba su voluntad por sí mismo, y encontrar la manera de esgrimir ese poder de acuerdo a sus propias intenciones. Sin aviso previo, se lanzó a por su primo y le lanzó un gancho ascendente a la mandíbula con intención de lanzarlo hacia los aires. El golpe fue acompañado de una explosión de haoshoku. Él también tenía cosas que probar. Acto seguido daría un salto empleando su levitación y se colocaría sobre él, lanzándole un puñetazo descendente cargado con el peso de su haki.

Despertó. No estaba muerto pero sí estaba muy herido todavía. Su regeneración había ido un nivel más allá y la boca le sabía a óxido, por lo que Ivan le tenía que haber alimentado con sangre. No es que fuese muy fan del sabor de esta, pero por lo menos ahora podía estar de pie. Se pasó la toalla y se ató el pelo en una coleta, poliformando ropa nueva después. No podía entrenar con ropa vieja, si no quedaría de lo más fea.

—Entiendo de sobras lo que es la voluntad, Ivan. Me ha guiado toda mi vida. Lo que pasa es que a veces se me hace insostenible. Sé que soy más fuerte que esto y que voy a llegar un nivel más allá. Pero hay cosas muy jodidas en mi cabeza. ¿Por qué crees que perdí mi memoria voluntariamente?

Antes de que le contestase, o por lo menos de que hiciese algo, notó ya a Ivan atacándole otra vez. No estaba del todo regenerado y seguía. También se lo había pedido, pero iba a llegar el momento en el que iba a perder la cabeza y le iba a devolver los ataques. Por lo que decidió bloquear el primero y dejar fluir su voluntad a través de él. Tenía que aprovechar la recién fuerza encontrada y redirigirla para contrastar los potentes golpes de su primo. De hecho, copió justamente lo que estaba haciendo. Podía entender el proceso y aprovechar todo aquel entrenamiento para copiar su técnica. Endureció sus dos brazos y aplicó su haki del rey a ellos, casi de forma natural. Solo de esa forma podría contrarrestar lo que hacía Ivan. Al fin y al cabo, cuando se trataba de busoshoku y fuerza física, estaban a la par. Por lo que golpeó una vez al unísono del vampiro para evitar que le estampase contra el suelo con el segundo golpe.

—Por fin he entendido el por qué de esto. No tengo que limitarme únicamente a ser el recuerdo viviente de Louise o Akane. Soy un guerrero. Uno que no lo puede quebrar nada, Ivan. Aguantando todo eso, el dolor... Es lo que me ha motivado siempre. Sentir. Por lo que mi voluntad, a términos claros, quizás pueda atribuirla a mis sentimientos. Y el amor fraternal que siento hacia ti refuerza mi voluntad. Por lo que adelante, improvísate golpes de esos. Que te los voy a copiar todos.

Copió su postura de boxeo improvisada y aguardó a que le lanzase algún golpe más. No iba a ser más un saco. Ahora le tocaba pasar a la acción para ver cuánto había crecido su haoshoku.

Al principio negó con la cabeza, antes de atacar. No lo había entendido aún. Él había creído hacerlo durante años, hasta que había comprendido que la Voluntad del Conquistador no se resumía a ser fuerte, a tomar lo que uno quería por la fuerza o a sacar fuerzas de flaqueza. Eso podía resumir una voluntad fuerte de alguien corriente. Un Conquistador estaba hecho de otra pasta, pero a veces hacía falta un cambio o un momento de iluminación para sacar esa naturaleza a la luz. Cuando derribó a Dark bajó tras él y se puso frente a él en guardia. Entonces pareció que su primo hizo al fin un progreso. Ivan asintió ante sus palabras.

- Empiezas a comprenderlo. La Voluntad del Conquistador no es simplemente tener fuerza para anteponerse a las adversidades. No es dejar que un intenso deseo te dirija hacia tus objetivos. Todo eso define a tener fuerza de voluntad y es un rasgo de quienes poseemos el haoshoku, pero no es lo que nos diferencia del resto - sus ojos destellaron con una emoción contenida - Varía de una persona a otra. Puede ser un sueño que te persigue desde niño y deseas cumplir más que nada en tu vida, por el que morirías. Puede ser simplemente una fuerza de mente que va más allá de lo humanamente comprensible. O puede ser la ambición desmedida de tomarlo todo. Pero lo que nos une es la férrea e inquebrantable determinación que nos mueve. Sin embargo - alzó un dedo - lo que diferencia a alguien que ha dominado su Voluntad es que la ha verdaderamente comprendido. Se ha encontrado a sí mismo, consciente o inconscientemente. Y a diferencia de una persona normal, esa fuerza no podemos encontrarla en el recuerdo de otra persona, o en un ser querido. Solo en nosotros mismos. ¿Puede tener que ver esa fuerza con el deseo de proteger a otros? Sí. Pero sólo comprendiéndonos a nosotros, y no al resto, podemos dominar nuestro poder.

No entendía qué había cambiado en esos golpes para que Dark comprendiese más sobre sí mismo, pero la gente como ellos dos se encontraban a sí mismos en el fragor de la batalla. Apretó sus puños, poniéndose en posición como su primo. Recubrió estos con su endurecimiento y se lanzó de nuevo a la batalla. Repitió el experimento de antes, imprimiendo en sus golpes el haki de armadura y el del rey. Al dar los puñetazos hacía fluir el primero, proyectando la armadura hacia delante. Y mientras, cargaba su Voluntad en cada golpe. De esa manera pretendía poner a prueba la voluntad de Dark, mostrarle su determinación y tratar de sobrepasarle con ella, con intención de obligarle a sobreponerse.

Agarró aire mientras lo escucha. Sí, tenía razón. Tenía que mirar por su puto culo alguna vez. ¿Si no cómo iba a crecer? Mantuvo su postura con los puños endurecidos mientras lo observaba directamente.

—Tienes razón, Ivan. Me pienso proteger a mí mismo a partir de ahora y ser un puto suicida. No puedo proteger a los muertos, pero estoy seguro que puedo protegerme a mí mismo. Por ello mismo no me voy a rendir, y a partir de ahora pienso entrenar a pesar de no tener ningún objetivo en general. Y por ello mismo, intercambiar golpes contigo... Hace que me arda la sangre, literalmente —exclamó mientras el suelo empezaba a temblar y se iluminaban sus ojos—. He intentado reprimir durante todo este tiempo mi verdadera naturaleza. Y aunque no vaya a matar más sin juicio, por lo menos voy a pegarles una paliza de por medio si es necesario.

Cuando volvió a atacar, giró su torso y adoptó su postura para cruzar su brazo con el de Ivan, saliendo chispas del roce de los dos busoshokus. Después esquivó en el sitio varios más, emulando lo máximo posible la postura de boxeo. «Venga va, se acabó ser un saco de boxeo. Lo he pensado antes y lo reafirmo.» pensó mientras aprovechaba que había esquivado la andanada de puñetazos con movimientos ágiles. Después pegó varios pasos hacia atrás y rodeó con su pie un círculo, pisando después con una fuerza absoluta y provocando que la tierra debajo de ellos colapsase. Hizo una mortal hacia atrás y pateó varias rocas gigantes hacia Ivan, aprovechando la inercia del movimiento para girar una vez más en el aire y apoyarse en otro trozo de tierra que había salido despedido, saltando desde este y usando su visión verdadera para ver dónde estaba directamente su cara. Con los ojos cerrados, elevó el puño y se preparó para, una vez esquivase o rompiese las rocas, soltarle un puñetazo con todas las fuerzas a su cara.

—Se siente tan bien tener un igual —exclamó casi eufórico—. Se siente tan bien poder usar toda mi fuerza, Ivan —volvió a insistir mientras dejaba fluir su voluntad una vez más por todo el entorno, destrozándolo aún más—. Gracias.

Esto era lo que había sentido cada vez que su vida había peligrado. Esta era su motivación principal. Podía luchar lo suficiente como para distraerle y después idear tácticas por el camino. Eso era algo que no podía hacer anteriormente con enemigos más débiles, por lo que luchar contra Ivan estaba reafirmando su voluntad y motivaciones. Qué buen vampiprimo.

Tras eso, estuvieron dos semanas en la isla. La voluntad de Dark se fortaleció a lo largo del entrenamiento. Su mecánica cambió con respecto a los primeros combates: en lugar de seguir pegándose a lo loco sin esquivar, entrenaban bloqueándose. Ivan se centró en perfeccionar la técnica que había empleado el primer día. El concepto era bastante simple: propulsar la armadura del busoushoku en una pequeña onda de corto alcance, mientras emitía en el golpe una pequeña cantidad de su hao para abrumar a su enemigo. A lo largo de los combates se centró una y otra vez en repetir la técnica, perfeccionándola y haciendo su uso del busoushoku en ella cada vez más eficiente.

Por su parte, Dark siguió empleando el entrenamiento para combatir y dejar salir de vez en cuando su haoshoku. Cada vez era más intenso, y pronto no tuvo nada que ver con la "débil" presencia que había sentido al llegar a la isla, que más tarde hablando con Dark supo que había sido su aura de pesadez. Este aura también se fortaleció junto con el haoshoku de su dueño, aunque no llegó a convertirse en una molestia real para Ivan. Por un lado el vampiro no entendía del todo cómo podía fortalecer su voluntad solo combatiendo, pero se imaginaba que era durante la batalla cuando Dark realmente conectaba consigo mismo. En ese sentido, sentía que su primo era en el fondo incluso más sanguinario que él.

Al cabo de una semana estaban agotados y hechos polvo. Se habían dejado la ropa hecha harapos varias veces, por no hablar de sus cuerpos. Aún teniendo ambos habilidades regenerativas, eran bastante brutos y se habían hecho bastante daño mutuamente. Y vaya, regenerarse no implicaba que no doliese una barbaridad, especialmente cuando quien te pegaba era un tipo con fuerza como para allanar una colina a puñetazos. Al final, cuando acabaron a Ivan se le había olvidado totalmente su objetivo original en la isla.