Calor, fuego y brasas junto al cero absoluto [Pasado]

Era de día, pronto, más pronto de la hora a la que se suele despertar un gallo, el ambiente era seco, hacía frío del clima nocturno pero se empezaba a notar los primeros rayos de sol calentando la piel, la piel de la muchacha que había madrugado más que un reloj para dejar que ese astro rey le acaricie el cuerpo con su templanza. Llevaba días con una idea en la cabeza, una espada, llevaba meses con la imagen de Sowon-sama en la cabeza y en sus sueños, llevaba tiempo soñando con un onírico pájaro blanco y azul... Suficientes indicios para notar que esas sensaciones era lo que buscaba, era lo que quería, se llamaba inspiración.
Frente a la puerta de una forja, propiedad de un buen señor que se la prestó todo el día de hoy a cambio de unos lingotes de buen metal (Que por otro lado fue creado gracias a chatarra y los poderes de la baku baku no mi, aún que decidió no generar wapormetal) tras reponer las existencias del hombre le prometió que no molestaría hasta que acabara su obra de arte y eso iba a aprovechar la herrera, pero por añadir un dato importante, se negaba a empezar de día. Sus sueños eran fríos, el recuerdo de Sowon-sama era "escarchado" y la espada que inundaba su mente tenía el acero más similar a un carámbano, por lo que aprovecharía esa inspiración por las noches desoladoras de Arabasta...

El día entero se pasó preparando el hierro, que fue ingerido y escupido, calentando al rojo vivo aquella forja, haciendo acopio de víveres pues no pensaba salir hasta terminarla, pasaran los días que pasaran y así lo hizo, tras estar todo el día canalizando en su mente sus deseos, lo que su alma gritaba, cuando aquél agradable sol cayó y empezó a notarse el frío del desierto fue cuando se puso manos a la obra. "Clon, clon, clon" se escuchaba en el silencio de la noche, por la ventana se podía ver el fuego en su mayor auge jamás avivado en esa forja y a una mujer trabajando, sudando, sufriendo. Sus deseos eran tan fuertes que tenía que ser perfecta, algo digno del recuerdo de su compañera, su por un tiempo maestra pero la que trajo de vuelta su alma de herrera, no podía volver a presentarse frente a ella sin haber conseguido merito alguno en su ámbito.

Tardando el doble de lo normal, enfriando esa espada no solo en agua para poder moldearla, ese agua tenía hielo, algo bastante difícil de conseguir en una isla como esta, pero su dinero se gastó para tenerlo y para que se lo trajeran a intervalos de una hora. Esa espada no solo tenía imbuida el alma, los pensamientos y los deseos de la muchacha, también el ambiente, frías noches, agua helada... Era lo que su instinto le pedía...

De vez en cuando se topaba con una presa escurridiza, Arabasta era una extensa región para esconderse aunque tsmbién para morir, las temperaturas y la fauna peligrosa del lugar no hacían de esta una isla donde se pudiera perder el tiempo. Desperdiciar días buscando una recompensa para luego encontrar al desgraciado mordido por serpientes y con su rostro irreconocible debido a la avanzada descomposición podía ser un resultado.

La mujer se encontraba en una taberna bebiendo agua e investigando los últimos rumores, deseaba conocer si su objetivo había pasado por el lugar o si habían rumores de algún turista muerto en las últimas semanas. Su kimono, la espada Minazuki en la cintura y su aspecto delicado le hacían parecer fácilmente una damisela en busca de algún conocido.

Sin embargo, no hubo éxito, al parecer su objetivo no había pasado por ese lugar y en la taberna su cartel tampoco estaba. Era como si realmente se hubiera esfumado o ni siquiera hubiera tocado el suelo de la isla. ¿Una tormenta? ¿Un accidente? Frunció el seño antes de volver su atención a la lista de recompensas una última vez.

Detestaba haber llegado a un lugar e irse sin nada, por tanto cambiaría de objetivo por uno de similar valor si era necesario. Mientras ojeaba las recompensas pudo sentir a las personas murmurar, no decían nada muy importante pero si parecían conocer a uno de los que figuraban allí. Tomó el cartel tras conocer que le costaría menos recursos llegar hasta este antes de comenzar a caminar hasta la salida.

No era una recompensa baja y tampoco muy elevada, unos diez millones sería motivo suficiente para justificar el viaje, aunque debería tener bastante cuidado para no embarcarse en otra pérdida de tiempo. La recompensa tenía algunos días de antiguedad y quizás otro cazador ya estuviera en camino para reclamarla.

La mujer estaba tan fascinada observando la fría hoja de su espada, su nueva creación, esas ondas azuladas que se reflejaban en sus pupilas. Tras pensarlo relativamente poco, decidió terminar los últimos detalles del arma, su funda, mango, tsuba, en fin, había que vestir a esta bella dama. Los colores estaban más que claros, el blanco tenía que predominar...
Tras un buen tiempo invertido en ello, la espada estaba totalmente lista, vestida, protegida y afilada. Pero por desgracia y por mucha energía que brote de forma desbordante, el mundo, el destino o dios, como lo quieras llamar, le recuerda a todos que no son más que simples humanos y tras finalizar la obra de arte, el cansancio empezó a hacer mella -¿Cuanto tiempo llevo?- Preguntó al notar sus parpados, pero tras dejar la espada en una mesa en un expositor y sentarse para observarla, sin darse cuenta se había dormido...

El no necesitar saber las horas en las que uno vive, hace que una persona viva a un ritmo muy diferente, para cuando Hikari abrió los ojos, no pudo saber cuanto tiempo pasó, simplemente notó un hambre que no era de este mundo. Agarrando la espada, dejando las cosas más o menos recogidas y avisando al dueño de que el trabajo ya estaba hecho, salió por la puerta hacia la taberna, tambaleando el cuerpo cual persona envenenada ligeramente por el alcohol. Cuando llegó se sentó en la barra de la primera taberna que encontró y demandó -Por favor... ¡Comida!- Mientras esperaba la comida, aún ansiosa y nerviosa observó su espada... Su... Espada... La espada... ¡¿De quien **** es esta espada?! -¡¿Qué tipo de broma es esta?!- Dijo agarrando la espada que tenía en la cintura y la desenfundó, mostrando un arma para nada igual a la que ella hizo, de calidad dudosa y más común que una hoja de césped... -¿¡Donde está mi espada!?- Gritó en medio de la taberna -Señora, no grite, molesta- La mirada que le lanzó la herrera al camarero hizo que a este le diera un buen escalofrío

Tras respirar (Cosa que no funcionó para nada) intentó salir de la taberna en dirección al hombre que le prestó la forja, era el principal sospechoso y pensaba hacerle hablar de cualquier forma -¡Tú, paga la comida!- Pero ella no había comido, ni siquiera la habían preparado -¿Qué comida?- Preguntó la mujer un una voz muy aspera, pero el hombre no iba a dejar que se fuera como si nada -Has pedido, paga- El ambiente estaba a punto de calentarse...

Estaba por marcharse cuando la puerta se abrió de golpe y la mujer por poco es llevada por delante, pese a que un delicado y sútil movimiento hizo que la otra figura siguiese su camino de largo. Y entonces un caos se hizo presente, la mención de una espada, comida y una deuda le hicieron dirigir sus impenetrables ojos grises a la fuente de sonido. Tomando a Minazuki y desenvainando la hoja al creer que podría reclamar la sangre de algún borracho aunque al acercarse envainó nuevamente el arma tras reconocer de quien se trataba.

—Me parece una escena bastante familiar... ¿No lo cree?—

La voz interrumpió al camarero que volteó a mirarla, se encontraba ahora delante de la otra mujer mientras su mano todavía acariciaba la vaina de Minazuki lentamente. Un gesto que intentaba calmar a su hoja de beber la sangre del primer desafortunado que se pusiera en el camino, llevaba un buen tiempo en ayunas y le habían prometido una comida digna de disfrute.

—No hay necesidad de montar una escena, me ofrezco a pagar la comida y usted envaina su arma. No hay necesidad de mancillar más ese trozo de metal, aunque me sorprende que usted porte algo de tan baja calidad. Señorita Hikari..—

Su cuerpo volteó hasta quedar frente a frente con laa herrera de sus tierras, sus ojos parecieron enfocarse en la espada que esta oortaba, su mano recorrió el filo magullado de la misma sin cortarse pese a ejercer presión en ella.

—Este no es un trabajo suyo, parece una burda imitación industrial, de esas que venden en los bazares de mala muerte. Me niego a creer que sus manos hayan maltratado un metal hasta este punto...—

La mujer tocó el hombro de Hikari y le indicó sentarse a comer su comida para luego quedarse de pie junto al asiento y mostrar la foto de su presa. De esa que había tomado minutos antes del tablón de anuncios.

—¿De casualidad reconoce a este hombre? Es un timador con gusto por las espadas de calidad, podríamos tener un objetivo en común y aunque me gusta trabajar sola no puedo ignorar el hecho de que el orgullo de una herrera puede estar en juego.—

La mujer colocó el cartel en la mesa y ocultó sus manos en el kimono tomando una postura de espera, si quería contar con un aliado le necesitaba en condiciones y sobretodo despierta, cazar a alguien con un peso muerto solo le retrasaría.

De pronto una voz bastante familiar se hizo presente, lo que aumentó la atención de la muchacha en un cien por cien, por no decir que el cansancio desapareció, recordar a quien pertenecía esa voz fue como un chute de adrenalina y cafeína por partes iguales. Si todo hubiera ido bien, se habría alegrado, mostrando una de sus creaciones, pero había sido robada, estaba cansada, sudada y siendo acusada de ladrona, la cosa no pintaba bien para un reencuentro. La voz que Hikari no se atrevía a mirar se ofreció a pagar pero lo más impactante fue cuando pronunció su nombre, efectivamente era quien pensaba... -Pue... Puedo pagarla yo, no es problema señorita Sowon-sama- Comentó sin girarse, sacó unos billetes y se los dio al camarero a quien miró con un desprecio infinito -Haz la comida y guardala hasta que llegue, si no, me comeré el bar entero- Amenaza que al hombre no le impresionó en absoluto, si supiera que iba en serio y que es más que capaz, quizás cambiaría esa cara...

Lentamente se giró poniendo cara de avergonzada e hizo una reverencia a Sowon. La mujer se acercó y acarició la hoja de la espada que había sido usada para sustituir la creación original -No señorita Sowon-sama, no es creación mía, ni la usé una sola vez, mi espada esta guardada a buen recaudo, la verdad que he sido victima de un robo...- Totalmente avergonzada, ya que cuidar tu espada es el deber de todo espadachín y más si este es el mismo herrero que la forjó.

La actitud, la cara y hasta la energía que desprendía Hikari cambió totalmente cuando vio el Wanted -Bastardo...- Comentó mientras golpeaba el wanted -Este era el hombre que me alquiló la forja, en resumidas cuenta Sowon-sama, he creado una espada que, aún que falta mucho para que sea única, es una espada que vale la pena tener, con materiales únicos, le puse el alma, los pensamientos, mi corazón y energía, pero llevo días con ella y sin dormir, me quedé dormida un rato y vine hacia aquí corriendo, cometí el fallo de estar cansada y no proteger la espada...- Cosa que le dolía aún más por que una vez finalizada la podría haber guardado en su estómago -¡Este bastardo me ha robado a mi hija!- Gritó, se levantó de golpe y miró con furia a Sowon, no hacia ella si no, a la situación -Le traeré la cabeza de este indeseado en bandeja de plata, espero por su bien, que no haya usado mi espada o sufrirá como nunca antes lo ha hecho- A ver, hay que destacar que el control de la ira de Hikari hace falta trabajarlo y mucho, ahora mismo empezaba a tener uno de esos brotes, esos arranques que bien podrían compararse a un Berserker pero quizás sea por la presencia de su "amiga" de la infancia el que aún no haya matado a nadie

Sin pensarlo dos veces, se dirigió a la puerta del bar, espada en mano para hacer un anuncio -O ahora mismo alguien me da una pista del estafador, o entenderéis lo que es presenciar el horror- Si no fuera por que sé que la herrera es humana, diría que ahora una energía oscura, cuernos y cola de diablo parecían hacerse presentes, si alguno tenía la intención de subestimarla lo iba a pagar... -Tú a mi, no me das ordenes- Dijo uno que se levantó de la mesa y se acercó, pero cuando esta clavó la punta de la espada en mal estado en su muslo derecho entendió que la cosa no iba en broma...

La mujer escuchó a Hikari quien respondió su reverencia y pagó la comida, al parecer había sido víctima de hurto y por lo que dejaba escapar de su boca aquella espada era un objeto digno de una herrera. Acarició la vaina de Minazuki comprendiendo esa sensación que solo la herrería y el trabajo duro pueden ofrecer, como pasar lentamente de afilar cuchillos a manejar el metal para que con el tiempo cada golpe sea más preciso y el metal ardiendo se vuelva lienzo y arte a la vez.

Asintió ante su ofrecimiento de traerle la cabeza, trabajarían juntas como aquella vez y sabía que Hikari se adaptaría a sus planes sin hacer muchos reclamos. Lo que notó era su furia, algo que le obligaba a actuar con violencia y si bien podía beneficiarle para desviar la atención no era necesario tener a algunos matones tras ella. Contempló la escena mirando al hombre que había sido víctima de su compañera y avanzó hasta quedar frente a este, usando su belleza para de una mirada dejarlo sin palabras.

—Creo que no quiso decir eso, si es tan amable y sabe algo le ruego sea cooperador. No es mi problema lo que esta chica pueda llegar a cometer...—

La cazadora sonrió, pese a este gesto estar cargado de una oscuridad latente, de hecho era de esas sonrisas que Sowon tenía cuando alguien le resultaba irritante. El hombre agachó la cabeza y tendió un panfleto que la cazadora arrebató de sus manos con un gesto delicado  incluso en su brusquedad.

—Veamos, sí esto queda a pocos metros y según esto renta equipos a turistas. Supongo que es la tapadera que usa para robar las armas e intentar venderlas. Creo que tengo un plan...—

La mujer observó a Hikari mientras le pasaba el folleto y lentamente se acercaba a su oído, acariciando su mejilla izquierda para disimular su susurro como una muestra de  afecto que muchos tratarían de ignorar.

—Primero iremos como compradoras y cuando bajen la guardia buscaremos al principal.—

Indicó con determinación antes de salir por la puerta, deberían hacerse pasar por compradoras y en caso de no ver la espada en venta traspasar por la fuerza hasta dar con el cabecilla del lugar. La armadura de tela se había formado debajo de su kimono, intentar asaltar lugares de contrabando podía derivar en sorpresas desagradables.

Sowon calmó el ambiente pero la sangre de Hikari ardía con rabia, sacó la punta de su espada de la carne del pobre idiota que osó ponerse chulo frente al resto de la taberna, de un movimiento limpió la sangre de la punta de su espada y la guardó en su vaina. Observó el sitio donde había que ir y salió a paso firme del bar -Digame señorita Sowon-sama, ¿Que tiene en mente?- Las ideas no las tenía claras ahora mismo Hikari, estaba enfadada, quería cortar, quemar y devorarlo todo, no quería dejar ni un grano de arena en el desierto sin masticar hasta encontrar su espada -Ese hombre...- No escuchaba mucho más, simplemente tenía en la cabeza como iba a decapitarlo.

Una vez hubo escuchado a Sowon seguiría sus indicaciones al pie de la letra, por lo menos de momento, pues hasta la mismísima herrera sabe de si misma que enfadada no razona. Quería cambiar de espada, pero si ahora mismo se tragaba la vieja y sacaba la herencia familiar, desvelaría un secreto que no quería mostrar a nadie, aún que se tratara de Sowon, prefería guardar el secreto... ¿Que escusa se inventaría cuando su compañera observase su espada y no reconociera el metal de la que está compuesta? Ya lo pensaría más adelante, ahora mismo su visión estaba roja y su temperatura corporal en llamas... Hablando de llamas ¿Aguantaría la espada las técnicas de la espadachina?

Mientras caminaba se detuvo un momento -Lo siento señorita Sowon-sama, ahora mismo no tengo la cabeza fría- Se notaba pues todo su cuerpo estaba tenso -No quiero ser un estorbo para usted, pero yo me he ganado el mote de "pirata" más una pequeña recompensa, no lo digo por ofenderle, no lo menciono para asustarla, fueron una mezcla de acontecimientos de los que ni me siento orgullosa ni avergonzada, simplemente pasaron... Se que es usted cazadora, si quiere luego puede entregarme, solo le pido que me deje recuperar la espada... Pero ya que soy considerada un criminal, no pienso parecer otra cosa. No me gustaría que si le ven conmigo la consideren como tal...- Sus palabras no tenían mucha lógica, pero en su mente solo estaba la imagen de ella estrangulando al maldito estafador que la dejó por tonta delante de Sowon-sama. No quería darle ningún rasgo negativo pero tampoco perjudicarla, y que vean a un cazador con un pirata, quizás no era lo más correcto para Sowon

La mujer detuvo su paso al escuchar sobre que Hikari tenía una recompensa, no recordaba haber visto su nombre entre las recompensas que ella cazaba que por lo general rondaban las ocho cifras, sonrió ante la honestidad de la joven y el hecho de que creyera que verla junto a ella podía conllevarle algún problema. Era usual confundir la labor de un cazador con la de un agente de la ley, pero el gremio estaba por otro camino, siempre podía colaborar con personas fuera de la ley que incluso pagasen más que los marines o los legionarios dado a que estos veían como una labor capturar a alguien y de hecho no cobraban nada por matarlos o meterlos en sus cuarteles hasta que estos pudieran escaparse otra vez. De verdad la ley que seguían algunas personas era tan ineficiente como ridícula pero aseguraba ingresos a otros cazadores, escaparse de prisión podía añadir algunos ceros más al cartel y era ahí donde ella entraba, para cortar de raíz esa progresión y cobrar una buena tajada por su trabajo.

—No debe preocuparse señorita Hikari, si no llega a las ocho cifras no gasto mi tiempo, como sabe mi trabajo demanda un costo de tiempo muy valioso y unos pocos millones no cubren todo el esfuerzo que sería intentar cazar su cabeza. De hecho...—

La mujer desenvainó a Minazuki mientras caminaba lentamente hasta Hikari, enseñando la hoja de su arma y acariciando la empuñadura suavemente con uno de sus dedos, sonrió mientras el sol recorría el detalle damasquino de su mayor obra de arte y a la vez hacía centellar la luz alrededor del rostro de la joven herrera. Tras unos segundos apuntó su filo al pecho de Hikari solo para hacer un movimiento lleno de elegancia que guardó el arma como si nunca hubiera abandonado su funda, la sonrisa de Sowon se convirtió en un rostro sereno tras haber enseñado su creación y esperaba que Hikari pudiese haber sentido el latido del acero, una conversación de arma a herrera que solo alguien que hubiera avanzado lo suficiente podría haber sentido.

—Minazuki solo enfrentaría su carne en igualdad de condiciones, puede que sea impaciente pero no le agrada atacar a alguien debilitado o mermado. Si esa espada que ha construido es verdaderamente digna y quiere cruzar espadas con mi persona le concederemos ese honor. Sin embargo, no la veo como una fuente de dinero de momento ni como una amenaza hacia mi persona. ¿Sabe que he vendido armas en islas de piratas? He comerciado con mafias y marines por igual, no he incumplido ninguna ley porque una herrera no es responsable de como usen sus armas una vez pagadas. Si quiere decir que no me conoce, nos cruzamos una vez y por casualidad nuestro objetivo nos hizo aliarnos, puede decirlo. Si luego cruzó espadas conmigo y pudo huir, no es algo imposible dado a que mi reputación como cazadora no es mas que un chiste pese a todo el dinero que he conseguido jamás me interesó escalar en esas tontas jerarquías que maneja el gremio.—

La mujer suspiró y bebió algo de agua mientras retomaba el camino hasta el almacén que servía tanto como lugar de trafico como forja en alquiler, sabiendo que Hikari en un futuro podría volverse una presa cuando alcanzara los diez o quince millones solo le hacía hervir la sangre en emoción. Un duelo de espadas con alguien como ella podría llevarle a un éxtasis poco habitual y esperaría con impaciencia el día en que Minazuki pudiera deleitarse con su sangre, pero tuvo que volver a centrarse al vislumbrar la silueta del lugar a la distancia. Era momento de iniciar el plan de acción, pero Hikari no parecía en la labor de fingir tranquilamente, a fin de cuentas era su espada y de solo proyectarse en una situación similar que involucrase a Minazuki le ayudaba a ponerse en los zapatos de la jovencita.

—Preguntaré por la espada, no creo que la tengan en venta pero le daré tiempo para colarse dentro, una vez allí puede buscar al culpable aunque deberá cuidarse. Me han hablado de que es un buen espadachín y algunos le apodaban el sangriento dado el buen uso que le puede dar a cualquier arma que llegue a sus manos, tal vez domine algo más que solo las armas. Si no vuelve al exterior en cinco minutos asumiré que tiene problemas y acudiré a su ayuda, a menos que ya esté muerta para entonces...—

Sowon suspiró tras las últimas palabras, haciendo tal y como había dicho dejando a Hikari el camino libre para colarse y buscar a su objetivo. Por lo general no le dejaría ir sola solo para asegurar que no dañase el rostro de aquel hombre, pero también le resultaba sencillo hacer el papel de farol mientras otro hacía su trabajo por ella, si Hikari resultaba muerta al menos podría llevarse dos cabezas al precio de una, si en cambio debía ayudarle significaba que la presa de los diez millones podría ser un buen objeto de entrenamiento.

La explicación de Sowon provocó un sabor agridulce en la boca de la muchacha, pensar que una amiga puede venderte si vales lo suficiente dolía, pero el hecho de que no lo hiciera gustaba y pensando un poco más, podía ser hasta un poco ofensivo el hecho de que no le interesara su cabeza actualmente, pero la herrera de Wano quería pensar que era por amistad y simplemente se escudaba en una burda escusa... Ilusa...
Observó sin inmutarse como la noble de su isla natal apoyaba la punta de su arma en su pecho, mentiría si dijese que no se le pasó por la cabeza el ser atravesada pero nuevamente enfundó el arma, ese arma era muy diferente de la que había tocado en su primer encuentro, sus deseos de sangre, su calidad, todo era más grande, era como mirar un pozo sin fondo en el abismo que lo único que demandaba era sangre... Era una espada a temer y de la cual no quería volver a presenciar pero por lo menos estaba en manos de Sowon-sama y no en la de un enemigo, por lo menos, de momento... Sus escalofríos y sensación de que solo tocar su pecho le estaba sorbiendo era algo a lo que temer...
Nuevamente tras la explicación de como se comportaba ella como cazadora, Hikari respiró, la verdad que poco se diferenciaba la una de la otra en ese aspecto pues ella misma se a aliado con un montón de personas tan diferentes para conseguir su objetivo que ya no sabe bien donde está la delgada linea que separa el mal del bien -Su espada, mientras creaba la mía, su arma me vino a la mente, no tiene la misma forma pero el frío que sentí cuando la toqué, se me hizo presente en la forja, el frío de su arma, el frío de la noche, no se por qué tenía que usar ese elemento, mi pensamiento estaba en sintonía con su imagen, con la motivación junto a la impresión que me dio, mis armas no están al nivel de las suyas, pero le aseguro que esa es un buen comienzo...- Comentó al relacionar la aguja de Sowon con la espada de estos días...

Tras recibir el plan de Sowon se puso manos a la obra asintiendo -No moriré, no se preocupe por el tiempo- Comentó totalmente decidida. Cuando la noble entró, la herrera hizo su parte, rodeó la forja que ya conocía y entró por una de las pequeñas ventanas que servían de ventilación. Una vez dentro estaba en el almacén, no había nadie más en el, pero si estaba totalmente lleno de armas, ninguna parecía la suya... Ahora que caía... ¿Le había comentado como era la espada a Sowon?

Tras echar una ojeada por encima efectivamente, ningún arma era la suya, no había mal material pero nada que destacar y ahí empezó la rabia que nadie podía controlar...

La mujer se dedicó a ingresar por la puerta principal, una tienda de espadas de contrabando y otras armaa, era un establecimiento común en varias ciudades y más en Arabasta donde gran parte de su economía derivaba en el comercio de artefactos que pudieran resultar atractivos.

Como pensó su objetivo no era el encargado de atender el lugar si no otro sujeto de piel cetrina y bastante bajo. La herrera se dedicó a buscar un arma que pudiera responder a la vaga descripción de ser un arma fría, afilada y de un valor artesanal digno. Sin embargo, por mucho que repasó las armas presentes, ninguna alcanzaba una calidad por encima de la media.

—¿No venden armas más dignas? Algo que se respete en manos indicadas...—

Llevó su mano a la cintura enseñando tan solo el trabajo y aspecto de la empuñadura de Minazuki, lo suficiente para impresionar al hombre tras el mostrador que abrió sus ojos de par en par ante la imágen de esa arma. Su rostro podía leerse como libro abierto de que aquellas armas eran codiciadas por su jefe, sin embargo, este negó con la cabeza ante la pregunta.

—Solo el jefe tiene armas de esa calidad pero pocas veces las saca de su colección privada, no suele permitir a nadie ajeno a la banda dar un vistazo. Pero, a lo mejor pueda llegar a un trato por su espada.—

La mujer negó con la cabeza ante la oferta y continuó apreciando otras armas, al menos conocía que en caso de matar a su objetivo debería apoderarse de la llave que desbloqueara el acceso a esa sala de trofeos. De momento seguiría el plan y mantemdría ocupado al vendedor para que no sospechase de que otra invitada estaba rondando el interior del lugar, ya se encargaría de matarlo cuando el tiempo de gracia con Hikari finalizara.

Bebió algo de agua y cerró sus ojos afinando sus sentidos, buscando conectar con su haki para estar alerta, era consciente de que la pelea que podía aproximarse no era un caso sencillo de entrar y salir, debía estar preparada para esforzarse nuevamente para mantener viva a Hikari de ser necesario. En un futuro podía ser una digna rival para Minazuki, no deseaba defraudar a su arma dejando que otra espada acabase con la vida de alguien a quién había marcado con su caricia.

Le costó tres minutos, tres simples minutos el engullir todas las armerías, estanterías y armas que había en el almacén, dejando todo el espacio vacío, cuando tragó el último bocado, calmó su mente y sonrió, se le había ocurrido un plan. Con toda la tranquilidad del mundo, salió del almacén y registró los demás cuartos, en uno había cuatro camas y un pequeño fogón para cocinar, en un minuto ya no había nada, registró otra habitación, productos de limpieza y la cuarta, papeles que no parecían importantes o a ojos de la herrera no tenían peso alguno por lo que, contando unos cinco minutos y algunos segundos, de la puerta de la trastienda apareció Hikari como si fuera lo más normal del mundo, como si esta tienda le perteneciera. Por cierto, habían dos hombres custodiando el almacén, pero ni rastro de ellos... Yo no preguntaría mucho... -No está aquí señorita Sowon-sama, por lo visto la tienen que tener a buen recaudo.- La muchacha se puso delante del mostrador y desenvainó una de las armas que había robado al estafador que utilizó para sustituir la casi rota espada que llevaba, esta si la podía usar decentemente -Si tu jefe quiere recuperar todas las armas que tenía en el almacén, debe ponerse en contacto conmigo, de lo contrario no dejaré piedra sin levantar en todo este desierto hasta encontrar la mía- De un movimiento seco, clavó la punta de la espada superficialmente en el hombro derecho del vendedor y la sacó a la misma velocidad -Esto es para que veas que voy en serio, tengo todo su arsenal y tú eres el principal culpable, ya que mientras estabas ligando con esta bella señorita, mi equipo a desmantelado el almacén, le espero en la taberna "Tope Infiel" tiene una hora...- Taberna de la cual habían salido anteriormente...

Observó a Sowon -Se que no era como esperabas, pero ahí abajo no hay nadie...- Antes de que siguiera fue interrumpida entre los lamentos del vendedor -¿¡Como que no hay nadie!? ¡¿Y los guardias?!- Simplemente la mujer subió los hombros y continuó -Como iba diciendo, no hay nadie ni nada, vayamos a la taberna, dejemos que esta rata se presente ante su amo diciendo que dos preciosas damas le han robado sin darse cuenta...- De pronto se giró -Quizás no le interesen esas espadas mediocres aún que son bastantes y valen dinero, pero también ha desaparecido la caja fuerte escondida en el suelo, ahí si que había dinero... Quizás le interese más- Sí, en una parte del suelo había una caja fuerte, ahora solo quedaba un agujero aún que si se mirara con perspectiva, parece que un monstruo le diera un bocado al suelo... -¿Vamos Sowon-sama? Le invito- Comentó sonriendo

Sowon estaba por entrar en acción cuando sus ojos al abrirse se encontraron con Hikari. La joven herrera le comunicó que no había nada de lo buscado en aquel lugar, cambiando las tornas a su favor al haber vaciado el almacén y a la vez secuestrado el dinero que estos habían estado recaudando. Era extraño que mencionase una fuerza de acción, más curioso que esta hubiese logrado hacer todo lo que dijo en menos de cinco minutos, impresionante para ser la muchacha que cuando conoció no había demostrado tales redes de contacto o una eficacia de tal magnitud.

Sus ojos recorrieron el cuerpo de Hikari al momento de asentir su invitación, pese a utilizar el zoom de su implante no reconoció ninguna modificación corporal en la herrera ni tampoco algo que delatase que tuviese las cosas escondidas en algún recoveco. Salió del almacén en silencio mientras analizaba la situación, el cambio de lugar a un terreno neutral y la hora de espera podían utilizarse a su favor. Además privarían al hombre de su arsenal preciado y le obligarían a escoger una limitada cantidad de armas al presentarse.

—Señorita Hikari, ha hecho un gran movimiento al elegir el lugar de la confrontación. En lo que a mí respecta prepararé un escenario en el que este sujeto se sienta confiado. Ocultaré mi espada bajo las telas de mi ropa y me dedicaré a que usted encuentre una apertura. Déjeme decirle que las armas que superan la barrera de lo ordinario tienden a tener un respeto por su dueño, se lo mostraré al llegar a la taberna.—

Cuando finalmente se encontraban en el lugar, Sowon comenzó a tejer y preparar su Realistic Sewing World para modificar ciertas partes de la misma, hacerla lucir más grande de lo que era e incluso crear salidas falsas al exterior. Convencer al dueño de este rediseño no le costó al ver la calidad del trabajo y que realmente podía atraer clientes con una decoración de tal calibre que se sentía real.

Tras unos cuantos minutos de trabajo la mujer se sentó y llamó a Hikari a su lado para mostrarle a que se refería con la lealtad de una espada que superase lo mundano. Colocó a Minazuki con delicadeza sobre la mesa y la señaló con su mano, acariciando con lentitud la vaina y la empuñadura en una ceremonia casi tradicional.

—Intente tomarla... empuñarla como cualquier espada, no tenga miedo pero si respeto ante lo que pueda sentir. Mi intención no es traumarla, solo demostrarle que no debe temer a su propia espada si ese sujeto intenta usarla en su contra. Por favor, respire profundo y sienta de primera mano la voz de un arma... puede considerarlo como una lección más de la herrería.—

Su rostro era sereno, observó el trabajo que le había tomado gran parte del tiempo, los costados del interior daban la falsa sensación de conectar con el exterior mediante un umbral abierto. La taberna se veía más amplia que de costumbre y cuando el aire movía las telas, un par de sombras se hacían presentes dando la sensación de que más personas se agrupaban, en la mesa se encontraba Minazuki ansiosa por darle aquella lección a la joven herrera.

No costó nada llegar a la taberna, donde no le recibieron con buena gana pero Sowon-sama se ganó el afecto del dueño en segundos. Reformó de forma visual aquél antro de mala muerte, cosa que ya le había visto hacer antes, cuando cazaron a su presa, ella estaba oculta tras una falsa pared hecha con telas, no iba a preguntar como lo hacía ni como llegó a esa maestría, no era de su incumbencia, pero sí sentía curiosidad.
Tras acabar con sus artes del engaño colocó su espada y le dio la explicación. Haberla tocado con anterioridad no ayudó a querer empuñarla, esa hoja oscura más ese rojo de la empuñadura eran más que colores, era bastante tenebrosa, pasó lo mismo con la anterior espada de la noble, los objetos que parecía crear Sowon escondían mucho dolor, venganza y odio, lo que hacía que por una parte, a Hikari le diera miedo la mujer...

Se acercó a la mesa y agarró la espada, rápidamente junto a un escalofrío, la piel se le puso de gallina, los pelos de los brazos se erizaron y una pequeña lagrima caía del rostro de la herrera -Dolor, odio, sangre... Qué pena- No pensó lo que dijo, simplemente lo sintió de esa forma, que una creación tan poderosa y a la vez hermosa dentro de su rango, fuera tan negativa que diera la sensación que estaba empuñando un objeto maldito, era algo que apenaba a la muchacha. Momentáneamente pensó en una situación y la verbalizó sin siquiera saber que estaba diciendo -¿Cuando podrá hacer una espada pura?- En la cabeza de la muchacha, pensó que estas armas eran como se sentía actualmente Sowon, por lo que Hikari estaba deseosa de saber cuando podría crear alguna que fuera confiable para los demás, el día que forje algo así, será el día que Sowon cumpliría sus anhelos, que no tendría más pesar, que la felicidad le haya llegado... El día que cumpla con toda su venganza -Disculpe señorita Sowon-sama, me he sobrepasado, pero quiero que sepa que, le ayudaré en todo lo que pueda para que pueda forjar un arma con diferente alma... Esta más la anterior, siendo sincera... Me dan miedo- Comentó sin dudar, pero quiso hacer una prueba que le saldría cara. De un movimiento elegante, acercó la hoja de la espada al cuello de Sowon y acto seguido soltó la espada, dejando a esta caer levemente sobre la mesa... ¿Que habrá sentido? -Por favor, no me haga volver a empuñar un arma así...- Hizo dicha petición agarrando su muñeca derecha con la mano izquierda y con los ojos clavados en esta, la cual temblaba sutilmente...

La herrera sonrió ante las palabras de Hikari, esperó a que esta terminase de probar a Minazuki antes de responder algo, al ver su espada caer a la mesa simplemente la enfundó y volvió a colocarla en su cintura. Sowon no estaba enfadada, ni se sentía insultada por las palabras de Hikari, ella sin embargo tenía otros ojos para Minazuki un arma la cual disfrutaba de tener finalmente con ella tras tantos sueños premonitorios que le había dado a lo largo de su proceso de aprendizaje. Al escuchar las últimas palabras de Hikari solo asintió, como había prometido aquello era una prueba para que no tuviera miedo de sus propias creaciones, ya que una espada bien forjada jamás se atrevería a dañar a su creadora. Tras haber sentido la negativa de Minazuki ahora estaría preparada para enfrentarse a su propia arma o eso sentía que buscaba enseñarle, sin tardar demasiado bebió algo de agua antes de reflexionar sobre las palabras que la herrera le había brindado.

—Sabe, la pureza puede ser interpretada de forma diferente por cada artesano. Minazuki tiene una pureza, una que muchos no pueden apreciar, si bien el dolor o la sangre son cuestiones muy arraigadas en su ser solo es la punta de iceberg. Minazuki nunca se ha caracterizado por tener un carisma o una buena imagen con desconocidos, pero me ha salvado más de una ocasión, no creo que deba encasillarse entre los ideales morales del bien y el mal. Una espada debe ser un medio para lograr los objetivos, sin dudas es una herramienta para matar y eso nunca se va a poder cambiar. Aunque usted forje un arma, nunca logrará que esta se vuelva algo sagrado, algo puro... la sangre tocará su hoja tarde o temprano a menos que no tenga filo pero incluso un martillo puede arrebatar una vida. No creo que esa visión logre exprimir los dotes reales de una herrera, si limita su arte a normas humanas solo estará restringiendo su indudable talento.—

Sowon tomó a Minazuki y la desenvainó lentamente, la hoja se mostraba bella y su filo era tan afilado como una navaja de viento, vista desde aquella perspectiva era un arma hermosa. Si se omitía el hecho de su sed de sangre y otros dolores que la hoja reflejaba, era una obra de arte por si misma, lentamente señaló la empuñadura mientras sus ojos tomaban una sombra lúgubre e inquietante.

—He descubierto que el arte no debe limitarse, la forja consiste en dar vida a partir de otra que nos ha abandonado. Hay una voluntad que guía nuestros golpes, una inspiración inexplicable que nos obliga a progresar, puedo visualizarlo como un ser ajeno a toda comprensión pero que lentamente guía nuestros deseos. Un arma normalmente no podría volverse fría, no podría controlar la sangre, el fuego o la luz. Sin embargo, manos expertas pueden darle a objetos inertes vida, una vida que se vuelve más fuerte cuando involucra a otra. Minazuki ha nacido de un humano, su núcleo duro sigue conservando parte de esa vida que ahora sirve fielmente como herramienta de mis deseos... Oh, no era mi intención reflexionar sobre la pureza o la ambición que guía mis manos a la hora de forjar pero creo que teniendo esta perspectiva podrá desatarse de los pensamientos que están limitando su indudable potencial.—

Pese a sus palabras Sowon emanaba un aura relajada, como si todo aquello fuese una creencia que realmente movía su deseo de seguir forjando. La idea de no desaprovechar una vida para poder crear una herramienta mucho más útil.

—Entiendo que el cambio pueda darle miedo, que mis armas puedan parecerles abrumadoras cuanto más cerca las tenga. ¿No cree que la muerte nos acerca indudablemente a la perfección? Cuando estamos a punto de morir, un instinto puede apoderarse de nosotros, puede recorrer nuestro cuerpo. Algunos le llaman adrenalina, otros voluntad, para mí es la fuerza que nos impulsa a romper las cadenas que nos atan a una mortalidad amenazadora. El miedo no debe impedirle arriesgarse, lentamente dejará de temer y apreciará toda arma incluso en la oscuridad puede vislumbrarse el fuego más intenso de un alma. ¿Cree que Minazuki no tiene pasión?—

La mujer simplemente envainó su espada y comenzó a caminar mientras esperaba que su objetivo se presentara, primero le tocaría luchar a Hikari, luego ella intervendría si Minazuki reconocía en la espada robada una digna rival. Aunque las últimas palabras seguramente mantendrían reflexionando a su aprendiz, sobre que tan horrible era en verdad crear un arma que no respondiese directamente a las normas morales tan arraigadas en la humanidad. Después de todo, las normas y tradiciones eran algo que habían torturado a Sowon durante años, estar a favor de mantenerlas podía llevar a una tiranía camuflada de utopía.

Las palabras de la noble, dejaban nuevamente un sabor agridulce, en ningún momento pensó que el arma no fuera increíble, simplemente pensaba que catalogar el arma de "maldita" era algo que reflejaba el dolor o alma del herrero y esperaba con todo su corazón que fuera el dolor y no el alma de Sowon, ilusa la pobre... Más sin apartar la mirada de Minazuki pensó que con otro enfoque podía ser un tesoro nacional... -Entiendo lo que dice señorita Sowon-sama, se que ese arma tiene pasión, puedo notarlo solo con empuñarla, simplemente me produce respeto y espero el día que una de sus armas me produzca simpatía. No la critico, yo relaciono las creaciones con sus dueños, simplemente quiero que deje de sentir dolor, sea físico, mental o un recuerdo...- Claramente estaba afirmando que se preocupa por la muchacha, habían pasado tiempo juntas de pequeñas y años más tarde, un mes más o menos forjando por lo que, se había ganado un hueco en el corazón de Hikari.

Por otro lado, sentimentalismos a parte, a la taberna llegaron cinco hombres, los cuales cuatro eran los "protectores" del estafador, quien llevaba a la espalda algo envuelto en telas que presuntamente podría ser la espada de Hikari. La herrera de Wano posó su delicada mano sobre la espada robada al estafador, la cual acariciaba para provocar a su verdadero dueño -¿Es mi espada?- Preguntó secamente, desafiante, a lo que recibió contestación -Maldita perra, ¿Donde está todo mi arsenal?- Un quinto guardaespaldas apareció por la puerta y dejó a un hombre delgado tirado en el suelo, le habían dado una paliza, era el hombre de la tienda quien sufrió las consecuencias de dejarse robar -Según esta escoria, vosotras dos habéis robado mis armas y mi dinero. Lo quiero de vuelta ya- Quería imponerse sobre las mujeres, era un hombre, peligroso y en total seis para dos mujeres, tenían la confianza por las nubes -Si te lo tengo que repetir, será con un hierro en el estomago... ¿Es mi espada?- El duelo estaba hecho, quien tenía más presencia solo era cuestión de tiempo. El hombre sacó las telas mostrando la funda y el mango del arma, a falta de ver la hoja, eso si era de la creación de Hikari, segundos después el hombre desenvainó y apuntó a la creadora del arma. Ahora si, tras ver el hierro de wapormetal Hikari estaba segura al ciento por ciento que eso era suyo -Señorita Sowon-sama, le presento a "Tsumetai Yuki" una de mis mejores creaciones, no está al nivel de Minazuki, pero es un comienzo- Comentó orgullosa de ella por no decir, que a ojos de Hikari, era verdaderamente hermosa...

La mujer miró con curiosidad a Hikari, era curioso que alguien mostrase preocupación sin pedir nada a cambio. ¿Por qué a Hikari le interesaría un objeto roto? Sowon no llegaba a comprender demasiado los objetivos o más bien los sentimientos genuinos hacia ella. Toda su vida había experimentado solo el deseo hacia ella, el sentimiento de control y las ansias de dominarla. La preocupación genuina y los sentimientos ajenos a esta concepción le resultaban complicados de procesar.

Fue salvada por la campana cuando los hombres ingresaron y su compañera volvió a centrarse en su objetivo. Era un alivio no tener que enredarse entre sentimientos que no entendía y volver a su eje cuando su mano tomó la empuñadura de Minazuki ante la atenta mirada de los hombres del lugar.

—Ese metal, debió costarle una fortuna, no se parece a nada que haya tratado en todos estos años...—

Sowon posó sus ojos en el metal de la espada, no era hierro ni acero, era una aleación desconocida que sospechaba requería muchos conocimientos para crearse o una fortuna para conseguirlo en el mercado. La calidad pasaba a un segundo plano cuando el metal de un arma era de condiciones tan especiales. Podía venderse a una fortuna y no solo eso, le distanciaba de un arma tradicional al existir muy pocas o solo un ejemplar de aquel material.

Los hombres avanzaron hacia Hikari pero la mujer se interpuso delante, no por cariño aunque pudiera parecerlo si no para mamtener su palabra de ser Hikari quien recuperase su arma y no ella. Si bien la cabeza de aquel hombre sería suya más adelante no venía mal ver hasta  que punto la aprendiz se había acercado a su maestra.

—Me encargaré de estos cuatro, usted recupere su espada señorita Hikari.—

Los guardaespaldas comenzaron a reir hasta que un corte limpió separó la cabeza del cuerpo del que se había atrevido a avanzar hasta Sowon sin levantar la guardia. La sangre del mismo salpicó levemente la ropa de la mujer cuyos ojos se tornaron carmesí tras el cuerpo caer a sus pies y un remanente de sangre comenzó a tomar forma de tentaculo pegado cerca de su cintura.

—No baje la guardia, el objetivo no es para nada alguien débil, tampoco involucre sus emociones o miedos ante mi figura. Mi espada y yo, tenemos ansias de probar la sangre tras tantos días de abstenencia. Minazuki ha esperado demasiado...—

La voz de Sowon parecía portar la muerte mientras se acercaba lentamente al grupo de tres quienes ahora empuñaban sus armas contra la mujer. No quería tardarse demasiado con estos, en caso de que Hikari pudiese necesitar su intervención más adelante. Su tentaculo golpeó el suelo como  un látigo, antes de voltear con un golpe el rostro de uno de sus oponentes, cuando Minazuki se despertaba tras matar a alguien Sowon no parecía humana.

No hay nada como ver con tus propios ojos las cosas y no hacer suposiciones o ilusiones, sabía que el arma era peligrosa, pero la sensación que desprendía Sowon, la oscuridad en su voz y esa sensación de sed de sangre era algo que ya esperaba, pero no a ese nivel, esa espada era poderosa, pero pocos podían saber cuanto. Corte limpio, absorción de sangre, voluntad propia, ese arma era peligrosa en cualquier mano, pero en alguien entrenado, podría realizar una matanza sin perder su filo.
La noble de Wano se libró de uno sin pestañear y obtuvo la atención de todos, hasta del que portaba la espada causante de todo esto, pero antes de que iniciara el movimiento contra la temida mujer, Hikari se interpuso en medio lanzando un corte horizontal al pecho, el cual, claramente fue bloqueado -Me he contenido por que no quiero dañar mi espada... Que ingenua, una espada como la que tengo no podría ni hacer mella en su hoja... No hay razón para contenerse...- Comentó con una sonrisa, le pasó la mano por la hoja a la espada que portaba la cual empezó a prender en llamas -¿Comenzamos?- Preguntó apuntando con la punta al suelo en una posición inferior a su cintura.

El hombre ni corto ni perezoso cambió de postura, era una posición medieval, no era correcta la posición para una katana de esas características, pero eso no la inutilizaba. El atacante se agachó un poco y se dio un impulso y atacó de forma frontal y descendente a Hikari, la cual decidió sabiamente ya sea por conocimiento o por instinto pues no pensaba mucho a la hora de pelear, en apartar la hoja, desviar el golpe y esta impactó con fuerza en una de las mesas del restaurante, haciendo un corte totalmente limpio en la madera y dividiendo en dos dicho objeto -Es una lastima que tenga que ver su potencial en manos de otro...- Comentó rabiosa pero por una parte quedó algo fascinada, la fuerza que ejecutó el hombre, su técnica más la espada que era, podían haber partido la suya y haberle dado de pleno, tenía que tener cuidado con su arma. Aún que por una parte, estaba disfrutando, probar en sus propias carnes su espada era algo... Excitante...

Volvió a poner el arma por debajo de su cintura la herrera, para lanzar un corte ascendente e intentar desarmar al hombre pero no lo consiguió, lo extraño fue, que cuando su espada llameante tocó de pleno a "Yuki" el fuego se extinguió sorprendiendo así a Hikari, para bien, claro...

Minazuki danzaba como la arena del desierto al ser acariciada por el viento, el serpenteante movimiento de la hoja era muestra de una destreza y precisión que excedían lo común para dar nacimiento a una conexión entre el arma de la herrera con su portadora. No había ojo que pudiera ignorar la elegante pero infernal carnicería que la espada desataba guiada por su propia sed de sangre, de hecho los rivales de la mujer de wano parecían lentamente arrastrados a las fauces de un peligroso torbellino.

La sangre regaba con austeridad el kimono de Sowon, mientras que dos nuevos remanentes nacían luego de la muerte de dos individuos, sujetando al restante con fuerza del cuello para lentamente levantarle de la madera. Eran fuertes, quizás tanto como su dueña cuyos ojos rojizos expresaban la decepción de una comida con poco sazón.

—Es una pena que debiera conformarme con un plato de menor calidad, lamento decirle que su sangre tampoco era del agrado de mi dulce compañera.—

La mujer empaló al hombre atravezando su pecho con Minazuki, un golpe seco y preciso que se abrió paso por la carne, dejando el privilegio ds que el cuerpo colgase unos segundos en su espada para luego deslizarse hasta caer al suelo. La mujer se encontraba con sus ropas impregnadas de sangre ajena, rodeada de cuerpos y con tres tentáculos que se sacudían grotescamente aferrados a sus prendas.

Minazuki parecía escupir la sangre al dejar que esta se deslizara por su hoja similar a un lago grueso y viscoso de color rojo que finalizaba en un charco que se expandía en el suelo desde su hoja que parecía brillar con tonos carmesí impregnados en su metal moldeado al damasco. Claramente no estaba satisfecha y pareció temblar en dirección al único que quedaba en pie, la presa, incluso antes de que Sowon levantase la mirada y cruzara sus ojos con los del sujeto.

—¿Necesita ayuda señorita Hikari? Mi espada nunca muestra tal amabilidad, pero puedo confirmar que se muere por danzar a su favor...—

Lentamente la herrera se acercó a la escena, contemplando como la espada devoraba las llamas al contacto, el hombre no parecía un plato menor como los cuatro anteriores. Quizás le forzara nuevamente a un estado de placer, colocó a Minazuki frente a su rostro mientras esta dejaba correr la sangre atrapada en su filo y se preparaba para entrar en acción si era que Hikari así lo solicitaba.

La mujer intercambió unos cuantos golpes más contra su oponente, era fuerte, más que ella por lo que directamente desviaba todo ataque, no quería bloquearlo de pleno para evitar así recibir daño o perder su arma, en ese caso tendría que mostrar su fruta y no era algo que le agradase, por otro lado también podía pedir ayuda pero no era de el tipo de personas que le gusta solicitar ayuda en sus propios problemas, por lo que cuando Sowon se ofreció, se negó -Muchas gracias señorita Sowon-sama, pero es mi deber recuperar mi arma, aún que he pensado en algo para que las dos quedemos contentas...- Comentó con una sonrisa. Sí, tenía un plan pero no quería decirlo en voz alta por si luego no salía, no quedar como una tonta...

Los siguientes golpes que intercambió con el desgraciado ladrón, podían delatar su intención, claramente no estaba intentando herir al hombre, simplemente desarmarlo, el objetivo era recuperar su espada, es lo único que tenía en mente y no pensaba dejar que pasase otra cosa. El hombre que tampoco era idiota vio cual era la intención por lo que no iba a soltar el arma ni en broma, pero al agarrarla con fuerza, sus ataques perdieron precisión, lo comido por lo servido.

Cada vez que el ladrón atacaba, Hikari intentaba desarmar, pero a la contra, cuando la herrera atacaba, lo hacía con golpes certeros y rápidos, no lo parecía pero la muchacha se movía fluidamente, evitaba la hoja de la espada rival de forma "fácil" lo que empezó a desmoronar la confianza y paciencia del hombre -¡¿Quieres estarte quieta?!- El hombre lanzó un corte descendente el cual Hikari desvió, pero simultaneamente agarró una silla y con un golpe de izquierda a derecha le dio de pleno haciendo que esta se golpeara a la vez con una de las ventanas del lugar, buenos reflejos tubo al bloquear el siguiente ataque del enemigo pues, si detrás de la muchacha no llega a estar la cristalera de la ventana, muy posiblemente habría acabado herida, pero al haber un hueco tan frágil detrás, simplemente salió despedida por esta. Por suerte era un bajo, no había altura...

No había terminado de recomponerse que el ladrón de espadas, ya había saltado al exterior y seguía atacando, por desgracia para el se confió... Tras una sucesión de ataques donde parecía que iba a ganar la pelea, la muchacha hizo una finta pasando por uno de sus flancos para así ponerse a su espalda y de esta forma lanzó un golpe con el dorso sin filo de su espada al mango de "Yuki" la cual por fin se zafó del agarre del rival quedando esta en el aire. Con muchas ganas, ayudandose del cuerpo del hombre sin su permiso, dio un salto y agarró a "Yuki" la cual una vez estuvo en su mano, sintió de igualmanera la misma sensación que cuando agarró el arma de Sowon, pero con sentimientos diferentes...

Hikari ahora con una sonrisa en la cara, miró al hombre quien no esperaba el juego sucio de la herrera, quien no peleaba como un guerrero si no, con trucos sucios -¿Matarás a un hombre desarmado?- Dijo enfadado e indignado -¿Por quien me tomas? Este combate no ha empezado todavía- Comentó, luego le lanzó a las manos el arma que Hikari le había robado y se colocó en posición con "Yuki" -Si tienes un arma así en tus manos, por lo menos deberías saber usar su potencial...- Llevó el filo de la espada a su costado izquierdo como si la enfundara en la vaina y desde ahí con un rápido movimiento un haz de energía salió disparado hacia su oponente, el cual intentó bloquear y aún que lo consiguió, la fuerza del golpe lo desplazó hacia atrás, haciendo la situación inversa, ahora era él quien había sido lanzado hacia el otro lado de la ventana, al interior del bar... Pero eso no fue todo, cuando el haz de energía chocó en parte con los marcos de la ventana, estos se congelaron de golpe... -Sowon-sama, si quiere acabo yo con esta escoria, pero si prefiere deleitar a su espada con su sangre, no lo impediré...- Claramente estaba muy feliz y su enfado se había esfumado....

Observar a Hikari combatir no fue tan aburrido como supuso, aprovechó para beber agua mientras la escena frente a ella seguía su curso natural. La herrera parecía estar contra las cuerdas a todo momento, sin embargo, Sowon pudo observar gracias a sus ojos como esta intentaba recuperar su hoja y por tal motivo no estaba atacando con la fiereza que en verdad pudiera ejercer.

La pelea solo demostraba que su aprendiz se estaba conteniendo a cada paso, tal vez para no dañar su espada o quizás para no mostrar todas sus cartas frente a otra persona a la cual ya bastante le debía. Regresó de sus pensamientos cuando ambos salieron para luego de unos golpes retornar al interior en orden opuesto.

—Me alegra por usted ver que ha recuperado aquello que tanto trabajo le ha costado. En cuanto a su invitación con gusto tomaré su lugar, este hombre vale diez millones y espero que con una espada que no le desobedezca pueda ayudarme en mi búsqueda.—

Su espada chocó con la del individuo sin mediar palabras, pese a su haki le había detenido y ejercía fuerza para retirar a la herrera que respondió con tres latigazos de sus remanentes de sangre. Su oponente se alejó con un corte en su mejilla dado a que el primer golpe lo tomó por sorpresa, mientras que Sowon utilizóa tela en sus pies para deslizarse elegantemente iniciando un intercambio entre espadas que hizo saltar chispas con cada interacción.

La manera de pelear de Sowon no se basaba en fuerza bruta, sus cortes llevaban una destreza y precisión consistente en cada momento, la cual se evidenciaba al ser que muchos encontraban puntos flojos en su oponente. El filo de Minazuki era tratado con el mayor de los cuidados, evidencia de esto era la facilidad para separar la carne siendo que tras unos golpes el objetivo sangraba abundantemente desde su cuerpo pese a mantener su rostro intacto.

—Esperaba más de usted, sinceramente creo que agotó bastante energía intentando dominar un arma que no le pertenecia. Si fuese otra circunstancia, sus colmillos me podrían haber alcanzado.—

Una fina sonrisa se deslizó por el rostro de Sowon mientras envainaba a Minazuki y cerraba sus ojos rojos, llevando su pierna izquierda delante y acariciando la vaina mientras escuchaba los pesados pasos de su oponente acercarse. Su haki se concentraba en el filo de su arma, sintió un paso y otro, hasta que la madera bajo su pie vibró.

Abrió sus ojos y con un elegante movimiento se desplazo a la derecha, desenvainando a Minazuki con gran destreza para quee esta mostrase sus dones, un corte limpio y profundo que separó la cabeza del cuello e hizo que el pesado cuerpo cayera tras ella.

La cabeza todavía se encontraba rodando hasta los pies de Hikari cuando Sowon envainó su arma y tras respirar profundamente los remanentes de sangre cayeron por su peso. Sus ojos retornaron a la normalidad mientras avanzaba hasta su alumna.

—Espero no haberme excedido o asustarle con lo que ha presenciado. Sé que Minazuki puede tornarse algo violenta cuando tiene sed, me disculpo por su atrevimiento en lo que acaba de ver.—

Tomó la cabeza y le envolvió en telas, sonriendo por un trabajo bien hecho. Sus ojos estudiaron nuevamente el filo de la espada de Hikari, ese metal era diferente ciertamente su vista no le había mentido. Esperaría un rato más para pedir sentirla entre sus manos, no deseaba que Minazuki se pusiera celosa si es que aquello era posible.

Cuando la cabeza rodó, uno de los pies de Hikari la detuvo, esperó que Sowon guardase su premio y entonces se dispuso a mirar el arma. Sus ojos no parecían mostrarle ningún desperfecto, seguía igual, perfecta, pura y sin una muesca, estaba orgullosa de que su trabajo haya sido perfecto, la fuerza que ejercía aquél hombre era bastante brusca lo cual en una espada normal la cual no estaba diseñada como un mandoble o un hacha de dos manos podía haber sido el motivo de un desgaste muy feroz, pero si el material es bueno, el herrero hábil y se impregna el alma, sale un arma como "Yuki", perfecta.
Hikari se acercó al cadáver del hombre y le quitó la funda que también estaba hecha a juego e introdujo su arma en su vaina, luego tubo la intención de guardarla en su cintura para dejarla reposar tranquilamente pero recordó cual fue la inspiración del arma

Se acercó a Sowon, y con los brazos en horizontal al cuerpo extendió el arma en su funda con las dos palmas abiertas para que la otra herrera pudiera admirar el trabajo -Espero que no sea una ofensa, pero este arma fue creada a partir de la inspiración que como decía mi abuelo, me trajeron las musas, pero usted estaba en esa inspiración así que creo que en parte hizo posible este arma- No quería que Sowon creyera que dicha arma era indigna de haber sido creada en parte pensando en ella pero así se hizo y así seguirá -Por su arma, me parece un honor haber visto parte de su poder, si es verdad que empuñarla me da miedo y no siento ser digna de blandirla pero eso no significa que no admire un buen trabajo- Comentó con una sonrisa a la espera de que su "Maestra" le diera el visto bueno de su arma, también nerviosa por si le encontraba muchos fallos y la decepcionaba como alumna. Simplemente le había puesto muchas ilusiones en crearla pero al ver la pequeña escarcha con las "estalactitas" de hielo al realizar el corte de energía, habían hecho que la ilusión de Hikari aumentara, estaba volviendo a recuperar su toque, no estaba al nivel del arma que dejó en la forja familiar en Wano la cual tenía habilidades excepcionales pero volvía a acercarse al umbral de "Maestro Herrero Tomoshi" aún que un solo trabajo podía haber sido más suerte que habilidad, fue cuando exploraba los poderes de su fruta....

Sowon observó con curiosidad el arma frente a ella, todavía sorprendida por aquellas palabras sobre ser una inspiración. ¿Cómo un objeto roto y retorcido podía inspirar un arma tan pura? No llegaba a entenderlo pese a su rostro expresar aquel semblante sereno mientras sus manos tomaban suavemente a Yuki.

Acarició a la empuñadura como solía hacer con Minazuki, cerrando sus ojos para intentar escuchar los deseos de la espada. El tacto le recordaba más a Aguja, un arma que no había sido forjada mediante un ser o un fragmento de hueso, era una voz más apagada que la de la espada que reposaba en su cintura pero tenía su encanto.

Abrió sus ojos al desenvainar con cuidado el arma, notando el sonido de su extraño metal y el color que la luz brindaba a una hoja que emanaba escarcha al sentir el contraste del calor de una isla como Arabasta. Comprendía los motivos por los cuales no estaban en un lugar en el cual la espada pudiera sacar su máximo potencial a la luz.

—Es un arma de calidad, supera bastante las armas que hicimos la vez pasada y puedo sentir una tenue voz. Veamos si Yuki es tan amable de dejarse guiar por mis manos.—

Comentó la herrera antes de dirigirse a la entrada y dejar que su cuerpo hiciera danzar la espada con su destreza sobresaliente. Lentamente haciendo que sus movimientos fluyeran con la hoja hasta que en uno de sus movimientos, un corte ascendente expulsó una leve onda cortante la cual se congeló en un hermoso arco de hielo para poco despues romperse en pequeños fragmentos helados que cayeron como una lluvia brillante a su alrededor.

—Un arma de buen manejo y excelente control de sus capacidades, no puedo hacer más que felicitarle. Espero ser testigo de sus próximos trabajos señorita Hikari.—

Expresó con una sonrisa elegante mientras envainaba la espada y tendía la misma a su propietaria, el breve manejo del arma le había demostrado que el arma no le había desobedicido en ningún tramo de su danza y que incluso se sentía cómoda al ser manejada por sus manos. 

Desconocía si era por haber sido voluntariamente entregada o si tenían alguna conexión más profunda al su imagen estar presente durante el proceso que le había dado vida. Fuera lo que fuese, Hikari había enorgullecido a Sowon por su trabajo y despertado una genuina curiosidad a futuro algo que no era usual en alguien como ella.

La artesana observó los movimientos tan gráciles de la noble, como se movía, como fluía con "Yuki" un arma que nunca había empuñado, el arco de energía que se cristalizó en hielo fue una escena de las más hermosas que había visto en tiempos, se notaba que no solo era una cara bonita, si no, que también era una fiera guerrera. Por lo que le pareció a los ojos de la creadora, a Sowon no le costó nada dominar el arma, quizás al ser un motivo de su creación dicha arma ya se sentía a gusto en sus manos antes de ser empuñada, no entendía muy bien lo de las almas en las armas, pero este era uno de los inicios para entenderlo.
Cuando se le ofreció el arma, Hikari la agarró y con cuidado se la posicionó en la cintura, por un momento se habían aislado del mundo pero para cuando se quiso dar cuenta, mucha gente estaba observando a las dos mujeres, tanto por el cadáver que yacía en sus pies, como por la ventana rota o la cabeza del hombre decapitado -Parece ser que hemos vuelto a destacar- Comentó sonriendo a Sowon

Antes de irse no se olvidó de coger el arma que había usado contra el enemigo, el arma que le había robado (Entre otras muchas) y que había usado para recuperar a "Yuki" -Aún te queda vida por tener, serás tratada como te mereces- Alegó antes de colocarla también en la cintura, no era de usar dos armas, pero tampoco de las que desperdiciaban materiales los cuales usar para crear más, podía darle una nueva vida y hacer de esta espada común una espada como dios manda, que supere a las que actualmente acababan de ser usadas para segar vidas.

Aún que intentara disimular como un buen jugador de poker, los halagos sobre su arma no tenían gran efecto, pero al venir de Sowon esos efectos se multiplicaban y tenía el ego por los cielos. Todas y cada una de las palabras dichas por Sowon fuero grabadas a fuego en la mente de Hikari quien no podía borrar de su cara esa sonrisa tan estúpida y la emoción que se mostraba como nerviosismo sin darse cuenta. El estado actual de Hikari podría ser claramente comparado como lo que siente un niño cuando ve los regalos de navidad que le han dejado los Reyes Magos o Papa Noel...