Encontrado a un hermano[parte I]

Ambientación:

Hacia unos días que andaba por Baterilla, estos últimos tres años habían sido intensos, habían ocurrido tantas cosas, ahora estaba a la espera de rencontrarme con mi banda. Andaba con una petaca como de costumbre, tumbado en la sombra de un árbol, mientras me apoyaba en el tronco de este. Daba un trago, me limpiaba el licor de la comisura de los labios con la manga. Aquel dulce licor no era otro que el común y mundialmente conocido como "Ron",  que surgía de la fermentación de la caña de azúcar.

La brisa y el clima eran sumamente suaves, agradables, no hacía ni pizca de calor, el cielo estaba completamente despejado y las nubes, ellas se movían lentamente, mientras las hojas de los cerezos del parque caían lentamente. Hacía un poco de brisa, la cual confortaba mis pulmones, yo tenía la capucha echada, ocultando mi rostro de los curiosos.

El parque estaba situado muy cerca del puerto, se veía perfectamente el trafico marítimo de la zona, barcos pesqueros, barcos marines o estatales, entre alguna embarcación pirata. Distintas bandas de novatos deseaban echarse a la mar, por lo que había una gran cantidad de barcos de paso. Yo había estado tres años desaparecido, fortaleciéndome, como el resto de la banda, me pregunto que habrían sido de ellos. Deseaba reencontrarme con ellos.

-"Qué habrá pasado con Aki, Emilie y Drake, que aventuras habrían vivido"-pensaba Sad melancólico-"Nosotros nos hemos hecho más fuertes, ahora controlamos nuestro poder mucho mejor"-pensaba SAD de una manera algo egoísta.

Volví a dar un trago, me fijé en la actividad del parque, había gran cantidad de familias, hijos con sus padres, padres con sus hijos, niños con sus abuelos,  hermanos peleándose por conseguir el helado más grande del puesto,  los abuelos asentían y consentían los caprichos de sus niños. Me recordaban tanto a mi familia, a esa vida que no había podido vivir. Suspiré, resignado, a fin de cuentas era la vida que me había tocado vivir. Y no cambiaría eso por nada, a fin de cuenta contaba con grandes dones y grandes defectos los cuales me definían, mi personalidad era única.

-Gabriel Oboe-

Saque mi oboe, entre el sonido de la naturaleza, y el piar de algunas aves migratorias, lo saque de la funda de tela, que llevaba en una pequeña mochilita en mi espalda. Poco a poco comencé a llamar la atención de la gente, que se paraba extrañada, me puse nervioso y pare de tocar, la gente me miraba con deseos de que continuara, tras relajarme volví a continuar con la canción.

La melodía era suave, dulce, que daba esperanza a cualquier corazón. Era una canción que tocaba con mis hermanos, jesuitas, misioneros de Karakura. De aquella tierras nórdicas, de aquella patria. Pero yo era un pirata, ¿Un pirata podía tener amor a su patria? Continúe tocando durante largo rato, para admiración de los oyentes, que tras la actuación comenzaron a aplaudir. Yo guarde meticulosamente el oboe en la funda la cual introduje en la mochila, sin poder evitar que una lagrima atravesara mis mejillas fugazmente.

-Lo siento mucho... No la he visto en mi vida-dijo el tabernero, devolviéndole la foto al pelirrojo, el cual suspiró mientras la cogía.

-Gracias de todos modos...-añadió en un tono serio mientras se giraba hacia la puerta.

Salió de allí y la luz bañó su rostro. Miró hacia el cielo, libre de nubes, con un sol radiante alzándose majestuoso sobre ellos, mientras llevaba una mano al bolsillo derecho de su chaqueta, extrayendo de él una pequeña cajetilla de tabaco. Sacó un cigarrillo y lo colocó entre sus labios al tiempo que guardaba la cajetilla de nuevo. Miró hacia un lado y hacia el otro, asegurándose de que no hubiese nadie cerca que pudiera verle y, acercando el dedo índice al cigarrillo, generó un poco de aura y lo encendió, dando un par de caladas y soltando el humo para después echar a andar, con las manos en los bolsillos.

Se había pateado todos los locales de la isla con la diminuta esperanza de obtener algo de información, un pequeño empujón que le diese fuerzas para seguir buscando a Anna, sin éxito. Nadie la había visto ni sabía nada de ella, cosa que era normal: los esclavos de las familias nobles no suelen ser personas conocidas... Mejor dicho, para el resto de gente no son siquiera personas. Caminaba serio, con la mirada perdida, sumergido en sus pensamientos.

-¿Siempre estarás a mi lado, Suoh?

Movió la cabeza de un lado a otro, despejándose, tratando de sacar de su cabeza aquellos recuerdos. No era ni el momento ni el lugar para ponerse a recordar. Continuó caminando sin rumbo durante un rato, hasta que finalmente decidió dirigirse hacia el parque, para buscar un sitio donde relajarse y descansar un poco. Tras un par de minutos llegó a la entrada de este y no tardó en notar cierto alboroto. La gente corría y formaba un pequeño corro frente a un chico, que probablemente rondaría la edad del pelirrojo, tocando un oboe. Se acercó, por simple curiosidad, a escuchar su música. Se apoyó en el tronco de un árbol cercano, desde el cual podía visualizar al chico y escucharle bien. La melodía era agradable, relajante y tranquila, lo cual hizo que Suoh olvidase todos sus problemas por un momento. Cerró los ojos y se dejó inundar por ella.

Tras un rato el chico paró y la gente le aplaudió. Poco a poco el corro se fue disolviendo, dejando al joven tranquilo. Suoh abrió los ojos entonces y se quedó mirándole, aún con el cigarrillo en la boca, en silencio. Alcanzó a vislumbrar una fugaz lágrima descendiendo por la mejilla del músico. Se mantuvo así, quieto, sin decir absolutamente nada.

La verdad es que en el fondo envidiaba a la gente que tenía una vida normal, yo habría sido feliz siendo un simple monje en el templo, pero aquella gente me admiraba por tener esa habilidad con la música, era un genio en ese ámbito e incluso desde muy pequeño esto fue evidente para muchas personas.

Paso un breve momento cuando me percate de la mirada de un chico, era joven, tal vez algo mayor que yo, pelo algo largo de un color rojo intenso, aunque no parecía tener sumo interés en peinárselo o cuidárselo ya que andaba algo alborozado, era algo más alto que yo rondaría el metro ochenta, y tenía una pintas que daban un aire a un motero, e incluso que me recordaban a Satanás, mi maestro con "Madame", chupa de cuero negra, con una camisa blanca debajo bastante ajustada, con un pantalón oscuro también bastante ajustado, las botas oscuras también del mismo material que la chupa. De su cuello colgaba un llamativo colgante, que en cierta manera se parecía al crucifijo que llevaba en el cuello.

El hombre parecía observarme, escanearme de arriba a bajo,  esto ponía algo nerviosos a Sad que aún no había superado el que alguien le examinara por completo, le ponía nervioso, aunque no le sacaba de sus estribos, como le habría pasado a SAD. Sad esquivo, trato de evitar su mirada, dio un trago a su petaca y se reincorporo, echándose la capucha hacía atrás, recolocándose el flequillo, y comenzó a caminar para dar una vuelta y estirar un poco las piernas.

-"¿Qué mirara?" -pensaba Sad para sus adentros, mientras esquivaba personas que se cruzaban en su camino.

Comenzó a caminar por las grandes avenidas de Baterilla, había gran cantidad de gente y de actividad comercial, se notaba que era Domingo, el  doblar de las campanas aviso a los feligreses de que la misa estaba al caer. Sad  y sobretodo SAD hacía tiempo que no se confesaba, tal vez sería un buen momento de hacer las paces con Dios.

Agarrando con fuerza una de las asas de la mochila, atravesó la gran cantidad de transeúntes que obstruían las arterias de la ciudad. Fue echar mano del dulce licor, cuando comprobó que la petaca estaba vacía:

-"Mierda, necesitaba un trago"-pensaba Sad con algo de mono.

Sad aligero el paso decidido a asistir a la misa y tal vez sentirse uno entre muchos feligreses y desaparecer, aunque fuese temporalmente , del mundo terrenal.

Permanecía sin apartar la mirada de él. Por su aspecto parecía no ser de aquella zona, tal vez un viajero que hubiese visto mundo, por lo que cabía la posibilidad de que supiese algo sobre ella. No perdía nada por probar y tal vez tocase la campana y obtuviese algo de información. Sin embargo, cuando iba a acercarse para preguntar, el joven músico se levantó y se alejó de allí, perdiéndose entre la multitud.

-Mierda-pensó al tiempo que salía tras él, caminando rápido para no perderle.

Se abría paso entre la gente, buscando rápido con la vista al chico, algo nervioso. No podía perder la oportunidad de hablar con él. Tras un rato consiguió localizarle y comenzó a seguirle. En cierto momento el chico aceleró el paso, lo cual extrañó al pelirrojo. ¿Tal vez se había dado cuenta de que le seguía y se había asustado? No tenía otro remedio más que ir tras él. Tras un rato consiguió alcanzarle y decidió llamar su atención para poder hablar con él, cuando llegaron hasta una especie de iglesia. Soltó el cigarrillo y lo apagó pisándolo. Decidió esperar en la entrada a que saliese.

-Espero que sepa algo...

Acto seguido esperó a que el chico entrase para apoyarse cerca de la entrada, encendiendo otro cigarrillo más mientras se sumergía en sus pensamientos.

La misa había finalizado, había sido una oratoria muy emotiva, el cura había mencionado el tema de la familia en su reflexión del epígrafe de la biblia, en particular un  carta de San Juan recogida en los Evagenlios, en estos textos se reflejaba y se transmitía que la promesa de Dios se había echo realidad.

-La familia, mi banda es mi familia, pero las palabras de mi tío...¿A que se referirían. Tendrían un mensaje oculto?-pensaba Sad mientras comenzaba a rezar un rosario.

La iglesia era preciosa, e interiores muy decorados, con motivos y grabados en madera, muy cuidados, los techos y paredes tenían frescos con motivos bíblicos, la gran mayoría se trataban de momentos importantes, el éxodo, el arca de Noé y demás personajes  y momentos históricos importantes. la pintura parecía estar restaurada, ya que mantener una pinturas de esas características, resultaba costoso y laborioso.

Tras terminar mis rezos, me santigüe y salí de la iglesia por la puerta principal entre una gran multitud. En la puerta me pareció ver al pelirrojo que había visto en el parque ¿Me estaría siguiendo?. ¿Sería un cazarecompensas?,¿Un marine? o ¿Simplemente un acosador?

-"Me pone de los nervios que me sigan podría encargarme de él Sad"-tentaba SAD a Sad-Tranquilízate SAD, ignóralo-decidió Sad.

Y Sad salió de la zona, tratando de encontrar algún lugar donde pasar la noche.

El pelirrojo estaba harto de esperar: tenía muchas virtudes, pero la paciencia no era una de ellas. No sabía cuanto había durado la misa, pero para cuando esta acabó se había terminado toda la cajetilla de tabaco, aprovechando todo lo que pudo el último cigarrillo antes de verse obligado a tirarlo. El suelo bajo sus pies estaba repleto de las colillas. Mantenía el ceño fruncido, dando pequeños golpes al suelo sin dejar de mover la pierna, impaciente y malhumorado. Tras un rato pareció que la misa había terminado, pues comenzaba a salir gente de la iglesia.

El pelirrojo puso toda su atención en los rostros de aquellas personas, tratando de localizar al joven músico. La gente salía y salía, y Suoh no era capaz de visualizar al chico. Empezó a pensar que tal vez se le habría pasado, o incluso que hubiese salido por otra de las puertas, detalle que no tuvo en mente. Sin embargo, unos segundos más tarde le vio salir, alejándose entre la multitud. Una leve sonrisa se dibujó en su rostro y, tras suspirar aliviado, se abrió paso entre la gente para seguirle y tratar de hablar con él. Se apresuró a aumentar el ritmo y tras un rato se puso a su altura. Le sujetó del hombro para llamar su atención, sin emplear demasiada fuerza para no alarmarle. No sabía cómo podría reaccionar, e intento parecer lo menos amenazante posible.

-Perdona... Tengo una cosa que preguntarte-dijo en un tono serio, aunque tratando de parecer lo más amigable posible, cosa que le costaba.

Justo cuando me había alejado un poco el pelirrojo me asaltó para preguntarme:

-Perdona... Tengo una cosa que preguntarte-dijo en un tono algo afable, aunque se le notaba tenso, forzado.

Sad se puso nervioso, tanto que SAD, temeroso del hombre, relevó en la personalidad de nuestro compañero. Un gota de salgre, se deslizo por una de las mejillas de Sad, este se echo la mano, estaba acostumbrado a esa sensación, pero era cuanto menos molesta, sobre todo cuando ocurría sin previo aviso.

-"Joder, como escuece"-pensó Sad antes de dejar el relevo a SAD.

SAD, cansado del hombre, se giro dispuesto a responderle, a regañadientes, quería librarse del aquel hombre de una vez, no se fiaba para nada, de aquel particular y extraño "acosador". Pero por otra parte el código moral cristiano y el de la banda le obligaba a ayudar a cualquier persona siempre que estuviera en nuestra mano...Actuar como un buen samaritano era en ocasiones algo tedioso. Aunque Sad le habría respondido de buen grado, SAD tenía algún tipo de necesidad de tratar con el hombre.

-Primero deberías presentarte, ¿No crees?, luego aléjate un poco y saca las manos de los bolsillos, no me gustan que desconocidos me asalten así, ¿Sabes?, y así me aseguro de que no me apuntan o disparan, me pone nervioso la gente que se acerca a mi mucho-dijo SAD algo borde, pero a fin de cuentas él era así.

Sad continuo andando por la calle, a paso lento, mientras esperaba que el hombre le hiciera la pregunta, el trafico había disminuido, se notaba que era la hora de comer  y que los restaurantes estaban hasta los topes, incluso desde la calle se oía el ruido de los platos, y las voces de cocina, sin duda un espectáculo digno de ver. Las terrazas estaban repletas, pero Sad pareció ver un sitio libre, en una de las mesas, era una mesa para 3 personas, en la que sin dudarlo un segundo se sentó dispuesto a comer un poco. Mientras escucha al hombre con atención:

-"Me podía haber encargado yo, trato mucho mejor a las personas que tú, idiota"-decía Sad a SAD, recriminándole su respuesta al pobre hombre-"Y si hubiera disparado, te habrías puesto a llorar nenaza, me encargo yo"-le contesto este, algo furioso con el insulto de SAD.

La reacción del chico le molestó notablemente, haciéndole fruncir el ceño y apretar levemente el puño. Le costaba tratar de ser amable, sobretodo con desconocidos, si le añadimos aquella contestación, poco le faltó al pelirrojo para estrellar su puño en la cara del músico. Tomó aire, tratando de tranquilizarse, mientras le seguía. Sacó las manos de los bolsillos, para demostrarle que no llevaba ningún tipo de arma y acto seguido las volvió a meter. Le seguía, caminando a su lado, sin mirarle.

-Para lo que quiero preguntarte no necesitas saber quién soy-dijo en un tono bastante brusco.

Continuó caminando a su lado, observando toda la gente que había a aquellas horas por la calle, en restaurantes, bancos, de compras... De todo un poco. El joven se dirigió a sentarse en la mesa de una terraza, seguramente con la intención de comer algo."Supongo que podría aprovechar para comer algo" pensó el pelirrojo y acto seguido se sentó con él. En cuanto se hubieron sentado, Suoh sacó de un bolsillo interior de la chaqueta una foto de Anna, de hacía ya bastantes años. Conservaba la esperanza de que se la pudiese reconocer.

-Estoy buscando a esta chica. Cualquier tipo de información me vale... Aunque sea mínima-le decía Suoh al joven músico, en un tono serio y sin apartar la mirada de él.

Empezó a tamborilear con los dedos en la mesa, nervioso, mientras esperaba la respuesta del chico. "Joder, necesito un puto cigarro". Habría pasado apenas media hora desde que se terminó el último y ya sentía la necesitad de fumar otra vez. Mientras esperaba, una camarera, joven, de pelo castaño, ojos verdes y brillante sonrisa se acercó para tomarles nota.

-Buenos días, ¿Los señores desearán algo de beber?-preguntó en un tono amable mientras les dejaba una carta con el menú a cada uno sobre la mesa.

-Un ron... Y tráeme algo de tabaco-contestó el pelirrojo.

La chica permaneció allí, esperando a tomarle nota al chico antes de irse.

El pelirojo me enseño una foto de una niña, la foto estaba bastante vieja, y en un estado que demostraba, haber sido mostrada en muchas ocasiones:

-"La chica no me suena, te suena a ti Sad"`preguntaba SAd a Sad- "A mí no me suena tampoco SAD"-respondía Sad a SAD.

Tras meditarlo un segundo, una chica una camarera llego, era muy joven no tendría más de veinti pocos años, tenía el pelo castaño, largo, lacio. Sus ojos eran verdes como esmeraldas, y brillaban con gran intensidad y parecía tener una perfecta y encantadora, tal vez incluso hipnótica sonrisa. No era una chica excesivamente alta, con una gran cantidad de curvas, seguramente sería una mujer atractiva para cualquier hombre, una buena mujer. pero para SAD no había nada que fuera atractivo, salvo los restos y los espectáculos.

-Buenos días, ¿Los señores desearán algo de beber?-preguntó en un tono amable mientras les dejaba una carta con el menú a cada uno sobre la mesa.

-Un ron... Y tráeme algo de tabaco-contestó el pelirrojo.

-Yo tomare lo mismo que él, un ron, por favor-conteste casi sin mirar a la muchacha.

La chica tras anotar los pedidos se fue corriendo, botando sus curvas levemente. Yo me limite a mirar la foto, tal vez creando unas falsas expectativas en el joven:

-No la conozco, lo siento, soy del North Blue y la verdad pese a que he estado viajando estos últimos tres años, no me suena, lo lamento-respondí con algo de indiferencia.

La camarera trajo las bebidas y el tabaco y yo le pedí el plato del día, y sacando dos billetes de la cartera pagué la cuenta.

-Cóbrate, quédate la vuelta-le dije a la chica dándole un redondeo de la cuenta.

Tras dar un trago a la bebida, de un color anaranjado, la cual tenía un sabor muy dulzón, le pregunte al chico, que tenía un rostro preocupado:

-Es una persona especial, ¿No?-le pregunte al chico.

Espere ansioso su respuesta.

-Yo tomare lo mismo que él, un ron, por favor.

Una vez la chica se marchó esperó impaciente la respuesta de su joven acompañante. Le escudriñaba con la mirada, sin apartar la vista de él. Por un momento le pareció como si estuviese dándole vueltas a algo, lo cual le dio una leve y fugaz esperanza al pelirrojo, la cual se desmoronó cuando recibió su respuesta.

-No la conozco, lo siento, soy del North Blue y la verdad pese a que he estado viajando estos últimos tres años, no me suena, lo lamento-dijo el músico.

Suoh suspiró pesadamente mientras recogía la foto y la volvía a guardar en el bolsillo interno de su chaqueta, ajustándosela tras ello y desviando la mirada, observando a los transeúntes y al resto de comensales. La suerte volvía a abandonarle. Apretó con fuerza uno de sus puños por debajo de la mesa. "No me rendiré hasta dar contigo, Little Red" pensaba, prácticamente tratando de autoconvencerse a sí mismo, aferrándose a una promesa hecha mucho tiempo atrás.

Tras un par de minutos la camarera volvió portando una bandeja, sobre la cual llevaba dos vasos con una generosa cantidad de ron y la cajetilla de tabaco. El chico le pidió el plato del día y el pelirrojo hizo lo mismo, tomando mientras su copa y dando un largo trago, dejando que el licor recorriese su garganta. Tras esto llevó la mano a la cajetilla y extrajo un cigarrillo, colocándolo entre sus labios. Ve que el chico decide invitar y, pese a ello, se mantuvo indiferente, aunque en verdad le agradó.

-Es una persona especial, ¿No?-le preguntó el chico, que se quedó mirándole con notable interés.

Sin contestarle aún, rodeó su dedo índice con su aura y lo llevó hasta el cigarrillo, encendiéndolo y dando un par de caladas, haciendo como si hubiese cogido un mechero y tapándolo con la otra mano para que no lo viese. No es que no se fiase del chico, pero no le gustaba mostrar sus habilidades por lo que pudiese ocurrir. Lo quitó de su boca, dejándolo entre sus dedos mientras miraba al músico para responderle. Habló en un tono serio y que denotó cierta tristeza por tan solo un instante.

-Ella... Es mi hermana.

Tras decir aquello volvió a desviar la mirada, llevando de nuevo el cigarrillo a su boca para dar un par de caladas más mientras llevaba la mano libre a su colgante, el cual miró con cierta nostalgia.

El chico escucho la seria respuesta del chico, su rostro era bastante serio, parecía completamente amargado y no era para menos:

-Ella... Es mi hermana-un tono serio y que denotó cierta tristeza.

El hombre dio un par de caladas y agarro y miro su colgante con fuerza, tal vez tuviera un significado especial para el, como tenían para mí mi crucifijo. Un regalo de mis hermanos, aunque para mi, los recuerdos no residían en objetos, si no más bien en los pensamientos. Eso no significaba que no me costara deshacerme de estos.

-"Otro pobre que busca a tu familia,¿Acaso sirve de algo?, la volverá a perder y volverá a buscar o simplemente los perderá para siempre, es lo que pasa en esta vida"-pensaba yo compadeciéndome de mi compañero mientras cruzaba los dedos de mis manos ante una expectativa creciente.

Hubo un tenso e incomodo silencio entre los dos, la verdad es que eramos ambos dos completos desconocidos, aunque a mí me traía algo a esa isla, buscaba algo de fama. Tal vez esta deseoso de enfrentarme con alguien, una banda pirata rival sería algo más que perfecto.

Di un trago a mi bebida y esta me dio una ideo de como romper el hielo:

-Ron, surge de la fermentación de la caña de azúcar¿Sabes?, luego se la destila y se le añade otros licores o especias, de ahí ese color anaranjado que toma, normalmente se deja fermentar en bidones de roble, al parecer es idóneo para el sabor y así lo llevan haciendo durante milenios. Los primeros que empezaron datan de las civilizaciones india y griega, el famoso Marco Polo los menciona en sus viajes, ¿No es algo increíble?. Aunque la vida es como buen Ron, se guarda y oculta durante largo tiempo, mejorando cada vez más, hasta que aparece, en el fondo todos fermentamos, planeando algo, cumplir un sueño, hacerse más fuerte,matar a tu padre e incluso encontrar a tu hermana.¿Y Tú, qué planeas hacer con tu vida señor...?-le pregunte al hombre, con una mirada tal vez algo sádica.

Sin darse cuenta Sad comenzaba a pillar el puntillo, no era la primera copa que se tomaba en aquella mañana, algunas más y acabaría como una cuba.

Soltó el colgante y dió otro trago más a la copa. El chico había comenzado a explicarle el proceso de producción del ron. No era algo completamente desconocido para el pelirrojo, todo lo contrario. En su isla también se producía aquel licor, en poca cantidad, pero suficiente para abastecer al pequeño pueblo que era su hogar. Mientras el músico le explicaba, multitud de imágenes pasaron fugazmente por la mente de Suoh: los días de pesca, la venta en el mercado del pueblo, la ayuda en casa del doctor Ryu... Solo salió de su ensimismamiento cuando notó el cambio en el tono del chico, que le había formulado una pregunta.

-¿Y Tú, qué planeas hacer con tu vida señor...?

El pelirrojo le miró a los ojos, casi sin pestañear.

-Solo hay dos cosas que busco actualmente: a mi hermana y... Venganza-dijo en tono serio, remarcando la última palabra mientras la ira se mostraba de forma fugaz en sus ojos. Dio una calada más al cigarrillo y, tras soltar el humo hacia un lado, continuó-Esas son mis principales metas. Una vez las cumpla, decidiré qué hacer... El futuro no es la mayor de mis preocupaciones ahora mismo.

Concluyó el pelirrojo al tiempo que volvía la joven camarera, portando en una bandeja plateada el plato del día. Consistía en un generoso trozo de pescado, con algo de ensalada para acompañar y una misteriosa salsa de color rosado bañándolo. La chica colocó los cubiertos y se puso firme con una radiante sonrisa.

-Espero que disfruten de la comida. Buen provecho-y acto seguido se dio la vuelta, volviendo al interior del restaurante a atender a otros clientes.

El pelirrojo dio una última calada al cigarrillo antes de apagarlo en el pequeño cenicero que había sobre la mesa.

-Bueno... ¿Y qué hay de tí? ¿Cuáles son tus objetivos?-preguntó, indiferente, a su acompañante.

Tras escuchar los oscuros deseos del chico, asentí y mostré una sonrisa irónica. la chica nos trajo el plato, era pescado, más concretamente una lubina asada, con cuatro hojas de lechuga, con un buen chorro de aceite. la chica tras hacer una típica muletilla se metió al interior del bar:

La venganza, cuanta gente he conocido como tú, yo no buscaría venganza, solo te mete en una espiral de ira, violencia y muerte, cuanto más la busques más perdido estarás, yo hace tiempo era como tú, buscaba venganza, yo fui perseguido por algo que no hice, solo por venganza, no deberías tomarte eso tan a la liguera-le conteste tras ver el plato de comida.

Di un trago a la bebida y con cuchillo y tenedor comí un trozo de pescado, sin espinas, cuidadosamente cortado. El cual introduje en mi paladar, masticando unas 12 veces antes de tragarle, tras coger la servilleta y limpiarme la comisura de los labios y volví a dar un trago:

-Mi sueño, es realizar un espectáculo, uno tan grande que sea recordado por siempre, que sirva de referencia a las generaciones venideras. Ese es mi sueño, para ello fundare un circo, uno con gran nombre, pero primero he de limpiar mi honor y el de mi familia, tras eso estará establecido los cimientos de mis sueños-le decía tras saborear la comida.

Volví a repetir el procedimiento y tras probar un bocado continúe con mi pesada charla:

-Los sueños deben ser algo constructivo, que ayuden al mundo, aunque esa es mi visión. Tu sabrás lo que haces con tu vida.-le dije al hombre antes de seguir comiendo mientras escuchaba sus respuestas.

SAD parecía mucho más sensato tras estos tres años, sin duda había habido una evolución, un antes y un después. El chico espero

Su misterioso acompañante comenzó a comer y el pelirrojo hizo lo propio, llevándose a la boca un pequeño trozo de pescado, el cual saboreó mientras el chico hablaba.

-La venganza, cuanta gente he conocido como tú, yo no buscaría venganza, solo te mete en una espiral de ira, violencia y muerte, cuanto más la busques más perdido estarás, yo hace tiempo era como tú, buscaba venganza, yo fui perseguido por algo que no hice, solo por venganza, no deberías tomarte eso tan a la ligera.

Tragó el pescado y dio otro trago. Suoh frunció levemente el ceño ante aquella respuesta del joven músico. "Yo no soy como el resto", pensó mientras mantenía la mirada fija en la de él. Siguió comiendo tranquilamente.

-Mi sueño, es realizar un espectáculo, uno tan grande que sea recordado por siempre, que sirva de referencia a las generaciones venideras. Ese es mi sueño, para ello fundare un circo, uno con gran nombre, pero primero he de limpiar mi honor y el de mi familia, tras eso estará establecido los cimientos de mis sueños.

Alzó una ceja levemente al escuchar aquello. Por un lado se imaginaba que sus sueños tendrían que ver con su música, aunque la idea de fundar un circo nunca se le habría pasado por la cabeza. Era algo ambicioso, sin duda, pero contrastaba mucho con lo que perseguía el pelirrojo. Dio un trago más y guardó silencio por unos segundos antes de responderle.

-Se lo que conlleva la venganza, pero mi vida no tiene ningún otro significado actualmente. Realmente, me conformaría con traerla de vuelta-dijo en su habitual tono serio, sin mostrar nada en su rostro y manteniéndole la mirada-Ella es lo único valioso que me queda. Sin embargo... Los culpables no pueden quedar impunes... Y les haré pagar por sus actos.

Tras unos cuantos bocados más el pelirrojo terminó el pescado y pasó a probar la ensalada. No era algo que le gustase sobremanera, aunque debía reconocer que estaba bastante buena. Sin duda los ingredientes habrían salido de alguna huerta de la isla, y parecían bastante frescos.

-No se que haré una vez encuentre a mi hermana, ni me lo plantearé hasta que llegue el momento. Mi única preocupación es ella. Si la encontrase antes que a los culpables, probablemente abandonase mi búsqueda de venganza... No querría hacerla correr ningún peligro.-Suoh bajó la mirada, de nuevo hacia su colgante, observándolo durante unos pocos segundos-Tal vez buscaría un sitio seguro, donde poder vivir en paz... Y donde ella estuviese segura.

Tras decir esto se recostó en el respaldo de la silla, con la copa de ron en la mano. Da un último trago, terminándosela y dejándola sobre la mesa de nuevo, al lado del plato.

-Antes dijiste que debía presentarme... Suoh. Suoh Mikoto.