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Entrenando a las nuevas generaciones [Maestro-Alumno] [Karl-Shiro] Empty Entrenando a las nuevas generaciones [Maestro-Alumno] [Karl-Shiro] {Lun 25 Abr 2016 - 17:45}

Karl se sentó en una roca de la playa, observando el horizonte. El Oficial iba vestido con el disfraz que solía emplear para cumplir misiones para la Revolución: un traje negro, flexible y ajustado, con una capa oscura por encima. Llevaba el pelo recogido en una coleta y teñido de azul oscuro, y una máscara de oni del mismo color. Aunque los altos cargos de la Revolución supieran de su verdadera identidad, no quería que algún espía descubriera que seguía vivo. El número de personas que sabían que el ex-Almirante seguía en activo era muy limitado, y no le apetecía dejar que aumentara, ni siquiera aquel joven al que iba a entrenar debía saber de él. De hecho se había presentado en la carta en que lo convocaba a aquel lugar como el Demonio Azul de la Venganza de la Quimera.

Le habían encargado su entrenamiento urgente, dado que el revolucionario tras una misión había sido identificado, y habían puesto una gran suma por su cabeza. Además era un valioso efectivo para la Armada Revolucionaria, dado que era el usuario de la paramecia de peso. Así pues, era de vital importancia aumentar sus habilidades. Había elegido aquella isla debido tanto a la baja probabilidad de encontrarse con otros seres humanos como por el entorno salvaje, perfecto para el entrenamiento. Había enviado su submarino, la Quimera Submarina, a recogerle a la base de Báltigo. Por lo que le había dicho su navegante por den den mushi, el Sargento Riggs, estaban ya cerca de la isla. Algo aburrido, se abrió un compartimento en la máscara para dejar la boca libre y se llevó a los labios una cantimplora.

máscara:


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Entrenando a las nuevas generaciones [Maestro-Alumno] [Karl-Shiro] Empty Re: Entrenando a las nuevas generaciones [Maestro-Alumno] [Karl-Shiro] {Lun 25 Abr 2016 - 22:48}

Era otro día nevado en la Isla de Báltigo. Shiro se encontraba en su pequeño tallercito montado en su habitación, teniendo espacio para este gracias a algunos pequeños beneficios de haber subido un poco en la jerarquía militar. Si seguía así, a lo mejor hasta podía tener su propio pelotoncillo de ingenieros y científicos, pensó mientras trasteaba con un montón de piezas regadas por toda su mesa de trabajo. Estaba dando los toques finales a un sistema de acoplado más eficiente que le permitiría a su brazo soportar los grandes pesos a los que era sometido sin que su hombro se rasgara, aunque por supuesto aún solo podía usar el peso máximo del brazo durante pocos segundos por uso.

No habían pasado unos minutos desde que se lo acopló al hombro correctamente y le hizo algunos ajustes de calibración para luego acoplarle el resto del brazo, cuando un toque en su puerta le alertó de alguna petición o mandato que le darían dentro de poco. Moviendo su brazo para asegurarse de que las otras modificaciones que le había hecho funcionaran eficientemente junto a esta, un convencido soldado se decidió a abrir la puerta, encontrando a un sargento que le avisó de un navío que lo estaba buscando.

Confundido acerca de las intenciones o el propósito de buscar a un simple soldado como cualquier otro... bueno, hasta que se hablaba de su recompensa y poderes, Shiro se dirigió a la costa de Báltigo, donde efectivamente un submarino (con forma de... ¿tiburón?) le esperaba, con tres otros revolucionarios que le contaron lo que sucedía. Aparentemente un oficial revolucionario, el Demonio Azul que formaba parte de su división, le había convocado a una isla en el Nuevo Mundo (!) y aparentemente no había elección con respecto a esto, una orden de un oficial no se cuestiona si se conoce que sus intenciones son buenas.

Esperando que todo eso fuese una forma de entrenar en un mar que no perdona, donde posiblemente caería al borde de la muerte varias veces pero se haría mucho más fuerte en cambio, el rubio simplemente regresó a su pequeño cuarto para empacar algunos cachivaches, herramientas e instrumentos médicos, así como una sustancia realmente intrigante que había descubierto hace poco, pero que requeriría de más investigación para deducir sus propiedades exactas. Por el momento había descubierto dos cualidades únicas en esta: Sus propiedades físicas y químicas eran altamente inestables, y era capaz de formar reacciones exotérmicas con una liberación de energía demasiado alta para tan poca muestra (ya casi había causado una explosión anteriormente mientras experimentaba con ella) Tras empacar lo anteriormente mencionado en una mochila de tamaño moderado, se la echó al hombro y regresó al submarino, entrando junto a los otros tres revolucionarios y zarpando a Mystery Island, donde se llevaría a cabo el entrenamiento.

Durante el viaje, el cual duraría bastante tiempo según le decían, se la pasaba haciendo una de tres cosas: dormir como si no hubiese un mañana (aunque despertaba a cada dos horas), observar si había algún cambio en la sustancia verde y viscosa que se había traído (Ya que ahora estaban en una cabina presurizada y no en condiciones ambientales comunes. La investigación no dio ningún fruto: La sustancia se comportaba exactamente igual) y cantar fragmentos de canciones para animar un poco a los otros, a los cuales no parecía importarle mucho y a veces hasta tarareaban o golpeaban el suelo metálico con la suela del zapato marcando el ritmo.

"Just a dime store poet
Keeping pace, talking his face blue
Two dollar store tramps
To get a glance, a new chance at you

Walk past the dance floor
That's always been a dear friend of mine
Cuckolds and concubines
Dancing in four, four time

"Hey mister" the bellman says "I can only recall and spend some time I said"
So he replies "Then how do you manage?"
I dodge the blast, and apologize for collateral damage

In love, I've always been a mercenary, but I never leave my post when the cash runs out
I want to make you quiver
Make your backbone shiver
Hey kid, take the stage and deliver
"Hey mister" the bellman says "I can only recall and spend some time I said."
So he replies "Then how do you manage?"
I dodge the blast, and apologize for collateral damage"


Antes de que el rubio se percatase, habían llegado a la isla al fin. ¿Tanto había dormido? Igualmente, ya no le quedaban muchas canciones que cantar, así que había sido una suerte haber llegado pronto. Era un día perfecto, soleado con algunas pequeñas nubes blancas, pero si conocía algo del Nuevo Mundo, es que el clima es extremadamente impredecible y podía cambiar en cualquier momento. Ante el desembarco, Shiro esperó a recibir instrucciones, parado un poco adelante del resto de revolucionarios.




FICHA


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