[Maestro-Alumno] ¡Muévete! [Privado Tobías Thorn]

El viaje hasta Lvneel se me estaba haciendo eterno. Normalmente solía entretenerme leyendo u cuidando de mis mascotas si las llevaba conmigo, pero en esta ocasión no llevaba a ninguno de mis compañeros y las palabras del libro que reposaba abierto en la cama se resbalaban de mi mente sin que fuese capaz de retener nada. Una vez que releí la misma página tres veces y seguía sin entender nada lo dejé tirado y me puse a hacer sesiones de estiramientos. Al fin y al cabo venía para entrenar.

Un tiempo atrás había estado entrenando con el marine y capitán de la flota a la que pertenecía, los Crisom Wolves, a despertar y controlar el Bushoushoku Haki. Fueron unos meses de trabajo duro en el que tuve que mejorar varios aspectos para conseguir la meta, pero mi aprendizaje sólo había comenzado ya que el capitán me habló de otro de haki ofreciéndose a entrenarme en él.  Ya había oído hablar de el Kenbunshoku Haki y de las utilidades que se le podía dar, pero estaba decidido a aprenderlo por mucho que Kimura me avisase de su dificultad.

-Voy a conseguirlo - me repetía una y otra vez entre sesión y sesión de estiramientos, hasta que por fin escuché voces en la embarcación que avisaban del avistamiento de tierra.

Terminé lo que estaba haciendo y comencé a guardar las cosas que tenía desperdigadas por el camarote poniendo sumo cuidado en que no se me quedase nada atrás. Había viajado en un barco de mercaderes que venían a vender especias y alguna que otra cosa más, pero una vez me encontré en cubierta dirigiéndome a proa viendo como los muelles estaban a unos cuantos metros, salí corriendo dando un gran salto impulsándome con el Geppou para llegar cuanto antes a mi destino.

Toqué suelo siendo objeto de varias miradas por mi entrada en el puerto, pero yo ya estaba deleitándome de las distintas emociones que comenzaban a hervir por todo mi ser. La emoción y la tensión de llevar de nuevo mi cuerpo al límite para mejorar, la incertidumbre y temor a fallar en mi empeño, todo eso me tenía en un estado de éxtasis constante mientras avanzaba a la playa donde había quedado con el pelirrojo sumido en un intento de controlarme.

Al llegar a la playa pude ver en la lejanía una especie de cabaña, era un lugar extraño para montarse un hogar o lo que fuese, aunque lo que más llamó mi atención fue la persona que se encontraba sentado en la entrada. Nada más vislumbrar el tono rojizo de su cabello y el verde de sus ropajes reconocí a mi capitán, el cual parecía disfrutar de la brisa de la playa plácidamente, casi daba pena molestarlo, pero sólo casi. Seguramente él me había reconocido, puesto que era una mancha oscura en la blancura de la arena de la playa dado a mis ropajes habituales, pero por si acaso una vez estuve lo suficientemente cerca para que me oyese llamé su atención.

-Buenas capitán, espero que hayas tenido una buena travesía al venir, ¿cómo te va todo? - comencé en forma de saludo mientras estiraba el brazo para estrechar la mano de aquel hombre que tanto respetaba. -Estoy listo para comenzar a entrenar - dije sonriendo a la par que recogía mi larga melena en un coleta. Era una costumbre que había adquirido durante mi anterior entrenamiento con él y desde entonces lo hacía cada vez más a menudo.

En parte tenía ganas por saber como le había ido durante el tiempo que no lo había visto, pero no podía evitar lanzar miradas furtivas hacia la cabaña con curiosidad. -¿Habrá preparado algo ahí dentro para el entrenamiento o sólo es un lugar donde dormir durante el tiempo que durase? - pensaba mientras esperaba la contestación del marine.

El pelirrojo salió de su ensoñación levantándose para corresponder mi apretón de manos mientras sonreía. Se comportaba igual de sereno que siempre, Kimura no es de esos que se andan con rodeos, si no que era conciso. Era un rasgo de mi capitán que me gustaba, era el contraste perfecto para contrarrestar la impulsividad del segundo al mando de la banda, consiguiendo así un equilibrio donde había comenzado a abrirme hueco poco a poco. Normalmente no solía confraternizar mucho con nadie más allá de cumplir mis misiones y ya está, pero desde que en mi vida se cruzaron el peliblanco y el pelirrojo comenzaba a notar que tenía amigos, aunque no era momento de pensar en eso ya que mi motivo iba más allá de lo social, además tras el saludo el marine se había puesto más serio.

Según escuchaba cada palabra del pelirrojo no podía evitar recordar las charlas que tuvo conmigo cuando me enseñó el otro haki. Usaba el mismo tono de voz serio, aunque se notaba que ya había más confianza puesto que el lenguaje no verbal era mucho más cercano.

-No te preocupes capitán, lo daré todo como la última vez, e intentaré no hacer locuras - dije usando el mismo tono serio.

La verdad es que tenía que reprimir el entusiasmo que sentía por volver a probarme de nuevo e intentar aprender algo nuevo. Era una sensación que recorría mi cuerpo dándome energías, pero mostraba una actitud seria para que el marine no creyese que me lo tomaba como un juego.

Nada más el marine comenzó con la explicación yo ya estaba preparándome atando mi pelo en un coleta mientras me sentaba. La primera vez que intenté usar la energía del haki sólo conseguí agotarme absurdamente recurriendo a cosas innecesarias, pero ya sabía donde buscar dentro mí. Cierto era que esta vez la energía tenía que dirigirla a mi cerebro y era algo que en el fondo me daba respeto, ya que consideraba mi mente como uno de los mayores tesoros, pero intenté concentrarme y alejar los malos pensamientos.

Respiré hondo varias veces controlando mi respiración recordando como lo había hecho en ocasiones anteriores y me concentré en la resplandeciente energía del haki que había en mi interior. Tiempo atrás había conseguido acceder a ella de forma automática para formar esa segunda piel en alguna de mis extremidades sólo con desearlo, pero no quería precipitarme con esto y decidí ir dirigiendo esa energía paulatinamente hacia mi cerebro.

Según iba aplicando más energía comencé a sentir una expansión de mis sentidos. Cuando al principio sólo escuchaba el rumor de las olas bailando en la orilla también  comencé a oír más cosas. El susurrar del viento pareció intensificarse al unísono de que la respiración del marine. Respira tranquila y profundamente, casi en un suspiro, pero ahora perfectamente reconocible para mí. Aunque la cosa no se limitaba ahí, puesto que al ir aumentando la cantidad de energía en mi cerebro otras cosas me asaltaban. El olor a salitre se hizo más persistente que nunca y podía sentir a través de mis finos ropajes el suave roce de la arena bajo mis posaderas. Nunca antes se me había antojado tan áspera, parecía que podía sentir el cúmulo de granos de los que estaba compuesta.

Eran un desborde sensaciones nuevas y decidí dejar de seguir sumándole energía a mi mente. Necesitaba poder acostumbrarme a todo aquello antes de poder ir más allá, puesto que temía que un sobre exceso de información pudiese producirme algún tipo de colapso neuronal, asique permanecí unos instantes así hasta que esas nuevas cosas dejaron de molestarme. La verdad es que la sensación tardó en desaparecer más de lo que esperaba, puesto que parecía que mi propios sentimientos también estaban siendo aumentados reflejándose de una forma más potente, y los temores se hicieron complicados de dominar.

Pasado ese tiempo incierto y ya una vez más controlado de nuevo, comencé a inyectar más energía en mi buscando el siguiente paso. Todo comenzó a notarse de una manera extraña, llegaba a notar las cosas tanto que parecía verlas. No, algo más que eso, comenzaba a comprender mi entorno y como funcionaba. Notaba como la ola de la orilla se recogía cuando todavía no estaba llegando, notaba como el marine expulsaba el aire de sus pulmones cuando todavía estaba inhalando. Todo comenzó a sobreponerse por unos instantes abrumándome por unos instantes.

La sobre exposición a la información había conseguido sobrecargar mi cerebro por unos instantes haciendo que perdiera el control sobre el flujo de la energía que estaba empleando. Hubo un chorreón de energía causándome una visión completamente distinta, aunque no sabía definirla. No era nada físico ni material, era como un sentimiento, pero lo más extraño es que no era mío. Era algo exterior, aunque fue algo tan repentino y real que por un instante tomé ese sentimiento como mío haciendo que perdiese el control mientras abría los ojos dando una gran bocanada de aire. No sabía si incluso se me había olvido respirar.

Nada más abrir los ojos todo dio vueltas por un momento, seguramente si hubiese estado de pie me hubiese caído, pero más apremiante ahora era calmar mi respiración. Me faltaba el aire como si acabase de tener una larga pelea y no quería terminar hiperventilando.

-Perdona capi, se me fue de las manos. Una vez comencé a sentir más de lo normal me precipité queriendo más - respondí al pelirrojo mientras me recuperaba. -Prometo no excederme esta vez – terminé alargando la mano para coger un refresco que me acercaba. La verdad es que estaba sediento y me lo bebí de los largos tragos.

Tras tener en cuenta las palabras del capitán comencé a respirar lentamente de nuevo mientras volvía a concentrarme en mi interior. Comencé a canalizar la energía que usaba cuando hacía aparecer mi haki armadura y lo dirigí hacia mi cabeza de nuevo, pero controlando cuidadosamente el flujo. No quería excederme y sobrecargarme de nuevo

Tras un rato aumentado ese flujo de energía concentrado sólo en el oído y en el tacto llegué a un flujo adecuado.  Las cosas parecían tomar más matices según me concentraba en ellas. El suave rumor del oleaje comenzó a sonar como si estuviese sentado en la orilla, volvió el cantar de los pájaros una vez me concentré más allá, incluso parecía escuchar el aleteo de sus alas al volar. El sonido de la brisa iba creciendo a la vez que comenzaba a escuchar también el chirriar de algún insecto, hasta escuché un par de chapoteos en el mar por encima del bramido de las olas al romper. Me costó bastante acostumbrarme a tanto ruido de golpe, pero me aferré a uno de ellos anclándome a él como símbolo de realidad. Era un sonido ya conocido para mí y no me costó recurrir a él cuando notaba que me desviaba, el sonido era tan suave, pero a la vez tan calmado que me trasmitía esa misma sensación. Recurría a la respiración firme, aunque lenta de Kimura. Sentía que se movía de aquí para allá y no pude evitar que una pequeña sonrisa floreciera en mi cara al notar que conseguía parte de lo que quería.

Ya una vez asimilé todo esos sonidos como algo normal comencé a tocar la fina arena donde estaba sentado. Podía sentir como algo que parecía ser sólo una cosa a simple vista, se transformaba en una composición de muchas menores. Notaba distintas texturas y granulaciones en un solo pellizco. Era impresionante el poder notar todo eso y no pude evitar tocar mis propias manos. Era completamente una locura el notar cada surco en la piel, en una sola mano había completamente un entramado que se asemejaban a un laberinto de caminos que discurrían por todos lados, incluso los callos de la mano que más usaba para combatir se notaban más, parecían unos tortuosos montes que cortaban dicho entramado.

La experiencia era completamente reveladora, tenía ganas de levantarme y comenzar a tocar más cosas. ¿Cómo sentiría la corteza de los árboles? ¿Cómo sería acariciar el envés de alguna hoja aterciopelada? ¿O la suave piel de una mujer?

No sabía exactamente si estaba consiguiendo lo que mi capitán pedía, pero creía haber alcanzado ese punto medio necesario y como no quería dejar de sentir todo aquello que notaba, seguí así hasta que el capitán creyese oportuno. Si estaba haciendo algo mal esperaba que me parase, pero yo seguí expandiendo mis sentidos cada vez más lejos. Ya no era sólo escuchar o notar las cosas, si no que comenzaba a sentirlas. Había como una gran fluctuación de esos sentimientos entremezclados de la zona de donde había venido. Creí al principio que volvía a perder la cabeza, pero no era así. Comprendí que debían ser todas las personas del puerto. Se movían para arriba y para abajo como si de hormigas se tratasen, aunque también comencé a sentir a los pájaros y demás insectos que había cerca. Ya sólo no los escuchaba, si no que podía sentir como se movían. Un pájaro volviendo a su nido o incluso un ratón revolviéndose en su madriguera.

Seguí inmerso en aquel nuevo mundo una vez encontré el término medio en el flujo de energía. Todo era maravilloso al igual que abrumador, pero ahí estaba ancla a la realidad moviéndose de un lado a otro. Podía sentir a mi capitán merodeándome, quizás era algún tipo de prueba, pero enseguida volvía a distraerme con una nueva textura en la arena, como con un revuelo de varias aves peleándose por un trozo de pescado. Todo era completamente fascinante.

Hubiese seguido ahí inmerso durante más tiempo, pero algo perturbaba mi bienestar. Era una sensación bastante extraña que no sabía muy bien definir, sólo notaba una especie de sensación distinta a las otras. No porque se diferenciase mucho del vorágine de emociones que sentía proveniente de la zona del puerto, si no que era como algo personal. Sentía como esa especie de sentimiento hacia mi persona, según iba intensificándose esa sensación más iba definiéndola. Parecía como una especie de hostilidad, pero exenta de peligro. Era algo extraño, como una especie de broma pesada.

-¡Eso es! - exclamé para mi mismo cuando identifiqué la fuente y el sentido de esa sensación.

Provenía de lo que pensaba que era Kimura y me pareció sentirlo a mis espaldas dispuesto a hacerme algo, no sabía qué, pero lo suficiente como para que abriese los ojos de golpe en dirección a donde lo sentía llevándome una gran sorpresa.

-¡Joder Kimura, pareceré un unicornio el resto del día! - espeté tras proferir un grito de dolor mientas me echaba las manos a la frente.

Cuando abrí los ojos solamente me había dado tiempo a ver como el capitán lucía una cara de travesura como nunca antes le había visto mientras me propinaba un simple, pero duro coscorrón. Si no lo hubiese sentido me hubiese golpeado en el cogote, pero al girarme me lo llevé en plena frente.

-Me pareció notarte venir, pero no supe identificar bien todo lo que sentía. Es sencillamente.... Impresionante - terminé sonriendo a pesar de estar aún frotándome donde me había golpeado. Un simple golpe como ese no me iba a desmoralizar después del nuevo mundo que podía comenzar a descubrir.

Parecía que el capón que acababa de darme el pelirrojo era lo más divertido que hacía desde hace mucho tiempo, puesto que mantuvo esa ligera sonrisa mientras seguía hablando.

-Ya... Ya... Capitán, pero la última vez me cortaste una pierna, aún lo recuerdo - dije manteniendo el mismo tono jocoso. - Asique unos capones no me echarán atrás.

Volvía a concentrarme de nuevo haciendo fluir la energía de la misma manera que lo había hecho antes, pero  como ahora sabía lo que buscaba no me dejé distraer por aquello que tanto me entusiasmaba, incluso pasé de las demás presencias que notaba en la lejanía para centrarme en la que ya comenzaba a tornárseme reconocible y comenzaba a moverse. Confiaba que el pelirrojo no sacase su vena maligna y no usase haki en los golpes si me veía en la necesidad de recurrir a mis poderes, si no veía que terminaría con la cabeza llena de bollos.

El primer golpe fue sencillo de notarlo venir y girando la cabeza pude esquivarlo sin problemas. Ahora comprendía como el capitán reaccionaba tan bien el día que entrenamos juntos, esta habilidad unida al Kami-e tenía que ser bastante útil, pocos enemigos podrían atacarte de forma tan directa, ya que podías notar la intención antes de quien observases antes de que la realizase. Era algo espectacular, daba un poco la sensación de un dejavu pero siendo consciente de él, pudiendo así esquivar con bastante facilidad los siguientes golpes que intentaba el marine. Sólo tenía que concentrarme y que todo se limitase a izquierda, izquierda, derecha, hacia atrás, etc.

Creía que lo tenía controlado cuando el marine comenzó a ir demasiado deprisa, ya no sabía decir cuanto rato llevábamos jugando a esta especie de gato y el ratón, pero ya no era tan fácil ni divertido. Parecía que sus intenciones se sobreponían unas a otras haciéndome dudar hasta el último segundo. Notaba como incluso en algunos casos llegaba a rozar mi piel dejándome claro que no podría seguir así, por no mencionar que el control comenzaba a hacerse más pesado a esa tensión. Sentía un golpe directo y seco que vendría por la derecha, pero de repente cambió a otro que era vendría desde arriba con intención de darme otro capón, sabía que no tendría oportunidad de seguir mucho rato así y dudaba que ese pudiese esquivarlo sin poder hacer algo de "trampa". Antes de que llegase el puño a mi cogote me deshice en un charco de sirope alejándome del pelirrojo y recomponiéndome de nuevo, pero de pie y con los ojos abiertos.

-Creo que me va a estallar la cabeza si no respiro un poco - dije entre jadeos. - Un "refresquito" de esos de los de antes me vendría como anillo al dedo.

Atrapé "al vuelo" la lata que el pelirrojo me lanzó y me dispuse a dar un largo trago de ella mientras escuchaba sus palabras. El marine parecía contento con mis progresos, pero por sus palabras también parecía que quería exprimirme al máximo haciéndolo aún más difícil. Todavía notaba un zumbido en la cabeza por el esfuerzo y el golpe anterior, pero el azúcar del refresco ayudaba como reconstituyente notando así una leve mejoría, al menos ya podía comenzar a pensar con claridad de nuevo.

- Me parece perfecto capi, pero voy a terminarme esto primero si no te importa - dije alargando un poco el contenido del refresco dando tragos más cortos ahora.

Ya había entrenado con Kimura antes y sabía que no era nada indulgente con sus pupilos, asique quería estar lo más centrado posible y para eso necesitaba unos segundos más de reposo. El Kenbunshoku haki era bastante fascinante, pero consumía bastante recursos, asique alargé un poco la pausa para recuperar energías mientras estiraba un poco aprovechando la escusa de que íbamos a luchar.

- Vamos a ello capitán - dije una vez noté que estaba mejor. Al fin y al cabo la sensación que transmitía los preliminares de un combate eran vigorizantes.

Nada más terminar mis palabras dirigí la energía hacia mi cerebro como lo había estado haciendo hasta ahora mientras escuchaba a Kimura atentamente. Por unos instantes todo se volvió más nítido, los colores se hicieron más intensos, hacía que la heterocromía del marine se pronunciase aún más a la vez que su tono de voz adquirió un matiz distinto. Era impresionante como podían acentuarse los sentidos si dirigías la energía interna de diversas maneras, se podían conseguir resultados bastantes curiosos que no dudaría en explorar en un futuro sabiendo que conseguiría excelentes  resultados, pero no era el momento. Ya sabía que no tenía que centrarme en los sentidos en sí, si no ir más allá. Pasar a un entendimiento mayor como había conseguido cuando estaba sentado. Creí que sería igual de "fácil" que el paso anterior, pero me costó más de lo que me gustaría reconocer. En parte creo que llegué a conseguirlo cuando noté que los brazos del pelirrojo adquirían aquel tono metálico que tantos problemas solía traerme.

Salté hacia atrás esquivando el primer golpe intentando dejar de centrarme en como lo haría normalmente e intentar notar los movimientos de mi capitán, pero el habituamiento de mucho tiempo combatiendo me distraía de aquel nuevo camino que me quería imponer. Caía fácilmente en mis técnicas defensivas recurriendo a mi propio haki armadura para bloquear los golpes que no era capaz de esquivar y mucho menos de sentir.

Cruzamos varios golpes más, en aquel baile que es un combate, y comencé a frustarme por no ser capaz de llegar al nivel de concentración que había tenido un rato antes. Podía notar como casi llegaba a alcanzar mi objetivo, pero entonces tenía que bloquear u agacharme para que el marine no me vapulease consiguiendo que tuviese que comenzar de cero. La sesión se estaba alargando y creí que no llegaría nunca a conseguir mi objetivo y Kimura comenzaba a ganarme más terreno haciendo que bloquease más que esquivase poniéndomelo más complicado. Estaba a punto de rendirme para pedir un descanso u otro planteamiento de entrenamiento, pero tampoco quería marcharme sin dar guerra a Kimura. No quería que el marine se defraudase conmigo, asique pensé en recurrir al Kami-e para comenzar a esquivar algún golpe y poder contraatacar al menos una vez, cuando derepente vi el camino que necesitaba para llegar a eso que el pelirrojo me pedía.

Entré en ese estado que era necesario para dejarse llevar como una "hoja de papel" cuando comencé a intuir por donde vendrían los siguientes golpes del marine. Sonreí con energías renovadas al notar que "sentía" algo a pesar de que estaba con la respiración entrecortada pir el esfuerzo, pero pude esquivar la siguiente sucesión de golpes de Kimura buscando un hueco.

- Izquierda, izquierda y derecha - pensé a la par que me movía. - Ahora.

Pasé por debajo de su brazo colándome en una abertura que creía  haber visto y plasmé un golpe con la palma de la mano imbuída en haki dirección al pecho del marine.

En el fondo me hubiese gustado llegar a sobrepasar la defensa del marine con aquel movimiento que realicé, pero el marine interpuso su mano bloqueándolo con facilidad. Me retiré rápidamente, esperando el siguiente movimiento de mi capitán e intentar prevenirlo, pero dicho ataque no vino por su parte, si no que el marine relajó su postura y se puso a hablar.

- De acuerdo capitán, estoy deseando ver que me tienes preparado ahí dentro, pero seguiré tus instrucciones. La última vez nos salió bien - dije con una pequeña sonrisa tras recobrar un poco el aliento a la vez que señalaba la cabaña de madera.

Me había prometido a mí mismo que no entraría en ella hasta que el marine no decidiese que estaba preparado, asique volviendo a enjaular mi curiosidad en un recóndito lugar de mi mente, me senté en el suelo adquiriendo la misma posición que la de antes y comencé a respirar profundamente para relajarme y concentrarme de nuevo en esa energía que fluía dentro de mí.

-Comencemos - dije una vez me sentí preparado.

Creía sentir de nuevo al pelirrojo y así empezó aquel extraño "juego" que había diseñado el marine para el entrenamiento, el cual se alargó durante toda la tarde hasta llegar bien entrada la noche.

Me sentía bastante cansado a pesar de que no me había movido casi del sitio, pero aún así cuando terminó la sesión del día notaba los músculos cargados, al igual que una jaqueca horrible que atenazaba mi cabeza, aunque a pesar de los malestares esa noche acabé dormido sobre la arena en apenas unos minutos, pero descansé con la alegría de que podría avanzar en el dominio del haki. Me costaba arrancar al principio, pero creía que ya iba pillándole el tranquillo y no dudaba de que aunque tuviese que darlo todo de nuevo al final conseguiría dominarlo.

El día siguiente comenzó con una sesión de estiramientos y de ejercicios simples para oxigenar el cuerpo, ya que al levantarme me encontraba completamente entumecido, pero aún así hice los ejercicios. Al terminar me acerqué a la orilla para asearme un poco en el agua del mar, era la primera vez que hacía eso en esta isla, pero lo que aún no sabía es que esa iba a ser mi rutina inicial durante muchos días.

Una vez terminado el aseo comenzamos con una sesión del "juego del pelirrojo”, como me gustaba llamarlo, durante gran parte de la mañana, luego descansábamos comíamos y comenzábamos con las sesiones más físicas, que era cuando luchaba con el capitán. Era la marine podía ser bastante duro, aunque por suerte para mí siempre estaba atento y me ayudaba a corregir tanto movimientos de combate, como pequeños trucos para hacer fluir la energía de manera correcta sin terminar distraído. La verdad es que me sentía afortunado, pero cada vez que acabábamos el combate y volvíamos a jugar al "juego del pelirrojo" una vez más antes de dormir, una parte de mí lo odiaba.

Tampoco es que fuese un odio como tal, sino que según fueron avanzando los días y adquirí mejor control de lo que hacía, me parecía notar como disfrutaba con cada coscorrón que no lograba esquivar de aquel maldito juego. En parte también lo comprendía, ya que al principio el marine dijo que nos tiraríamos una semana así antes de adentrarnos en la cabaña, aunque mi avance fue algo más lento, no encontrándome listo hasta la segunda al menos, pero aún así por cabezonería propia porque tenía ganas de pulir lo que estaba aprendiendo estuve realizando ese entrenamiento tan exhaustivo durante tres semanas. Por lo tanto podía entender que el pelirrojo buscase algún entretenimiento, aunque ese fuese deleitarse con los golpes que me daba.

Al levantarme el día veintidós de entrenamiento, hacer el estiramiento y asearme. Me acerqué al marine con fuerzas renovadas, a pesar de los múltiples moretones que adornaban mi cuerpo, y le dije con una sonrisa de oreja a oreja.

- Todavía no soy un especialista, ¿pero aún así crees que ya estoy listo para entrar?

La verdad es que gracias al cansancio pude mantener a raya mi curiosidad, pero hoy se hoy se encontraba hambrienta. Mi mente había imaginado mil cosas distintas que podía haber allí dentro, aunque seguramente ninguna de ellas se acercaba a la realidad.

La actitud pensativa inicial de mi capitán sólo conseguía suscitar mi innata curiosidad, deseando averiguar de una vez que había en el interior de aquella maldita cabaña, aunque por suerte parecía que mi espera ya no duraría más, o eso entendí al escuchar las palabras de mi capitán.

- Intentaré mantener la compostura - fue mi escueta respuesta a sus palabras. Tenía demasiadas ganas de ver el interior como para andarme por las ramas, aunque tengo que admitir que un sentimiento de inquietud me atenazaba mientras esperaba a que me diese la señal de adentrarme.

He de decir que me desilusioné un poco al comprobar que todo estaba tan a oscuras que no podía ver nada, pero aún así entré poco a poco atento al sentido del oído mientras escuchaba las palabras de explicación y advertencia del pelirrojo. Su voz sonaba amortiguada, como si se encontrase metido en una caja u algo así, aunque poco importaba. Me comencé a concentrar como había aprendido en estas semanas atrás y me centré en buscar la otra "voz" del pelirrojo justo en el momento que gritó *¡Muévete!*

La verdad es que sí que me moví, no porque presintiese algo más allá de aquella sensación que siempre sentía antes de que me diese un capón en su maligno juego, sino que sus palabras fueron claras y menos mal que hice caso. Un objeto paso escasos centímetros de mí y por todo el aire que arrastraba se notaba que debía ser algo grande y veloz, aunque no pude discernir más sobre el tema, ya que de repente algo me impactó bruscamente desde otra posición. Haciendo que la mitad de mi cuerpo se deshiciese en varios pegotes marrones al mismo tiempo que la sala se impregnaba de un olor dulzón.

- De acuerdo capi. ¡Sigamos! - grité una vez estuve de una pieza y me había concentrado de nuevo.

Al principio pensé que sentiría más angustia al prescindir del sentido de la vista, pero gracias al juego del pelirrojo me había acostumbrado a hacerlo y me ayudaba a concentrarme. Una vez busqué la "voz" del marine y la encontré, comencé en serio con este nuevo entrenamiento tan peculiar hasta bien entrada la tarde. Creí que sería más fácil dado el tiempo que llevaba ya practicando, pero el marine había conseguido construir un buen emplazamiento para el entrenamiento, cubriendo cada ángulo del habitáculo, haciendo difícil esquivar aquellos malditos objetos que se movían bastante rápido. En el primer intento sólo fui capaz de esquivar dos de ellos y así estuve estancado durante todo el día hasta que caí rendido con un fuerte dolor de cabeza por la concentración. Acabando así un primer día algo desastroso, porque lo que aún no sabía es que Kimura me tenía más cosas preparadas.

El segundo día por más que me esforzaba notaba que no avanzaba, pero ese día tras acabar la sesión en la cabaña y darme uno de aquellos magníficos refrescos, que aún no sabía muy bien de donde sacaba, me hizo entrenar como lo habíamos hecho los días atrás hasta que ya no pude más y caí rendido en la arena de la playa. El siguiente día me había levantado tan molido y cansado que el simple hecho de durar hasta el final pareció un triunfo, aunque por suerte según siguieron avanzando los días mi cuerpo y mente se fueron acostumbrando a aquel duro entrenamiento. Ya conseguía esquivar más de dos troncos seguidos y ya conseguía escuchar más veces la otra "voz" de Kimura. Por fin todo parecía ir con buen progreso, hasta que el marine elevó la dificultad de la prueba tras un par de semanas de entrenamiento. El muy maldito comenzó a tirar de más de una cuerda a la vez, haciendo que me tuviese que esforzar el doble. Me hacía explotar mi nueva visión llevándola más allá, haciendo que esa "voz" se comenzase a transformar en pequeños retazos de las siguientes acciones del pelirrojo. Era un lapso muy corto de tiempo, en el cual tenía que exprimir cada una de mis cualidades tanto físicas como mentales para poder reaccionar ante ellas.

Al cabo de casi una semanas más así y comprobar que no completaba ninguna sesión entera en la cabaña, a pesar de que notaba una gran mejoría, me planté delante de mi capitán para hablar con él.

-Creo que algo falla capi, a veces consigo escuchar tu "voz" durante unos instantes, pero no logro ser más rápido que esos malditos cacharros - no pude evitar usar un deje de fastidio en mis últimas palabras. - ¿En qué fallo?¿Crees que sería buena idea implementar mi técnica del kami-e en el entrenamiento?... Siento que necesito mejorar en algo... Pero estoy tan cansado que casi no tengo tiempo para pensar en ello... - dije mostrando mis preocupaciones a aquel hombre en que tanto confiaba.

Al principio arrugué el ceño durante un instante cuando escuché las palabras del pelirrojo. No pude evitar sentirme como una especie de cobaya para experimentos, pero rápidamente se me pasó cuando comprendí que realmente lo que estaba haciendo el marine era valorar mis cualidades. Parecía que él tenía más esperanzas en mi potencial que yo mismo, por lo que no tardé en cambiar el primera gesto por una sonrisa de autocomplacencia. Seguramente estaría pareciendo algo infantil, pero el paso de los días hacía que perdiese mi máscara inicial y comenzaba a darme un poco igual.

- Está bien Kimura, que conste que me guardo que hayas "experimentado" conmigo y espero una buena comilona por tu parte para que se me olvide... - comencé a decir dejándome llevar por mi nuevo estado de ánimo, pero mis palabras se vieron interrumpidas por los actos del marine.

Generó dos espadas con su peculiar habilidad mientras en su mirada se reflejaba aquel brillo de determinación que lo caracterizaba antes de combatir. No había terminado de articular su frase y yo ya estaba adquiriendo una postura defensiva. Manteniendo la pierna izquierda adelantada respecto a su opuesta y levantando los brazos para terminar de equilibrarme mientras comenzaba a concentrarme como estos días atrás en escuchar la "voz" de mi nakama. Su avance fue rápido, haciendo alarde de su velocidad mientras sus armas adquirían el característico color del haki armadura. Desde luego no estaba conteniéndose y debía centrarme por completo en la batalla.

Esta vez me costó menos tiempo en encontrar lo que buscaba que en la cabaña. No sabía si era por el puro instinto de supervivencia ante el ataque del pelirrojo o que me sentía más cómodo con este tipo de entrenamiento, pero el caso es que una micro imagen de un lapso muy corto de tiempo pasó por mi mente. Como cuando estás leyendo un libro que ya has ojeado con anterioridad y ya sabes que va a pasar antes de leer la siguiente línea. Quizás no fuese el mejor ejemplo, pero era la manera en que mi cabeza traducía todo aquello y ahora captaba las intenciones superficiales de mi capitán. Sentí como su ataque iba directo a mi pecho con las dos armas y retrocedí justo en el último momento, esquivando casi por completo aquel funesto ataque por los pelos. Noté como una de las espadas desgarraba parte de mi atuendo y me realizaba un ligero arañazo en el pecho, arrancándome una mueca por el escozor, aunque no había tiempo para comprobar el estado de dicha herida. El marine no paró en sus acometidas y me mantuvo en alerta y movimiento por un rato más. Girando, saltando u agachándome cuando era necesario, sumidos en la danza del combate.

Al comienzo me libraba de milagro. Mis ropas se rasgaron por más lados y mi cuerpo quedó adornado con algún corte que otro, incluso me pareció ver como un pequeño mechón de cabellera negra adornaba el marrón de la playa donde nos encontrábamos. Pero según avanzó el combate era más fácil reaccionar ante aquellas "imágenes" que me ayudaban a saber cual sería el siguiente movimiento del marine, haciendo que los ataques quedasen en intentos y no llegasen a tocarme. El esfuerzo que tenía que hacer solo para defenderme era bastante fuerte, pero tras leer las intenciones del pelirrojo una vez más me arriesgué a contraatacar.

Su ataque era en horizontal, un tajo a la parte alta del pecho y otro a la parte baja del vientre. No tenía mucho tiempo para cuestionarme mi siguiente movimiento, por lo que actué con premura. Recurrí al kami-e para esquivar este último ataque, agachándome, clavando una rodilla en la arena y bajando el cogote, por el cual noté como una de aquellas endiabladas espadas pasaba a escasos milímetros de él, para acto seguido girarme en la dirección de las agujas del reloj con un veloz movimiento desde aquella misma postura al mismo tiempo que extendía la pierna que no me servía como apoyo para intentar impactar con una patada baja giratoria directa a la zona interior de las rodillas. Imbuí mi pierna en mi propio haki armadura para fortalecer mi golpe.

Tras aquel movimiento me alejaría de él unos metros mientras le sonreía a pesar del cansancio. Notaba que el marine era capaz de exprimir mi potencial y era algo que necesitaba.

La sensación de triunfo por haber sorprendido a Kimura con aquel golpe, haciendo que el marine se pusiese serio y llevase el combate al siguiente nivel, hacía que me sintiese pletórico a pesar de que estaba en clara desventaja. Combatir de esta manera era mucho más divertido que cuando la agencia me mandaba a sesgar almas sin dejar rastro, por lo que en estas situaciones me entregaba por completo a pesar de que estaba magullado y cansado por la concentración que suponía mantener el haki activado y mi capitán a raya. Tenía que mantenerme en alerta y no dejarme llevar por mi entusiasmo... Y menos mal que lo hice así, ya que el pelirrojo puso durante un segundo ese gesto de fiereza una vez más y se lanzó a toda velocidad a por mí. Gracias a que tenía mi haki activado sabía por donde vendría el ataque, pero una extraña razón no terminó de llegar y se quedó a medio movimiento. No sabía si sería algún tipo de trampa para engañar este nuevo "sentido" que había adquirido, pero aún así a sabiendas que podría ser una artimaña me arriesgué y giré sobre mí mismo y lancé una patada lateral hacia el costado que tenía desprotegido.

Me sorprendí que ese sencillo golpe conectase con esa facilidad, pero entonces comprendí que algo no iba bien antes de que el marine diese las malas noticias. Su gesto se había torcido en una mueca aún peor. Eso solo podía significar enemigos.

- No podemos permitir que se desvíen a la ciudad. Creo sentir que no son muy fuertes, pero con el número que son podrían ser un estorbo... Llamaré su atención - dije tras haber expandido mi haki hacia los pequeños botes que se veían en la lejanía y comprobar de forma superficial su potencial.

Adelanté la posición de mi capitán tras recoger mis armas de la entrada de la cabaña y una vez estuve a unos dos metros de la orilla levanté mis dos brazos hacia el cielo. En una mano empuñaba una de mis pistolas, que no dudé en disparar en cinco ovaciones vaciando casi su cargador, mientras con la otra comencé a lanzar un chorro de sirope hacia el cielo creando una gran señal de tono parduzco. Al principio dudé de si mi plan funcionaría, pero al comprobar que todos los botes se encaminaban a nuestra posición sonreí triunfalmente.

- Bien capitán, veo que seremos su primer objetivo... - dije tras colocarme un momento a su lado una vez más. - Y quiero pedirte algo. Cuando estén lo suficientemente cerca podríamos hundir dos de los tres botes para pararles los pies y quitarnos a algún usuario molesto... Pero me gustaría que me dejase probarme con el resto que lleguen a tierra si no huyen - terminé de forma seria. Si quería conseguir domar esta habilidad tenía que esforzarme al máximo.

El pelirrojo mostró conformidad con mi plan de hundir alguno de los botes para ralentizar su avance y que fuesen entrando poco a poco por la orilla, así que tras coger su arco y disparar, varios piratas se pusieron al remojo.

-No te preocupes capi, pienso darles con todo. Nunca infravaloro a un enemigo - dije al marine tras emularlo y recoger yo mis dagas para así armarme. Sabía por la nueva habilidad que poseía que aquellos enemigos no eran poderosos, pero no había que fiarse de su superioridad numérica. - Además, con ellos no tendré que contenerme - dije sonriendo de oreja a oreja mientras empuñaba mis armas en alto durante un segundo.

Adopté la delantera de nuestro ataque avanzando yo solo. Esperé al momento justo en que los piratas comenzaban a pisar la orilla para echar a correr en dirección a ellos. Algunos parecían deseosos de desatar su ira conmigo... Pero para mala suerte de ellos yo estaba deseoso de poner en práctica mi entrenamiento al máximo. Concentré mis pensamientos en todo el sirope había derramado en la arena y comencé a juntarlo, haciendo que se entremezclase con la arena, y justo cuando pasaba a su lado lo lancé en forma de pequeños chorros a todo aquel que iba entrando en la playa. Apuntaba a sus caras y extremidades, distrayéndolos o tumbándolos al que se fiaba y se dejaba golpear. Todos aquellos que fueron tan dementes o lentos para reaccionar ante mis dulces ráfagas pronto sucumbieron. Una vez activé el Soru y comencé a danzar con mis dos dagas en ristre, me convertí en un manchurrón de color negro que provocó el caos y la muerte entre las filas enemigas. Gracias al haki podía irme adelantando a sus intenciones y pronto comenzaron a sopesar sus oportunidades. Lo malo para ellos es que ya era tarde.

No pude evitar sorprenderme un poco cuando noté la presencia del pelirrojo estática mientras me debatía con los innumerables piratas. En otra circunstancia quizás me lo hubiese tomado de otra manera, pero como nuestros enemigos no dominaban el haki de armadura y solo conseguían manchar sus armas de sirope de forma inútil tampoco le di importancia. Rápidamente se dieron cuenta que no tenían nada que hacer y comenzaron a marcharse de nuevo mar adentro. No era su día de suerte, aunque hubo uno de ellos que tras llegar por fin a la orilla se puso hecho una furia. Debía ser el líder de los piratas. Su nivel de poder era superior al del resto de bucaneros y era el único que se mostraba furioso que asustado por lo sucedido.

Hubo un instante en que me planteé derribarlo antes de que se acercase más al marine, pero pensé que quizás le viniese bien moverse un poco y que no hiciese yo todo el trabajo. Por lo que me quedé observando como lo reducía mientras un último pirata insistente clavaba su espada en mi cuerpo. No sé que cojones esperaba que pasase si no había conseguido nada con la primera estocada, pero aún así lo dejé que se cansase mientras yo aprovechaba para recuperar el aliento a la vez que observaba como su capitán besaba tierra ante el mío. Tras escuchar a Kimura golpeé al pesado en la sien con la empuñadura de una de mis dagas y fui a cumplir las órdenes de mi capitán. Cogí varios grilletes que había en la puerta de la cabaña entre las cosas de Hayate y me dispuse a ponérselos a los que aún respiraban y al jefe.

-Me alagas capitán. Sé que aún tengo mucho que aprender y mejorar. Nunca podría haberlo hecho sin ti. Mil gracias - dije en un tono respetuoso una vez que todo estaba listo. - Ahora volvamos y entreguemos a estos piratas. Tengo unas ganas horribles de darme un baño relajante.