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Hinori se dedicó a comer de todo lo que había por la mesa, pues adoraba su propia comida. Ese era uno de los motivos por el que ella siempre cocinaba e iba a la compra. No dejaba su alimento en manos de nadie más. Era demasiado estricta en aquel tema, pero sin problemas se comería cualquier cosa de la albina y de lo que cocinase también…
Negó un poco con la cabeza tras pensar en aquello como un acto pervertido y mostró su lengua. Después de unos momentos cerró sus ojos y aquellas alas blancas de energía salieron de nuevo de su espalda. Sin darlas importancia continuó comiendo felizmente. Llevaba muchísimos días entrenándolas. No paraba de sacarlas y siempre estaba con ellas cuando podía. Eso solo significaba que planeaba hacerse una maestra usándolas. Por el momento ya se había dado cuenta de que las había hecho sólidas. Ahora podría imbuirlas en haki para usarlas de escudo o golpear con ellas.
Lo siguiente que hizo fue esperar a que su chica terminase. Entonces se colocó en pie y llevó las cosas a la cocina despacio. Eran muchas menos que la otra vez, por lo que no tardó nada en dejarlo todo bien limpio. Cuando volvió se quedó mirándola a los ojos fijamente. Sus alas se extendieron un poco. Quedaron abiertas totalmente y después de eso se cruzó de brazos. Mostró una expresión amable y corrió hacia ella. La abrazó sin pensárselo ni un solo momento. Soltó una pequeña carcajada y después de unos momentos acercó sus labios al oído de la hermosa peliblanca.
- Algún día haré un plato con tu cuerpo. Sé bien donde pondría cada ingrediente para después hartarme de comer…
Tras la provocación del día pegó un pequeño salto y quedó tumbada en el sofá. Se colocó la mano derecha en la boca y se puso un poco pensativa. No sabía lo que hacer, pues ella nunca solía pensar en diversión. Desvió la mirada sin darse cuenta a la joven, pues aquella ropa continuaba siendo demasiado llamativa. Tragó un poco de saliva y después negó para concentrarse. Entonces se agachó delante de la albina. Se quedó de rodillas y le acarició unos leves momentos el vientre. Después le dio un beso en él y se giró. Le indicó que subiese a su espalda. En cuanto lo hiciese desplegaría sus alas y saldría por la ventana.
- ¡Agárrate cielo!
Hinori subió hasta los cielos y empezó a moverse por toda la isla con una expresión dulce. Quería mostrarle todo el hermoso paisaje desde allí arriba. Su velocidad era lenta para que ella no se sintiese incómoda. Trataría de sostener sus piernas para mantenerla bien arriba, como si fuese su caballito.
- ¡Hehehehe! Esta isla me recuerda a tu cabello. Viviremos aquí en un futuro, cielo. Te violaré cada noche y podremos pasarlo genial.
Negó un poco con la cabeza tras pensar en aquello como un acto pervertido y mostró su lengua. Después de unos momentos cerró sus ojos y aquellas alas blancas de energía salieron de nuevo de su espalda. Sin darlas importancia continuó comiendo felizmente. Llevaba muchísimos días entrenándolas. No paraba de sacarlas y siempre estaba con ellas cuando podía. Eso solo significaba que planeaba hacerse una maestra usándolas. Por el momento ya se había dado cuenta de que las había hecho sólidas. Ahora podría imbuirlas en haki para usarlas de escudo o golpear con ellas.
Lo siguiente que hizo fue esperar a que su chica terminase. Entonces se colocó en pie y llevó las cosas a la cocina despacio. Eran muchas menos que la otra vez, por lo que no tardó nada en dejarlo todo bien limpio. Cuando volvió se quedó mirándola a los ojos fijamente. Sus alas se extendieron un poco. Quedaron abiertas totalmente y después de eso se cruzó de brazos. Mostró una expresión amable y corrió hacia ella. La abrazó sin pensárselo ni un solo momento. Soltó una pequeña carcajada y después de unos momentos acercó sus labios al oído de la hermosa peliblanca.
- Algún día haré un plato con tu cuerpo. Sé bien donde pondría cada ingrediente para después hartarme de comer…
Tras la provocación del día pegó un pequeño salto y quedó tumbada en el sofá. Se colocó la mano derecha en la boca y se puso un poco pensativa. No sabía lo que hacer, pues ella nunca solía pensar en diversión. Desvió la mirada sin darse cuenta a la joven, pues aquella ropa continuaba siendo demasiado llamativa. Tragó un poco de saliva y después negó para concentrarse. Entonces se agachó delante de la albina. Se quedó de rodillas y le acarició unos leves momentos el vientre. Después le dio un beso en él y se giró. Le indicó que subiese a su espalda. En cuanto lo hiciese desplegaría sus alas y saldría por la ventana.
- ¡Agárrate cielo!
Hinori subió hasta los cielos y empezó a moverse por toda la isla con una expresión dulce. Quería mostrarle todo el hermoso paisaje desde allí arriba. Su velocidad era lenta para que ella no se sintiese incómoda. Trataría de sostener sus piernas para mantenerla bien arriba, como si fuese su caballito.
- ¡Hehehehe! Esta isla me recuerda a tu cabello. Viviremos aquí en un futuro, cielo. Te violaré cada noche y podremos pasarlo genial.
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Y luego la glotona era ella. No pudo evitar bufar con diversión y luego negó con la cabeza. Bueno, no le importaba demasiado. Ahora estaba segura que Hinori no la juzgaría por comer tanto. En su defensa, la culpa era de la agencia que hacía almuerzo tan... vomitivos. Cocinaría ella, pero todo lo que tocaba explotaba. No sabía si era un don o una maldición. ¿Quizá podría usar eso como explosivos por si necesitaba alguna vez? Las posibilidades estaban allí. Se encogió de hombros y siguió comiendo tranquilamente de su desayuno... pese a que quería devorarlo de una, pero ella era una persona educada. Por muy sabroso que estuviera, ella no comería como animal. Seguiría manteniendo sus modales pese a todo. Ladeó su cabeza cuando vio las alas y las miró detenidamente. Ahora que no las estaba usando para un acto pervertido, la albina por fin pudo apreciarlas con detenimiento. En verdad... eran preciosas. Hinori era un ángel venido del cielo y las alas le quedaban perfectamente.
– Tus alas son hermosas, Hime-chan – le dijo dulcemente la joven.
Al terminar, ayudó a Hinori a limpiar. No le dejaría todo el trabajo a ella, después de todo. Estiró sus brazos y sintió que la pelinegra la abrazaba. Gustosamente correspondió al gesto y, en eso, escuchó las palabras de su novia. Se ruborizó intensamente y miró hacia el otro lado, al tiempo que un puchero se formaba en su rostro. No era justo eso. Ella no podía cocinar, así que no podía experimentar con su cuerpo de aquella manera.
– Te aprovechas que todo lo que cocino explote y no pueda hacer cosas con tu cuerpo – le picó en broma mientras reía y le sacaba la lengua.
Ladeó su cabeza hacia un lado al ver lo que hizo, y no pudo evitar reír un poco al notar el beso en su vientre. Realmente... era una lástima que uno de sus sueños no pudiera cumplirse. Siempre quiso ser madre y experimentar todo lo que tuviera que ver con eso, incluido el embarazo. Pero... miró tiernamente a la pelinegra y negó con la cabeza. A veces tenías que sacrificar un sueño para tener otro, y en este caso nunca dejaría a su pequeña por algo así. Era su preciosa ángel, después de todo.
Se subió a su espalda y rodeó su cuello con sus manos. A ver si duraba con todos sus pechos cargados en su espalda. Ya se hacía una idea de lo que pasaría. De hecho, era la primera vez que la dejaba prepararse para antes de volar. Miraba maravillada la magnífica escena que tenía delante. La nieve hacía que todo fuera más bonito. La última vez, con Kasai, fue de noche. Así que no pudo apreciar el paisaje de una isla nevada, pero si el lago. Escuchó entonces sus palabras y una sonrisa perversa se formó en su rostro.
– Nada me gustaría más que eso. De echo, la noche en esta isla nos recordaría al cabello de nosotras dos... Y recuerda que la cuenta va dos a uno – río la albina en primer lugar, para luego susurrarle seductoramente eso último en el oído.
– Tus alas son hermosas, Hime-chan – le dijo dulcemente la joven.
Al terminar, ayudó a Hinori a limpiar. No le dejaría todo el trabajo a ella, después de todo. Estiró sus brazos y sintió que la pelinegra la abrazaba. Gustosamente correspondió al gesto y, en eso, escuchó las palabras de su novia. Se ruborizó intensamente y miró hacia el otro lado, al tiempo que un puchero se formaba en su rostro. No era justo eso. Ella no podía cocinar, así que no podía experimentar con su cuerpo de aquella manera.
– Te aprovechas que todo lo que cocino explote y no pueda hacer cosas con tu cuerpo – le picó en broma mientras reía y le sacaba la lengua.
Ladeó su cabeza hacia un lado al ver lo que hizo, y no pudo evitar reír un poco al notar el beso en su vientre. Realmente... era una lástima que uno de sus sueños no pudiera cumplirse. Siempre quiso ser madre y experimentar todo lo que tuviera que ver con eso, incluido el embarazo. Pero... miró tiernamente a la pelinegra y negó con la cabeza. A veces tenías que sacrificar un sueño para tener otro, y en este caso nunca dejaría a su pequeña por algo así. Era su preciosa ángel, después de todo.
Se subió a su espalda y rodeó su cuello con sus manos. A ver si duraba con todos sus pechos cargados en su espalda. Ya se hacía una idea de lo que pasaría. De hecho, era la primera vez que la dejaba prepararse para antes de volar. Miraba maravillada la magnífica escena que tenía delante. La nieve hacía que todo fuera más bonito. La última vez, con Kasai, fue de noche. Así que no pudo apreciar el paisaje de una isla nevada, pero si el lago. Escuchó entonces sus palabras y una sonrisa perversa se formó en su rostro.
– Nada me gustaría más que eso. De echo, la noche en esta isla nos recordaría al cabello de nosotras dos... Y recuerda que la cuenta va dos a uno – río la albina en primer lugar, para luego susurrarle seductoramente eso último en el oído.
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Tal vez debía hacerse un guantelete con cabello de Alice y aceitunas. Si todo lo que tocaba para cocinar explotaba, era posible ganar poder explosivo extra así… Tal vez la cosa no funcionaba como pensaba ella. Igualmente, ya tendría tiempo de hacer cosas de aquel tipo así. Ahora debía centrarse en continuar con aquel paseo en el que estaba usando sus alas para hacer a la joven pasárselo en grande. Escuchó sus palabras y no pudo evitar asentir y después soltar una pequeña carcajada. Entonces llegaron las últimas palabras, en las que Hinori tuvo que mirar a otro lado para que su cara roja no se viese a simple vista. Abrió la boca y algo de humo salió de ella mientras asentía a muchísima velocidad. Esos comentarios la harían estrellarse un día de aquellos.
Estuvo volando con ella al menos una media hora. Finalmente, volvió volando rápidamente con ella a la casa y entró por la ventana. Dejó a su chica en el suelo y después desactivó sus alas. Una pequeña sonrisa se formó en su rostro y después de unos momentos se tumbó en el sofá. Soltó un suspiro y estiró los brazos hacia arriba. Estaba un poco cansada después de haberse recorrido casi media isla. Abrazó un cojín despacio como siempre solía hacer en el barco y después se lo pensó mejor. Lanzó el cojín a otro lado y la tomó a ella de la mano. La tumbó a su lado y la abrazó usándola de almohada. Pegó su barbilla al pecho de ella y entonces rio un poco por lo bajo.
- Ya no necesito cojines para no sentirme sola. Cielo ¿Cómo conociste a Kasai y Taiga? Tengo bastante curiosidad. Yo te dije como, pero tú a mí no. – Mencionó sacándole la lengua mientras la abrazaba más fuerte.
Alice era suya y tenía todo el derecho a hacerlo. Se levantó un momento dejándola sola en el sofá y fue a la cocina. Salió entonces de nuevo con algo que había comprado para ella. Le entregó entonces una tableta de chocolate almendrado de la mejor marca. Se tumbó de nuevo a su lado abrazándola de forma posesiva y cerró los ojos para escucharla. Desactivó las alas, pues por ese día también las había entrenado bastante. Llevó sus manos hacia los cabellos de su novia y empezó a acariciarla. Le estaba dando un masaje en la cabeza para que ella estuviese bien cómoda mientras hablaba y además comía.
- Ahora que lo pienso… Entrar de nuevo en la sauna contigo creo que tendría otro final. – Dijo mientras mostraba una expresión pensativa. El calor, ambas casi desnudas… Algo de saliva bajó por su comisura derecha, que rico…
Estuvo volando con ella al menos una media hora. Finalmente, volvió volando rápidamente con ella a la casa y entró por la ventana. Dejó a su chica en el suelo y después desactivó sus alas. Una pequeña sonrisa se formó en su rostro y después de unos momentos se tumbó en el sofá. Soltó un suspiro y estiró los brazos hacia arriba. Estaba un poco cansada después de haberse recorrido casi media isla. Abrazó un cojín despacio como siempre solía hacer en el barco y después se lo pensó mejor. Lanzó el cojín a otro lado y la tomó a ella de la mano. La tumbó a su lado y la abrazó usándola de almohada. Pegó su barbilla al pecho de ella y entonces rio un poco por lo bajo.
- Ya no necesito cojines para no sentirme sola. Cielo ¿Cómo conociste a Kasai y Taiga? Tengo bastante curiosidad. Yo te dije como, pero tú a mí no. – Mencionó sacándole la lengua mientras la abrazaba más fuerte.
Alice era suya y tenía todo el derecho a hacerlo. Se levantó un momento dejándola sola en el sofá y fue a la cocina. Salió entonces de nuevo con algo que había comprado para ella. Le entregó entonces una tableta de chocolate almendrado de la mejor marca. Se tumbó de nuevo a su lado abrazándola de forma posesiva y cerró los ojos para escucharla. Desactivó las alas, pues por ese día también las había entrenado bastante. Llevó sus manos hacia los cabellos de su novia y empezó a acariciarla. Le estaba dando un masaje en la cabeza para que ella estuviese bien cómoda mientras hablaba y además comía.
- Ahora que lo pienso… Entrar de nuevo en la sauna contigo creo que tendría otro final. – Dijo mientras mostraba una expresión pensativa. El calor, ambas casi desnudas… Algo de saliva bajó por su comisura derecha, que rico…
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Se limpió sus ropas luego de levantarse del suelo y estiró sus brazos un poco. Estar tanto tiempo encima de la pelinegra, hicieron que sus extremidades se durmieran un poco. Casi se cayó cuando intentó pararse, incluso. No pudo evitar bostezar un poco y frotarse uno de sus ojos. Se sintió tan relajada encima de Hinori, que terminó por darle un poco de sueño. Eso no estaba bien. Aun ni siquiera era de noche. Ladeó su cabeza hacia un lado cuando sintió la mano de su novia en la suya y se dejó caer junto a ella en el sofá. Si, así estaba mucho mejor. Río un poco y rodeó su cuerpo con sus brazos como si se tratara de un peluche... No, mentía. Abrazar a la pirata era mucho mejor que abrazar uno de esos objetos felpudos. Escuchó entonces sus palabras y se puso algo pensativa. Taiga era una respuesta sencilla, pero Kasai... No era como si no recordara donde lo conoció. Más bien, intentaba hacer memoria de como fue que un encuentro así haya pasado a una relación similar a la hermandad. El destino era muy divertido para sus cosas, como se podía ver.
Aceptó gustosamente la tableta de chocolate y empezó a mordisquearla. Digan lo que sigan, pero el chocolate era vida. Nadie en su sano juicio se atrevería a odiarlo lentamente. Escuchó entonces lo que dijo y bufó con algo de diversión. Si... mejor evitar el sauna. Más cuando era un lugar público. Con tanto calor y los deseos carnales que tenían ambas mujeres para la contraria... Si, no era aconsejable ir hacia ese lugar. A lo mejor de noche, cuando no hubiera nadie. Aun así, se le ocurría un lugar perfecto por si su novia seguía con la idea.
– Estaba pensando más bien en uno de esos baños termales privados. No son públicos como el sauna, pero queda a decisión tuya – se encogió de hombros la joven.
Ahora, volviendo a la pregunta anterior. Le dio otro mordisco al chocolate y una idea algo perversa se le pasó por su mente. Aprovechando la posición. Levantó el mentón de la joven y la besó. Usando su lengua, intentó compartir el dulce con Hinori. Nuevo método creativo para darle de comer a su pequeña. Se separó y tosió un poco, intentando controlar su rubor.
– Veamos, como los conocí... A Kasai lo conocí en Nanami, cuando lo pillé accidentalmente en uno de sus entrenamientos durante un día lluvioso. Luego me invitó a un lugar para esperar que la tormenta pasara. Ahí creo que lo deje en bancarrota debido a la cantidad de dulces que pedí – se río la albina al recordar aquello. – En cuanto a Taiga... hice dúo con él en Síderos, y ahora somos algo parecido a un equipo... Pese a que aun no vamos a una misión. –
Al hablarle a la pelinegra de eso, no pudo evitar sentir como algo de culpa la invadía. Si decidía seguir con su plan de marcharse, dejaría al Taiga de pobre solo. No merecía eso luego de todo lo que sucedió con el bastardo...
Aceptó gustosamente la tableta de chocolate y empezó a mordisquearla. Digan lo que sigan, pero el chocolate era vida. Nadie en su sano juicio se atrevería a odiarlo lentamente. Escuchó entonces lo que dijo y bufó con algo de diversión. Si... mejor evitar el sauna. Más cuando era un lugar público. Con tanto calor y los deseos carnales que tenían ambas mujeres para la contraria... Si, no era aconsejable ir hacia ese lugar. A lo mejor de noche, cuando no hubiera nadie. Aun así, se le ocurría un lugar perfecto por si su novia seguía con la idea.
– Estaba pensando más bien en uno de esos baños termales privados. No son públicos como el sauna, pero queda a decisión tuya – se encogió de hombros la joven.
Ahora, volviendo a la pregunta anterior. Le dio otro mordisco al chocolate y una idea algo perversa se le pasó por su mente. Aprovechando la posición. Levantó el mentón de la joven y la besó. Usando su lengua, intentó compartir el dulce con Hinori. Nuevo método creativo para darle de comer a su pequeña. Se separó y tosió un poco, intentando controlar su rubor.
– Veamos, como los conocí... A Kasai lo conocí en Nanami, cuando lo pillé accidentalmente en uno de sus entrenamientos durante un día lluvioso. Luego me invitó a un lugar para esperar que la tormenta pasara. Ahí creo que lo deje en bancarrota debido a la cantidad de dulces que pedí – se río la albina al recordar aquello. – En cuanto a Taiga... hice dúo con él en Síderos, y ahora somos algo parecido a un equipo... Pese a que aun no vamos a una misión. –
Al hablarle a la pelinegra de eso, no pudo evitar sentir como algo de culpa la invadía. Si decidía seguir con su plan de marcharse, dejaría al Taiga de pobre solo. No merecía eso luego de todo lo que sucedió con el bastardo...
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La morena abrió los ojos como platos al sentir la lengua de la albina invadir su boca sin permiso alguno. Poner un timbre en los labios no era una opción, pero aquel tipo de cosas siempre era bueno avisarlas por si acaso. Siguió el beso con algo de torpeza debido a haberla pillado de aquella forma. Incluso soltó un pequeño gemido en su boca. Notó el sabor del chocolate y no pudo evitar desviar la mirada. Esa pequeña traidora de cabellos blancos y ojos más feos que… Hermosos… Demasiado kawais y adorables. La miró entonces cuando terminó y se relamió un poco mientras un enorme rubor cubría totalmente las mejillas de la joven. Le dio una suave caricia en el rostro a su chica y después hinchó los mofletes.
- ¡Avísame cuando planees dominar así mi boca! – Se quejó sonrojada y muerta de vergüenza.
Recordó lo dicho sobre la sauna y negó con la cabeza. Una sauna privada sonaba muchísimo mejor, total, lo pagaría Dexter. Ella misma tenía su puesto de cocinera en Fiordia como la jefa de la sección, por lo que estaba conforme con el dinero. Menos mal que sus alumnos la respetaban, aunque había más de uno que babeaba por ella y le tiraba los tejos. Se iban a quedar con todas las ganas. Tendría que comprarse un anillo de compromiso para que supieran que ella ya estaba pillada por la osita. Soltó una pequeña carcajada imaginando las caras de todos. Después escuchó lo que dijo su amor. Pobre Kasai, qué cabrona. Todos los dulces… Bueno, daba lo mismo. Ella era libre de timar a quien desease. Estaba demasiado enamorada como para decirle que eso estaba mal.
- En Síderos casi pierdo la vida, pero logré aguantar la pelea contra el pretor de Zilda. De no ser por mi capitán habría muerto. Ya decía yo que de vez en cuando olía a algo delicioso, pero que no lograba detectar. – Dijo mirándola y sacándole la lengua a modo de broma.
Lo siguiente que hizo fue devolverle la putada. Sin permiso y sin avisar la besó metiendo su suave lengua hasta la garganta de la albina. Esta vez trató de llegar lo más lejos posible, y encima agarró uno de sus pechos y lo apretó. Tras cinco segundos tratando de dejarla bien sumisa se levantó mirándola y se relamió. Una sonrisa siniestra se formó en su rostro y después saltó colocándose sobre la mesa.
- Nunca olvides que yo soy tu dueña, preciosa. No voy a dejar que mi presa se crea la que manda – Le sacó la lengua de nuevo, pero después se lanzó y la abrazó de nuevo. – Aissssh, sí que mandas mi amor, me he separado un segundo y ya deseaba abrazarte. – Cambió entonces dándole un ataque uke de los grandes. – Nyah…
- ¡Avísame cuando planees dominar así mi boca! – Se quejó sonrojada y muerta de vergüenza.
Recordó lo dicho sobre la sauna y negó con la cabeza. Una sauna privada sonaba muchísimo mejor, total, lo pagaría Dexter. Ella misma tenía su puesto de cocinera en Fiordia como la jefa de la sección, por lo que estaba conforme con el dinero. Menos mal que sus alumnos la respetaban, aunque había más de uno que babeaba por ella y le tiraba los tejos. Se iban a quedar con todas las ganas. Tendría que comprarse un anillo de compromiso para que supieran que ella ya estaba pillada por la osita. Soltó una pequeña carcajada imaginando las caras de todos. Después escuchó lo que dijo su amor. Pobre Kasai, qué cabrona. Todos los dulces… Bueno, daba lo mismo. Ella era libre de timar a quien desease. Estaba demasiado enamorada como para decirle que eso estaba mal.
- En Síderos casi pierdo la vida, pero logré aguantar la pelea contra el pretor de Zilda. De no ser por mi capitán habría muerto. Ya decía yo que de vez en cuando olía a algo delicioso, pero que no lograba detectar. – Dijo mirándola y sacándole la lengua a modo de broma.
Lo siguiente que hizo fue devolverle la putada. Sin permiso y sin avisar la besó metiendo su suave lengua hasta la garganta de la albina. Esta vez trató de llegar lo más lejos posible, y encima agarró uno de sus pechos y lo apretó. Tras cinco segundos tratando de dejarla bien sumisa se levantó mirándola y se relamió. Una sonrisa siniestra se formó en su rostro y después saltó colocándose sobre la mesa.
- Nunca olvides que yo soy tu dueña, preciosa. No voy a dejar que mi presa se crea la que manda – Le sacó la lengua de nuevo, pero después se lanzó y la abrazó de nuevo. – Aissssh, sí que mandas mi amor, me he separado un segundo y ya deseaba abrazarte. – Cambió entonces dándole un ataque uke de los grandes. – Nyah…
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Se río un poco cuando escuchó aquello. Podía quejarse todo lo quisiera, pero debía admitir que igual le gustaban esas cosas. Por otro lado, tuvo que ejercer auto control para no pinchar los mofletes de la pelinegra. Se veía tan tierna así, que le fue un poco complicado. Afortunadamente, su control triunfó y logró mantenerse calmada pese a todo. Eso si, igualmente acarició con delicadeza su rostro. Tener una cara así debía ser un crimen, más cuando se tomaba en cuenta aquellos ojos como la luna. Sin que pudiera evitarlo, la albina infló sus mofletes un poco. Era injusto que Hinori la hubiera enamorada de aquella forma tan intensa. Lo chistoso de ello, era que ni siquiera lo vio venir. Si alguien le hubiera dicho hace cuatro días que conocería al amor de su vida en esta isla, probablemente se hubiera reído y cuestionado su salud mental. Ahora se estaba tragando sus propias palabras... pero no le molestaba. Agradecía a todo que justo esta semana se atrevió a enfrentar sus temores en Robelle. De lo contrario, nunca hubiera conocido a tan magnífica persona.
– Quéjate todo lo que quieras, pero sabes que te gusta igual, amor – dijo Alice con una sonrisa.
Ladeó su cabeza hacia un lado, sintiendo solo un poco de sorpresa. La verdad... era que se lo iba venir. Fue una guerra importante y no se imaginaba que un Yonkou de la altura de Dexter no hubiera participado. Escuchó entonces sus palabras y se ruborizó un poco. Bueno... si se ponía a pensar mejor en ello, la verdad era que anduvieron bastante cerca. Las estatuas eran la zona de conflicto mayor, después de todo. Se preguntaba que hubiera pasado si se la hubiera encontrado en medio del campo de batalla, pero no le dio más pensamiento. Ya había ocurrido eso y ahora se encontraban juntas. No había caso meditar en esos tan famosos "Y si".
– Curiosamente anduvimos cercas. Yo derroté a una de las armaduras gigantes junto a Taiga, en su mayoría, pero Kasai igual ayudó al final. Hubiera sido bastante interesante si nos hubiéramos encontrado – río un poco la joven.
No pudo decir más, puesto que su novia la calló con un beso. Gimió un poco, pero de igual forma respondió. Pasó su brazo por su cintura y jugó intensamente con su lengua por algunos segundos. Se le hubiera escapado un grito de placer al sentir el la presión en uno de sus senos, pero la boca de Hinori impedía que saliera sonido alguno.
– Supongo que me lo merecía... ¿Y como que dueña? – apretó un poco su trasero y lamió su mejilla. – La intensidad del momento te pasa la cuenta, preciosa. –
– Quéjate todo lo que quieras, pero sabes que te gusta igual, amor – dijo Alice con una sonrisa.
Ladeó su cabeza hacia un lado, sintiendo solo un poco de sorpresa. La verdad... era que se lo iba venir. Fue una guerra importante y no se imaginaba que un Yonkou de la altura de Dexter no hubiera participado. Escuchó entonces sus palabras y se ruborizó un poco. Bueno... si se ponía a pensar mejor en ello, la verdad era que anduvieron bastante cerca. Las estatuas eran la zona de conflicto mayor, después de todo. Se preguntaba que hubiera pasado si se la hubiera encontrado en medio del campo de batalla, pero no le dio más pensamiento. Ya había ocurrido eso y ahora se encontraban juntas. No había caso meditar en esos tan famosos "Y si".
– Curiosamente anduvimos cercas. Yo derroté a una de las armaduras gigantes junto a Taiga, en su mayoría, pero Kasai igual ayudó al final. Hubiera sido bastante interesante si nos hubiéramos encontrado – río un poco la joven.
No pudo decir más, puesto que su novia la calló con un beso. Gimió un poco, pero de igual forma respondió. Pasó su brazo por su cintura y jugó intensamente con su lengua por algunos segundos. Se le hubiera escapado un grito de placer al sentir el la presión en uno de sus senos, pero la boca de Hinori impedía que saliera sonido alguno.
– Supongo que me lo merecía... ¿Y como que dueña? – apretó un poco su trasero y lamió su mejilla. – La intensidad del momento te pasa la cuenta, preciosa. –
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Una leve carcajada salió de la boca de Hinori entonces. Las palabras de la peliblanca sobre si le había gustado llevaban la razón. Adoraba a la agente sobre todo y era normal que no hubiese nada que no le gustase de ella. Continuó abrazándola de forma posesiva mientras la miraba a los ojos despacio. Notó la lamida y el apretón y no pudo evitar ruborizarse un poco, después le devolvió el ataque con un mordisco en la barbilla. Rodeó el cuello de ella con los brazos y de nuevo utilizó sus alas. Las extendió hacia atrás y dejó su energía ir hacia ellas. Si podía traspasar sus canalizaciones hacia ellas sería genial. De todas formas, bastante mejoradas las tenía ya. Se quedó mirando a los ojos de su amor y después le guiñó el ojo.
- Cuenta la leyenda que en esta isla habita un pelirrojo que murió hace años. Tenía un parche en el ojo y solía espiar a las chicas cuando ellas más a salvo se sentían. Observaba lo que hacían y disfrutaba…
Cuando terminaba de contar aquella historia de terror que se inventaba sobre la marcha, el sonido del timbre se escuchó. Un escalofrío recorrió a la chica, la cual se abrazó a Alice con fuerza. Activó su haki de observación y se dio cuenta de que no era para tanto, solo una presencia normalita. Caminó hasta la puerta y cuando abrió se encontró con un hombre de unos cincuenta años, cabellos oscuros y ceño fruncido. Ella ladeó un poco la cabeza y esperó a ver lo que deseaba aquella persona.
- ¡Estoy hasta los cojones de vuestros gritos! Como vuelva a escucharos subo y os violo a las dos, pesadas de mierda. Un poco más de respeto, o tendré que enseñaros cual es vuestro lugar, la plancha. – Hinori al escuchar aquello tragó un poco de saliva.
- Disculpe, no volverá a ocurrir. Pero no vuelva a meterse con ella, insúlteme a mí si lo desea.
- Ambas sois unas guarras.
- ¡Qué no la nombres a ella! – Respondió Hinori partiéndole la boca de un puñetazo.
El hombre salió disparado hacia atrás y quedó con la espalda pegada a la pared. La sangre salía de su boca y un par de dientes adornaban el suelo. Lo fulminó con la mirada y pese a que estaba inconsciente lo tomó por el cuello mientras estiraba sus alas.
- ¡No vuelvas a molestarnos! ¡Soy Hinori Markov, y nadie se mete con los míos! – De una patada en el pecho lo mandó a volar escaleras abajo.
Volvió a entrar cerrando la puerta y después se dirigió hacia su chica. La miró a los ojos con una sonrisa dulce y tomó su mano, dándole después un leve beso en ella.
- ¿Se encuentra bien mi princesa?
- Cuenta la leyenda que en esta isla habita un pelirrojo que murió hace años. Tenía un parche en el ojo y solía espiar a las chicas cuando ellas más a salvo se sentían. Observaba lo que hacían y disfrutaba…
Cuando terminaba de contar aquella historia de terror que se inventaba sobre la marcha, el sonido del timbre se escuchó. Un escalofrío recorrió a la chica, la cual se abrazó a Alice con fuerza. Activó su haki de observación y se dio cuenta de que no era para tanto, solo una presencia normalita. Caminó hasta la puerta y cuando abrió se encontró con un hombre de unos cincuenta años, cabellos oscuros y ceño fruncido. Ella ladeó un poco la cabeza y esperó a ver lo que deseaba aquella persona.
- ¡Estoy hasta los cojones de vuestros gritos! Como vuelva a escucharos subo y os violo a las dos, pesadas de mierda. Un poco más de respeto, o tendré que enseñaros cual es vuestro lugar, la plancha. – Hinori al escuchar aquello tragó un poco de saliva.
- Disculpe, no volverá a ocurrir. Pero no vuelva a meterse con ella, insúlteme a mí si lo desea.
- Ambas sois unas guarras.
- ¡Qué no la nombres a ella! – Respondió Hinori partiéndole la boca de un puñetazo.
El hombre salió disparado hacia atrás y quedó con la espalda pegada a la pared. La sangre salía de su boca y un par de dientes adornaban el suelo. Lo fulminó con la mirada y pese a que estaba inconsciente lo tomó por el cuello mientras estiraba sus alas.
- ¡No vuelvas a molestarnos! ¡Soy Hinori Markov, y nadie se mete con los míos! – De una patada en el pecho lo mandó a volar escaleras abajo.
Volvió a entrar cerrando la puerta y después se dirigió hacia su chica. La miró a los ojos con una sonrisa dulce y tomó su mano, dándole después un leve beso en ella.
- ¿Se encuentra bien mi princesa?
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Alice se acomodó para quedar mejor y abrazó con fuerza a Hinori. Si fuera por ella, ojala pudieran quedarse hasta la eternidad así. Lamentablemente, ambas tendrían cosas que hacer al final de la semana. Un puchero se formó en su rostro y, entonces, escuchó lo que dijo la joven. Se llevó una mano a la boca para evitar soltar una risilla y hacer sentir mal a su novia. Si había algo de cierto en eso, entonces aquella persona debía ser de lo peor. Aun así, no pudo evitar fruncir un poco el ceño. De alguna forma, esa descripción se le hacía muy familiar. Al cabo de unos segundos, la joven chasqueó sus dedos al darse cuenta de donde vio a una persona con tales características. No sabía si Hinori lo hizo a propósito y no, pero acababa de describir muy bien a Kusanagi. Pese a que solo lo vio una vez en la isla fantasmal, difícil era olvidar a un pelirrojo que usaba un parche. Y Venom no era de ese tipo de personas, así que no contaba. O al menos eso captó la única vez que ser vieron. La albina se encogió de hombros y negó con la cabeza. Debía ser una simple casualidad. Era imposible que el pelirrojo tuviera esa fama por estos lados... ¿no?
– Curiosamente conozco a dos personas con esa descripción, pero debe ser solo una coincidencia – río la agente.
Cuando terminó de decir eso, el se oyó el sonido del timbre. Negó con la cabeza, al tiempo que una pequeña sonrisa se formaba en su rostro al ver la reacción de Hinori. Al parecer ella si lo creía y se lo tomó mas enserio de lo normal. Se mostró algo decepcionada al verse privada de su cálido cuerpo, pero sabía que estaría de regreso pronto. Frunció el ceño al oír todo y apretó sus puños. Gracias a sus sentidos mejorados, la albina podía escuchar toda la conversación que tenía el tipo con su novia. Normalmente era una persona pacífica y difícil de provocar, pero este hombre se estaba pasando de la raya. Al escuchar su último comentario, apretó con fuerza sus dientes. ¿Quién se creía decir esas cosas? Estuvo a punto de levantarse y darle un escarmiento. Sin embargo, no hubo necesidad de ello.
Una sonrisa siniestra se formó en su rostro al escuchar el golpe y la declaración posterior de Hinori. No pudo evitar relamerse un poco y cruzarse piernas. Amaba con su vida a su pequeña cuando estaba tímida. Del mismo modo, la volvía loca cuando entraba en ese modo. No sabía porque, tan solo era así. Esperó pacientemente a que su pelinegra volviera. Río un poco al sentir el beso en su mano y miró dulcemente a su novia. Pensó que el estar enamorada era el sentimiento mayor que uno podía sentir hacia otra persona. No sabía muy bien que sentía hacia la pirata, pero hacía rato que pasó de ser amor. Simplemente, era algo que no podía describir, pero le gustaba mucho.
– No tenías porque haber echo eso... pero gracias, de verdad – lleva a la mano a su mejilla y se levanta del sillón. – Te amo, te amo más que todo en este mundo – luego de decir eso, juntó sus labios a los de ella. Al contrario de los anterior, esta vez no usó la lengua. Simplemente fue un gesto donde transmitió hacia ella todo lo que sentía por su persona.
– Curiosamente conozco a dos personas con esa descripción, pero debe ser solo una coincidencia – río la agente.
Cuando terminó de decir eso, el se oyó el sonido del timbre. Negó con la cabeza, al tiempo que una pequeña sonrisa se formaba en su rostro al ver la reacción de Hinori. Al parecer ella si lo creía y se lo tomó mas enserio de lo normal. Se mostró algo decepcionada al verse privada de su cálido cuerpo, pero sabía que estaría de regreso pronto. Frunció el ceño al oír todo y apretó sus puños. Gracias a sus sentidos mejorados, la albina podía escuchar toda la conversación que tenía el tipo con su novia. Normalmente era una persona pacífica y difícil de provocar, pero este hombre se estaba pasando de la raya. Al escuchar su último comentario, apretó con fuerza sus dientes. ¿Quién se creía decir esas cosas? Estuvo a punto de levantarse y darle un escarmiento. Sin embargo, no hubo necesidad de ello.
Una sonrisa siniestra se formó en su rostro al escuchar el golpe y la declaración posterior de Hinori. No pudo evitar relamerse un poco y cruzarse piernas. Amaba con su vida a su pequeña cuando estaba tímida. Del mismo modo, la volvía loca cuando entraba en ese modo. No sabía porque, tan solo era así. Esperó pacientemente a que su pelinegra volviera. Río un poco al sentir el beso en su mano y miró dulcemente a su novia. Pensó que el estar enamorada era el sentimiento mayor que uno podía sentir hacia otra persona. No sabía muy bien que sentía hacia la pirata, pero hacía rato que pasó de ser amor. Simplemente, era algo que no podía describir, pero le gustaba mucho.
– No tenías porque haber echo eso... pero gracias, de verdad – lleva a la mano a su mejilla y se levanta del sillón. – Te amo, te amo más que todo en este mundo – luego de decir eso, juntó sus labios a los de ella. Al contrario de los anterior, esta vez no usó la lengua. Simplemente fue un gesto donde transmitió hacia ella todo lo que sentía por su persona.
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Hinori aceptó el beso despacio y tras unos segundos colocó la mano tras la nuca de ella, pegándola después a su hombro. Cerró los ojos despacio y la abrazó con mimo y posesividad. Era como si estuviese protegiendo a su cachorro del frío. No dijo nada, tan solo se dedicó a acariciar sus cabellos mientras sonreía abrazándola. No dejaría que nadie se metiese con ella. Era su mayor tesoro y ahora que lo había encontrado no iba a soltarlo nunca. Sin previo aviso la tomó en brazos como si de una princesa fuese y empezó a caminar. La tumbó en la cama despacio y la rodeó con sus alas. Se encerró con ella en aquella cúpula de plumas y después pegó su frente al pecho de ella. Le dio algún que otro beso y después de unos momentos suspiró con calma.
- Lejos de nuestros momentos húmedos… Soy así. Una luchadora violenta que no permite ni una falta de respeto a los seres que ama. El gobierno es mi enemigo y tardarán mucho en volver a atacarme. Debes estar preparada para lo peor cualquier día de estos. Vivimos en un mundo cruel donde la felicidad no se logra sin derramar sangre cada día. – Mencionó entonces tratando de trasmitir su energía de nuevo a sus alas. Llevaba entrenando aquello muchos días y sabía que pronto tendría una técnica bastante buena con ellas.
La morena cerró los ojos con fuerza y continuó abrazada a su albina. Lentamente abrió sus orbes mostrando el ceño fruncido. No iba a permitir que nadie la separase de su otra mitad. Clavó incluso una rodilla en el colchón y después se sentó sobre el abdomen de ella. Con una pierna a cada lado de su cintura, Hinori colocó sus manos en los hombros de ella. Le dedicó una mirada bastante seria y después le mostró una sonrisa.
- Alice-chan, ven conmigo. – Dijo únicamente mientras acariciaba ahora su mejilla con bastante cuidado y delicadeza.
El tacto de su suave piel arrancó una sonrisa del rostro de la morena, la cual no pudo evitar echarse sobre ella y quedar tumbada. Su pecho estaba pegado al de Alice y su rostro muy cerca del de ella. Continuaba esperando respuesta mientras la miraba fijamente a los ojos, mostrando lentamente una sonrisa bastante dulce. No pudo evitar abrazarla de nuevo con fuerza sin poder separarse ni un solo segundo de la persona que más quería del mundo entero.
- Lejos de nuestros momentos húmedos… Soy así. Una luchadora violenta que no permite ni una falta de respeto a los seres que ama. El gobierno es mi enemigo y tardarán mucho en volver a atacarme. Debes estar preparada para lo peor cualquier día de estos. Vivimos en un mundo cruel donde la felicidad no se logra sin derramar sangre cada día. – Mencionó entonces tratando de trasmitir su energía de nuevo a sus alas. Llevaba entrenando aquello muchos días y sabía que pronto tendría una técnica bastante buena con ellas.
La morena cerró los ojos con fuerza y continuó abrazada a su albina. Lentamente abrió sus orbes mostrando el ceño fruncido. No iba a permitir que nadie la separase de su otra mitad. Clavó incluso una rodilla en el colchón y después se sentó sobre el abdomen de ella. Con una pierna a cada lado de su cintura, Hinori colocó sus manos en los hombros de ella. Le dedicó una mirada bastante seria y después le mostró una sonrisa.
- Alice-chan, ven conmigo. – Dijo únicamente mientras acariciaba ahora su mejilla con bastante cuidado y delicadeza.
El tacto de su suave piel arrancó una sonrisa del rostro de la morena, la cual no pudo evitar echarse sobre ella y quedar tumbada. Su pecho estaba pegado al de Alice y su rostro muy cerca del de ella. Continuaba esperando respuesta mientras la miraba fijamente a los ojos, mostrando lentamente una sonrisa bastante dulce. No pudo evitar abrazarla de nuevo con fuerza sin poder separarse ni un solo segundo de la persona que más quería del mundo entero.
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La verdad se estaba acostumbrando a las alas de Hinori. Se sentía protegido y querida de ese modo cuando la encerraba... y eso era mucho decir. Le tenía un poco de fobia a los sitios encerrados debido a lo sucedido en aquel campo de concentración. Sin embargo, la pelinegra no hacía que sus miedos despertaran. Mas bien los apaciguaba y nada de aquellos sentimientos negativos salían a la luz. Era como si lo de Jin y aquella prisión nunca hubieran sucedido. Ni siquiera Kasai pudo apaciguar por completo sus temores, pero su novia lo logró sin mucha dificultad. Realmente, era como una ángel venida del cielo. Escuchó sus palabras y bajó un poco la mirada. Lo que decía contradecía en todo lo que creyó alguna vez. De hecho, aún quedaban restos de lo que fue un sueño imposible. Si no hubiera sido su madre quien le dejó ese legado, probablemente hacía rato se hubiera rendido. Apretó sus puños con fuerza y cerró sus ojos, meditando en lo que podría hacer ahora.
Las palabras de Hinori calaron hondo. Lo peor era que no podía refutarla. Tarde o temprano el gobierno iría por ella, y Alice no sabría como reaccionar. Era en este mismo momento, cuando recordó que ambas se encontraban en facciones opuestas. Estaba dividida entre dos lealtades y no tenía idea de que hacer ahora. Por un lado estaba su dulce novia, quien le demostró que incluso ella podría alcanzar la felicidad. Y por el otro, estaba el lado de la ley al cual le tenía mucho aprecio. Fueron los agentes lo que la rescataron de esa horrible vida, en primer lugar. No solo eso, sino que tenía compañeros y amigos reales dentro del gobierno. Xemnas, Kasai, Taiga... perdería todo eso si se iba con la pelinegra.
– Estoy tan feliz a tu lado, que olvidé que estamos en lados opuestos – río amargamente. – Incluso puede que a mi me den la misión de ir a por ti un día de estos – reveló con aparente indiferencia.
Lo cierto era que tenía puesta su máscara. Normalmente se mostraba ante Hinori cómo era en realidad, pero de momento tenía que calmar sus emociones. Escuchó su petición y su cálida mano en su mejilla, ocasionando que cerrara los ojos. Perdería todo, incluso a su sueño (si se le podía llamarse) si se iba con Hinori. ¿Valía la pena hacer todo eso? Abrió sus ojos y miró fijamente a su novia. Su mirada, llena de amor, no hacía otra cosa que llenar su estómago de "mariposas". Inhaló y exhaló varias veces, para luego mirar con serenidad a la pelinegra. Había llegado a una decisión.
– Perdería a los que considero mis amigos, pero... Mi lealtad esta contigo – dijo suavemente, para luego besar sus deseosos labios. – Te amo y no dejaré que nadie me separe de ti. Y si tengo que ir contigo para que se haga realidad eso... entonces que así sea – declaró con firmeza.
Las palabras de Hinori calaron hondo. Lo peor era que no podía refutarla. Tarde o temprano el gobierno iría por ella, y Alice no sabría como reaccionar. Era en este mismo momento, cuando recordó que ambas se encontraban en facciones opuestas. Estaba dividida entre dos lealtades y no tenía idea de que hacer ahora. Por un lado estaba su dulce novia, quien le demostró que incluso ella podría alcanzar la felicidad. Y por el otro, estaba el lado de la ley al cual le tenía mucho aprecio. Fueron los agentes lo que la rescataron de esa horrible vida, en primer lugar. No solo eso, sino que tenía compañeros y amigos reales dentro del gobierno. Xemnas, Kasai, Taiga... perdería todo eso si se iba con la pelinegra.
– Estoy tan feliz a tu lado, que olvidé que estamos en lados opuestos – río amargamente. – Incluso puede que a mi me den la misión de ir a por ti un día de estos – reveló con aparente indiferencia.
Lo cierto era que tenía puesta su máscara. Normalmente se mostraba ante Hinori cómo era en realidad, pero de momento tenía que calmar sus emociones. Escuchó su petición y su cálida mano en su mejilla, ocasionando que cerrara los ojos. Perdería todo, incluso a su sueño (si se le podía llamarse) si se iba con Hinori. ¿Valía la pena hacer todo eso? Abrió sus ojos y miró fijamente a su novia. Su mirada, llena de amor, no hacía otra cosa que llenar su estómago de "mariposas". Inhaló y exhaló varias veces, para luego mirar con serenidad a la pelinegra. Había llegado a una decisión.
– Perdería a los que considero mis amigos, pero... Mi lealtad esta contigo – dijo suavemente, para luego besar sus deseosos labios. – Te amo y no dejaré que nadie me separe de ti. Y si tengo que ir contigo para que se haga realidad eso... entonces que así sea – declaró con firmeza.
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- Si te dan la misión de venir a por mí un día de estos, esperó que me captures y me tortures a tu modo todo lo que desees. – Respondió la morena dándole un leve mordisco en barbilla de forma juguetona.
A la pirata le sentó un poco mal eso de que tuviese que dejar a sus amigos, pero incluso ella sabía que Kasai y Taiga podían seguir viéndola sin problemas. Podía ser egoísta, pero la albina era su sueño y no iba a perderlo. Esta vez lograría a la persona que amaba a cualquier precio y no pensaba dejarla escapar de ninguna forma. Notó el beso y después la rodeó por la cintura despacio. La tenía allí debajo, podía hacer con ella lo que desease, pero un intento de violación podía revertirse y terminar ella gimiendo. Chasqueó la lengua unos segundos y después colocó ambas manos en los hombros de ella de nuevo. Los acarició despacio y con mimo, para después de unos momentos sonreírle con dulzura y responderle con otro beso.
- Estoy segura de que en los Blues vas a ser aceptada a la perfección. Yo me ocuparé de cuidarte y mimarte cada día. Podremos vivir juntas sin que nadie nos moleste con absurdas tonterías de ir a prisión y demás. – Mencionó uniendo su nariz con la de ella y acariciándola despacio. – Y si alguien se mete en medio le golpearé hasta la muerte.
Sus alas desaparecieron tras haber canalizado más energía de la que debía en ellas. Lo siguiente que hizo fue colocar las manos en los pechos de Alice y apretarlos sin aviso previo. Le sacó la lengua a modo de broma cuando lo hizo y después empezó a reír. Le dio otro beso en los labios y se colocó en pie. Miró un poco a su alrededor y después se asomó por la ventana. Estaba nevando y aquello la hizo mostrar una sonrisa dulce. Dirigió su mirada hacia la joven y después se cruzó de brazos.
- Va a empezar a hacer frío. Al menos, mi cuerpo es muy sensible a eso y necesito estar constantemente abrigada para no resfriarme. – Dijo sacando la lengua.
Se colocó entonces una sudadera encima de la que ya llevaba, después unos guantes de tela y por último un gorro azulado en la cabeza. Se pegó a su osita tumbándose a su lado y la abrazó buscando todo el calor posible. Cerró los ojos y pegó su frente en el cuello de ella. La sensación era bastante buena y lo siguiente que hizo fue sonreír de forma siniestra. Pegó su boca al cuello de ella y empezó a lamer. Después de unos segundos comenzó a “chupar” con intensidad mientras colocaba su mano derecha en el pecho de ella. Iba a marcarla como propiedad suya, y no un chupetón simple, un bien grande que abarcara medio cuello si era necesario.
A la pirata le sentó un poco mal eso de que tuviese que dejar a sus amigos, pero incluso ella sabía que Kasai y Taiga podían seguir viéndola sin problemas. Podía ser egoísta, pero la albina era su sueño y no iba a perderlo. Esta vez lograría a la persona que amaba a cualquier precio y no pensaba dejarla escapar de ninguna forma. Notó el beso y después la rodeó por la cintura despacio. La tenía allí debajo, podía hacer con ella lo que desease, pero un intento de violación podía revertirse y terminar ella gimiendo. Chasqueó la lengua unos segundos y después colocó ambas manos en los hombros de ella de nuevo. Los acarició despacio y con mimo, para después de unos momentos sonreírle con dulzura y responderle con otro beso.
- Estoy segura de que en los Blues vas a ser aceptada a la perfección. Yo me ocuparé de cuidarte y mimarte cada día. Podremos vivir juntas sin que nadie nos moleste con absurdas tonterías de ir a prisión y demás. – Mencionó uniendo su nariz con la de ella y acariciándola despacio. – Y si alguien se mete en medio le golpearé hasta la muerte.
Sus alas desaparecieron tras haber canalizado más energía de la que debía en ellas. Lo siguiente que hizo fue colocar las manos en los pechos de Alice y apretarlos sin aviso previo. Le sacó la lengua a modo de broma cuando lo hizo y después empezó a reír. Le dio otro beso en los labios y se colocó en pie. Miró un poco a su alrededor y después se asomó por la ventana. Estaba nevando y aquello la hizo mostrar una sonrisa dulce. Dirigió su mirada hacia la joven y después se cruzó de brazos.
- Va a empezar a hacer frío. Al menos, mi cuerpo es muy sensible a eso y necesito estar constantemente abrigada para no resfriarme. – Dijo sacando la lengua.
Se colocó entonces una sudadera encima de la que ya llevaba, después unos guantes de tela y por último un gorro azulado en la cabeza. Se pegó a su osita tumbándose a su lado y la abrazó buscando todo el calor posible. Cerró los ojos y pegó su frente en el cuello de ella. La sensación era bastante buena y lo siguiente que hizo fue sonreír de forma siniestra. Pegó su boca al cuello de ella y empezó a lamer. Después de unos segundos comenzó a “chupar” con intensidad mientras colocaba su mano derecha en el pecho de ella. Iba a marcarla como propiedad suya, y no un chupetón simple, un bien grande que abarcara medio cuello si era necesario.
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– Hay algo que debo solucionar antes, sin embargo. Puede que me tome uno o dos años en dejar todo en orden – declaró de forma solemne. – ¿Me esperarías hasta ese entonces? –
¿Ella? ¿Pirata? Si alguien le hubiera dicho eso hace un par de semanas, probablemente lo hubiera mandado a revisar con un psiquiatra. La idea era tan absurda, que hasta su lógica tenía. Desde un principio sabía que no tenía cabido dentro de la cipher pol, pero aun así decidió seguir con su ambición, soportando insultos y burlas en el camino. Solo tres o cuatro personas la alentaron. Ahora que se imaginaba como pirata, gracias a Hinori, encontraba que la idea no era tan descabellada. Alguien así tenía libertad para hacer lo que quisiera, lo que vendría muy bien con un espíritu libre como ella. No estaría ligada a un estricto orden y podría hacer lo que quisiera. Mientras mas pensaba eso, mas le iba apelando la idea. Río un poco ante el pensamiento y acarició el cabello de la joven. Tan adorable era, que no podía mantener sus manos alejadas de ella por mas de un minuto seguido. Simplemente era demasiada irresistible. Esa mirada y ojos no ayudaban en lo más mínimo.
– Eso espero, porque nada me gustaría más que tener una vida contigo – respondió mientras sonreía de forma cálida.
Soltó un gemido al sentir las manos de su princesa apretando sus senos, pese a que se sentía un tanto decepcionada por la desaparición de las alas. Un puchero se formó en sus labios, pero desapareció luego del beso. Hinori conocía muy bien como calmarla, al parecer. Al ver que se colocaba de pie, aprovechó para mirar descaradamente el delicioso trasero de la mujer. Era su novia, y no podía mantener su mirada lejos de ella. Aparte. ambas sabían que le gustaba que la mirara con tal intensidad.
– Ven aquí entonces, pequeña – declaró con una sonrisa.
Sin decir una palabra, abrazó suavemente a la pelinegra. Le transmitía mucho así, pero poco le importaba. Ya se estaba volviendo adicta al calor corporal, por lo que le daba un poco igual. Abrió sus ojos de golpe al sentir la boca de Hinori en su cuello. Por los movimientos que hacía, solo podía significar una cosa. Tragó en seco por algunos segundos, al tiempo que volvía a dejar escapar un gemido. Parpadeó un poco y sonrío con malicia; dos podían jugar ese juego. Aprovechando la posición, soltó sus labios y empezó a succionar del cuello con firmeza, al tiempo que apretaba el culo de su novia. No se dejaría vencer con tanta facilidad.
¿Ella? ¿Pirata? Si alguien le hubiera dicho eso hace un par de semanas, probablemente lo hubiera mandado a revisar con un psiquiatra. La idea era tan absurda, que hasta su lógica tenía. Desde un principio sabía que no tenía cabido dentro de la cipher pol, pero aun así decidió seguir con su ambición, soportando insultos y burlas en el camino. Solo tres o cuatro personas la alentaron. Ahora que se imaginaba como pirata, gracias a Hinori, encontraba que la idea no era tan descabellada. Alguien así tenía libertad para hacer lo que quisiera, lo que vendría muy bien con un espíritu libre como ella. No estaría ligada a un estricto orden y podría hacer lo que quisiera. Mientras mas pensaba eso, mas le iba apelando la idea. Río un poco ante el pensamiento y acarició el cabello de la joven. Tan adorable era, que no podía mantener sus manos alejadas de ella por mas de un minuto seguido. Simplemente era demasiada irresistible. Esa mirada y ojos no ayudaban en lo más mínimo.
– Eso espero, porque nada me gustaría más que tener una vida contigo – respondió mientras sonreía de forma cálida.
Soltó un gemido al sentir las manos de su princesa apretando sus senos, pese a que se sentía un tanto decepcionada por la desaparición de las alas. Un puchero se formó en sus labios, pero desapareció luego del beso. Hinori conocía muy bien como calmarla, al parecer. Al ver que se colocaba de pie, aprovechó para mirar descaradamente el delicioso trasero de la mujer. Era su novia, y no podía mantener su mirada lejos de ella. Aparte. ambas sabían que le gustaba que la mirara con tal intensidad.
– Ven aquí entonces, pequeña – declaró con una sonrisa.
Sin decir una palabra, abrazó suavemente a la pelinegra. Le transmitía mucho así, pero poco le importaba. Ya se estaba volviendo adicta al calor corporal, por lo que le daba un poco igual. Abrió sus ojos de golpe al sentir la boca de Hinori en su cuello. Por los movimientos que hacía, solo podía significar una cosa. Tragó en seco por algunos segundos, al tiempo que volvía a dejar escapar un gemido. Parpadeó un poco y sonrío con malicia; dos podían jugar ese juego. Aprovechando la posición, soltó sus labios y empezó a succionar del cuello con firmeza, al tiempo que apretaba el culo de su novia. No se dejaría vencer con tanta facilidad.
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- Te esperaría toda la vida de ser necesario, por lo que no veo que pase nada malo por un año más. Yo también voy a ejecutar un último entrenamiento solitario para estar lista. Presiento que pronto los choques de la marina y la piratería serán mucho más peligrosos. No pienso quedarme atrás. – Mencionó sonriendo con dulzura.
La morena cuando terminó su trabajo notó un trato similar en su cuello, lo que la hizo morderse el labio inferior y soltar un quejido mientras se dejaba hacer por ella. Una vez hubiese terminado le daría un mordisco en la mejilla y también le metería un azote en el trasero. Se levantó después observándola con cariño y soltó un pequeño suspiro. Debía comprobar si la cosa había salido como tenía prevista. Entrecerró los ojos y dejó fluir la energía por todo su cuerpo. Empezó a dolerle, lo que iba a hacer podía ser una técnica de un nivel bastante alto. Llevaba muchísimas horas entrenándola desde que llegó, por lo que pensaba arriesgarse. Chocó ambos puños y entonces clavó una rodilla en el suelo.
- ¡Aaaaaah!
Sus alas blancas surgieron de su espalda con esplendor, pero esta vez parecían distintas. Una increíble aura eléctrica las estaba rodeando, algunas plumas brillaban además. Un sonido similar al de la corriente se podía escuchar entonces. A continuación, las movió despacio emitiendo leves vibraciones al aire y por último una pequeña explosión que pudo controlar. También lanzó una onda de choque por la ventana con ellas. Unos segundos pasaron y las ocultó de nuevo al tiempo que sonreía. Ahora tenía dos armas realmente útiles en su espalda y que no solo le servirían para volar, también para combatir. Le dedicó una sonrisa calmada a la peliblanca y después de unos momentos quedó tumbada a su lado por el cansancio. La abrazó con fuerza y pegó la nariz a su cuello.
- Al fin he logrado el control total. – Susurró mientras respiraba algo más fuerte de lo normal. – Ahora solo queda mejorar mi velocidad, fuerza y resistencia. En cuanto eso esté listo tendré el poder necesario para protegerte de todo. – Terminó de decir al mismo tiempo que le daba un leve mordisco.
Ahora sí que deseaba tumbarse con ella un buen rato. Se quitó la segunda sudadera, pues con una le bastaba y se pegó todo lo posible. El sentir su pecho contra el de ella la hizo sonreír y cuando usó sus piernas a modo de pinza para agarrarse a la cintura de Alice se relamió. Entonces soltó una pequeña carcajada.
- Ahora te tengo atrapada, aunque visto la posición, podría interpretarse como que eres tú la que me tiene contra las cuerdas. – Sugirió la morena sacando la lengua y pensando en una postura rara si Alice fuese un hombre.
La morena cuando terminó su trabajo notó un trato similar en su cuello, lo que la hizo morderse el labio inferior y soltar un quejido mientras se dejaba hacer por ella. Una vez hubiese terminado le daría un mordisco en la mejilla y también le metería un azote en el trasero. Se levantó después observándola con cariño y soltó un pequeño suspiro. Debía comprobar si la cosa había salido como tenía prevista. Entrecerró los ojos y dejó fluir la energía por todo su cuerpo. Empezó a dolerle, lo que iba a hacer podía ser una técnica de un nivel bastante alto. Llevaba muchísimas horas entrenándola desde que llegó, por lo que pensaba arriesgarse. Chocó ambos puños y entonces clavó una rodilla en el suelo.
- ¡Aaaaaah!
Sus alas blancas surgieron de su espalda con esplendor, pero esta vez parecían distintas. Una increíble aura eléctrica las estaba rodeando, algunas plumas brillaban además. Un sonido similar al de la corriente se podía escuchar entonces. A continuación, las movió despacio emitiendo leves vibraciones al aire y por último una pequeña explosión que pudo controlar. También lanzó una onda de choque por la ventana con ellas. Unos segundos pasaron y las ocultó de nuevo al tiempo que sonreía. Ahora tenía dos armas realmente útiles en su espalda y que no solo le servirían para volar, también para combatir. Le dedicó una sonrisa calmada a la peliblanca y después de unos momentos quedó tumbada a su lado por el cansancio. La abrazó con fuerza y pegó la nariz a su cuello.
- Al fin he logrado el control total. – Susurró mientras respiraba algo más fuerte de lo normal. – Ahora solo queda mejorar mi velocidad, fuerza y resistencia. En cuanto eso esté listo tendré el poder necesario para protegerte de todo. – Terminó de decir al mismo tiempo que le daba un leve mordisco.
Ahora sí que deseaba tumbarse con ella un buen rato. Se quitó la segunda sudadera, pues con una le bastaba y se pegó todo lo posible. El sentir su pecho contra el de ella la hizo sonreír y cuando usó sus piernas a modo de pinza para agarrarse a la cintura de Alice se relamió. Entonces soltó una pequeña carcajada.
- Ahora te tengo atrapada, aunque visto la posición, podría interpretarse como que eres tú la que me tiene contra las cuerdas. – Sugirió la morena sacando la lengua y pensando en una postura rara si Alice fuese un hombre.
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Levemente sonrío al escuchar sus palabras y desvió su mirada un poco para que no viera sus ojos. La estaba volviendo tan emocional, que se le estaba haciendo un poco complicado controlar sus sentimientos. Lo conseguía, pero a penas. De todas formas, Hinori se había convertido en su persona más especial y en la que más confiaba. Ella era la única que tenía permitido ver como en verdad se sentía. De hecho, con la pelinegra podía ser ella misma en verdad y no usar su máscara para fingir sus emociones, aunque eso ya tenía grietas desde el encuentro con Surfer. Kasai, Xemnas y Taiga pudieron ver parte de lo que definía Alice, pero su novia siempre sería la primera que la vio por completo y la aceptó, tanto su parte buena como parte un poco... siniestra. Oh, bueno. Su lado oscuro fue apaciguado hace un tiempo atrás, así que dudaba que la oscuridad fuera a dominar sus pensamientos de nuevo. Aun así, seguía formando parte de ella. Un paso en falso y volvería a caer en la desesperación, aunque lo dudaba teniendo a alguien como Hinori a su lado.
Al sentir el azote, soltó un pequeño gemido y se separó del cuello de su pequeña. Había estado tan perdida en sus pensamientos, que se olvidó que seguía succionando. Esperaba que no hubiera dejado una marca muy grande, pero lo dudaba. Ladeó su cabeza al ver que volvía a levantarse, aunque ahora no se dirigió a ningún lado. Al ver que volvía a sacar sus alas, los ojos de la albina empezaron a brillar. Estuvo a punto de abrazarla cuando dejó escapar ese bonito grito, pero no quería arruinar el momento. No pudo evitar bufar con diversión y negar con la cabeza. En verdad estaba bastante colada por ella. Sus ojos se abrieron un poco más de lo normal al ver la electricidad que recorría. Eso era nuevo, pero no menos hermoso que lo anterior. Si ya de por si eran impresionantes antes, ahora lo eran más. Pensó que era algo escénico, pero al parecer ahora la pelinegra podía usarlas de forma bélica. Al menos eso pudo notar debido a la onda de choque.
– Me alegro – dijo sinceramente. – Yo estoy bastante bien como estoy de momento, aunque supongo que me falta mejorar mi mantra – reveló mientras se encogía de hombros.
Levemente sonrío al notar la nueva postura, y simplemente se apegó más a ella. Río un poco al escuchar sus palabras, y en respuesta le dio un toque en la frente.
– Podría perfectamente volver a dominar e invertir los papeles, pero te dejaré tu momento de fama – le dijo mientras una sonrisa de suficiencia aparecía en su rostro.
Luego de ello, se quedó en silencio y frunció un poco el ceño. Había comprado en secreto una cosa más cuando fueron a comprar, y recordó que había quedado en la habitación. Era un regalo para su pequeña, a la vez de simbólico. Se lo abría dado ayer en la noche, pero a Hinori se le ocurrió meter afrodisíacos en la comida y el día terminó en baile en la cama. Negó un poco mientras se ruborizaba y le acarició con suavidad su mejilla, para luego juntar sus labios con los de ella. Nunca se cansaría de probar esa delicia junto a su lengua.
– ¿Puedes soltarme por un momento? Hay algo que quiero darte, pero quedó en la habitación – preguntó suavemente luego de separarse.
Al sentir el azote, soltó un pequeño gemido y se separó del cuello de su pequeña. Había estado tan perdida en sus pensamientos, que se olvidó que seguía succionando. Esperaba que no hubiera dejado una marca muy grande, pero lo dudaba. Ladeó su cabeza al ver que volvía a levantarse, aunque ahora no se dirigió a ningún lado. Al ver que volvía a sacar sus alas, los ojos de la albina empezaron a brillar. Estuvo a punto de abrazarla cuando dejó escapar ese bonito grito, pero no quería arruinar el momento. No pudo evitar bufar con diversión y negar con la cabeza. En verdad estaba bastante colada por ella. Sus ojos se abrieron un poco más de lo normal al ver la electricidad que recorría. Eso era nuevo, pero no menos hermoso que lo anterior. Si ya de por si eran impresionantes antes, ahora lo eran más. Pensó que era algo escénico, pero al parecer ahora la pelinegra podía usarlas de forma bélica. Al menos eso pudo notar debido a la onda de choque.
– Me alegro – dijo sinceramente. – Yo estoy bastante bien como estoy de momento, aunque supongo que me falta mejorar mi mantra – reveló mientras se encogía de hombros.
Levemente sonrío al notar la nueva postura, y simplemente se apegó más a ella. Río un poco al escuchar sus palabras, y en respuesta le dio un toque en la frente.
– Podría perfectamente volver a dominar e invertir los papeles, pero te dejaré tu momento de fama – le dijo mientras una sonrisa de suficiencia aparecía en su rostro.
Luego de ello, se quedó en silencio y frunció un poco el ceño. Había comprado en secreto una cosa más cuando fueron a comprar, y recordó que había quedado en la habitación. Era un regalo para su pequeña, a la vez de simbólico. Se lo abría dado ayer en la noche, pero a Hinori se le ocurrió meter afrodisíacos en la comida y el día terminó en baile en la cama. Negó un poco mientras se ruborizaba y le acarició con suavidad su mejilla, para luego juntar sus labios con los de ella. Nunca se cansaría de probar esa delicia junto a su lengua.
– ¿Puedes soltarme por un momento? Hay algo que quiero darte, pero quedó en la habitación – preguntó suavemente luego de separarse.
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- No te dejaré invertir los papeles, eres mía y tienes que respetar a tu dueña. – Dijo de forma dulce mientras le mordía una oreja con mimo.
El sabor de la carne de la osita era delicioso y mucho más con ese olor tan delicioso que manaba todo el tiempo. Resultaba ser la criatura más mona del mundo y ella no podía resistirse a eso. El mero hecho de haberla visto allí en el edificio de rodillas ya le hizo latir el corazón. Una agente, mandaba huevos la cosa, pero el amor que había sentido a primera vista por ella no se comparaba con nada. Incluso siendo de sexos iguales, que fue lo que más la sorprendió. Volvió a darle besitos teniéndola amarrada, pues no pensaba dejarla escapar de ninguna forma. Sonrió observándola despacio y perdiéndose de nuevo en sus hermosos ojos color marino.
La sorprendió cuando de nuevo se acercó más de la cuenta y la besó. Hinori se sonrojó cerrando los ojos y la abrazó mientras la besaba con intensidad también. Incluso lanzó una rápida lamida al interior de su boca para después escuchar sus palabras. Ladeó un poco la cabeza y después hizo el típico puchero que la albina solía hacer. Las técnicas imitadoras eran las mejores al fin y al cabo. Después se aferró con las piernas mucho más a su princesa y negó con la cabeza. Rodeó el cuello de ella con sus brazos y pegó su frente a su osita.
- Deberás llevarme en brazos hasta allí. No voy a separarme en un buen rato de la cosita más dulce y más bonita de los siete mares. – Dijo para después abrazarla de forma más intensa.
Metió el rostro de su amante entre sus pechos, aunque estando su sudadera de por medio no sería nada raro ni pervertido, aunque ahí estaba la súper almohada. Empezó a morder su oreja despacio en plan provocativa. Quería ser llevada a la sala, pero por el camino la labina iba a tener que sufrir un poco. Primero se rio un poco como pudo, haciendo una carcajada bastante mona y sonora, después introdujo el lóbulo de ella totalmente en su boca y empezó a morderlo y llenarlo de su saliva. Con ambas manos tomó el trasero de la albina y lo apretó un poco. Quería ver a su chica caminar hasta la sala siendo sometida a todas aquellas cosas.
- Vamos, estoy impaciente…Shirohime…
Hinori entonces pasó a su otra oreja y repitió el proceso. Esta vez, introdujo su mano derecha por dentro del pantalón de la albina y agarró directamente uno de sus hermosos glúteos. Le susurró entonces en el oído.
- Como me excitas… A-li-ce-chan…
El sabor de la carne de la osita era delicioso y mucho más con ese olor tan delicioso que manaba todo el tiempo. Resultaba ser la criatura más mona del mundo y ella no podía resistirse a eso. El mero hecho de haberla visto allí en el edificio de rodillas ya le hizo latir el corazón. Una agente, mandaba huevos la cosa, pero el amor que había sentido a primera vista por ella no se comparaba con nada. Incluso siendo de sexos iguales, que fue lo que más la sorprendió. Volvió a darle besitos teniéndola amarrada, pues no pensaba dejarla escapar de ninguna forma. Sonrió observándola despacio y perdiéndose de nuevo en sus hermosos ojos color marino.
La sorprendió cuando de nuevo se acercó más de la cuenta y la besó. Hinori se sonrojó cerrando los ojos y la abrazó mientras la besaba con intensidad también. Incluso lanzó una rápida lamida al interior de su boca para después escuchar sus palabras. Ladeó un poco la cabeza y después hizo el típico puchero que la albina solía hacer. Las técnicas imitadoras eran las mejores al fin y al cabo. Después se aferró con las piernas mucho más a su princesa y negó con la cabeza. Rodeó el cuello de ella con sus brazos y pegó su frente a su osita.
- Deberás llevarme en brazos hasta allí. No voy a separarme en un buen rato de la cosita más dulce y más bonita de los siete mares. – Dijo para después abrazarla de forma más intensa.
Metió el rostro de su amante entre sus pechos, aunque estando su sudadera de por medio no sería nada raro ni pervertido, aunque ahí estaba la súper almohada. Empezó a morder su oreja despacio en plan provocativa. Quería ser llevada a la sala, pero por el camino la labina iba a tener que sufrir un poco. Primero se rio un poco como pudo, haciendo una carcajada bastante mona y sonora, después introdujo el lóbulo de ella totalmente en su boca y empezó a morderlo y llenarlo de su saliva. Con ambas manos tomó el trasero de la albina y lo apretó un poco. Quería ver a su chica caminar hasta la sala siendo sometida a todas aquellas cosas.
- Vamos, estoy impaciente…Shirohime…
Hinori entonces pasó a su otra oreja y repitió el proceso. Esta vez, introdujo su mano derecha por dentro del pantalón de la albina y agarró directamente uno de sus hermosos glúteos. Le susurró entonces en el oído.
- Como me excitas… A-li-ce-chan…
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Bufó con diversión al oír la petición de la joven... ¿y le estaba copiando el puchero ahora? ¿Primero su muletilla y ahora eso? Alguien deberá pagar luego por tal osadía, pero de momento le dejaría disfrutar del control. Clavó fijamente sus ojos azules en los perlados de su novia y un puchero se formó en su rostro. Era totalmente injusto que tuviera que ser tan adorable e irresistible. Era como una ángel venida del cielo, no había otra explicación. Suspiró un poco y marchó en dirección hacia la habitación. Normalmente se hubiera demorado solo unos segundos, pero su pequeña tuvo que hacer travesuras de camino. Se estremeció al sentir los juguetones mordiscos en su lóbulo y los apretones en su trasero... solo para caerse de lleno al suelo cuando escuchó esa risa. Rápidamente se levantó de allí, pero no siguió avanzando. Miró, sin expresión alguna en su rostro, a Hinori. Lentamente una sonrisa fue formándose en su rostro, para luego juntar su mejilla con la de ella.
– ¡Kawaaaaaaaaai! – empezó a frotar con suavidad mientras se reía como niña. – Qué risa más adorable. –
Definitivamente, iba a pagar luego de darle el regalo. A duras a penas llegó a la habitación, y para ese entonces ya estaba completamente sonrojada y respirando con algo de dificultad. Suavemente la depositó en la cama y se dirigió hacia una bolsa de compras. De allí sacó una pequeña caja azul y la contempló por algunos segundos. La apretó un poco y se dirigió hacia donde estaba su novia esperándola. Abrió el objeto y dentro se encontraba un hermoso anillo. Era perfecto para el delicado dedo de la joven. Además, tenía un pequeño zafiro en el centro.
– Se que dije que volvería contigo luego de uno o dos años, pero con esto sello la promesa de reencuentro – declaró con suavidad la joven.
Sin decir otra palabra, levantó la mano de Hinori e introdujo el anillo en su dedo. Como pensaba, le quedaba perfecto. No era uno de compromiso, puesto que pensaba que era demasiado rápido con el poco tiempo que llevaban juntas. Pese a eso... no le molestaría cambiar ese por uno de compromiso en un par de años. Seguía sujetando la mano de la joven y depositó un pequeño beso en ella, para luego llevarla a su mejilla.
– Tan cálido – susurró mientras cerraba sus ojos. – Te amo con toda mi vida, Hino-chan – declaró, para luego abrazarla con fuerza y colocó su cabeza en el cabello de su novia. Que delicioso aroma... la ventaja de sentidos de las zoan funcionaba mucho ahora.
– ¡Kawaaaaaaaaai! – empezó a frotar con suavidad mientras se reía como niña. – Qué risa más adorable. –
Definitivamente, iba a pagar luego de darle el regalo. A duras a penas llegó a la habitación, y para ese entonces ya estaba completamente sonrojada y respirando con algo de dificultad. Suavemente la depositó en la cama y se dirigió hacia una bolsa de compras. De allí sacó una pequeña caja azul y la contempló por algunos segundos. La apretó un poco y se dirigió hacia donde estaba su novia esperándola. Abrió el objeto y dentro se encontraba un hermoso anillo. Era perfecto para el delicado dedo de la joven. Además, tenía un pequeño zafiro en el centro.
– Se que dije que volvería contigo luego de uno o dos años, pero con esto sello la promesa de reencuentro – declaró con suavidad la joven.
Sin decir otra palabra, levantó la mano de Hinori e introdujo el anillo en su dedo. Como pensaba, le quedaba perfecto. No era uno de compromiso, puesto que pensaba que era demasiado rápido con el poco tiempo que llevaban juntas. Pese a eso... no le molestaría cambiar ese por uno de compromiso en un par de años. Seguía sujetando la mano de la joven y depositó un pequeño beso en ella, para luego llevarla a su mejilla.
– Tan cálido – susurró mientras cerraba sus ojos. – Te amo con toda mi vida, Hino-chan – declaró, para luego abrazarla con fuerza y colocó su cabeza en el cabello de su novia. Que delicioso aroma... la ventaja de sentidos de las zoan funcionaba mucho ahora.
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No pudo evitar ruborizarse cuando la peliblanca habló sobre su risa. Ella no la veía para tanto, pero dedujo que al igual que a ella le gustaba todo de Alice, viceversa también serviría. Sacó la lengua continuando con sus juegos y cuando quedó en la cama no pudo evitar sonreír de forma un poco traviesa. Miró a la albina con lujuria y se quitó la sudadera quedando de nuevo con aquel sujetador. Estaba lista para otro asalto, de violarla, colocarla bajo ella y amamantarla como un bebé. Enroscarse con sus piernas en el cuerpo de su pequeña albina y hacerla suplicar una y otra vez. No había nada que pudiera pagarse con eso. Era una deliciosa y pequeña tentación que la que pensaba caer de nuevo y una y otra vez si era necesario. Estuvo a punto de lanzarse sobre ella a traición, pero entonces le ofreció una pequeña caja.
Cuando la abrió, los ojos de la morena se abrieron como platos. No podía creerse lo que tenía delante de sus ojos. Se trataba de un anillo y parecía bastante bonito, con un zafiro puesto en el centro, como el emblema de Dexter. La joven no tardó en sonrojarse de una forma en la que parecía un pimiento legendario. Sus manos temblaban y cuando le puso el anillo tuvo que agarrarse a ella para no desmayarse. Algunas lágrimas salieron de sus ojos y entonces notó el beso y las palabras de su chica. Se lanzó sobre ella y la colocó debajo en la cama. Sin pensarlo besó sus labios con fuerza y la abrazó de forma posesiva. Abrió los ojos mirando los de ella, pero besándola todavía, mordía, lamía y sorbía sus labios aun mirándola, así tal vez la ponía nerviosa. Se separó unos segundos y las lágrimas cayeron sobre el rostro de la albina.
- Arigato… ¡Arigato! – Gritó abrazándola con más fuerza. – Yo también te amo, Alice-chan…
Hinori entonces no se lo pensó ni un solo momento. La besó de nuevo de forma dulce y empezó a jugar con sus manos. Acariciaba sus dedos despacio y terminó por quedar tumbada sobre la albina. Pasó a besar entonces su cuello despacio y vio la marca. Sacó la lengua y entonces metió la mano bajo su camiseta. Acarició su espalda con muchísimo cariño, usando las yemas de sus dedos para hacerle caricias dulces. Terminó entonces besándola de nuevo, pero esta vez le bajó el pantalón despacio. Finalmente bajó por el cuerpo de ella, besándolo con cariño y dándole mimos. Cuando llegó a su ropa interior, la bajó con los dientes…
- Ahora gime para mí… mi vida…
Tras dos horas de puro desmadre, la morena yacía echada sobre su albina con una sonrisa. Acarició su mejilla despacio con la mano y tan solo le susurró una cosa en el oído.
- Te amo… Uke-chan…
Lo último lo dijo con una sonrisa muy engreída y maliciosa. La había tomado sin piedad alguna y la había hecho suya totalmente sin restricción alguna.
Cuando la abrió, los ojos de la morena se abrieron como platos. No podía creerse lo que tenía delante de sus ojos. Se trataba de un anillo y parecía bastante bonito, con un zafiro puesto en el centro, como el emblema de Dexter. La joven no tardó en sonrojarse de una forma en la que parecía un pimiento legendario. Sus manos temblaban y cuando le puso el anillo tuvo que agarrarse a ella para no desmayarse. Algunas lágrimas salieron de sus ojos y entonces notó el beso y las palabras de su chica. Se lanzó sobre ella y la colocó debajo en la cama. Sin pensarlo besó sus labios con fuerza y la abrazó de forma posesiva. Abrió los ojos mirando los de ella, pero besándola todavía, mordía, lamía y sorbía sus labios aun mirándola, así tal vez la ponía nerviosa. Se separó unos segundos y las lágrimas cayeron sobre el rostro de la albina.
- Arigato… ¡Arigato! – Gritó abrazándola con más fuerza. – Yo también te amo, Alice-chan…
Hinori entonces no se lo pensó ni un solo momento. La besó de nuevo de forma dulce y empezó a jugar con sus manos. Acariciaba sus dedos despacio y terminó por quedar tumbada sobre la albina. Pasó a besar entonces su cuello despacio y vio la marca. Sacó la lengua y entonces metió la mano bajo su camiseta. Acarició su espalda con muchísimo cariño, usando las yemas de sus dedos para hacerle caricias dulces. Terminó entonces besándola de nuevo, pero esta vez le bajó el pantalón despacio. Finalmente bajó por el cuerpo de ella, besándolo con cariño y dándole mimos. Cuando llegó a su ropa interior, la bajó con los dientes…
- Ahora gime para mí… mi vida…
Tras dos horas de puro desmadre, la morena yacía echada sobre su albina con una sonrisa. Acarició su mejilla despacio con la mano y tan solo le susurró una cosa en el oído.
- Te amo… Uke-chan…
Lo último lo dijo con una sonrisa muy engreída y maliciosa. La había tomado sin piedad alguna y la había hecho suya totalmente sin restricción alguna.
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Alice tenía un puchero actualmente en su rostro. ¿Razón de ello? Luego que Hinori terminara de demostrar sus emociones cuando le entregó el anillo, su novia se puso en plan juguetona y la albina sabía muy lo que desencadenaría eso, pero estaba esperando eso. La agente quería su revancha luego de lo ocurrido cuando iba hacia la habitación, así que se iba a desquitar de lo lindo... o ese era el plan. Lo cierto era que tras dos horas intensas de hacer el amor con su pelinegra, la albina nuevamente terminó perdiendo, dejando las cosas en empate otra vez. No importa lo que hizo, de igual forma terminó perdiendo al final, aunque no se quejaba. No pudo evitar estremecerse y cerrar instintivamente sus piernas al recordar todo lo ocurrido. Definitivamente, las tímidas eran de cuidado. Siempre terminaban siendo las más fieras en la cama, o eso había escuchado. Seguía sintiendo la lengua imaginaria de Hinori lamiendo su cuerpo, especialmente su zona prohibida... Negó violentamente con la cabeza, al tiempo que se sonrojaba con violencia. Se había vuelto en toda una pervertida por su culpa.
– Urusai – dijo, aun sonrojada mientras escondía su rostro en los apetitosos pechos de Hinori. – Oh, bueno... Aún puedo seguir, Hime-chan – declaró con una sonrisa siniestra, aunque no visible debido a su posición. Benditas sean las Zoan que le daban una resistencia increíble.
Aprovechó la posición para mordisquear suavemente sus pezones y golpear levemente su trasero. Sin decir palabra alguna, la albina rápidamente se giró para quedar ahora ella encima, todavía alimentándose de aquellas deliciosas. Rápidamente se separó y miró directamente hacia el rostro de la pelinegra, sonriendo con malicia. Rápidamente atacó sin piedad su dulce boca, usando el Kempo en su lengua para que no opusiera resistencia alguna para explorar. No, ahora le tocaba a ella disfrutar. Mientras acariciaba todos los rincones de su cavidad, la albina usaba sus dedos con el Kami-E para acariciar su zona íntima, llegando a introducir hasta tres dedos de una. Finalmente tras lo que pareció ser una eternidad, la albina retiró sus labios, dejando un considerable hilo de saliva.
– Realmente... nunca voy a aburrirme de tu sabor – ronroneó cual gato.
Y para probar su punto, la joven se llevó la mano con la que estaba jugando antes y lamió todos los dedos delante de Hinori. Uno a uno, además de hacerlo de forma lenta para incitarla más. Además, seguía ronroneando y mirando a la pelinegra como su presa. Sin decir otra cosa, sujetó con fuerza sus brazos y posicionó su intimidad justo a la altura de la joven. Mostró una sonrisa maligna y empezó a frotar lentamente... para luego aumentar mucho la intensidad usando el Kempou del Kami-E. No pudo evitar gemir debido al placer, pero eso no impedía que mirara lujuriosamente a su amante. Si, realmente se había vuelto en toda una pervertida, pero bueno, no había nada de malo si se trataba de la pirata.
– Mmm – murmuró la joven luego de terminar, para luego quedar abrazada a su amante y con su rostro en su cuello.
Una pena que habrían uno o dos años de separación, pero no podía pensar así. Luego de eso se verían permanentemente las caras.. y harían cosas pervertidas todas las noches. Notó que estaba babeando al pensar en eso y rápidamente se la seco, aunque ya había caído algo de saliva en su cuerpo.
– ¿Puede preguntar algo? – Alice miraba con curiosidad a Hinori, todo rastro de lujuria ido por el momento. – ¿Tienes algún sueño... o sueños?
– Urusai – dijo, aun sonrojada mientras escondía su rostro en los apetitosos pechos de Hinori. – Oh, bueno... Aún puedo seguir, Hime-chan – declaró con una sonrisa siniestra, aunque no visible debido a su posición. Benditas sean las Zoan que le daban una resistencia increíble.
Aprovechó la posición para mordisquear suavemente sus pezones y golpear levemente su trasero. Sin decir palabra alguna, la albina rápidamente se giró para quedar ahora ella encima, todavía alimentándose de aquellas deliciosas. Rápidamente se separó y miró directamente hacia el rostro de la pelinegra, sonriendo con malicia. Rápidamente atacó sin piedad su dulce boca, usando el Kempo en su lengua para que no opusiera resistencia alguna para explorar. No, ahora le tocaba a ella disfrutar. Mientras acariciaba todos los rincones de su cavidad, la albina usaba sus dedos con el Kami-E para acariciar su zona íntima, llegando a introducir hasta tres dedos de una. Finalmente tras lo que pareció ser una eternidad, la albina retiró sus labios, dejando un considerable hilo de saliva.
– Realmente... nunca voy a aburrirme de tu sabor – ronroneó cual gato.
Y para probar su punto, la joven se llevó la mano con la que estaba jugando antes y lamió todos los dedos delante de Hinori. Uno a uno, además de hacerlo de forma lenta para incitarla más. Además, seguía ronroneando y mirando a la pelinegra como su presa. Sin decir otra cosa, sujetó con fuerza sus brazos y posicionó su intimidad justo a la altura de la joven. Mostró una sonrisa maligna y empezó a frotar lentamente... para luego aumentar mucho la intensidad usando el Kempou del Kami-E. No pudo evitar gemir debido al placer, pero eso no impedía que mirara lujuriosamente a su amante. Si, realmente se había vuelto en toda una pervertida, pero bueno, no había nada de malo si se trataba de la pirata.
– Mmm – murmuró la joven luego de terminar, para luego quedar abrazada a su amante y con su rostro en su cuello.
Una pena que habrían uno o dos años de separación, pero no podía pensar así. Luego de eso se verían permanentemente las caras.. y harían cosas pervertidas todas las noches. Notó que estaba babeando al pensar en eso y rápidamente se la seco, aunque ya había caído algo de saliva en su cuerpo.
– ¿Puede preguntar algo? – Alice miraba con curiosidad a Hinori, todo rastro de lujuria ido por el momento. – ¿Tienes algún sueño... o sueños?
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Hinori no dejaba de mirar los ojos de la joven con aquella sonrisa lasciva que poseía en ese momento. Notó entonces su potente fuerza dejarla debajo de ella. La pirata mostró una expresión algo nerviosa y se quedó observándola. Cuando su boca se juntó con la suya no pudo evitar su dulce lengua invadirla. Cerró sus ojos despacio y trató de corresponder, pero era imposible seguirle el ritmo. Se sintió derrotada en esa batalla, pero no paraba de temblar. Cuando notó su intimidad ser penetrada por los dedos de la osita, no tardó en gemir con fuerza en la boca de ella. Su cuerpo empezó a vibrar con fuerza y sintió una sensación de placer increíble inundando su cuerpo.
Para colmo, cuando se separó chasqueó la lengua, pues quería continuar siendo oralmente violada por su novia. Notó la mirada lasciva de ella y la lujuria con la que lamía los dedos despacio. El rubor de la morena creció bastante y lo siguiente la pilló de improviso. El frote de ambas partes femeninas aumentó el morbo de la situación y la luchadora se dejó dominar totalmente. Cerró sus ojos disfrutando y gimiendo del placer hasta que ella terminó. De nuevo había terminad y sus fluidos invadían las sábanas. Jadeaba de gusto empapada en sudor y miraba con pasión a la persona que amaba. No iba a permitirle vencerla y por el momento haría un esfuerzo enorme pasa seguir. Ya tenía bastante con lo que iba a costarle andar.
- Me quedan el de ser más fuerte que Derian, hacer a Dexter el rey de los piratas… Y el más importante. Dedicar mi vida a hacerte feliz…
Una vez dijo aquello notó un leve rubor cubrir sus mejillas. Trataría de aprovechar eso para liberarse. Sus alas salieron de la espalda y se abalanzó sobre su chica. De nuevo trataría de agarrarla y salir volando contra la pared. Allí la mantendría pegada con sus alas y tendría ambas manos libres. Entonces con la derecha tapó sus ojos de forma algo juguetona. Pasó su lengua por los labios de ella y mostró una sonrisa siniestra.
- Creo que alguien ha sido mala… Ya me he corrido bastante… Es el momento de que pagues tu osadía, mi pequeña osita. – Mencionó mordiéndole el labio inferior.
Hinori agarró el mando del Den den mushi en forma de pantalla y lo miró. Era largo, unos veinte centímetros. Además tenía ancho, por lo que sería perfecto. Lo metió en su propia boca empezando a lamerlo sin dejar escapar a su niña. En cuando lo tuvo sonrió y empezó a frotarlo despacio en la entrepierna de Alice. Pasando los segundos, lo fue metiendo en su interior sin piedad alguna. Cuando más o menos estuvo por la mitad empezó a moverlo, sacándolo y metiéndolo a una velocidad moderada. Mientras tanto quitó un solo dedo de los ojos de ella y lo metió en la boca de la albina.
- Amor mío, creo que no te has enterado de una cosa. Aquí la que manda soy yo, así que vamos, quiero que asientas con la cabeza y hagas caso a tu dueña. – Tras decir aquello quitó la mano de sus ojos.
La llevó directamente a su pierna y la agarró para subirla un poco. Con la otra mano introdujo el mando casi entero y sin dejarle oportunidad de quejarse, la besó con pasión. Trató de enroscar su lengua con la de ella. Tras unos segundos con ella pegada a la pared, la miró a los ojos de forma algo maliciosa.
- De rodillas mi amor…
Dijo separándose un poco. Si ella era obediente, Hinori estiraría su pie descalzo y limpió hacia ella y trataría de meter los dedos del pie dentro de la boca de su amante.
- Comportarte como mi osita sumisa…
Para colmo, cuando se separó chasqueó la lengua, pues quería continuar siendo oralmente violada por su novia. Notó la mirada lasciva de ella y la lujuria con la que lamía los dedos despacio. El rubor de la morena creció bastante y lo siguiente la pilló de improviso. El frote de ambas partes femeninas aumentó el morbo de la situación y la luchadora se dejó dominar totalmente. Cerró sus ojos disfrutando y gimiendo del placer hasta que ella terminó. De nuevo había terminad y sus fluidos invadían las sábanas. Jadeaba de gusto empapada en sudor y miraba con pasión a la persona que amaba. No iba a permitirle vencerla y por el momento haría un esfuerzo enorme pasa seguir. Ya tenía bastante con lo que iba a costarle andar.
- Me quedan el de ser más fuerte que Derian, hacer a Dexter el rey de los piratas… Y el más importante. Dedicar mi vida a hacerte feliz…
Una vez dijo aquello notó un leve rubor cubrir sus mejillas. Trataría de aprovechar eso para liberarse. Sus alas salieron de la espalda y se abalanzó sobre su chica. De nuevo trataría de agarrarla y salir volando contra la pared. Allí la mantendría pegada con sus alas y tendría ambas manos libres. Entonces con la derecha tapó sus ojos de forma algo juguetona. Pasó su lengua por los labios de ella y mostró una sonrisa siniestra.
- Creo que alguien ha sido mala… Ya me he corrido bastante… Es el momento de que pagues tu osadía, mi pequeña osita. – Mencionó mordiéndole el labio inferior.
Hinori agarró el mando del Den den mushi en forma de pantalla y lo miró. Era largo, unos veinte centímetros. Además tenía ancho, por lo que sería perfecto. Lo metió en su propia boca empezando a lamerlo sin dejar escapar a su niña. En cuando lo tuvo sonrió y empezó a frotarlo despacio en la entrepierna de Alice. Pasando los segundos, lo fue metiendo en su interior sin piedad alguna. Cuando más o menos estuvo por la mitad empezó a moverlo, sacándolo y metiéndolo a una velocidad moderada. Mientras tanto quitó un solo dedo de los ojos de ella y lo metió en la boca de la albina.
- Amor mío, creo que no te has enterado de una cosa. Aquí la que manda soy yo, así que vamos, quiero que asientas con la cabeza y hagas caso a tu dueña. – Tras decir aquello quitó la mano de sus ojos.
La llevó directamente a su pierna y la agarró para subirla un poco. Con la otra mano introdujo el mando casi entero y sin dejarle oportunidad de quejarse, la besó con pasión. Trató de enroscar su lengua con la de ella. Tras unos segundos con ella pegada a la pared, la miró a los ojos de forma algo maliciosa.
- De rodillas mi amor…
Dijo separándose un poco. Si ella era obediente, Hinori estiraría su pie descalzo y limpió hacia ella y trataría de meter los dedos del pie dentro de la boca de su amante.
- Comportarte como mi osita sumisa…
Alice Branwen
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fuerza
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Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
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¿Cuantas ya iban? Había perdido la cuenta de cuantas sabanas tuvieron que cambiar este último tiempo debido a los fluidos que la mojaban. El sudor caía por su cuerpo, pero no le incomodaba. Hinori estaba en las mismas, y tener su cuerpo presionada al de ella de aquella forma... lo consideraba demasiado excitante. El calor, su olor y apariencia la prendían demasiado. Pudo sentir como se mojaba un poco de nuevo, por lo que se cruzó de piernas un poco. No, aún necesitaba descansar un poco para lanzarse al ataque, pero ya tendría otro momento. En eso escuchó la respuesta de su novia y alzó un poco la ceja mientras sonreía levemente. Estaba segura que lograría las dos primeras, y lo tercero lo estaba logrando de una manera increíble. Su mera presencia alejaba todos sus demonios y su mente quedaba tranquila y en paz. De todas formas, estaba segura de algo. A penas podría mantenerse de pie el día siguiente, pero le daba un poco igual. Si no se movía, entonces pasaría el día acostada con su hermosa amante.
– Pues estoy segura que lo lograras... Y vas bien con lo tercero – dijo mientras alzaba el puño y se sonrojaba un poco.
Antes que pudiera bajar el brazo, sin embargo, se vio nuevamente aprisionada por las alas de Hinori. Sabía que no podría liberarse, pero eso no quería decir que no pudiera responder de forma eficaz. Antes ya pudo, por lo que ahora lo intentaría nuevamente. Solo tenía que esperar su oportunidad para contraatacar... o esa era la idea. Instintivamente se relamió al sentir la lengua de la pelinegra en sus labios, haciendo que chocara con la propia de la joven. Se sonrojo nuevamente, puesto que una cosa era juguetear dentro de la boca, y otra era hacerlo fuera de allí para que se pudiera ver.
– ¿Q-qué piensas hacer? – preguntó con timidez mientras se encontraba aprisionada en la pared.
Sus ojos se abrieron exageradamente al ver el mando de DMM pantalla. Tragó en seco, haciéndose una idea de lo que pasaría. Una bien pequeña de ella dudaba, pero fue ignorado eso debido a la excitación y lujuria que sentía. Sin poder evitarlo, le dedicó una sonrisa lasciva a Hinori. Se estremeció al sentir cómo frotaba el mando en su intimidad, y no pudo evitar soltar un sonoro gemido cuando el objeto se introdujo dentro de ella. No terminó allí, sin embargo. Movió instintivamente su cadera, haciendo que entrara mucho más aquel largo objeto. En medio de su excitación, pensó en por qué no se le había ocurrido hacer eso antes. Oh, bueno. Ya se desquitaría más adelante.
Todo lo bueno no duraba, sin embargo. Sabía de sobra que Hinori no quería hacer eso y no conocía el efecto que tendría eso en ella. Había una muy buena razón por la cual nunca se pasó de la raya con ella cuando controlaba. Hacer eso haría que tuviera un relapso y recordaría cosas horribles de lo sucedido en la prisión. Nunca fue violada, pero si torturada. Ser dominada de esa forma tan salvaje, además de escuchar del comentario de dueña y por lo que quiso hacer con sus pies, no pudo evitar empezar a recordar. Eso provocó que su cuerpo empezara a temblar, al tiempo que miedo se apoderaba de sus orbes azulados.
– Por favor... no – susurró débilmente,y se podía notar el miedo en su voz.
Mantenía sus ojos cerrados, pero el temblor la delataba por completo. Por dentro, maldecía una y otra vez a los bastardos que la dejaron así. Su preciosa no tenía la culpa de nada, pero era algo que no podía evitar.
– Por favor... – volvió a suplicar.
– Pues estoy segura que lo lograras... Y vas bien con lo tercero – dijo mientras alzaba el puño y se sonrojaba un poco.
Antes que pudiera bajar el brazo, sin embargo, se vio nuevamente aprisionada por las alas de Hinori. Sabía que no podría liberarse, pero eso no quería decir que no pudiera responder de forma eficaz. Antes ya pudo, por lo que ahora lo intentaría nuevamente. Solo tenía que esperar su oportunidad para contraatacar... o esa era la idea. Instintivamente se relamió al sentir la lengua de la pelinegra en sus labios, haciendo que chocara con la propia de la joven. Se sonrojo nuevamente, puesto que una cosa era juguetear dentro de la boca, y otra era hacerlo fuera de allí para que se pudiera ver.
– ¿Q-qué piensas hacer? – preguntó con timidez mientras se encontraba aprisionada en la pared.
Sus ojos se abrieron exageradamente al ver el mando de DMM pantalla. Tragó en seco, haciéndose una idea de lo que pasaría. Una bien pequeña de ella dudaba, pero fue ignorado eso debido a la excitación y lujuria que sentía. Sin poder evitarlo, le dedicó una sonrisa lasciva a Hinori. Se estremeció al sentir cómo frotaba el mando en su intimidad, y no pudo evitar soltar un sonoro gemido cuando el objeto se introdujo dentro de ella. No terminó allí, sin embargo. Movió instintivamente su cadera, haciendo que entrara mucho más aquel largo objeto. En medio de su excitación, pensó en por qué no se le había ocurrido hacer eso antes. Oh, bueno. Ya se desquitaría más adelante.
Todo lo bueno no duraba, sin embargo. Sabía de sobra que Hinori no quería hacer eso y no conocía el efecto que tendría eso en ella. Había una muy buena razón por la cual nunca se pasó de la raya con ella cuando controlaba. Hacer eso haría que tuviera un relapso y recordaría cosas horribles de lo sucedido en la prisión. Nunca fue violada, pero si torturada. Ser dominada de esa forma tan salvaje, además de escuchar del comentario de dueña y por lo que quiso hacer con sus pies, no pudo evitar empezar a recordar. Eso provocó que su cuerpo empezara a temblar, al tiempo que miedo se apoderaba de sus orbes azulados.
– Por favor... no – susurró débilmente,y se podía notar el miedo en su voz.
Mantenía sus ojos cerrados, pero el temblor la delataba por completo. Por dentro, maldecía una y otra vez a los bastardos que la dejaron así. Su preciosa no tenía la culpa de nada, pero era algo que no podía evitar.
– Por favor... – volvió a suplicar.
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Hinori estaba disfrutando de lo lindo con su amante en aquella posición tan deliciosa. El verla de aquella forma la hacía sentir muy bien. En ese momento pudo ver la mirada de ella cuando le dio la orden. Sus ojos azulados y hermosos parecían mostrar otra cosa lejos de excitación. No supuso que fuese un teatro hecho por ella, por lo que ladeó la cabeza de forma confusa. Anuló sus alas de nuevo y se quedó observándola unos segundos. Frunció el ceño al verla de aquella forma y no tardó en chasquear su lengua. Al verla suplicar de nuevo lanzó el mando por los aires y lo estampó contra el sillón. Apretó el puño unos momentos y entonces fue cuando dio un par de pasos hacia ella. La morena parecía bastante preocupada y no era para menos.
- ¿Qué ocurre? – Preguntó con un tono que mostraba enfado.
No era hacia ella, pero sí a lo que la estuviese molestando. La cogió en brazos sin pensárselo y se tumbó en la cama con ella. La abrazó dejándola de bajo y pegó y frente con la de la joven. Sus perlados ojos observaban los azules de su chica de forma dulce. Pasó su mano por los cabellos de ella y después de unos segundos besó su mejilla. Empezó a mimarla con mucho cuidado, como si fuera un pequeño tesoro al que había que cuidar. Trató de pegarla todo lo posible a ella y jugó de nuevo con sus labios. Le daba ligeros besos con suavidad y alguna que otra lamida. Después de unos momentos le sonrió con toda su dulzura.
- Tranquila amor mío… No voy a volver a pedirte algo así. Ahora cuéntame todo lo que te pasa. Sabes que yo estoy aquí y que daría mi vida por ti. Tú eres mi sueño y te amo muchísimo, de modo que cálmate y desahógate…
Al decirle aquello de nuevo la besó con cariño. Posaba sus labios sobre los de ella, en su cuello, en su barbilla, en sus mejillas. No paraba de besarla y mimarla por todas partes. El amor y cariño que sentía por ella estaba por encima de todas las cosas. La rodeó por la cintura con sus brazos y la pegó mucho más. Sus cuerpos desnudos ahora estaban piel con piel. Usó su mano para apartarle el flequillo y después le sonrió de nuevo.
- No voy a dejar que nada ni nadie te moleste nunca, mi amor. Cualquiera que trate de hacerte algo morirá. – Terminó diciendo con frialdad mientras le daba un nuevo beso en los labios. Deseaba mimarla todo lo posible.
Era su pequeña y no iba a permitir que nadie la tocase. Aunque tuviese sus ataques de dominante, Alice continuaba siendo la menor. Hinori tenía toda la responsabilidad de cuidar de su tesoro. No iba a permitir verla triste. Otra vez, empezó a besar su rostro con dulzura y cariño. Desplazó las manos hasta su espalda y empezó a masajearle con mucha suavidad.
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Inconscientemente se estremeció al ver como mandaba a volar el control del DDM. No pudo evitar que más miedo la invadiera al ver su mirada tan seria. Sabía que no era justo para ella, pero ahora se encontraba en un estado demasiado sensible y Hinori no tenía idea de ello. Más aumento dicha emoción al sentir en enfado en su voz, puesto que creía que era dirigido hacia ella. ¿Estaba enojada con ella por lo que armó? Esperaba que no, porque lo que menos quería era hacer algo como eso. Cerró sus ojos al notar que se acercaba, temblando levemente. Se sentía idiota al pensar en eso, pero en verdad creyó por unos pocos segundos que su novia la iba a golpear. No era justo para ella y lo sabía. Se relajó al sentir que su novia la abraza, e instintivamente se apretó más hacia ella y le devolvió el gesto. A estas alturas parecía una niña pequeña en búsqueda de atención, pero en cierto sentido lo era. Alice necesitaba todo el cariño para superar este relapso que llegó en el peor momento. De verdad quería seguir, pero no pudo. Era tan débil, que su mentalidad cedió y recuerdos no gratos invadieron su mente.
La albina simplemente asintió ante sus palabras y la abrazó con fuerza. Cada cariño que le hacía Hinori, lograba que fuera calmándose. Se sentía querida estando así y hubiera deseado quedarse en esa posición toda la noche de ser posible, pero sabía que le debía una explicación a la pelinegra. Era lo mínimo que podía hacer luego de todo ese numerito que montó, pero primero debía calmarse para no perder la cordura nuevamente en medio de la explicación. Al cabo de unos minutos. logró tranquilizarse lo suficiente. Al menos el cesó el temblor y el miedo se había ido. Solo quedaba una melancolía y seriedad impresionante.
– No fue culpa tuya – susurró con suavidad mientras juntaba su mejilla con la de ella. – Simplemente creí que había superado el trauma.
Inhaló y exhaló varias veces, luego miró directamente al rostro de Hinori mientras tragaba saliva. No sabía como reaccionaría ante lo que diría, pero no podía guardarse eso. Confiaba en ella y era algo que debía saber si quería seguir con todo esto. Si al final no quería seguir con ella, lo entendería... Aunque probablemente se hundiría en una depresión de la cual nadie conseguiría sacarla ahora, ni siquiera Kasai o Xemnas.
– Cuando te dije lo del campo de concentración, lo pasé de largo y no te dije exactamente los detalles. Allí nos hacían trabajar en las minas, pero... no solo fue eso. Nos trataron peor que basura. Fui torturada, humillada y pisoteada en más de una ocasión. La razón por la cual intento parecer dominante, es porque no quiero recordar lo sumisa y débil que era en ese entonces. Pese a eso, me controlo y nunca me pasé contigo cuando dominaba. Si hubiera llegado al extremo, probablemente hubiera ocurrido algo similar a lo de ahora, pero sentiría asco hacia mi misma. Ahora me ocurrió un relapso al verte y escucharte de esa forma tan dominante, y por eso sucedió esto – finalmente reveló. – No es culpa tuya, soy yo la que la tiene. Debí desde un principio contarte todo, pero me acobardé a último segundo. Lo siento por todo – finalizó mientras algunas lágrimas caían de sus ojos.
Rápidamente se las secó y abrazó con fuerza el cuerpo de Hinori luego de su explicación, impidiéndole escapar. Sabía que dijo que entendería si no quería nada con ella después de esto, pero quería su calor y cariño más que nada ahora.
– No solo perdí mi libertad, también uno de mis sueños se me ve imposible ahora – dijo con algo de melancolía. – Siempre quise tener una hija, pero... mi útero quedo dañado luego de todo lo ocurrido por diversas torturas y me es imposible quedar embarazada, o eso dijeron los médicos ahora. De todas formas... eso da lo mismo ahora. Con tenerte a mi lado, me basta y sobra para ser feliz... Y no me hubiera molestado que ese anillo de promesa se convirtiera en uno de compromiso en un par de años – y ya, había terminado de desquitarse. Ahora esperaba intranquilamente la reacción de Hinori.
La albina simplemente asintió ante sus palabras y la abrazó con fuerza. Cada cariño que le hacía Hinori, lograba que fuera calmándose. Se sentía querida estando así y hubiera deseado quedarse en esa posición toda la noche de ser posible, pero sabía que le debía una explicación a la pelinegra. Era lo mínimo que podía hacer luego de todo ese numerito que montó, pero primero debía calmarse para no perder la cordura nuevamente en medio de la explicación. Al cabo de unos minutos. logró tranquilizarse lo suficiente. Al menos el cesó el temblor y el miedo se había ido. Solo quedaba una melancolía y seriedad impresionante.
– No fue culpa tuya – susurró con suavidad mientras juntaba su mejilla con la de ella. – Simplemente creí que había superado el trauma.
Inhaló y exhaló varias veces, luego miró directamente al rostro de Hinori mientras tragaba saliva. No sabía como reaccionaría ante lo que diría, pero no podía guardarse eso. Confiaba en ella y era algo que debía saber si quería seguir con todo esto. Si al final no quería seguir con ella, lo entendería... Aunque probablemente se hundiría en una depresión de la cual nadie conseguiría sacarla ahora, ni siquiera Kasai o Xemnas.
– Cuando te dije lo del campo de concentración, lo pasé de largo y no te dije exactamente los detalles. Allí nos hacían trabajar en las minas, pero... no solo fue eso. Nos trataron peor que basura. Fui torturada, humillada y pisoteada en más de una ocasión. La razón por la cual intento parecer dominante, es porque no quiero recordar lo sumisa y débil que era en ese entonces. Pese a eso, me controlo y nunca me pasé contigo cuando dominaba. Si hubiera llegado al extremo, probablemente hubiera ocurrido algo similar a lo de ahora, pero sentiría asco hacia mi misma. Ahora me ocurrió un relapso al verte y escucharte de esa forma tan dominante, y por eso sucedió esto – finalmente reveló. – No es culpa tuya, soy yo la que la tiene. Debí desde un principio contarte todo, pero me acobardé a último segundo. Lo siento por todo – finalizó mientras algunas lágrimas caían de sus ojos.
Rápidamente se las secó y abrazó con fuerza el cuerpo de Hinori luego de su explicación, impidiéndole escapar. Sabía que dijo que entendería si no quería nada con ella después de esto, pero quería su calor y cariño más que nada ahora.
– No solo perdí mi libertad, también uno de mis sueños se me ve imposible ahora – dijo con algo de melancolía. – Siempre quise tener una hija, pero... mi útero quedo dañado luego de todo lo ocurrido por diversas torturas y me es imposible quedar embarazada, o eso dijeron los médicos ahora. De todas formas... eso da lo mismo ahora. Con tenerte a mi lado, me basta y sobra para ser feliz... Y no me hubiera molestado que ese anillo de promesa se convirtiera en uno de compromiso en un par de años – y ya, había terminado de desquitarse. Ahora esperaba intranquilamente la reacción de Hinori.
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La morena continuaba calmando a su pequeña de la mejor forma posible. Le daba mimos todo el rato y no paraba de abrazarla y cuidarla. Cerró los ojos escuchando sus palabras y cuando ella terminó de decirle aquello no pudo evitar apretar los puños. La rabia se estaba apoderando de ella. Se sentía como un maldito monstruo. Debido a su juego había traído recuerdos horribles a su chica. Un arduo dolor llegó al pecho de la morena cuando vio las lágrimas de ella surgir de sus ojos. Cerró los suyos propios con fuerza y apretó los dientes. Por primera vez la idea de matar no le estaba pareciendo mal. La abrazó como pudo y la pegó a ella mientras masajeaba su espalda con cariño. Era más sensible de lo que ella pensaba. Soltó un suspiro y después se quedó unos momentos pensativa.
Los ojos de la morena se abrieron como platos cuando la chica impidió sus movimientos con aquel fuerte abrazo. Hinori entonces liberó sus alas con fuerza. Era como si desease apartarse de ella. La fulminó con la mirada y su rostro se ensombreció. La ira se había apodero de ella y las venas de su frente se marcaron. Fue entonces cuando trató de quedar sobre ella y cogerla de las muñecas. Hinori bajó su rostro hasta ella y besó sus labios con cariño. La envolvió en sus alas como si fuese un bebé y quedó echada sobre su tesoro. La tenía protegida y bien agarrada. La miró a los ojos con seriedad y de nuevo la besó con cariño.
- Te lo dije bien claro, Alice-chan. Te amo. Me da igual tu pasado, te quiero de cualquier manera y eso no va a cambiar nunca. Mis sentimientos hacia ti son solo de amor, cariño y bondad. – Mencionó acariciándole su mejilla despacio y mirándola fijamente.
La morena llevó su mano hasta el abdomen de ella y pasó sus dedos muy despacio por aquella zona. Cerró los ojos concentrándose y pensó en aquellas pastillas que tenía su capitán. Fue en ese momento cuando le dedicó una sonrisa a su pequeña.
- Mi capitán tiene un poder para cambiar a una persona de sexo durante unas horas. Llegado el momento adecuado le pediré que te convierta… En ese momento… Introducirás tu semilla en mi interior. Yo te daré esa hija. – Tras decir aquello la abrazó de nuevo. – Dije que mi sueño es hacerte feliz, cielo. Y tomaré este anillo como uno de compromiso pues, mi amor, mi vida, mi reina. – Terminó de decir agachando la cabeza hacia ella como si de una princesa se tratase.
Hinori le dedicó una sonrisa dulce y continuó acariciando su abdomen. Con la otra mano pasó a sus hermosos cabellos y finalmente la besó en los labios de nuevo. Sus alas la mantenían envuelta en sus brazos y protegiéndola de cualquier cosa. La amaba, la quería más que a nada en el mundo. Unió su frente a la de ella y lamió sus labios despacio. Notó el rico sabor de su saliva inundarla y se relamió.
- Estas a salvo… Nada podrá hacerte daño a mi lado, Shirohime. Juro por mi vida, que siempre estaré a tu lado. Mi alma y mi vida son suyas…
Los ojos de la morena se abrieron como platos cuando la chica impidió sus movimientos con aquel fuerte abrazo. Hinori entonces liberó sus alas con fuerza. Era como si desease apartarse de ella. La fulminó con la mirada y su rostro se ensombreció. La ira se había apodero de ella y las venas de su frente se marcaron. Fue entonces cuando trató de quedar sobre ella y cogerla de las muñecas. Hinori bajó su rostro hasta ella y besó sus labios con cariño. La envolvió en sus alas como si fuese un bebé y quedó echada sobre su tesoro. La tenía protegida y bien agarrada. La miró a los ojos con seriedad y de nuevo la besó con cariño.
- Te lo dije bien claro, Alice-chan. Te amo. Me da igual tu pasado, te quiero de cualquier manera y eso no va a cambiar nunca. Mis sentimientos hacia ti son solo de amor, cariño y bondad. – Mencionó acariciándole su mejilla despacio y mirándola fijamente.
La morena llevó su mano hasta el abdomen de ella y pasó sus dedos muy despacio por aquella zona. Cerró los ojos concentrándose y pensó en aquellas pastillas que tenía su capitán. Fue en ese momento cuando le dedicó una sonrisa a su pequeña.
- Mi capitán tiene un poder para cambiar a una persona de sexo durante unas horas. Llegado el momento adecuado le pediré que te convierta… En ese momento… Introducirás tu semilla en mi interior. Yo te daré esa hija. – Tras decir aquello la abrazó de nuevo. – Dije que mi sueño es hacerte feliz, cielo. Y tomaré este anillo como uno de compromiso pues, mi amor, mi vida, mi reina. – Terminó de decir agachando la cabeza hacia ella como si de una princesa se tratase.
Hinori le dedicó una sonrisa dulce y continuó acariciando su abdomen. Con la otra mano pasó a sus hermosos cabellos y finalmente la besó en los labios de nuevo. Sus alas la mantenían envuelta en sus brazos y protegiéndola de cualquier cosa. La amaba, la quería más que a nada en el mundo. Unió su frente a la de ella y lamió sus labios despacio. Notó el rico sabor de su saliva inundarla y se relamió.
- Estas a salvo… Nada podrá hacerte daño a mi lado, Shirohime. Juro por mi vida, que siempre estaré a tu lado. Mi alma y mi vida son suyas…
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Un enorme temor se apoderó de ella cuando vio las alas salir de esa forma tan violenta, y esa expresión... Nunca vio a Hinori tan enojada como ahora. Literalmente quería enterrarse al ver la mirada que le estaba dirigiendo. "Es todo, entonces", pensó mientras bajaba la vista. Pese a todo, había sido bonito mientras duró. Abrió la boca para decir algo, pero en eso, la pelinegra la tomó de las muñecas y se quedó encima de la albina. Alice miraba hacia el otro lado, puesto que no quería ver la expresión en el rostro de la pirata. Ya recibió suficiente daño con el enojo de antes, no quería más. Si, quedaba demostrado que la joven era una persona muy sensible debajo de la fachada que siempre ponía delante. Aún mirando hacia otro lado que no fuera Hinori, la joven notó que había sacado sus alas y nuevamente la envolvieron. Sus ojos se abrieron de forma exagerada al sentir el beso, pero instintivamente rodeó el cuello de la pelinegra con sus brazos y correspondió al gesto.
Se separaron y Alice miraba a su novia, sin entender lo que estaba pasando. ¿No se había enojado con ella? ¿Entonces porque hizo eso? Escuchó sus palabras y no pudo evitar derramar un par de lágrimas más. Pese a todo, ¿seguía queriéndola de la misma forma y quería seguir con todo esto? ¿Que hizo para merecer a una persona como ella? Porque realmente se sentía como la peor persona del mundo. Sabía que el trauma era algo que no podía controlar, pero nunca esperó que actuaría en circunstancias como esta. Menos que fuera su novia quien le ocasionara el relapso. Ahora tenía asco por haber tenido miedo de ella debido a lo ocurrido. Gracias a sus pensamientos, casi la perdió para siempre.
– L-lo siento. No debí haberme puesto así – habló finalmente mientras bajaba un poco la mirada. – Eres la persona quien mas quiero, y actuar de esa forma fue contra toda confianza que hubiéramos tenido.
Se estremeció al sentir su mano recorriendo su estómago, pero fue en el buen sentido. Supuso que lo hacía debido a lo que dijo acerca de que no podía tener hijos gracias a su condición. Escuchó entonces sus palabras y miró atónita a su pequeña. ¿Acaso había oído bien? ¿Enserio podría cumplir uno de los sueños que creía perdido? Más lágrimas salieron, pero esta vez eran de felicidad. Que Hinori decidiera ofrecerse para ser que se embarazara, aumentó el amor que tenía hacia ella. Cosa que no creía posible. Además, decidió tomar ese anillo como uno de compromiso en vez de promesa. Sin poder evitarlo, tomó las mejillas de Hinori y juntó sus labios con los de ella.
– Te amo mucho, mi Kurohime. No me alejaré nunca de tí – declaró mientras le sonreía con calidez. Todo rastro de miedo y trauma desaparecieron, y solo quedaba cariño, amor y compasión.
Se separaron y Alice miraba a su novia, sin entender lo que estaba pasando. ¿No se había enojado con ella? ¿Entonces porque hizo eso? Escuchó sus palabras y no pudo evitar derramar un par de lágrimas más. Pese a todo, ¿seguía queriéndola de la misma forma y quería seguir con todo esto? ¿Que hizo para merecer a una persona como ella? Porque realmente se sentía como la peor persona del mundo. Sabía que el trauma era algo que no podía controlar, pero nunca esperó que actuaría en circunstancias como esta. Menos que fuera su novia quien le ocasionara el relapso. Ahora tenía asco por haber tenido miedo de ella debido a lo ocurrido. Gracias a sus pensamientos, casi la perdió para siempre.
– L-lo siento. No debí haberme puesto así – habló finalmente mientras bajaba un poco la mirada. – Eres la persona quien mas quiero, y actuar de esa forma fue contra toda confianza que hubiéramos tenido.
Se estremeció al sentir su mano recorriendo su estómago, pero fue en el buen sentido. Supuso que lo hacía debido a lo que dijo acerca de que no podía tener hijos gracias a su condición. Escuchó entonces sus palabras y miró atónita a su pequeña. ¿Acaso había oído bien? ¿Enserio podría cumplir uno de los sueños que creía perdido? Más lágrimas salieron, pero esta vez eran de felicidad. Que Hinori decidiera ofrecerse para ser que se embarazara, aumentó el amor que tenía hacia ella. Cosa que no creía posible. Además, decidió tomar ese anillo como uno de compromiso en vez de promesa. Sin poder evitarlo, tomó las mejillas de Hinori y juntó sus labios con los de ella.
– Te amo mucho, mi Kurohime. No me alejaré nunca de tí – declaró mientras le sonreía con calidez. Todo rastro de miedo y trauma desaparecieron, y solo quedaba cariño, amor y compasión.
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Una dulce sonrisa apareció entonces en el rostro de la morena. Se sentía satisfecha con las palabras de su cielo. Se relamió unos segundos y siguió el beso con pasión unos segundos. Su hermosa flor ahora se sentía mucho mejor al haberse desahogado y ella no tenía problema alguno. Se quedó mirando hacia un lado pensando en que tenía su mayor tesoro bajo ella y no iba a dejarlo escapar. Continuó acariciando su piel muy despacio mientras suspiraba satisfecha. Debía admitir que hacerla sacar todos sus sentimientos, pero ahora todo había pasado debido a todo lo que tuvieron que soportar. Le guiñó el ojo a ella y siguió dándole mimos al mismo tiempo que sonreía y de vez en cuando soltaba alguna pequeña carcajada, muestra de que estaba bastante contenta.
- No tampoco voy a permitir que te alejes nunca de mí. No dudaré en cumplir mi promesa de hacerte la más feliz del mundo y ahora que me has dejado todo sobre la mesa, no me cabe duda de que te quiero. Todo irá mejor a partir de ahora, empezando por que ahora Alice es propiedad de La Asesina Alada.
Hinori unió de nuevo sus labios a los de ella y sin piedad alguna tomó sus pechos. La morena la besó con ganas mientras usaba su lengua para acariciar la de su chica. Trató de dominarla de aquella forma para mientras tanto apretar sus senos con algo de fuerza, pero sin pasarse. Finalmente se separaría de sus labios y le dedicaría una mirada amable. De nuevo ocultó sus alas y lo siguiente que hizo fue colocarse en pie mientras se acercaba a una ventana. Cerró las persianas dejando todo a oscuras, pues finalmente había anochecido. Ahora que no se veía absolutamente nada, no tendría piedad. Activó su mantra y se desplazó entre la oscuridad hacia la albina. Se subió a la cama y la abrazó por detrás. No podía verla, pero su tacto le bastaba para lo que planeaba hacerle a su osita.
- Shhh… Ahora entrégate a mí, Alice-chan... – Susurró despacio.
Hinori mordió su oreja entonces al mismo tiempo que la abrazaba por detrás. Dejó la espalda de la peliblanca pegada a los pechos de ella y la atrapó rodeando su cintura con las piernas. Agarró sus pechos por detrás y empezó a masajearlo. Continuó mordiendo su oreja despacio y después de unos momentos pasó al cuello de ella. Notaba su propia entrepierna rozarse con la parte baja de la espalda de ella, pero le daba lo mismo. Allí, en la oscuridad la estaba tomando como su premio. Había descubierto al ser más sensible y lindo del mundo y lo haría suyo totalmente. Ahora tendría las cosas fáciles para ser la dominante. Apretó un poco los pezones de Alice y sonrió mientras seguía mordiéndole despacio en su cuello. Lentamente, empezó a lamer sus hombros, sus brazos y finalmente bajó la mano del pecho izquierdo a la entrepierna de ella. Allí frotó un poco y con cariño.
- Buena chica…
- No tampoco voy a permitir que te alejes nunca de mí. No dudaré en cumplir mi promesa de hacerte la más feliz del mundo y ahora que me has dejado todo sobre la mesa, no me cabe duda de que te quiero. Todo irá mejor a partir de ahora, empezando por que ahora Alice es propiedad de La Asesina Alada.
Hinori unió de nuevo sus labios a los de ella y sin piedad alguna tomó sus pechos. La morena la besó con ganas mientras usaba su lengua para acariciar la de su chica. Trató de dominarla de aquella forma para mientras tanto apretar sus senos con algo de fuerza, pero sin pasarse. Finalmente se separaría de sus labios y le dedicaría una mirada amable. De nuevo ocultó sus alas y lo siguiente que hizo fue colocarse en pie mientras se acercaba a una ventana. Cerró las persianas dejando todo a oscuras, pues finalmente había anochecido. Ahora que no se veía absolutamente nada, no tendría piedad. Activó su mantra y se desplazó entre la oscuridad hacia la albina. Se subió a la cama y la abrazó por detrás. No podía verla, pero su tacto le bastaba para lo que planeaba hacerle a su osita.
- Shhh… Ahora entrégate a mí, Alice-chan... – Susurró despacio.
Hinori mordió su oreja entonces al mismo tiempo que la abrazaba por detrás. Dejó la espalda de la peliblanca pegada a los pechos de ella y la atrapó rodeando su cintura con las piernas. Agarró sus pechos por detrás y empezó a masajearlo. Continuó mordiendo su oreja despacio y después de unos momentos pasó al cuello de ella. Notaba su propia entrepierna rozarse con la parte baja de la espalda de ella, pero le daba lo mismo. Allí, en la oscuridad la estaba tomando como su premio. Había descubierto al ser más sensible y lindo del mundo y lo haría suyo totalmente. Ahora tendría las cosas fáciles para ser la dominante. Apretó un poco los pezones de Alice y sonrió mientras seguía mordiéndole despacio en su cuello. Lentamente, empezó a lamer sus hombros, sus brazos y finalmente bajó la mano del pecho izquierdo a la entrepierna de ella. Allí frotó un poco y con cariño.
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