La mayor batalla jamás contada. [Grupal]

Me encontraba en un de las habitaciones de marineford cuidando mis plantas cuando oí mucho ruido aora y decidí mirar. Para cuando mire vi muchos piratas y muchos compañeros marines luchando y suspire:

pfff otra guerra es que nunca aprenden.

Decidí salir al combate porque sino mi vice-almirante me regañarían , asique cogiendo mi bolsa de semillas, mi espada y mis dagas salí fuera con la intención de detener esta masacre.

El gobierno me mandó ir a luchar junto a los marines, ya que había pronto otra guerra, no me gustaba mucho ir ahí combatiendo de un lado a otro, pero era lo que tocaba. Me llevaron a MarineFord para prepararme y así estar a tope para la guerra que pronto vendría. Mi misión que me encomendaron fue ver quien era el líder de esa guerra y llevarlo hasta la justicia, la misión era fácil al escucharlo de otro, pero hacerlo es otra cosa, me mandaron entrenar para así estar preparado y eso es lo que hice.

ME llevaron a una sala donde tendría todo lo que necesitara para entrenarme, sin perder tiempo me puse a ello.

Me había enterado por las calles de longuetown , de que la isla de la marina sería atacada por sanguinarios piratas... Y no tardé en poner rumbo hacia allí en un barco civil, pague un precio módico por poner rumbo hacia allí, con la condición de que trabajara en cubierta... Sería entretenido, por lo que accedí a ello... No tardamos demasiado en llegar, pues era un barco rápido, pues apenas llevaba la carga necesaria, y los miembros... Al llegar a dicha zona, salí del barco con una gran sonrisa en el rostro, esperando encontrar compañeros acabado con las vidas de los marines... Pero de momento, todo estaba tranquilo... Demasiado.

Spoiler:

Había sido llamado a acudir a Impel Down como uno de los cientos guardias que hicieran turno aquél mes. La situación no me gustaba por que entre los marines se escuchaban diversos rumores sobre corrupción y traición. Hablaban de un tal Kraus o algo parecido, no tenía ni idea de quién podía ser, pero si que había escuchado que habían mandado un shichibukai a su caza y captura. Y que nada más llegar un contra-almirante se lo llevó personalmente.

Desembarqué en el muelle principal de Marineford y comencé a caminar por las calles tranquilas de aquel lugar sintiendo la brisa sobre mi rostro. Una sensación embriagadora y relajante digna de un dios, de eso no cabía duda. Caminaba sin rumbo fijo entre las calles, me apetecía dar una vuelta por aquellos pasillos que formaban los edificios, algunos muy escondidos y algunos otros muy amplios. Todo estaba relajado.

La situación era muy bonita para ser cierta... Maldije la hora en la que pensé eso. En cuestión de unos minutos todo se vio envuelto en un estrepitoso jaleo protagonizado por una curiosa banda pirata. Tan solo habían 4 miembros y estaban arrasando con todo, aun que lo curioso es que uno de ellos no luchaba, sino que iba avanzando ante la destrucción y muerte de todos quienes se topaban al paso de aquellos hombre. Tuve un horrendo presentimiento. Aguardé observando sus movimientos escondido.

Todos corrían de un lado a otro sin pararse quietos, yo caminaba para encontrar a los causantes de esto y darles presión. Un marine me informo de un barco con piratas atraco cerca y me dispuse a ir corriendo dejando caer semillas por el camino y con mis dos dagas para defenderme por si me atacaba algún pirata que me haya echado el ojo.

(off: losiento por el post tan corto esque me pillo con la mente en blanco sorry)

Agarré la manzana con una mano, y di un gran bocado a la misma, con la que me comí casi la mitad de la misma.. sonreí ampliamente y miré a dacren a los ojos, con una pequeña sonrisa sádica en el rostro.

-Eso.- Dije mientras veía como el caos comenzaba a reinar en la plaza... Un muy reducido de piratas se había adueñado de la plaza, y comenzaron a destruirla toda... Bien... ¡BIEN!.. Mis pasos eran pequeños pero totalmente seguros de mi mismo, mientras me acercaba a los piratas... No con afán de acabar con ellos, sino de todo lo contrario...; Ayudarlos. Aprovechando la luz del día, iba creando destellos controlados, lo que iba segando a todos los marines que intentaban dispararme, así como creé un foco de luz a mi alrededor, lo cual ocultaba perfectamente mi figura, pues escandilaba.. Y mucho.

Observaba totalmente al margen la situación que se desencadenaba. Pude ver en el cielo el reluciente oro de mi nakama Edgar, al parecer había estado atento y planeaba algo, pues una red líquida iba cayendo gota a gota formando unos pilares por toda la plaza, seguramente querría atraparles.

En el centro de la plaza, el reducido grupo se detuvo, a su alrededor no había más que muerte. Dos tipos se aproximaron hacia ellos mientras las columnas se cerraban y me impedían ver lo que ocurría allí dentro.

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En el interior, todos quedaron viendo cómo se aproximaban Dacren y Johny hacia ellos. El que no hacía nada mas que avanzar se dirigió a ellos.

- Hola, si no queréis morir marcharos de aquí, si quereis matar marines, bienvenidos sois. Elegid rápido

Tanto Dacren como Johny no podían ver las figuras de los tipos que allí habían, tan solo manchas turbias que les hacían marearse si se aproximaban a ellos y les miraban fijamente.

Hacía ya cuatro meses que en las diferentes sedes de la Marina se hablaba, y cada vez con más seguridad, de la corrupción que ejercía un Contra-Almirante, mas ignoraba cuál de ellos sería. Limitábame por aquéllos tiempos a escuchar y callar, recaudando información insuficiente para relevar datos de este curioso enigma. Y hacía un mes, de los más fríos que viví, avisáronme voces puntuales de una irrefrenable necesidad de protección y defensa acérrima en la base principal de la armada, Marineford. Y hacía ya una semana de mi llegada, ésta fue por orden de uno de los más distinguidos Almirantes al que yo tenía por referencia moral en mis metas.
Y ese catastrófico día, en el que la calma precedía a una terrible tempestad venidera, hallábame ocupado en una pequeña sala oscura, chapada en madera de pino basto, situada en el interior de una torre que se alzaba en el extremo principal de la muralla izquierda, al cargo del mismísimo Oficial Técnico de la Marina y dos estrategas de altas dotes intelectuales. Con mi característico traje azabache, destacando siempre mi capa de la Marina con el kanji de la justicia, mi roja corbata pendía sobre un mapa en ese momento en el que yo me apoyaba sobre la mesa para estudiarlo de cerca. Alrededor de mi mirar llovían mis cabellos negruzcos, y mi mirar céntrabase en los muelles de Marineford -pues de este lugar era el mapa- intentando ignorar el dedo que no cesaba su nervioso movimiento de un punto a otro, señalando posiciones concretas en el dibujo.
-Tenemos a veinte buques apostados en la entrada, diez en la costa este y otra decena en la oeste, todos ellos custodiados al detalle por nuestros cien cañones, repartidos en dos grupos de cincuenta alrededor de las murallas. Si nosotros nos situamos justo en esta torre, sería de lógica encargarnos de la defensa de est... -el inquieto Oficial Técnico, Dore Cardbore, fue cortado por mis bruscas palabras.
-Me trae sin cuidado todo eso que ya me sé de memoria. ¡Usted, Oficial, no ha respondido a mi pregunta! -grité de malas maneras, azuzándole pavor-. ¿Cuándo esperamos ese famoso ataque? Ataque del que no tenemos información alguna, he de añadir. ¿Quién? ¿Cómo? ¿Por qué...? ¿Qué demonios de defensa extrema es esta si nuestra hoja de datos esta vacía? -no cesaban mis gritos, los que llenaban la sala y hacían dudar hasta al corazón más osado.
En todo esa perorata no había apartado mi mirada del mapa, como si desde él pudiera ver la zona en vivo y en directo en esos momentos, y Dore no había cesado de suspirar exasperado, irritado y, en suma, asustado.
-Verá, señor Kaori, yo estoy igual de sabido que usted de esta situación. Solo me han enviado aquí para dotar de firme protección a la muralla y... -alcé la mano para hacerle callar, y fruncí mis labios a la par. Suspiré.
-¿Cómo vamos a triunfar si no sabemos de qué nos estamos defendiendo? -pregunté cortante, dejando la más lógica pregunta en estos momentos que podría plantearse un hombre, y era una sin respuesta, para desgracia de todos.
Se hizo el silencio, y con mis palabras me erguí de nuevo derecho, alejándome de la mesa. La penumbra que desprendía la bruma de aquél día era destaca y baldía, la humedad juntábase con los huesos, pararizándolos, y el frío atenazaba el valor, minándolo. Inspiré hondo, buscando una respuesta inexistente en estos momentos de tensión suprema, y justo en ese instante oyóse en la lejanía más apartada un estruendo, recordando a un trueno.
-¿Qué es eso? -se preguntó en alto uno de los estrategas que allí habían.
No tardé en reaccionar más de dos segundos.
-¡Fuego de artillería! -lancéme sobre Cardbore, echándole al suelo para protegerle, pues la bala de cañón -que esto era- vino a destrozar justo la techumbre de la torre, cayéndose sobre nosotros escombros, polvo y, al fin, la guerra-. ¡Respondan a los disparos! -grité con toda la potencia de la que era capaz mi voz, a la par que me levantaba del suelo sucio hasta arriba de la mismísima suciedad, olvidándome de mis tres acompañantes, dejándolos a su suerte, mientras buscaba un lugar por donde bajar hacia la muralla a unirme a la represalia que iba a darse.
Esta orden iba dirigida a los tiradores, que pusiéronse en marcha a destiempo, posicionándose en distintos cañones y torretas. Para entonces, varios fogonazos fueron el telón del estrellato múltiple de puntos clave del muro oeste. Intenté, entre la polvareda y el humo que desprendía la pólvora, atisbar a nuestros atacantes, pero nada vi, solo llegué a escuchar el fragor de una batalla que, para mi sorpresa, ya se libraba en la plaza. La decisión que tomé fue simple, y era andar de un lado a otro de la muralla ayudando a los artilleros y repartiendo órdenes por doquier.

Tras un tiempo de ser el recadero de los revolucionarios le encanto que le dieran una primera mision, apoyar aquel ataque e intentar sacar con vida al contra-Almirante que habia producido todo aquello, pero eso era una mision secundaria que podia no cumplirse segun su parece . Estaba realmente ansioso y se tiro todo el camino hablando con su pistola contentisimo, dejando estupefactos a aquellos que se encargaban de llevarle, sobre todo una frase les dejo muy extrañados " Tranquilo te dejare que te tires todos los pedetes que quieras......No, solo marines y cazadores de recompensas , no ataques a los piratas, aunque si son muy sucios puedes escupir a alguno, nadie echara de menos un olor desagradable".

Empezo a notar que la mar estaba mas agresiva y el aire estaba cargado, olfateo un poco " mmmm..... huele a batalla inminente, espera, ¿que hora es pequeño señor?" pregunto a su reloj sacandolo y sin mirar las manillas solo su reflejo en la cupula de este dije " OOOH LLEGO TARDE!!!.... RAPIDO RAPIDO.... muy mal por no avisarme antes pequeño señor del tiempo"

Baje del barco y fui corriendo hacia donde olia a muerte segun mi cabeza. Algo me cego y de repente me cayo una manzana mordisqueada en la cocorota "EEEEEH!!!.... ¿Quien a tenido la osadia tirarme basura encima?... ahora trigun se esta mofando de mi..... MUERE!!!" Pensando que habia sido un marine que iba corriendo directo a aquel que me habia tirado la manzana realmente, dandome la espalda totalmente y volandole la gorra del tiro con unos pocos sesos manchando al de las manzanas y a su compañero. Me rodearon unos piratas y susurre a mis armas " tranquilas, son nuestros aliados, no podeis comeroslos, pero os dare comida suficiente hoy no hay problema".

Me acerque al chico de las manzanas y me disculpe limpiandole la cara dedicandole una sonrisa " Perdona, no me gusta que me manchen, asi que disculpame por hacer contigo algo que a mi me disgusta" quientandole los sesos que le habian caido " Soy Tavuk, Revolucionario, esta es mi primera mision de accion como tal" y me salio la sonrisa mas grande que pude hacer.