el carchacalodon carcarious (pasado kai puño rojo y bleyd)

En una esquina, un chico joven bebía de una jarra de cerveza. Iba vestido con ropa de practicantes de artes marciales, pero tenía más pinta de macarra que de karateka. Llevaba el pelo largo y despeinado, y una cinta roja en la frente. Vestía con una chaquetilla blanca abierta, que dejaba su torso musculoso y lleno de cicatrices al aire, y unos pantalones holgados y cómodos. Kai estaba recién alistado en la Marina, pero aun no lo habían destinado a ningún cuartel ni tenía órdenes concretas, así que estaba un poco aburrido. Había escuchado algo de una cacería o una pesca de una criatura peligrosa, y que los participantes se reunirían en aquel lugar. Tal vez sería una buena manera de romper con la monotonía y de paso entrenarse un poco.

- Qué aburrimiento... a este paso voy a acabar echando barriga.

De repente un tipo bastante peculiar entró en el bar. En principio parecía un tipo bastante rudo y duro, con una imponente armadura y un espadón enorme. Kai lo miró con aprobación hasta ver al animalejo que lo acompañaba. Al principio su mirada fue de desconcierto, pero luego se le escaparon varias carcajadas. Un poni rosa de pelaje espeso y esponjoso acompañaba al hombre. Tras reírse un poco más, Kai se levantó y se dirigió hacia el hombre, con una ligera sonrisa.

- Bonito animal, compañero. Permíteme que te invite a una ronda - dijo, amistosamente.

Le había hecho gracia la inesperada aparición del animal, y se sentía generoso y de buen humor tras aquel suceso. Con una sonrisa, depositó unos berries sobre la barra, y dijo:

- ¡Camarero! Sírvele a este hombre una ronda de lo que quiera.

Kai le dio un largo trago a su cerveza mientras veía al animalejo hacer cabriolas a su alrededor. El dueño, cuyo nombre era Bleyd, pidió un batido de chocolate y se lo dio al bicho, tras lo cual le agradeció el ofrecimiento y le explicó sus motivos para estar allí. Se sentó a su lado, escuchándole, y se acarició el mentón, pensativo. No tenía ni idea de cómo podría ser de utilidad "cazando" a un tiburón. No tenía experiencia ninguna en nada así, y además tampoco tenía ninguna clase de equipo u herramientas útiles. Sin embargo siempre podía echar una mano para matar el rato, y sacarse una pequeña recompensa. Esbozó una sonrisa y alargó la mano para estrechársela.

- Cuenta conmigo. No se mucho de tiburones, pero me apunto a desentumecer un poco los músculos y más aun si hay alguna clase de recompensa - dijo, con una sonrisa elocuente.

Terminó su cerveza de un trago y se levantó. Se dirigió a la esquina donde estaba sentado antes y recogió su bolsa de viaje. Se acercó a la barra con ella al hombro y le pidió al tabernero que le empaquetase comida para llevar, dejándole unos berries de nuevo en la barra. Mientras esperaba a tener la comida, se puso a pensar en lo que podría hacer con el dinero de la recompensa. Comer a gusto una buena temporada, con mucha carne, para empezar. La boca se le hizo agua pensando en ello, y cuando el tabernero llegó con la comida se apresuró a sacar de los paquetes un bollo. Lo agarró con la boca mientras metía el resto en su bolsa, y comenzó a comérselo mientras se acercaba de nuevo a Bleyd y su animal.

- Bueno, ¿nos vamos ya? - preguntó, animadamente.

Kai asintió al escuchar las palabras de Bleyd. Era un plan un poco suicida, pero todo fuera por el dinero y por matar el rato. Fama, gloria y riqueza... eso era lo que había llevado a su senpai a echarse a la mar. Sus motivos para seguir cambiaron más adelante, pero en todo caso, aquello también le interesaba a Kai. El equilibrio estaba bien, pero también tenía planes propios. Siguió al hombre fuera del bar sumido en sus pensamientos, y se fijó en el equipo. Más concretamente en las cañas.

- Espero que sepas lo que haces. Si ese bicho es tan gran y fuerte para destrozar barcas de una pasada, dudo que esas cosas que llevas ahí te sirvan - dijo, señalándolas - ¿No necesitarías más bien una grúa de puerto y una cadena de metal - preguntó, con un tono irónico.

En el puerto, Bleyd contrató a un viejo marinero para que les llevara en su barco. Era una nave pequeña de pesca, lo suficientemente grande como para que un tiburón no pudiese hundirla como hizo con la barca. Kai se situó en la proa, observando cómo surcaban las suaves olas del puerto a medida iban saliendo de este. Hacía un tiempo excelente para navegar. Tal vez un poco de calor de más, pero esto sólo hacía que la brisa marina fuese más agradable aun. De buen humor, se giró hacia su compañero:

- Bleyd, ¿cómo te ganas la vida? ¿Sueles dedicarte a esta clase de trabajos?

El tipo tenía pinta de guerrero, cuanto menos. Tal vez fuese algún cazador de recompensas, un aventurero o un mercenario. Desde luego le pegaba, con todo aquel equipo y aquella armadura. Dudaba que fuese precisamente un campesino o un comerciante.

Kai arqueó una ceja ante el comentario de Bleyd, antes de entender que era una broma. Así que era lo que suponía, un mercenario. Estaba bien saberlo. Si necesitaba los servicios de uno, ya sabría a quién acudir. Sabiendo eso... estaría bien pedirle alguna forma de contactar con él para un futuro. Se fijó en que el animalito estaba jugueteando con sus sandalias, pero no le hizo mucho caso.

- Por cierto, nunca viene mal poder contactar con un mercenario. ¿Tienes alguna formar de contactar con el resto? Den den mushi, o algo.

Se apoyó con los brazos sobre la borda y observó las aguas dividiéndose en dos al paso del barco. Tampoco es como si hubiese mucho más que ver. Durante un buen rato no ocurrió nada, hasta que finalmente el pescador les avisó de que se aproximaban a la guarida de la bestia. Curioso, hasta donde él sabía por lo que había leído en la biblioteca de la Orden, la mayoría de animales acuáticos no tenían guaridas, con excepciones como las morenas. ¿Sería "la guarida de la bestia" el nombre de algún lugar cercano? Tal vez algún arrecife, o un acantilado con cuevas.

- Espero que no falte mucho. Por cierto, ¿los tiburones tienen guaridas? - preguntó, extrañado.

Se alejó disimuladamente del marinero para no tener que oler su apestoso tabaco, y se fijó a ver si lograba avistar la aleta del escualo. Se fijó que se iban aproximando a una formación rocosa, alguna clase de islote. Se frotó las manos y bostezó, aburrido, cuando de repente se fijó en algo que asomó por un instante del agua. "¿Qué es eso? ¿Habrá sido...?" Prestó atención a ver si volvía a ver algo, pero no ocurrió nada. Tal vez se lo hubiera imaginado. Sin embargo, a los pocos segundos volvió a verlo: una aleta asomando unos metros a la derecha del islote.

- ¡Por allí! ¡Veo al tiburón!

De repente, la bestia comenzó a asomar fuera del agua. La aleta pareció crecer de tamaño brutalmente a medida iba saliendo fuera, y lo que antes le parecía un pequeño islote resultó ser un molusco de gran tamaño que se había pegado al lomo de la bestia. Aquello no era un tiburón corriente. Su tamaño era totalmente descomunal; más grande que nada que hubiera visto el marine. Sus ojos observaron con voracidad el barco, y pronto volvió a sumergirse parcialmente para prepararse y embestirles. Aquello iba mal; semejante monstruo bien podía destrozar el barco entero de un mordisco. Aquella misión era un suicidio, y aquellos arpones de poco iban a servir contra la bestia.

- Me cago en... se nos va a merendar con barco y todo.

Observó al animal comenzando a dar vueltas en círculo en torno al barco. Kai comenzó a correr en torno a la borda, siguiendo sus movimientos, mientras Bleyd y el marinero trabajaban. Sus actos eran inútiles; la única esperanza que tenían era espantar al monstruo de alguna manera. Y unos pocos pinchitos de metal no iban a hacerle nada. Ahora que podía ver su silueta dando vuelta en torno al barco, entendió que era incluso más grande de lo que había pensado inicialmente. ¿Sería un Rey Marino? Había oído hablar de esos monstruos, aunque si tenía que hacer caso a las historias, estos eran incluso más grandes. "¿Y si es un Rey Marino de menor tamaño? ¿O una cría?" Debía hacer algo... ¿pero qué? Tal vez lograba impactarle con un Supreme Cannon... pero no, estando debajo del agua, el mar amortiguaría el golpe. Si quería lograr un golpe directo debía esperar a que saliese a atacarles.

- Espero que esto me salga bien, o soy hombre muerto.

En lugar de saltar del barco en cuanto lo engullera, esperaría en la borda, y lanzaría su golpe cuando asomase fuera del agua. Si salía mal... estaba muerto. De repente, la bestia cambió de dirección y se dirigió hacia ellos. Kai corrió hasta la borda y se subió a esta. Se sacó velozmente la chaqueta del uniforme y la tiró a un lado, quedando desnudo de cintura para arriba. Se concentró, volcando toda su fuerza de voluntad en activar sus Caminos. De repente sus músculos comenzaron a tensarse y crecer, haciendo que Kai pareciese incluso más grande y musculoso. Además sus pupilas se volvieron doradas. Acababa de activar el Primer y el Sexto Camino, sus armas secretas. Entonces, vaciló. ¿Y si probaba con un golpe más concentrado que el Supreme Cannon? La bestia asomó entonces, y se dio cuenta de que el tiempo de hacer planes se había acabado. Su puño se volvió rojo como la sangre y comenzó a brillar. Preparó el puñetazo, imbuyendo su puño en haki y gritó:

- Red Punch: Ride of the Chimera!

El tiburón abrió sus fauces, disponiéndose para destrozar el barco y merendarse a sus ocupantes. Pero entonces Kai dio un poderoso puñetazo en su dirección al aire. Se escuchó un sonoro estallido y del puño del joven luchador salió una onda en forma de Quimera de color rojo. La bestia de energía voló rápidamente, entrando en la boca del escualo y perforando su cabeza desde el interior. El ataque del marine atravesó su cabeza y salió por arriba. La fuerza del impacto echó al ser hacia atrás, y este se sumergió de nuevo, para asomar su cadáver a los pocos segundos, flotando en medio del agua ensangrentada. Sin embargo no fue el único herido. En el momento de golpear, Kai pudo notar claramente cómo sus músculos se desgarraban. Habiendo consumido la mayor parte de sus energías en el ataque, y sintiendo los efectos secundarios de los Caminos, se tambaleó y cayó al agua, semiinconsciente. Trató de debatirse y nadar, pero estaba en serios apuros. "Ayuda... no he matado a ese bicho para morir aquí" pensó. Recordó su promesa. Debía ser quien superase a Karl. Aquel no podía ser su final. Logró recuperar parcialmente la cordura, y con una rápida sacudida, se libró del calzado. Entonces con su brazo bueno (el derecho lo tenía lesionado por el ataque) y las piernas, comenzó a nadar hacia arriba. Sacó la cabeza y tomó una bocanada ansiosa de aire. Tras eso gritó:

- ¡Ayuda! ¡Bleyd! ¡Capitán! ¡Necesito una cuerda!

De repente algo rosado cayó a su lado, salpicándole la cara con agua y cegándolo. Instintivamente se agarró a lo que quiera que fuera eso, sin poder ver aun. Abrió los ojos y parpadeó varias veces, tratando de aguantar el picor. Era el pony de Bleyd. El animal lo llevó hasta el barco, donde el mercenario se asomó por la borda y lo subió arriba de un tirón. Kai, algo confuso y atontado aun, recibió una calurosa bienvenida. En seguida notó un frío infernal, así que le pidió una manta o algo para cubrirse al marinero. Empapado de pies a cabeza, y sin calzado, sólo le cabía esperar que cobrasen pronto la recompensa, pues para colmo se le había olvidado que llevaba el dinero en el pantalón cuando cayó al agua. os billetes que aun conservaba estaban inservibles

- Bleyd, ¿cuánto crees que cobraremos por este trabajo? Y espero que nos lo den ya mismo... estoy sin blanca - dijo, algo malhumorado.

Entonces pensó en la perspectiva de darse un baño caliente en cuanto llegasen, mientras se envolvía tiritando en la manta que le llevó el capitán. Desde luego, la idea pintaba bien. Esto, y tomarse una buena ración de carne y una jarra de cerveza. Sí... era una gran idea. Se sentó en el suelo de cubierta, machacado, y esperó a que llegasen a puerto. Se había ganado un buen descanso, y pensaba aprovecharlo. Al menos hasta que le llamasen del cuartel. Cansado y algo irónico, pensó "Deseé algo de acción, y casi acabo en el estómago de un pez. Cuidado con lo que deseas, estúpido." Bostezó, y comentó:

- En cuanto cobremos pienso pegarme un buen atracón en la taberna y darme un baño en agua tan caliente que hierva. Y después pienso salir de fiesta hasta que salga el maldito sol - dijo, con una carcajada amarga.

Kai aceptó el café y bebió con avidez, ignorando el dolor que le causaba por lo caliente que estaba. De hecho, incluso mejor, estaba helado después de esa caída al mar. Se arrebujó en la manta y comenzó una dura batalla contra el pony por los muffins. El animal era rápido, pero su oponente era todo un glotón profesional que aun encima contaba con café para ayudarse a tragar más fácilmente. Finalmente, entre los dos acabaron con todas las provisiones de muffins del barco y decidieron dejarlo en un honroso empate. Una vez en el puerto los recibieron con ovaciones y gritos, y se apresuraron en sacar a la bestia del agua. Parecía más pequeña, una vez depositada en el muelle y rodeada de gente. Kai le dirigió una última mirada, antes de girarse y acompañar a Bleyd al ayuntamiento.

- Más les vale darnos una buena recompensa.

El alcalde resultó ser un auténtico rata e intentar no pagarles la recompensa. Primero alegó a que no había visto el cadáver, luego dijo que tendrían que esperar unas semanas a que el pago fuese aprobado por el ayuntamiento, luego probó a apelar al civismo y a decirles que el pueblo necesitaba el dinero para obras públicas. Kai, enfadado, decidió tomar medidas contundentes, presentarse como miembro de la Marina y acusarle de estafa y corrupción. El alcalde se asustó y trató de rectificar, pero ya era tarde.

- No, no, amigo... no he sobrevivido a ese monstruo para soportar tus tonterías. Has tratado de negarnos nuestra recompensa. Si te denuncio a la Marina estarás en serios problemas - Kai sonrió con malignidad - Sin embargo, por una buena compensación podría mantener la boca cerrada...

- Entiendo - dijo el alcalde, secándose el sudor de la frente con un pañuelo - ¿Y si os pago vuestra recompensa y os invito a una cena en mi casa? Serviremos marisco, caviar, champán...

- No, no me sirve - dijo Kai golpeando la mesa por los puños - Adivino por tu ofrecimiento que no te falta el dinero precisamente, y mi denuncia podría arruinarte. Hagamos una cosa, tú nos pagas el doble y yo me callo. ¿Trato?

- ¿Es que me quieres arruinar, jovencito? - le contestó, airado - Eso es inaceptable.

- Bien, a la Marina le encantará saber sobre esto. Y yo recibiré igualmente compensaciones por denunciarte y capturar al monstruo.

Kai se levantó y se dirigió hacia la puerta. El alcalde lo miró ceñudo, sin rectificar. Sin embargo, en el momento en que Kai salía y la cerraba, empezó a gritar.

- ¡Está bien, está bien! Os daré 35.000.000 a cada uno. Veinte por la recompensa, y quince para comprar vuestro silencio. ¿Hay trato?

El joven marine se dio la vuelta y sonrió malévolamente.

- Hay trato. ¿Tú qué dices, Bleyd?

Aquel hombre era un corrupto y pensaba denunciarlo igualmente. Pero si antes podía desplumarlo todo lo posible... mejor que mejor.

Finalmente lograron su trato, y a Bleyd debió parecerle más que apropiado, pues añadió un par de contundentes amenazas al alcalde. El hombre aseguró que los talonarios estaban en orden con bastante vehemencia. El tono de apremio en la voz del hombre, y la gota de sudor que le caía por la frente le dieron a entender a Kai que habían conseguido asustarlo, y que posiblemente no daría más problemas. Tal vez se planteara no denunciarlo... aunque por otro lado no quería problemas, o que lo acusaran a él. Una vez salieron fuera, le dijo a su compañero.

- En fin, es un corrupto. En cuanto llegue al cuartel lo denunciaré. No quiero que me echen por corrupción si alguien se entera de esto.

Entraron en el banco, donde lograron cobrar sin problemas su paga. Parecía que al final sí habían logrado su objetivo. Contento y con su bolsa llena de dinero al fin, decidió despedirse del mercenario.

- Ha sido un placer, Bleyd - dijo, tendiéndole la mano - Espero que volvamos a trabajar juntos en el futuro. Y adiós Fluffy - dijo, agachándose para acariciar al pony.

Kai acarició al animalejo de nuevo mientras se lo pensaba. La oferta era tentadora; aquella isla estaba lejos de casi todos los cuarteles importantes. Aun no había sido llamado a filas, pero estaría bien que se fuese presentando en Shellstown. Si tenía que esperar a que le llamasen ellos... podría estar toda la vida esperando. Era perfectamente consciente de que no confiaban en él a causa de pertenecer a la misma Orden que Karl-senpai. Sí, sería lo mejor irse con Bleyd. Era una lástima perder la ocasión de darse un baño caliente y comer hasta la reventar, pero ya lo haría en la próxima isla. Ahora le sobraba el dinero.

- Está bien, acepto la oferta amigo Bleyd. Si me puedes acercar todo lo posible a Shellstown te lo agradeceré. En estas islas alejadas nunca se sabe cuando pasará el próximo barco de pasajeros, y paso de viajar en alguna bodega de un mercante..

Acompañó al hombre y al pony hasta el puerto, donde un artefacto metálico surgió de las aguas. Al principio Kai se alarmó pensando que era un tiburón, pero luego vio que se trataba de una especie de barco submarino. Silbó de admiración, maravillado porque existiese un ingenio semejante. ¿Cómo se las arreglarían para que el agua no entrase, y para tener aire suficiente? Acompañó a ambos al interior a través de una estrecha escotilla y comenzó a observar asombrado los extraños aparejos que lo componían, y el fondo del puerto a través de los ojos de buey.

- Menudo cacharro tenéis, es impresionante. ¿Dónde lo habéis conseguido?

Una vez Bleyd le hubo mostrado el transporte, se acomodó en su cama, dejando la bolsa con sus escasas pertenencias (ahora sustancialmente más llena por los billetes) al lado de esta. Había sido una suerte que el mercenario le ofreciese aquel transporte. Claro que siempre cabía la posibilidad de que fuese una trampa para saquearle una vez estuvieran en alta mar, pero confiaba en el hombre. Le había salvado la vida cuando podría haberlo dejado ahogarse tras lo del tiburón para cobrar la recompensas el solo, pero no lo había hecho. No creía que fuese a ser diferente ahora.

- En fin, creo que me echaré una siesta. Tomahawk, hazme un favor y dame un grito si este cacharro empieza a inundarse - bromeó, mirando al misil.

Se desnudó y se metió bajo las sábanas en calzoncillos, bostezando sonoramente. Necesitaba urgentemente un descanso reparador, pero hasta aquel momento no se había dado cuenta de cuánto. Se arrebujó en las mantas, y antes de quedarse dormido dedicó sus últimos pensamientos al tazón de arroz con carne que iba a tomarse en cuanto llegaran a puerto.