Almirante Kodama 3.0.

Nivel: 105

Experiencia: 299.068

Nombre: Kodama

Apodo: ”El Roble”, “Almirante Mitoko”

Raza: Árbol

Sexo: Masculino

Edad: 159

Empleo: Almirante

Fama: 800

Medallas al mérito militar x11:

Habilidades: Kodama es un gran jardinero. No en vano ha pasado la vida entre plantas. Conoce qué necesita cada una para sobrevivir y cuáles son mejor evitar. Y esto se traslada también a los animales del bosque. Los pájaros, las ardillas y el resto de criaturas de su entorno no guardan misterios para él. Al menos las que habitan los bosques.

Tiene una gran imaginación, aunque sus historias suelen incluir únicamente plantas y, como mucho, algún que otro humano estereotipado hasta el punto de resultar ofensivo.

Se le da muy bien cualquier cosa que requiera paciencia. Lo que se le da bien es el tema de tener paciencia y aprender poco a poco, de forma que puede llegar a dominar casi cualquier disciplina con tiempo

Talentos: Su naturaleza de árbol es al mismo tiempo su mayor ventaja y su mayor debilidad. Por un lado, le proporciona una gran resistencia, ya que no tiene órganos vitales como tales. Eso, sumado a su incapacidad para sentir dolor como los humanos y a su capacidad de regeneración, hace que sea bastante complicado matarle.

Es también bastante fuerte, aunque solo sea porque está hecho de madera y puede manifestar una buena cantidad de ramas con las que atacar.

Tampoco necesitar comer o beber, sino que le basta con hundir las raíces en el suelo. Del mismo modo, no necesita dormir, así que tiene todo el tiempo del mundo para hacer que le plazca o para hacer guardia si es necesario. Por suerte, es muy paciente, por lo que puede pasarse horas vigilando sin cansarse, aunque tal vez se distraiga.

Torpezas: Dado que ha vivido mucho más tiempo entre árboles que entre personas, las complejidades de las sociedades humanas se le escapan. No entiende el concepto de modales o educación, por lo que hace lo que quiere cuando quiere. Asímismo, el sentido del humor es totalmente ajeno a él, y sus chistes suelen ser incomprensibles para cualquiera que no sea él. Lo mismo se aplica a la ironía y al sarcasmo; son como idiomas extranjeros.

Además, ya que no necesita comer, es completamente incapaz de cocinar. Ni siquiera entiende como se puede perder el tiempo comiendo cuando hay formas mucho más sencillas de obtener energía. Al menos para él. Eso sí, es un experto en té, sobre todo el que hace con sus propias hojas.

Otra de sus grandes torpezas es la tecnología. Tiende a sorprenderse por las cosas más comunes para los demás, especialmente en lo que se refiere a los aparatos electrónicos. Aunque durante mucho tiempo encontraba extraños hasta los martillos.

Ineptitudes: La parte mala que tiene estar hecho de madera es que es relativamente frágil. En un mundo donde hay personas tan poderosas, la madera no es un obstáculo para muchos, ya que no puede ejercitarse.

Además es muy fácil que se distraiga y se pierda en sus pensamientos incluso durante momentos en que no debería. Y las veces en las que está centrado suele caer en incoherencias tales como hablar con plantas o confiar en que las flores detengan al enemigo.

Engañarle tampoco es una tarea muy complicada. Ya tiene problemas para distinguir a unos humanos de otros, como para diferenciar cuando le están mintiendo.

Oficios:

• Cirujano: Rango 10 [+1 por excelencia]
  
• Farmacéutico: Rango 10 [+1 por raza] [+1 por excelencia]
  
• Herborista: Rango 10
  

Especialidades:

Trasfondo: Kodama vivió más de un siglo como un roble normal y corriente, un ejemplar más en un bosque más de una isla más. Hasta que el milagro de la conciencia se obró en él gracias a una peculiar fruta con la que sus raíces se toparon. Con el paso de los años fue descubriendo su propia mente, aprendiendo de su única amiga, una niña que se sentaba bajo su copa a leer y hablarle. Cuando una gran batalla entre humanos destruyó el bosque y la niña y su familia desaparecieron, Kodama descubrió una nueva faceta de la existencia humana: el miedo. El pánico más puro se apoderó de él, así como el deseo de encontrar a la niña, y eso fue lo que le llevó a moverse por primera vez. Atravesó el bosque en llamas, unas llamas que le perseguirían en sus más vívidos y aterradores recuerdos eternamente, y llegó a la costa, donde contempló por primera vez el infinito mar.

Su segunda vida comenzó en ese entonces. Viajó y conoció a todo tipo de gente. Vio el lado bueno y el malo de la humanidad, y trató de encontrar un lugar en su mundo. En cierto momento se unió a los marines, consciente de que los humanos eran capaces de hacer cosas terribles tanto a otros humanos como, lo que era muchísimo peor, a la propia naturaleza. Decidió convertirse en el protector del mundo, a pesar de no estar del todo seguro de si los humanos merecían o no su protección.

Con el tiempo ha ido cuestionándose cada vez más lo que creía saber de ellos. Ha conocido a buenas personas, ha hecho amigos y ha luchado contra innumerables enemigos, al mismo tiempo que sus dudas sobre la moralidad de su propio bandos e incrementaban. Sin embargo, está decidido a continuar con su misión autoimpuesta cueste lo que cueste. Al fin y al cabo, es un ser muy paciente.

Historia del personaje: Kodama era un antiguo roble de más de 100 años que se encontraba en lo profundo de un espeso bosque del East Blue. Estaba plantado justo al lado de la cabaña del guardabosques, quien vivía allí con su mujer y su hija de dos años llamada Yui. Su vida era sencilla y monótona, ni siquiera tenía conciencia de su propia existencia... hasta que un día despertó.

Según lo que pudo averiguar más tarde, el guardabosques encontró un día una Akuma no mi en los restos de un naufragio. Éste, asustado de lo que podría ocurrir si alguien se enteraba, decidió enterrarla bajo el gran roble que lindaba con su casa. Fue entonces cuando todo empezó. Una de las raíces del árbol llegó hasta la Akuma no mi y, al igual que absorbía nutrientes y sales minerales del suelo, aquel día recibió un nuevo y extraordinario don. El don de la inteligencia.

A partir de entonces tomó conciencia de sí mismo, no tenía ni idea de que podía moverse o convertirse en humano pero si que disfrutaba de su recién encontrada mente. Era capaz de aprender cosas nuevas a diario, escuchando como la hija del guardabosques recibía lecciones de sus padres.

Cuando la chica tenía 5 años se acercó a él a leer como solía hacer. Fue entonces cuando Kodama fue capaz de manifestar por primera vez un rostro humano y de hablar, algo que sorprendió tanto a Yui como a él mismo. Desde entonces los dos se convirtieron en amigos. Su primera amiga, la primera persona con la que nunca había hablado y que nunca le había hablado a él. A diario, Yui le hablaba de cosas de su vida cotidiana que a él le sorprendían profundamente, le leía historias sobre marines piratas y sobre el mítico One Piece y le preguntaba cosas relativas a su vida como árbol. Un día le contó la historia de los Kodama, los espíritus mitológicos que habitaban en los árboles y defendían la naturaleza. Esta historia le cautivó y decidió que a ese sería su nombre.

Así transcurrieron los 6 años siguientes, conversando y aprendiendo cada vez más cosas sobre su entorno y sobre el alcance de sus habilidades humanas. Al menos así fue hasta aquel día.

Aquella noche el guardabosques volvió de su ronda por el bosque antes de lo normal. Venía corriendo y jadeando, nervioso y asustado. En cuanto entró a la casa, Kodama oyó como le contaba la situación a su mujer. Se había declarado un incendio en el bosque debido a una batalla entre piratas y la Marina. No tenía muy claro quién era el responsable de llevar la pelea al bosque pero decía a voces que tenían que huir.

Sin embargo era tarde. Una bala perdida, probablemente de un cañón, impactó en la casa haciéndola volar por los aires, Esto hizo que Kodama perdiera varias ramas y sufriera varias heridas en su corteza pero eso no importaba, lo único que importaba era encontrar a Yui. Confiaba en que sus padres la sacaran rápido de allí hasta que vio los cuerpos muertos de estos. Uno de los dos bandos se retiraba hacia el interior del bosque y el sonido de la batalla cada vez estaba más cerca. Tenía que encontrarla y sacarla de allí. ¿Pero cómo? Él solo era un árbol, siempre había sido solo un simple e inmóvil árbol. Pero ya no más. Había tomado una decisión, no podía dejarla morir sin importar las consecuencias. Se concentró más que nunca, se concentró en convertirse en un humano capaz de moverse, capaz de luchar y capaz de salvarla. Redujo su tamaño todo lo que pudo, sus ramas desaparecieron en el interior de su cuerpo y las más gruesas formaron sus brazos. Convirtió sus raíces en dos potentes piernas y echó a andar.

En ese momento, justo cuando por fin había conseguido moverse, una segunda explosión impactó contra él, haciéndole rodar por una ladera. Por primera vez desde que tenía memoria perdió la consciencia.

Cuando despertó no encontró nada. La casa, el bosque, todo lo que había conocido alguna vez había desaparecido entre las llamas, dejando tan solo un profundo miedo al fuego en su interior. Lo único que halló entre los escombros de la casa fue la cruz que siempre llevaba Yui. Aun así ella todavía podía estar viva y, aunque no tenía demasiadas esperanzas, se juró a sí mismo que algún día la encontraría o, en el peor de los casos, la vengaría.

Al día siguiente fue a la ciudad y se enteró de las causas del incendio. Una banda de piratas en busca del One Piece fue atacado por un grupo de marines a los que no les importaban los daños que pudieran causar. Así aprendió que había humanos muy distintos a los que conocía, humanos capaces de causar un gran daño al mundo. Y todo eso venía por el deseo de encontrar el One Piece. Un tesoro que impulsaba a los piratas a hacer cualquier cosa por conseguirlo y a los marines a hacer cualquier cosa por detenerlos sin importarles el precio. Sin embargo no podía guardarles rencor a todos. Lo único que podía hacer era detener a los que pudiera y destruir el objeto causante de todo, el One Piece. Y la Marina era el mejor medio para lograr sus objetivos.

Durante los dos años siguientes viajó por el mundo, aprendiendo sobre los humanos y su estilo de vida y repoblando los bosques allá por donde pasaba. Hasta el día en que decidió alistarse para salvar al mundo de la gente que lo habitaba.

Descripción física:

• Descripción general: Kodama, en su forma arbórea, es un gran roble de unos 20 metros de altura con una frondosa copa y multitud de ramas, especialmente gruesas en la parte superior. Son dos de estas grandes ramas las que, en sus formas híbrida y humana, formarán sus brazos.
  
  Al trasformarse en su forma humana, pasa a medir unos 3´5 metros de altura. Las hojas de la copa toman la forma de una corta melena y todas sus ramas, excepto las que conforman sus robustos brazos, desparecen en el interior de su cuerpo. En esta forma, las raíces se unen formando dos gruesas piernas y en su corteza superior aparece un rostro humano. Sin embargo su piel sigue siendo corteza de árbol, lo que le proporciona más dureza y resistencia a los ataques y le da el aspecto de un hombre de unos 40 o 50 años muy mal envejecido. Aun así su cuerpo humano es bastante atlético y musculado. Normalmente siempre conserva esta forma ya que es la más práctica y la que menos llama la atención.
  
  Su forma híbrida es la un coloso arbóreo, pero manteniendo una estructura humanoide. Conserva parte del gran tamaño de su forma de roble, ya que alcanza los 10 metros de estatura, a pesar de que sus ramas continúan ocultas. Su melena de hojas desaparece, y en su lugar se forma sobre su cabeza una especie de corona formada por tres grandes ramas.
  
  Antes vestía con el uniforme de la Marina, el que tiene desde que era novato, aunque en lugar de la capa utilizaba una túnica blanca con las muñecas negras y varios rombos decorativos en el cuello y las mangas. Al cuello lleva el colgante en forma de cruz que perteneció a su amiga humana, Yui. Desde que alcanzase el puesto de almirante se ha comprado un traje verde con rayas más oscuras, muy elegante y de la más alta confección. Incluso lleva corbata, negra y con un alfiler en forma de espinas. No usa zapatos porque le resultan de lo más incómodos.
  
  
• Marcas personales: Pues... es un árbol
  

Psicología:

• Descripción psicológica: Al haber pasado casi toda su vida en el bosque, Kodama tiene un profundo respeto hacia el medio ambiente, hasta el punto de enfrentarse a cualquiera que maltrate a la naturaleza. Entiende y aprecia la armonía de cada ecosistema, valorando hasta la más pequeña vida que habita en la Tierra. Excepto en unos pocos casos, siempre está tranquilo y sereno y dispuesto a aprender cosas nuevas sobre su entorno, del cual desconoce gran cantidad de cosas que le llevan a sorprenderse profundamente por cosas mundanas o evidentes para el resto. Sin embargo es un tipo inteligente y con ganas de aprender, por lo que muestra gran interés por expandir su mundo.
  
  Aun así, tiene grandes carencias de conocimiento, sobre todo en lo referente a las cosas ajenas al bosque. Es incapaz, por ejemplo, de distinguir unos humanos de otros, incluso aunque haya diferencias abismales entre ellos. Normalmente los identifica a partir de objetos o rasgos únicos. Lo mismo le pasa con los animales -excepto los pájaros, a los que distingue con una precisión abrumadora.
  
  A pesar de ver como las personas talan árboles para vivir, no les guarda rencor a los humanos en general, solo a algunos de ellos. A los que más desprecia es a los piratas, a los que, según sus experiencias pasadas, no les interesa nada más que la destrucción de la naturaleza para sus fines egoístas. Por esto trata bien a las personas así como a las plantas y animales, para compensar el daño que la humanidad provoca a su propio mundo.
  
  Su carácter alegre y sereno, a pesar de su nulo talento para hacer bromas, le llevan a hacer amistades con facilidad, al menos en cuanto a la gente que no tiene problemas con su aspecto. Ser diferente no es algo que le importe, y de hecho hasta la divierte ver a los confusos humanos que no comprenden qué es él. Además, debido a su elevada edad suele tratar a los demás como si fuesen niños, regañándoles y dándoles lecciones.
  
  De vez en cuando muestra signos de su antigua vida como roble, por ejemplo cuando se olvida de que ya no es un árbol y se queda callado y quieto durante largos periodos de tiempo. Por si fuera poco, a veces le pasa lo contrario, y actúa como si las demás plantas también pudieran hablar y pensar. Es fácil verle hablando con sus congéneres y en ocasiones incluso oyendo sus respuestas. Aunque nadie sabe si realmente habla con ellos o si solo está loco.
  
  
• Gustos: Su principal afición, como es lógico, es la naturaleza. Es un gran jardinero y se le da muy bien tratar a los animales y plantas, con las que mantiene conversaciones que suelen inquietar a la gente cuando se olvida de que él es la única planta parlante del mundo. Es fácil verle por ahí plantando árboles o regañando a la gente que no los cuida como es debido.
  
  También es un gran aficionado a la lectura, a pesar de que no sabe que el papel proviene de los árboles. Si lo supiera... Bueno, quizás no le gustaría tanto.
  
  Además, gracias a su antigua vida de árbol, es capaz de pasar absurdas cantidades de tiempo mirando el horizonte sin decir palabra alguna e ignorando a todo y a todos los de su alrededor, algo que a veces enfada a la gente. En esos momentos se sumerge en su conciencia como si estuviera de vuelta en el bosque y no se da cuenta del paso del tiempo.
  
  Últimamente, ha desarrollado una curiosa afición por los tatuajes. Obviamente él no puede hacerse ninguno, pero le parece fascinante la idea de pintarrajearse la piel de forma permanente. Es una de esas “cosas de humanos”.
  
  
• Desagrados: ¿Qué puede odiar alguien de madera? El fuego. Durante mucho, mucho tiempo, le tuvo verdadero pavor, llegando a huir ante la más mínima ascua. Pero poco a poco ha ido aprendiendo a controlar su miedo y ahora es capaz de enfrentarse a él. Incluso tiene un mechero. Aun así, sigue poniéndose nervioso ante los incendios y le entra el pánico si las llamas llegan a tocarle.
  
  A parte de eso, lo que Kodama más odia es a la gente que trata mal a la naturaleza. Ha llegado a tolerar que se talen árboles en caso de extrema necesidad, lo que no quiere decir que le guste en absoluto, pero puede estallar de rabia cuando presencia algún acto de maltrato al medio ambiente.
  
  No soporta tampoco las ardillas. En general, cualquier cosa que intente anidar entre sus ramas o sus hojas le resulta molesto, porque se siente como un perchero andante.
  

Inventario: Su espada, la bolsa con los Ojos del Viento, el mechero-salamandra, unas cuantas Pop Green, un Den Den Mushi y un pequeño botiquín que contiene: bisturí, sutura, vendas, alcohol, y otros utensilios básicos, un bote de tónico revitalizante, un vial de suero de la verdad, tres viales de Hipervisionador, una pócima del hombre-seta, un bote de musgo anti-sarro, una bolsa de Juana y media docena de jeringuillas con Matavirus.

Transporte: -

Propiedades: -

Almacén:

• El colgante en forma de cruz de su amiga Yui.
  
• Den Den Mushi
  
• Den Den Mushi dorado
  
• Un mechero con la capacidad de convertirse en salamandra
  

Pop Green:

Fármacos:

Fórmulas prodigiosas:

Armas: Porta un par de katanas de funda y mango negros con decoraciones blancas y una cinta dorada en el extremo superior. En cada mango hay unas pequeñas e imperceptibles aperturas que se encajan con las del otro, lo que le permite unir las espadas y obtener un mayor rango de ataque. Ambas espadas poseen filo y punta recubiertos de kairoseki. Actualmente le queda solo una.

Ojos del Viento:

Aunque queda aceptado, ya que las técnicas se entienden, te pediría que cuando tuvieras más tiempo las adaptaras al nuevo modelo, que se encuentra en la guía de entrenamientos.

Un saludo :fuma: