[Primera Ronda] Gerald Ichizake vs. Ivan Markov

Al fin había llegado el día. Llevaba deseando que comenzara desde que encontró la noticia del torneo. Fama y gloria le aguardaban... pero más importante aún: la posibilidad de enfrentarse a gente a su altura. Sólo doce habían sido elegidos, y como esperaba él estaba entre ellos. Entró en el estadio sin poder contener una amplia sonrisa, enseñando sus colmillos. Sus ojos destellaban de emoción, en tono dorado característico de su forma completa. Iba vestido con su Manto de Sombras convertido en una chaqueta roja, una camisa negra por debajo, pantalones oscuros y botas. Como único accesorio llevaba un anillo plateado en la mano derecha, la Sortija Lunar. No llevaba armas a la vista salvo por Vanator, la espada de su familia, envainada a su espalda. Su rival era Gerald Ichizake, un nombre que no le sonaba en absoluto. Sin embargo dado que había sido elegido para el torneo, esperaba que fuese fuerte de verdad.

Su enemigo era un hombre joven y alto, de llamativos ojos violetas. A primera vista no llamaba demasiado la atención, aunque por su pose Ivan podía decir que era una persona entrenada. Pero eso no decía nada. Llevaba una espada al cinturón y una especie de bolas colgadas de este... espera, reconocía esos artefactos. Después de haber sufrido su poder en sus carnes, no podría no hacerlo. ¡Eran las armas de Kodama! Aspiró el aire, tratando de captar su aroma y que este le hablara más de él. Percibió algo extraño: no parecía ser más que una persona normal. Era raro que alguien desconocido y débil estuviese participando en un torneo con un corte tan exagerado como para que sólo entrasen doce personas estuviera participando. Ahí había gato encerrado, debería andarse con ojo.

- Antes de que empecemos... - dijo cuando estuvo a algo menos de diez metros de él - ¿Por qué tienes las armas de Kodama? ¿Fuiste tú quien lo mató?

Una vez el otro contestara, daría comienzo al espectáculo. Volviendo a sonreír ferozmente, se lanzó a por él corriendo de frente, acelerando a una velocidad endiablada. Sin embargo cuando estaba a medio camino dio un potente salto, elevándose en el aire dando varias volteretas. Mientras lo hacía metió las manos en sus mangas y sacó las dos dagas que tenías ocultas bajo esta, imbuyéndolas con su haki de armadura a un medio de su capacidad para no desgastarse. En mitad de las piruetas lanzó ambas armas hacia su enemigo, girando sobre sí mismas mientras trazaban una trayectoria curva. Era su técnica Killer Dolch, con la que las dagas que arrojaban volvían a su mano tras cortar a su enemigo, como si de bumeranes se tratase. Terminó su salto posándose unos seis metros por detrás de Gerald, alzando las dos manos para recoger las dagas (si es que estás volvían).

- Demos un buen espectáculo. ¡Que corra la sangre! - gritó, lamiéndose los labios.

Olía mal. A problemas. Centró su kenbunshoku en Gerald y lo vio venir. Así como estuviera a punto de caer al suelo golpearía su rodilla y luego le daría un tajo ascendente. Y efectivamente vio que el moreno echó a correr hacia el lugar donde caería, mostrando una velocidad envidiable. Era incluso más veloz que él en su forma completa, o como mínimo aceleraba mejor. Pensó rápido, tratando de encontrar la mejor manera de salir de ese embrollo. Podía dejarse golpear y esperar que el golpe no fuese lo bastante fuerte como para herirle de gravedad, en cuyo caso la regeneración actuaría. No... muy arriesgado. Era momento de medir sus voluntades. Haki contra haki. Localizó con la mirada las dos dagas y vio que una se había desviado un poco. Mientras caía, empleó el endurecimiento en su rodilla izquierda y se preparó para recibir el golpe. Chispas negras surgieron en el choque, y tras un momento en que pareció que su defensa prevalecería, la hoja penetró en la carne y el hueso con cierta dificultad.

- Joder...

Dolía. Dolía como un infierno. Sin embargo la ira alimentó su instinto asesino y sed de sangre. En el momento en que la hoja salió de la carne, todo comenzó a volver a su sitio y entretejerse. Su haki, a costa de algo de desgaste mental, le había permitido evitar daños severos, y su regeneración reparó los daños casi al momento. En cuando la espada comenzó a subir para buscar nuevamente su cuerpo, ya estaba preparado. Había aterrizado con la pierna derecha ligeramente atrasada, y ahora se echó para atrás usando esta de punto de apoyo, quedando en una postura tan forzada que otra persona se habría quedado de espaldas. La espada le trazó un corte en el abdomen en medio de la esquiva, una herida leve que como la de la rodilla empezó a cerrarse. Mientras, alargó las manos y cazó sus dos dagas al vuelo. Sonrió con enseñando los colmillos y dijo únicamente:

- Me toca.

Volvió a la postura inicial en apenas un momento, pero no se quedó ahí. Aprovechando la inercia, avanzó hacia delante para recortar espacio entre ambos, moviéndose hacia su derecha para evitar la espada y no dejarle espacio para maniobrar con ella con efectividad. Y a su movimiento siguieron sus cuchillas, que buscaron la sangre de su enemigo casi tan sedientas de ella como su dueño. Una vez más empleó su haki en sus armas a un medio de su capacidad para evitar cansarse más de lo que el endurecimiento ya le había cansado, y empezó a lanzar una veloz sucesión de cuchilladas y cortes en dirección hacia su cara y torso, empleando ambas armas y moviendo todo su cuerpo para imprimir su peso en los golpes. Más que un ataque, casi parecía que estuviese ejecutando una danza, elegante pero enérgica.

Era hábil. Daba igual lo que dijera su aura, aquel hombre era realmente peligroso. Y eso era extremadamente divertido. Rió salvajemente cuando Gerald logró bloquear uno de sus golpes, lanzando otro con ánimos redoblados. Se relamió con ansia cuando el olor de la sangre derramada de su enemigo llegó a su olfato. Estaba seguro de que estaría realmente buena... necesitaba probarla. Entonces Ichizake empleó su capa para fugarse, interponiéndola entre ambos. Nuevamente Ivan centró su haki de observación en él, siguiendo su posición e intenciones. Lo escuchó rodar y recoger su espada, y sintió un instinto asesino y la imagen de la espada atravesándole. Rápidamente echó la mano al cuello de su chaqueta y pulsó un botón, activando el campo de mimetismo de esta. Su cuerpo se volvió traslúcido. Si fuera de noche sería casi invisible, pero bajo la maldita luz del sol su figura era borrosa y difícil de captar, pero perceptible. Acto seguido dio rápidamente un paso hacia su izquierda, pero la estocada fue tan rápida que logró alcanzarle igualmente y hacerle un feo corte en el costado. ¿No había dudado ni un instante pese a su treta? Era duro.

- ¡Nada mal, Gerald Ichizake!

Apretó su puño derecho con fuerza, imprimiendo su haki de armadura en este. Estaba tan metido en el combate, disfrutando tanto de la violencia, el dolor y el derramamiento de sangre que se le olvidó totalmente que él no era un luchador ni un karateka, sino un duelista. Y sin pudor ninguno, le largó un puñetazo en dirección a la cara con bastante fuerza. Tal vez no con mucha técnica, pero lo pulió con potencia bruta y el hecho de que su cuerpo traslúcido era difícil de percibir. Tras eso retrocedió de un par de saltos y echó a reír, complacido más allá de toda medida. El campo de mimetismo se desvaneció, y aún sonriendo, Ivan se llevó una de las dagas a la boca. La nueva herida que había recibido ya se había cerrado. Su ropa en cambio era otra historia. Lamió la sangre de la hoja y la cató, saboreando los aromas como un sumiller lo haría con un buen vino.

- Excelente sabor. Sabía que tu aura me engañaba... pero tu sangre no miente, Gerald Ichizake. Eres más poderoso de lo que dejas entrever.

Ahora sabía más allá de cualquier duda que en poderío físico estaban bastante parejos. Sin embargo confiaba en su poder, porque había una gran diferencia entre ellos: el cuerpo humano era falible, se cansaba y acumulaba heridas. El suyo se reparaba de daños, excepto de los más masivos, bastante rápido. Aquel combate le estaba resultando muy entretenido, y su rival le había demostrado ser digno de que subiese el nivel. De momento sólo le había tanteado y luchado empleado sólo el haki y pura habilidad física. Pero aún guardaba muchos trucos bajo la manga. Con una sonrisa dejó caer las dos dagas.

- Te reconozco como un rival digno - echó la mano a la espalda y desenvainó a Vanator - Ahora ven, y dancemos.

Empezó a reírse al escuchar la pregunta de su rival. ¿Que si le gustaban la sangre y la pelea? No podía imaginarse cuanto. Eran parte de su forma de ser, y si no fuera porque ahora tenía a Brianna a su lado, no entendería el mundo sin combates que disfrutar y sangre que reclamar. Y aunque creía que su carácter se había atemperado en los últimos tiempos, ahora veía que no era así. Pasase lo que pasase seguía siendo un guerrero en su interior. Al ver a Gerald aceptar su desafío y preparar la espada, sintió un gran regocijo y se preparó para el inevitable choque, colocándose en una pose muy similar, sujetando la espada con una sola mano como si fuese un estoque. Coloco el cuerpo en un ángulo para ofrecer el menor espacio de impacto posible. De su espada comenzó a brotar una fina niebla que, si bien no impedía la visión, le rodeó dándole un aire tétrico y siniestro.

- Vamos allá pues. ¡Segunda ronda!

En el momento en que Gerald cargó estuvo a punto de perderle la vista por un momento. Sin embargo estaba tan acostumbrado a moverse a altas velocidades que para él el mundo parecía ir a cámara lenta. Debido a eso fue capaz de reaccionar a la carga de Gerald. Su mantra le avisó de que recibiría tres estocadas. Podía contra eso. Pese a la velocidad del esgrimista, Ivan tenía más fuerza física, así que recibió todo el peso de su ataque con Vanator, bloqueando y desviando la hoja. Lo que no se esperó fue la onda cortante que salió de la punta. Gracias a que había desviado no le dio de lleno, pero a lo largo de su pecho se abrió una fea herida horizontal, lo bastante profunda como para que no se cerrara de inmediato. Frunció el ceño y gruñó de dolor. Al segundo golpe estuvo preparado, y cuando lo desvió la onda cortante le hizo un rajón en la espalda, pero lo bastante superficial como para que se cerrara. Para el tercer golpe ya se había acostumbrado totalmente al patrón de estocada y onda, así que no solo logró desviarla, sino que su defensa fue con sorpresa. En lugar de desviar sin más la espada, fue acompañado de una estocada hacia delante, desviando totalmente el arma de Ichizake por la fuerza de su brazo. Y del final de su espada surgió velozmente una prolongación fantasmal, apenas perceptible, de su espada. Fue como si la hoja pasase de medir un metro a metro y medio. El filo fantasma, que en realidad no era más que una onda perforante de aire a presión, fue directo al pecho de Ichizake.

- Erster Mond, ¡Erebus!

Y aquel contraataque sólo abría su ofensiva. Acto seguido retrocedió un paso mientras centraba su poder en la espada. Pasó la mano por el filo, dejando su sangre muerta por este e imbuyéndolo del frío de la tumba. Una llama azulada, fría, surgió a lo largo de la espada. A pesar de que parecía fuego, no lo era en absoluto. Era más bien lo contrario al fuego: frío. Si lograba cortar con aquel golpe a Ichizake, su cuerpo comenzaría a escarcharse. Su llama en lugar de quemar, congelaba. Con una mirada determinada, fingió un nuevo avance, para luego echarse hacia la izquierda, dar un giro sobre sí mismo y descargar un corte diagonal descendente, imprimiendo en él todo el peso del giro. Luego, con una floritura, lanzaría un segundo corte, este ascendente. En medio de ambos pulsaría uno de los botones ocultos de la espada si lograba alcanzarle: uno que hacía que, a modo de murciélago vampiro, la propia hoja robase sangre al rival mediante un sistema de succión y microporosidades que hacían que se filtrase hacia el interior de la hoja, a una reserva. En un corte no le robaría mucho, pero sí lo suficiente para alimentarse un poco más adelante. Además desconocía si era usuario, pero la punta de la espada era de kairoseki casi puro.

El contraataque falló. El segundo golpe fue bloqueado. Pero no cejó en su acometida, continuó el movimiento y lanzó el tercer tajo, logrando causarle una fea herida en el torso. No tuvo tiempo a disfrutar de su victoria, pues mientras estaba completando aún el tajo, Gerald ya estaba atacándole. Trató de frenar a Vanator y bajarla para cubrirse, pero era demasiado tarde, así que una vez más empleó el endurecimiento para protegerse, pero esta vez todo su cuerpo se volvió de color negro metálico. El duelista trazó un único golpe, pero durante él pudo ver muchos veloces movimientos casi imperceptibles... al principio. El acero cortó su rostro y sus ojos, cegándole. Aulló de dolor, furioso y dolido. La espada siguió hiriéndole y, pese al haki, le trazó múltiples heridas por el torso y brazos. Manteniendo el sentido de lo que le rodeaba sólo gracias a sus finos sentidos de vampiro, se retiró hacia atrás primero de un salto y luego retrocediendo a tientas.

- Eres hábil, te lo concedo... pero ahora tengo tu sangre.

Pulsó otro de los botones ocultos de la espada, haciendo que una aguja saliese del mango y se clavara en su palma. Entonces toda la sangre robada a Gerald fluyó hacia su interior, alimentándole y aumentando su poder. Por un momento se le marcaron las venas del brazo, y de ahí empezaron a marcársele por el resto del cuerpo a medida se activaba su organismo. Guardó parte de la sangre robada en su interior para usarla más tarde, mientras que el resto la empleó para potenciar su regeneración y aumentar su agilidad. Normalmente tantas heridas al mismo tiempo le hubiese costado un poco más curarlas, pero gracias a la alimentación estas empezaron a cerrarse al momento. Sus ojos volvieron a estar bien y pudo ver el rostro de su rival de nuevo. Le dedicó una sonrisa fiera.

- Hacía tiempo que nadie me obligaba a ir tan lejos. Ha merecido la pena venir a este torneo.

Estiró las piernas hacia los lados para ponerse en una posición en la que tuviera más estabilidad, y preparó la espada para su siguiente movimiento. Era hora de empezar a usar otras jugadas. Nuevamente comenzó a surgir niebla a su alrededor, como anticipando las acciones de su propietario. Un destello azulado recorrió su arma, y de repente, acumulando busoushoku en el filo a potencia media, trazó una veloz sucesión de seis cortes en el aire. Seis ondas cortantes de buen tamaño en forma de media luna azul salieron desde su posición, colocadas en diferentes ángulos para dificultar la esquiva.

- ¡Sturm und Drang!

Parecía que había logrado impresionar a Gerald... aunque debía admitir que él también estaba impresionado. Esa manera de bloquear las ondas insinuaba que había empleado haki de armadura de alto nivel. Pudo reconocerla porque era una técnica similar a su escudo de haki. Sin embargo, tenía todo controlado. Su rival había recibido serias heridas y aunque estaba empezando a cansarse, él estaba intacto. Se preparó para la siguiente acometida. Debía buscar  una manera de someter al guerrero antes de que pudiera volver a sorprenderle con un truco como el de antes. Aunque en su forma de vampiro no sentía cansancio tal y como lo entendían las personas normales, no era inmune al agotamiento. Su haki se desgastaba, sus energías se agotaban.

- ¿Poderes especiales? - sonrió orgullosamente - Adelante. Muéstrame de qué eres capaz, y tal vez te conceda mostrarte los míos.

Lo que vino a continuación no se lo esperaba en absoluto. Las cadenas fueron tan rápidas que no pudo reaccionar... ¿o por un momento se despistó? Fue raro, en todos los sentidos. Los eslabones le asieron firmemente e inmovilizaron sus brazos contra el torso. Frunciendo el ceño, se retorció y trató de escurrirse fuera de las cadenas empleando su agilidad. No funcionó. Se debatió e hizo fuerza, tratando de reventarlas por pura presión. Tampoco dio resultados. Aquel poder no era algo salido de puro entrenamiento, o de una simple técnica espiritual. "Akuma no mi..." estaba en severos problemas si no se le ocurría una solución y rápido. Inmovilizado de aquella manera, Gerald podría rematarlo. Pero el espadachín no parecía tener prisa en cargar contra él. Había gato encerrado en aquello. Y cuando vio el destello de las llamas, el motivo quedó claro: iba a quemarlo vivo. Por primera vez en todo el combate, el miedo se iluminó en los ojos del vampiro. Las llamas recorrieron rápidamente las cadenas y comenzaron a quemar su ropa y su piel.

Gritó. De dolor, de pánico, de impotencia. Trató de liberarse de nuevo con mayor frenesí que antes, pero sin éxito alguno. Forcejeó, se removió con desesperación, se lanzó al suelo y trató de escurrirse. Pero las cadenas estaban colocadas de tal manera y tan apretadas que no había escapatoria, y eran tan resistentes que ni con toda su fuerza era capaz de romperlas. Y el fuego lamía su piel, destrozándole y negándole cualquier posibilidad de regenerarse. Volvió a gritar aterrado y en pánico, incapaz de contener su terror hacia las llamas... pero incluso en ese momento, su instinto de supervivencia prevaleció. Había una manera en que podía huir de ese encierro, y aunque el miedo le había impedido verla desde el primer momento, fue capaz de recuperar el control y dar con la manera. Originalmente había pensado en guardar esa sorpresa para los combatientes más duros, pero si no hacía algo ardería vivo. En un acto de desesperación, lanzó a Vanator contra un árbol cercano, hundiendo la espada profundamente en su tronco. Entonces, gritó:

- ¡AÚN NO!

Y su cuerpo se deshizo en un violento estallido de niebla, tan espesa que cubrió una zona considerable del campo de batalla. Sin embargo, algo sorprendió a Ivan: a pesar de que ahora no tenía forma física, seguía notando las cadenas, el fuego y las quemaduras. ¿Le había... engañado? ¿Qué estaba ocurriendo ahí? Aún no comprendía exactamente la naturaleza del poder de su rival, pero le quedó claro que era demasiado peligroso para dejarlo suelto más tiempo. Gerald estaba lo bastante cerca como para quedar cubierto cuando el banco se formó, pero aún así la niebla se movió para que el espadachín quedase en su centro, tratando de anular las posibilidades de que huyera. Además se acumuló y abombó formando una cúpula. Durante un instante un pesado y tenso silencio se adueñó del área de combate, roto solo por la queja de algún espectador. Y entonces el vampiro reapareció a la espalda del espadachín sacando una larga daga plateada, silencioso como la muerte. Era Valak, su otra reliquia familiar. Sin perder el momento, potenció la daga con su más poderoso haki de armadura y lanzó una única puñalada con todas sus fuerzas buscando hundir totalmente el arma en la espalda de Gerard. Mientras lo hacía, llevó la otra mano hacia el cuello del duelista, con la piel de color negro metálico por el haki. Con sus dedos a modo de garras, empleando su Jägers Krallen, trataría de desgarrárselo. Tras eso, la niebla comenzó a dispersarse rápidamente, revelando el resultado de la ofensiva.

¿Cómo le había oído o visto venir? ¡Era imposible! ¡El haki no podía percibirle...! Salvo que fuese un maestro de kenbunshoku, cosa que en realidad era bastante probable. Explicaría esa capacidad para localizarle, saltándose su ocultación. Sin embargo pese a todo había logrado darle una puñalada en el costado. Retiró el arma y se preparó para volver a atacarle, cuando Ichizake le agarró el brazo. No le costó soltarse de su presa: pese a que era un hombre ágil y diestro, la diferencia de fuerza entre ambos era enorme. Y entonces, viendo venir su ataque, se preparó para bloquearlo con Vanator intentando trabarla contra el suelo. Una vez tuviese su arma fuera de posición, le desgarraría la garganta con la otra mano... pero había algo con lo que Ivan no había contado. No tenía a Vanator en la mano. ¿En qué momento la había cambiado con Valak? El largo de la daga no fue suficiente para completar el movimiento, y la espada de Gerald abrió un surco sanguinolento, destrozando su torso, cuello y cara en un único corte que, sin su akuma, hubiese resultado inmediatamente fatal.

- Yo... ¿he fallado?

Cayó hacia atrás, desplomándose en un charco de sangre. Era una herida grave, tan grave que ni él podía curarse fácilmente. Además sentía el cansancio empezar a erosionar sus capacidades y sus poderes. En condiciones normales hubiese supuesto su derrota. O más bien, en un pasado. Tuvo reminiscencias de las únicas veces que había resultado tan herido: su combate contra Billeno y la pelea contra Kodama. Y en esa última había desarrollado el poder capaz de darle la vuelta a una situación tan desesperada como esa. Un aura de oscuridad comenzó a brotar del cuerpo del guerrero caído. Sus ojos se volvieron rojos, sus heridas se cerraron al instante, largas garras crecieron de sus dedos y dos alas de murciélago en su espalda. En lo que duraba apenas un parpadeo, volvía a estar de pie. Su actitud había cambiado radicalmente: ahora su rostro mostraba una calma y frialdad antinaturales. Sus ojos se clavaron en los de Gerald.

- Se ha acabado el juego.

¿Así que iba a jugar con su mente? Pues dos podían jugar a aquel juego. Decidió devolverle el favor con su propio ataque mental. A través de su mirada le implantaría en su mente un terror sobrenatural, al tiempo que una imagen mental a medio camino entre predicción del mantra y alucinación: haría que le viera a él mismo situarse a su espalda a la velocidad del rayo, atravesarle el homóplato con la mano y arrancarle el corazón aún palpitante. Haría que sintiera el dolor de sus huesos quebrándose en el impacto, su mano perforando su carne y agarrando su órgano vital. El terror de sentir que su vida estaba en mano de otro. Y mientras Gerald estuviera sufriendo su ataque mental y viendo esa imagen, movió sus manos hacia él mientras una boca llena de colmillos se habría en la palma de cada una. Le agarraría el brazo de la espada y el hombro de la mano contraria, mordiéndole en ambos con las bocas secundarias reforzando los colmillos con haki. Y entonces lo atraería hacia sí y le lanzaría un mordisco al cuello, hacia su carótida. Había un truco en todo eso: los mordiscos no le causarían dolor, todo lo contrario. Gerald sentiría placer, tanto placer que probablemente perdería la voluntad de resistirse y la consciencia del mundo que le rodeaba. Era el Beso del Vampiro, Der Kuss, letal e irresistible. Si lograba morderle, empezaría a beber su sangre hasta que cayera inconsciente.

Escuchó su voz, como llegada de lejos, y vio el destello del arma de Kodama. Sin embargo ya había sobrevivido una vez al terrible poder de aquel artefacto, y a diferencia del herido Gerald, contaba con medios para hacerlo. Aún si lo activaba se veía capaz de sobrellevarlo. Había una fuerza motriz que guiaba en ese momento sus actos: el hambre. El prolongado combate, el gasto de energías, el dolor y el miedo habían hecho aflorar sus instintos vampíricos: consumir vidas para prolongar su existencia. La Sed había aflorado en su interior, y ahora que había atrapado a su presa entre sus fauces no la dejaría escapar fácilmente. La dulce sangre manaba hacia su interior por las bocas de su cabeza y mano derecha, alimentando su poder y causándole una dulce sensación de plenitud y gozo. Y entonces, por obra del poder de su enemigo, el éxtasis y la agonía se combinaron en su interior. No sabía ya si sufría o disfrutaba. El dolor y el placer se entremezclaron en oleadas incontrolables, luchando, combinándose, complementándose.

No acabó ahí el ataque mental. A continuación sintió el miedo. Miedo a la muerte inminente. Al ataque iba a sufrir si no se retiraba. Una voz susurró desde el fondo de su mente que lo más juicioso era escapar y esperar pacientemente a que su enemigo se desgastara. Había sufrido diferentes puñaladas y cortes en sus ataques, y sumado a la sangre que ya había bebido de él... ¿cuánto más podría aguantar? ¿Cuánto pasaría antes de que cayera inconsciente por el desangramiento? Y además, ya no podía arriesgar su vida a la ligera. Ya no le pertenecía únicamente a él. El rostro de Brianna apareció en su mente, iluminando sus pensamientos al tiempo que una punzada de miedo le atravesaba. Miedo a no volver a verla. El instinto de autoconservación, que Ivan ignoraba que en realidad era la voz de su adversario, venció al hambre. Realizó una última succión con más fuerza para llenarse todo lo que pudo de sangre. Se soltó de Gerald propinándole un empujón y metió la mano derecha en el interior de su chaqueta, mientras una lengua salía de la boca secundaria lamiendo la palma ensangrentada. Sacó una pequeña caracola gris y pulsó un botón en esta. El dial de humo liberó una nube que negó la visión de ambos temporalmente.

Ivan no perdió el tiempo. Se alejó rápidamente hacia los árboles. Entonces vio a Vanator clavada en uno de estos. ¡Así que ahí estaba! ¿Cuándo había acabado ahí? Algo raro estaba pasando... mientras arrancaba su arma del tronco, dio vueltas a todo lo que había sucedido. Su memoria le fallaba. Sufría alucinaciones en medio del combate. Su rival le detectaba a pesar de que ocultaba su presencia. Vale, eso último podía deberse a un nivel muy avanzado de haki de observación, pero... llevaba años valiéndose de la hipnosis y los ataques mentales, y ahora que relacionaba todos los conceptos una sospecha muy fundada se formó en su mente. Tenía ya una teoría: el poder de Gerald, probablemente una akuma no mi, interfería con la mente de sus rivales. ¿Cuánto más podría hacer además de jugar con su percepción y memoria? ¿Podría entrar en su mente? ¿Cambiar sus recuerdos más profundos? Era un poder aterrador. Se arrepintió al momento no haberlo rematado en cuanto lo tuvo agarrado.

No se demoró nada. En cuanto sacó la espada, cosa que no le llevó demasiado tiempo, se movió hacia una zona alejada del estadio. No podía fiarse de lo que veía, así que cerró los ojos, pulsó el botón de su capa que activaba el mimetismo y se encogió entre la vegetación (aunque dudaba sobre si realmente estaba allí). Se centro en su haki de observación para prevenir posibles ataques, y esperó en silencio. Soltar a Ichizake no había sido la mejor idea, pero esperar a que cayese por el peso de sus heridas y la pérdida de sangre tampoco era una mala idea. Podía ganar al desgaste. Y si le encontraba, esperaba al menos precisar en qué se fundamentaban esos increíbles poderes perceptivos. En aquel momento no respiraba, no hacía ruido alguno y, si realmente estaba tras un árbol y no una ilusión, eso y el mimetismo lo harían muy difícilmente localizable por medios estándar. Tampoco tenía calor corporal. Y su presencia seguía oculta al mantra. Ahora tocaba esperar.

¿En serio estaba intentando tentarle para que saliera con provocaciones verbales? Tenía que ser muy inocente para pensar que alguien iba a caer en eso. Es decir, si ese alguien no hubiera sido Ivan. Porque, el orgulloso vampiro, evidentemente cayó de cabeza. Apretó los dientes y los puños, furioso ante sus provocaciones. Sabía que era peligroso desvelarse y darle cara. Había visto que tenía poderes mentales temibles. Pero estaba en juego su orgullo y su reputación, y no iba a dejar que aquel hombre lo cuestionara en público. Se levantó en silencio, envainó a Vanator y desenfundó su pistola, una desert eagle negra con el cañón alargado. A continuación sacó un cargador y preparó el arma. El cargador iba lleno de munición rápida, balas preparadas para ser más veloces y aerodinámicas. Concretamente cada bala viajaba al doble de la velocidad normal, y si ya su pistola era potente... Por si acaso sacó también una daga con la mano izquierda.

- ¡Como quieras, Gerald Ichizake! ¡Sufrirás más antes de caer!

Sus palabras no fueron solas, sino que las acompañó del poder de su voluntad, liberando su haoshoku en una explosión en torno a él. Los árboles se quebraron y sus trozos salieron volando, el suelo tembló y las rocas se agrietaron. Toda su ira fue liberada en un estallido de caos y violencia que hizo temblar el estadio. Y eso era sólo el comienzo. No había dejado de tener localizado a Gerald mediante su oído, olfato y haki. No estaba del todo seguro de que realmente estuviera ahí, pero dudaba que fuese tan poderoso como para engañar incluso al kenbunshoku. Así pues, se giró hacia él desactivando el mimetismo y apuntando con la pistola, esperando al momento en que los obstáculos fuesen despejados y quedase a la vista. Mientras, concentró su haki en una única bala empleando el endurecimiento.

- Hasta aquí has llegado.

Antes incluso de verlo, en cuanto tuvo su localización totalmente clara con su haki de observación, disparó. La bala era tan veloz que rompió la barrera del sonido. Y la potencia combinada a su haki atravesaría sin problemas ramas, hojas o trozos de madera. Ahora sólo quedaba ver los resultados, y aunque dudaba de que en su estado pudiese darle mucha más guerra, no bajó la guardia. Seguramente guardaba más trucos bajo la manga.

Fue apenas un momento. Acababa de dispararar y estaba seguro de que iba a funcionar... pero su enemigo parecía ser tan inmune al dolor como él lo era a las heridas. Verle correr con tantos cortes y lesiones le dolía a él mismo. Pero más le dolió en el orgullo cuando, haciendo gala de unos reflejos increíbles, se apartó del paso de la bala y siguió corriendo hacia él. ¿Ahora se había acordado de que era espadachín? Preparó la daga y apuntó para realizar un segundo disparo, mientras Ichizake se cernía sobre él. Sin embargo, era tan veloz que, con ese cansancio, sus esperanzas de darle eran nulas. Apretó el gatillo, pero nunca llegó a ver el resultado. No llegó a ver nada. Ni oír, ni sentir, ni oler... ni siquiera percibir su propio cuerpo. Todo lo que percibía era su mantra gritándole que estaba en peligro mortal. Un golpe al cuello, y no podía ni reaccionar a él. Usar la niebla de nuevo estaba fuera de la cuestión, estaba demasiado cansado. Intentó moverse, pero no sintió nada. Desconocía si había logrado moverse o no. Si ya le había atacado.

Quiso gritar, quiso aullar de desesperación. Sólo le quedaba una defensa posible, y en caso de que Gerald aún estuviera en condiciones, podría simplemente rematarle en el suelo una vez la hubiera usado. Si ese poder que negaba todos sus sentidos continuaba, claro. Aquel combate había resultado mucho, mucho más duro de lo que había esperado. Apenas empezaba el torneo y ya había tenido que sacar dos de sus cartas bajo la manga, y ahora tocaba la tercera. Cuando la hoja se dirigía al cuello del vampiro, había una persona de carne y hueso en el lugar. Pero apenas un instante después, fue sustituido por una masa negra llena de patas, alas y chillidos agudos. Se había convertido en un montón de murciélagos negros... con el problema de que dichos murciélagos no podían ver. El corte desmoronó la montaña de murciélagos y cercenó alas, patas y cachos de algunos de ellos. Los animalejos cayeron al suelo retorciéndose, intentando en vano. Algunos de ellos que habían logrado echar a volar protagonizaron un accidente aéreo múltiple, estampándose entre sí, chocando unos contra otros o contra los restos de árboles de la zona. Otro protagonizó un corto vuelo triunfal tras esquivar a todos sus hermanos por puro azar... y se estampó contra el suelo.

Creo que la idea ha quedado clara. El campo de batalla se había convertido en una escena digna de una película de comedia barata. Tras un momento de caos, los que estaban más cerca comenzaron a unirse de nuevo. Los otros se deshicieron en una masa informe negra y volvieron hacia el cúmulo central de murciélagos. Cuando se volvieron a juntar se vio a un Ivan lleno de moretones, con un ojo hinchado y un corte muy feo en el cuello. A punto había estado de que se lo cercenase. Gracias al poder de su Despertar las heridas empezaron a cerrarse de nuevo, y el vampiro se levantó con el ceño fruncido y frotándose el cuello. No le quedaba mucho tiempo antes de que se agotase su poder y volviera a su forma completa.

- Eso ha sido muy peligroso. Nunca pensé que yo me quejaría de juego sucio, pero tu forma de pelear no es divertida - mostró las garras, mientras estas se teñían del negro metalizado del haki - Es hora de devolvértelo.

Tampoco le quedaba mucho antes de perder el control sobre su haki de armadura. En condiciones normales podría durar en torno a medio minuto más usándolo a potencia normal, pero apenas unos diez o quince segundos en caso de emplear el endurecimiento de nuevo. Y con ese nuevo recubrimiento su cansancio mental seguía aumentando. También notaba el cansancio de la falta de sangre. Había empleado muchas energías en aquel combate, tantas que evitar la derrota en los últimos compases del mismo había sido un ejercicio de pura habilidad y toma de decisiones. Pero había llegado hasta ahí, y no se iría sin la victoria. Lanzó un último garrazo directo a su pecho, con un feroz grito de guerra.

Buenas tardes, mi nombre es Zane D. Kenshin y me han dado las gafas de juzgar, una sotana que he dejado en mi casa porque no me gusta y una libretita para ir apuntando cosas.

Como es la primera ronda os voy a clarificar en que consiste el sistema de puntos que va a dictaminar al ganador de un combate. Pese a que la general se puntúe con 3 puntos para el ganador, 1 si hay empate y ninguno para el perdedor, para llegar a eso tenemos en cuenta lo siguiente:

• Victoria bélica: Que otorga 5 puntos de forma automática al ganador.
  
• Narración y estilo: 2 puntos.
  
• Asumir daños: 2 puntos.
  
• Originalidad y entorno: 2 puntos.
  
• Pulcritud de escritura: 1 punto.
  
• Faltas (cerradas, power rol, meta rol): -1 punto por cada acción que se haga, a no ser que sea consentida y hablada por los usuarios, que en ese caso no quitará nada.
  

Tengo que aclarar que si veo que uno de los apartados estás muy igualado no otorgaré puntos, dado que al tener que dar la misma cantidad a cada combatiente se anularían entre sí.

Teniendo esos conceptos claros, voy a ponerme con el veredicto:

Ivan Markov recibe los 5 puntos por la victoria bélica, dado a que ha ganado el combate propiamente dicho.

La narración y el estilo ha sido ejemplar por parte de los dos. Ha sido un combate que me ha gustado mucho, porque vuestra forma de narrar el bélico es algo que me gusta, hace que me meta en la lectura y eso pocos logran a hacerlo. Así que diría que ambos tenéis los puntos, además he de decir que tampoco hay faltas reseñables, alguna coma que os habéis saltado y poco más, pero vamos eso no quita puntos a nadie.

La asimilación de daños ha sido equitativa en ambas partes, siendo consecuentes, aunque está claro que la regeneración siempre da una ligera ventaja.

Ichizake te recuerdo que las habilidades pasivas a tener en cuenta deben estar en la ficha, te lo digo por tu Black Slash más que nada.

Y dicho esto, tengo que darle mi victoria a Ivan sin tilde en la A.